La historia política hoy - Universidad Nacional de Colombia

Historia económica y social, la Historia de las Mentalidades, mientras que la Historia Política se relegaba a las tradiciona- les Academias de Historia, con sus ...
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Parte IV Ciencia política, Politología e Historia Política

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Aportes al dialogo entre historia y ciencia política. U n a c o n t r i b u c i ó n d e s d e la e x p e r i e n c i a investigativa e n el C I N E P Fernán González CINEP

En primer lugar, quiero agradecer a los organizadores la oportunidad de dirigir una mirada retrospectiva a algunos de los trabajos del CINEP y de los míos propios, relacionados con la historia política durante los treinta años en que he estado vinculado a él. En segundo lugar, quiero tratar de aclararme a mí y a los lectores hasta qué punto la mayor parte de mis propios trabajos pueden inscribirse en la categoría de historia política, ya que yo mismo no tengo muy claramente definida mi identidad profesional, aunque esta indefinición no significa para mí ningún motivo de preocupación. Entre otras cosas, estudié tanto Ciencia Política como Historia de América Latina y nunca me he preocupado mucho por las fronteras que algunos profesionales han construido entre las Ciencias Sociales. Es más, considero que la combinación de los dos enfoques, diacrónico y sincrónico, han significado un enorme enriquecimiento de mis perspectivas de análisis. Lo mismo que la combinación entre el acercamiento concreto a la realidad histórica de la actividad política colombiana y la lectura desde modelos teóricos, normalmente abstraídos de otras experiencias históricas. Por esta dualidad, creo que muchos historiadores tradicionales pueden considerarme más como politólogo o sociólogo, mien299

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tras que la mayoría de mis colegas politólogos y mis estudiantes me califican claramente como historiador político. Yo tendería a definirme más bien como historiador social y cultural de la vida política colombiana o como sociólogo histórico de la vida política, ya que mi interés básico ha sido siempre indagar por las bases sociales y culturales de la historia política de Colombia. En ese sentido, lo que he tratado de hacer es analizar los trasfondos históricos de nuestros problemas políticos: intentar responder, desde una relectura de la historia política ampliamente considerada, a las preguntas que se hace la Ciencia Política sobre las actuales violencias, el clientelismo y la corrupción, la crisis de representación política, las relaciones entre Estado y Sociedad, e iglesia católica y estado liberal, el tipo de presencia del Estado en las diversas regiones, etc. Así, la pregunta guía que ha dirigido mis investigaciones han sido los malentendidos fundamentales que operan como trasfondo de los conflictos entre la iglesia católica y el partido liberal, entre los acercamientos clientelistas y tecnocráticos a la vida política, entre las miradas a la violencia desde las llamadas causas objetivas y subjetivas de la misma, etc. También ha guiado mis investigaciones la mirada contrapuesta con que esas visiones y los actores de esos conflictos interactúan entre sí: cómo se miran los actores unos a otros y cómo responden a esas miradas. Con frecuencia, la falta de consenso sobre los problemas obedece a que estos se entienden de manera diferente. Por ejemplo, es claro que las diversas posiciones asumidas en la discusión sobre clientelismo, corrupción y reforma política ocultan diversas concepciones de la política. Mientras que el fracaso de las recientes negociaciones de paz evidencian, como ha mostrado insistentemente Marco Palacios,1 —amigo y colega his1

Proyecciones sobre escenarios de mediano y corto plazo. Trabajo realizado para la Fundación Ideas para la Paz sobre el campo político y los procesos de

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toriador cuyas ideas han enriquecido muchas de estas reflexiones— una dificultad para crear consenso sobre la naturaleza de la salida negociada y del conflicto armado mismo. Malentendidos semejantes se ven en la mirada con que mutuamente se enfrentan la iglesia católica y el partido liberal durante el siglo XLX y primera mitad del XX. Desde mis tiempos de estudiante de Ciencia Política en la Universidad de los Andes, en los ya lejanos años setenta, echaba de menos la mirada histórica de los problemas políticos: fuera de los cursos de Francisco Leal Buitrago sobre la formación del Estado2 y de Darío Fajardo Montaña, y algunas lecturas como las del Poder Político en Colombia, de Fernando Guillen Martínez,3 que leíamos en fotocopias desorganizadas y mal paginadas, la dimensión histórica estaba bastante ausente. Parecía que la historia comenzaba con el Frente Nacional. Y, del lado de esta última, el interés por los problemas políticos era escaso: lo que se consideraba importante era la Historia económica y social, la Historia de las Mentalidades, mientras que la Historia Política se relegaba a las tradicionales Academias de Historia, con sus listas de proceres, presidentes, guerras civiles y reformas constitucionales. Quedábamos así reducidos a los libros de Henao y Arrubla y Gustavo diálogo y negociación con las F A R C y el ELN. Bogotá. 22 de marzo de 2001. Publicado en forma parcial como: "Una radiografía de Colombia". En: La Revista de El Espectador. Bogotá. 23 de septiembre de 2001. '- Estos cursos se encuentran recogidos de alguna manera en sus libros: Estudio del comportamiento legislativo en Colombia. T o m o I: Análisis histórico del desarrollo político nacional. 1930-1970. Bogotá. Tercer Mundo. 1973, y Estadoy Política en Colombia. Bogotá. Siglo XXI Editores. 1984. ! La primera edición de este libro postumo de Fernando Guillen Martínez apareció solamente en 1979, editada por la editorial Punta de Lanza, gracias al esfuerzo de algunos de sus colaboradores y estudiantes de la Universidad Nacional, apoyados por otros amigos y familiares.

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Arboleda, o en el mejor de los casos, al enfoque revisionista de Indalecio Liévano Aguirre. Incluso en el terreno de la historia de las ideas políticas, el interés era escaso: los trabajos ya clásicos de Jaime Jaramillo Uribe4 y Gerardo Molina5 eran la excepción. De hecho, todavía no tenemos una buena síntesis del pensamiento conservador en Colombia, a pesar de las antologías existentes de José Eusebio Caro, Mariano Ospina Rodríguez, Miguel Antonio Caro y Laureano Gómez. De ahí la importancia que tiene el reciente impulso renovador de las investigación en historia política que aparece simultáneamente en varias regiones del país. En este contexto, sumado a los aportes de otras ciencias sociales, se inscribe nuestro intento de diálogo entre Historia y Ciencia Política. Este intento de relectura ha venido buscando superar la separación que normalmente existe entre la visión diacrónica de la Historia política y la mirada sincrónica de la Ciencia política, intento que se hace evidente en la preocupación de varias investigaciones del CINEP por indagar sobre las raíces prepolíticas del comportamiento y adscripción política, sobre las bases sociales, culturales y económicas de la actividad política. En ese sentido, nuestra búsqueda se inspira en la obra ya citada de Fernando Guillen Martínez, que relaciona la adscripción política a los partidos tradicionales con la estructuras sociales vinculadas con la encomienda indígena de los tiempos coloniales y la hacienda colonial y republicana, lo mismo que en los trabajos de Barrington Moore, que tratan de interrelacionar las estructuras agrarias de algunos países con los sistemas políticos posteriormente resultan4 5

E lpensamiento colombiano en el siglo XIX. Bogotá. Temis. 1964. Las Ideas Liberales en Colombia. Vol. I. Bogotá. Tercer Mundo. 1970. Los tomos II y III aparecieron publicados por la misma editorial en 1974 y 1977.

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tes.6 Sin la consideración de las bases sociales, económicas y culturales del comportamiento político, son ininteligibles el fenómeno del clientelismo y el surgimiento precoz del sistema bipartidista en Colombia, lo mismo que su permanencia hasta la segunda mitad del siglo XX. RELACIONES ENTRE IGLESIA CATÓLICA, SOCIEDAD Y ESTADO EN COLOMBIA

En esa consideración, es particularmente importante el análisis de las relaciones que se establecen, desde los tiempos coloniales, entre la iglesia católica y las localidades y regiones: la presencia diferenciada del clero católico en los procesos de poblamiento y cohesión social de las diversas regiones tiene, a nuestro parecer, importantes consecuencias políticas y sociales. En este punto se presenta una convergencia de los resultados de nuestras investigaciones sobre las bases sociales del comportamiento político y los trabajos realizados sobre las relaciones entre iglesia católica y estado colombiano. Estos estudios se inician antes de mis estudios de Ciencia Política y responden a una problemática de tipo más personal, pues se enmarcan en la contradicción que vivía parte de mi familia, en particular de mi padre, entre la militancia dentro del partido liberal y su firme adhesión a la fe católica, de la que era fervoroso practicante. En el período de la Violencia de los años cincuenta, cuando mi familia se trasladó de Barranquilla a Cali, estaban en boga las pastorales antiliberales Barrington Moore. Orígenes sociales de la dictadura y demacrada: el señor y el campedno en laformadón del mundo moderno. Barcelona. Península. 1972. Esta perspectiva ha sido retomada posteriormente por el mismo autor en: La Injustida: bases sodales de la obedienriay la rebelión. México. U N A M . 1989. En una línea semejante, se mueve más recientemente Theda Skocpol. Los Estadosy las Revoludones Sodales. Un análisis comparativo de Fronda, Rusiay China. México. FCE. 1984.

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y antimodernas de monseñor Miguel Ángel Builes, obispo de Santa Rosa de Osos y no escaseaban los curas que negaban la absolución a los que se atrevían a confesarse liberales. Creo que esta problemática familiar es uno de los orígenes de mi interés por estudiar, desde el punto de vista liberal, los enfrentamientos de la iglesia católica con el liberalismo y el mundo moderno. Por esta razón, mi libro Poderes Enfrentados,7 que recoge varios ensayos sobre el tema, está dedicado a la memoria de mi padre. La otra vertiente de mi interés por el tema tiene que ver con el momento que vivíamos en Colombia a finales de los años sesenta y principios de los setenta: yo estudiaba teología en la Universidad Javeriana, entre los años 1968 y 1971, cuando empezaban a conocerse y estudiarse en el país los resultados del Concilio Vaticano II, realizado entre los años 1962 y 1965, que significaron un verdadero revolcón en el seno de la iglesia católica. Y mucho más, en América Latina y Colombia, donde proliferaron muchos movimientos sacerdotales y laicales de carácter contestatario y radical, que despertaron el rechazo y la incomprensión de la mayor parte de los jerarcas: como resultado de esta contraposición, se hace evidente la división del clero católico y su jerarquía en América Latina. En ese momento surgen Camilo Torres, y posteriormente, los grupos sacerdotales de Golconda y SAL (Sacerdotes para América Latina). En ese contexto teológico y político, era obvia la pregunta sobre las relaciones entre iglesia católica, liberalismo y modernidad, ya que el Concilio Vaticano II significó un importante intento de diálogo con el mundo moderno, al reconocerse a la iglesia como Pueblo de Dios que camina a través de la historia, al lado de otros pueblos, otras iglesias, otras religiones y un sinnúmero de 7

Poderes Enfrentados. Iglesiay Estado en Colombia. Bogotá. C I N E P . 1997.

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creencias. Para la iglesia colombiana, educada en la lucha contra el liberalismo y el mundo moderno, el reconocimiento que el Concilio hacía de la libertad religiosa y de los valores de la modernidad producía un shock profundo, que hizo confesar a algún obispo que sentía que les habían desencuadernado el Catecismo. En ese momento, cuando empezábamos a acercarnos a planteamientos que darían lugar más tarde a la llamada Teología de la Liberación en América latina, a los enfoques del grupo Golconda en el caso colombiano, y a leer los trabajos educativos de Paulo Freiré y las discusiones sobre la teoría de la Dependencia, empecé a escribir mi trabajo de grado en teología sobre los conflictos entre Religión y Sociedad en Colombia, en torno a la revolución liberal de 1848.8 Para ese trabajo, descubrí un libro de alguien que se convertiría luego en un buen amigo y colega: Partidospolíticosy Clases Soáales, de Germán Colmenares,9 que me sugirió una idea que sería clave para mis posteriores investigaciones: la diferencia entre fe religiosa y la expresión sociocultural de esa fe en los diversos momentos de la historia. Esa línea se iría desarrollando luego en mis siguientes trabajos, como el de los antecedentes históricos del nuevo concordato de 197310 y el de las relaciones entre iglesia católica y partidos políticos,11 que ya insinúa ideas que se profundizarían más tarde, 8

Publicado con d título: "Religión y Sociedad en confliao: la revoludón ideológica y social de 1848 en Colombia". En: EclesiásticaXaveriana. Bogotá. 1972. 9 Bogotá. Universidad de los Andes. 1968. 10 "Relaciones entre la Iglesia y el Estado a través de la historia colombiana: antecedentes históricos del Nuevo Concordato". En: A N A U C I A S . N o . 17. Bogotá. CINEP. Septiembre de 1973. 11 "Iglesia y Partidos Políticos en Colombia". En: Revista de la Universidad de Medellín. N o . 21.1976. Este artículo serviría de base para el libro: Partidos políticos y poder eclesiástico. Reseña histórica, 1810-1930. Bogotá. C I N E P . 1977, incluido en: Historia general de la Iglesia en América Latina. T o m o VII: Colombia y Venezuela. Salamanca. CEHILA. 1981. Algunos capítulos de

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como la diferenciación regional de la presencia de la iglesia católica en el país (cuya idea germinal aparece ya en los primeros trabajos de Virginia Gutiérrez de Pineda sobre la familia colombiana), las divisiones del clero en torno al proceso de independencia y la vigencia del patronato bajo el régimen republicano, la lectura del catolicismo intransigente de las pastorales del obispo de Pasto, Ezequiel Moreno (canonizado por el actual papa), que predicaba la guerra santa contra el liberalismo y las consecuencias de la división de la jerarquía en la caída del régimen conservador en 1930. Estas visiones se irían complementando con otros tres ensayos: el primero12 explora las relaciones de la iglesia católica bajo los gobiernos del general Mosquera y del radicalismo liberal, mostrando la heterogeneidad interna tanto de la iglesia como del partido liberal en esta materia, mientras que los otros dos muestran el desarrollo de esta problemática durante la Regeneración y la hegemonía conservadora, las reformas liberales de los años treinta, la violencia de mediados de siglo y el Frente Nacional.13 De alguna manera, este acercamiento histórico desemboca en una visión más actual del papel de la iglesia católica en la sociedad colombiana a partir de los años setenta y ochenta, recogida en dos ensayos: "La Iglesia jerárquica: un actor ausente",14 sobre este libro fueron objeto de una relectura en 1985, en un documento ocasional del CINEP: "Iglesia y Estado en Colombia durante el siglo XIX (1820-1860)". Documento ocasional. No. 30. Bogotá. CINEP. 1985. 12 "Iglesia y Estado desde la Convención de Rionegro hasta el Olimpo Radical (1863-1878)". En: Anuario Colombiano de Historia Socialy de la Cultura. No 15.1988. 13 "Iglesia Católica y Estado Colombiano (1886-1930)" e "Iglesia Católica y Estado colombiano (1930-1985)". En: Nueva Historia de Colombia. Bogotá. Planeta. 1989. 14 En: Francisco Leal Buitrago y León Zamosc (eds.) Alfilodel caos. Crisis Política en la Colombia de los años ochenta. Bogotá. Universidad Nacional/ Tercer Mundo. 1990.

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la coyuntura de los años ochenta y "La Iglesia católica en la coyuntura de los noventa: defensa institucional o búsqueda de la paz".15 En ellos se analiza la crisis del modelo de presencia de la iglesia en la sociedad mediante el control de las instituciones sociales, el desconcierto de la jerarquía frente a los rápidos cambios que se producen en la sociedad colombiana a partir de los años setenta, que se expresan en una acelerada secularización de la sociedad, una mayor heterogeneidad del campo religioso y un reconocimiento de la pluralidad étnica, cultural y religiosa del país. Estos cambios se reflejan en la oscilación de la jerarquía entre una defensa del modelo institucional reflejado en la defensa del régimen concordatario y la búsqueda de un nuevo estilo de presencia en la sociedad que se muestra en la búsqueda de la paz. Estos ensayos fueron escritos, en buena parte, gracias a la insistencia de Francisco Leal Buitrago, amigo, profesor y colega, que no me dejó abandonar el tema. Esta serie de ensayos sobre las relaciones entre iglesia católica, sociedad y estado en Colombia se cierra con una reflexión sobre el papel de la iglesia en la conquista y colonia españolas, que se concreta con la ocasión de la discusión sobre la celebración del V Centenario del descubrimiento de América y finaliza con la edición del libro Poderes Enfrentados. Iglesiay Estado en Colombia, que recoge, en 1997, casi todos los ensayos anteriormente mencionados. El capítulo I de este libro, "¿Evangelización o Conquista espiritual? La Iglesia en la sociedad de la conquista y la colonia", sintetiza varias versiones sobre el tema, publicados previamente de manera diversa.16 Por su parte, el 15

En Francisco Leal Buitrago (comp.) En busca de la estabilidadperdida. Actores políticos y sodales en los años noventa. Bogotá. Tercer M u n d o / I E P R I / COLCIENCIAS. 1995. 16 Véase: "La Iglesia. Organización en la Colonia, acción misional y educativa". En: Historia de Colombia. Bogotá. Salvat. 1989; "Evangelización y estructu-

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capítulo final17 intenta realizar una reflexión de conjunto sobre los diversos períodos estudiados desde la relación entre Iglesia y Modernidad, cuyo inicio se debió a un seminario sobre la recepción de la modernidad en Colombia, realizado en 1989 a petición de la Misión de Ciencia y Tecnología en la facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Bogotá. Para leer la Política: una mirada desde la Historia A diferencia de los trabajos sobre las relaciones entre iglesia católica, sociedad y estado colombianos, fruto de un trabajo predominantemente personal que permitió ir armando paulatinamente el rompecabezas antes descrito, las investigaciones más directamente relacionadas con la historia del comportamiento político han estado siempre vinculadas a investigaciones interdisciplinarias realizadas por diversos equipos de trabajo del CINEP, como aparece analizado en el recuento de las investigaciones relacionados con la política, realizado por Ingrid Bolívar con ocasión de los primeros 25 años del Centro.18 Así, los primeros acercamientos al tema del clientelismo y la formación del Estado Nación se producen en una investigación sora social en la Nueva Granada. Líneas para una reflexión desde la historia". En: La Evangelizarían en Colombia. Bogotá. Conferencia Episcopal. 1992; "¿Evangelización o conquista espiritual?". En: Crónicas del Nuevo Mundo. Colección de separatas. N o 20. Bogotá. El Colombiano/CINEP. Octubre de 1992. Una versión más breve de este último artículo apareció publicado en dos capítulos del libro: Un mundo jamás imaginado. Bogotá. Comisión V Centenario/Santillana. 1992. Estos dos capítulos y la separata de El Colombiano fueron escritos con la colaboración de Marta Victoria Gregory de Velasco. 17 "El fondo del problema: la relación entre Iglesia y modernidad en Colombia". En: Poderes enfrentados. Op. Cit. 18 IngridJ. Bolívar. "La construcción de referentes para leer la política". En: Fernán E. González (ed.). Una Opdóny muchas búsquedas. CINEP. 25 años. Bogotá. CINEP. 1998.

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bre el clientelismo, realizada entre 1975 y 1978, que buscaba indagar por las bases socioeconómicas del comportamiento político en el agro colombiano. El equipo estaba dirigido por el antropólogo Néstor Miranda Ontaneda, ya fallecido, a quien debemos mucha de nuestra formación como investigadores sociales los demás miembros del equipo, compuesto por Alejandro Reyes Posada, Eloísa Vasco, Jorge Valenzuela y Fernán E. González.19 El enfoque entonces adoptado sería el preludio de los siguientes acercamientos del CINEP al estudio de la política colombiana: se partía de combinar el análisis del modelo cultural clientelista con un marco histórico general para desembocar en estudios regionales de caso, como los de Boyacá, Tolima y Sucre, que muestran cómo la relación clientelista se adapta a las particularidades específicas de cada región. Los resultados de esta investigación pionera en Colombia alimentaron varias publicaciones del CINEP de entonces.20 Desde ese entonces se vislumbraba una tendencia que habría de caracterizar el estilo de las investigaciones del CINEP: tratar de superar la mirada meramente coyuntural de los proble19

Fernán E. González. "La experiencia del CINEP: una escuela de investigadores". En: ibid. 20 La parte más teórica y la visión histórica aparecieron como Néstor Miranda y Fernán González. "Clientelismo, democracia o poder popular". En: Controversia. Nos. 4142.1976; y Fernán E. González. "Constituyente I: ¿Consolidación del Estado Nacional?". En: Controversia. Nos. 59-60.1977. Y los libros de estudios regionales, como los de Alejandro Reyes Posada. Latifundioy Poderpolítico. Bogotá. CINEP. 1978; Eloísa Vasco Montoya. Cíentelismoy minifundio. Bogotá. CINEP. 1978; Jorge Valenzuela Ramírez. Producción arroceray clientelismo. Bogotá. CINEP. 1978. Años más tarde, Néstor Miranda y Fernán González retomaron el tema del clientelismo, desde la lectura de Fernando Guillen Martínez. ElPoder Político en Colombia. Op. Cit. y desde las relaciones con la administración pública, respectivamente.

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mas como el clientelismo y la crisis de los partidos tradicionales para enmarcarlos en una mirada de largo plazo. Así, el clientelismo es mirado en relación con las estructura social y económica de algunas regiones del país, miradas desde su diferente desarrollo histórico, como un tipo de relación política enmarcada en el proceso particular de la configuración del Estado colombiano: se supera así el enfoque ahistórico propio del funcionalismo donde nace y la crítica moralizante tradicional, para tratar de mirar la manera como se inserta en las condiciones sociales, económicas y sociales de distintas regiones y de diversos momentos históricos. En ese sentido, el análisis teórico de Néstor Miranda sobre el fenómeno clientelista como sistema elemental y deformado de seguridad e integración social, contrastado con los grandes momentos de la historia nacional, constituyó uno de los primeros acercamientos al tema en Colombia. Esta mirada dinámica del clientelismo, en su dimensión histórica y diversidad regional, permite entender su función en el proceso de construcción del Estado y sus contradicciones con las tendencias modernizantes de sectores tecnocráticos de la administración pública y apreciar la constante transformación de la clase política tradicional, la movilidad de los políticos clientelistas, donde se observa la decadencia de viejos patronos y el ascenso de nuevos. En este acercamiento se evidencia el influjo de los planteamientos de Fernando Guillen Martínez, como aparece en el comentario que hacía Néstor Miranda en 198021 y en mi prólogo a la segunda edición de la obra,22 ya que Guillen señalaba múltiples continuidades entre formas asociativas prepolíticas, 21

"El poder político en Colombia". En: Enfoques Colombianos. N o . 14. marzo de 1980. 22 "Prólogo" a Fernando Guillen Martínez. E l Poder Político en Colombia. Bogotá. Planeta. 1996.

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ligadas a los sistemas económicos de la encomienda y la hacienda coloniales, y la posterior adscripción a los partidos políticos tradicionales. Esta idea de indagar por las bases sociales y culturales de la política será clave para las posteriores investigaciones del CLNEP sobre violencia y construcción del Estado, el comportamiento electoral y la administración pública.23 Solo que nuestros trabajos posteriores tendrían más en cuenta a la población campesina, mestiza y mulata, no encuadrada en las encomiendas y haciendas coloniales, ni sujeta al control del clero católico, sino vinculada a la colonización de zonas periféricas, con poco control de la iglesia y de las autoridades coloniales También fueron importantes, en este proceso investigativo, los primeros contactos con la historiografía anglosajona sobre los temas del caciquismo y formación de los partidos tradicionales, a los que tuve acceso gracias a la generosa colaboración de una buena amiga y colega, Catherine Legrand, que realizaba entonces una investigación exhaustiva sobre los problemas de tierras en la historia colombiana.24 En ese entonces, ella me proporcionó unas fotocopias de unos artículos de Malcolm Deas y Frank Safford, bastante poco conocidos por esos tiempos: el de Deas se acercaba al tema de la historia del caciquismo en Colombia25 mientras que el de 23

Fernán González. "Legislación y comportamiento electoral". En Controversia. No. 64-65.1978, y "Clientelismo y Administración pública". En: Enfoques Colombianos..No. 14. Fundación Friederich Naumann. Bogotá. 1980. 24 Esta investigación daría lugar a su tesis doctoral, recogida en: Catherine le Grand. Colonizacióny Protesta campesina en Colombia, 1850-1950. Bogotá. Universidad Nacional. 1988. 25 Malcolm Deas. "Algunas notas sobre la historia del caciquismo en Colombia". En: Revista de Occidente. T o m o XLHI. Octubre de 1973. Reproducido más recientemente en su libro: DelPodery lagramática. Bogotá. Tercer Mundo. 1993.

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Safford26 se dedicaba a analizar las bases sociales de las adscripciones políticas en los primeros tiempos de nuestra república. Ambos artículos abrieron muchos caminos para nuestras investigaciones y su influencia en nuestros trabajos es bastante obvia, pues ayudan a superar la lectura esquemática y un tanto maniquea con que normalmente se acerca la mayoría de las personas a estos temas. Estos enfoques se verán aplicados en una serie de artículos más directamente relacionados con la historia política propiamente dicha, tales como los referentes al proyecto político de Bolívar, los trasfondos sociales y políticos de la llamada Guerra de los Supremos, la lectura conservadora de la revolución liberal de mediados del siglo XX a partir del mito antijacobino, los problemas regionales ocultos bajo la crisis de los gobiernos del llamado Olimpo Radical y en los inicios de la Regeneración de Núñez,27 que son recogidos y sintetizados en reflexiones más generales sobre las relaciones entre adscripción a los partidos tradicionales, papel de la iglesia católica y formación de identi26

"Social Aspects of Politics in Nineteenth- Century Spanish America: N e w Granada, 1825-1850". En: Journalof Social History. 1972, cuya versión española, aumentada y revisada fue publicada como: "Aspectos sociales de la política en la Nueva Granada, 1825-1850". En: Frank Safford. Aspectos del siglo X I X en Colombia. Ediciones H o m b r e Nuevo. Medellín. 1977. 27 Véase, e su orden: "El proyecto político de Bolívar: mito y realidad". En: Controversia. No. 112.1993. Este artículo, así como los cinco siguientes, fue reproducido como capítulo del libro del mismo autor: Para Leer la Política. Ensayos de historia política colombiana. Bogotá. CINEP. 1997; "La Guerra de los Supremos". En: Gran Enciclopedia de Colombia. Tomo II. Bogotá. Círculo de Lectores. 1991; "El mito antijacobino como clave de lectura de la revolución francesa". En: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. Nos. 16-17.1988-1989; "Problemas políticos y regionales durante los gobiernos del Olimpo Radical". En: Memorias del VI Congreso de Historia. Ibagué. Universidad de Tolima. 1987.

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dad nacional.28 También de ese estilo es el ensayo sobre la Guerra de los mil días, que relaciona el reclutamiento de las tropas y la adscripción partidista con el tipo de poblamiento y cohesión social de las diversas regiones.29 En estos últimos ensayos, se nota la influencia de los desarrollos teóricos de Ernest Gellner, que relaciona las formas de cohesión social en sociedades complejas con el surgimiento del nacionalismo y de la identidad nacional y Benedict Anderson, con su idea de la Nación como Comunidad imaginada, que aplicamos al sistema de los dos partidos tradicionales. CONFLICTO SOCIAL Y VIOLENCIAS

Muchos de estos avances y enfoques fueron retomados nuevamente en las investigaciones sobre Conflicto Social y Violencia, realizadas en el CINEP entre 1988 y 1992, que también resultaron de la labor de un equipo interdisciplinar, coordinado por Fernán González y compuesto por los historiadores Fabio Zambrano Pantoja y Fabio López de la Roche, la economista Consuelo Corredor Martínez, la abogada María Teresa Garcés, la comunicadora social Amparo Cadavid Eringe, la antropóloga María Victoria Uribe, los sociólogos Elsa María Blair Trujillo y José Jairo González Arias, el politólogo Mauricio García Duran, el entonces economista Mauricio Romero y el escritor Arturo Alape. En esa investigación ya aparecían conceptos que se irían desarrollando más tarde como fragmentación y privatización 28

"Reflexiones sobre las relaciones entre identidad nacional, bipartidismo e Iglesia católica". En: Memorias del V Congreso de Antropología. Bogotá. IC AHN/ICFES. 1989; "Rdaciones entre identidad nadonal, bipartidismo e Iglesia católica, 1820-1886". En: Memorias del VII Congreso de Historia de Colombia. Bucaramanga. UIS. 1992. 29 "La Guerra de los mil días". En: Varios. Las guerras civiles desde 1830y su proyección en el siglo XX. Memorias de la II Cátedra de Historia Ernesto Restrepo Tirado. Bogotá. Museo Nacional de Colombia. 1998.

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del poder, precariedad del Estado, la relación entre los diversos procesos de poblamiento regional y las violencias, la debilidad de la Sociedad Civil y la cultura política de la intolerancia. Los resultados de la investigación, recogidos tanto en Análisis. Conflicto Soáalj Violenáa, folletos de carácter divulgativo, como en la revista Controversia y una colección de nueve libros, ilustran la metodología del acercamiento a las múltiples violencias que aquejan al país. Así, un acercamiento global macroeconómicoe histórico cultural se complementa con varios estudios de caso de regiones particularmente violentas, como el Sumapaz, el Magdalena Medio santandereano, la zona esmeraldífera de Boyacá, el Bajo Cauca antioqueño, Medellín, y una mirada global a las relaciones de la sociedad civil con las fuerzas armadas y a los procesos de paz, para culminar luego en una mirada más globalizante, relacionada con el proceso de configuración política del país.30 En ese sentido, las investigaciones de este equipo combinaban el enfoque histórico y estructural de larga duración, que tenía en cuenta las dimensiones económica, sociopolítica y cultural, con acercamientos más coyunturales, de mediano y corto plazo, concretados en los estudios regionales de caso, como los anteriormente mencionados. Dentro de este conjunto, el trabajo sobre la configuración política de Colombia31 sirve de puente entre los análisis estructurales y sus expresiones regionales, al mostrar a los partidos tradicionales a la vez como federacio30

Véase: Fabio Zambrano y Fernán González. L'État inachevé. Las rarínes de la Violence en Colombia. París. Fondation pour le Progrés de l'homme. 1995. Reproducida en: Fernán González Violenda en la Región andina. E l caso de Colombia. Bogotá, Lima. C I N E P / APEP. 1993. 31 Fernán E. González. "Aproximación a la configuración política de Colombia". En: Controversia. Nos. 153-154.1988; reimpreso en: Fernán González. Para leer la política. Op. Cit.

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l'ernán Contóle?

nes de poderes locales y regionales que articulan esos ámbitos de poder con los ámbitos nacionales de la política, así somo como subculturas que proporcionan cierto sentido de pertenencia y relacionan las identidades locales y regionales con la nación y el Estado. Esta lectura de los partidos como subculturas debe mucho a los análisis de otro amigo y colega, Daniel Pecaut, que han enriquecido muchas de nuestros trabajos. En ese sentido, se rescata el papel de los partidos tradicionales como respuesta a la fragmentación del poder entre élites regionales, que ha sido tan subrayado por Marco Palacios,32 al mostrar cómo se interrelacionan estos poderes locales y regionales, basados en solidaridades y rivalidades del orden prepolítico, con el conjunto de la nación. Luchas de familias y grupos de ellas, enfrentamientos internos entre ellas, rivalidades locales y regionales, tensiones entre grupos generacionales, enfrentamientos personales, identidades locales y regionales terminan desembocando en adscripciones partidistas, diferenciadas por la relación con la iglesia católica, el grado y estilo de movilización popular y el ritmo de las reformas sociales y económicas. Los caudillos locales y regionales y las oligarquías locales se convierten, por esta vía, en intermediarios necesarios del Estado nacional, del que son a la vez adversarios e instrumentos. En esta investigación cobran particular importancia las dimensiones del espacio y de su ocupación, como bases para la construcción de poderes e identidades locales. En ese sentido, fueron significativos los aportes de Fabio Zambrano33 y José Jairo 32

"La fragmentación regional de las clases dominantes en Colombia. Una perspectiva histórica". En: Estado y Clases Sodales en Colombia. Bogotá. PROOULTURA1986. 33 "Ocupación del territorio y conflictos sociales en Colombia". En: Controverj-w.Nos. 151-152.1989.

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González a las discusiones del equipo.34 En el fondo, la investigación reposaba sobre la comparación implícita entre territorios integrados y periféricos, donde la presencia del Estado era importante o periférica: se comparaban así los territorios donde se producía la violencia actual con los territorios que fueron escenario de la Violencia de los años cincuenta, para relacionarlos retrospectivamente con los procesos de poblamiento colonial, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, cuando se inicia el proceso de colonización campesina permanente como fruto de las contradicciones de las estructuras económicas y sociales de las zonas integradas al centro, y la participación diferenciada de los pobladores de las diversas regiones en las guerras civiles del siglo XIX, especialmente la guerra de los mil días. Para esta comparación, prestamos particular atención a las zonas donde la presencia y el control social del clero católico era menor y más difícil la relación con las autoridades coloniales, inspirándonos en los análisis de Basilio Vicente de Oviedo35 y Virginia Gutiérrez de Pineda,36 los informes del oidor Francisco Moreno y Escanden37 y el arzobispo virrey Antonio Caballero y Góngora.38 En esta comparación de los territorios, fueron 34

"Caminos de Oriente: Aspectos de la colonizarían contemporánea del oriente colombiano". En: Ibid. 35 Cualidadesy Riquezas del Nuevo Reino de Granada. Bogotá. Biblioteca de Historia Nacional. 1930. 36 Lafamilia en Colombia. Vol. I: Trasfondo histórico. Bogotá. Universidad Nacional. 1963. 37 Indiosy mestizos de la Nueva Granada afines del siglo XVIII. Bogotá. Banco Popular. 1985. 38 "Relación del estado del Nuevo Reino de Granada, que hace el arzobispo obispo de Córdoba a su sucesor el excmo. Sr Francisco Gil y Lemos" (1789). En: Germán Colmenares (ed). Reladonese informesde los gobernantes de la Nueva Granada. Bogotá. Banco Popular. 1989.

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muy útiles los mapas electorales de la colega y amiga, Patricia Pinzón de Lewin,39 que muestran cómo se agrupan en el espacio y el tiempo las adscripciones a los partidos tradicionales. Nuestra idea era contraponer este desarrollo territorial de los procesos electorales con lo que sabíamos de los procesos de poblamiento y cohesión social de esos territorios a lo largo de la historia y comparar esta contraposición con los procesos violentos de los años cincuenta y ochenta. Las relaciones entre poblamiento, cohesión social y conflicto a través de la historia colombiana, entresacada de estos trabajos y los estudios de caso regionales, han sido resumidos en un artículo publicado posteriormente.40 Por otra parte, los estudios de caso escogidos (Magdalena medio santandereano, zona esmeraldífera de Boyacá, zonas de colonización del Sumapaz y Oriente) mostraban formas diferentes de violencia en relación con la presencia del Estado : había violencia cuya resolución no pasaba por el Estado sino que estaba totalmente privatizada, otra violencia en zonas de colonización donde el Estado no poseía el pleno monopolio de la fuerza y donde los poderes locales apenas se estaban construyendo, al lado de una violencia que pasaba por el enfrentamiento entre los partidos tradicionales. Para entender estos procesos, recurrimos a los aportes de la Historia Comparada, hechos por Charles Tilly,41 que mostraban que los procesos de construcción del Estado no eran homogéneos sino que respon39

Pueblos, Regionesy Partidos. La regionalizaríón electoral. Atlas electoral colombiano. Bogotá. U N I A N D E S / C E R E C . 1989. 40 Fernán E. González. "Poblamiento y Conflicto social en la historia colombiana". En: Territorios, regañes, sodedades. Bogotá. Universidad del Valle/CEREC 1994; reproducido en: Fernán Gonázlez. Para leerlapiolítka. Op. Cit. 41 Coerción, capitaly los Estados europeos, 900-1900. Madrid. Alianza editorial. 1992.

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dían de manera diferenciada a las condiciones locales y regionales previamente existentes: según el poder de los intermediarios o poderes locales, el Estado hacía presencia de manera directa o indirecta. Estos conceptos de dominio directo e indirecto del Estado, diferenciados por el predominio de una burocracia moderna y un ejército con pleno monopolio de la coerción o la coexistencia de estos aparatos modernos con formas tradicionales de poder, de gamonales y caciques, nos permitieron comprender mejor la combinación de modernidad y tradición que caracteriza la vida política colombiana,42 lo mismo que sus bases prepolíticas de sociabilidades modernas y tradicionales, que se combinan en el funcionamiento de los partidos políticos tradicionales. Para la comprensión de estas sociabilidades contrapuestas fueron muy útiles las conceptualizaciones introducidas por Francois- Xavier Guerra43 y Fernando Escalante, que han estudiado, para el caso de México, la manera como se combinan esas sociabilidades, mostrando los efectos que la superposición de formas e instituciones políticas tomadas de países donde el dominio directo del Estado se han consolidado produce en países donde el dominio del estado sigue siendo de tipo indirecto, mediante los poderes locales previamente existentes en las comunidades. En ese sentido, Guerra llega a defender la necesidad política del gamonalismo como intermediario necesario entre Estado moderno y sociabilidades tradicionales. En sentido semejante se mueve Fernando Escalante,44 que muestra que 42

Fernán E. González. "Tradición y Modernidad en la política colombiana". En: Varios. Violencia en la Región Andina. Op. Cit. 43 Véase por ejemplo de este autor: "Lugares, formas y ritmos de la política moderna". En: Boletín de ¿a Academia Nacional de Historia. No. 285. Caracas. 1982. 44 Ciudadanos Imaginarios. México. El Colegio de México. 1993.

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hay una profunda contradicción entre el proyecto explícito de las clases dominantes, la creación de ciudadanía y nación modernas, y su proyecto implícito, que obedecía a la necesidad de mantener su control clientelista sobre las bases populares, que eran su base social de poder. Para el caso español, el estudio clásico de Julián Pitt- Rivers45 ha señalado la importante función que cumplió el gamonalismo local para adaptar y descentralizar las reformas centralizantes del régimen de Franco para las condiciones locales. Estas perspectivas permiten leer de manera más dinámica el papel del clientelismo como articulador de sociabilidades tradicionales y modernas para hacer presente a los aparatos del Estado moderno en condiciones sociales que no permiten su dominio directo. Estas ideas son desarrolladas con mayor profundidad en las dos investigaciones más recientes sobre la evolución del conflicto armado, su evolución territorial durante la última década y las consecuencias de este accionar para la manera como el Estado hace presencia en el territorio nacional. Estas investigaciones, también de carácter interdisciplinar, han sido desarrolladas por un equipo básico compuesto por Ingrid Bolívar, Teófilo Vásquez y Fernán González, con el apoyo de Mauricio Romero y José Jairo González para algunos estudios de caso regionales y la ayuda de Raquel Victorino y Franz Hentzel como auxiliares de investigación. La primera de ellas,46 desarrollada en los años 1999 y 2000, realiza un análisis cuantitativo y cualitativo de las acciones de los actores armados en la década de 45

Un pueblo de la Sierra: Grazalema. Madrid. Alianza Editorial. 1989.

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Fernán E. González, Ingrid J. Bolívar y Teófilo Vásquez. "Evolución reciente de los actores de la guerra en Colombia, cambios en la naturaleza del conflicto armado y sus implicaciones para el Estado". Informe final a un proyecto de investigación del CINEP, con la financiación de COLCIENCIAS y la AE). Bogotá. Marzo de 2001.

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los años noventa, mostrando los cambios de su cobertura territorial, en relación con el proceso de formación de la Nación y el Estado, desde los tiempos coloniales hasta nuestros días. Como trasfondos de larga duración del actual conflicto armado, se analiza inicialmente el problema campesino, expresado en un movimiento permanente de colonización periférica, desde mediados del siglo XVIII hasta el surgimiento de los narcocultivos y de la guerrilla en los años sesenta, producido por la concentración de la tierra y la estructura demográfica de las zonas centrales integradas a la vida económica de la nación: la manera como se ha venido poblando el país periférico y se ha organizado la estructura social y económica en el orden local resulta un punto clave para la interpretación de la violencia en el largo plazo. En segundo lugar, se estudia el proceso particular de construcción del Estado a partir de una unidad administrativa del Imperio español y del desarrollo paulatino de procesos graduales de integración de nuevos territorios y sus poblaciones al conjunto de la nación por medio de las redes de poder de los partidos tradicionales, junto con los fracasos parciales de varios intentos de modernización del Estado y de la sociedad.47 Pero, estos trasfondos históricos de largo plazo no bastan para la comprensión de la violencias más recientes, pues, como ha señalado reiteradamente Daniel Pecaut,48 al lado de estas continuidades, se dan importantes rupturas, que hacen al conflicto actual cualitativamente diferente de las guerras del siglo XIX y de la Violencia de los años cincuenta: en el mediano plazo, los cambios socioculturales de los años sesenta, ligados a la rápida 47

Fernán E. González. "Colombia: una nación fragmentada". En: Cuadernos BAKEAZ. N o . 36. 1999. 48 Crónicas de dos décadas de política colombiana, 1968-1988. Bogotá. Siglo XXI. 1988, pp. 29-33; y Guerra. Op. Cit. pp.43-46.

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urbanización y a la mayor apertura a las corrientes del pensamiento mundial, hacen entrar en crisis las instituciones que, como los partidos políticos tradicionales y la iglesia católica, expresaban y daban sentido a las tensiones de la sociedad colombiana. La crisis de representación de la política hace que los partidos tradicionales pierdan su capacidad de articular a los nuevos grupos sociales que se consolidan en las ciudades y en las zonas de colonización periférica y de canalizar sus intereses, lo que hace que los problemas de la sociedad no se tramiten por el régimen político y que la vida política se constituya como realidad "aparte"de la sociedad, totalmente autorreferenciada, como sostiene Pecaut.49 Y, en el corto plazo, la presencia del narcotráfico en la sociedad, economía y política transforma totalmente el conflicto, al permitir el financiamiento autónomo de actores armados, lo que profundiza su carácter militar y desdibuja su dimensión política, al hacerlos independientes de la sociedad colombiana e insensibles frente a la opinión pública, nacional e internacional. Este militarismo incide en las transformaciones recientes de los actores armados, que abandonan sus nichos originales, las zonas de colonización periférica, para proyectarse hacia zonas más ricas e integradas a la economía del país, normalmente latifundios tradicionales o modernos, donde encuentran la respuesta de grupos paramilitares. Por eso, se muestra cómo el accionar de la guerrilla y las autodefensas se desarrolla en contravía, con orígenes contrapuestos, correspondientes a distintos modelos de desarrollo rural. La interrelación de los dos procesos, poblamiento colonizador y construcción del Estado, constituye la "estructura de oportunidades", en terminología usada por Charles Tilly50 y Sydney 49 50

Daniel Pecaut. Crónica, Op. Cit. p.126. Véase de este autor: "Reflexiones sobre la lucha popular en Gran Bretaña, 1758-1834". En: Revista Política y Sodedad. 1993.

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Aportes al dialogo entre historia y ciencia política 51

Tarrow, o sea, las condiciones de posibilidad para las opciones voluntarias de los actores que optan por la violencia: nuestro análisis combina así el recurso a las llamadas "causas objetivas" de la violencia, las condiciones estructurales que hacen posible su surgimiento y consolidación, con el análisis de la acción voluntaria de actores sociales, de corte jacobino y mesiánico. Nuestra investigación recurre entonces a la categoría de "acción colectiva violenta",52 a partir del mismo Tilly, Fernando Reinares53 y Michael Taylor,54 que correlacionan la formación de movimientos sociales con el proceso de formación del Estado y la acción colectiva con el tipo de poder imperante en una determinada sociedad, y muestran cómo en sociedades agrícolas los procesos de la modernización pueden resolverse por la vía violenta: sólo en una sociedad industrial y un Estado con pleno monopolio de la fuerza, la acción colectiva es necesariamente pacífica. Para el caso de Colombia, la no resolución del problema agrario permitió la inserción de la opción racional y subjetiva de un grupo guerrillero, de corte mesiánico y jacobino, en las contradicciones estructurales del mundo rural. En sentido similar, se orientaron las reflexiones de Ingrid J. Bolívar55 sobre la construcción social del monopolio de la fuer51

"States and opportunities: The political structuring of social movements". En: D o u g McAdam, J o h n D . M c C a r t h y y Mayer N . Zald (eds.). Comparative Perspectives on Social movements. Political Opportunities, Mobilizing Structures, and CulturalFramings. Nueva York. Cambridge University Press. 1996. 52 Teófilo Vásquez. "Un ensayo interpretativo sobre la violencia de los actores armados en Colombia". En: Controversia. N o . 175. Diciembre de 1999. 53 TerrorismoyAntiterrorismo. Buenos Aires. Paidós. 1994. 54 "Racionalidad y acción colectiva revolucionaria". En: Fernando Aguiar (ed.). Op.Cit. 55 "Sociedad y Estado: la configuración del monopolio de la violencia". En: Controversia. No. 175. Diciembre de 1999.

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za como fenómeno histórico, que depende de la coyuntura específica de las relaciones entre el estado central y los poderes locales y regionales previamente existentes, de las interdependencias de la sociedad, de su integración territorial y de las relaciones entre economía natural y economía monetaria. Y sostiene que solo cuando el Estado logra centralizar el monopolio de la fuerza, se puede excluir el recurso a la violencia como instrumento político: en caso de que no exista pleno monopolio estatal de la fuerza, la violencia seguirá siendo parte del repertorio de los actores sociales y políticos. En el tema del proceso de construcción del Estado, es visible el influjo de las ideas de Norbert Elias sobre el proceso civilizatorio en Occidente y el papel que juega la consolidación del Estado moderno en él56: la formación del Estado como proceso de integración de regiones y estratos sociales, y el papel articulador de los partidos políticos en ese proceso, son importantes sugerencias para la comprensión de nuestro proceso histórico. Por otra parte, la relación entre construcción del monopolio de la fuerza en un territorio y necesidad de la concentración de la población dentro de sus límites, tomada de Ernest Gellner,57 nos ayudó a comprender la relación entre poblamiento y construcción del Estado. Así, este autor sostiene que no se puede consolidar el monopolio de la fuerza de un poder central sobre un territorio delimitado cuando parte de su población tiene la posibilidad de escapar de él: es el caso de las socieda56

Norbert Elias. "La génesis social del Estado". En: E l Proceso de la dvilización. Investigaciones Pscogenéticasy sioríogenéticas. México. FCE. 1996, y: "Los procesos de formación del Estado y de construcción de la nación". En: Revista Historiay Sociedad. N o . 5. Universidad Nacional de Colombia, Medellín. Diciembre de 1998. 57 E l arado, la espaday el libro. Estructura de la historia humana. México, F C E . 1992.

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Apones al dialogo entre historia y ciencia política

des pastoriles donde el carácter móvil de la riqueza permite a los habitantes escapar al control, o el de los campesinos que, a pesar de estar atados a la tierra, pueden situarse en zonas de difícil acceso, donde el esfuerzo de imponerles una dominación central es tan arduo que no vale la pena. Estos planteamientos fueron aplicados por nuestro equipo a los procesos de colonización periférica y de construcción de poderes locales en esas zonas. Los enfoques de Elias y Gellner se combinan con los de Charles Tilly, antes utilizados, como los de la dominación directa e indirecta del Estado, para explicar las relaciones entre los poderes locales constituidos en esas regiones y los procesos de centralización modernizante del Estado, que tiende a convertirlos en sus intermediarios con los pobladores de ellas. En esas relaciones, el equipo sitúa el concepto de modernización política como el paso del dominio indirecto al dominio directo del Estado. Aquí se introduce la idea de la modernización selectiva del Estado, tomado de Ana María Bejarano y Renata Segura,58 que permite profundizar más en la heterogeneidad de la presencia de las instituciones del Estado en el conjunto del país, al mostrar cómo las necesidades de mayor eficiencia administrativa y planificación del gasto público llevaron al Estado colombiano a fortalecer ciertas instituciones de estilo moderno, que coexistían con el manejo tradicional de negociación con la clase política, a la que se despoja de toda iniciativa respecto del gasto público a cambio de "auxilios parlamentarios". Esta combinación de estilos políticos, moderno y tradicional, ha sido característica de nuestra vida política, pero en el contexto de las últimas décadas trajo como resultado no buscado la profundización de la crisis de representación política y de la descalificación generalizada de la actividad política, que tiende 58

De estas dos autoras, véase: "El fortalecimiento selectivo del Estado durante el Frente Nacional". En: Controversia. No. 169. Noviembre de 1996.

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a ser percibida como "realidad aparte", al quedar marginada de la discusión de la problemática económica y social. Aquí se insinúa una línea de reflexión que se profundizaría luego, en torno a la idea de presencia diferenciada del Estado, moderna en unos sectores y tradicional en otras, que se refuerza con el análisis de la gradual integración de territorios y grupos sociales al conjunto de la nación por la vía del bipartidismo. Para ello, el equipo partió de las consideraciones de Paul Oquist59 sobre el "colapso parcial del Estado" como explicación de la violencia de los cincuenta, la idea de "precariedad del Estado", sugerida por Daniel Pecaut60 como "contexto" de la recurrente violencia en Colombia, y las consideraciones de las investigaciones de Mary Roldan61 y Carlos Miguel Ortiz62 sobre la violencia de los cincuenta, en Antioquia y Quindío, respectivamente. La diferenciación del tipo de violencia según el grado de integración al centro del país y de control del bipartidismo, la existencia de poderes locales capaces de contrarrestar la crisis del Estado central, la falta de autoridad estatal en las regiones de colonización reciente y la incapacidad del Estado para hacer presencia eficaz en la vida económica y social del país, junto con la idea de modernización selectiva del Estado, nos llevaron a percibir que tanto las violencias como la respuesta del Estado a ellas revestía un carácter altamente diferenciado. Esta diferenciación de la presencia del Estado obedecía a la combinación de algunos aparatos estatales de corte moderno 59

Violencia,politicay conflicto en Colombia. Bogotá. Biblioteca del Banco Popular. 1978. 60 "Colombia: violencia y democracia", reproducido en: Crónica. Op. Cit. 61 "Guerrilla, contrachusma y caudillos durante la violencia en Antioquia, 19491953". En: Estudios Sodales. No. 4. Marzo de 1989. 62 Estado y Subversión en Colombia. La violencia en el Quindío años 50. Bogotá. CEREC/CIDER/UNIANDES. 1985.

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con una presencia mediada por los notables o gamonales locales y regionales, cuyo grado variable de poder determina que en muchos casos esa presencia se aproxime a la categoría de "dominio indirecto" de Charles Tilly, sin llegar al grado de autonomía de los antiguos señores feudales. La dependencia del Estado frente a los poderes de hecho existentes en localidades y regiones tanto como redes de poder que como subculturas que fragmentan la unidad nacional, hacen que su dominio de la sociedad sea precario. Además, el hecho de la existencia de "territorialidades bélicas", término hobbesiano adoptado por María Teresa Uribe63 para describir situaciones o porciones territoriales donde el Estado no es soberano sino que su poder coexiste con poderes armados de hecho, presentan otra faceta del problema. Además, el hecho de que estas territorialidades bélicas no sean muy permanentes sino que puedan ser desafiadas por otros poderes de hecho, muestra que el conflicto es cada vez más "desterritorializado", como muestra Daniel Pecaut.64 Como respuesta a esta falta de sistema de referencias institucionales, la población civil se ve obligada a replegarse a estrategias individuales de supervivencia, al estilo de un "free rider". Esta línea de análisis caracteriza a nuestra segunda investigación, desarrollada durante el año 2001, la cual profundiza la relación entre la evolución regional de las violencias y el proceso de configuración del Estado.65 A partir de los mapas de la evolución territorial del conflicto armado, elaborados por el Sistema de Información georreferenciada del CINEP, el equipo 63

"Las soberanías en disputa: ¿conflicto de identidades o de derechos?": En: Nación, ciudadano y soberano. Medellín. Corporación Región. 2001. 64 "Configuraciones del espacio, el tiempo y la subjetividad en un contexto de terror". En: Daniel Pecaut. Crónica. Op. Cit. 65 Fernán González, Ingrid J. Bolívar y Teófilo Vásquez, "Procesos regionales de violencia y configuración del Estado". Loe. Cit.

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recurrió a la categoría de "presencia diferenciada del Estado", que intenta recoger las reflexiones de María Teresa Uribe, Paul Oquist, Daniel Pecaut, Mary Roldan y Carlos Miguel Ortiz, lo mismo que los análisis de los procesos de poblamiento y de construcción del Estado, iluminados por la experiencia de los procesos de consolidación de los Estados nacionales, según Tilly, Elias, Guerra, Escalante y otros. Así, la paulatina ocupación del territorio y la manera diferenciada de articulación desigual y conflictiva de las regiones y sus pobladores obligan a superar la imagen homogeneizante de los modelos de construcción del Estado y a mirar de manera diferenciada su presencia en diferentes regiones y sectores sociales. Esto significa recuperar también el carácter histórico, socialmente construido, del Estado y del monopolio estatal de la coerción legítima, lo que los hace siempre frágiles y vulnerables, esencialmente cambiantes según las condiciones particulares de la historia, que hacen, en el caso colombiano, costoso y difícil su proceso de construcción y consolidación.

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El redescubrimiento de las relaciones internacionales para la historia política de Colombia Diana Marcela Rojas IEPRI Universidad Nacional de Colombia

INTRODUCCIÓN

Estamos en un momento de la historia en el que las dinámicas internacionales son cruciales para la comprensión de nuestro presente. Las transformaciones de las últimas décadas, el proceso de globalización y el final de la guerra fría han puesto de presente cómo, cada vez más, los procesos sociales y la vida de las comunidades políticas nacionales está atravesada por un sinnúmero de flujos internacionales y transnacionales. La comprensión de los problemas centrales de la vida social contemporánea, y en particular de la colombiana, pasa por un examen de los entornos internacionales en los que estamos inmersos. Baste tan sólo mencionar asuntos como el narcotráfico, los derechos humanos, el conflicto armado o la deuda externa, para percatarnos de cuan estrechamente estamos concernidos por los procesos internacionales. De allí la necesidad de emprender una reflexión seria del lugar que han ocupado las relaciones internacionales en el estudio de nuestra historia política. En la presente ponencia, dedicaremos una primera parte a señalar la necesidad y la importancia de una relectura de la histo328

ria política del país desde una perspectiva internacional. En segundo lugar, haremos un balance de la bibliografía existente sobre el tema, particularmente de aquellas obras que han buscado hacer una historia de conjunto y a largo plazo de la política internacional colombiana. Finalmente presentaremos algunas propuestas para un programa de investigación futuro en este campo. IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES PARA EL ANÁLISIS HISTÓRICO

La llamada era de la globalización parece haber puesto de presente la creciente interdependencia entre los países y la manera cómo aquello que sucede al interior de nuestras fronteras está conectado, cada vez más, con los acontecimientos en el escenario internacional. A este fenómeno se lo ha denominado de diversas maneras: "internacionalización", "política interdoméstica", "transnacionalización". Sin desconocer que las últimas décadas del siglo se han caracterizado por una aceleración de los procesos de interdependencia, esta toma de conciencia no debe interpretarse como una completa novedad. Buena parte de nuestra historia republicana ha sido forjada en relación estrecha con las dinámicas internacionales de su momento. De allí que la interpretación según la cual la política colombiana estaría en un proceso de "internacionalización" ocurrido en los últimos 20 años, debe ser matizada y puesta en su contexto. Lo que se ha llamado, por parte de algunos especialistas, "internacionalización" de la política en Colombia, no es en realidad una especie de "apertura" de fronteras hacia lo externo, un descubrimiento de la arena internacional, sino más bien una intensificación de las interconexiones entre las sociedades, y so329

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bretodo de la consciencia de un proceso que viene de tiempo atrás.1 En efecto, la incidencia de los acontecimientos "externos" ha sido permanente en la historia del país. Más aún, muchos y significativos episodios de la vida nacional pueden ser leídos como parte del proceso de adaptación a la política mundial.2 Para mencionar sólo algunos, en la naciente república encontramos el proyecto de Bolívar para conformar la gran nación suramericana y hacerle contrapeso a la joven potencia norteamericana. Luego de la experiencia de la Gran Colombia, podemos citar la conformación de la economía nacional ante la necesidad de insertarse en los flujos económicos mundiales durante el siglo XLX. Igualmente, la pérdida del canal de Panamá y los intereses geoestratégicos de las potencias coloniales. Más recientemente, la interpretación y el tratamiento del conflicto armado interno a la luz de la confrontación bipolar durante la guerra fría. 1

No entraremos en detalle en la discusión respecto a los inicios de la "globalización". En tanto proceso, su fecha de nacimiento puede ser ubicada en una perspectiva de larga, mediana o corta duración, dependiendo de si la hacemos coincidir con el nacimiento dd capitalismo, la revolución industrial o la revolución informática. .Véase: Hugo Fazio. Laglobalización en su historia. Bogotá. Universidad Nacional. 2002. Para efectos de este trabajo nos referiremos a tal proceso en la mediana y en la corta duración. Se distingue un primer impulso a la globalización en los cambios tecnológicos y los subsecuentes cambios sociales a los que dio lugar la segunda revolución industrial a partir de la segunda mitad del siglo XIX, y un segundo empuje en la revolución tecnológica a partir de los años 60. 2 Un ejemplo del enfoque del estudio de las historias nacionales en la perspectiva de la adaptación a las dinámicas internacionales se puede encontrar en Thomas Skidmore y Meter Smith. Historia Contemporánea de América Latina. Barcelona, Crítica. 2da edición. 1999. Varios aportes en este sentido los hizo igualmente el enfoque dependentista en América Latina.

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Hoy esta dinámica de estrecha relación entre lo doméstico y lo internacional no sólo se mantiene sino que se incrementa en virtud de los procesos políticos y sociales de la segunda mitad del siglo XX. Es preciso revaluar el punto de vista de la completa novedad de la "internacionalización" del país, para lo cual se hace necesaria una relectura de la historia política colombiana desde una perspectiva de la interacción con las dinámicas internacionales. Ella nos proporcionaría una mirada más clara y más compleja de nuestro pasado; una tarea que nos permitiría identificar la novedad de nuestro presente, de establecer el tipo y el grado de cambio y de continuidad en ese proceso de "internacionalización". Esta perspectiva nos obliga, así mismo, a replantear nuestra concepción de la relación interno/externo, de la política doméstica y la política internacional como campos separados y claramente definidos. No sólo en relación con los fenómenos presentes, sino también en relación con el pasado. No se trata, como podría parecer a primera vista, de un anacronismo, sino más bien de aprovechar la mirada en perspectiva que podemos tener desde donde estamos ubicados hoy respecto del pasado. Esa perspectiva es la que nos permite dar cuenta de procesos de largo aliento, en lugar únicamente de acontecimientos puntuales, tal como lo hicieron quienes los vivieron e intentaron explicarlos en la inmediatez. Pero, además de la perspectiva que otorga la distancia en el tiempo, tenemos la oportunidad de ver un panorama más complejo en la medida en que podemos identificar mas claramente factores que quedaron relegados, fueron minimizados o sólo se manifestaron con posterioridad. De otra parte, volver sobre la historia de la política internacional del país tiene sentido en la medida en que se haga una 331

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reevaluación de los enfoques teóricos y metodológicos a partir de los cuales se han pensado las relaciones internacionales que, como sabemos, ha sido una de las disciplinas académicas más recientes y en constante reformulación. El dialogo entre la historia y las relaciones internacionales resulta hoy más fructífero que nunca. Dicha reformulación pasa por una revisión del arsenal conceptual del que se ha dispuesto hasta ahora para entender los fenómenos internacionales. Nos referimos a conceptos como "soberanía" e "interés nacional", a la rígida distinción entre el ámbito interno y el externo, al predominio de los Estados como actores únicos del juego político internacional y, sobretodo, a la reducción de la interacción entre la política interna y la internacional al concepto de "política exterior"; ésta última vista como una política aislada, separada y distinta del resto de políticas calificadas como propiamente "domésticas".3 Esta revisión de conceptos e interpretaciones de lo internacional en la historia política debe comenzar, entonces, por una revisión de la historiografía existente.4 3

Para esta revisión crítica de las teorías contemporáneas de las Relaciones Internacional es véase: R.B.J. Walker. Inside/ouíside: Intemational relations aspolitical theory. Cambridge. Cambridge University Press. 1993; Bertrand Badie. Un mundo sin soberanía: estados entre artificio y responsabilidad. Bogotá. Tercer Mundo /Universidad Externado. 2000; Frédéric Charrillon. Lapolitique étrangere al'épreuve duíransnationál. Paris. L'Harmattan. 1999. 4 Aunque se han realizado algunos esfuerzos por parte de los analistas para hacer un balance bibliográfico de la política internacional en Colombia, la mayoría se limitan a hacer un listado de los textos disponibles: el más importante esfuerzo, por su carácter analítico y su intento de clasificación, ha sido el realizado por Rodrigo Pardo y Juan Tokatlian, en su libro: Lapolitica Exterior Colombiana: entre la autonomíay la subordinación. Bogotá: Unversidad de los Andes/Tercer Mundo. 1988. El capítulo 2 del libro está dedicado a la teoría y la práctica de las reladones internacionales en el caso colombiano.

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BALANCE HISTORIOGRÁFICO DE LA HISTORIA DE LA POLÍTICA INTERNACIONAL EN COLOMBIA

Rasgos generales de la historiografía acerca de lo internacional. En primera instancia, es preciso señalar que la producción académica sobre la política internacional en el país ha sido más bien precaria. La reflexión sobre lo internacional se desarrolla fundamentalmente en el marco del derecho internacional, la historia de los tratados, particularmente la delimitación de fronteras, y la historia diplomática. Se ha dejado de lado el anáfisis de fenómenos de carácter económico, o temas como los de integración, seguridad o migración. La geopolítica no ha sido en general objeto de atención en el país, y tampoco ha sido estudiado a profundidad el proceso de formación y decisión de la llamada política exterior. En una primera revisión encontramos que buena parte de la bibliografía está dedicada a las relaciones económicas externas de Colombia y a las cuestiones de derecho internacional público y privado. En lo referente a las relaciones económicas internacionales, sobresale la preeminencia de la política cafetera. Igualmente se constató que en el campo de las relaciones internacionales, mucho más que en relación con otras disciplinas sociales en el país, sobresalen los trabajos realizados por estudiosos y analistas extranjeros. En relación con los periodos históricos que abarca la bibliografía revisada, hay un número significativo de trabajos que cubren el siglo XLX y la primera mitad del XX. Desciende notoriamente la producción escrita sobre la década de los cincuenta. La etapa del Frente Nacional (1958-1974) no ha sido estudiada minuciosamente en términos de las conductas internacionales de las diversas administraciones. La evolución de la política internacional 333

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colombiana entre los años setenta y finales de los ochenta, ha gozado de mayor atención y de un refinamiento en la investigación, particularmente en relación con la política de la administración Betancur. La década de los noventa ha estado marcada por una proliferación de centros de investigación, programas curriculares y estudios internacionales. La producción académica se ha centrado en la relación con Estados Unidos, y particularmente en lo concerniente al tema del narcotráfico. Así mismo, abundan los trabajos sobre la participación del país en organismos y foros internacionales como en el caso de la presidencia colombiana de los "No Alineados" a mediados de los ochenta. El estudio de las relaciones con los países vecinos abandona el interés único por la demarcación de las fronteras o el comercio binacional, para abarcar aspectos sociales y políticos antes descuidados, en una perspectiva de estrecha colaboración con investigadores de los países vecinos. Ejemplo de ello son los trabajos adelantados desde hace cuatro años por el grupo Académico Binacional Colombia-Venezuela de la Universidad Nacional y la Universidad Central de Venezuela. Igualmente se comienzan a desarrollar investigaciones sobre la política mundial en general, así como sobre su impacto para la región y el país; es el caso de trabajos adelantados en la Universidad Nacional, el CIPE de la Universidad Externado de Colombia, y el CEI de la Universidad de Los Andes. En suma, ha sido bastante lo adelantado en esta última década dentro de los estudios internacionales, pero en lo concerniente a las relaciones internacionales contemporáneas, en el campo de la historia aún falta mucho por hacer. UNA PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN

Consideramos que la historiografía sobre lo internacional puede ser dividida en tres categorías: la primera se refiere a aquella 334

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literatura que tiene por objeto hacer una historia de la política exterior o política internacional en la larga duración y con una mirada de conjunto. La segunda categoría se refiere a aquella literatura que se ocupa de un fenómeno específico de la política exterior o que analiza el comportamiento internacional del país en un periodo delimitado de tiempo, generalmente con respecto a un gobierno determinado. La última categoría se refiere a aquella literatura cuyos análisis no se ocupan de manera central de la política internacional, pero cuyos desarrollos incluyen temas relacionados con aquella y aportan elementos explicativos del comportamiento externo. Por razones de extensión, y dado que ésta es una exploración inicial con miras a un futuro programa de investigación, aquí haremos apenas una breve referencia a la bibliografía más importante correspondiente a la primera categoría; esto es, a aquellos textos que han tenido como propósito hacer una historia de la política internacional colombiana. En la revisión bibliográfica provisional que realizamos, encontramos sólo unos cuantos textos que tienen pretensiones de constituir un recuento completo de la evolución y desarrollo de la política internacional colombiana. Dentro de ellos señalamos cinco principales: a. Historia Diplomática de Colombia (1810-1934) de Raimundo Rivas.5 Publicada en 1961 por la Imprenta Nacional, reúne las conferencias y clases que, como profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional y del Colegio Mayor de Nuestra 5

Raimundo Rivas. Historia Diplomática de Colombia (1810-1934). Bogotá. Imprenta Nacional. 1961. 335

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Señora del Rosario, dictó su autor en las primeras décadas del siglo XX. Se trata, en realidad, de una obra postuma. Su autor fue también Ministro de Relaciones Exteriores en 1931 y Embajador de Colombia en varios países de América Latina. Fallecido en 1946, sería el presidente Ospina Pérez quien ordenara la publicación de sus trabajos. Pionero en la investigación sobre asuntos diplomáticos, y vinculado desde joven a los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores, propone el profesor Rivas una periodización de tres épocas para el estudio de la historia diplomática de Colombia. La primera, abarca la Gran Colombia y su labor por obtener el reconocimiento de los demás Estados del mundo. La segunda, comprende el lapso durante el cual se pretende la fijación de fronteras a lo largo del siglo XLX. La tercera, es entendida por el autor como aquella etapa determinada: por la orientación del mundo moderno hacia la política de poderío económico y desarrollo comercial, para que esa política tenga la armonía necesaria y una estrecha vinculación con las demás naciones del continente, en el empeño de formar el alma americana y una franca corriente de amistad hacia todos los Estados del mundo, con el fin de asegurar a la moderna Colombia el prestigio que alcanzó en los días de Bolívar y Santander, de Pedro Cual y Joaquín Mosquera [...]* Esta cita, en extenso y sin comentarios, nos permite vislumbrar de entrada el carácter de su obra. Tal como lo es su periodización, la interpretación de los hechos y la concepción filosófica que a ellos subyace, corresponde a una visión hoy superada. Su pretensión es tan sólo la relación de las misiones di6

Ibid. p. 84. 336

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plomáticas, de los tratados de amistad y de negocios, de fijación de límites y de funciones consulares. Su peso es descriptivo y documental. Interesa como fuente y un poco menos como aporte para el análisis. De hecho, es la obra de un intelectual vinculado a las funciones diplomáticas y no el trabajo de un investigador social o de un historiador. A pesar de que su trabajo posee inclinaciones jurídicas, desde el punto de vista histórico podría ubicársele entre aquella historiografía a la cual Bernardo Tovar atribuye un corte empirista o positivista y que, atada a los documentos, intenta encontrar en ellos "la verdad objetiva de los hechos".7 b. Política Internacional de Colombia de Germán Cavelier8 Se trata de una obra en cuatro volúmenes cuya primera edición apareció en 1949 y fue reeditada por la Universidad Externado de Colombia en 1997, con una actualización hecha por el autor hasta 1996. La periodización, acorde con los volúmenes, está distribuida en la siguiente forma: Volumen 1:1820-1860; Volumen 2:18601903; Volumen 3:1903-1953 Volumen 4:1953 -1997. El texto es pionero en los intentos por analizar, de manera global, diferentes aspectos acerca del manejo de la política exterior de Colombia. Cavelier es producto del impulso que a mediados del siglo XX obtuvo la historia como disciplina y que tuvo en Tulio Enrique Tascón y Gustavo Arboleda, sus más 7

Bernardo Tovar. La colonia en la historiografía colombiana. Medellín. Lealon. 1984. 8 Germán Cavelier. La Política Internadonalde Colombia. 2 Vols. Bogotá. Editorial Iqueima. 1949. Ultima edición: Universidad Externado de Colombia. 1997.

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claros y reconocidos exponentes. Cavelier, igual que ellos, adopta el positivismo como teoría y método en la interpretación de los hechos históricos. Desde el primer párrafo de su obra, la concepción es clara: la conquista obedeció no a un capricho de los navegantes y hombres de guerra sino a un principio de derecho internacional medieval que, al dar al Papa el poder supremo sobre toda la cristiandad, le atribuía la facultad de dar o confirmar las conquistas que los príncipes cristianos hicieran de las tierras en poder de los indios9 Los hechos sociales fenecen ante los hechos jurídicos. Estos últimos no surgen como producto de aquellos, sino viceversa. Importa el documento, la huella escrita, el fundamento legal, como base para definir la certeza de los acontecimientos. Para Cavelier, entonces, la historia de la conquista se desenvuelve entre las "Bulas misionales de Alejandro VI", los "Patronatos reales en España e Indias", y las disposiciones o decretos de Carlos III y Carlos IV. La historia es vista desde los documentos, como en el caso de Raimundo Rivas. Un tipo de historia cuya directriz describe Lucien Febvre en forma critica: Recoged los hechos. Para ello id a los archivos, esos graneros de hechos. Allí no hay más que agacharse para recolectar. Llenad bien los cestos. Desempolvadlos bien. Ponedlos encima de vuestra mesa. Haced lo que hacen los niños cuando se entretienen con cubos y trabajan para reconstituir la bella figura que, a propósito, nosotros le hemos desordenado [...] Se acabó el trabajo, la historia está hecha.10 9

Ibid, p.15.

10 Lucien

Febvre. Combatespor la historia. Barcelona. Ariel. 1983, p. 180.

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El contexto de la Independencia, la irrupción de la Gran Colombia y de la Nueva Granada en la escena internacional, las relaciones con la Santa Sede -que ocupa gruesos capítulos de su obra-, transcurre entre el "primer tratado público"11, y las Misiones de agentes confidenciales y delegados apostólicos que tuvieron lugar a lo largo del siglo XIX, hasta el Concordato de 1887. Los trasfondos de la realidad histórica en la lucha por la independencia, episodios de importancia en la obra de Bolívar como el Congreso Anfictiónico, las tensiones entre las repúblicas bolivarianas, los proyectos de construcción nacional que disputan los modelos e influencia inglés, francés y norteamericano, la relación comercial en torno al anís, la quina o el tabaco, para citar sólo algunos ejemplos, desaparecen de esta historia y ceden su lugar a los acuerdos y tratados sobre delimitación de fronteras. La cuestión de Panamá se circunscribe, igualmente, a los contratos, misiones y tratados. En resumen, y sin necesidad de mayor demostración, la historia de Cavelier, un esfuerzo importante en el seguimiento a hitos históricos a través de sus documentos, debe observarse, en ese sentido, por su aporte de síntesis y presentación documental, más no como análisis en profundidad. Se trata de un recuento de tratados con la mención de episodios históricos. Sin embargo, el enfoque positivista de la obra no se presenta sólo en relación con la historia sino también con el derecho; un tipo de positivismo jurídico en donde lo que importa es el enunciado de la ley —de los tratados internacionales en este caso—, y en donde se omiten los contextos sociales y políticos en los cuales tales instrumentos jurídicos surgieron. La obra está fundamentada en la idea de que los Estados se relacionan entre sí 11

Firmado el 28 de mayo de 1811 entre el Presidente del Estado de Cundinamarca, Antonio Nariño, y José Cortés de Madariaga, enviado del Estado de Venezuela, como compromiso de alianza y federación.

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sólo a partir de tratados legales, y se desconocen otros mecanismos y canales de interacción que en la vida internacional, en muchas ocasiones, resultan tanto o más relevantes. La contribución de Cavelier no es desdeñable pero tampoco se deben pasar por alto sus limitaciones. Al fin y al cabo, como enseña Carr, el historiador es también producto de la historia y de la sociedad, y es desde ese punto de vista que debe analizársele.12 c. Historia Diplomática de José Joaquín Caicedo Castilla.13 Aunque cronológicamente esta obra es posterior a la escrita por Cavelier, en términos académicos podría considerarse un retroceso. Político y profesor de derecho, exministro de trabajo y ministro de relaciones exteriores durante el gobierno de Alberto Lleras Camargo, el autor observa la historia diplomática con un tinte oficial y positivista jurídico. Alega la "imparcialidad" y "objetividad" que la historia adquiere al basarse exclusivamente en los documentos y concluye que "la política internacional colombiana ha brillado por su buena fe, honestidad, adhesión al derecho y respeto a la comunidad internacional y a las otras naciones soberanas". El primer volumen, dedicado en lo fundamental a la demarcación de límites con los países vecinos, por ejemplo, se convierte en transcripción de los tratados diplomáticos y copia fiel de las intervenciones y discursos de presidentes y cancilleres colombianos en su discusión. El asunto del Canal de Panamá contiene los tratados, algunos proyectos y cierta correspondencia entre los embajadores Martínez y Concha con el gobierno en Colombia. Sólo un párrafo final sugiere una condena por la pér12 13

Edward Carr. ¿Quées la historia?. Barcelona. Ariel. 1983. En: Historia Extensa de Colombia, tomo 17. Bogotá. Lerner. 1974.

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dida del istmo, que no es analizada. El segundo volumen refiere las Conferencias Interamericanas, el Pacto Andino, la Alianza para el Progreso y la participación de Colombia en las Naciones Unidas de forma similar: transcripción de los acuerdos y discursos con poca o ninguna ubicación histórica o referencia crucial a los hechos políticos, económicos y sociales en que se enmarcan. El libro es altamente útil para la consulta de documentos pero francamente pobre en materia crítica. d. Relatos de historia diplomática de Colombia de Alfredo Vázquez Cartizosa14 Los primeros tres tomos de la obra fueron publicados en 1996. La periodización abarca las siguientes épocas: La gran Colombia, correspondiente al Tomo I y que fue publicado originalmente como libro independiente bajo el título Historia Diplomática de Colombia: la Gran Colombia, en 1993;15 "Los limites de Colombia y la diferencia con Estados Unidos sobre Panamá", que comprende el Tomo II y cuyos anexos constituyen el Tomo III. La segunda parte de la obra ha sido recientemente publicada en cuatro tomos más, bajo el título Relatos de Historia Diplomática, Siglo XX. No está dispuesta en sentido cronológico sino temático: Tomo I: "Literatura y política"; Tomo II: "Estados Unidos, San Andrés y Providencia, y América Latina"; Tomo III: "La paz internacional, relaciones con la Santa Sede"; Tomo IV: "La exportación de café, los intercambios internacionales".16 14

Alfredo Vázquez Carrizosa Relatos de historia diplomática de Colombia. 3 Vols. Bogotá. Centro Editorial Javeriana/Cancillería de San Carlos. 1986; Relatos de Historia Diplomática de Colombia, Siglo XX. 4 Vols. Bogotá. CEJA. Cancillería de San Carlos. 2000. 15 Alfredo Vázquez Carrizosa. Historia Diplomática de Colombia: la Gran Colombia. Bogotá. Universidad Javeriana. 1993. 16

Ibid. 341

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Existe una considerable diferencia entre la obra de Vásquez Carrizosa y la de Germán Cavelier. La fundamentación histórica y social de los "Relatos" de Vásquez es más constante y expedita. Bolívar, prácticamente ignorado por Cavelier, es personaje central en el primer volumen de la obra de Vásquez. No aparecen tan sólo los tratados, está su gesta, sus ideas y sus acciones. Se aborda la diplomacia inicial en busca del reconocimiento, la conferencia continental y la expedición libertadora a Cuba y Puerto Rico que propusiera Bolívar. No se descuidan las relaciones con la Santa Sede ni las doctrinas colombianas para la demarcación territorial. Las relaciones con Estados Unidos y la pérdida de Panamá, obtienen un contexto de mayor amplitud. La parte correspondiente al Siglo XX no olvida pasajes importantes del devenir interno de nuestro país y logra viajar con sus documentos a lo largo de los sucesos políticos. Sin embargo, el tratamiento de algunos temas se circunscribe a la transcripción documental y al comentario sobre ellos. Tal es el caso, por ejemplo, de la Conferencia Continental de Panamá, de las relaciones con la Santa Sede y de la negociación de límites con países vecinos. La referencia de muchos episodios es simplemente tangencial: dos páginas para Rafael Reyes y dos para Marco Fidel Suárez, personajes de vital importancia en la perspectiva de la política exterior colombiana; una página para Gaitán y sus ideas, y nueve para el Frente Nacional. La obra, que cuenta con el apoyo financiero de la Cancillería de San Carlos para su publicación, no resiste a la tentación de publicar en completo y como anexo diversos documentos que, por supuesto, son una gran ayuda para el futuro investigador. Un tomo íntegro sobre tratados, alegados y laudos de demarcación limítrofe y sobre la cuestión de Panamá, y otro sobre el Comercio Exterior de Colombia constituyen una joya para investigaciones más especializadas. 342

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De obligada consulta, la obra de Vásquez Carrizosa es un buen indicio de lo que puede ser un trabajo a profundidad sobre la historia de las relaciones internacionales. No obstante, como él mismo lo reconoce, su investigación se limita a señalar los episodios más destacados de la actividad exterior colombiana. Los procesos internos, la interacción de la política interior con la exterior, las circunstancias que de afuera hacia adentro inciden en la construcción nacional, así como diversos procesos sobre los cuales indagan más los historiadores profesionales, resultan ausentes de su trabajo. Las relaciones de lo internacional con nuestra construcción nacional o con la industrialización, para citar sólo un ejemplo, no son materia de análisis. La exploración histórica sobre la producción cafetera, tema acerca del cual existen diversas investigaciones que abordan con algún éxito la relación con lo internacional, merece más importancia en cuanto materia de comercio en el trabajo de Vásquez. Desde luego, no se trata de un historiador y es apenas lógico que la teoría y el método de esta disciplina no atraviesen su obra. e. Las Relaciones Internacionales: Nueva Historia de Colombia}7 Esta reconocida colección, bajo la dirección científica y académica de Alvaro Tirado Mejía, ofrece siete capítulos dedicados al tema. Dos de ellos, sin embargo, escritos por Luis Vítale constituyen un repaso histórico sobre América Latina a partir del siglo XLX y algunas comparaciones de su devenir con Colombia. Más que historia de las relaciones internacionales serían, entonces, historia de América Latina. Un tercer capítulo, escrito por Malcolm Deas, refiere "la influencia inglesa —y otras influencias— en Colombia", durante 1880 y 1930. Su contenido es una 17

Varios. Nueva Historia de Colombia. Vol. III: Relaciones Internacionales Movimientos sodales. Bogotá. Planeta. 1989.

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clara muestra de lo que podría obtenerse con un estudio integral entre lo internacional y otras variables como la económica y la política. No obstante, su temática es demasiado definida y da por sentadas o conocidas muchas bases históricas que no se desarrollan en el texto porque, seguramente, no era tampoco su objetivo. Los cuatro capítulos, directamente referidos a las relaciones internacionales, son los siguientes: "La política exterior colombiana". Tres acápites escritos por Fernando Cepeda Ulloa y Rodrigo Pardo Garcia-Peña, clasificados cronológicamente en los siguientes períodos: 1930-1946, 1946-1974 y 1974-1986. El cuarto capítulo pertenece a Germán Zea Hernández y trata sobre el "Proceso de las negociaciones de Colombia para la demarcación y señalamiento de sus fronteras terrestres". En primer lugar, habrá que recordar que el título de "Nueva Historia de Colombia", atribuido a la corriente de ruptura con la historia tradicional que liderara hacia los años sesenta Germán Colmenares, no tiene mucho que ver con el título que la Editorial Planeta dio a su colección. Los autores que en ella aparecen, no tienen necesariamente vínculos con la nueva corriente historiográfica. Y ello es importante mencionarlo porque, en el caso de las relaciones internacionales, los autores no sólo no son historiadores sino que, incluso, han estado más vinculados a la política que a la academia. Desde luego, no se trata de demonizar dicha relación, pero es claro que, simplemente, nos da una pista inicial sobre su contenido. Así, el texto de Germán Zea Hernández se ubica en los tradicionales escritos sobre fronteras a que hemos hecho alusión en la referencia a libros como el de Cavelier o Rivas. Otro tipo de mención merecen los escritos de Fernando Cepeda y Rodrigo Pardo. Se trata, en realidad, de dos especialistas en materia de relaciones internacionales. Si bien su periodización 344

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es cuestionable y tal vez se deba más a razones espaciales de edición que a una clasificación juiciosa de épocas diferenciadas en las relaciones internacionales de Colombia, aparece en su contenido un intento importante por integrar el estudio de la política exterior a un marco interno en lo económico, en lo político, o incluso en lo cultural. Sin embargo, la publicación posee serias limitaciones. Salta a la vista, por ejemplo, que el siglo XIX y las tres primeras décadas del XX, tan importante para definir orientaciones en la política exterior colombiana, son omitidos en el análisis. El estudio que se efectúa, situado entre 1930 y 1986, es además breve y de corte monográfico y, finalmente, dada la fecha de publicación, no alcanza siquiera a suponer la dirección que las relaciones, con Estados Unidos por ejemplo, iban a tomar a raíz del narcotráfico. Aunque el marco histórico es más complejo y mejor expuesto, se ocupa sólo de hitos importantes y resalta ante todo las relaciones con Estados Unidos y su óptica acorde con cada gobierno colombiano. Se aleja, por tanto, de consideraciones teóricas y de conclusiones concretas acerca del manejo de la política exterior en Colombia y, sobre todo, al supeditar su análisis a las decisiones gubernamentales, deja escapar actores tan importantes como las organizaciones sociales, los gremios, los partidos políticos o los cuerpos legislativos. LA PERSPECTIVA TEÓRICA DE LA HISTORIOGRAFÍA "CLÁSICA" SOBRE POLÍTICA EXTERIOR EN COLOMBIA

En términos generales, esta historiografía que podríamos denominar "clásica" sobre la política exterior en Colombia, se basa en un enfoque de las relaciones internacionales como dadas entre comunidades políticas organizadas en el marco de un territorio, esto es, los Estados. Quien formula, controla, da forma a la política exterior son los gobiernos, de allí que el análisis tenga como 345

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centro de atención la actividad de las instituciones del Estado dedicadas al manejo de la política exterior y, para el caso colombiano, fundamentalmente al presidente y al Ministerio de Relaciones Exteriores, dentro del cual se halla el dispositivo diplomático de embajadas y consulados. La política exterior, en consecuencia, será definida como la interacción de un Estado frente al contexto internacional, sobretodo en lo concerniente a sus relaciones con otros Estados y con organismos internacionales. La historia de la política exterior ha sido en lo esencial una historia diplomática, la cual estudia las iniciativas o los gestos de los gobiernos, sus decisiones, y en la medida de los posible, sus intenciones.18 Es una historia que olvida que para entender la acción diplomática es preciso tratar de entender las influencias que la orientan y que, además, deja por fuera actores y temáticas relevantes para la política internacional. PROPUESTA PARA UNA LÍNEA DE INVESTIGACIÓN FUTURA

A la luz de las anteriores consideraciones, no sólo es importante sino necesario formular programas de investigación con el objeto de "redescubrir" y alentar el análisis de las dimensiones internacionales en los trabajos de historia política. No sólo el estado de la cuestión señala la urgencia de acercarse mucho más al tema. Un solo ejemplo podría indicarnos, igualmente, la necesidad: el estudio del fenómeno del narcotráfico en Colombia. Para su compresión, la dimensión internacional, aunque no es la única, es insoslayable. De este modo, podremos preguntarnos cómo se ha adaptado, cómo ha incorporado o rechazado el país las dinámicas internacionales y no cómo el estado colombiano ha "definido" la política exterior. Sobre todo por18

Pierre Renouvin y Jean-Baptiste Durosselle. Introduction a l'histoire des relations intemationales. Paris. Armand Colin. 1991.

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que suponemos que un país, en la mayoría de las ocasiones no tiene la facultad de decidir de manera autónoma y totalmente independiente su agenda de política internacional. Para dar impulso a este tipo de proyectos, varias tareas podrían ser propuestas: 1. Una reflexión sobre las teorías de las relaciones internacionales y de los desafíos que enfrentan ante el proceso de globalización. Dicha reflexión se orientaría principalmente a revisar los arsenales conceptuales disponibles y a penetrar en los debates contemporáneos de la disciplina. La idea es generar espacios académicos para discutir sobre el sentido y la pertinencia de hablar de "lo internacional". Para ello sería útil que los estudiantes de historia tuvieran la posibilidad de tomar cursos y seminarios de Teoría de las Relaciones Internacionales que sirvan como base a posteriores seminarios sobre temáticas específicas. Un proyecto en este sentido venimos adelantando conjuntamente con el profesor Roch Little del Departamento de Historia.19 2. Sin lugar a dudas, un trabajo en los términos que se propone requiere de un esfuerzo interdisciplinario; de allí el interés que puede tener el conformar grupos de investigación que impliquen el aporte de distintas disciplinas para el tratamiento de núcleos de problemas. Por ejemplo, el aporte de la economía, de la sociología, del derecho o de la sicología, para mencionar sólo algunos, resulta muy enriquecedor. Se trata de hacer una historia que no se quede sólo en el espacio y el discurso de los historiadores. Nos referimos al proyecto de investigación presentado recientemente ante la DIB: Roch Little y Rojas, Diana Marcela Rojas, En busca de la teoría de las relaciones internacionales: una aproximación genealógica a una disdplina en ciernes.

Bogotá. 2002.

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3. Una exploración de la diversidad de fuentes de información que, en lo concerniente a la política exterior colombiana, cuenta con el archivo ministerial más completo y mejor catalogado entre las instituciones públicas: el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, compuesto no sólo por las Memorias al Congreso sino además por notas y relatos de las misiones diplomáticas; esta documentación se remonta a 1812. 4. Una revisión exhaustiva de la historiografía sobre política internacional, con miras a realizar un examen analítico que sirva como insumo para futuras investigaciones. a. Se podría aprovechar la conmemoración del aniversario de algunos episodios claves de la historia política nacional para volver sobre ellos y alentar una reflexión renovada. Pienso específicamente en la conmemoración de la "pérdida", para algunos, o la "separación", para otros, del canal de Panamá, y su significado en la posterior orientación del comportamiento internacional del país. b. Para sugerir tan solo dos de los temas sobre los cuales no ha existido suficiente investigación o sobre los que es notoria la necesidad de trabajar en la academia, podríamos tomar en cuenta: • La relación entre Colombia y Estados Unidos; tema sobre el cual se han ocupado los analistas en épocas más recientes. Sin embargo, dada la importancia y la centralidad que ha tenido para el país esa relación, es preciso abordarla en una perspectiva histórica. Al respecto existen los trabajos pioneros de E. Taylor Parks, y del investigador canadiense Stephen Randall. • Las relaciones con los países vecinos, no sólo y no tanto en lo que respecta a la delimitación de fronteras y las misiones díplo348

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máticas, sino y sobretodo en la medida en que nos hemos vistos afectados por los mismos o similares procesos internacionales. El anáfisis de las coincidencias y de las diferencias en las maneras que tienen países con características y trayectorias similares ante las dinámicas internacionales, nos podría enseñar mucho respecto a los factores que moldean el comportamiento externo de un país. Tal vez podría verse ello como historia o política comparada; sin embargo, en una perspectiva como la que proponemos, el énfasis no se coloca en las historias nacionales particulares, sino en el común denominador: el escenario internacional al cual se enfrentan los países en un momento dado.20 Finalmente quisiera agregar que, si bien en el país el análisis de la política internacional ha sido más bien escaso por razones históricas, intelectuales e incluso políticas, la necesidad de subsanar esta debilidad no obedece sólo a un legítimo interés académico. Hoy, más que nunca, la reflexión sobre lo internacional es prioritaria: cada vez más lo que sucede al interior de nuestras fronteras se ve afectado por los cambios que se están sucediendo a nivel planetario en virtud del proceso de globalización. Es hora de que empecemos a pensar seriamente en esto.

;c

Respecto a este enfoque, véase: James Rosenau. The study ofpolitical adaptation. London. Francés Pinter. Chapter 3: "Foreign Policy as adaptative behavior: some preliminary notes for a theoretical model". Chapter 4: "The adaptation of national societies"; James Rosenau. Along the domestic-foreignfrontier. Exploringgovemance in a turbulent world. United Kíngdom. Cambridge University Press. 1997. Peter Evans. "Building an integrative approach to intemational and domestic politics", en: Robert Putnam, Peter Evans y Harold Jakobson (eds.). Double-Edge Diplomacy. International harganingand domesticpolitics. Berkeley. University of California Press. 1993.

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La prensa de oposición como recurso del historiador de la política: El caso de Pedro Escudriñez Alberto Bejarano Politologo Universidad Nacional Grupo de Investigadón sobre Partidos Políticos en Colombia

Esta ponencia se refiere al estudio de la historia política desde un enfoque politológico, teniendo como fuente de estudio los artículos de la prensa de oposición en el período de la "Regeneración"; en especial, los relacionados con un reconocido ensayista de la época que se valía de diversos seudónimos, entre ellos "Pedro Escudriñez" o "el médico", para expresar sus criticas al régimen "nacionalista" de Núñez y Caro. El caso de Pedro Escudriñez permite explotar un camino que ya ha sido explorado por investigadores como Otto Morales Benitez, a través de sus antologías de la obra de Rafael Uribe Uribe, y en los últimos años por historiadores como Mario Aguilera y Renán Vega, destacándose en especial el libro Ideal democráticoy revuelta popularj y recientemente a través de la obra El naáonalismo cosmopolita,1 del francés Frédéric Martínez. En torno a tales autores ha surgido la idea de elaborar esta ponencia. Aclaramos que se trata de una aproximación que no se corresponde con los extensos y profundos trabajos de archivo realizados por ellos, siendo ape1

Mario Aguilera y Renán Vega. Ideal democrático y revueltapopular. Bogotá. Instituto María Cano. 1991. 1 Frédéric Martínez. E l naáonalismo Cosmopolita. Bogotá. Banmco de la República/Ifea.2001.

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ñas una primera mirada desde la ciencia política al recurso de la prensa de oposición de esta época. Tal como lo sostenía Habermas,3 lo que se considera como la "esfera pública" nace en el siglo XVIII en Francia e Inglaterra en torno a los debates políticos a través de periódicos, clubes y cafés. Es precisamente alrededor de los periódicos donde se había organizado el movimiento de la Reforma, y las primeras censuras surgieron por la postura de la iglesia católica en contra de la difusión de los panfletos luteranos, dando origen al "índice de los libros prohibidos". De allí en adelante, refiere el historiador Peter Burke, que: "Las guerras de religión en Francia fueron guerras de información más que de espadas y armas de fuego: conflictos en los que la producción de panfletos, la creación y destrucción de imágenes y la comunicación oral se revelaron como estrategias fundamentales".4 A medida que crecía la producción periodística, también se hacía evidente su efecto sobre la "esfera pública" y las élites. No era extraño escuchar declaraciones como la del censor oficial de Carlos II en el siglo XVII, donde se oponía a la prensa por cuanto: "permiten al pueblo adquirir demasiada familiaridad con las acciones de los superiores".5 Luego, ya en tiempos de la revolución francesa, los periódicos se habían convertido en el medio por excelencia para influir directamente sobre la opinión pública, substituyendo en gran medida a la oralidad. 3

Véase: Jürgen Habermas. Historiay crítica de la opinión pública. Barcelona. Gustavo Gili. 1981. 4 Peter Burke. "Cultura de la política y política de la cultura". En: Revista Metapolítica. N o 23. México. Mayo-junio de 2002, p. 25 5 Citado por Burke. Ibid. p. 27.

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El estudio de estos "periódicos" que pasaron de ser eventuales panfletos a publicaciones constantes en el siglo XIX, se constituye en un campo de investigación que da buena cuenta de las mentalidades que condicionan los comportamientos políticos. Tal como lo sugiere Burke: "En este campo los estudios históricos son menos comunes. Falta todavía una antropología histórica, por ejemplo, del Parlamento Británico o de la burocracia prusiana o de los cuerpos diplomáticos internacionales".6 Una gran contribución a este tipo de estudios es el libro Trésors et secrets duQuai d'Orsay,7 una historia inédita de la diplomacia francesa desde el siglo XVI hasta 1968, del historiador francés Pierre-Jean Rémy, recientemente publicado en francés. CONTEXTO HISTÓRICO Y POLÍTICO DE LA ÉPOCA DE PEDRO ESCUDRIÑEZ

Durante la segunda mitad del siglo XLX se llevaron a cabo reformas radicales que respondieron en gran medida al primer programa liberal. Sin embargo, con el ascenso del movimiento político de tendencia conservadora, conocido como la regeneración, el partido liberal estuvo fuera del poder entre 1886 y 1930.8 Con la regeneración y la nueva constitución de 1886, el estado autoritario conservador impuso sus ideas sobre la unidad nacional y regresó al país al centralismo que excluyó las dinámicas sociales, económicas, políticas y culturales de las regiones, 6

Ibid. p 22 Pierre-Jean Rémy. Paris, JC Lattés, 2002. 8 La división liberal había comenzado luego de la guerra de 1876-77, el partido se dividió entre radicales e independientes, de Núñez. El partido conservador se fraccionó entre nacionales, favorables a Núñez, e históricos, opuestos a cualquier alianza suprapartidista. 7

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y que causó entre otros efectos, la separación de Panamá y las guerras de 1895 y la de los mil días. Guerra civil de 1885 Fue la última oportunidad para los radicales de recuperar el poder que habían perdido por el ascenso presidencial de Núñez con el apoyo de los conservadores. Con la batalla de la Humareda, favorable a los revolucionarios liberales, pero que terminó con el incendio de los buques liberales, y la perdida de todo el parque, el gobierno de Núñez proclamo el fin de la Constitución de 1863 y convocó un Consejo de delegatarios que redactaría la constitución de 1886. Guerra civil de 1895 El partido liberal se lanza a una nueva revolución, protestando por los abusos cometidos por el vicepresidente Caro, que restringían las libertades públicas y no permitían al liberalismo una justa representación en los poderes públicos.9 Esta revolución recogió las protestas populares que se habían presentado en Bogotá en los años de 1893 y 1894.10 Apenas duró 53 días, por la imprevisión de los liberales y la organización militar de la regeneración, comandada por el General Rafael Reyes. La Hegemonía conservadora La Constitución de 1886, redactada por Miguel Antonio Caro y el antiguo liberal Nuñez, abolió el federalismo, fortaleció el eje9

Entre las demandas del partido liberal estaban también las de libertad de prensa, ya que varios de sus líderes habían sido desterrados. 10 Al respecto véase: Renán Vega y Mario Aguilera. Ideal democrático y revuelta Popular. Op. Cit.

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cutivo, restableció la pena de muerte, creó un ejercito permanente y una milicia nacional. Con el predominio de los ultras, tras el retiro de Nuñez, se reprimió sistemáticamente a los liberales, exiliando a sus más destacados jefes, cerrando sus periódicos y prohibiéndoles una justa representación en el Parlamento (un solo liberal),11 lo cual motivaría una nueva guerra civil: la guerra de los Mil días (1899-1902). Guerra de los Mil Días La guerra comenzó en Bucaramanga en 1899, cuando el bando "guerrerista" del partido liberal se levantó contra el régimen conservador del presidente Sanclemente. La guerra se extendió hasta 1902, en Santander, Tolima, Cundinamarca, la Costa Atlántica y Panamá. Los dos partidos se enfrentaron a las profundas divisiones internas que para el gobierno significaron el golpe de estado de Marroquín y para los liberales, la incoherencia en la dirección de la guerra, por los procedimientos tardíos del General Vargas Santos. E L CASO DE PEDRO ESCUDRIÑEZ

En este sentido, el caso de Pedro Escudriñez, permite llevar a cabo un análisis de las posiciones ideológicas de los partidos políticos colombianos, a partir de las referencias a los discursos regeneradores, sobre todo con respecto al Vicepresidente Miguel Antonio Caro, quien se distinguió por mantener en su gobierno una permanente disputa con la prensa, por considerarla un elemento nocivo para la tranquilidad pública y la consolidación de la Regeneración. 11

En la legislatura de 1896 el único representante liberal en el Congreso, era Rafael Uribe Uribe.

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Examinando algunos de los planteamientos de Pedro Escudriñez en el periódico La Disáplina en 1885, y luego una serie de ensayos publicados en ElAutonomista hacia finales de la década de 1890, puede percibirse la disputa entre el pensamiento conservador y una concepción liberal, promovida principalmente por Rafael Uribe Uribe, con una clara y cada vez más notoria tendencia hacia el socialismo de estado. De esta manera, el estudio de la prensa de oposición, es una oportunidad para presentar desde la ciencia política, un panorama en construcción sobre el análisis de los discursos políticos, basándose en un material de consulta que desborda lo anecdótico, para centrarse en un plano más ideológico. El objetivo fundamental de la regeneración era según los profesores Aguilera y Vega: "en lugar de formar ciudadanos formar buenos cristianos". Una acertada síntesis del periodo es recogida por estos autores así: "la regeneración implantó un orden social basado en la ideología religiosa, en la exclusión de los contrarios políticos y en la persecución de todo lo que pudiera ser visto como protesta social, que para los regeneradores aparecía siempre como un engendro de doctrinas liberales, ateas, masónicas, socialistas, anarquistas y comunistas. Uno de los principales temores del movimiento regenerador hecho público, en innumerables ocasiones, lo suscitaba el recuerdo las movilizaciones populares de los años precedentes".12 De esta manera la restricción de la libertad de prensa se convirtió en el principal elemento de la regeneración. Existía ciertamente una amplia conciencia en los regeneradores sobre los beneficios y efectos de la prensa, con una referencia europea 12

Aguilera y Vega. Op. cit. p. 55.

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manifiesta, tal como lo señala el francés Frédéric Martínez: "Es precisamente en Europa donde los dirigentes de la regeneración —convertidos en términos de Caro, en los protagonistas de una "imitación inteligente"— van a buscar los modelos de restricción de la libertad de prensa".13 Caro reconocía a la prensa de oposición como el principal enemigo del orden público, y podría ubicársele dentro de la declaración de Napoleón según la cual: "cuatro periódicos son de temer más que 100.000 bayonetas". Para derrotar a su "enemigo", la constitución de 1886 había previsto el articulo transitorio K, que después se convertiría en permanente, que como lo recuerda Martínez: "así llamado por ser la letra K, la letra con la que los antiguos romanos marcaban a los calumniadores".14 Al respecto se refería Núñez en una carta a Jorge Holguin en 1888: "La imprenta es incompatible con la obra, necesariamente larga que tenemos entre manos, porque no es elemento de paz sino de guerra, como los clubes, las elecciones continuas y el parlamento independiente de la Autoridad".15 La oposición se valía de todo tipo medios para eludir la censura, y a pesar de que varios de sus líderes eran exiliados, apresados o confiscados sus bienes, se llegaban a publicar artículos que no respetaban la vida privada de los regeneradores, en especial de Núñez y Soledad Román, imitando de cierta manera los ataques a la conducta sexual de Maria Antonieta La lectura de la prensa de oposición en esta época, permite no solo seguir de cerca los acontecimientos políticos de Colom13

Frédéric Martinez. Op. Cit. p. 62. Ibid. 15 Rafael Núñez, cana a Holguin, citado por F. Martínez. Ibid., p. 65. 14

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bia, sino también la de los discursos y sucesos europeos, de los que se hace un uso frecuente; por ejemplo, en un artículo aparecido en el periódico EL DEBATE en 1896, se hace mención al "ravacholismo", como una imputación que al respecto había hecho Marco Fidel Suárez al partido liberal. La respuesta de la oposición se plantea en los siguientes términos: "El 30 de abril de 1891 había sido enterrada en el cementerio de Bonnefonds la baronesa de Rochetaillée y como circuló el ruido de que la difunta había sido enterrada con todas su alhajas, Ravachol penetró a media noche en el cementerio, y no obstante el hedor infecto del cadáver putrefacto, lo registró minuciosamente, sin hallar sobre el uno solo dije de valor"16 La referencia a lo internacional también está presente en estas palabras: "La regeneración no fue producto natural del pueblo colombiano, sino fruto de la violencia y el fraude; tenerla por gobierno legítimo del país, por el solo hecho de habérsele impuesto y durado es profesar que el derecho prescribe por el curso de los años; es condenar a Polonia porque durante más de un siglo no ha podido reintegrar su territorio y reconstruir su nacionalidad contra sus detentores y tiranos; es absolver a Turquía porque alcanzó a mantener por largos años esclavizada a Grecia, y porque aun oprime a los armenios y a sus demás subditos; es reprobar la energía de los patriotas de Cuba y estigmatizar la misma obra gloriosa de los proceres de nuestra emancipación . El papel de la prensa de oposición era en la mayoría de los casos no sólo informar sino educar la "esfera pública" a la que se refería Habermas; por ejemplo en torno al tema del sufragio se hacía el siguiente comentario, aparecido en el Autonomista 16 17

EIDebaíe. 14 y 15 de junio de 1896. ElAutonomista. No. 61. Noviembre de 1898.

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en diciembre de 1898: "El sufragio, dice Stuart Mili, no es un derecho que el individuo tiene para sí, sino un cargo público que el ciudadano ejerce en beneficio de la comunidad".18 El uso del lenguaje también era vital para los propósitos de la oposición de llegar a un público numeroso pero poco ilustrado. Así como escribía Burke sobre una cocinera que en la Francia de 1791 confesó leer cuatro periódicos, para lograr un efecto similar, se incluían pasajes de canciones o refranes populares como el siguiente: "el señor don juan de robres, con caridad sin igual, ha fundado este hospital, más primero hizo los pobres".19 Se buscaba, de este modo, involucrar a la esfera pública con ideas universales, en especial derivadas de la revolución francesa, tal como fue señalado por Aguilera y Vega. Se lanzaban consignas como "viva el pueblo soberano" o "abajo los opresores del pueblo". Para concluir, ilustraremos esta tendencia con un folleto aparecido en Ocaña en 1898, en el que se decía que: "Si los mandatarios de las Repúblicas han de pasar a la historia con algún epíteto que los distinga, a estilo de algunos monarcas famosos, como Pedro el cruel, Enrique el doliente Carlos II el hechizado, el Sr. Caro será conocido por Miguel el encubridor, así como su dos antecesores merecen ser llamados Rafael, el traidor y Carlos, el cínico".20

18

ElAutonomista. No 62. Diciembre 2 de 1898. ElAutonomista. 5 de noviembre de 1898. 20 'EtAutonomista. 17 de noviembre de 1898. 19

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