La ficción es la mejor democracia

15 may. 2010 - flaco y angélico de 24 años que, después de ser detenido por la policía, esquivaría los cargos gracias la repercusión mediá- tica de su hazaña ...
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LITERATURA | ENTREVISTA

Una novela polífónica sobre la ciudad de Nueva York,

Que el vasto mundo siga girando, obtuvo el último National Book Award en Estados Unidos. Su autor, el irlandés Colum McCann, habla del libro, que en estos días llega al país, y de su modo de entender el oficio de escribir historias

MICHEL SPINGLER / AP

“La ficción es la mejor democracia” POR HÉCTOR M. GUYOT De la Redacción de La Nacion

E

n la mañana del 7 de agosto de 1974, un hombre se largó a caminar por un cable de acero que unía las recién construidas Torres Gemelas. A más de 400 metros de altura, avanzaba sobre el vacío con la mirada clavada en la meta y una vara oscilante de unos ocho metros de largo en las manos. Su paseo por las nubes duró más de 40 minutos. Los neoyorquinos que pasaban por allí y alzaron la vista lo vieron, hechizados, ensayar unos pasos de baile sobre el cable. Philippe Petit, el insólito equilibrista, era entonces un francés flaco y angélico de 24 años que, después de ser detenido por la policía, esquivaría los cargos gracias la repercusión mediática de su hazaña y a la admiración incondicional que despertó en la gente. Aunque no menciona su nombre, la figura del artista que juega sobre el cable tendido entre las dos torres es el motivo recurrente de Que el vasto mundo siga girando (RBA - Del Nuevo Extremo), la última novela del irlandés Colum McCann, que en noviembre pasado se alzó con el National Book Award estadounidense y que en estos días llega a las librerías del país. Sin embargo, lo que en verdad le importa a este escritor nacido en Dublín pero afincado en Nueva York es lo que hay debajo: los hombres

18 | adn | Sábado 15 de mayo de 2010

y mujeres anónimos que se pierden en la multitud y en el fragor de la ciudad. Toda la acción de la novela se concentra en aquel 7 de agosto de 1974 en que Petit (que narró su temeraria travesura en Alcanzar las nubes, publicado en 2002) desafió las alturas. Un día en la vida. Mejor, un día en la vida de un puñado de vidas, existencias de lo más disímiles que se entrelazarán o se tocarán entre sí para reflejar el latido incesante de la metrópolis, pero sobre todo la fragilidad de la condición humana. Precisamente, estos destinos se encuentran a partir de esa fragilidad. La presencia de las Torres Gemelas no es gratuita. Mientras escribía la novela, McCann tenía en la mente el atentado al World Trade Center del 11 de septiembre de 2001. Los aviones incrustados en las torres. A su modo muy particular, el libro integra –junto con El hombre del salto, de Don DeLillo; Terrorista, de John Updike y muchos otros– ese género que no deja de crecer: las novelas del 11-S. ¿Cómo es posible hablar de aquel ataque demencial en una historia que transcurre más de 25 años antes del atentado? Bueno, para eso está la literatura. La novela se abre con la historia de Corrigan, un joven monje irlandés que a principios de los años 70 se establece en el Bronx casi en la indigencia y vive entre prostitutas a las que ayuda y protege. Especie de san Francisco rebel-

de y sin sosiego, Corrigan lleva al lector hasta Tillie y Jazzlyn, madre e hija que hacen la calle frente al ruinoso edificio donde vive el monje. De allí, el foco pasa al lujoso Upper East Side, donde Claire Soderberg se reúne con otras madres que, como ella, han perdido a un hijo en la guerra de Vietnam. En otro capítulo, Lara, una joven pintora, trata de torcer el rumbo de su vida tras una etapa de sexo y drogas en el ambiente fashion de ciertas galerías neoyorquinas. Alternando la primera persona con la tercera, combinando ironía y humor con una mirada compasiva hacia sus criaturas, McCann se las arregla para sumar nuevas historias mientras un hilo invisible las va uniendo a todas. Y aún a riesgo

adnMCCANN Un auténtico narrador Colum McCann nació en Dublín en 1965. Estudió periodismo y trabajó en la prensa irlandesa. Hoy vive en Nueva York con su esposa y tres hijos. Escribió dos libros de relatos, El país donde todo debe morir y Fishing the Sloe-Black River, y cinco novelas, entre ellas, Este lado de la luz (2003) y Zoli (2007). Obtuvo el National Book Award con Que el vasto mundo siga girando

de que lo acusen de sentimental, se juega como el romántico confeso que es y alcanza alturas que llevaron a The New York Times a calificar el libro de tour de force emocional. “Una de las novelas más electrizantes y profundas que he leído en años”, dijo el crítico de ese diario. Que el vasto mundo siga girando (el título está tomado de un poema de Alfred Tennyson) es la quinta novela de McCann, un autor que creció leyendo a Jack Kerouac, Allen Ginsberg y Richard Brautigan, y que después de estudiar y ejercer el periodismo dejó Irlanda a los 21 años para viajar por Estados Unidos y hacerse escritor. Se compró una vieja máquina de escribir y un rollo de papel, para emular a Kerouac, y se dispuso a escribir la “gran novela irlandesa-americana”, pero nunca pudo ir más allá de un puñado de párrafos. Quizás ahora, casi un cuarto de siglo después, lo haya conseguido. Hoy trabaja codo a codo con J. J. Abrams, creador de la exitosa serie Lost, en un guión para llevar su premiada novela al cine. A eso atribuí la respuesta automática que recibí después de haberle remitido algunas preguntas a su dirección de correo electrónico. En ella explicaba que estaba entregado a un nuevo proyecto y que por el momento no podía responder e-mails. McCann era ahora un hombre ocupado. Sin embargo, cuatro días más tarde me sorprendió un e-mail suyo con las respuestas