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vaya a recuperar el poder. Además, el Frente Nacional de Marine Le Pen no ha dejado de amenazar el sistema político francés a través de su opulencia en las.
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Nicolas Sarkozy consuma su resurrección política

LA DERECHA FRANCESA SE REARMA La reciente victoria de Nicolas Sarkozy en el congreso que decidió la presidencia de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) confirma el regreso a la primera línea política del líder conservador que fuera jefe de Estado galo entre 2007 y 2012. Sin embargo, para él, lo más difícil está aún por hacer. La UMP no ha sabido superar los abundantes problemas en que quedó el centroderecha galo tras la derrota en las elecciones presidenciales de hace dos años. Pese a la impopularidad del actual inquilino del Elíseo, François Hollande, todavía no está del todo claro que la UMP vaya a recuperar el poder. Además, el Frente Nacional de Marine Le Pen no ha dejado de amenazar el sistema político francés a través de su opulencia en las encuestas. plo, el instituto de estudio de opinión Ifop apuntaba en un reciente estudio que los ace diez años, Nicolás Sarkozy franceses no consideran a Sarkozy tan “presalió elegido por primera vez sidenciable” como antaño. Ese sondeo, pucomo líder de la Unión por un blicado hace unos días en el semanario Movimiento Popular (UMP). Lo- Journal du Dimanche, indicaba que el 40% gró entonces un apoyo del 85% de los mili- de los electores franceses veía a Alain Juptantes de la formación conservadora. Ese por- pé “más preparado para ganar las elecciocentaje, revelador de la casi unanimidad que nes presidenciales de 2017” que Nicolas otrora generaba su perfil en el partido de cen- Sarkozy. A éste último, sólo un cuarto de troderecha francés, dista ostensiblemente del los entrevistados lo consideraba capaz de que se ha valido a Sarkozy para hacerse con volver a ganar unos comicios por la jefala victoria en el reciente congreso de los po- tura del Estado. pulares galos. Porque Nicolas Sarkozy es ahoJuppé, que fue primer ministro a las órdera “presidente de la UMP” después de que nes de Jacques Chirac antes de haber forel 64,5% de los militantes de su formación mado parte del Ejecutivo que otrora liderahayan confiado en él. El porcentaje es alto, ra Sarkozy, es de esas figuras en la derecha pero podría haber sido mejor. francesa dispuestas a hacer sombra al flaPor eso mismo, en el diario conservador mante presidente de la UMP. Pero no es el Le Figaro, Sarkozy aparecía descrito tras ese único. Hay otras personalidades que paretriunfo como un “jefe incontestable” para la cen no haber dicho su última palabra. En esUMP aunque no era, “ni mucho menos, un te sentido destaca Bruno Le Maire, al que candidato indiscutible”. El tono del periódico económico Les Échos era muy similar. “La UMP le ha ofrecido [a Sarkozy, ndlr.] volver a empezar”, pero se trata de un nuevo comienzo “lastrado”, según ese diario liberal. Lo cierto es que hay indicadores en los laboratorios demoscópicos que dan cuenta de aquello cuanto puede frenar al predecesor de François Hollande. Por ejem-

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Por Salvador Martínez

De jefe “indiscutible” a jefe “incontestable”, los matices pesan mucho en la ‘renovación’ de Sarkozy

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Según un sondeo del ‘Journal du Dimanche’, un 40 por ciento de los

apoyó un 30% de los militantes el día en que Sarkozy se hizo con el liderazgo de la mayor familia política conservadora de Francia. En otra reciente encuesta, del instituto BVA, se señalaba a finales de noviembre que, entre los simpatizantes de la UMP, al joven Le Maire, de 45 años, se le consideraba “más influyente” que a Nicolas Sarkozy. Aun así, la victoria de Sarkozy en el último congreso de la UMP constituye “un gran éxito, porque la participación de los militantes ha sido la mayor que hayamos tenido nunca [57% de los inscritos] y porque [Sarkozy] se ha ganado el apoyo de dos de cada tres militantes”, según ha celebrado Brice Hortefeux, eurodiputado popular y uno de los que fueran ministros de confianza del último presidente conservador que ha tenido la V República. No obstante, la segunda oportunidad política que quiere vivir Nicolas Sarkozy a sus 59 primaveras poco tiene que ver con triunfalismos ni con egos sobredimensionados. De eso dio cuenta su pri-

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ban a entender los resultados de una encuesta publicada en el diario Le Figaro a principios de la semana pasada. Elaborada por el instituto de estudios de opinión CSA, esa investigación señalaba que, si se celebraran ahora unas elecciones legislativas en Francia, la izquierda acabaría “aplastada”. Ahora bien, la UMP, que recogería un 24% de los votos, estaría seguida muy de cerca por el partido de extrema derecha Frente Nacional (FN), al que CSA atribuye un 23%. El Partido Socialista (PS) del presidente Hollande quedaría, según CSA, con un 12% de los votos, los Verdes con un 7% y el izquierdista Frente de Izquierda con un 8%. Atendiendo a otro reparto de la intención de voto previsto por CSA –en el que se tienen en cuenta futuras modificaciones de la administración territorial– en Le Figaro veían a la UMP obteniendo “una mayoría relativa”, con una cantidad de escaños que oscilaría entre 208 y 248. La izquierda quedaría con un número de diputados que iría de 180 a 220.

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electores franceses veían a Alain Juppé (dcha.) “más preparado para ganar las próximas eleccciones” que a Nicolas Sarkozy (izda.).

mera entrevista televisada como líder de la UMP. En ella aseguró con claridad: “No tengo la intención de dirigir sólo esta formación política”. Su mensaje lo adoptó rápido Valérie Pécresse, quien fuera ministra en la era sarkozysta para la Enseñanza Superior y la Investigación. Según ella, “todas las sensibilidades” deberían caber “en la nueva dirección de la UMP”, porque “la cuestión no es que la UMP se resuma a un clan”. Esto es lo que se empeñan ahora en repetir Sarkozy y sus colaboradores. Con razón, pues no hay dudas de que la UMP necesita estar unida, entre otras cosas. Es más, de acuerdo con un reciente editorial del diario Le Monde, “el gran partido de la derecha parece un paisaje de ruinas, pese a sus éxitos en las elecciones municipales de la primavera y en las senatoriales de este otoño”. Cierto es que en esos comicios la UMP ha sabido aprovecharse de la impopularidad del Ejecutivo que lidera Hollande, el presiden-

Pese al descalabro previsto para Hollande, Sarkozy tiene el aliento de Marine Le Pen en el cogote te menos querido de la historia de la República. Según datos de BVA, “sólo un 20% de los franceses tiene una buena opinión” del jefe de Estado, mientras que Manuel Valls, el primer ministro galo, también cuenta con el desapego mayoritario de la población. El 63% de los encuestados por BVA tienen una mala imagen del político francés de origen catalán. Sólo un 36% de los entrevistados por esa institución manifiesta opiniones positivas sobre él. Con todo, la impopularidad del Ejecutivo francés no es para la UMP sinónimo de grandes victorias políticas a largo plazo. Al menos, no lo parece todavía. Esto es lo que da-

Lastres para Sarkozy. La llegada de Nicolas Sarkozy a la presidencia de la UMP no resuelve en modo alguno los problemas de la formación conservadora. De hecho, según señalan en la redacción del popular diario Le Parisien, “lo más duro aún está por hacer para el nuevo jefe del principal partido de la oposición”. A saber: “Refundar la UMP, que está exangüe económicamente” debido a una deuda valorada en 74 millones de euros, “unirse” y “preparar unas primarias abiertas para 2017 que corren el riesgo de convertirse en una guerra entre jefes”. Si bien los militantes de la UMP han entregado las riendas del aparato del partido a Sarkozy, según ha escrito el editorialista del periódico progresista Libération Laurent Joffrin, Alain Juppé “tiene a la opinión de su lado”, mientras que el también ex primer ministro François Fillon presenta “el programa político” y Bruno Le Maire es “dueño de lo que tiene carácter novedoso” en la derecha. Todos, de acuerdo con las previsiones de este comentarista, “van a iniciar una batalla agotadora que va a desgarrar a la derecha”. En este contexto, Sarkozy ha mostrado su intención de cambiar “de arriba a abajo” la UMP. Falta hace, pues la imagen del partido conservador se ha visto muy dañada con esnº 1089. 8–14 de diciembre 2014

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El último congreso del Frente Nacional revalidó abrumadoramente la confianza en el liderazgo de Marine Le Pen.

Le Pen quiere entrar ya en el Elíseo Al igual que la UMP, el Frente Nacional (FN) también vivió a finales de noviembre un congreso decisivo de cara a la preparación de las elecciones presidenciales francesas de 2017. En dicha cita frontista, todo el protagonismo se lo llevó Marine Le Pen. Porque la presidenta del FN renovó su mandato al frente del partido de extrema derecha. Sin rival en el congreso, nada menos que el 100% de los militantes reunidos en Lyon votó por que Marine Le Pen renovara como presidenta del FN. Respecto al anterior congreso, en el que la lideresa consiguió el 67,65% de los votos, la hija de Jean-Marie Le Pen salió más que reforzada. De hecho, la reunión sólo pudo servir para inyectar más confianza a una figura política femenina a la que los sonde48

os sitúan como aspirante más votado en la primera vuelta de las próximas elecciones presidenciales. Por eso hubo en Lyon quien no dudó en gritar aquello de “¡Marine al Elíseo!”. Y por eso mismo Marine Le Pen soltó una frase confiada: “El ex presidente de la República y el actual presidente están peleándose entre ellos para saber quién de los dos será segundo”. Para el instituto de sondeos Ifop, la carrera hacia el Elíseo de 2017 resulta sobre todo preocupante para la izquierda. En una de sus investigaciones más recientes, a François Hollande no se le atribuía más que un 13% de los votos. Por su parte, el conservador Alain Juppé era quien más se acercaba, con un 28% de la intención de voto, al 30% atribuido a Marine Le Pen. En estas con-

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diciones, la presidenta del FN no tiene por qué temer las opciones de Hollande ni de Nicolas Sarkozy. “Señores Sarkozy y Hollande, ¡Habéis fallado en todo!”, llegó a exclamar en Lyon y ante los suyos la lideresa de extrema derecha. “Los únicos que deberíamos estar autorizados a hablar de República francesa somos nosotros”, añadió la presidenta del FN, quien desde que tomara la dirección del partido (ver EL SIGLO, Nº917) no ha dejado de imponer su impronta al mismo. Prueba de ello es que, tras el último congreso frontista, Marine haya apartado de las áreas de influencia del partido a los cuadros cercanos a Bruno Gollnisch, el candidato de la vieja guardia al que derrotara en el congreso de hace tres años.

cándalos como el bautizado como caso Bygmalion, un supuesto sistema de facturas falsas de las que se habría beneficiado la UMP y el propio Nicolas Sarkozy en la financiación de su campaña presidencial de 2012. Sobre este asunto, hay una investigación judicial abierta desde el pasado mes de junio. Por otro lado, ya hicieron bastante ruido hace dos años aquellas revelaciones hechas por el periódico digital francés Mediapart según las cuales Nicolas Sarkozy financió su campaña para las elecciones presidenciales de 2007 con la ayuda del dictador libio Muamar el Gadafi, quien habría donado hasta 50 millones de euros al aspirante de la UMP. En este tema, los tribunales también tiene que pronunciarse. Estos problemas son clave para entender por qué Le Monde describía a la UMP en una situación de “quiebra política, moral y financiera”, siendo “incapaz de hacer una oposición constructiva” y estando “deshonrado” y “abandonado por una parte de los centristas”.

La imagen del partido conservador, y de su líder ‘Sarko’, está lastrada por múltiples casos de corrupción Sarkozy, en menos de medio año, ha encontrado su camino de vuelta a la política. Este verano anunció que su regreso se debía a “la grave situación” de un país al que “hay que levantar”. Sin embargo, en vista de la imagen que está dando la UMP, incluso tras la última victoria de Nicolas Sarkozy, cabe preguntarse si su prioridad no ha de ser la reinvención del conservadurismo galo. Para ello, hará falta algo más que la ambición que siempre ha caracterizado a Sarkozy. Ese algo, bien pudiera ser una fórmula política como aquella que suministró a los franceses en 2007. Entonces, tras doce años de presidencia Jacques Chirac, el Sarkozy candidato a la jefatura del Estado logró hacer creer que él encarnaba la “ruptura” que Francia necesitaba. Ahora, tras su regreso, está por ver si puede hacer que su partido reviva momentos mejores y rompa con su pasado más triste. l