La conducta cristiana - Recursos Escuela Sabática

En esto creemos, el capítulo 22, titulado «La conducta cristiana». .... Este nuevo problema planteó la necesidad de que Dios es- tableciera una división entre los ...
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9 de noviembre

La conducta cristiana

Propósito del programa Entender que como cristianos debemos vivir conforme a las normas que rigen al pueblo de Dios.

Al director Este programa se realizará con entradas de los participantes uno por uno y se irán colocando en el lugar que el director del programa les indique, que bien puede ser la plataforma o un sitio especial preparado para ellos. Este programa está basado en el libro En esto creemos, el capítulo 22, titulado «La conducta cristiana».

Recomendaciones  Colocar citas en la decoración, que motiven a la buena conducta cristiana.  Decorar con frutas, vegetales, un maniquí con vestimenta adecuada para un cristiano, si es masculino con corbata; y si es femenino, con falda y blusa.  Puede tener regalos para los primeros en llegar, como revistas.  Las citas que aparecen en todo el programa, si así lo desea, pueden ser leídas en la programación. Pueden ser repartidas a los miembros de la iglesia para que sea más dinámica la lectura. Otra opción sería, entregarle las citas a los hermanos en un marcador de Biblia o volante, para que las usen en sus estudios bíblicos o estudios personales.

«Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer por su buena voluntad» Filipenses 2:13

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Introducción (Entra joven con una máscara con sonriente en la mano.) Joven: —Uy. Ya es la hora de ir a la iglesia debo ponerme mi máscara. Uf, ahí viene Alberto, me la debo poner (se coloca la máscara rápido). Alberto: —Hola amigo, cómo estás, siempre que te veo, me siento animado, renovado, siempre llevas una sonrisa en tu rostro, eres un ejemplo de cristiano. Joven: —Gracias amigo, voy para la iglesia, ¿vas conmigo? Alberto: —Si, para allá iba, vamos. (Salen juntos.) (Luego entra el joven quitándose la máscara.) Joven: —Gracias a Dios terminó el culto en la iglesia, ya puedo ser yo mismo. Déjame llamar a mis amigos para irnos de fiesta. Tengo hambre, esto de comer solo cosas sanas me tiene aburrido, quizás Laura me traiga unos cigarros, y algo para tomar y comer, algo de verdad, je, je. (Toma el teléfono y marca un número.) Hola Laura, ¿cómo estás? (En este momento entra Alberto y se coloca detrás del joven, sin que este lo vea.) Aquí estoy ven a buscarme para que vayamos a la fiesta y tráeme unos cigarros, por favor, y comida de la que disque hace daño, pero es sabrosa, comida de la vida real, ya no aguanto esto, me está matando, sonreír y soportar a estos hermanos, y ese Alberto no te imaginas... Alberto: (Lo interrumpe.) —No lo puedo creer (mira la máscara en sus manos). Es falsa tu sonrisa, es mentira tu amistad, has olvidado que tu cuerpo es templo del Espíritu Santo. A mí me puedes mentir, pero sabes algo, a Dios no lo puedes engañar... (Sale de la escena y el joven sale detrás de él tirando la máscara.)

Director del programa «Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, ese es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era» (Santiago 1:23, 24).

El Señor está buscando verdaderos adoradores, personas que no se escondan detrás de una máscara, personas que le adoren en espíritu y en verdad y que lleven en ellos una verdadera CONDUCTA CRISTIANA. Hay personas que muestran simpatía por la religión cristiana, pero no deciden unirse a ella porque se ven incapaces de vivir conforme a las normas que rigen al pueblo de Dios; en otras palabras: no quieren cambiar su estilo de vida. Para que este cambio pueda producirse en nosotros hay algunas cosas que debemos hacer. Hoy veremos esas cosas paso a paso. Sean todos bienvenidos a la programación de hoy.

1er Participante (Himno)

Primero: Morir para vivir. Lo primero que debe ocurrir es que nuestro «yo» esté dispuesto a crucificar sus propios intereses egoístas. Pablo ilustró esto cuando dijo que es necesario que el «viejo hombre sea crucificado juntamente con Cristo» Romanos 6: 6. «Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» Mateo 16: 24. Este proceso de dar muerte al «yo» genera cambios externos en nuestra conducta y apariencia. Cantemos con mucha alegría el himno N° 253 (N° 269 del himnario antiguo).

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2do Participante (Lectura bíblica)

Segundo: Morir al yo conlleva cambios en la vestimenta. Aunque la Biblia no se detiene a hablar de formas ni de estilo de ropa, basados en 1 Timoteo 2: 9, 10 encontramos que hay tres palabras que definen la vestimenta de un hijo de Dios: decoro, pudor y modestia. Dios es quien pone en nosotros el deseo de ser modestos, prudentes y sobrios en nuestra manera de vestir y, por supuesto, de vivir. Si Él no lo hace, nadie lo hará. Hemos de pedirle que su gracia opere en nosotros «el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Filipenses 2: 13). Vestir con decoro, pudor y modestia no significa que seamos anticuados y parezcamos estrafalarios, o que andemos desaliñadamente, sino ataviarnos sin excesos y con respeto por nosotros y por Dios, «no con peinados ostentosos, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos» (1 Timoteo 2: 9).

3er Participante (Oración)

Tercero: Morir al yo conlleva un cambio en mis diversiones. La lectura y otros medios de entretenimiento como la televisión, el cine, los juegos electrónicos e Internet, constituyen medios de alimentación para nuestra mente. Lo que vemos, oímos y leemos influye en lo que somos. La persona que se enfoca «en las cosas del Espíritu» según Romanos 8: 5, tratará de que sus actividades recreativas estén en armonía con la Palabra de Dios y la ayuden a crecer en su vida espiritual. Para esto no hay nada mejor que dedicar tiempo diario a leer la Biblia, a meditar en sus enseñanzas y a compartir lo aprendido con nuestros seres queridos. «Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino» (Salmo 119: 105), dijo David. Pablo nos aconseja llevar «cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo» (2 Corintios 10: 5) y ofrecerle a Dios un «verdadero culto» (Romanos 12: 1). El gran principio que hará que nuestra vida sea diferente es este: «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» (Filipenses 4: 8). Oremos.

4to Participante (Música especial)

(Esta parte puede estar dividida en dos participantes.) Cuarto: Morir al yo conlleva un cambio en nuestra alimentación. De acuerdo con la Biblia, la alimentación va más allá de ser un simple medio a través del cual se satisface una necesidad natural de nuestro organismo. Para los escritores bíblicos «comer» implica el establecimiento de una relación y no simplemente satisfacer el apetito. Mi alimentación pone de manifiesto con quién estoy relacionado. El plan original. A fin de mantener en óptimas condiciones la salud del ser humano, Dios le asignó una alimentación estrictamente vegetariana: «Mirad, os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, así como todo árbol en que hay fruto y da semilla. De todo esto podréis comer» (Génesis 1: 29). Ese fue el plan original de Dios. Con la entrada del pecado al mundo hubo un ligero cambio, pues se le permitió al ser humano comer «plantas del campo» (Génesis 3: 18). El plan alternativo. Con el paso del tiempo, los seres humanos comenzaron a ingerir carne como alimento (Consejos sobre alimentación, cap. 23, p. 315). Este nuevo problema planteó la necesidad de que Dios estableciera una división entre los animales: «El Señor le dijo a Noé: [...] De todo animal limpio tomarás siete parejas, cada macho con su hembra; pero de los que no son limpios, una pareja, un macho con su hembra» (Génesis 7: 1,2).

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Cientos de años más tarde, el Señor una vez más abordó el tema de los animales limpios e inmundos en Levítico 11 y Deuteronomio 14. Debemos cuidar lo que comemos. Y no comer por gustos propios, sino, comer lo que es la voluntad de Dios, quien nos creó. Escuchemos 2 hermosas alabanzas musicales.

5to Participante (Misión)

Nuestro cuerpo es «templo del Espíritu Santo» (1 Corintios 6: 19), y es nuestro deber evitar que la morada divina quede contaminada por lo que hacemos, comemos o bebemos. Cada uno de nosotros debe proponerse el «no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las pasiones humanas, sino conforme a la voluntad de Dios» (1 Pedro 4: 2). El Misión de hoy nos llega desde...

6to Participante (Marcando el Rumbo)

La ingestión de bebidas alcohólicas Es cierto que en algunos pasajes se puede entender que, aunque la Escritura en todo caso rechaza la ebriedad (1 Corintios 6: 10), no proscribe el consumo moderado de bebidas alcohólicas (Proverbios 31: 6, 7). Que el Señor haya podido tolerar ciertas costumbres alejadas del ideal, aunque con limitaciones, está claro que no significa que nosotros hayamos de seguir con unas prácticas ajenas al propósito original que Dios desea para sus hijos (Mateo 19: 8; Marcos 10: 5). En la Biblia se nos previene clara y explícitamente contra los peligros del alcohol y el Espíritu nos insta a que los evitemos (Proverbios 20: 1; 21; 17; 23: 30-32; Isaías 5: 10-12,21-23). No hemos de olvidar que los cristianos somos súbditos de «un reino de sacerdotes y gente santa» (Éxodo 19: 6; 1 Pedro 2: 9). Por eso creemos cabalmente en el sacerdocio universal de los fieles, con todos los privilegios y los deberes que corresponden a tan alto y noble oficio. Además sabemos que nuestro cuerpo es «templo del Espíritu Santo» (1 Corintios 6: 19), lo cual significa que las veinticuatro horas de todos y cada uno de nuestros días estamos oficiando como subalternos de nuestro Sumo Sacerdote celestial, Cristo, y hemos de tener la mente clara para discernir lo santo de lo profano (Levítico 10: 810; Isaías 29: 8-10).

7mo Participante (Informe secretarial) La consecuencia razonable de esto que decimos, y conociendo los graves daños físicos, morales y sociales que provocan todas las drogas intoxicantes y especialmente el alcohol, los cristianos apegados a los principios básicos de la temperancia nos abstenemos por completo de ellas. No hemos de dejarnos engañar por quienes han creado alrededor de algunas drogas, sobre todo del vino, una aureola de glamour e incluso de supuestas bondades medicinales. Por todo ello en nuestra iglesia, respaldados por la orientación profética y para una cabal protección del individuo, la familia y la sociedad, se prescribe la abstinencia total como norma de discipulado. (Ver La temperancia, pp. 144-150).

8vo Participante (División de clases) Somos llamados a ser la sal de la tierra y la luz del mundo (Mateo 5: 13-16). Siendo así, cabría preguntarse: ¿Qué valor tendría la sal si no tuviera gusto, o la luz si no se distinguiera de la oscuridad? No podemos vivir de cualquier manera ni aceptando como buena y válida cualquier cosa que no pueda sostenerse ante los principios de la Palabra de Dios. Esta es la realidad que nos impone la obligación de

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tener normas y principios que nos permitan mostrar una conducta cristiana. Y, viéndolo así, resulta evidente que estas normas cristianas traen a nuestra vida grandes beneficios:  Nos hacen más eficientes cuando servimos al Señor y nos ayudan a obtener mejores resultados cuando se trata de dar un testimonio a los no creyentes. Esto se nos harta muy cuesta arriba si nuestra conducta no mostrara que somos diferentes por causa de nuestra relación con Cristo.  Seguir un estilo de vida saludable nos ayuda a añadir años a la vida y vida a los años.  La práctica de una conducta cristiana, basada en los sólidos principios de la Palabra de Dios, promueve la unidad dentro de la iglesia, un sano gozo y un mejor entendimiento entre los creyentes. No hay necesidad de usar máscaras. Quedemos divididos en clases.

Conclusión (Aparece Alberto con el joven, cantándole una canción, como: «De este a oeste», «Mi espíritu alma y cuerpo», «Salvador a ti me rindo», o cualquiera de su preferencia.) Esto creemos sobre La Conducta Cristiana: Director del programa: Somos llamados a ser un pueblo piadoso que piense, sienta y actúe en armonía con los principios del cielo. Para que el Espíritu recree en nosotros el carácter de nuestro Señor, participamos únicamente en lo que produzca en nuestra vida pureza, salud y gozo cristiano. Esto significa que nuestras recreaciones y nuestros entretenimientos estarán en armonía con las más elevadas normas cristianas de gusto y belleza. Si bien aceptamos las diferencias culturales, nuestra vestimenta debe ser sencilla, modesta y de buen gusto, como corresponde a aquellos cuya verdadera belleza no consiste en el adorno exterior, sino en el inmarchitable ornamento de un espíritu apacible y tranquilo. Significa también que, debido a que nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo, debemos cuidarlos inteligentemente. Junto con la práctica adecuada del ejercicio y el descanso, debemos adoptar un régimen alimentario lo más saludable posible, y abstenemos de los alimentos inmundos, identificados como tales en las Escrituras. Considerando que las bebidas alcohólicas, el tabaco y el consumo irresponsable de drogas y narcóticos son dañinos para nuestros cuerpos, debemos también abstenemos de todo ello. En cambio, debemos participar en todo lo que ponga nuestros pensamientos y nuestros cuerpos en armonía con la disciplina de Cristo, quien quiere que gocemos de salud, de alegría y de todo lo bueno (Romanos 12: 1, 2; 1 Juan 2: 6; Efesios 5: 1-21; Filipenses 4: 8; 2 Corintios 10: 5; 6: 14; 7: 1; 1 Pedro 3: 1-4; 1 Corintios 6: 19, 20; 10: 31; Levítico 11: 1-47; 3Juan 2) (Creencia Fundamental n° 22).

Himno final Cantemos el himno N° 253 (N° 269 del himnario antiguo).

Oración final

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