Juventudes rebeldes

que cubre su pelo con un pañuelo de seda verde. Nació en Copenhague hace 18 ... dan en casa, no hay espacio público para ellas”, reflexiona un trabajador ...
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internacional

Un joven danés

de origen inmigrante incendia un contenedor de basura en Copenhague.

Dinamarca

Juventudes rebeldes

Las protestas violentas de jóvenes inmigrantes replican las de grupos anarquistas daneses

N

adie sabe muy bien por qué saltó la chispa. Pero diez días de revueltas, numerosos incendios y decenas de coches y centenares de contenedores de basura carbonizados mostraron en febrero que algo va mal en Dinamarca. Una treintena de los detenidos —todos de origen inmigrante— tenían apenas entre 11 y 13 años. Los disturbios se iniciaron en Norrebro, un barrio de Copenhague poblado en gran par68 la clave

te por inmigrantes de raíces musulmanas. Pero pronto prendieron también en otras ciudades del país. No era la primera vez: ya en 2005 se habían registrado incidentes similares en Aarhus, al mismo tiempo que destrozos mucho mayores arrasaron los suburbios de París. La policía no cree que las viñetas de Mahoma, publicadas nuevamente en los diarios daneses poco antes, tuvieran algo que ver con las revueltas. La prensa especula que en

el origen estaba un gesto de la policía —un control de identidad sin motivo— que hizo sentirse discriminado a un grupo de inmigrantes y provocó una airada respuesta.

Sensación de racismo La sensación de racismo es omnipresente entre los ciudadanos islámicos. “Somos danesas”, asegura a La Clave Imán, empleada de la biblioteca pública de Norrebro, que cubre su pelo con un pañuelo de seda verde. Nació en Copenhague hace 18 años y sólo conoce Egipto, origen de sus padres, por alguna visita esporádica. “Nuestras familias trabajan en la sociedad danesa, pero no están integradas, porque la religión no está integrada. Me miran con curiosidad por llevar este pañuelo. Probablemente les damos miedo”, opina Imán. Anécdotas no faltan: “El otro día, la policía le dijo a mi hermano pequeño, de doce años, que no le estaba permitido estar en la calle. Probablemente se había juntado con otros niños en un parque cercano —había vacaciones escolares— y la policía, al ver a

internacional economía dia a dia un grupo de chicos de piel oscura reunidos, se alarmó y los dispersó”. Su hermana Sara admite que algunos de sus compañeros de colegio han participado en los enfrentamientos con la policía. “Les pregunto por qué lo hacen y me contestan cosas sin sentido: simplemente están enfadados, para ellos, la policía es un enemigo y está justificado meterse en broncas”, relata Sara.

Los inmigrantes no son los únicos en pensar así. El tres de abril, probablemente vuelvan a arder contenedores, habrá detenidos y se elevarán nubes de gases lacrimógenos. Esta vez, frente a la policía habrá ‘okupas’ y miembros de agrupaciones anarquistas. El motivo: la reivindicación de un edificio que reemplazca la Ungdomshuset, un centro social desalojado y demolido en marzo del año pasado. Desde entonces, las manifestaciones de los ex ‘okupas’ han incendiado las calles de Norrebro varias veces. “Avanzaremos hacia el Ayuntamiento para iniciar el bloqueo. Esto es, rodearlo con los políticos dentro. Es muy posible que la policía no nos permita llegar. Si muestran violencia nos tenemos que defender”, asegura a La Clave un portavoz anarquista, que prefiere no dar su nombre. Prevé enfrentamientos: “La policía usa un tipo de gas lacrimógeno que hace bastante daño; hemos repartido máscaras antigas y hemos dado instrucciones sobre lo que hacer en caso de ataque: resistir”, detalla el joven, que se define como “pacifista”. “Creo en la democracia, pero no en la democracia de Dinamarca, que está centralizada y tiene unos componentes peligrosos de racismo, represión, violencia e intolerancia”, explica. “Nuestros políticos son racistas, la prueba está en cómo está siendo tratada la población inmigrante musulmana”, remacha. No todos están de acuerdo. “Los daneses no son racistas. Los inmigrantes cuentan con todas las facilidades: pasan un examen de integración realmente sencillo y se les conceden rápidamente los permisos necesarios para ser ciudadanos. Pero la sociedad está muy secularizada y las religiones que llevan estas personas en la maleta se quedan en casa, no hay espacio público para ellas”, reflexiona un trabajador social de Copenhague. No hay cifras oficiales, pero el Ministerio de Exteriores danés estima que en el país viven unos 210.000 musulmanes, es decir, menos del 4% de la población. Imán admite que no todos los inmigrantes tienen mala imagen en Dinamarca: “Es

daneses se enfrentan a la policía, en octubre pasado.

Lea Meilandt Mathiesen/AFP/Getty Images

Anarquistas

Anarrquistas

La guerra de los ‘okupas’ El centro ungdomshuset sigue originando protestas El nombre de Ungdomshuset—Casa de la Juventud, en danés— sigue encendiendo los ánimos en Copenhague. El edificio, construido hace un siglo por los movimientos obreros en el barrio de Norrebro, pasó a manos del municipio a finales de los setenta y fue asignado en 1982 a un grupo de jóvenes para realizar actos culturales. Pronto fue un local mítico para los movimientos izquierdistas y grupos de música rock. El Ayuntamiento puso el edificio en venta en 1999. En 2001 fue adquirido por Faderhuset —Casa del Padre—, una secta evangelista danesa con unos 120 seguidores.

algo que sólo afecta a los musulmanes; los periódicos contribuyen a crear una imagen demonizada”, asegura. Las protestas contra las caricaturas de Mahoma en 2006 —preparadas durante meses por líderes religiosos residentes en Dinamarca— han aumentado la sensación de enfrentamiento. En añadidura, la asociación integrista danesa Islamic Faith Society preocupa a los sociólogos. Dos expertas, Kate Ostergaard y Tina Magaard, están convencidas de que este grupo tiene lazos estrechos con los Hermanos Musulmanes egipcios e intenta “islamizar la democracia”. Según aseguró a inicios del mes el diario Politiken, el Gobierno danés ha reducido desde 2006 la proporción de musulmanes entre la cuota de 500 refugiados que Naciones Unidas envía cada año a Dinamarca porque prefiere seleccionar a sus huéspedes “en función de su potencial de integración”. Algo en lo que no brillan los musulmanes,

Los ocupantes lucharon contra el desalojo en los tribunales y, tras agotar la vía judicial, en la calle. La primera protesta, en diciembre de 2006, provocó enfrentamientos y centenares de arrestos. El desalojo policial y la demolición del edificio duró del 1 al 5 de marzo de 2007 y puso Copenhague en estado de sitio: hubo más de 700 detenidos. Varias manifestaciones en recuerdo de Ungdomshuset —las mayores, el 2 de septiembre, el 6 de octubre y el 1 de marzo pasados — desembocaron en destrozos, barricadas e incendios y fueron reprimidas por la policía con gas lacrimógeno.

según la opinión más extendida. Pero el portavoz anarquista no cree en estos esquemas. “Quienes están haciendo esta campaña de terror son los políticos a través de los medios de comunicación”, asegura. Sus palabras sugieren que las bombas incendiarias de los jóvenes musulmanes de Norrebro no reflejan su falta de integración sino precisamente su capacidad de asimilar un modelo de lucha social de su país de acogida. “No queremos que los jóvenes inmigrantes crean que la manera de conseguir las cosas es a través de los disturbios”, afirma el joven, pero admite que “ellos — que también sufren violencia policial— nos ven e imitan nuestro comportamiento”. El próximo 3 de abril, los adolescentes del barrio observarán cómo cuatro bloques de manifestantes, estratégicamente divididos e identificados con colores, intentarán jugar al gato y ratón con la policía. Mercedes de Luis (Copenhague)

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