Jesucristo Es el Príncipe de Paz Isaías 9:2-7; Lucas 2:8-11 Por Eliseo Hernández Echegoyén Usado con permiso
Introducción: A. En miles de iglesias por todo el mundo se está narrando hoy la historia de la Navidad: Dios venido en carne Dios humanadoEl Verbo hecho carne. B. Es una historia muy antigua; hace más de 2000 años que se celebró con toda sencillez y humildad, en los campos de Belén; sin embargo esta historia es nueva siempre que se repite. “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor...No temáis, porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor...Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lc 2:8-11). C. Cristo Jesús, como el Hijo de Dios, el Mesías y el Salvador del mundo es el tema prominente de las Escrituras. De Él están llenas: “ellas son las que dan testimonio de mí” dijo Él (Jn 5:39). 1. Jesucristo es la esperanza y la salvación de las gentes, la gloria, la felicidad, y el consuelo de los creyentes. 2. Su nombre, Jesús, significa Salvador, y Él es quien salva del pecado y del infierno con el precio de su sangre pura. 3. Jesús, es a quien los incontables millones de redimidos adorarán siempre, como su único y glorioso Redentor (Ap 5). 4. Él es el “Príncipe de Paz”. I.
Su nacimiento como humano en este mundo: A. “Un niño nos es nacido”. Este es el mismo mensaje de la profecía: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos...Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (Is 9:2, 6, 7). B. Nació rodeado de suma pobreza, teniendo por cuna, un pesebre; por colchón, un montón de paja; y como hacía frío, por calor, el aliento de las bestias que ocupaban aquella caballeriza o establo. C. Fue anunciado por un brillante resplandor a los pastores, y una estrella luminosa a los magos del Oriente. D. Era motivo de gozo para algunos (los pastores) y de turbación para otros (Herodes).
II. Su naturaleza: Divino Dios “Emanuel” “Dios con nosotros”. A. “Hijo nos es dado”. “Porque de tal manera Dios amó al mundo que ha dado a su Hijo unigénito” (Jn 3:16). B. Su deidad, fue mostrada por el exacto cumplimiento de las profecías, por los hechos mismos, por sus obras y palabras, manifestada en su muerte y resurrección: “Emanuel”. C. “No hay otro nombre...en que podamos ser salvos” (Hch 4:12). Este dicho se respalda con los siguientes textos: Jn 1:1; 1ª. Ti 3:16; Ro 9:5; Tito 2:13.
III. Su autoridad: “El dominio estará sobre su hombro”. A. La creación y la naturaleza enteras están sujetas a su autoridad. Todo le obedece: el mar, el viento (Mr 4:41), y todos los elementos, todo menos el hombre. B. Esta autoridad la manifestó hablándoles a las multitudes: “Como quien tiene autoridad” (Mt 7:29; Mr 1:22; Lc 4:32). C. La tenía sobre los espíritus inmundos: El gadareno (Mr 8:28-34), y también Él dio autoridad a sus discípulos para echar fuera a los demonios (Mt 10:1). D. Esta autoridad la ejerce sobre el propio Satanás. “No tentarás al Señor tu Dios” (Mt 4:7). E. Ha vencido a la muerte: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre” (He 2:14,15). Es mayor que los ángeles, que Moisés, que Jonás, que el templotiene toda autoridadtoda potestad.
IV. “Príncipe de Paz”: A. B.
C.
D.
“¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Este fue el cántico de los ángeles en la primera Navidad. Cristo es Él que da la verdadera paz a los hombres que le reciben de buena voluntad. Él dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn 14:27). “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn 6:33). Sólo la persona que ha confiado su ser a Cristo, sin reservas, entiende lo que significa la verdadera pazla paz con Dios. Fue profetizada por Isaías: “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite” (9:7); “Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos...Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras...en ti solamente nos acordaremos de tu nombre” (26:3, 4, 12, 13); “¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar” (48:18). Y lo más precioso: Él hizo nuestra paz con el Padre. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (53:5,6). “Porque de tal manera Dios amó al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn.3:16) Él es nuestra paz; ofrece descanso a todos los cargados y trabajados; ofrece llevar nuestra carga; ya ha llevado nuestro pecado en la cruz; pagó nuestra paz con su Padre. ¡Recíbalo hoyal “Príncipe de Paz”! Sólo hasta entonces entenderá lo que es la verdadera paz. Ya no experimentará esa inquietud del alma, ese deseo para algo indefinido. Jesús dijo: “El que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mi cree, no tendrá sed jamás” (Jn 6:35).
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