Inversiones extranjeras en América Latina Fue a

que, aquellos que lograron asentarse en las metrópolis a fuerza de trabajo duro, ... leer y difundir ideas vinculadas al socialismo. ... en el Partido Comunista.
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Inversiones extranjeras en América Latina Fue a finales del siglo XIX, pero más durante la primera mitad del siglo XX que las ciudades de Nuestra América se modificaron abruptamente. Por un lado, el desarrollo comercial atrajo a los inversores, sobre todo los inversores extranjeros, y las clases acomodadas nacionales disfrutaron de las ganancias que ofrecían el comercio urbano, las finanzas, y las exportaciones. Por el otro, la ciudad atrajo a las masas trabajadoras que soñaban con el ascenso social. Fue esa época en la que, aquellos que lograron asentarse en las metrópolis a fuerza de trabajo duro, lograron llegar a las clases medias. La clase media, digamos, que además de saber leer y escribir podía aspirar a un título universitario. Con el crecimiento del mercado, las ciudades emprendieron su modernización, por ejemplo mediante la construcción de edificios, o avenidas de estilo europeo. Esto fue posible, además, gracias a la mano de obra inmigrante, los que venían del campo y del extranjero buscando un futuro más próspero. Lo que no cambió, fue la vida en el ámbito rural. Por el contrario, las regiones que estaban alejadas de las metrópolis ahora repletas de bancos, parecían estancadas. La explotación de la mano de obra, en las plantaciones de Colombia por ejemplo, fue todavía más acentuada. Porque en la ciudad, aquellos que trabajaban para los ferrocarriles tenían tiempo de conversar, pero ni en las plantaciones ni en las fábricas los trabajadores tendrían ese privilegio. En toda América (con excepción de Estados Unidos) las clases populares se componían principalmente de campesinos, y en menor medida de obreros. Así fue que los intentos revolucionarios de Méjico, por ejemplo, tuvieron una base campesina. A su vez, la clase proletaria, por decirlo de algún modo, peones portuarios, diareros, obreros de la incipiente industria, inmigrantes que venían con nuevas ideas y oficios comenzaron a interesarse por la vida política y en consecuencia a leer y difundir ideas vinculadas al socialismo. De todas formas, fue por medio de las medidas de fuerza, por la huelga, que los trabajadores lograron las primeras conquistas (como en Chile). Campesinos y obreros compartían los mismos reclamos: reducción de las horas de trabajo, mejores condiciones de seguridad, el pago diferenciado de horas extras, mejoras

laborales en general y sobre todo, más justicia en el sueldo, porque algunos ni siquiera cobraban en moneda. Cuando hablamos de dependencia del extranjero, decimos que los capitales extranjeros monopolizaban hasta lo que consumían los trabajadores. Fue paulatinamente que estas clases populares lograron convertirse en un sujeto social, primero representado en la organización sindical (que desconocían las patronales y algunos gobiernos) y más adelante en partidos políticos. En plena negociación con la clase acomodada, las masas trabajadoras fueron consiguiendo algunos de sus objetivos. Habrá quien diga que eso fue posible por el miedo de los opresores a la fuerza de los oprimidos, y quien lo justifique poniendo como ejemplo la Revolución Rusa. El caso, es que Rusia estaba muy lejos, y a principios del XX no llegaron a América más que algunas ideas que se vieron representadas en el Partido Comunista. La base popular, socialistas, anarquistas, y en general las izquierdas tenían ya años de lucha. El rol de las clases dominantes, lo que llamamos burguesía local u oligarquía en algunos casos, aquellos que ejercían el gobierno en general vieron amenazados sus intereses. Esto genero respuestas violentas. Con frecuencia las empresas acudían al gobierno para romper las huelgas, y este último respondía con el envío de tropas. En Argentina, Chile, Brasil, Colombia, Méjico indistintamente (y sobre todo en los países de Centroamérica) la represión estatal fue brutal. El asesinato de miles y miles de obreros fue sistemático y necesario para mantener el orden social que requerían los capitales imperialistas. De hecho, y tan imperialistas eran, que los Estados Unidos invadieron Méjico en ocasión de una huelga por los trabajadores de una empresa estadounidense. La clase obrera, más que los campesinos, recurrieron a elementos de identificación (como sucedía también en Europa) como el Primero de Mayo. Al principio, cuando la celebración y los reclamos eran protagonizados por socialistas y anarquistas en igual medida, el estado los reprimía. No fue sino hasta la mitad del siglo XX que los estados, reconociendo a las mayorías trabajadoras, comenzaron a celebrarlo como consecuencia de una renovación política. Para entonces ya no gobernaban despóticamente las oligarquías, o mejor dicho, las oligarquías que gobernaban habían visto en esta simbología una herramienta útil.

Federico Ferreiro Lomas del Mirador Buenos Aires, Argentina