A partir de restos devueltos por el mar, muchos de ellos recogidos en las playas de Cabo Verde, el artista visual Pep Carrió toma esas maderas que el abandono ha desnudado y les da un nuevo cuerpo, nuevos ojos y nueva boca para que nos hablen de su paso por la inmensidad y el olvido.
Inaguración: 23 junio 19 h. lunes-viernes: 10-14 h. · 16-20 h.
sábados: 10-14 h.
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PEP CARRIÓ NAUFRAGIOS 23 junio - 15 de julio de 2016 lunes-viernes: 10-14 h. · 16-20 h. sábados: 10-14 h. Cita previa:
[email protected]. Tel. 902 050 182 Espacio de Arte y Viajes Club Marco Polo Santa Engracia, 158 · Madrid (Metro Cuatro Caminos) Exposición organizada por Photosai, Club Marco Polo y Viajes Azul Marino Comisario: Alfredo Mateos Paramio CONTACTO Información de las obras: Alfredo Mateos Paramio Tel. 695 485 514
[email protected] Prensa: Magdalena Nicolau Tel. 607 350 588
[email protected] www.photosai.com
El Club Marco Polo y Viajes Azul Marino han elaborado un viaje al archipiélago de Cabo Verde que permite recorrer los mismos escenarios y paisajes que visitó Pep Carrió. Contacto: José Luis Angulo Director Comercial Madrid Santa Engracia, 158 28003 Madrid T+34 91.364.11.46
[email protected] www.viajesazulmarino.com
Los naufragios de Pep Carrió
E
l naufragio es uno de los motivos más antiguos del arte y la literatura. Desde la Odisea de Homero o la nave del estado de Horacio, desde Jonás o Simbad, hasta Robinson Crusoe o Gulliver, desde el Titanic al crucero Concordia, el naufragio ha sido metáfora privilegiada de los vaivenes de la vida humana. Los pintores románticos le dieron una dimensión épica (Gericault: La Balsa de la Medusa; Turner: El naufragio del Minotauro), que artistas postmodernos han recontextualizado, bien mediante la exageración historicista de Mariele Neudecker o a través de la depuración conceptual de Eric Zboya. Tal y como señala Emma Cocker, “el naufragio pertenece a la frontera; como la ruina, posee un estado ambiguo entre la presencia y la desaparición. Funciona a la vez como evidencia de la aventura y de la resignación, de la esperanza y del fracaso, y permite visualizar, como un fantasma, lo perdido.” A partir de restos devueltos por el mar, muchos de ellos recogidos en las playas de Cabo Verde, el artista visual Pep Carrió toma esas maderas que el abandono ha desnudado y les da un nuevo cuerpo, nuevos ojos y nueva boca para que nos hablen de su paso por la inmensidad y el olvido. ¿Qué han visto aquellos rostros de madera a los que el artista mallorquín ha despertado? ¿Qué miran todavía? Un papiro griego de magia (British Museum, Papyri XLVI,2), probablemente del s. IV, indica la fórmula para poseer una visión directa y propia (αὐτοπικός, ’autóptica’) de la realidad, igual que los dioses a los que estaba convocando. Dice: ἔγχρισον δὲ τὸν δεξιὸν ὀφθαλμὸν μεθ’ ὕδατος πλοίου νεναυαγηκότος καὶ τὸν εὺώνυμον στείμι κοπτιτικὸν μετὰ τοῦ ὕδατος. Ἔαν δὲ μὲ εὕρῃς ὕδωρ ἀπὸ νεναυαγηκότος πλοίου, ἀπὸ πακτῶνος βεβάπτισμένου. Enjuaga tu ojo derecho con agua procedente de un barco naufragado y el izquierdo con agua [mezclada] con antimonio copto. Si no encuentras agua de un barco naufragado, [usa agua] de una canoa de cañas sumergida. Dado que los objetos de naufragio han sido bañados por la muerte, tendrían así la capacidad para limpiar los ojos del suplicante y, sin intermediarios ni mediums (sean sacerdotes, periodistas o científicos) permitirle ver esa ‘naturaleza’ de las cosas que, según Heráclito, ‘gusta de esconderse’ (φύσις κρύπτεσθαι φιλεῖ). No creo que Pep Carrió, cuando rastrea sus playas invernales o recorre las almonedas por medio mundo, ande pensando en ceremonias egipcias o en antiguas invocaciones. Sin embargo, en su pasión y sensibilidad para detectar y recoger los objetos que nadie quiere, opera la misma delimitación de la ausencia que durante milenios ha dado
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sentido a las representaciones humanas. “La belleza”, cita Pascal Quignard, “sólo tiene un rostro: el de la pérdida.” Al comienzo de Pinocchio · Storia di un Buratino, Carlo Collodi describe cómo el pedazo de leña, del que posteriormente saldrá el muñeco narigudo, se queja con “una vocina sottile sottile”. Pep Carrió escucha esa voz encerrada en los más humildes objetos y la hace resonar para nosotros. Toma cachivaches descompuestos, utensilios ya inútiles, asideros de muebles que el uso de manos desaparecidas ha bendecido, y amplifica su desgaste para que consuene con todo el deterioro, toda la inutilidad, toda la hermosura perdida que late dentro de cada uno de nosotros, y no encuentra dónde reflejarse en parte alguna. En un mundo sin memoria, de superficies demasiado brillantes, los objetos de naufragio de Pep Carrió están hechos como los espejos de bronce orientales: con la mitad de nuestra noche. La exposición Naufragios celebrada en el Espacio de Arte y Viajes del Club Marco Polo agrupa dos series de obra artística de Pep Carrió que hasta ahora discurrían de manera separada: las caras, rostros elaborados a partir de materiales desechados, muchos de ellos devueltos por el mar; y los restos, agrupaciones seriadas de trastos y vestigios recogidos por el autor tanto en las costas de océanos remotos como en las playas secas de rastros y almonedas. Todas ellas comparten esa vecindad con el olvido. Todas ellas llevan la marca de su paso por el lugar sin luz del que no se vuelve y, al mismo tiempo, han conseguido preservar el tacto de sus anteriores dueños. Por ejemplo, la obra con la que se inicia la exposición, Huellas, consiste en un repertorio de imágenes de chanclas y sandalias, algunas de ellas recosidas varias veces, arrojadas por las olas en las playas del archipiélago de Cabo Verde y fotografiadas in situ por Pep Carrió. Desparejadas, parecen un eco multiplicado de la sandalia que Empédocles dejó en el cráter del Etna. La sección de caras, que no máscaras, se inicia con maderas que han sufrido particularmente la intemperie, y a las que Pep Carrió da vida con apenas una raya roja o unos agujeros engastados. Picasso ya declaró que “la cabeza es una cuestión de ojos, nariz y boca, que se pueden distribuir de la manera que a uno le apetezca; la cabeza seguirá siendo una cabeza”. Sin embargo, como el pintor de ojos de Michael Ondaatje, Pep Carrió sabe que ha de cuidar cómo abrir la hendidura de unos labios o dónde colocar los clavos de los ojos para que ese trozo de madera respire y adquiera la expresión que se corresponde con la llamada escuchada por el artista. A continuación figuran algunas de las obras con las que Grassa Toro decidió poner rostro a su antología de vidas de los soldados y frailes más modestos y oscuros de la conquista americana. Del mismo modo que Ezra Pound sintió que “los ojos de una muerta amada” le saludaban desde un rostro banal y anónimo encontrado en un autobús, los lectores de Conquistadores del Nuevo Mundo pueden poner cara a aquellas figuras que captaron la atención durante un párrafo de los cronistas de
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Indias. El libro, editado por la editorial colombiana Tragaluz, ha recibido un premio este año en la Feria del Libro de Bolonia, una de las más importantes en su ámbito. La tercera sección de caras de madera de la exposición agrupa aquellos rostros cuya expresión está cargada de secreto. Han visto cosas de las que no pueden hablar. En estas semanas de verano en que las pateras arrojan en el Mediterráneo su porción de víctimas (varios miles de muertos llevamos este año), las caras de la pared del fondo de la exposición destilan un extraño aire de melancolía, como si callaran la memoria de todas aquellas personas ahogadas. Están mudas porque ya no somos capaces de escuchar la voz de lo invisible, pero Pep Carrió les ha arrancado los párpados. Y nos miran. La exposición reúne también obras de Archivos y Naufragios, en las que la seriación del Minimal se alía con las correspondencias que entre sí establecen el sudor rojo de los clavos o las capas sucesivamente desolladas de pintura. En cada uno de estos cuadros los elementos disgregados por los desastres del tiempo se reorganizan como células: formas elementales de vida. Sin esa voluntad de establecer nuevas constelaciones con las cosas que acompañaron a los seres humanos por su breve paso por la tierra no es posible entender estas obras. En palabras de Antonio Muñoz Molina, “Pep Carrió tiene una pasión por las acumulaciones dispares que le recuerda a uno las cajas de Joseph Cornell, un talento para los choques visuales que viene de Max Ernst y de René Magritte, un humorismo y un amor esmerado por las caligrafías meticulosas del dibujo aprendidos tal vez de Paul Klee.” Mario Vegetti inicia su libro Il coltello e lo stilo con la clasificación de animales vivos y coleando que Borges copia en Otras inquisiciones de un supuesto enciclopedista chino, y reflexiona sobre la diferencia entre examinar el antílope en su pradera y su pánico, y hacerlo científicamente sobre la mesa de autopsía destripando al animal espléndido. Hay que volver a remontar la palabra empleada en el papiro griego que citaba al principio de estas líneas: la αὐτοψία, la “visión por uno mismo”, con los ojos de la cara. Todavía en 1786, Terreros y Pando incluía en su diccionario castellano de términos científicos el siguiente significado: “AUTOPSIA, entre los Paganos era el tiempo en que se tenía íntimo comercio con los Dioses. AUTOPSIA, se toma también por evidencia ocular; y los médicos empíricos usan del mismo término para significar la memoria que representa las cosas”. Hora es de volver a esa visión directa, propia, plena de recuerdos indecibles, que los naufragios de Pep Carrió nos otorgan a cada uno de sus contempladores.
Alfredo Mateos Paramio
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Pep Carrió. Fotografía: AMP
Pep Carrió
(Palma de Mallorca, 1963) es uno de los artistas visuales que, en los últimos años, ha hecho saltar las fronteras entre el diseño gráfico y el arte contemporáneo. Sus creaciones como artista plástico, reservadadas durante años al ámbito de su taller, han ido desbordado en su labor como diseñador gráfico e ilustrador, enfocada primordialmente al ámbito cultural y editorial, donde ha desarrollado una trayectoria ampliamente reconocida. Las obras artísticas de Pep Carrió reciben cada vez más atención en exposiciones singulares y exquisitas, en las que destaca la fuerte personalidad poética y conceptual de su trabajo.
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Huellas 114 x 114 x 9 cm. Caja de madera y fotos de suelas abandonadas realizadas en las playas de Sant Antão (Cabo Verde) 2013 3.000 €
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Caras Maderas de deriva y objetos recuperados. Medidas diversas. Varias fechas. 350 €
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Archivo 57 x 81 x 6 cm. Maderas de deriva y caja de tipos. 2013 2.000 €
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Naufragio 83 x 93 x 9 cm. Maderas de deriva 2013 2.500 €
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Naufragio 83 x 93 x 9 cm. Maderas de deriva 2013 2.500 €
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