Grandes Palabras del Evangelio – Mi Alma Tiene Sed “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo.” Salmo 42:2a Cuando era más joven, fui corredor de maratón. En ese tiempo, como era nuevo en ese deporte, leí algunos libros y hablé con varios corredores para que me dieran algunos consejos. Hubo dos piezas de información que me parecieron especialmente importantes. Primero, consíguete unos buenos zapatos. Puedes correr con shorts viejos y camisetas andrajosas, pero invierte en unos buenos zapatos. Segundo, hidrátate bien mientras corres. Si esperas hasta que sientas sed, ya esperaste demasiado. Esta es otra ilustración de que no podemos confiarnos en lo que sentimos. Cuando corro, a menudo no siento sed… pero la verdad del asunto era que mi cuerpo estaba sediento, y comenzaba a deshidratarme. La sed tiene una dramática aplicación espiritual en nuestras vidas. Si estás corriendo maratones, necesitas hidratar tu cuerpo consistente y persistentemente. Si estás viviendo en este desierto de un mundo caído, necesitas hidratar tu alma consistente y persistentemente. Si no tomamos regularmente del agua viva, quedaremos espiritualmente deshidratados. Después de todo, vivir en este mundo caído es correr una carrera. El agua espiritual de la cual nuestras almas tienen sed, no se encuentra en al mundo. El dinero no puede comprarla. La educación no puede obtenerla. La industria no puede producirla. Esta agua espiritual es una generosa y bondadosa provisión de nuestro Señor. David reconocía esto, y expresó el hecho muy acertadamente: “Dios, Dios mío eres tú. De madrugada te buscaré. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas.” (Salmo 63:1). Vivimos en una tierra donde no hay agua. ¡Mi Alma Tiene Sed! Bebe de la Fuente de Agua Viva “Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Juan 4:7-14). Este intrigante encuentro entre Jesús y la mujer samaritana, tuvo lugar en un pozo al calor del día. Un aparente encuentro casual entre dos extraños, prueba ser una designación divina. Con una frase, Jesús cambia la conversación de agua para el cuerpo, al agua para el alma. Todo gira en torno a dos palabras: ¡Agua viva! 1
Es claro que el contexto trata de la salvación. Esta es el agua viva de la nueva vida que Cristo ofrece. Esta agua brota para vida eterna. La mujer llegó al pozo ese profético día, muerta en sus delitos y pecados. Ella se fue del pozo, dejando atrás el cántaro, viva espiritualmente, habiendo recibido el regalo de la vida eterna. Isaías destacó esta verdad cuando escribió: “Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación.” (Isaías 12:3). Como es siempre verdad en la salvación de un individuo, es el Señor quien toma la iniciativa, empleando el poder de la gracia irresistible, para traer a la persona a responder a Su oferta de vida eterna. Puesto que esta agua brota para vida eterna en nuestras almas, es un pozo que nunca se agotará. Beban del agua para vida eterna y sean salvos. ¡Mi Alma Tiene Sed! Bebe de la Roca de donde Brota el Agua “He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel.” (Éxodo 17:6). “Porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.” (1 Corintios 10:4b). El agua física de la roca en Éxodo, aunque fue una provisión milagrosa, no era un lujo. Sin ella, morirían en el desierto. Sin embargo, al igual que muchos sucesos en las vida del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, éste también tuvo un doble significado. Mientras Pablo hace la aplicación de esta provisión a los corintios, nos informa que esta agua era de la Roca con una “R” mayúscula. Era una imagen del agua espiritual que fluye de Cristo en nuestras vidas. Esta agua es aquella que resulta indispensable para el sustento y crecimiento de nuestras vidas espirituales; el beberla no es opcional. Es a través de nuestra estrecha comunión con Cristo, por medio de la oración y a través de permanecer en Él, que recibimos la hidratación espiritual necesaria para vivir una vida victoriosa y comprometida al servicio de nuestro Señor. Beban de la Roca, y esa Roca es Cristo, y sean sustentados. ¡Mi Alma Tiene Sed! Bebe de la Palabra de Dios “He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.” (Amos 8:11). Amos predice una hambruna impuesta por Dios, de hambre y sed. Esta no es una hambruna de pan y agua, es una hambruna de oír las palabras del Señor. Recuerden, hay una diferencia entre escuchar y oír. El escuchar puede detenerse en los oídos. El oír se abre paso hasta la mente, el corazón y la voluntad. La posibilidad de que Dios imponga una hambruna, debe llamar nuestra atención. Amos hace que esto suene como 2
si fuera a ser una parte del juicio de Dios. Esperemos que esos días no hayan llegado, o siguiera se acerquen. Sin embargo, esto me lleva a formular una pregunta pertinente de sondeo: ¿Estamos viviendo en una hambruna autoimpuesta de oír las Palabras del Señor? Beber de la Palabra de Dios hasta el punto de saturación, es crucial para su salud espiritual, crecimiento y bienestar. Es triste ver como muchos seguidores de Cristo están tan ocupados y preocupados hasta el punto de descuidar sus Biblias. Espero que tú no estés entre este grupo. Beban de la Palabra de Dios y sean santificados. ¡Mi Alma Está Sedienta! Bebe de la Búsqueda de la Justicia “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” (Mateo 5:6). En una palabra, ¿cómo caracterizarías el espíritu de nuestra era? La palabra “insatisfecho” debería ser fuertemente considerada. Con toda la riqueza, abundancia material, mejoramiento educativo, adelantos médicos y avances tecnológicos, la satisfacción parece más evasiva que nunca. Si se trata de buscar, el lugar donde busques es de crucial importancia. Si buscas – sinceramente, persistente, meticulosa y decididamente algo donde no está, no lo encontrarás. Esto suena tan evidente, que el decirlo realmente podría insultar la inteligencia de alguien. Si tiras las llaves en el garaje, ninguna cantidad de sinceridad, persistencia o meticulosidad te ayudará, si es que las buscas en tu casa. La gente que está realmente hambrienta y realmente sedienta, tiene solo un pensamiento… encontrar comida y agua. Este es el cuadro presentado por aquellos que tienen solo en mente el buscar la justicia. Esta justicia es la justicia práctica que debe ser vivida por el seguidor de Cristo. El anhelo de vivir para el Señor en activa obediencia, es reconocido como el único camino legítimo para descubrir el verdadero propósito, significado y satisfacción. Beban de la justicia de Cristo, vivida a través de su obediencia, y sean satisfechos. Acabo de terminar una evaluación de la “Hidratación Diaria de Agua” que descubrí en Internet. Se supone que debo beber casi tres litros de agua al día. Investigando un poco más, encontré lista tras lista de los beneficios físicos que están ligados al tomar la cantidad suficiente y apropiada de agua. No es tan fácil cuantificar y evaluar la cantidad de agua espiritual necesaria para cada día, para la hidratación adecuada de nuestras almas. Pero puedo ofrecerles una lista de beneficios que obtendrán para su vida espiritual, si la sed de su alma les hace beber persistente y continuamente del agua que el Señor provee:
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Beban del agua para vida eterna y sean salvos. Beban de la Roca, y esa Roca es Cristo, y sean sustentados. Beban de la Palabra de Dios y sean santificados. Beban de la justicia de Cristo vivida a través de su obediencia, y sean satisfechos. “Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, De su interior correrán ríos de agua viva.” (Juan 7:37b-38)
Pastor Jim Engle
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