Grandes Palabras del Evangelio – Por Nosotros - ObreroFiel

“Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande. Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto ...
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Grandes Palabras del Evangelio – Por Nosotros “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” Romanos 8:31b Cuando Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, se sentía como si estuviera solo. Del mismo modo, cuando David se estaba escondiendo de Saúl en una remota cueva, -humanamente hablando-, estaba solo. Después de su gran victoria en el monte Carmelo, Elías se encontró escondiéndose de Jezabel, lamentando que estuviera solo. Cuando Daniel estaba en el foso de los leones, estaba solo (excepto por algunos leones). En cada una de estas situaciones de la vida, con las probabilidades claramente en su contra, aún las personas más fuertes pudieron haberse sentido aisladas y vulnerables. Mientras veían a su alrededor y consideraban su crisis inmediata, la realidad de la situación pudo haberlos envuelto rápidamente en una asfixiante desesperanza. Nuestro Señor se especializa en mostrarse en ocasiones como estas para hacer algo sobrenatural, algo asombroso, algo increíble. A veces esta intervención increíble, asombrosa y sobrenatural, es acompañada por acontecimientos extraordinarios, tales como cerrar la boca de los leones. Otras veces, esta increíble, asombrosa y sobrenatural intervención es tranquila y modesta; como el suave susurro, con que el Señor se presentó a Elías, cuando éste se encontraba en la entrada de la cueva. A través de su providencia y su presencia, a través de su misericordia y su poder, nuestro Señor siempre está haciendo algo por nosotros. El soberano Señor siempre está trabajando para el bien de su pueblo y la gloria de su nombre. No hay ninguna duda de esta verdad, porque se nos revela claramente en la Biblia. La gran palabra del evangelio considerada aquí es “por nosotros.” Nuestra salvación, nuestra fortaleza espiritual en medio de la batalla y nuestro eventual viaje ante la eterna presencia del Señor, están envueltas en las verdades que rodean estas dos palabras –por nosotros— como se encuentra en la Escritura. Se dio a sí mismo por nosotros “. . . como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”. Nuestra misma salvación fue posible porque Cristo se dio a sí mismo por nosotros en la cruz. Jesús vino, no para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos. El rescate de su vida entregada por nosotros en la cruz, pagó nuestra deuda por el pecado. Así nos ofreció el perdón y la limpieza del pecado que es una necesidad si es que vamos a tener una relación personal con un Dios perfecto. Jamás debemos perder de vista la razón última por la que Jesús vino al mundo a vivir entre nosotros. La razón última no fue para ser un gran maestro, aunque lo era. No fue 1

para realizar asombrosos milagros, aunque los hizo. No fue para darnos un ejemplo a seguir, aunque no hay uno mejor que él. La razón última por la que Jesucristo vino a la tierra, fue a morir en la cruz por nuestros pecados, y para comprar un lugar para nosotros en el cielo, lo cual él nos ofrece como un regalo. Si Jesús no se hubiera dado a sí mismo por nosotros en la cruz, ahora estaríamos desamparados y sin esperanza alguna. ¡Ten ánimo, compañero cristiano; nuestro Señor Jesucristo nos amó y se dio a sí mismo por nosotros! La piedra fue removida por nosotros “Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande. Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí”. (Marcos 16:2-6a) Las mujeres pensaron que tendrían que remover la piedra, para poder llevar a cabo las ceremonias necesarias, que formaban parte del entierro en la sociedad judía. Para ello, se preguntaron en voz alta, “¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?” En efecto, ellas realmente necesitaban ver el interior de la tumba, pero por una razón totalmente diferente, una sobre la que ni siquiera habían pensado mientras se aproximaban. Su problema ya había sido resuelto, un mensajero sobrenatural, les informó que Jesús ya no estaba allí, sino que había resucitado de entre los muertos. Su cuerpo no estaba en la tumba. ¡La piedra había sido removida por nosotros, para que pudiéramos ver que él había resucitado por nosotros! Jesús no solo fue crucificado por nosotros, sino que él resucitó por nosotros. Vivimos nuestras vidas en el poder de la resurrección que Cristo proveyó para nosotros. . . muertos al pecado y vivos para Cristo. Ten ánimo, compañero cristiano; ¡la piedra fue removida por nosotros, para que viéramos que Cristo resucitó, y que también nosotros hemos resucitado con él! Ora por nosotros “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. (Romanos 8:26) “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. (Romanos 8:34) La oración es un privilegio que nos brinda nuestra relación con Cristo, y una 2

disciplina que es importante para nuestra vida espiritual. Me pregunto si hay algún cristiano que no anhele una vida más ferviente y disciplinada en la oración. El hecho de orar, es una aceptación de nuestra dependencia del Señor. Todos nosotros hemos pasado por situaciones (tal vez ahora mismo tu estés atravesando por una) en las que nos sentimos sin ganas de orar, y no sabemos cómo orar como debiéramos. Mientras que eso puede desanimarnos y aún avergonzarnos, ese estado de falta de oración no es una sorpresa para nuestro Señor. Este “por nosotros” contiene uno de los más grandes estímulos cuando queremos vivir vidas cristianas victoriosas en medio de nuestras debilidades y las deficiencias que nos rodean por todas partes. ¡Ten ánimo, compañero cristiano; el Espíritu Santo y Jesucristo están orando por nosotros! Ellos están intercediendo por nosotros. Ellos son nuestros divinos socios en la oración. Pelea por nosotros “En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros”. (Nehemías 4:20) Hay veces cuando necesitamos salir del armario de la oración, y entrar de lleno en el ruedo, donde se libran las batallas. ¿Qué sucede entonces? ¿Estamos solos? Afortunadamente, nuestro Dios pelea por nosotros y va con nosotros a la batalla. La batalla que estaba siendo peleada por Nehemías y la gente en Jerusalén, es representativa de las batallas en nuestras vidas. Estas batallas son batallas espirituales contra enemigos espirituales. El plan del Señor para Nehemías, fue que dirigiera a la gente en la reconstrucción de los muros alrededor de la ciudad de Jerusalén. Los enemigos que estaban en contra de que se llevara a cabo el plan de Dios, eran fuertes y crecían en número. Humanamente hablando, su posibilidad de éxito disminuía día con día. La gente ya estaba orando y haciendo todo lo que podía por protegerse a sí mismos. A pesar de todo, este es el reporte del estado en que se encontraban las cosas, como se registró en Nehemías 4:10-11 “Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro. Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra”. Ante esta crisis, Nehemías tomó una acción estratégica, maximizando los recursos y fortificando la seguridad. Entonces, mientras la gente reanudó la batalla de hacer la voluntad del Señor, Nehemías hizo una profunda declaración que aún resuena en nosotros miles de años después. Es una promesa a la que nos aferramos. “En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; ¡nuestro Dios peleará por nosotros!” (Nehemías 4:20) 3

Ten ánimo, compañero cristiano; ¡nuestro Dios está peleando por nosotros! Esta es toda una lista. Crucificado por nosotros. Resucitado por nosotros. Orando por nosotros. Peleando nuestras batallas por nosotros. Pero aún hay una más esencial que necesita ser mencionada bajo la gran palabra del evangelio “por nosotros”. Un lugar preparado para nosotros “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. (Juan 14:1-3) Seguidores de Cristo, él es quien prepara un lugar para nosotros para toda la eternidad. Entonces, justo en el momento preciso determinado por el Señor mismo, Jesús vendrá para llevarnos al lugar que él ha preparado para nosotros. Ésta ha sido la promesa y la perspectiva desde el principio. Era la gloriosa esperanza de los santos del Antiguo Testamento, quienes sabían que había mucho más en nuestra existencia, que lo que esta vida presente en la tierra tenía para ofrecernos. Ten ánimo, compañero cristiano; ¡Jesucristo ha preparado un lugar para nosotros, y un día regresará y personalmente nos llevará a ese lugar! Esta sola línea, es mucho más que un tema espiritual. Mucho más que un slogan de calcomanía en una defensa. Contiene una verdad profunda y necesariamente bíblica a la cual aferrarnos. “Dios más uno, igual a mayoría”. Así es como Pablo lo declara en este glorioso capítulo de Romanos 8: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Romanos 8:31b). Romanos 8 es un capítulo que vale la pena re-leerlo. Tómate el tiempo para hacerlo ahora mismo. Luego regocíjate en la gran palabra del evangelio: ¡POR NOSOTROS! Pastor Jim Engle

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