Gladymar Rivera Virella Recinto 12 de noviembre de 2013 ...

“Cuando salía hacia el área del hospital que queda al lado de la biblioteca me ... Vargas Virot y Aurines Torres, quienes se han convertido en sus mentores.
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Podrían estar en sus casas descansando, compartiendo con sus amistades o familiares e incluso dedicando su tiempo a su cargada agenda de estudios. Sin embargo, decidieron regalar sonrisas, compresión y apoyo a quienes la sociedad ha convertido en fantasmas de las calles de la Isla y que, por razones ajenas, deambulan sin descanso día y noche. Recinto Pa’ La Calle es un grupo compuesto por jóvenes estudiantes de medicina de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Ciencias Médicas, que se han dado la tarea de crear un espacio de solidaridad y apoyo para aquellos que componen una inmensa población que día a día es marginada, despreciada e ignorada y que ante los ojos de los pares no existe. “Cuando salía hacia el área del hospital que queda al lado de la biblioteca me encontraba con mucha gente tirada en el piso durmiendo. Yo veía como todo el mundo, incluyendo doctores y enfermeras que llevan años trabajando en Centro Médico, les

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pasaban por el lado y eso me afectó un montón porque yo no quiero graduarme y llegar a ser así”, expresó Sofía Simich Hart, estudiante de medicina del Recinto de Ciencias Médicas y co-fundadora del grupo junto a Marcos Salgado Crespo y Sahily Reyes Estebes. La labor que realizan cada uno de los integrantes es un compromiso que consiste en asistir a rondas todos los lunes desde las 7:00p.m. hasta las 12:00a.m. en distintas estaciones del Tren Urbano como San Francisco, Centro Médico y puntos cerca de centros de metadona, entre otros. Desde alimentos, artículos de primera necesidad, ropa y medicinas básicas son parte del equipo que todos los lunes fungen como testigos de esta extraordinaria labor comunitaria. Pero va más allá de saciar la sed y el hambre o de aliviar el dolor que emanan las heridas, sino que consiste en dar una mano amiga, dedicar tiempo para escuchar y compartir similitudes que los unen como seres humanos. “En vez de buscar diferencias tratamos de buscar similitudes que tenemos en común. A muchos de ellos les encanta la música, ver películas así que buscamos temas que nos unen en vez de cosas que nos dividan. Obviamente todos estamos de acuerdo en que ellos viven una realidad muy distinta a la de nosotros”, comentó Simich mientras nacía una sonrisa de sus labios. Además, compartió que como parte de sus experiencias en una ocasión conoció a un deambulante que poseía talento para dibujar y sin pensarlo dos veces en su próxima visita le regaló un pedacito de ella que representaba una similitud que

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juntos compartían. Le obsequió una libreta de dibujo con lápices que logró brotar del deambulante instantáneamente una sonrisa. El grupo que lleva extendiendo su mano amiga hace 2 años y medio, durante su primer año como voluntarios buscaba crear un enlace de confianza del cual nació el compromiso de visitar todos los lunes diferentes puntos logrando así que poco a poco empezaran a confiar en ellos. Su primer encuentro fue uno lleno de diferentes emociones y mucho nerviosismo puesto que no sabían cómo iban a reaccionar ante su gesto. Muchos de los beneficiarios se mostraron sorprendidos, tanto así que con el pasar de los meses se empezó a emanar una relación de amistad. Con un tono dulce, la estudiante de medicina confesó que jamás su misión sería sacar a esa comunidad de la calle. “Nunca hemos ido con una agenda de sacar a todo el mundo de la calle ni llevarlos a un detox (centro de desintoxicación) sino escuchar y ayudar en lo que necesiten”. La visión del grupo no tiene parámetros. La lista de personas que han ayudado cada vez crece más mientras que por otro lado, han aportado para que muchos de ellos hayan tomado la decisión de echar hacia adelante y hasta conseguir hogar, lograr sacar reformas y certificados de buena conducta. A pesar de que no tienen un profesor a cargo de las rondas, lo cierto es que reciben incondicional apoyo del proyecto Iniciativa Comunitaria dirigido por los doctores Vargas Virot y Aurines Torres, quienes se han convertido en sus mentores. Como requisitos para formar parte de este grupo está el tomar unos talleres compulsorios de adiestramiento que les permite formar parte de esta hermosa labor.

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“Es importante que todos tomen el adiestramiento ya que además llevamos voluntarios que comparten sus experiencias sobre la idea errónea que tenían de que la gente que vive en la calle son usuarios de drogas cuando la realidad es que también hay muchos que se han ido de sus casas por problemas familiares y otros que tienen problemas de salud mental”, denunció con indignación la estudiante líder al subrayar el prejuicio que ha cegado la sociedad. Con la ayuda de las guaguas de Iniciativa Comunitaria han logrado ser consistentes en sus visitas para atender a dicha comunidad de la cual muchos son HIV positivo y Hepatitis A y B. Al finalizar las rondas siempre se toman unos minutos para reflexionar sobre la experiencia de esa noche, anécdotas y en que se puede mejorar. Hasta el sol de hoy la labor que realizan estos jóvenes ha sido una que nadie ha podido frenar de la cual han logrado crecer como seres humanos y ayudar a personas que el resto de la gente se ha encargado de abandonar a su suerte.