Gipsy Bonafina, mujer de múltiples acentos

15 ene. 2015 - algo de Sumo, de Charly García y mezclas raras entre ian Dury y. Giorgio Moroder. Agregale Rod. Stewart, Rolling Stones y ya tenés una idea ...
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espectáculos | 11

| Jueves 15 de enero de 2015

Gipsy Bonafina, mujer de múltiples acentos música-teatro. Actriz y cantante reconocida a través del teatro

y la televisión, hoy realiza su propio show en La Biblioteca Café

Laura Ventura PARA LA NACioN

“Hace su entrada Chopin”, dice Gipsy Bonafina y le abre la puerta a su gato. Actriz y cantante, vive en un PH de ensueño, con un hogar a leña, habitado por instrumentos musicales. Prepara café y sirve alfajores de maicena. Es la hora de merendar, el momento previo a partir hacia el teatro. Hoy realiza una función con su espectáculo intermitente Un clásico, una velada en la que estará acompañada en esta entrega por su gran amigo Marcos Montes, y pronto se la podrá ver en La chica del adiós, dirigida por Claudio Tolcachir, con Paola Krum y Diego Peretti. Además, interpretará a la hermana Suplicio en Esperanza mía, la nueva tira de Pol-ka con Lali Espósito. Acentos. La vida de Gipsy se puede narrar con acentos y tiene un don para ellos. Su madre, profesora de inglés, la apodaba de mil modos, entre ellos, Gipsy [gitana, en inglés] porque, aunque su sangre es griega, tiene muchos rasgos de este pueblo. A los 12 años dejó de responder a María Cristina y se rebautizó. Aplicada, toda su vida se dedicó a estudiar –herencia de su padre, médico y docente, quien la hacía recitar cuando era niña “La sonatina”, de Rubén Darío, y también explicar la historia de los etruscos–. “Estudiar es una gimnasia linda. No lo hago para cumplir, me resulta muy placentero”, dice esta actriz nacional, egresada del Conservatorio, musicoterapeuta, una de las alumnas más destacadas de Carlos Gandolfo, eximia pianista, y también docente de música e interpretación. Aparece el acento madrileño: “Lo vuestro, corazón. Lo vuestro, alma”, recuerda Gipsy a una boletera del teatro en España donde hizo una temporada con Venecia, su primer proyecto con Helena Tritek, acompañada por Haydée Padilla en el Nuevo Alcalá, del empresario Alejandro Romay. Siete años después, regresó a la sala mayor de ese complejo para acompa-

Gipsy Bonafina

G. CALABRESE

ñar la gira de Piaf, con Elena Roger. En su relato, es turno del acento caribeño. Gipsy tuvo propuestas laborales en España, pero regresó a Buenos Aires luego de su primera temporada en Madrid, donde Tritek la volvió a convocar, en este caso, para Panama’s Affaire: “Había muerto mi mamá y Helena fue divina en todo sentido, espiritualmente y artísticamente. Me prohibió ir de negro. «Queridita, andá con colores, pintadita.» Adelgacé 10 kilos porque tenía que salir en malla. La gente me preguntaba por qué me veía tan bien”. Poco después, también dirigida por Tritek, realizaría Las 20 y 25, que transcurre el día de la muerte de Eva Perón, y luego Norma Aleandro la convocaría para Un poco toco, un espectáculo musical con Marcos Montes. El acento ruso aparece en Gipsy cuando evoca Cielo rojo, el sueño bolchevique, otra propuesta de Tritek, que estuvo durante tres años en cartel. La actriz también se incorporó a El diario de Ana Frank, y luego, como una pícara enfermera alemana en El cuarto de al lado. El año pasado fue el

turno de El jardín de los cerezos trabajo para el cual Gipsy decidió tomar clases de alemán, no para poder hablarlo con soltura, con todas sus declinaciones correspondientes, sino para escuchar el acento de hablantes nativos e incorporarlo a su criatura, un papel que Chejov escribió para que lo interpretara su propia mujer. En su presente, hay otra larga serie de acentos, aquellos que enumera para referirse a Un clásico, en el que toca el piano, pronuncia monólogos, y canta temas ajenos y propios. Dentro de estos últimos, está una salsa llamada “Amor no es sólo sexo”, un tango (interpretado por el personaje de Adelita Roldán), y otro con pinceladas andaluzas. En la banda sonora de la vida de Gipsy, hay jazz, “las Dianas” [por Ross, Reeves y Krall], la salsa de Paquito de Rivera y también folklore. Gipsy cita al “Cuchi” Leguizamón con una máxima que se aplica a su propia vida, imitando su timbre salteño: “La única manera de que haya un mundo feliz es que cada uno haga lo que le gusta. Quiero agarrar esa frase y samplearla”. Además de actriz, Gipsy dirigió musicales para niños (Lucía, la maga, con Valeria Lynch, y La tortuga de Pehuajó, con Sandra Mihanovich) y participó de otros tantos, como Drácula, de Pepe Cibrián y Ángel Mahler, y Cats, en el que se desempeñó como cantante de cabina (“una exigencia vocal casi acrobática”). Su poder para imitar de modo natural y verosímil tantos acentos dice mucho de su persona, de su histrionismo, de su oído fino y de su capacidad para escuchar al otro. “El cantar, la actuación y la docencia conviven en mí en armonía. Tengo una vocación muy temprana, pero con un compás bossa nova”, dice, fiel a su esencia, con alegría y armonía.ß

Un clásico De Gipsy Bonafina La Biblioteca Café, Marcelo T. de Alvear 1155. Hoy, a las 21.

Javier Zuker y el ya clásico ekeko del trío

El sueño de Poncho: que la ciudad baile a cielo abierto disco experiment. El trío se instalará esta tarde en Figueroa

Alcorta y La Pampa con una propuesta gratuita y novedosa Sebastián Espósito LA NACioN

Esta tarde, desde las 19, Poncho con DJ Stuart recrearán una propuesta que Javier Zucker, Leandro Lopatín y Fabián Picciano ya estrenaron en el Malba a pedido del periodista Fernando García. Se trata de transformar el espacio de Figueroa Alcorta y La Pampa en una gran discoteca al aire libre y con un leitmotiv: inspirarse en la primera disco porteña. “Experiment fue la primera discoteca porteña. Funcionó sólo dos años, entre el 77 y el 79, en Carlos Pellegrini entre Santa Fe y Suipacha”, cuenta Leandro Lopatín, uno de los integrantes de Poncho, el trío electrónico más rockero de la escena local. Creada por Carlos Egaña, la disco tenía como modelo al mítico Club 54 de Nueva York. Egaña viajaba periódicamente a la Gran Manzana y a uno de sus tantos regresos tuvo la idea de reproducir ese espacio en medio de una Bue-

nos Aires gris y herida de muerte por la dictadura militar. Cansado de las razias policiales, su dueño la cerró sólo dos años después de haberla inaugurado. Sin embargo, dejó la semilla para la noche porteña, que cobraría otro color en los años 80. “Lo que vamos a hacer es una mashupeada loca que les va a volar el coco a todos”, dispara un Lopatín exultante, seguro y confiado en lo que Poncho está tramando para esta noche. El mash-up, esa técnica que une dos o más canciones y que ayuda a crear una pieza nueva, estará signado por la música disco, tan de moda a fines de los años 70. “Lo que planeamos es una obra de arte conceptual y para bailar a full”, agrega el también integrante de los renacidos Turf. Es que además de la música habrá una puesta imponente ideada por el arquitecto Martín Huberman, del estudio Normal, y luces y visuales dirigidos por Nico Bernaudo, ex colaborador

de Cerati y actual de Tan Biónica. “Si bien la música disco es el eje central de la movida, también habrá temas de otras épocas. Habrá algo de Sumo, de Charly García y mezclas raras entre ian Dury y Giorgio Moroder. Agregale Rod Stewart, Rolling Stones y ya tenés una idea más amplia de todo lo que va a sonar esta noche.” En la primavera del año pasado y para formar parte de un homenaje a la música de Charly García, Lopatín se reencontró sobre un escenario con sus antiguos compañeros de turf: Joaquín Levinton, Fernando Caloia, Nicolás ottavianelli y Carlos Tapia. “Charly nos juntó de nuevo. Estamos yendo paso a paso. Este fin de semana tenemos otro show (el sábado en el Movistar Free Music de Mar del Plata, con Zoé, Los Tipitos, Banda de Turistas y Barco) y después veremos cómo seguimos. Por ahora estamos reencontrándonos y es muy movilizante para los cinco. Es que la música calma a las fieras.”ß