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SÁBADO | 3

| Sábado 16 de marzo de 2013

Creencias

“Franciscomanía”, una fiebre de merchandising que invade Buenos Aires Librerías y santerías esperan ansiosas renovar el stock; récord de ventas de e-books y creciente interés internacional en los libros del Papa Viene de tapa

Apenas conocida la elección del nuevo Papa, los libros del hasta entonces cardenal empezaron a descargarse aceleradamente desde Bajalibros. com, la tiende de e-books del grupo Hadad. El miércoles, entre las 18 y las 20, se realizaron 1000 descargas, es decir, más de ocho libros por minuto. El interés por conocer el pensamiento de Francisco provino de México, Colombia, España, Estados Unidos y por supuesto la Argentina. Para la plataforma, que destacó en su página principal todos los títulos disponibles en versión electrónica, se trata de “un fenómeno global que seguirá creciendo”. Los libros más descargados fueron Ponerse la patria al hombro (homilías pronunciadas en las celebraciones del 25 de mayo y el 7 de agosto, entre 2002 a 2005); El verdadero poder es el servicio (una reflexión sobre el servicio como compromiso de fe y de renovación social), y Sobre el cielo y la tierra (conversaciones del ahora Papa con el rabino Abraham Skorka). También tuvo muchas descargas El jesuita, una biografía autorizada escrita por los periodistas Sergio Rubin y Francesca Ambroguetti, que se publicó como respuesta a las denuncias del periodista Horacio Verbitsky sobre su actuación de Bergoglio durante la dictadura argentina. Las editoriales también sacaron a la calle todo el stock disponible de libros en papel y preparan reediciones con foto actualizada. Ése es el caso de Sudamericana, del grupo Random House Mondadori, con el libro de Bergoglio y Skorka. Vergara, editora de El jesuita, recibió un aluvión de pedidos urbi et orbi, de la Argentina y de todo el mundo. Voceros de la edito-

rial confirmaron que relanzarán esa obra esta semana con una nueva tapa y, claro, foto actualizada. “Nos llamaron de todas partes del mundo por ese libro”, contó una de las empleadas. “Polonia, México, España, Estados Unidos… es muy emocionante para nosotros, y esperamos poder cubrir pronto la enorme demanda que estamos recibiendo”, dijo. Tendrán que correr. Como lo harán en todo el universo cristiano, habitado por unos 1200 millones de fieles. “En dos semanas, toda la tienda estará llena de objetos conmemorativos del papa Francisco”, pronosticó Luisa, empleada de Savelli Gift, del Vaticano, a una agencia internacional de noticias. En Recoleta, a Claudia Lafourcade, dueña de la santería Therese de Lisieux, ya le gustaría tener las vidrieras llenas de este tipo de objetos. “La gente está absolutamente conmocionada y es impresionante lo mucho que vienen a preguntar por libros. Uno de los más pedidos es El jesuita, que ya está agotado en la editorial”, dijo, y contó que también son muy requeridos los textos sobre San Francisco de Asís –el santo que inspiró el nombre adoptado por el Papa– y los que narran la larga e intensa historia de la Compañía de Jesús. Es que la decisión de los cardenales electores dejó a todos sorprendidos, y a muchos sin poder, por falta de stock, transformar en efectivo el ferviente deseo de tener “algo” que recuerde este momento histórico o que sea un símbolo visible de la alegría, católica o argentina, o ambas. A Juan Carlos Alarcón, de 65 años, vendedor de banderas, no le pasó. El miércoles entraba a su casa, en Barracas, cuando escuchó a un taxista gritar “El Papa es argentino”. Ahí

Estampitas con la imagen del papa Francisco, en la santería Asís, del barrio de Recoleta nomás, buscó las 300 banderas vaticanas que había comprado días antes y se fue a la Plaza de Mayo a venderlas: 10 pesos cada una. Puro presentimiento. Y fe. Más oportunistas fueron los del gremio del merchandising exprés, hijo de las nuevas tecnologías. Unos cien vendedores ya ofrecían el jueves artículos vinculados con el Papa en la plataforma de comercio electrónico MercadoLibre.com. Y, al parecer, la gran demanda hizo subir los precios. El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, guardián de la ortodoxia antiinflacionaria debería tomar nota: las remeras que el miércoles costaban $ 65 ya valían $ 75 para el viernes, y los llaveros pasaron de $ 5 a 10. Igual, en ese portfolio, ya hay precios de todo tipo y para todos los gustos (no muy exigentes, claro). Vengo dalla fine del mondo (parte del primer discurso del Papa), se deja leer en uno de los motivos más sofisticados de aquellas remeras. Las santerías y editoriales porteñas viven un reverdecer de las ventas y trabajan contra reloj para reponer el stock de los productos nuevos alusivos al Papa. Hay ansiedad por estampas y medallas.

Un furor que recién empieza

Las remeras, boom en Internet

Los libros que se reeditarán

Tanto la santería La Catedral, una importadora y distribuidora mayorista, como la tradicional editorial Claretiana, dijeron que están esperando que lleguen a los locales los productos especialmente encargados para la ocasión. “Nos dijeron que iban a llegar hoy [por ayer], pero todavía no tuvimos novedades”, dijo una empleada de la distribuidora. “Es realmente impresionante la cantidad de banderas y banderines papales que hemos vendido en las últimas horas”, contó Florencia Durán, de la santería y librería Asís. Para paliar la falta de alternativas, allí se pusieron manos a la obra: “Hicimos unos lazos con cinta bebé blanca y amarilla que se están vendiendo muchísimo. La gente las lleva y se las pone inmediatamente”. Ruinas jesuíticas Tras la designación de Bergoglio, las agencias de viajes de Posadas (Misiones) también recibieron una lluvia de consultas y reservas de visitas guiadas a las ruinas jesuíticas, según varios empresarios del sector. “Además de las Cataratas del Iguazú, en nuestra zona están las Reducciones de Santa Ana, San Ignacio,

fabián marelli

Loreto, sobre el río Paraná, y Santa María la Mayor, a la vera del Uruguay, declaradas Patrimonio Universal por la Unesco en 1984”, dijo Margarita Valente, de Viajes Mara. “Estamos recibiendo muchísimos pedidos en estos últimos días, especialmente por parte de viajeros del extranjero”, afirmó Beatriz Franco, de Battia Turismo. Para Juan Carlos Mazza, de Mazza Turismo, “es probable que la tendencia continúe dado el interés despertado en el mundo por la experiencia que significó la colonización jesuítica en esta región de América que comprendió a 33 pueblos fundados en Misiones, Corrientes, Entre Ríos y en naciones vecinas, como Brasil, Paraguay y Uruguay”. En esa zona, los jesuitas impulsaron un proceso de evangelización entre los guaraníes de notables características, hasta su expulsión en 1687, dispuesta por la monarquía española. Hay gorro, bandera, vincha y habrá mucho más porque el papado del carismático Francisco recién empieza. Y a este ritmo...ß Con la colaboración de Julieta Cúneo y César Sánchez Bonifato (desde Posadas)

EXPERIENCIAs Loreley Gaffoglio

Levantar un techo para que sea el piso de una nueva vida Una periodista regresa a La Ponderosa, la casa que junto a un grupo de jóvenes voluntarios ayudó a construir

C

uando vengas, pasá sin golpear porque La Ponderosa es también tu casa”, me decía Ángel en el teléfono. La frase me sonó familiar. No porque hubiera mencionado algo de mi infancia, la casa de los Cartwrigh, aquel imponente rancho en Nevada, de la serie Bonanza, de cuyo nombre él se apropió para bautizar a su nuevo hogar. Aquello de pasar sin golpear lo había visto escrito seis meses atrás en su muro de Facebook (FB). Coronaba un texto de tono confesional, como si fuera la entrada de un diario íntimo, en el que compartía entre conmovido y sorprendido un suceso inesperado en su vida: cómo jóvenes que no lo conocían habían asumido el compromiso –y el sacrificio, dijo– de construirle a él su casa. “Ellos me entregaron su tiempo, soportaron el calor, el cansancio, el sudor. Y me enseñaron el compromiso social, la actitud colectiva de entrega total en la ayuda al prójimo –escribió en FB–. En un fin de semana sentí el amor que te da un amigo de años. Siento que decir gracias sigue siendo poco.” Lo firmaba Ángel Guillermo Hunt, 43 años, separado, padre de tres hijos, sereno de un supermercado en Nordelta. Debajo había una fotografía con la formación del equipo: diez personas transpiradas pero sonrientes, durante un alto de aquella faena constructiva en Luchetti: un asentamiento de Villa Rosa, en Pilar. A sólo unas cuadras del country Pueyrredón y del campo de deportes del San Agustín. Un barrio nuevo y desigual, que abraza a otros con cerco perimetral. Una postal hoy típica de la provincia de Buenos Aires. “¿Cómo se llama el equipo?”, le preguntó uno de sus amigos de FB. “Dream Team”, había escrito Ángel. Sonreí al leerlo y al verme en esa foto,

una más entre ellos, acatando las instrucciones constructivas de jóvenes que podrían ser mis hijos. La generación Harry Potter estaba en esa foto. La mayoría son jóvenes universitarios que creen en el cambio. Y creen porque al cambio lo hacen ellos. Duermen en una escuela durante el fin de semana. Saben que no podrán bañarse ni tomar alcohol. Tampoco tener sexo o drogarse. Todos lo cumplen, comprometidos como están con su misión: correrse del “yo” para actuar desde el “nosotros”. Porque todos detestan la desigualdad. Ese centenar de jóvenes –junto con empleados de empresas– fue a Luchetti el 27 y el 28 de octubre pasado con Un Techo para mi País, la ONG que desde 2004 lleva construidas 5500 viviendas de emergencia en 100 asentamientos de ocho provincias argentinas. Movilizaron ya a 50.000 jóvenes; el 70 por ciento de ellos, mujeres. Son parte de un engranaje de intervención más amplio, que, siempre liderado por jóvenes, detecta carencias, imparte formación en oficios y otorga microcréditos. Aspiran a ser lo menos asistencialistas posible. Son apenas el embrión, dicen, en un arduo proceso comunitario en franca lucha contra la exclusión. Tienen bibliotecas y espacios comunitarios donde todos juntos rediseñan su futuro. Es un lunes de marzo. Ángel me convida mates dentro de La Ponderosa. “La llamé así porque es mi palacio, mi reino, mi todo”, me dice. Ahora está amueblada y hasta tiene una pequeña biblioteca. Están El Guardián entre el centeno, de Salinger; El imperialismo, base superior del capitalismo, de Lenin; La valquiria, de Wagner; una Santa Biblia y su posesión más preciada: una enciclopedia ilustrada que acaba de comprar en 12 cuotas de 100 pesos.

Me gusta haber regresado aquí. Es como cerrar un círculo. Quería visitarlo en su hogar, reencontrarme con Zulma, su perra callejera, saber de primera mano si capitalizó aquel primer envión. Si fue efectivo el hechizo de la generación Harry Potter. Clara Quevedo, abogada de 27 años y supervisora del trabajo en las 23 casas, se lo había advertido aquel domingo de octubre cuando por fin terminamos con la última pincelada. “Éste debe ser sólo el comienzo, Ángel”, le dijo con una sonrisa amable. Habíamos armado esa casa de madera de 6 x 3 como un rompecabezas de encastres y pesadas piezas. Nos ayudamos unos a otros. “¿Me hacés de topo?”, me pedía Flor, y cavábamos para afirmar los pilotes. Matías Pratesi, mi jefe, estudiante de derecho, me enseñó a nivelar con agua. Con Sebastián, Rosario, Ángel y el otro Matías nos tocó extender las vigas, clavarlas y monitorear la escuadra. Armamos el piso sobre el bastidor, unimos las paredes entre sí, primero en L y luego en U, entre Ana, Nati y Sabrina. Me sorprendió el ímpetu, la disposición y capacidad femeninas. El techo fue lo más complejo, por la posición de vigas y costaneras. Entre muchas manos tensamos el aislante térmico y colocamos las ventanas. Cuando finalmente deslizamos la última chapa de zinc, por turnos nos subimos al techo a clavar, con cuidado –me explicaba Kevin Bonorino, otro futuro abogado de Mataderos– porque un clavo mal colocado se convierte en gotera. Le tocó a Clara, entre los globos y guirnaldas de la inauguración, darle las llaves de su nueva casa a Ángel: “Que esta vivienda sea un nuevo piso para tu vida, nunca el techo. Lo que hagas ahora depende de vos. Porque quien tiene voluntad, tiene la fuerza”,

Ángel, esta semana, en su nueva casa; arriba, el momento de su construcción le escuché decir. A Ángel se le humedecieron los ojos. Yo también me conmoví, pero sentía que vivía en el mundo a la inversa, un lugar donde chicos solidarios les entregaban a los adultos casas, cuyo costo (1000 pesos) los beneficiados solventan en un 7 por ciento de su valor. El resto se financia con donaciones. “¿Y el Estado dónde está?”, me pregunté todo ese fin de semana en que, por mi condición de periodista, me perdonaron las bromas obligadas a los novatos: no me mandaron a buscar el “martillo de doble impacto ni el especial para zurdos”.

“El Estado somos todos”, recuerdo que me decía Matías Pratesi, mientras yo afirmaba un pilote. Trepados al techo, martillando con precisión, ya que “un clavo mal clavado es una gotera”, Bonorino, me hablaba de su “deber como ciudadano de participar en la modificación de la realidad”. Entre mate y mate recordamos eso y otras cosas más. Y me dio una inmensa alegría saber que Ángel se sumó a Un Techo... y ahora trabaja de lunes a viernes como carpintero en su fábrica social, una experiencia piloto. Allí, en San Martín, confeccio-

fotos de p. pidal/afv y g. bosco

nó los paneles con los que este fin de semana Un Techo... construirá otras 94 casas entre La Matanza y La Plata. “¿Cuántos sueldos necesitará para acceder a la casa propia de material? ¿Podrá?”, me pregunto mientras me cuenta su primera novedad. La otra, la que más festeja, la que no deja interrogantes, es que hoy y mañana Ángel debutará como voluntario. “Ellos lo hicieron por mí. Me toca ahora hacerlo por otros”, me dice al despedirnos. No es poco lo que Ángel y yo incorporamos gracias a la solidaridad de esos jóvenes.ß