Fiscalexit y Brexit por Daniel Artana* La política económica del

Los indicadores de actividad económica confirman que hay una recesión moderada. Ante ese panorama, el gobierno decidió una nueva modificación en su ...
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Fiscalexit y Brexit por Daniel Artana* La política económica del gobierno nacional ha cambiado a lo largo del tiempo. Al comienzo, se decidió normalizar el mercado cambiario de shock y cambiar radicalmente la política monetaria, endureciéndola respecto de lo que venía haciendo el gobierno anterior. Al mismo tiempo, se anunciaron aumentos tarifarios que al votante medio le parecieron de shock, pero que eliminaban sólo una fracción de los subsidios. Una parte de esos ahorros para el Tesoro fueron redireccionados a financiar rebajas de impuestos (retenciones y mínimo no imponible en ganancias) y aumentos en algunas partidas sociales. El acuerdo con los fondos buitre permitía acceder al financiamiento internacional a tasas razonables, lo que haría posible eliminar gradualmente el déficit fiscal primario (en cuatro años), recurriendo cada vez menos al impuesto inflacionario. Ante el salto en la tasa de inflación de los primeros meses del año, mayor a lo esperado para los que argumentaban que los precios ya estaban ajustados a un “dólar de 15”, el gobierno optó por profundizar las medidas compensatorias (por ejemplo, rebaja del IVA), diluyendo el impacto fiscal. En los hechos, esto implicaba una postergación por un año de las metas incluidas en el programa fiscal gradual, más allá de que los números del primer semestre del año 2016 han sido mejores que los de 2015; esto ocurrió sólo por el ahorro (transitorio) que se obtuvo por pisar pagos de obra pública que debería ir desapareciendo a medida que progresa la ejecución del programa de infraestructura del gobierno. Los indicadores de actividad económica confirman que hay una recesión moderada. Ante ese panorama, el gobierno decidió una nueva modificación en su política económica. La decisión de compensar a todos los jubilados de ingresos medios por la falta de ajuste en sus haberes en el período 2002-2006, hayan o no litigado contra la ANSES, genera un aumento en el gasto público permanente del orden de 1.5% del PIB que está lejos de poder ser financiado por la mayor recaudación que se origine como consecuencia del aumento en la base imponible que genere el blanqueo de capitales. El gobierno ha decidido “quemar las naves” en aras de asegurar la reactivación de la economía, dejando de lado la mejora gradual de las cuentas fiscales anunciada en enero. De la reactivación liderada por una “lluvia de dólares” para inversión se pasó a una decisión de corte populista de motivar un aumento en el consumo aumentando los ingresos de más de dos millones de jubilados. Con esa inyección de fondos (aumento en el flujo de pagos a jubilados y además pagos de sentencias) se asegura la reactivación para el año 2017. Pero luego de la elección de medio término, el gobierno deberá anunciar un programa fiscal creíble de reducción del déficit estructural. El retorno al crecimiento sólo permitirá un cierre muy parcial de la brecha fiscal. Y más allá de las declaraciones de los funcionarios respecto de la importancia de balancear las cuentas públicas, los hechos demuestran lo contrario. Se han aprobado medidas con impacto permanente negativo en las cuentas públicas nacionales. Al aumento del gasto en jubilaciones, se suma la devolución del 15% de la masa coparticipable a las 24 provincias (no sólo a las 3 que tenían un fallo favorable de la Corte Suprema de Justicia) y propuestas para conceder incentivos fiscales a Pymes y autopartistas, a pesar de que la experiencia internacional es bastante elocuente acerca de que los incentivos tributarios generan más costos a la sociedad que beneficios.

En resumen, el fiscalexit es una medida imprudente que deberá ser corregida a mediano plazo, no sólo para asegurar la solvencia de las cuentas fiscales sino también para ayudar a moderar el impacto macroeconómico de un déficit externo que ya es significativo, y que se manifestará en toda su dimensión cuando se logre la tan ansiada recuperación. Brexit La decisión del Reino Unido de abandonar la Comunidad Europea es negativa, sobre todo para sus habitantes. Las simulaciones que muestran un resultado positivo suponen que se puede pasar a una economía libre y abierta con todo el mundo que, según sus autores, sería mejor que la libre movilidad de bienes y servicios que hoy se limita a Europa, pero que está penalizada con el resto del mundo. Por ejemplo, el arancel externo común promedio del 5% que hoy pagan las importaciones del Reino Unido pasaría a cero. Esas simulaciones ignoran los costos de transición y que las empresas radicadas en el Reino Unido pueden perder beneficios que tienen hoy por ser miembros de la Comunidad para hacer negocios en otros países del grupo. Y además ignoran las presiones proteccionistas dentro del propio Reino Unido. La mayoría de las simulaciones existente arroja un costo para el Reino Unido y para el resto de Europa. El riesgo de un nacionalismo creciente, que termine en otras separaciones y en una carrera por mayor proteccionismo y posibles guerras devaluatorias, no es un tema menor a largo plazo. Pero a corto plazo, los problemas más graves aparecen si se genera una crisis financiera. Las entidades europeas están más líquidas y con mayores colchones que hace unos años atrás, pero pueden necesitar líneas especiales de financiamiento ante una salida de capitales. Los bancos centrales parecen dispuestos a proveer esa liquidez si fuera necesario, aprendiendo de los errores del pasado reciente. El segundo canal de trasmisión aparece por las consecuencias del vuelo hacia la calidad que fortalece al dólar. A largo plazo, ello impactaría negativamente en el precio de las commodities (con una elasticidad que es mayor a uno, según nuestras estimaciones). Por ahora, el impacto del Brexit ha sido moderado, pero las consecuencias de largo plazo no son positivas para la economía mundial. En particular, las consecuencias de una carrera nacionalista y proteccionista, de bancos en problemas y de commodities más baratas no son buenas para los países emergentes. Así como será necesario (y deseable) que la Argentina corrija el Fiscalexit, también es deseable que los ciudadanos británicos y su Parlamento puedan revertir la decisión equivocada del Brexit. La ilusión de que la salida de la Comunidad permitiría frenar los flujos migratorios sin costos para el ciudadano medio fue sólo una tergiversación de la campaña electoral sin que el liderazgo político haya explicado con claridad los costos y beneficios de una decisión tan radical. Salvando la distancia, la ilusión de lograr una reactivación económica de la mano de aumentar el peso del Estado en la economía y su nivel de déficit, a contramano de lo que requiere el crecimiento de largo plazo de la Argentina, también forma parte de un discurso facilista que hace muchos años mantiene nuestra dirigencia. *Economista de FIEL