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CULTURA
I
Sábado 6 de diciembre de 2008
ANTICIPO Y LA HERMANDAD DE LA BUENA SUERTE
Y ALEXIS II
Y A LOS 65 AÑOS
Murió el patriarca de la Iglesia rusa
Falleció el periodista Carlos A. Estévez
Condujo la más grande confesión ortodoxa después del ateísmo del régimen soviético AFP. El patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Alexis II, jefe de la mayor Iglesia ortodoxa del mundo, falleció ayer a los 79 años de edad, según informó la oficina de prensa del patriarcado. Alexis II, cercano al actual primer ministro y ex presidente Vladimir Putin, dirigía la Iglesia Ortodoxa Rusa desde 1990. Restableció, con el apoyo del Kremlin, la infuencia de su Iglesia en un país que salía de 70 años de ateísmo del régimen soviético. La Santa Sede dijo que recibió la noticia del fallecimiento con “sorpresa y dolor”. Alexis II era una figura muy
Trabajó durante tres décadas en LA NACION
respetada en Rusia, y presente en la política y los medios de comunicación. Durante su gestión, tuvo momentos de tensión con los católicos, a quienes acusaba de actividades proselitistas en Rusia, y dificultó una posible visita del papa Juan Pablo II. Un acercamiento se esbozaba con Benedicto XVI. El cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, destacó su “compromiso personal de promover las relaciones con la Iglesia Católica a pesar de las dificultades y las tensiones surgidas de vez en cuando”.
AP
El escritor define las carreras de caballos como “una afición romántica”
Fernando Savater, entre el turf y la literatura El filósofo español habla de su otra gran pasión: las carreras POR LEONARDO TARIFEÑO LA NACION Sorpresa general: el filósofo español Fernando Savater regresó a la novela y se dio el gusto de ganar el Premio Planeta y los 601.000 euros correspondientes con una historia que narra una de sus mayores pasiones. La hermandad de la buena suerte, ficción que por estos días llega a las librerías argentinas, se ubica en el ambiente nada filosófico de las carreras de caballos, deporte que el autor de Etica para Amador adora al extremo de viajar a distintos rincones del planeta para ver a los “burros” de sus amores. “No voy a decir dónde ni cómo porque no sería caballeresco –apunta–, pero sí puedo contar que una vez no fui a la entrega de un premio que se me otorgaba, por cierto suculento en cuanto a la cantidad de dinero, porque coincidía con un derby en Newmarket, Inglaterra. Debe de haber sido la mayor barbaridad que he hecho por una carrera, o al menos la
peor que estoy dispuesto a confesar.” Turfista experto y refinado, Savater reconoce que todas las semanas le llegan a su casa resúmenes en video de las principales carreras que se llevaron a cabo por esos días en los hipódromos del mundo, y hasta admite que, cuando se compra camisas, suele elegir las que tienen caballos en el estampado de la tela. “El turf es una afición romántica; tiene más que ver con el amor al caballo que con el impulso de jugar por jugar –comenta–. Yo traigo esto desde niño. Para otros, es anormal o exagerado, pero para mí es algo habitual.” Menos habitual es verlo en la piel del hacedor de ficciones, aun cuando en los últimos años publicó la novela juvenil El gran laberinto (“para los filósofos no pasaba de un divertimento, y para los escritores era cosa de filósofos”) y El jardín de las dudas, finalista de este mismo premio en 1993. Con La hermandad de la buena suerte se inicia en un registro que combina el thriller con el relato de
aventuras, géneros que Savater dice haber unido con “aliño metafísico”. Eso no significa, aclara, que entre las intrigas de hipódromo y las andanzas de las protagonistas haya un tono filosófico tapado, al que conviene apostarle a ganador. “En este libro he descansado de mí mismo y espero que al lector le pase igual. Aquí no hay teoría, sino cierto espíritu filosófico, nada más. Ni siquiera aspiro a que sea la mejor novela sobre caballos jamás escrita: para mí, Caballo de copas, del chileno Fernando Alegría, es insuperable, y lo mismo podría decir de muchas de Dick Francis”, subraya. Acostumbrado a observar las penurias humanas y reflexionar sobre ellas, ¿le habrá llegado la hora de proponer al caballo como una alternativa posible a la especie que contamina el planeta, hace guerras por todos lados y se embarca en carreras armamentistas? “Ya me gustaría, pero no. El caballo no es ni bueno ni malo, como podemos serlo nosotros. Pero es noble. Eso, no pocas veces, ya es bastante.”
Una afición apasionada Fragmento de la novela con la que Savater ganó el premio Planeta La cosa viene a ser más o menos así: Espíritu Gentil vuelve a las pistas, a la competición, a la batalla. Esto sí es un verdadero sueño hípico, acunado sin esperanza ni reproche por tantos aficionados de todo el mundo, y no ese otro más bien indecoroso que yo he tenido hace poco. ¡Espíritu Gentil! El sueño nostálgico de quienes le vimos correr, la leyenda de quienes no lo vieron. Para los verdaderos aficionados del turf, los que aún guardamos culto romántico a los caballos de carreras (los demás son ludópatas, viciosos de bingos o loterías sobre césped), el Espíritu fue ese acontecimiento a cuya espera nunca se renuncia pese a la rechifla de los cínicos, la confirmación de la maravilla en la que quizá nadie cree del todo, la llegada del ángel. Un ángel con cuatro patas y cola tremolante, pero aún más angélico por esos rasgos bestiales, sublimados. ¿Caga estiércol el ángel? En bolas suaves y
melocotonosas, que huelen divinamente. Y nos cura de nuestros males, puedo dar fe. Uno se siente mínimo y solo, incomprendido y despreciable, comprensiblemente despreciado, embadurnado de angustia: y aparece el ángel. Entonces, por un momento, intenso momento, vuelve la ligereza al alma y regresamos a la víspera de nuestro mejor Navidad. Sabemos que no puede durar, que se irá, que los dioses o el destino nos van a privar de él y por eso lo queremos aún más. Y, en efecto, de pronto el ángel cayó, terrible caída. Nos quedamos sin él, desangelados. Sólo con la angustia puede contarse para siempre. Espíritu Gentil desapareció de las pistas, tocado por la fulminación y la deshonra. Y ahora parece que vuelve. ¿Vuelve? ¿Tendremos ángel otra vez? En todo caso, una tarde nada más, sólo una gran jornada. Según dicen –asegura el Príncipe– será la última
vez que le veremos, la definitiva, la inolvidable. Y regresa nada menos que a por la Gran Copa, la única que falta en su palmarés, la que perdió el año pasado de una manera inexplicable. A esta derrota, que padezco como mía, aún no me he resignado. Que Espíritu Gentil perdiese una carrera era difícil de asumir, pero yo lo habría aceptado con todo el coraje de la veneración que siento por la auténtica excelencia, sea hípica, humana... o angélica; que llegase segundo de cualquier otro caballo inferior a él –puesto que todos lo son– me dolería, claro, cómo no, pero sin duda hubiera aceptado la catástrofe comentando con una sonrisa de valeroso sufrimiento que las carreras son así. Lo espantoso, lo insoportable y realmente atroz... es que llegó tercero. ¡Tercero en la Gran Copa y tras dos jacos vulgares del Sultán! Tercero llega cualquiera, no Espíritu Gentil.
Una acendrada vocación docente y periodística, un trato sencillo y jovial caracterizaron a Carlos Alberto Estévez, periodista que falleció ayer a los 65 años. Trabajó 32 años en LA NACION, donde fue prosecretario de Redacción. Entre 1991 y 1995 dirigió la sección Educación y Cultura, al tiempo que se desempeñaba como columnista en temas educativos. Fue el primer editor de la edición electrónica de LA NACION, que se lanzó el 17 de diciembre de 1995, sobre la base de una idea original, que desarrolló con el periodista Roberto Solans y con algunos apoyos técnicos, cuando era incipiente esta herramienta en todo el mundo. Años después, entre 2002 y 2005, dirigió la versión digital del diario ABC Color, de Asunción, Paraguay. Había nacido el 16 de marzo de 1943. Estudió con los salesianos y forjó su actitud de vida en principios sólidos de honestidad y sinceridad. Era un hombre de palabra, de una sola pieza. Maestro normal, cursó estudios en la Facultad de Filosofía de la UBA. Ingresó en LA NACION a fines de 1965. Vivía en Llavallol y durante muchos años tuvo un intenso ritmo de trabajo. Por la mañana, era director del acreditado colegio Euskal Echea, y por la tarde y hasta entrada la noche compartía los trajines del diario. Entre 1985 y 1991 dirigió el suple-
CARLOS ALBERTO ESTEVEZ FUE EL PRIMER EDITOR DE LANACION.COM
mento infantil, que fue material de lectura en muchas escuelas. Nació en una familia numerosa, de siete hermanos. Y formó un matrimonio muy unido con Silvia Veiga, que falleció en 2005. Fue un marido fiel y atento, y un buen padre para sus hijos Diego, María Cecilia y Pablo. De muy joven fue docente en colegios de Turdera, Lomas de Zamora y Llavallol. Con su vasta experiencia periodística, fue luego profesor en el Instituto Grafotécnico, en las universidades de Belgrano y UCES, y dictó Tecnologías de la Comunicación en la Universidad de San Martín para egresados del instituto ISER. Impulsó una revista digital, El Tercer Tiempo, con fines educativos. En 1999, recibió el primer premio ADEPA en Educación, por notas en la publicación Educar Hoy. El velatorio se realiza en Portela 461, Lomas de Zamora. Hoy, a las 11.30, sus restos serán trasladados al crematorio de Burzaco.
Culto católico Santoral. San Ambrosio. Nacido en Tréveris, Alemania, hacia el año 346, es uno de los doctores de la Iglesia. Fue obispo de Milán. Liturgia. Hoy se leen el libro de Isaías (30, 19-26) y el Evangelio de San Mateo (9, 35-10,1-8).
Y PRIMER CONGRESO DE ATEISMO
Un original encuentro con un sorpresivo éxito DARIO PALAVECINO LA NACION
MAR DEL PLATA. “Antes éramos más tímidos, estábamos entre nuestras cuatro paredes”, señaló Cristina Ferreira, presidenta de ArgAtea, satisfecha por esa sala llena que tiene frente a ella, incluso con gente sentada en los pasillos y de pie en el hall de acceso al complejo Auditorium. Una señal clara de que el 1º Congreso de Ateísmo, que ayer comenzó aquí con unos 150 asistentes, superó las expectativas de los organizadores. Algunos de los asistentes, como Ferreira, llegaron desde otras ciudades para participar de este acontecimiento inédito para el país y para buena parte del continente. Sólo Colombia había albergado un encuentro así.
“Insistimos en que no es un encuentro de ateos, sino de ateísmo, abierto a la participación de todos y dispuestos a debatir pensamientos e ideas”, explicó el director del congreso, el ingeniero Fernando Lozada. Además de la buena concurrencia, los organizadores se sorprendieron de que el Concejo Deliberante declarara de interés el encuentro. El gobierno bonaerense cedió las salas. Las actividades comenzaron ayer con una charla del físico Alberto de la Torre sobre “El universo ateo”, con una minuciosa presentación científica desde el Big Bang hasta el presente. “Es un acontecimiento inédito, más bien insólito”, reconoce Alejandro Borgo, presidente en la Argentina del Center for Inquiry sobre esta reunión. Y es de los que plantea que
ARIEL RODRIGUEZ
La concurrencia colmó el lugar y las expectativas de los organizadores el ateísmo no es una creencia, sino “más bien una descreencia”. El congreso llega acompañado de una pequeña muestra de artistas cuyas obras son resistidas por los sectores religiosos. Por ejemplo, en el hall de acceso al Auditorium se exponen dos trabajos de León Ferrari y en las vitrinas los trabajos de Carne SerVida, que realiza sus obras con
restos de animales. Hoy, a las 14, habrá una charla sobre educación y laicidad y otra sobre derecho a no tener culto. Mañana, último día del congreso, habrá, entre otras actividades, un panel que se tendrá lugar a las 13.50 del que participarán un sacerdote católico, un rabino y representantes de los cultos metodista y musulmán.