dxtcampeón LUNES 13 | 11 | 2017
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Depor
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MONCHO VIÑA EDICIÓN: ADRIÁN MENÉNDEZ
VOL XVI
El carácter de Nourridine Naybet es de sobra conocido. Su temperamento era siempre visible dentro y fuera de los terrenos de juego como en la pieza que Moncho nos trae hoy
Escala en Salamanca Sucedió en el vuelo de regreso desde el norte de Noruega después de jugar contra el Rosenborg la ida de la previa de la Liga de Campeones en la penúltima temporada del Deportivo en esta competición, a finales agosto de 2003. De ese partido me queda una incógnita por despejar: por qué no jugó Fran. Se dijo que no había viajado porque tenía molestias. Fran no lo va a hacer, porque no le conviene, pero ya me gustaría que Lendoiro explicase públicamente el motivo por el que el futbolista no ayudó al equipo en un partido tan trascendente. Como el Deportivo estaba en plan ahorrador -el club nunca nos consultó nada sobre viajes, a pesar de que la prensa pagaba sus desplazamientos con tarifas muy superiores a las de líneas regulares- se buscaron una compañía -GAE- que no conocía nadie. El avión era conceptualmente minimalista porque sólo disponía de lo imprescindible. Supongo que por dentro tendría todo lo que deben llevar los aviones, porque volar volaba bien, pero en la zona de pasaje no había ningún tipo de concesión a la estética o a la gula. Lo imprescindible en comida, lo imprescindible en bebida y lo imprescindible en personal: sólo dos azafatas. Señoras mayores amables, eso sí.
El viaje de ida resultó cómodo y tranquilo, aunque pesado por largo. Y el de vuelta, cruzando los cielos de Europa, iba por el mismo camino. Se veía por las ventanillas que la noche era clara, que no había nubes abajo y, aunque eso era sólo una suposición, tampoco vientos fuertes. Sin turbulencias. Uno de esos viajes placenteros. Cuando ya entramos en España, Andrés Vieites, de la Radio Galega y que siempre se enteraba de todo, comentó que se rumoreaba que no podríamos aterrizar en Santiago. Y menos en A Coruña, porque el aeropuerto cerraba a medianoche y hacía rato que habíamos superado esa hora. Comenzamos a preguntar por qué y empezaron a llegarnos todo tipo de versiones,
pero lo que íbamos sacando en claro es que no íbamos a Santiago, nuestro destino previsto. Nos movíamos en el terreno pantanoso de los rumores y el último era que debíamos irnos a Madrid, que estaba más cerca, porque nos estábamos quedando sin combustible. Aquel motivo sí que no nos hacía ninguna gracia porque temíamos caer como peras en cualquier leira. Entre nosotros, incluidos los futbolistas, rebumbio y demanda de información porque cada uno tenía su rumor y su teoría. Y nervios. Nervios entre el pasaje, porque las azafatas -y, por sus gestos, suponíamos que los otros dos tripulantesno parecían nada preocupadas. Y eso, más que tranquilizarnos, nos confundía más.
Así estuvimos, con el corazón en vilo, durante la siguiente hora de vuelo hasta que el comandante de la nave anunció que en unos minutos íbamos a tomar tierra... ¡en el aeropuerto de Salamanca! ¿Salamanca?. No sabíamos ni que había aeropuerto en Salamanca. Cuando lo anunciaron ya habíamos iniciado el descenso y fue todo muy rápido. Aterrizaje suave y perfecto porque el piloto, guiando, era una máquina. Allí estábamos, a las cinco y pico de la mañana en el aeropuerto militar de Matacán, en Salamanca, intentando saber si lo de la escasez de combustible era cierto y si realmente habíamos estado en riesgo de caer. Nadie sabía nada. Alguien del aeropuerto, un empleado sin mando, se sonrió y nos contó como un secreto a voces que el avión tenía base allí y que el dueño, que era el piloto y sólo tenía esa nave, había evitado llevarnos a Santiago para ahorrar gastos. La mayoría lo tomamos de guasa y nos sirvió para echar unas risas, pero los hubo que se enfadaron. El que más, Naybet. La compañía aérea nos tenía preparados -con lo que caímos definitivamente en la cuenta de que el plan estaba diseñado con anterioridad- unos autobuses esperándonos para trasladarnos, de inmediato, a A Coruña. Naybet se sentó -arrimado a la pared exterior del aeropuer to, frente a los autobuses- y Sucedió en el dijo que él no vuelo de regreso subía a los autocares, desde el norte de que se senNoruega después tía humillado y que estas de jugar contra el cosas no poRosenborg la ida de dían pasar en la previa de la Liga un club importante de de Campeones Europa. Los directivos convenciéndole para que subiese al autobús y nosotros -Juan Barro, Xosé Hermida, Arturo Lezcano, Rodri Suárez y yo- buscando guerra y animándole con todas las coñas que se nos ocurrieron: “¡Estamos contigo!”, “¡Justicia para Naybet!”, “Ponte en huelga de hambre”, “¡Ole tus güevos!” y cosas así, para que no depusiese su actitud. Finalmente, Naybet, el “amigo”, cedió y subió apresuradamente al autobús instantes después de que Irureta ordenase al La imagen de conductor que arrancase. Cerca Héctor corresponde a la eliminatoria de las 6 salimos en caravana de Champions hacia A Coruña y llegamos paante el Arsenal | sadas las 11 de la mañana. ● ARCHIVO DXT