EN LA TRASTIENDA “Hay que dibujar para empujar al

23 ene. 2010 - Le Corbusier dibujaba a mano alzada, no hacía los planos... los dictaba. Cuan- do podía se escababa a su taller, a pintar. “Hay que dibujar ...
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EN LA TRASTIENDA

L TODO LISTO. Para la es-

perada inauguración de la muestra homenaje a Octavio Pinto en el museo que lleva su nombre en la Villa de Totoral, provincia de Córdoba. Será esta noche, a partir de las 21, con la presencia de autoridades, amigos, coleccionistas y de la galerista Mercedes Pinto, nieta del artista

COLECCION Atchugarry integra piezas propias y de sus amigos en el parque de esculturas y en las salas luminosas

SOLEDAD AZNARES, ENVIADA ESPECIAL

hecho una breve escala en Montevideo rumbo a Buenos Aires, la Nueva York de Sudamérica, con la que soñaba desde hacía tiempo y para la que imaginaba proyectos ambiciosos. Un rato demoró el barco en el puerto de Montevideo, a donde volvería para dar un par de charlas a estudiantes que no perdían palabra de la lección de este hombre enjuto, con anteojos redondos y pajarita. Pasaron los años y, debe decirse, que de aquella fragua salieron profesionales de aliento como Ott , Montero y Viñoly. Mucho antes, el arquitecto Justino Serralta fue PAISAJE. A pocos minutos de Manantiales, en el paisaje quebrado, se levantan los pabellones vidriados

colaborador cercano en el estudio de la rue du Serves, en París. Recuerda que Le Corbusier dibujaba a mano alzada, no hacía los planos... los dictaba. Cuando podía se escababa a su taller, a pintar. “Hay que dibujar para empujar al interior de uno mismo lo que se ha visto, y permanecerá escrito de por vida en nuestra memoria”. En su visita a Buenos Aires tuvo conversaciones con Victoria Ocampo, pero no se pusieron de acuerdo con el proyecto, que no era para el terreno de Rufino de Elizalde, donde finalmente Alejandro Bustillo levantó una casa blanca, deudora de los enunciados de Le Corbusier. Descubrir al artista detrás del arquitecto es la tarea que espera al espectador

“Hay que dibujar para empujar al interior de uno mismo lo que se ha visto, y permanecerá escrito de por vida en nuestra memoria”.

en la Fundación Atchugarry, el visitante contará con la guía invalorabole del catálogo editado para esta muestra. Es un libro de colección con textos de Heidi Weber, Juan Calatrava y la imprescindible entrevista a Justino Serralte, que recuerda, entre muchas cosas, el asado que los uruguayos organizaron para agasajar a Le Corbusier, en 1951. Llegó temprano para quedarse una hora y se quedó todo el día, están las fotos sepia que lo confirman: el maestro sentado junto al fuego tiene en sus manos una guitarra y está rodeado de amigos. Los grabados y litogragías, parte medular de esta muestra, registran el celo puesto por Heidi Weber, dueña y custodia del legado de Le Corbusier, que ha prolongado la vida de esas líneas coloreadas en sepia y marrón con firmes tendencias cubistas. El ciclo virtuoso de este encuentro con la obra del artista, que en las primeras décadas del siglo XX recorrió Montevideo en compañía de los estudiantes y se sorprendío ante el Palacio Salvo (Cést rigoló), se cierra en el bucólico entorno de la Fundación Atchugarry, tan a la medida de su obra.

La figura por Diego Sánchez

y custodia de su obra, que ha seleccionado para esta muestra fotografías de Néstor MacAdden inspiradas en las casas “totoralenses”. Diego Sánchez Ferreyra indaga ahora en la figura humana con una levedad y ensoñación que recuerda las obras de los pintores de la transvanguardia italiana. Cordobés, arquitecto y notable acuarelista, Sánchez Ferreyra tiene una especial sensibilidad para plasmar formas sutiles. (Mercedes Pinto)

Línea y misterio (Mundo Nuevo) L PAPEL PROTAGONISTA en

la Fundación Mundo Nuevo con trabajos Silvia Brewda, Mónica Fierro, Santiago García Pilotto y Martín Palotini, entre otros. Curadora: Diana García Calvo en Fundación Mundo Nuevo, Callao y avenida Alvear.

© LA NACION

Sábado 23 de enero de 2010 | adn | 25