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fútbol
| Miércoles 6 de agosto de 2014
Salto por la gloria
Tinelli, a la alTura del ciclón
Esta noche, desde las 21.15, San Lorenzo jugará la primera final de la Copa Libertadores ● Enfrentará a Nacional, de Paraguay, en Asunción ● Será el último partido de Piatti ● Viajaron miles de hinchas “Nacional no es el Milan de Arrigo Sacchi, pero es un equipo que tiene la misma hambre de gloria que nosotros. Siempre fue de punto y terminó pasando. San Lorenzo no es favorito”
Ariel Ruya
ENVIADO ESPECIAL
A
SUNCIÓN.– La copa está ahí, inmaculada, detrás de una vitrina. Parece bañada en oro, esculpida en lluvia dorada. El museo está a la vuelta de la esquina, la historia se escribe aquí mismo, ahora, con estas agujas que aprisionan el reloj. Camisetas de todos los colores, leyendas que se repiten por décadas, caballeros –y damas– que no amagan, que no engañan con una finta, que no celebran un gol. Todos visten de etiqueta, discípulos de un hogar que es un despropósito, un derroche, una indecencia, si a metros del aire acondicionado, el lujo y el exceso de la excelencia, hay decenas de purretes que se desviven por migajas disfrazados de limpiavidrios accidentales. El Bourbon Conmebol Convention Center, que espía los aviones volar, inaugurado el 1° de mayo de 2011, a cambio de 30 millones de dólares se ofrece con natural descortesía a ojos impresionables. La copa sigue allí, protegida por un muro de 168 habitaciones, la más cara, la presidencial, por unos 2730 dólares la noche. Entre el oro y el barro, San Lorenzo. Una bofetada a su historia y, acaso, una caricia a su presente. El que supo ser Camboyano, el que vivió como Carasucia, el que se inmortalizó como Matadores, el que fue Gaucho campechano con chancletas y Forzoso de Almagro de puro irreverente, hoy se siente un rey. De mendigo a millonario. De pobre se hizo grande y de grande, soberbio en las alturas. Rodeado de opulencia, San Lorenzo debe estar recordando de dónde viene, de ese noble sentimiento que le tejió callos de sufrimiento por décadas hasta llegar a hoy. El partido, la serie, más importante de su historia. La maldita obsesión puede transformarse en la más bella melodía en un chasquido. Dos historias en una, 180 minutos divididos en partes iguales. La primera será esta noche, desde las 21.15 de nuestro país, contra el práctico y sorprendente Nacional, de Paraguay, en el estadio Defensores del Chaco. La primera final de la Copa Libertadores, cúspide jamás conocida. Es un mundo nuevo, irreal tiempo atrás, entre luchas bizantinas y precipicios cercanos. Increíble tiempo atrás, si este mismo equipo dirigido por el pragmático Edgardo Bauza casi cae barrancas abajo en la primera
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| Miércoles 6 de agosto de 2014
“Más allá de la importancia del partido, este plantel me da tranquilidad. Es un grupo con alta autoexigencia. Sólo tengo que hablarles desde lo emocional” edgardo bauza DT De San Lorenzo
b^b^bASUNCIÓN.– ¿Es cierto que viene Marcelo Tinelli?” La pregunta recorre la ciudad. Tinelli, evidentemente, tiene mayor prensa que San Lorenzo. Que la final. Que Nacional. Que la Copa Libertadores. El mediático vicepresidente del Ciclón y empresario televisivo tiene previsto llegar horas antes del encuentro en un vuelo privado, con su avión personal y regresar apenas termine el encuentro. Su imagen, lógicamente, acapara los programas deportivos y de espectáculos paraguayos, casi en la misma proporción que en nuestro país. ¿Pedido presidencial? Matías Lammens, el titular de San Lorenzo, se habría reunido con Horacio Cartés, el presidente de Paraguay, para solicitarle un mayor número de entradas de las 4500 previstas para los azulgranas.
“No somos más que nadie, hay que demostrar en la cancha” Julio Buffarini, uno de los símbolos de este Ciclón, dice que no se debe subestimar a Nacional; “son compactos”, opinó
A
SUNCIÓN (De un enviado especial).– “Peinate lindo, así salís bien en las fotos”, fue la primera invitación. “Dale, Julito, ponete fachero”, resulta la otra solicitud. “No te rías tanto que parece que estás de joda”, se advierte segundos después. El clima es encantador en San Lorenzo, en la noche previa a la inolvidable primera parte de la final, un mundo de risotadas en el reconocimiento del algo venido a menos Defensores del Chaco. Julito es Julio Buffarini, el tractor de la banda derecha del Ciclón, rojo como un tomate, envuelto en vergüenza. “Te dije que me sacaras una sola”, le recuerda al fotógrafo, antes de la charla con la nacion. “Pasó una vida de emociones, es verdad. Talleres, Ferro, el ascenso, subir a primera sin que me conocieran, salvarme
del descenso, escuchar tu nombre coreado por la gente… y ahora, esto…”, repasa el volante devenido en defensor, en una pintura veloz de dos temporadas de ascenso frenético, en el comienzo de la entrevista. “Y ahora, la final de una copa. Es increíble. Nunca lo soñé, para qué mentir”, reconoce, sentado en el banco de suplentes del estadio Defensores del Chaco vacío. “No vemos la hora de que empiece la hora del partido, estamos muy enchufados, con la adrenalina muy alta”, advierte, con las hormonas en estado brutal. “Necesitamos relajarnos un poco, distraernos, pisar el campo de juego, reconocer cada sector. Estar un poco al aire libre nos vino bien, para despejarnos. ¡Estamos todo el día encerrados!”, cuenta el símbolo del sacrificio en el costado derecho de la defensa.
Nacional, de ser el peor clasificado a definir el torneo Clima distendido del plantel de San Lorenzo, ayer, en el reconocimiento del estadio; la final los espera rueda. De pronto, el viejo y querido Ciclón sopla en serio. Toca la puerta de la historia. Ahora debe abrirla y ver qué hay allí dentro. Un universo mágico por explorar, codo a codo con la gloria. Unos 4500 hinchas dentro. Otros tantos dando vueltas por una entrada, imagen rebobinada del Mundial de los argentinos. Vuelos agotados, hoteles colapsados. Azulgranas por la histórica calle Palma que no sólo de Cerro Porteño, precisamente. Y un equipo que fue creciendo en la adversidad, latidos de su corazón, ahí sí, reflejo vital de su historia. Este equipo de unitarios desparejos puede, tal vez, lo que no pudieron formaciones de novela en continuado. Ni el Nene Sanfilippo, ni el Gringo Scotta. Ni Farro, Pontoni, Martino. Ni la Oveja Telch, ni el Sapo Villar. Ni el Bambino, ni el Beto, ni siquiera Pipo. Ni tantos otros con perdón
del olvido y el espacio. San Lorenzo, hoy rodeado de oro, debe andar pensando en sus héroes nacidos en una cuna hambrienta por la pelota y por la gloria. Por ellos, el Ciclón, está hoy aquí, listo para el primer zarpazo. Son otros soldados los de ahora. Los que quieren acabar esa vieja batalla con el destino. nacional (P) san lorenzo
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Árbitro: Wilmar Roldán (Colombia). Estadio: Defensores del Chaco. tv: Pública y Fox Sports Ignacio Don Ramón Coronel Raúl Piris Leonardo Cáceres David Mendoza Marcos Melgarejo Silvio Torales Hugo Lusardi Derlis Orué Julián Benítez Freddy Bareiro dt: Gustavo Morinigo
Sebastián Torrico Julio Buffarini Fabricio Fontanini Santiago Gentiletti Emmanuel Más Héctor Villalba Juan Mercier Néstor Ortigoza Ignacio Piatti Leandro Romagnoli Mauro Matos dt: Edgardo Bauza
Aquel golazo de Nacho Piatti contra Botafogo, volantazo de salón para esquivar las ruinas de una primera rueda en seco. Los penales de Torrico, en Porto Alegre, manos de aventurero para cada capítulo dramático que exige esta competencia. La estatura de equipo copero crecida en la noche de Belo Horizonte, el que se sabe indestructible. La poesía del primer capítulo de las semifinales, un 5 a 0 que se ofrece como una mano abierta a la excelencia. Llegó el día, San Lorenzo. Tal vez, con la última función de Piatti, por un capricho contractual. Sin Cetto, lesionado. Con Angelito Correa gritando desde nuestro país. Con el sonido de los silenciosos, de Gentiletti, de Mas, de Matos. Con Romagnoli, bandera flameada antes de volar. Con un banco de relevos de colección: Barrientos, Cauteruccio,
aníbal greco/env. especial
Blandi. Un banco de caudales. Sabe San Lorenzo, que la locura se extiende por una semana más: para qué gastar todos los cartuchos. Más aún, con un recorrido magro en cosechas lejos del Nuevo Gasómetro; con cuatro derrotas y dos empates, se desprende rápido la ecuación: no hace falta ganar de visita para soñar. Nacional es el contrapunto: no sabe de derrotas en casa: cinco victorias y un empate son su carta de presentación. Las marcas, de todas formas, nacieron para que alguien, alguna vez, las haga añicos. ¡Por qué no San Lorenzo! ¡Por qué no esta noche! Nacional es una roca. Vélez y Arsenal pasaron de largo. No tiene apellidos, tiene hombres. Guaraníes con el cuchillo entre los dientes. San Lorenzo no le teme: está preparado para ponerse la corona. Sabe que le va a quedar de maravillas.ß
El equipo paraguayo de Arsenio Erico permanece a la sombra de Olimpia y de Cerro Porteño ASUNCIÓN (De un enviado especial).– Cualquier parecido con una realidad cercana es pura coincidencia. Nacional, la Academia, el Tricolor, es una entidad entusiasta, una pequeña dosis de humildad a la sombra de Olimpia, el gran campeón y Cerro Porteño, el más popular. Vive un sueño: de ser el peor clasificado de la primera rueda hoy es finalista de la Copa Libertadores. ¿Creer o reventar? Creer, lógicamente. Dos décadas atrás, sin embargo, casi se cae del mapa. El club se sobrepuso a una dura crisis que obligó a alquilar parte de su predio, una morada de césped desparejos y vestuarios desvencijados y ahora es un supermercado, para afrontar deudas millonarias; tanto fue así, que casi pierde el estadio Arsenio Erico (el fascinante artillero fruto de su cantera) un co-
queto y minúsculo escenario, para apenas 5000 aventureros. Fue rematado en 1999, aunque luego salvado con el último aliento, a diferencia del Viejo Gasómetro. Fueron largos años en la segunda división, entre angustias y penas, hasta volver a primera en 2004, cuando celebró el centenario de su fundación. Con nueve títulos locales y esta increíble final, cumple 110 años de historia. Tiene sólo 1000 socios activos, que suelen pagar puntualmente la renta, por eso se cree que el multitudinario apoyo de esta noche no es propiedad exclusiva de su sudorosa camiseta: todo un país está detrás. “Se siente, se siente, Erico está presente”, suele cantar su barra bullanguera luego de cada triunfo. Una sana costumbre, hoy más entusiasta que nunca.ß
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Buffarini, en el Defensores del Chaco
A. greco /e. especiAl
-¿Qué sabés de Nacional? -Es un rival durísimo, por eso llegó a la final y nadie le pudo ganar. Ellos tienen la mismas posibilidades que nosotros, no podemos subestimarlos, son difíciles, y más como local. Hace varios días que estamos viendo videos de Nacional. Nosotros vivimos de esto, así que me parece lógico saber a quién vamos a enfrentar. Tienen un equipo desequilibrante y peligroso por las bandas, hay que tener cuidado. Son compactos, atacan en bloques y salen rápido en el contraataque. -¿San Lorenzo debe ganar sí o sí y Nacional no tiene nada que perder? -Nos costó mucho llegar hasta acá. Hicimos un gran esfuerzo. Todos lo vieron. No somos los favoritos, no somos más que nadie, hay que demostrar siempre en la cancha. -¿Cómo se juega la primera parte de una final? -Hay que ser cautos, yo voy a ir al ataque, pero con tranquilidad. Hay que hacer un gran partido y traernos un buen resultado así vamos a volver tranquilos y definir en casa. -¿Qué no hay que hacer? -Lo más importante es la inteligencia. Y repetir lo mismo que venimos haciendo hasta acá. Bauza insiste que son 180 minutos y que acá jugamos el primer tiempo. -¿Qué es lo mejor que tienen? -El grupo es lo más importante. Los del banco son tan buenos o mejores de los que entran. El recambio es fundamental, llegamos a esta instancia por el grupo. -¿Es más importante ganar o no perder? -Depende cómo sea el partido. Ganar sería ideal, pero el empate también está muy bien si definimos en casa. El Nuevo Gasómetro va a explotar. Ni me lo quiero imaginar. Vuelven las risas, las bromas, el buen semblante. Pero se nota que hay algo más allá. “Mucha ansiedad, eso es lo que sentimos. Quisiéramos que el partido se jugara ahora mismo. Pero también sobra tranquilidad, porque sabemos que estamos bien, fuertes. El equipo se hizo duro en la adversidad”, expresa el león de la banda, que no corre: vuela por el sector derecho. Tal vez, le falta puntería. Tal vez, le falta gol. Pero tiene un corazón enorme, a la medida del Ciclón.ß