En dos ruedas. En Alemania, la bicicleta le gana la ...

7 sept. 2013 - Der Spiegel, el promedio de edad au- mentó de 46 a 52 años. Por comodidad, costo y conciencia ecológica, es la elección de muchos ...
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el mundo

| Sábado 7 de Septiembre de 2013

En Berlín, la bicicleta se impone como medio de transporte

alper cugunn/cc

En dos ruedas. En Alemania, la bicicleta le gana la pulseada al auto Por comodidad, costo y conciencia ecológica, es la elección de muchos menores de 40 años Laura Lucchini PARA LA NACioN

BERLÍN.– Sebastian Schmidt es un músico berlinés, de 35 años, cuya profesión lo obliga a desplazarse continuamente por dentro y por fuera de su ciudad. Pero, pese a ello, hace años que no tiene un auto. “Es una decisión muy consciente”, explica a la nacion. “Son muy raras las veces en que verdaderamente necesito un vehículo y tener uno es demasiado caro. Como mucho, puedo necesitar un auto cinco veces al mes y en esos casos tengo varias opciones: los servicios de carsharing, el taxi o

pedir un auto prestado a amigos”, explica. Schmidt pertenece a una mayoría entre sus coetáneos. En Alemania, patria de Volkswagen y MercedesBenz, y donde la industria automotriz es aún un sector decisivo en la economía, una tendencia crece con fuerza: a los ciudadanos de menos de 40 años les importa cada vez menos tener su propio auto, mientras que no pueden prescindir de sus bicicletas y sus teléfonos celulares. Sobre una población de unas 80 millones de personas, 73 millones tienen una bicicleta, lo que evidencia claramente el amor de los alema-

nes por las dos ruedas. En tanto, un 46% de los residentes de la capital no manejan autos propios. Y en el resto del país, quienes sí tienen uno lo manejan rara vez. En la rica ciudad de Munich, por ejemplo, los dueños de autos los conducen apenas un promedio de 45 minutos al día. Esta situación contribuyó a que en los últimos dos años proliferaran los llamados carsharing, un servicio que permite, a través de una aplicación en el celular, buscar el auto más cercano a donde se encuentra el cliente, desbloquearlo con un código, conducirlo hasta destino y dejarlo estacionado en espera del siguiente conduc-

tor. Se paga a través de la aplicación, que está sincronizada con la tarjeta de crédito. El precio oscila entre 29 y 35 centavos de dólar por minuto. Encuestas demuestran que la mayor parte de los residentes de grandes ciudades alemanas consideran el auto un objeto del que podrían prescindir en cualquier momento. Las ventas de vehículos, de hecho, cayeron significativamente entre el segmento de los consumidores jóvenes, y quienes compran autos son cada vez más mayores: desde 1995 hasta hoy, según datos de la revista Der Spiegel, el promedio de edad aumentó de 46 a 52 años.

Schmidt cree que en el futuro habrá espacio para los autos, pero de manera muy distinta a la de ahora, y en particular bajo el sistema de los autos compartidos. “Necesitamos un tercio de los autos que actualmente tenemos en la ciudad. Según este modelo, tendríamos menos autos, más espacios libres y menos contaminación”, afirma. Europa, sin embargo, es todavía un continente de autos. Los conductores europeos tienen un tercio de los 750 millones de autos en circulación en el mundo, según datos del Collaborating Center on Sustainable Consumption and Production (CSCP). Aun así, en Alemania al menos, algo está cambiando. Según proyecciones del prestigioso instituto Fraunhofer, en 2050, en la locomotora europea habrá la mitad de los autos que hay ahora. Según su estudio “Una visión sustentable del transporte en Alemania”, en el futuro “las ciudades alemanas serán grandes espacios verdes, con muchas peatonales y muy amigables con los ciclistas”. “Habrá puntos donde se recogen autos según el carsharing a disposición de todos. Y grandes estacionamientos para bicicletas en las terminales de transporte”, agrega. Si éste es el futuro, Alemania ya está lleno de futuristas, como Georg Kalter, director de proyectos de una empresa digital berlinesa, que nunca tuvo un auto. “En una ciudad como Berlín, tener uno no tiene sentido, no trae ninguna ventaja. Si me tengo que trasladar, llego mucho más rápido con el transporte público”, explica. Kalter no imagina un futuro sin autos, pero sí ciudades donde circulen muchos menos vehículos, quizás aquellos pocos que sirvan para salir el fin de semana a visitar los alrededores. “Lo que más uso es mi bicicleta, aunque no tenga una particularmente buena ni costosa”, dice. Aunque para Kalter sólo hay un objeto del que no puede prescindir: su smartphone.ß

colombia

Santos cambia de rumbo con un nuevo gabinete BoGoTÁ (AFP).– El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, cambió a cinco ministros clave de su gabinete para terminar su último año de gobierno, en el que espera concluir un acuerdo de paz con las FARC y probablemente lanzar su candidatura a la reelección para el período 2014-2018. En su peor nivel de popularidad desde que asumió, asediado por la conflictividad social y las protestas y en una carrera contra reloj para definir un acuerdo de paz con la guerrilla, el presidente Santos debe anunciar a más tardar en noviembre próximo si se presentará para un nuevo período presidencial.ß

alemania

Murió el último guardaespaldas de Hitler BERLÍN (AP).– El sargento de las SS Rochus Misch, que fue fiel guardaespaldas de Adolf Hitler durante gran parte de la Segunda Guerra Mundial y testigo de las horas finales del líder nazi, murió ayer a los 96 años. Durante años acompañó a Hitler hasta que éste y su esposa Eva Braun se suicidaron ante la inminente llegada de las fuerzas de la alianza enemiga. El oficial de las SS se quedó en el refugio donde murió el dictador, y luego logró escapar mientras Berlín se desplomaba. Misch mantenía una postura rígida y nunca manifestó remordimiento alguno por su relación con el personaje más repudiado del siglo XX.ß

Polémica en China por una película que es furor entre los jóvenes éxito. Tiny Times retrata la vida de cuatro

chicas obsesionadas con la moda y las fiestas Guido Santevecchi CoRRiERE DELLA SERA

PEKÍN.– Se llama Xiao shi dai (Tiny Times 1.0) y es una película dedicada a la generación más joven de China: recaudó 43 millones de dólares durante su primera semana en cartel, en junio. En agosto llegó Xiao shi dai 2 (Tiny Times 2.0): otros 47 millones de dólares en recaudación no bien se estrenó. Es la historia de cuatro chicas universitarias de Shanghai que oscilan entre el romanticismo y las ambiciones profesionales. Su obsesión es la moda, las fiestas, y tener una vida de lujo al lado de un hombre fascinante. El director es Guo Jingming, un escritor de 30 años que adaptó para la pantalla su propia serie de novelas, que ya vendió millones de copias y le hicieron ganar millones de dólares, celebridad y generar polémicas (incluida una condena por plagio en 2006, que a sus fans no pareció importarles). Pero Tiny Times también generó controversia entre los críticos cinematográficos de Pekín, azuzando un debate sobre la juventud de la República Popular y sobre sus valores. El argumento de la película es una mezcla de El diablo viste a la moda y Sex and the City (pero no hay escenas de sexo, sólo de afecto físico). Y los diálogos no son precisamente lo que esperaban oír los dirigentes del Partido Comunista en labios de jóvenes socialistas: “La sola idea de viajar en economy me mata” y “odio Pekín”. El crítico del Beijing Evening News escribió que se trata de una mezcla de “craso materialismo y mal gusto”. En Estados Unidos, donde Tiny Times no tuvo una circulación masiva, debió intervenir la sofisticada revista The Atlantic para vapulear “una película que está imbuida de un retorcido narcisismo masculino”. También se movilizó el Diario del Pueblo, voz del Partido Comunista, con una serie de comentarios ambiguos: “Ahora en China todo se mide en dinero; hace 30 años teníamos la ideología, hoy los chicos crecen en el materialismo y el consumismo”. Y como China tiene 450 millones de jóvenes menores de 25 años, el gobierno debe reflexionar sobre el éxito de Tiny Times, que revela que los chicos piensan en su propio y limitado tiempo, y no en el gran futuro de la nación. También recibió otros juicios positivos, como el del director del Global Times de Pekín, para quien Guo “es un Superman”. Pero, sobre

todo, la película fue premiada en el Festival de Cine de Shanghai como mejor ópera prima. La fauna reunida por Guo Jingming en su película está compuesta de cantantes pop, actores y actrices que hacen fortuna sin gran talento y estimulan la fantasía de los adolescentes de todas las latitudes. Un himno al consumismo y la abundancia materialista. No tiene verdaderas historias de amor, y al final de cuentas, lo único que les importa a las cuatro protagonistas de Tiny Times es servir con competencia y habilidad a sus hombres: un tenista, un joven empresario, un escritor y un patovica. Los hombres retratados por Guo Jingming desean a sus chicas porque son narcisistas y patriarcales. Pero son jóvenes que cuando quieren hacerse los románticos se queman solos: “Querida, te amaría aunque tu padre no fuese millonario, aunque no hubieses tenido chofer desde la cuna, aunque no

El argumento de la película china es una mezcla de El diablo viste a la moda y Sex and the City (pero sin escenas de sexo) vistieses ropa y zapatos de marca, aunque no tuvieses una moneda”. Y ella: “Mirá, querido, que el amor sin materialismo es un montoncito de arena y nada más”. Esa idiosincrasia de la juventud de Shanghai convertida en modelo para muchos adolescentes de la nueva clase media alta urbanizada es un éxito en la pantalla grande, precisamente cuando el gobierno central está abocado de lleno a una campaña ideológica de moralización. El presidente chino, Xi Jinping, acaba de relanzar los Cuatro Principios Cardinales de la ortodoxia comunista: hay que hacer una purificación intelectual ciñéndose al camino socialista, la dictadura democrática popular, la dirección marxista-leninista del Partido Comunista Chino, y el pensamiento de Mao Tsé-tung. Habría que ver qué pensaría Mao, bajo la tapa de cristal de su mausoleo bajo la plaza Tiananmen, si supiese que en Shanghai ya están rodando Tiny Times 3.0.ß Traducción de Jaime Arrambide