Emma Thompson sabe de sensatez y de sentimientos

12 jun. 2014 - viaje a la Costa Azul, mucho humor inglés, citas a otra película de Hitch- cock como Para atrapar a un ladrón. (también ambientada en la Costa.
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espectáculos

| Jueves 12 de Junio de 2014

cine

El nido vacío y lo que ocurre después love punch (ee .uu-gr a n bretaña-francia/2013). ★★★ buena . dirección:

Joel Hopkins. guion:

Joel Hopkins. fotografía: Jérôme Alméras. edición: Susan Littenberg. música :

Jean-Michel Bernard. elenco :

Emma Thompson, Pierce Brosnan, Timothy Spall, Celia Imrie. distribuidora: Impacto. duración: 94 minutos.

E

La actriz tiene la sabia inclinación de componer personajes que son imposibles de pensar en otras manos

Emma Thompson sabe de sensatez y de sentimientos a Hopkins y de Ivory, Lo que queda del día –actuación y película superiores a La mansión Howard–, y como actriz secundaria por En el nombre del padre. Su última nominación como actriz hasta el momento fue por una película de 1995: Sensatez y sentimientos, dirigida por Ang Lee. Lo ganó Susan Sarandon por Mientras estés conmigo. Pero Thompson se llevó un Oscar por Sensatez y sentimientos, por su adaptación de la novela de Jane Austen. Era un guión que hacía honor al título y que ha convertido a Thompson en la única persona en ganar Oscar en las categorías de actuación y guión. Matt Damon o Ben Affleck, que ya tienen un Oscar como guionistas por Good Will Hunting (Affleck también como productor de Argo, mejor película 2013), quizás algún día se le unan. Pero por ahora es ella sola. Que Thompson no haya sido nominada como actriz al Oscar en los últimos veinte años no deja de sor-

prender. Es cierto que bajó el ritmo de trabajo como actriz desde que fue madre, en 1999, pero aún así es extraña su ausencia. Pero ella sabe tomarse eso –y mucho más– con humor. Una vez, en su casa de verano de Escocia, apareció la policía a decirle que habían denunciado que había un hombre desnudo en su jardín. Ella, divertida, contó que la habían sorprendido volviendo de darse un baño en el río. Thompson sabe también muy bien que no quiere –o no le sale– el aire de superestrella. Es que algunas de estas luminarias tienen esa característica etérea que las convierte en demasiado autosuficientes para su propio bien. Completas en sí mismas, esas estrellas no son del todo creíbles cuando deben enamorarse en pantalla. Thompson es una actriz a quien le creemos el deseo y el enamoramiento porque sabemos que lo más probable es que si permanece varios segundos frente a un espejo sienta la necesidad de hacer alguna morisqueta o de sumar algún gesto que descontracture su imagen. De ahí los chistes que ha hecho al aceptar premios –esos momentos cruciales de construcción de una imagen pública– o el humor físico que ha exhibido en numerosas fotos de alfombra roja. Quizá sea por estas características que ha podido hacer de pareja

de actores tan diversos como Hugh Grant, Arnold Schwarzenegger, el mencionado Goldblum, Kenneth Branagh, Jonathan Pryce (bueno, si vieron Carrington sabrán los detalles), John Travolta y más. A Emma Thompson uno le cree incluso cuando exagera su acento británico. Tal vez sea por su relación con la palabra, por esa capacidad para apelar el nonsense inglés, por esa convicción para imponer el chiste verbal allí donde hace falta. Porque Thompson sabe hablar (sí, inglés, francés y español). Pero no es la cantidad de idiomas lo que importa. Lo que sabe Thompson es acerca del valor de la palabra. Más allá de la pronunciación o el idioma, sabe cuánto vale en el cine en general y en la comedia en particular una frase bien dicha, una afirmación en su tiempo justo, unas palabras que laten al ritmo preciso. Lo vuelve a probar en Love Punch, película veloz en donde apenas hay tiempo para ver lo bien que le sientan los años mientras se la escucha hablar, se la admira en sus gestos faciales no adormecidos y se la disfruta en movimiento. Thompson corre, nada, escala y maneja rápido con una vitalidad y una gracia que dejan a Brosnan –que, no olvidemos, supo ser James Bond– como el menos intrépido de la pareja que conforman.ß

b Tu última oportunidad Del director de Love Punch, Joel Hopkins, y con Dustin Hoffman. Una película que aunque intenta dos o tres elementos más serios y disonantes, demuestra fehacientemente que la actriz puede agigantar una película poco lograda (como ocurría con Realmente amor).

b Hombres de negro III Su “agente O” en esta muy recomendable tercera entrega de estas comedias de ciencia ficción protagonizadas por Will Smith y Tommy Lee Jones es un personaje tremendamente seductor. Poco vista aquí a su estreno, es un gran error perderse a Thompson en ella.

b Los amigos de Peter No puede faltar este film en donde la dirigió su ex marido Kenneth Branagh (como en el éxito shakespeareano Mucho ruido y pocas nueces). Branagh también actúa allí, como lo hacen Hugh Laurie y Stephen Fry, que –como ella–- fueron parte del famoso Footlights Group de Cambridge.

estreno. En Love Punch deslumbra como en sus comienzos, hace un

cuarto de siglo, por su capacidad de transformarse en alguien común Viene de tapa

En primer lugar, siempre supo la importancia del humor físico. Su primera película fue The Tall Guy, aquí llamada Cuestión de tamaño, de 1989, año en que Emma cumplía los 30 y ya tenía una trayectoria televisiva. El protagonista era Jeff Goldblum. También estaba, en un papel odioso, Rowan Atkinson (Mr. Bean). Si hay algo que nunca supo Emma fue hacer de figurita decorativa: tiene demasiado sentido del humor como para eso. En Cuestión de tamaño también tiene una escena de sexo con muchos gags y mucho movimiento, y un clip para atesorar con música de Madness. Hay una frase de la actriz sobre su cuerpo que la define. Thompson fue una de las decenas de actrices que estuvo en conversaciones para Bajos instintos de Paul Verhoeven, uno de esos roles que podrían haber cambiado su carrera y la historia del cine de los años 90. “Según lo veo, en

la escena de sexo de Sharon Stone moldearon su cuerpo en plastilina. Tenía sexo con Michael Douglas como una burra y no se le movía ni un centímetro de nada. Si hubiera sido yo habría habido cosas volando por todos lados y pegándome en el ojo”, reflexionó. Ganar y brillar Emma supo ganar premios Oscar y sigue sabiendo cómo brillar al agradecer y hasta presentar (véase si no su introducción en los Globo de Oro de El sueño de Walt, que hizo dudar a todos de si se había pasado de copas o era otra de sus personajes cómicos). Poco después de ese debut con Cuestión de tamaño, en 1992, con La mansión Howard, de James Ivory, ganaría el Oscar como actriz protagónica. Y tuvo tres otras nominaciones a ese premio bastante seguidas, dos de ellas al año siguiente, como actriz protagónica por otra película junto

impacto

Cinco títulos para (re)descubrir

b Junior La comedia de Ivan Reitman con Arnold Schwarzenegger y Danny DeVito integra el grupo de grandes comedias olvidadas de los 90, e inmerecidamente: Thompson demuestra allí que puede actuar en el estilo de las grandes comedias al estilo clásico estadounidense de los 30 y los 40.

b Cuestión de tamaño De Mel Smith. Difícil debutar en el cine, y Emma lo hacía junto a Jeff Goldblum no sólo con frescura en una comedia, sino que además probaba su fuerte identidad de actriz inglesa y su fuerte identidad individual. La idea de actriz intercambiable no era y no es para Thompson.

mma Thompson y Pierce Brosnan son un ex matrimonio que suma más de un siglo entre las edades de ambos. Ingleses, profesionales y de buen pasar económico, saben provocarse verbalmente con gracia y amabilidad ingeniosa, no exenta de maldad. La hija de ambos parte hacia la universidad en Edimburgo. El nido queda vacío y partido. Y está claro, por otro lado, que el pasado de esta pareja no ha quedado totalmente atrás. De repente –por una pirueta del guión que plantea de entrada que aquí nada será serio o realista– están en Francia, para recuperar su futuro (económico-financiero). Pero el planteo general, es fácil verlo, es el de la comedia de rematrimonio, como esa que hizo otro inglés, bastante más célebre, como Alfred Hitchcock en Casados y descasados, en 1941. Love Punch juega a la comedia de rematrimonio con conciencia de sus límites, y juega con una trama que incluye un plan justiciero, el robo de un diamante, suplantación de identidades, un viaje a París, un viaje a la Costa Azul, mucho humor inglés, citas a otra película de Hitchcock como Para atrapar a un ladrón (también ambientada en la Costa Azul, con Cary Grant y Grace Kelly), más humor inglés, buenas dosis de absurdo, unos cuantos guiños a la edad de los protagonistas, un verosímil disparatado en la mitad o más de éstas y otras situaciones y la prestancia y la habilidad para jugar estos y otros juegos por parte del dúo Thompson-Brosnan y de su pareja de amigos (interpretados por Celie Imrie y Timothy Spall, reciente ganador como mejor actor en Cannes por Mr. Turner, de Mike Leigh). Entre los cuatro se establece una fluidez actoral asombrosa, y la que domina es Thompson, en un estado de fotogenia permanente y con mucha velocidad para hablar, moverse y resolver con energía todo lo que se le presente, tanto es así que deja a Brosnan –que sabe de acción– casi como su ayudante de lujo. Spall, con un personaje que es el comic relief dentro de una película que es en sí misma un comic relief, parece haber disfrutado mucho con su personaje, y lo transmite. El director –claro, inglés– Joel Hopkins ya había dirigido a Thompson en Tu última oportunidad, mezcla de drama con comedia romántica liderada por Dustin Hoffman. En Love Punch apuesta un pleno a la comedia y al amor y las pasiones luego del medio siglo de vida, afortunadamente sin resguardos lacrimógenos de ninguna clase. Lo hace, eso sí, mediante una despreocupada máquina de convencionalismos. En ocasiones esa máquina –sobre todo si se tienen actores de carisma excepcional, buenos paisajes, ritmo y atención para los detalles– puede ponerse a funcionar con claridad de propósitos y obtener algunos brillos por encima de la medianía, para así volver atractivo el paquete y su presentación, con moño grande y colores vistosos. Y con Emma Thompson en uno –otro– de sus mejores momentos.ß Javier Porta Fouz

cine

Un corazón que late intensamente ida (sister of mercy, polonia/2013). ★★★★

muy buena . dirección:

Pawel Pawlikowski. guión: Pawel Pawlikowski, Rebecca Lenkiewicz. elenco: Agata Kulesza, Agata Trzebuchowska, Joanna Kulig, Dawid Ogrodnik, Jerzy Trela, Adam Szyszkowski, Artur Janusiak. música: Kristian Selin Eidnes Andersen. fotografía: Lukasz Zal, Ryszard Lenczewski. duración: 80 minutos. calificación: apta para mayores de 13 años.

H

emos tenido pocas noticias del cine polaco en los últimos años. Lejos de la época en la que la obra de directores como Krzysztof Kieslowski y Andrzej Wajda circulaba con asiduidad por Buenos Aires, llega por fin una película de ese origen, gran ganadora del Festival de Gijón y premiada por los críticos de Fipresci en Toronto el año pasado. Quinto largometraje de Pawel Pawlikowsky, Ida tiene dos protagonistas femeninas, Anna (Agata

Trzebuchowska), una joven novicia a punto de hacer sus votos finales en el mismo convento católico donde fue abandonada en 1945, cuando era una beba, y Wanda Gruz (Agata Kulesza), una mujer dura, misántropa, castigada por la vida, aficionada al tabaco y el alcohol. Wanda es la única parienta viva de Anna, y el encuentro entre ambas es el disparador de una road movie seca y minimalista, motorizada por una noticia familiar que la futura monja no esperaba.

Filmada en blanco y negro en el formato cuadrado de 4:3 (el que usó Michel Hazanavicius en El artista y hoy está en boga en el cine con aspiraciones de vanguardia), en lugar del habitual panorámico, la película no oculta sus referentes: Bergman, Bresson y, sobre todo, Dreyer, otro obsesionado por el asunto de la fe, aquí encarnado en los sacrificios de la vida religiosa y en los crudos efectos finales de una existencia entregada a la aplastante burocracia comunista. Pawlikowsky les otorga una importancia capital a la fotografía y el encuadre, al límite del preciosismo, pero la sangre de la historia que cuenta y las poderosas interpretaciones de las dos protagonistas obturan reclamos por la frialdad propia

de los meros ejercicios de estilo. Cuando sale al mundo, Anna explora cada detalle, sorprendida por todo aquello que le fue vedado en la gris reclusión del convento. Se encuentra con la gélida Polonia controlada por la URSS de los 60, todavía abrumada por la devastación de la Segunda Guerra Mundial, pero también con atisbos de una mundanidad que resulta para ella tan reveladora como su vocación religiosa. Independientemente de la resolución algo barroca de los conflictos que plantea su argumento, Ida encuentra en esa relación, trabajosa pero llena de cálidas vibraciones, entre dos mujeres de vidas completamente distintas, su fortaleza, un corazón que late intensamente. ß Alejandro Lingenti

Wanda e Ida, dos mujeres en crisis