El traductor nómade

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Arte Muestras

Una retrospectiva en el Muntref permite acceder a la obra de David Lamelas, artista argentino de gran presencia en el extranjero y vital importancia en la historia del arte local

El traductor nómade POR DIANA FERNÁNDEZ IRUSTA La Nacion

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Viernes 11 de noviembre de 2011

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estino exorbitante, tragedia y elección al mismo tiempo”: así define Julia Kristeva la condición del extranjero, de aquel que, a criterio de la pensadora búlgarofrancesa, elige la distancia permanente, el desdoblamiento como forma de vida y, en ese mismo gesto, también opta por una nueva esperanza, la “utopía del paraíso cosmopolita”. Estas reflexiones (desarrolladas en el ensayo “El amor por la otra lengua”, donde Kristeva discurre sobre su propia extranjería) resuenan en David Lamelas/Buenos Aires, muestra que se presenta actualmente en el Museo de la Universidad de Tres de Febrero (Muntref). Curada por María José Herrera, jefa del Departamento de Investigación del Museo Nacional de Bellas Artes, la exhibición permite reconstruir buena parte del itinerario de un artista argentino que ha hecho del nomadismo el sustrato de su trayectoria vital y expresiva. Nacido en el seno de una familia de inmigrantes españoles, el joven Lamelas se destacó entre la vanguardia artística impulsada por el Instituto Di Tella en los años 60. A fines de esa década se instaló

en Londres. También vivió en Nueva York y Bruselas, y hoy divide su tiempo entre Los Ángeles, París y Buenos Aires. Extranjero cultural y lingüístico desde muy temprano, Lamelas ejercitó un distanciamiento que fue mucho más allá del extrañamiento de quien no juega de local. En su obra asoma otro tipo de lejanía, aquella que logra poner en evidencia la rotunda e inaccesible entidad del mundo que nos rodea. “Se trata de producciones que no aspiran agregar nada a lo ya existente (sólo proponen un doble de lo real) –escribe Inés Katzenstein en ‘David Lamelas: una estética situacional’– y que, por lo tanto, no prometen emoción, intensidad o epifanía alguna: desde una posición como de preexistencia indiferente, simplemente escenifican una vía de acceso a lo real y señalan su incognoscibilidad tanto como su misterio.” Significativamente, la muestra del Muntref abre con una explícita referencia a quienes marcaron los inicios de su trayectoria creativa. A modo de austero panteón, se exhiben obras de Raúl Lozza, Gyula Kosice, Enio Iommi, Lucio Fontana y la pintora y directora de la galería Lirolay, Germaine Derbecq. Así como el legado de la abstracción pictórica y el arte concreto fue crucial en el camino que llevó a La-

Antwerp-Brussels (People and Time), stills de video, 1969

melas del pop al arte conceptual, el respaldo de la galerista no fue menos decisivo a la hora de su ingreso en el circuito del arte contemporáneo. Frente a esta instalación están las imágenes de la que quizá sea una de sus búsquedas más extremas en cuanto a síntesis conceptual: Time as Activity Buenos Aires, versión 2010 de la serie iniciada en 1969 en Düsseldorf, Alemania. La obra se basa en los registros efectuados por una cámara fija en distintos puntos urbanos. Sin sonido, montaje, dispositivos narrativos o modificación alguna del encuadre, la filmación propone ser testimonio del continuo temporal, una austera y simple captura de tiempo. Un tríptico de fotografías “congela” diversos momentos del film, contrastando la sucesión de las imágenes en movimiento con la percepción de la imagen fija. El tiempo también está en el centro de las preocupaciones de Situación de tiem-

po, instalación originalmente presentada en las Experiencias 67 del Di Tella. Aunque inscripta en los parámetros del llamado “arte de los medios”, esta obra con diecisiete televisores encendidos en efecto lluvia no indaga los contenidos o mecanismos mediáticos, sino las posibilidades del soporte electrónico como puro objeto (“convierte al televisor en un ready-made duchampiano”, sugiere Herrera en el catálogo), vehículo de luz, sonido y cierta experiencia de lo inasible del fluir temporal. Similar intento por llegar a la médula del mundo objetual se percibe en las “esculturas de luz” site specific. Por ejemplo, en Límite de una proyección una lámpara proyecta un haz de luz que, sobre el piso, delimita un círculo impecable. Tanto en esta obra como en Límite de una proyección II (otro haz de luz, ahora rectangular, encuentra en el piso unas placas de acrílico que delimitan su proyección) o,