EL PODER DE LAS IMÁGENES

16 ago. 2008 - Hay cientos de figuras religio- sas agrupadas sabiamente en nudos con- ceptuales, todas pertenecientes al acervo privado de Nicolás García ...
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FICHA. Arte popular latinoamericano, colección Nicolás García Uriburu. En el Museo Isaac Fernández Blanco (Suipacha 1422), hasta el 14 de septiembre.

ARTE | MUESTRAS

EL PODER DE LAS IMÁGENES Cientos de figuras religiosas de arte popular latinoamericano de los últimos tres siglos, pertenecientes a la colección de Nicolás García Uriburu, demuestran su vigencia en el Museo Isaac Fernández Blanco POR JULIO SÁNCHEZ Para La Nacion - Buenos Aires, 2008

M

ientras personal del Museo de Arte Hispoanoamericano distribuía las figuras santas que un coleccionista cedió temporalmente, una señora frunció el ceño ante la figura de un Adán. Tallada por un artesano paraguayo, el hombrecito de madera sostiene en la mano una hoja (más que de parra, de banano tropical) que gira sobre su propia nervadura para tapar o destapar las partes viriles. La dama pudorosa aprovechó un descuido del personal y dispuso la hoja hacia abajo, para que nada se viera. No es la única pieza de Arte popular latinoamericano (tal el nombre de la muestra) que puede causar reacciones encontradas, demostrando una vez más el inmenso “poder de las imágenes” tan bien estudiado por el erudito David Freedberg. Hay cientos de figuras religiosas agrupadas sabiamente en nudos conceptuales, todas pertenecientes al acervo privado de Nicolás García Uriburu, artista del land art, activo defensor del equilibrio ecológico del planeta, coleccionista de arte precolombino y generoso promotor cultural de su patrimonio. Las más antiguas datan aproximadamente del siglo XVIII y las más modernas, de hace apenas unos años, lo que demuestra la vigencia de las imágenes devocionales. La exposición está estructurada en unidades temáticas y se abre con representaciones de la Virgen María; muchas de ellas son apenas estructuras de madera a manera de sostén, sólo las manos y el rostro han sido objeto de cuidadosa mímesis, ya que el cuerpo es vestido con lujosos trajes que se pueden cambiar año a año para la festividad de la Virgen. En muchos pueblos se suele creer que la Virgen María no es una sola sino que las diferentes advocaciones (Virgen de Cocharcas, Copacabana, Chaguada, Urkuñiña, por citar algunas bolivianas) son distintas vírgenes, según el lugar de la devoción. Es notable la proporción inversa entre las escasísimas menciones de la Virgen en los Evangelios y el potente y extenso culto que surge a partir del siglo XII, cuando la mayor parte de los monasterios benedictinos crece bajo su protección, y que perdura hasta nuestros días.

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PIEDAD. Talla en madera de Cándido Rodríguez (Paraguay, siglo XX)

El amor por estas figuras puede adquirir visos pasionales si ellas no cumplen los deseos; queda demostrado en las tallas de Chiloé: muchas de ellas quedaron mancas al decepcionar a sus dueños

La cantidad de santos reconocidos por la Iglesia católica constituye el aspecto politeísta de una religión monoteísta. El amor por estas figuras puede llegar a adquirir visos pasionales si ellas no cumplen los deseos de sus fieles; queda demostrado en las tallas de Chiloé (Chile, siglos XIX y XX): muchas de ellas quedaron mancas al decepcionar a sus dueños, que esperaban un favor o incluso un milagro. Muchos de estos santos y santas se

guardan en pequeñas cajas de madera pintada, retablos domésticos que fueron el origen de los altares fastuosos y fijos de las iglesias católicas. Las puertas suelen estar decoradas tanto por dentro como por fuera con motivos de flores de la región de la que provienen, y las figuras santas son toscas y simples, lo que no merma ni el amor ni la veneración que inspiran. En algunas ocasiones aparecen devociones de origen incierto, como el señor san Lamuerte, representado como un esqueleto que porta una guadaña y que protege contra los males. La devoción se extiende por Paraguay y es popular en el litoral correntino, aunque no haya sido reconocida por la ortodoxia católica. A los altares públicos y domésticos hay que añadir una nueva dimensión mágica destinada a los cibercreyentes, dado que san Lamuerte tiene página web: www.se norsanlamuerte.com.ar. El legionario romano perseguido por el emperador Dioclesiano, luego conocido como san Sebastián, aparece en las tallas populares recostado contra un árbol, atravesado por flechas y –curiosidad local– siempre con la mano derecha en alto y la izquierda hacia abajo. Son conmovedoras las figuras desnudas de medio cuerpo que emergen de las llamas rezando a manos juntas, son ánimas del Purgatorio (Bolivia, siglo XIX y XX), un lugar que la Iglesia ortodoxa de Oriente y los protestantes han rechazado desde siempre. Santiago, el apóstol de Cristo, se representa como peregrino, y en la España de la Reconquista, luchando contra los moros; Santiago Matamoros pasó a ser Santiago Mataindios en la América colonial. Sansón aparece luchando contra un león… chino; encerradas en conventos mexicanos, las monjas rezaban y a la vez bordaban imágenes de la Virgen, mientras en una cárcel del fin del mundo, los presos se entretenían metiendo escenas de la Crucifixión dentro de una botella cuadrada de anís Ocho Hermanos. La muestra pone en acto la discusión sobre “el poder de las imágenes”, la simbiosis de creencias, la transformación de los arquetipos a lo largo de los siglos y la pervivencia de la fe más allá de la ortodoxia y las nuevas tecnologías. © LA NACION