El movimiento que boicoteó la cultura El pasado 3 de Marzo, un cantante israelí, Idan Raichel, realizó un concierto en la Sala Caracol de Madrid. El movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel (BDS) había lanzado una campaña para boicotear el espectáculo a través de las redes sociales. En el evento se presentaron numerosos activistas para hacer una performance artística indicando su apoyo a Palestina y su desacuerdo con la realización de la actuación. El portavoz del BDS, Omar Barghouti, justifica la protesta alegando que “la colaboración con las instituciones israelíes le hacen cómplice de sus crímenes”, refiriéndose al artista. Además afirma que Raichel es una de las caras más conocidas de “la Marca Israel” y que la Embajada Israelí colaboró en el concierto. Barghouti recalca que ellos no boicotean la cultura, la música o el arte sino el “uso cínico de la misma”. Por su contra, Raichel asegura que con el boicot lo que hacen es acallar las voces de los artistas y de esta forma será imposible dialogar. “Yo no trabajo para ningún gobierno ni vengo a España en nombre de ningún Gobierno o poder”, afirma el cantante en respuesta de las críticas sobre la vinculación del Gobierno israelí con el concierto. “No creo que mi opinión política personal tenga relevancia porque en mi proyecto musical hay 150 artistas con múltiples y diferentes ideas”, responde el intérprete tras una pregunta sobre su posicionamiento frente al conflicto. Con todo esto, lo que ha ofrecido el BDS con su intento de boicotear el concierto ha sido una imagen muy reveladora de su concepto de libertad de expresión. Sus miembros son los primeros que se posicionan a favor del pacifismo y la libertad, pero también son los mismos que atentaron contra estos ideales el pasado 3 de Marzo. Un boicot a un artista es un boicot al arte.

Marta Moreno Rodríguez