El Momusi comienza su nuevo ciclo

6 mar. 2010 - y Darío con sus poemas. A semejanza del juglar de Notre Dame, él no podía ofrecer en su devo- ción otra cosa del alma que algunas piruetas.
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Espectáculos

Sábado 6 de marzo de 2010

LA NACION/Página 7

MUSICA / TEATRO (Platea infantil)

Opinión

Por Juan Garff

El Momusi comienza su nuevo ciclo Gratis para todos los chicos, la mejor música infantil en tres sitios distintos de la Capital, con los mejores grupos Cuando hace quince años se reunieron en el Movimiento de Música para Niños (Momusi) algunos de los músicos que dedican sus acordes al oído infantil, ninguno de los grupos que integraban podía sostenerse una temporada en sala. Sólo asomaban con recitales sueltos y difundían sus grabaciones casi de mano en mano. Hoy son varias las propuestas musicales en la cartelera infantil porteña, y muchas más las que rotan en los tres ciclos que desarrolla el Momusi con acceso libre en escenarios tan diversos como el recuperado Teatro 25 de Mayo, en Villa Urquiza, el Anfiteatro de Mataderos y la Biblioteca Nacional. De los ciclos que se hicieron populares en las mañanas domingueras en la sala mayor del Centro Cultural San Martín, de donde pasaron el año pasado al 25 de Mayo, participan Los Musiqueros, Sonsonando, Tierra en Flor, Coco Romero, El Murgón de la Esquina, Al Tun Tun, los rosarinos de 1,2,3 Son, Cinco Encantando y El Resorte, entre otros conjuntos. Unas 15.000 personas están suscriptas a la información que distribuye el Momusi por correo electrónico, en la que se incluirá este año como novedad la posibilidad de suscribirse anualmente por debajo de los valores de mercado a siete discos de lo que María Teresa Corral, alma máter de la movida, denomina “la otra música”. “Estamos rodeados de un entretenimiento muy vacío –dice la compositora e intérprete–. Tenemos que ver la diferencia entre jugar y entretener; estamos muy acostumbrados a ser entretenidos, que es como mascar un chicle: uno la pasa bomba, pero no se alimenta. En cambio, jugar implica mucho más; es una búsqueda.” Como parte de ese juego y para prolongarlo más allá de la función, se ofrecerán al público asistente a los recitales, en lugar del programa convencional, cuadernillos con las canciones, incluso los acordes para acompañarlas en guitarra. El crecimiento de grupos adherentes al PARA AGENDAR

Ciclos del Momusi, con entrada libre y gratuita. Mañana: La Banda del Grillo Loco; el 21, Fábulas del Monte; el 28, Los Musiqueros; el 25, Sonsonando. C. C. 25 de Mayo, Triunvirato 4444, los domingos, a las 11. Ciclos del Momusi, Hoy, Al Tun Tun; el 13, Coco Romero; el 20, Fábulas del Monte; el 27, El Murgón de la Esquina. Anfiteatro Mataderos, Directorio y Lisandro de la Torre, sábados, a las 18. Ciclos del Momusi. El 11 de abril, Los Musiqueros; el 18, Tierra en Flor; el 25, El Resorte. Biblioteca Nacional, Agüero 2052, domingos, a las 12.

Cuando quemaron el circo de Brown En su formidable diatriba contra la ciudad de Buenos Aires (“el primer impedimento para intuir nuestra historia”), La cabeza de Goliat, Ezequiel Martínez Estrada (1895-1964) evocó un triste episodio que oscureció los festejos del Centenario de 1910. Dejémosle la palabra, que él manejaba como nadie, con su peculiar estilo. “Entre los más ilustres precursores del teatro nacional, que no nació de los dramas de Calderón ni de las comedias de Moreto, sino de los melodramas cabalgantes, estaba el Circo Arena, de los hermanos Chiarini, el de los hermanos Amato, el de Pablo Rafetto, el PodestáScotti y el de Anselmi […] El cocoliche, único papel compatible con la jerga bilingüe del director, señaló con su mueca grotesca a la Frank Brown dramaturgia nacional, hasta el punto de instaló su constituir en el sainete, el argumento y carpa en un la gracia […] Es fácil verlo aflorar [se refiebaldío de la re al circo] en las novelas y en los sketches calle Florida radiotelefónicos, y en las actitudes espontáneas del hombre de la calle en la multitud. Las ciudades viejas y los pueblos nuevos tienen su circo arqueológico en el subsuelo.”

Los Musiqueros, en el ciclo del Momusi

Momusi, que pasó de seis a 25, llevó también a multiplicar las actividades, que van más allá de los escenarios. Como la participación en el programa interministerial Primeros Años, por el que se distribuye discografía de los grupos en instituciones educativas de todo el país, actividad que el Momusi propone acompañar con talleres y recitales a cargo de los mismos músicos, como ya está haciendo en Caleta Olivia, en convenio con la universidad local. Y dentro del mismo Momusi, se plantea un mayor intercambio de experiencias y reflexiones en talleres internos que se realizan mensualmente. “Necesitamos encontrarnos más para analizar qué estamos haciendo; nosotros también nos vemos llevados a entretener”, dice Corral. Para Daniel Viola, gestor de gran parte de las iniciativas que convocan a los músicos de los niños, llegó, además, el momento de indagar más en la búsqueda de poesía para alimentar las letras de las canciones. Habrá oportunidad para ello, seguramente, en agosto, cuando se realice en Buenos Aires el 7º Encuentro Nacional de la Canción para Niños, organizado por el Momusi. Daniel Viola sueña, en tanto, con una movida mayor: establecer en el Festival de Cosquín un segmento dedicado a la música infantil, pero sin perder el rumbo de eso que María Teresa Corral llama “la otra música”, o, como dice el mismo Viola, “sin pretender competir con Disney”.

Por Ernesto Schoo

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(Piedra libre) N Virus y bacterias. Sol Canesa y Emiliano Larrea, los conductores del programa de TV infantil Paka Paka, que emite Encuentro, se calzan los guardapolvos de los científicos Dardo Win y Luz Violeta para atajar el asedio de virus y bacterias, en el estreno de Ciencia con experiencia, obra escrita por Leonardo Basso. Auditorio Hugo del Carril, Rawson 42, los domingos, a las 15. Entrada libre. N Buenos vecinos. Una pared, pero también miedos y prejuicios, separan a los vecinos, hasta que empiezan a vincularse unos con otros, en La arena y el agua, escrita, dirigida y protagonizada por Héctor Presa. En La Galera, Humboldt 1591, los domingos, a las 17.30. Entrada: $ 25; menores de 2 años, $ 6. N Magia. La maga es, a la vez, ilusionista y protagonista de un viaje en el unipersonal de Cecilia Zenobi, con música en vivo de Laura Dos Santos. Liberarte, Corrientes 1555; los sábados, a las 17. $ 20. N Trinos orientales. La historia del emperador de la China que quiere capturar el

Los actores de Paka Paka

canto de un ave. El Ruiseñor, una cuidada puesta de la titiritera Eva Halac, retoma el cuento de Hans Christian Andersen, con música china y de Schubert. Manzana de las Luces, Perú 272, los sábados y domingos, a las 19.30. $ 25. N El nuevo. En Piquiyí, un pajarraco demasiado bueno sufre lo que es ser el nuevo del barrio hasta que se encuentra con la titiritera, que lo ampara. Dirigida por Aidé Andreone. Museo Argentino del Títere, Piedras 905, los domingo, a las 16 y a las 17.30. $ 15 (menores de 3 años gratis).

“Cuando la celebración del Centenario, en 1910, Frank Brown levantó su carpa en un baldío de la calle Florida. Quería asociarse así, el clown que a tantos hombres serios de hoy hizo reír, a las festividades nacionales, como Lugones y Darío con sus poemas. A semejanza del juglar de Notre Dame, él no podía ofrecer en su devoción otra cosa del alma que algunas piruetas. La juventud no lo entendió así. Juzgó que era una afrenta a la ciudad y a la fecha, sobre todo desde el punto de vista de la ornamentación, profusa de gallardetes y de luces […] El pobre circo de madera y lona, en la calle Florida y cerca del Jockey Club, parecía una barraca antigua y evocaba alguna novela de Hugo, que muchos habían leído, y los viejos conflictos entre el pueblo incivil y el clero. Aquellos seculares conflictos del año 1792, por ejemplo, cuando desde el Convento de los Capuchinos se arrojaron cohetes incendiarios sobre el techo de totora de la Casa de Comedias, en la antigua Ranchería. Reacción condigna contra los ultrajes a la moral. El circo de Frank Brown no sólo atentaba contra la arquitectura, sino que metía al cocoliche en la epopeya. Los jóvenes se pusieron de acuerdo con los bisabuelos y lo quemaron de nuevo en un auto de fe, ciento dieciocho años después. Frank Brown había repartido caramelos a los mismos enemigos de esta vez, los había hecho cabalgar en su asno blanco por la pista, había hecho piruetas para ellos, como un padre en su casa, y ése era el pago. Las llamas destruían con el sentido alevoso de una demolición. A Frank Brown lo quemaron vivo por hereje: le quemaron el circo, que era como quemarlo a él en efigie.”