El Hombre. Su naturaleza y su lugar en el mundo - Amazon Web ...

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Existe un ser vivo, el hombre, unn du ( ii yas propiedades m is importantes coututiin en tener que adopter una postura con lu'. pecto a si mismo, es decir,' con rospm lo u los impulsos y propiedades que porcilm cn si mismo y tambien con respecto a su m mu mejantes, los d em is hombres, y.i ( |u u ul modo de tratarlos dependeri do lo i|uu piense acerca de ellos y de lo quo pmnMu acerca de si mismo. Esto significa (|Uu ul hombre tiene que dar una interproiacM'm de su ser y, partiendo de ella, tomar iinu posicibn y ejercer una conducta con i u m pecto a si mismo y a los dem is. Por t a n i o la necesidad que el hombre experimoni.i du interpreter su propia existencia humani...... es, en modo alguno, puramente todfic.i El hecho de que el hombre se entiend.i .1 mi mismo como creacibn de Dios o bion ( o mo un mono que ha tenido bxito, est.iblu cetci una clara diferencia en su compoit.i miento con relacibn a hechos roalos. 1 .1 primera de esas posibilidades, que ..... que el hombre provenga de Dios, no um cientifica, y la segunda, que.lo rernito .ii animal, es equivoca, como veremos, piiM 1 samente desde el punto de vista cientlluo Sin embargo, es curioso que ambas pun. pectivas tengan un presupuesto comun que el hombre no puede ser comprondido desde si mismo; que sblo puede descnlm se o interpretarse con categorias oxtrahu manas. Y aqui radica el interes del presento libro creo que ese presupuesto no es necosaiio, que es posible desarrollar una concupr.lOn de la esencia del hombre que se sirva du conceptos muy. especificos y sblo apli cables a este objeto, Esta obra es filosbfica y cientifica; so man tiene con mucho cuidado dentro del I'lmbi to de la experiencia, del analisis de hil iliod o resultados que estin al alcance do i.ual quiera. En todo caso, queda claro quu moIo se presentan los hechos descritos aqiil ba jo el presupuesto de que se prescindu iui| nicamente de la metafisica. El hotnbui ij' un campo de investigacibn, en ol quo aun hoy dia puede observarse un nutnoro indu terminado de fenbmenos a los quo tnd.iuia no se les ha dado nombre.

COLECCION “ HERM ENEIA” 1. 4. 5. 7. 8. 9. 10.

Quintanilla, Z)/cdonar/o de filosofia contempordnea, 3 A ed. Feyerabend-Hanson, Filosofia de la ciencia y religion. Lucas Hernandez, Antropologias del siglo XX, 3.® ed. Gadamer, Verdady metodo, 2.® ed. Levinas, Totalidad e infinito. G6mez-Heras,Sociedady utopia en E. Bloch. Savater, La piedad apasionada.

11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20.

Ladriere, £ / reto de la racionalidad. Antiseri, Analisis epistemoldgico del marxismo y delpsicoandlisis. Sadaba, Filosofia, Idgica, religion. Ricoeur-Aguessy, El tiempo y las filosofias. GeUen, El hombre, 25 ed. Ricoeur-Larre, Las culturasy el tiempo. Vazquez, Freudy Jung: dos modelos antropoldgicos. Cencillo, Ultima pregunta. Paradojas de la madurez y del poder. Girard, El misterio de nuestro mundo. Simon,La verdad cofno libertad.

21. 22. 23. 24. 25. 26. 27.

Vazquez, Psicologia de la personalidad en Jung. Bandxna, Principios de modificacion de conducta. Alvarez Turienzo, El hom brey su soledad. Castafieda-lnoue, Ser hombre. Antropologia filosofica. Cortina, Razon comunicativay responsabilidad solidaria. Levinas,De otro modo qUe ser o mds alld de la esencia. Miranda, Ape/o a la razon.

EL HOMBRE SU N A TU R A LEZ A Y SU L U G A R EN EL M U N D O

HERMENEIA 15

Arnold Gehlen

El hombre Su naturaleza y su lugar en el mundo SEG UN DA E D IC IO N

Ediciones Siguem e - Salamanca 1987

Titulo original: Der Mensch Tradujo: Fernando-Carlos Vevia Romero © Athenaion Verlag GmbH, Frankfurt 1974 © Ediciones Si'gueme, S. A., 1980 Apartado 332 - 37080 Salamanca (Espana) ISBN: 84-301-0799-1 Deposito legal: S. 177-1987 Printed in Spain Imprime: Graficas Ortega, S. A. Poli'gono El Montalvo - Salamanca 1987

Contenido

Introduccion ... 1.

El hombre en cuanto problema biologico de especiales ca­ racteristicas ............................................. 2. Rechazo del esquema de los grados ... 3. Primer concepto del h o m b re .................... 4. Prosecucion de la misma vision teorica 5. Accion y le n g u a je ..................................... 6. Accion y p u lsio n e s..................................... 7. El superavit pulsional y modo de dirigirlo 8. La ley de la descarga. El papel de la conciencia 9. El animal y su medio ambiente. H erder como precursor

La

e s p e c ia l u b ic a c i6 n

10. 11. 12.

P

14. 15. 16. 17. 18. 19. 20.

d e l h o m b r e ...

Los «.primitivismos» de los organos La teoria de Bolk y otras alines ... La cuestion del origen del hombre

35 45 52 57 64 70 83

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...

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Procesos ciclicos elementales en el intercambio y trato con el m u n d o ................................................................................ C o n tin u a c io n ................................................................................. Limites operacionales de los a n im a les..................................... Gestalten opticas y simbolos ............................................. Kinefantasia y estetofantasia..................................................... Simbolica c in e tic a ....................................................................... Dos raices del le n g u a je ............................................................... La tercera raiz del lenguaje: reconocim iento....................

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e r c e p c i6 n ,

13.

m o rfo l6 g ic a

9

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m o v im ie n t o ,

l e n g u a je

21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37.

Teoria del juego. Cuarta raiz del le n g u a je .................... Ampliacion de la experiencia ..................................... Experiencias cineticas s u p e rio re s..................................... Gestos fonicos. Q uinta raiz del le n g u a je .................... Acciones planificadas ............................................................ Repeticion de los fundamentos del lenguaje ............ Elementos del le n g u a je ...................................................... Los motivos originales del progreso del lenguaje ... Efectos retroactivos; la i d e a .............................................. Efectos retroactivos: equiparacion del mundo exterior el in t e r i o r ....................................................................... El pensamiento afono ...................................................... Problemas acerca del origen del le n g u a je .................... El desarrollo superior del le n g u a je ............................. Fantasmas propios del le n g u a je ..................................... Conocimiento y v e r d a d ...................................................... Certeza experimental irracional ..................................... Sobre la teoria de la fantasia .....................................

L e y e s p u ls io n a le s . C a r a c te r .

38. 39. 40. 41. 42. 43. 44.

El

p ro b le m a d e l e s p ir i tu

Rechazo de la doctrina sobre los impulsos ... Dos leyes pulsionales. El h i a t o ..................... Apertura al mundo de las p u ls io n e s ........... O tras leyes referentes a los im p u lso s............ El superavit pulsional. Ley de la autodisciplina El caracter............................................................. Algunos problemas del e s p i r i t u ....................

241 250 261 267 274 278 282 290 296 302 311 315 323 335 342 356 372

385 385 391 397 410 418 434 448

Introduccion

1.

El hombre en cuanto problema biologico de especiales carac­ teristicas

La necesidad experimentada por el hombre que reflexiona de interpretar su propia existencia humana no es puramente teorica. En efecto, segun las conclusiones que se sigan de esa interpreta­ cion, se hara visible o quedara oculto un tipo u otro de tareas. El hecho de que el hombre se entienda a sf mismo como creacion de Dios o bien como un mono que ha tenido exito, establecera una clara diferencia en su comportamiento con relacion a hechos reales. Tambien en ambos casos se oiran muy distintos tipos de mandatos dentro de uno mismo. Naturalmente las religiones, las ciencias, los modos de entender el mundo, no salen airosos cuando tratan de responder a esta cuestion sobre la esencia del hombre, pero acostumbran a ofrecer una respuesta o al menos ciertos puntos de vista desde los cuales pueda avizorarse alguna, no produciendose ninguna concordancia, ya que las respuestas pueden excluirse unas a otras como en el ejemplo que acabamos de mencionar. Habrfa que intentar aprovechar estas circunstancias precisa­ mente cuando quisieramos determinar la esencia del hombre, que vendrfa a ser algo asf: existe un ser vivo, una de cuyas propiedades mas importantes es la de tener que adoptar una postura con res­ pecto a sf mismo, haciendose necesaria una «imagen», una formula de interpretacion. Con respecto a sf mismo significa: con respecto a los impulsos y propiedades que percibe en sf mismo y tambien con respecto a sus semejantes, los demas hombres, ya que el modo

de tratarlos dependera de lo que piensa acerca de ellos y de lo que piensa acerca de si mismo. Pero esto significa que el hombre tiene que dar una interpretacion de su ser y partiendo de ella tomar una posicion y ejercer una conducta con respecto a si mismo y a los demas, cosa que no es tan facil. Sin embargo se hace necesaria una respuesta, ya que, de lo contrario, podria darse la impresion de que podemos permanecer «neutrales» en esta cuestion sin necesidad de decidirnos por nin­ guna de las formulas en disputa. La primera hace que el hombre provenga de Dio?, la otra del animal. La primera no es cientifica y la segunda, como veremos, es equivoca, precisamente desde el punto de vista cientifico. Por otra parte, es curioso que ambos puntos de vista tengan un presupuesto comun, a saber: que el hombre no puede ser comprendido desde si mismo; que solo puede describirse o interpretarse con categorias extrahumanas. Y aqui se inserta el interes del presente libro: yo creo que ese presupuesto no es necesario; que es posible desarro­ llar una concepcion de la esencia del hombre, que se sirva (para decirlo con terminos tecnicos) de conceptos muy especificos y solo aplicables a este objeto. Tal orientacion de la investigacion queda justificada si conservamos en la memoria esta pregunta:
con razon tienen un doble sentido. En primer lugar significan, que todavia no hay ninguna explicacion de que sea el hombre; y en segundo lugar, que el ser humano esta en alguna manera «inacabado», no esta «establecido con firmeza®. Ambas afirmaciones son acertadas y podemos admitirlas. Con lo dicho hemos dado una primera indicacion sobre el con­ tenido de este libro. Lo iremos aclarando en paginas sucesivas. La presente obra es filosofica y cientifica; se mantiene con mu­ cho cuidado dentro del ambito de la experiencia, del analisis de hechos o resultados que estan al alcance de cualquiera o que cualquiera puede experimentar. En comparacion con la intensidad que hoy dia puede alcanzar la iluminacion producida por la reflexion, las aserciones metafisicas tienen una fuerza de persuasion muy limi­ tada y sobre todo tienen muy poco poder autentico, motivador y determinante de las acciones de los hombres reales. En compara­ cion' con el volumen del conocimiento objetivo a nuestro alcance, que muy a menudo contradice a su propio orden carente de contradicciones, las aserciones de estilo elevado, formuladas co­ mo verdades abstractas, apenas pueden mantenerse en pie. Ine­ vitablemente plantean ulteriores preguntas; a saber: a traves de que experiencias internas y externas se han ido abriendo ca­ mino y por tanto por cuales estan limitadas, y dentro de que tradiciones o revoluciones hay que entenderlas/ La ciencia empiricoanalitica tiene la ventaja de que todavia hoy puede apoyarse en una conciencia indiscutible y autosuficiente, pero ha de pagar con la contrapartida de que sus afirmaciones sean fragmentarias. Tam­ bien la representacion propuesta aqui es unilateral o en todo caso multilateral, por lo tanto abocada a criticas o, mejor aun, a ser complementada. En todo caso, queda claro que solo se presentan los he­ chos descritos aqui bajo el presupuesto de que se prescinde tecnicamente, por decirlo asi, de la metafisica. El hombre es un campo de investigacion, en el que aun hoy dia puede observarse un numero indeterminado de fenomenos antes nunca vistos y a los que toda­ via no se ha dado nombre. El tema «espiritu® es el primero que exige una postura meta­ fisica. Los problemas que aqui se presentan son de tal manera complicados, dificiles y polifaceticos, que cualquier tipo de formula simplista resulta ingenua. ,iA quien pueden convencer tesis globales sobre el espiritu, que ignoran, por ejemplo, el problema de las ideologias o del relativismo? 11

Estas grandes cuestiones no se encuentran de modo directo a lo largo de este libro, de manera que el hecho de dejarlas a un lado tiene el sentido positivo de reservarlas para un estudio poitenor. Sin embargo en la ultima parte de este libro hay una exposicion de las cuestiones fundamentales, con la amplitud que puedo dedi­ carles hoy dia. Volviendo ahora a la linea directriz de esta introduccion, he­ mos de deiinir precisamente la «posici6n especial* del hombre. Seria una ventaja que pudiesemos fundamentar para ello el pun­ to de vista popular generalizado, que califica de «animal» a todo lo que no es hombre, desde el gusano hasta el chimpance, y lo separa del hombre. ,;En que se funda el derecho a hacer esa dis­ tincion? puede mantenerse aun en el caso de estar de acuerdo con los principios fundamentales de la teoria de la evolucion? Del mismo modo que la anatomia es una ciencia general de la estructura del cuerpo humano, tiene que ser tambien posible una concepcion total del «hombre». Dado que nunca nos asalta la duda de si un ser es hombre o no; y que ademas el hombre forma real­ mente un autentico genero, tenemos razon para esperar que haya un objeto inequivoco para una antropologia general. Desde el punto de vista de la logica habria de anteponerse a cualquier an­ tropologia particular, sobre todo a las teorias sobre las razas, aun­ que tambien a la psicologia y a toda ciencia que por principio tratase solamente un aspecto del hombre. Por eso, a mi modo de ver, no trataria expresamente los problemas de esas ciencias especiales, asi como la anatomia general tampoco se ocupa de las caracteristicas anatomicas especiales de las razas. Si habiamos de una posicion especial del hombre, hay que indi­ car de que se distingue el hombre. Por eso no hemos dejado el mas minimo resquicio al realizar la comparacion entre las propieda­ des y capacidades del hombre y las de los animales, pero tales comparaciones no han sido situadas, como se ha hecho casi siempre, dentro del punto de vista preestablecido de hacer proceder las primeras de las ultimas en virtud de la disponibilidad ilimitada del concepto en que consiste el planteamiento antropobiologico? Consiste solamen­ te en la pregunta acerca de las condiciones de la existencia del ser humano. Observamos detenidamente ese ser, especial e incompara­ ble, al que faltan todas las condiciones vitales del animal, y nos preguntamos: (>ante que tareas se halla tal ser, si quiere simple­ mente mantener su vida, prorrogar su supervivencia, sacar adelante su existencia? Y mostraremos (a traves de largas y dificiles investi­ gaciones, pero siempre bajo un mismo pensamiento fundamental) que aqui se involucra de modo logico y necesario, nada menos que toda la amplitud de la interioridad humana elemental, a saber: pensamientos y lenguaje, la fantasia, las pulsiones, formadas de un modo especial, que no tiene ningun animal, una movilidad y una 17

motorica unicas. Iremos examinando todas esas caracteristicas por separado, en lo que tengan de observable, y luego se explicaran mutuamente, remitiendolas a otras. Es necesaria una maravillosa estructura de operaciones, sumamente complicada, a fin de que un ser de esta concreta constitucidn corporal pueda vivir todavia manana, y la semana proxima, y el ano que viene. Tal es el aspecto de la investigacion biologica^cuando se trata del hombre. Antes hemos dicho que el hombre es el animal todavia no aca-l bado, en cierto modo no esta «fijado con firmeza®. Es, como diji­ mos tambien, un ser que encuentra ante si y en si mismo una tarea, y precisamente por eso necesita una interpretacion de si. De eso se ha tratado siempre y eso es lo que esta en juego aqui. Ahora podemos ampliar un poco mas esas afirmaciones: la naturaleza ha concedido una posicion especial al hombre, o, dicho de otra ma­ nera, en el hombre ha intentado una direccion de la evolucion no existente antes, no probada todavia, ha deseado crear un nuevo principio de organizacion. Es propio de ese principio que el hom­ bre encuentre ante si, en su mera existencia, una tarea; que su exis­ tencia se transforme en su propia tarea y actividad; dicho de ma­ nera muy simple: para el es ya una realizacion considerable el hecho de vivir aun el proximo ano, y para lograrlo ha de emplear todas sus capacidades. [Que «no esta establecido con firmeza® quiere decir, que «estan a su disposicion sus propias aptitudes y dones para existir®; tiene un comportamiento con relacidn a st mismo, de un modo absolutamente necesario, como no lo hace ningun ani­ mal. Como suelo decir,,no_yiyej_sinQ que guta su vida. No en broma, ni por el capricho de reflexionar, sino por autentica necesidad. Si la naturaleza entrego a un ser a todos los peligros de posibles alteraciones o extravfos que se encierran en ese «no estar firmemen­ te establecido®, en esa obligacion de afirmarse a sf mismo y de dis­ poner de sf mismo, tuvo que existir un motivo muy serio. Y lo hay en el riesgo de una physis, que contradice todo tipo de ley organica bien acreditada entre los animales. Cuando se quiera calificar de biologico a un modo de observacion o estudio, este tendra que realizarse colocando a un ser ante la pregunta siguiente: ^en virtud de que medios existe propiamente? Si se hace esto, se abrira un campo extraordinario a una ciencia completamente nue­ va: a una ciencia de la totalidad del hombre. En efecto, se podrfa mostrar por que la especial corporalidad biologica y anatomica del hombre hace que su inteligencia sea necesaria y que funcione de 18

un modo muy determinado; se__godria mostrar como el lenguaje continua un sistema de conexiones de movimiento y percepcion situadas muy profundamente; como se construyen el pensar y el imaginar; como el incomparable mundo de percepciones del hombre concuerda con todo esto. La estructura pulsional, absolutamentei no-animal y unica, pertenece a tal ser, y hay un solo pensamiento-| sistema que nos permite organizar el abundante material que posee- ] mos de conocimiento real y objetivo, Asi pues, queremos estable­ cer un sistema de relaciones mutuas, esclarecedoras, de todas las ca­ racteristicas esenciales del hombre, desde el caminar erecto hasta la moral, por decirlo asi, ya que todas esas caracteristicas forman un sistema, en el que se estan presuponiendo mutuamente: un fallo, una desviacion en un punto, haria a la totalidad incapaz para la vida. Queda excluida la pregunta acerca de las «causas»; no existe ninguna dependencia causal de una caracteristica con respecto a las demas: la inteligencia no ha «producido» el lenguaje; .o, al reves, el caminar erecto no ha producido la inteligencia. Este ser es un proyecto unico de la naturaleza, y a su viabilidad vital pertenecen esas propiedades y precisamente en las relaciones mutuas que he­ mos de mostrar. Tambien mostrare en la primera parte que esta ubicacion especial del hombre dentro de la teoria clasica de la evo­ lucion es un problema que no puede ser pasado por alto y lo mos­ trare en teorias concretas. Desde el punto de vista metodico es necesario observar aqui que el concepto de «causa» ha de desaparecer por completo. Solo tiene un sentido definido en aquellos casos en que se puedan aislar cada uno de los componentes, e^ decir, solo dentro de las ciencias auten­ ticamente experimentales.'En otro caso se tratarla de un concepto de tipo «cortocircuito», consistente la mayoria de las veces en que de todo un complejo se aisla una caracteristica y se coloca como «causa» de ese complejo del que fue aislada. Asi por ejemplo, cuan­ do se dice que el empleo de la mano es la causa del fuerte desarro­ llo del cerebro, y este la causa de que llegue a existir el hombre, o bien que el ir desapareciendo los arboles de las selvas primarias donde se refugiaban los animales del final del terciario, es la causa del famoso «descenso» de los arboles, y este a su vez la causa del caminar erecto, etc. Existe un modo parecido de tratar el asunto que evita tambien las faltas inherentes a ese «preguntarse por las causas», situandose desde un principio dentro de nuestra manera de plantear la cues19

tion; consiste en ir descontando de la suma total de condiciones. iPor tanto, se formula asi: sin A no hay B; sin B no hay C; sin C no hay D; etc. Cuando la serie se repliega sobre si misma — sin N no hay A— entonces se ha conseguido una comprension total del sistema considerado, sin que ni por un momento la metafisica tuviera lugar para encontrar una causa. Se ve inmediatamente que este metodo de la «totalidad* del hombre, si es que existe, seria el unico adecuado; y, al reves, solo se habra demostrado esa totalidad cuando el metodo, que es el nuestro, tenga exito. Estas tesis fundamentales, mantenidas sin mutaciones desde la primera edicion, no han protegido a esta obra de ciertos malentendidos, que se agrupan en torno a un modo de entender denominado «biol6gico». Es comprensible que este concepto, como consecuencia del mal uso que se ha hecho de el, sea uno de aque­ llos que despiertan mas susceptibilidades. Pero dificilmente podria suplirsele: en efecto, las palabras «cientificovital» o «vitalistico» contienen no menos equivocos. Por eso hay que acentuar, una vez mas, que la conciencia, el mundo de las representaciones, el len­ guaje, no han de hacerse «proceder» de procesos corporales o han de «atribuirse» a ellos; y que el arte, la religion, el derecho, no pueden entenderse como puros reflejos de la vida organica. El metodo de estudio aqui elegido, que hemos calificado de biologico, consiste mas bien en considerar las funciones superiores — como fantasia, lenguaje, pensamiento, etc.— en sus realizaciones. Una investigacion paralela muestra la ubicacion particular, clara­ mente delimitada, del hombre en sentido morfologico, es decir, en un sentido mas estricto que el biologico. En este punto surge la cuestion siguiente: ccomo puede mantenerse en la vida un ser tan desvalido, necesitado y expuesto? Se muestra entonces que aque­ llas funciones superiores aparecen (al plantear esta cuestion biolo­ gica en sentido amplio) como necesidades vitales; es decir, que «entran a formar parte* de aquella ubicacion morfologica especial. Ambas sejries de pensamientos confluyen por eso en el concepto de accion (Handlung). Un analisis empirico y minucioso de este muestra a cada paso autenticas estructuras, es decir: categorias, que contienen el conjunto de lo corporal y lo animico, y, decirnos nos­ otros, limitan entre si en ciertos puntos de condensacion. Ese con­ junto, en si mismo, es trascendente a nuestro conocimiento. De el

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vale lo que le dice Heisenberg «la realidad se presenta a nuestro pensamiento en primer lugar en capas o estratos separados, los cuales, por decirlo asi, se conexionan entre si en un espacio abs­ tracto detras de los fenomenos*, de tal manera que «todo conoci­ miento, en cierta manera, ha de estar suspendido sobre una profun­ didad sin fondo*. Por otra parte esa conexion se realiza continuamente: por ejemplo, en cada uno de los movimientos del brazo re a -)t. lizado con voluntad de hacerlo; por tanto, es un hecho y una expe­ riencia. Cabe esperar que el analisis de las acciones realizadas por el hombre puedan iluminar, al menos aproximativamente y desde las orillas, el mas oscuro de todos los «espacios abstractos*. Quisiera aducir un ejemplo. Se refiere a la categoria fundamen­ tal de la «descarga» [Entlastung). El pensar, imaginar y fantasear descansa, como mostraremos despues, sobre una amplia infraes­ tructura de funciones «sensomotoras», que discurren a traves de las manos, los ojos y el lenguaje. Seria una simplificacion intolerable que, por esa razon, alguien quisiera «reducir» las primeras a estas ultimas, o hacerlas «surgir» de ellas. Por otra parte, no cabe duda sobre la existencia de esa fundamentacion. La categoria de la Ent­ lastung, que se incardina aqui, quiere decir solamente que las fun­ ciones del pensamiento y de la fantasia logran su movilidad en las experiencias elementales tactiles y visuales, ornadas con palabras; que las experiencias alii desarrolladas se contimian en una for­ ma, por decirlo asi, mas descansada y mas libre; y que ciertas es­ tructuras de ambas esferas son identicas, como puede comprobarse. Esas funciones superiores podrian, como lo expreso N. Hartmann en una excelente recension de este libro «sobrepujar el aparato del lenguaje, dejandolo atras; pero por eso mismo podrian haber lo­ grado tambien gracias a el por primera vez la libertad de todas sus posibilidades*. En Bergson se encuentra un enfoque de la categoria de la des­ carga que sigue la misma direccion: «En los hombres, un habito de movimiento puede mantener a raya a otros habitos-de-movimientos, y asi, superando el automatismo, dejar en libertad la conciencia*. En este esquema, el problema del pensamiento y el lenguaje, len­ guaje y accion esta de tal manera planteado que se presta perfecta­ mente a un estudio analitico, siempre que esa accion este en el punto central. 1. 2.

Die Einheit des naturw. Weltbildes, 1942, 32. Bl. f. dt. Philos. 15 (1941).

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Volvamos a cuestiones mas generales. Entendemos aqui las funciones superiores como pertenecientes a los condicionamientos bajo los cuales un ser tan expuesto como el hombre se hace real­ mente capaz de vivir. En principio nada puede objetarse contra es­ te punto de vista que aqui llamamos biologico, con tal de que siga siendo elemental. No se pueden tratar todos los problemas de una vez; ya veremos en otro lugar como se modifica este punto de vista cuando se refiere a la superestructura espiritual de sociedades completas.iPero aqui podemos mostrar ya que nuestro punto de vista opera de modo totalmente contrario o aquel que trabaja con una «reduccion» o atribucion del ambito espiritual-animico al organico.J En efecto, constantemente observamos que lo que se acostumbra a reservar y atribuir unicamente a aquellas funciones, esta ya «tomado en cuenta con antelacion» en los estratos o capas vi­ tales.; Las funciones vegetativas, sensoriales y motoras trabajan, como es evidente, con mas componente espiritual de lo que el idealismo quisiera conceder y de lo que' el materialismo podria con[ceder. Precisamente por eso, no puede uno imaginar aquellas fuhciones supremas en un organismo estructurado de cualquier mane­ ra; y por eso son en ultimo termino incomprensibles, si no se po­ nen en relacion con la ubicacion organica especial del hombre. Si el hombre aparece en estas circunstancias, en comparacion con el animal, como un «ser de carencias®, tal calificativo acentua una relacion de comparacion; tiene por tanto solamente un valor transitorio; no es un «concepto sustancial®. Este concepto quiere decir exactamente lo que H. Freyes ®objeta contra el: «De un mo­ do ficticio se supone que el hombre es un animal, para encontrar despues, que, como tal, es sumamente imperfecto e incluso impo­ sible®. Precisamente eso es lo que debe salir de este concepto: que la estructura supraanimal del cuerpo humano resulta en cojnparacion con el animal y dentro de una vision estrictamente biologica, paradojica y por eso se contradistingue. Por supuesto que con este calificativo el hombre no queda plenamente definido, pero si queda senalada su ubicacion especial desde un punto de vista estrictamen­ te morfologico. 2.

Rechazo del esquema de los grados

Ahora es necesario echar una primera y muy instructiva mirada panoramica sobre la totalidad de las exposiciones que se van a ha3.

22

Weltgeschichte Europas I, 1949, 169.

cer, a fin de que el lector llegue a las mismas con ideas concretas. Mostraremos ya aqui un bosquejo del «esquema antropologico®, puesto que constituye el pensamiento conductor de todas las in­ vestigaciones subsiguientes mas precisas, las cuales se limitan a lle­ var a la practica ese esquema. Pero en primer lugar es necesario realizar antes un trabajo negativo breve, para deshacer un prejuicio que probablemente se presenta con una especie de naturalidad al tratar la relacion entre el hombre y el animal. Encontraremos ese prejuicio en el conocido libro de Scheler, La posicion del hombre en el cosmos, donde se apoya en las ideas si­ guientes: de la conducta instintiva (conducta que transcurre si­ guiendo un ritmo determinado, pleno de sentido, no adquirido, y que sirve a la especie) surge tanto lo habitual como lo inteligente. El comportamiento o conducta habitual es propio de todo ser vi­ vo, que cambia su conducta, lenta y acompasadamente, de un modo sabiamente dirigido y al servicio de la vida, sobre la base de experiencias anteriores, en estrecha dependencia del numero de intentos y de los llamados movimientos de tanteo. Siempre que un animal retenga movimientos de tanteo que tuvieron exito, y los ejercite, se formara un habito; la memoria asociativa se encontraria tambien incluida en aquella facultad. Este principio se vincula es­ trechamente desde el comienzo con la imitacion de actos y movi­ mientos, y, sin comprometernos en clasificaciones poco seguras, se puede decir que una conducta en la que pueden observarse ejercicio, habito, imitacion y memoria, se distingue suficientemente de otras mas primitivas instintivas, asf como de las inteligentes. Siem­ pre que la naturaleza haga surgir esa nueva forma ffsica, le dara una ayuda para los nuevos peligros que ahora son posibles, a saber: la inteligencia practica y la capacidad de encontrar lo ventajoso. Un ser vivo se comporta de modo inteligente cuando lleva a cabo una conducta analoga nueva, frente a situaciones que no son tfpicas, ni especifica ni individualmente; cuando soluciona de repente una ta­ rea nueva pulsional interesante. Se trata de una vision que se introduce en un hecho de nueva especie el cual es completado por la anticipacion; por la circunstan­ cia de una planificacion posible, vivencia que inmediatamente pasa a un actuar imaginativo y creador. Si atribuimos esta capacidad a los simios superiores, cosa que apenas se puede dudar, surge enton­ ces la pregunta de si sigue existiendo todavfa una diferencia esen­ cial entre el hombre y los animales. 23

Scheler contesto afirmativamente a esa pregunta con la idea de que el nuevo principio que hace hombre al ser humano es total­ mente contrapuesto a toda vida; se halla fuera de todo lo que po­ demos llamar vida: es el espiritu. La esencia del espiritu en su desvinculacion existencial; su separabilidad de cauces y de la dependencia propia de lo organico. Tal ser espiritual no estaria ligado ya a la pulsion y al medio ambiente, sino liberado del entorno o abier­ to al mundo; podria levantar a los que en un principio eran solo centro de resistencia dentro del medio ambiente y transformarlos en objetos, realizando el acto de la ideologizacion; a saber: separar fundamentalmente esencia y existencia. El hombre, mediante un acto ascetico de contencion de sus inclinaciones pulsionales hacia las cosas podria levantar la impresion de realidad del mundo y aprehender asi el puro ser de las cosas, precindiendo de su existen­ cia, y en virtud de ese punto de vista dejarse determinar en un mero comportamiento de ser asi. En efecto, la existencia (ser-ahi) de las cosas vendria dada por la vivencia de la resistencia de las mismas frente a nuestra vida pulsional y llena de afanes; pero el hombre seria capaz de quitar su fuerza a esa presion de la vida (en relacion a la cual el mundo aparece sobre todo como resistencia o estimulo) y sublimar luego esa energia pulsional reprimida a fin de edificar indefinidamente aquellos actos espirituales que abarcan la pura esencia y el ser-asi de las cosas. Es decir: el espiritu viviria de las fuerzas que no son transformadas en el mundo, que le son quitadas; se moveria fuera de la vida y a costa de la vida. Dice Scheler que «s61o el hombre puede saltar fuera de si en cuanto ser vivo y desde un centro situado por asi decir fuera y mas alia del mundo espacio-temporal hacer de todo y tambien de si mismo un objeto de su conocimiento. Pero ese centro, desde el cual realiza el hombre los actos, a traves del cual objetiviza el mundo, su cuer­ po y su psique, no puede ser una parte de ese mundo». Por lo que puedo saber, la antropologia no ha ido esencialmen­ te mas alia de esta doctrina, ya que aun la doctrina programatica de la unidad cuerpo-alma-espiritu admite solo una ultima correccion, al nei admitir la tesis de la «extramundanidad» del espiritu. Sea dicho esto, solo como una preparacion. Fuera de eso, en la teoria de Scheler se esconde un prejuicio general: el del esquema de los grados, cuyos escalones serian instinto, costumbre o habito, in­ teligencia practica e inteligencia humana. Es esta una ordenacion enganosa, a la que no podemos confiarnos ya que entonces solo 24

existirian dos posibilidades: 1) solo existe entonces una diferencia gradual entre la inteligencia practica, que ya tienen los animales, y la humana. Es decir, se daria un paso continuo desde el animal al hombre, de tal manera que el hombre seria definido unicamente por un mayor enriquecimiento o refinamiento, por mayor compleji­ dad de las «propiedades» animales, tal y como defiende la teoria clasica del origen de las especies; 2) la diferencia entre ambas y lo esencialmente humano habria que buscarla en una condicion o dis­ posicion especial de la pura inteligencia; en alguna cualidad espe­ cial: el «espiritu». Este tendria que contraponerse obligatoriamente a todas las funciones que le preceden, incluyendo la inteligencia practica y, como se ve inmediatamente, quedando con ello desnaturalizado. La afirmacion (Scheler-Klages) de que el «esplritu» es extraviviente o superviviente, no dice nada nuevo. Simplemente expresa con claridad como se piensa cuando uno esta vinculado a un determinado esquema obligatorio. Si se sigue ese esquema de los grados, se deja pasar una posi­ bilidad que sin embargo es esencial: que la diferencia entre los ani­ males y los hombres consista en una ley estructural que impregne todo. Es decir, que el «estilo», o la forma de acontecer los movi­ mientos, las acciones, las manifestaciones sonoras, los actos de in­ teligencia, las vivencias pulsionales, etc., pudiera ser absolutamente diferente. Este modo de considerar las cosas es el que seguiremos aqui y quedara libre de toda duda, si podemos mostrar una unidad de la ley estructural que reine en todas las funciones humanas, des­ de las corporales a las espirituales. En ese caso, no habria que poner ya la diferencia solo en el «espiritu», sino que se podria mostrar en los modelos o formas del movimiento fisico. Vamos a definir (para dar una primera formulacion) al hombre como ser praxico (que actua, trata, comercia). De este modo, la descripcion que haciamos mas arriba del hombre como un ser que toma posiciones, que no esta acabado o fijado, que preceptua o da disposiciones (y dispone tambien de si mismo) se aclararla y ampliarla de un modo decisivo. Es clarisimo que esa definicion no puede aparecer dentro del esquema de los grados; es claro tambien como se halla mas alia de la cuestion de si el espiritu entra o no dentro de los presupuestos de tipo animal en el caso del ser humano. Pero en cambio si podemos (y vamos a mostrar) como la determinacion del hombre a la accion es la ley estructural que impregna o traspasa todas las funciones y operaciones humanas y que esa determinacion 25

es resultado clarisimo de la organizacion fisica del hombre. Un ser constituido fisicamente de tal modo solo puede vivir si actua; con eso hemos dado la ley estructural de todas las realizaciones huma­ nas, desde las somaticas hasta las espirituales. Asi pues, hay que desterrar en primer lugar la idea antiquisima (presente tambien en Scheler como telon de fondo) de que el hom­ bre reune en si esferas de vida que han sido construidas por separa­ do en la naturaleza. La idea viene a ser que en la naturaleza exis­ tirian seres instintivos inferiores; animales algo superiores con cos­ tumbres y memoria; otros todavia mas elevados con inteligencia practica, y por fin el hombre que uniria en si todos esos mundos, coronandolos con su espiritu humano; seria un microcosmos. De modo parecido pensaba ya Aristoteles y es ese esquema el que ha de ser descubierto y suprimido, ya que falsea desde un principio la relacion entre el hombre y los animales. En el esquema de Scheler hay dos series de ideas falsas. En pri­ mer lugar, la de que exista un orden evolutivo de operaciones que va desde el «instinto» hasta el espiritu humano. La segunda, que esa escala de operaciones se presente como una sucesion desde los animales inferiores a los superiores y de estos al hombre. Es conveniente que examinemos mas detalladamente ambas tesis. La nueva psicologia animal, representada sobre todo por Kon­ rad Lorenz * ha barrido las anteriores opiniones, representadas so­ bre todo por Spencer, Lloyd Morgan y otros. Esas opiniones mantenian que el «instinto» era el «escal6n anterior®, ontogenetico y filogenetico, de las operaciones espirituales superiores. En primer lugar, como muestran cuidadosos experimentos, hay dos tipos fun­ damentalmente distintos de procesos cineticos innatos y mantenedores de la especie: las reacciones de orientacion (que estan dependiendo de estimulos externos guias) y los movimientos instintivos. Cuando un sapo se situa, primero con los ojos y luego con peque­ nos saltitos, con todo su cuerpo simetricamente con respecto a una mosca antes de atraparla, esta realizando una reaccion de orienta­ cion (taxis). Cuando un pez mira con ambos ojos, y se orienta ha­ cia una larva de mosquito y al mismo tiempo evita una planta de agua situada en medio, esta resolviendo un problema concreto de espacio, el del «rodeo®, inmediatamente, es decir: sin un ensayo previo y sin una equivocacion. Existe pues un paso movible y fluc4.

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K. Lorenz, VSber die Bildung des Instinktbegriffs, 1937, 19-21.

tuante desde los mecanismos sencillos de orientacion hasta el com­ portamiento perspicaz y la inteligencia. Cuando el pez blenia [blennius) huye manteniendo al mismo tiempo su mirada en la direccion en la que viene el enemigo y en aquella en que esta su escondrijo, su comportamiento esta actuando «inteligentemente». Las reaccio­ nes de orientacion son probablemente las raices filogeneticas de mo­ dos de comportamiento complicados y variables y aunque aparecen al mismo tiempo que los instintos autenticos, no son reductibles a ellos; es decir: se distinguen totalmente de ellos. Por el contrario, los instintos autenticos son movimiento, o me­ jor, modelos o figuras de movimientos de un tipo muy especial, que transcurren en virtud de un automatismo innato y son dependientes de procesos de produccion de estimulos endogenos internos. En virtud de esa transformacion interna o reorientacion, los pajaros comienzan con sus movimientos instintivos para la construccion del nido, acarreando un material, que ni antes ni despues,existe para ellos; numerosas especies de animales producen las figuras cineticas exactisimas que preparan y realizan el apareamiento en las epocas de celo. Se puede demostrar la produccion interna de excitantes o estimulos de esas figuras cineticas innatas, muy especialmente en el caso de estimulos muy fuertes, por ejemplo el hambre. En caso de que les falte un objeto que les sirva de meta, pueden correr «en el vacio». Tal es el caso de la cria de estornino observada por Lo­ renz, que realizaba toda la serie de movimientos de la captura de una presa, incluyendo la persecucion de la presa (no existente) con los ojos, la cabeza, el revoloteo, la captura y el movimiento de tragarse la presa, todo ello sin existir el objeto. La cotorra criada aisladamente, que estaba en celo delante de un reclamo carente en absoluto de forma, parecia sufrir la alucinacion de las formas cor­ porales de una hembra de loro, ya que realizaba los movimientos concretos, normalmente correspondientes al lugar que hubiera ocu­ pado la cabeza de la hembra, como darle de comer y acariciarla suavemente cuando en realidad no habia visto nunca a tal hembra. Los movimientos instintivos (es decir: figuras o modos de com­ portamiento innatos y tipicos de la especie) son accionados o pues­ tos a funcionar normalmente por los objetos adecuados, que el ani­ mal encuentra en el mundo que lo rodea. Es decir, sus companeros de especie o pareja sexual, la presa, el enemigo, etc. O mejor di­ cho: no son accionados por esos objetos sino por ciertas «senales» sumamente especificas que hay en ellos, que podemos llamar «accio-

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nadores*. Un anade hembra, criada aisladamente, con la unica compania de cercetas, nunca habia mostrado reacciones sexuales frente a los machos. Pero cuando casualmente y solo a traves de una estrecha hendidura de la cerca vio un anade macho, respondio a la impresion de su vistoso plumaje caracteristico con una irrup­ cion explosiva de toda clase de acciones tipicas del celo de una hem­ bra. Otro ejemplo; en el caso de la reaccion instintiva de huida de la gallina silvestre, el accionador es el perfil simetrico e impresio­ nante del gavilan en vuelo. Un reclamo de carton con ese perfil acciono intensos movimientos instintivos en crlas de veinte dias de edad: el unico gallito avanzo con las alas desplegadas en posicion de defensa, mientras que las gallinitas corrlan hacia un refugio y se apretaban alll. A veces sirven de accionadores «senales* quimicas, aromas, cuando numerosos animales olfatean la presa o el enemigo; otras veces son signos acusticos (por ejemplo sonidos preventivos) u opticos: colores llamativos, abigarrados o formas simetricas y regulares. En otros casos, vuelven a ser «movimientos de senal*, es decir figuras cineticas desacostumbradas, impresionantes y ritmi­ cas. Como organo del «comportamiento impresionante* (H einroth) median­ te el cual un macho se hace «cognoscible» como tal a sus companeros y a las hembras, se encuentran en los calamares, aracnidos, teleosteos, reptiles y muohisiimos pajaros, ciertos organos que se abren en forma de abanico y muestran una gama abigarrada de colores. Una taxia cuida constantemente de que toda la superficie del organo de «impresion* desplegado (por ejemplo la cola del pavo real) se haJle vertical al eje visual de los companeros ae especie 5.

Los accionadores son en todos los casos tan impresionantes y especificos, que los investigadores pueden simularlos con reclamos artificiales y asi «aislar» experimentalmente los comportamientos instintivos para investigarlos. Tinbergen pudo accionar la reaccion de seguimiento de la hembra del gasterosteo hacia el nido con re­ clamos primitivos, solamente con el color rojo del macho y el modo concreto .de moverse en «zigzag». Existen complicadisimos cruzamientos mutuos de movimientos instintivos mu tables, que se accionan a si mismos, que son especificos y que van subiendo como

5. V, 257.

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K. Lorenz, Die angeb. Formen m od. Erfahrung-. Zeitsdh. f. Tierpsych.

por una escala, entre dos companeros de especie, tal y como investigo Seitz en el pez astatotilapia Estas investigaciones, vinculadas sobre todo a los nombres de K. Lorenz, Seitz, Tinbergen , Heinrotb y otros, ban revolucionado plenamente las basta entonces inseguras ideas sobre los instintos animales. Han superado totalmente toda la bibliografia anterior y ban inaugurado una ciencia experimental con una estricta elabora­ cion de conceptos. Sin embargo, son extraordinariamente pobres y decepcionantes (como veremos mas tarde) los intentos realizados, especialmente por Lorenz, para bacer una transferencia directa de ese concepto de instinto al bombre. La cualidad esencial del bom­ bre a este respecto, como vio el mismo Lorenz, consiste en una reduccion del instinto, es decir, en el «desmontaje» (evidentemente con una bistoria evolutiva) de casi todas las coordinaciones firme­ mente montadas de «accionadores®, que los hacian modos de mo­ verse innatos y propios de la especie. Esto llega hasta tal punto, que a menudo meras «tormentas de los sentimientos® de tipo afec­ tivo y sin pasar a la accion, o en otros casos pasando a acciones muy variables e imprevisibles, responden a estimulos asimismo imprevisibles, que surgen del mundo perceptivo humano enormemen­ te transformado en su estructura. Por lo que se refiere a la cuestion que nos ocupa, queda ya claro que no existe de ninguna manera una relacion de grado entre el comportamiento instintivo y el inteligente, sino, como ya vio Bergson, una tendencia a excluirse mutuamente. Aun en los casos bastante numerosos en que taxias, reflejos condicionados o autoamaestramientos estan conectados al comportamiento instintivo, pueden examinarse ambos por separado analiticamente. Los maravillosos y «testarudos® movimientos instintivos descansan en proce­ sos internos de acumulacion de energia de reaccion especifica, que se comportan como hormonas, producen estimulos internos y em­ pujan al organismo a actuar; el cual actua infaliblemente cuando un «accionador® coordinado, actuando sobre los centros de per­ cepcion, desconecta los frenos centrales. Esos procesos son, desde el punto de vista fisiologico, completamente distintos de las reac­ ciones de orientacion (taxias), asi como de los autoamaestramientos, procesos de aprendizaje e «inspectos®, los cuales hacen posible un comportamiento variable segun cambian las circunstancias; son ab6. 7.

Zeitsch. f. Tierpsych. IV. Instinktlehre, 1956.

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solutamente diferentes, iguales a ellos en su origen y no sus escalones previos. Tampoco es correcta la segunda tesis de Scheler. No existe nin­ gun «paralelismo» entre el dispositivo estructural de las operaciones y la sistematica (estructura del sistema) de animales superiores e in­ feriores, paralelismo segun el cual el hombre tendria que ocupar en la cumbre un lugar necesario y, por decirlo asi, dejado vacio para el. Animales estrechamente emparentados, con casi las mismas ac­ ciones instintivas, pueden ser asombrosamente diferentes en su capacidad para aprender un comportamiento. Los grajos y los cuervos ocultan con las mismas coordinaciones instintivas sus restos de comida, pero solo el cuervo aprende que ese comportamiento solo tiene exito si nadie lo esta mirando. En la investigacion de las ope­ raciones hemos de movernos fuera de la sistematica zoologica; en efecto, los generos de operaciones humanas no concuerdan exacta­ mente con las zoologicas. Lo ha dejado fuera de dudas Buytendijk en diversos escritos La idea darwiniana de que en los vertebrados el aumento de la capa­ cidad de aprender oorre paralelo al desarrollo zooldgico y alcanza su punto maximo en la capacidad humana de aprendizaje se haUa en contradiocidn con los hechos.

Animales arboricolas como los monos, ardillas o papagayos, tienen muchas costumbres comunes y muestran las mismas posibi­ lidades de aprendizaje muy desarrolladas. Por ejemplo, las ardillas encuentran las nueces que escondieron solo por datos puramente opticos, que guardan en la memoria. Esta propiedad, como tambien el empleo de rodeos para alcanzar la meta, pertenece segun W. Kohler a las operaciones supremas de los monos superiores. La inteligencia de los animales, considerada en si misma, en nin­ gun modo sigue su orden de distribucion dentro de la sistematica zoologica. Insectos cazadores, como las libelulas y la mantis religiosa, que girando la cabeza apuntan a su presa, mientras que las de­ mas reactiones de orientacion siguen su curso sin ser perturbadas, actuan mas inteligentemente que sus parientes mas proximos, que carecen de esa capacidad. Se asemejan en eso a los monos de

8. Psych, des animaux, Paris, 1928; Bl. f. dt. Philos. 3, 33 s.; Die neue Rundschau (1938).

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Kohler, que «con su mirada dan muestras de que realmente verifican algun tipo de inventario de la situacion*. Pero esto, como mostro Buytendijk, no es un privilegio de los animales superiores sino de muchos animales arboricolas o depredadores ®. Tienen la capaci­ dad de orientarse en espacios desconocidos para ellos los gatos, los monos y los pajaros, pero no los perros. Y al reves, algunas espe­ cies zoologicas muy cercanas, como las ranas y los sapos muestran un comportamiento extraordinariamente diferente; las ranas son acechadoras; los sapos son depredadores que buscan su presa. Por otra parte, la reaccion instintiva sencilla, es decir, el poner en accion cadenas de movimientos innatos mediante una reaccion incondicionada al accionador, no es un privilegio de los animales in­ feriores. «Especialmente las acciones instintivas sociales de los pa­ jaros son activadas con frecuencia exclusivamente mediante esque­ mas innatos de elevada especializacion Pero junto a eso se en­ cuentra, tambien en los pajaros, una delimitacion (adquirida por aprendizaje) de las acciones instintivas a objetos concretisimos. Asi por ejemplo, la reaccl6n de defensa de un anade madire inmediata­ mente despues de que sus crfas han roto el caserdn, responde al grito de llamada de cualquier pollito; pero algunas semanas despu6s s61o responde al grito de los suyos, es decir, de las crfas que en ese tiempo han sido conocidas personalmente por la madre n .

Bastan para nuestro intento estos pocos ejemplos, que se po­ drian aumentar tomandolos de las obras citadas. Lo que aqui nos interesa es rechazar el esquema armonico de los grados, dentro del cual solamente hay una plaza determinada y reservada para el hombre. Sobre todo hemos de evitar aceptar que el hombre solo se distingue de los animales o bien por una cuestion de grado, o bien solo por el «espiritu». Es decir: evitar el definirlo en el sentido de un rasgo esencial antinatural. La antropologia se situa mas alia de esos prejuicios y ha de atenerse firmemente a una ley estructural especial, que es igual en todas las propiedades humanas y que ha de entenderse desde el punto de vista de un proyecto o plan de la naturaleza: el de un ser praxico. Con todo, cabe formular algunas leyes que pueden proponerse a proposito de las operaciones animales y los limites operacionales. 9. 10. 11.

Psych, des anitnaux, 243. K. Lorenz, Folia Bioth., 1937. Ibid.

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1. En general, los animales aprenden; es decir, valoran las experiencias que han tenido un resultado favorable, en el sentido de una realizacion mas ajustada al fin y mas suave, para el caso de repetirlas bajo el influjo de estimulos o sobresaltos de importancia vital. Precisamente ahi se basa el mecanismo del «reflejo condicionado». Cuando a un estimulo exterior, carente de significado biolo­ gico para el animal, se sigue otro que si esta lleno de significado y que acciona una reaccion instintiva innata, el animal se va comportando poco a poco respecto al primero como si fuera para el un anuncio del acontecimiento biologicamente importante. Podemos decir, con Lorenz y Guillaume que el estimulo sustituido entra como «senal» del siguiente, biologicamente esencial, pero no deberlamos emplear en este caso la expresion «significado», ya que el significado de senal, es decir, su concepcion como tal no se da has­ ta el momento de la diferenciacion con respecto a lo que significa y en ese mismo momento, la senal se hace simbolo, es decir, recibe un valor posicional dentro del comercio social. Por ejemplo, una senal del ferrocarril es una comunicacion breve limitada a dos textos posibles, al sector optico, y que no se puede explicar por reflejos condicionados. 2. Asi pues, un plus operacional solo es construido por los animales en el campo (de atraccion o rechazo) de situaciones concretlsimas y actuales o presentes, que en ultimo termino han de ser significativas para el instinto. Podriamos expresar lo mismo de otra manera; las operaciones de aprendizaje se hallan en algun punto en el camino hacia una fase final instintiva del comporta­ miento, de una consummatory action. Por eso son especialmente frecuentes en el «comportamiento apetitivo® [appetitive beha­ viour), es decir, en los modos de comportamiento, que, mantenien­ do una misma meta, muestran una mutabilidad de adaptacion. Esa meta que permanece constante es precisamente una consummatory action instintiva. Asi pues, como subraya Lorenz ^*, el «apetito® hacia una accion instintiva determinada, es el que es capaz de «amaestrar al animal hacia un modo de comportamiento concreto, no inna^o, tal y como el apetito de un trocito de carne puede domar o amaestrar al leon de un circo para ese tipo de accion®. Tales autoamaestramientos, por lo demas, pueden estar tambien incorpo12. 13. 14.

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Folia Bioth., 41. La formation des habitudes, 1947, 27. Uber die Bildung des Instinktbegriffs, 295.

rados en la consummatory action, asi como las gallinas jovenes de­ jan muy pronto de picar las piedrecillas; o como el «matanueve» (Lanius collurio), que para llevar a cabo con exito su reaccion de espetar adquiere el necesario conocimiento de la punta mediante el principio del ensayo y error. Frente a todo eso, es especificamente humana la posibilidad de la descarga, liberacion o exencion, del comportamiento; por ejem­ plo de la actividad mental o practica con respecto a la funcion, al servicio de pulsiones instintivas; y al mismo tiempo, la oportuni­ dad de aprender, sin que en la prolongacion de la situacion de aprendizaje tenga que haber una situacion biologicamente extraor­ dinaria. Con otras palabras; esa des-vinculacionabilidad, por ejem­ plo, de una actividad experimental por una parte con respecto a la presion de las indigencias biologicas de gran urgencia y por otra parte de los rasgos tipicos de las «situaciones-premio», es la que posibilita mantener o realizar un comportamiento independiente con respecto a los estimulos de situaciones cambiantes; mientras que lo aprendido por un animal solo puede hacer su aparicion cuando se presenta la situacion concreta y definida, desencadenada por la palabra clave. Seria falso atribuir esa asombrosa capacidad humana unicamente a la inteligencia, ya que se basa en una infraes­ tructura muy profunda. A ella pertenece lo que O. Storch, plena­ mente de acuerdo con el punto de vista que nosotros defendemos, llama «hacerse libres® los organos de los sentidos con respecto a la estructura de los ciclos funcionales de los animales tambien pertenece a esa infraestructura la reduccion de los instintos, que no permite describir la parte predominante del comportamiento humano ni como comportamiento instintivo, ni como comporta­ miento apetitivo. Es de la mayor importancia que todo uso auten­ tico de simbolos, por ejemplo el lenguaje, se base sobre esa con­ dicion de la disociabilidad del comportamiento con respecto al contexto de cada situacion concreta, ya que pertenece a la esencia del simbolo el hacer referencia a algo no dado y que no se puede deducir del contexto. 3. Konrad Lorenz ha atacado mis distinciones con el argumento de que ciertos «animales curiosos®, como los cuervos, bus­ can activamente situaciones de aprendizaje; por decirlo asi, «siguen 15. Dte Sonderstellung des Menschen in Lehensahspiel und Vererbung, Wien 1948. 16. Psychologie und Stammesgeschichte, 122 s.

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adelante con la investigacion por amor de ella misma», y por tanto «en sus metodos de sometimiento del medio ambiente se hallan mucho mas cerca del hombre que, por ejemplo, el chimpance, especialista en trepar*. Que tales animales presten positiva atencion a estimulos externos desconocidos, para «mediante una investigacion sistematica (!) de todos los estimulos ir sacando los que tienen im­ portancia biologica*, salva el enorme abismo existente entre el hombre y los animales con tan escasa fortuna como la palabra «curiosos* o como la apasionada aficion de ese excelente investigador por sus animales. Por este camino Lorenz llega finalmente a la tesis desmesurada de que las manifestaciones mas importantes de la cul­ tura humana «estan edificadas exclusivamente sobre actos de inves­ tigacion, que al igual que (!) las crias de animales que juguetean con curiosidad, se han producido exclusivamente en virtud de esas mismas investigaciones*. Fuera de eso, en tales investigaciones o biisquedas animales no se ha sacado mucho en conocimiento. Cuan­ do un cuervo «investiga» un trapo caido y lo emplea mas tarde para realizar el ocultamiento instintivo de los restos de su comida, nos parece extraordinariamente inteligente y solamente echamos de menos las palabras: «bueno, mientras tanto vamos a tomar esto*. Hemos de agradecer al propio Lorenz la indicacion de que «se puede demostrar, que el cuervo no tiene ningun tipo de intencionalidad en la esencia del ‘ocultamiento’ en el sentido de hacer invisible lo ocultado*. Yo entiendo por curiosidad humana, y me atreveria a proponer que se entienda de este modo, la capacidad extraordinariamente intelectual (segiin su estructura) de satisfacer el interes por una cosa, profundamente arraigado en el instinto, con el mero hecho de conocerla. Por el contrario, la inclinacion, todavia mas intelectual, de la autentica investigacion consiste en preguntar a cualquier hecho objetivo por su propia normatividad objetiva, por las leyes que lo rigen, a fin de situarlo, junto con otros hechos, en un complejo que se pueda entender. La condicion para hacer esto es, que las actividades (tomas de posicion para obrar) instin­ tivas del primer momento con respecto a los hechos o bien sean dejadas en suspenso (como el miedo ante el cadaver, en el caso de un anatomista) o bien sean tan sublimadas, que toleren el paso de actitudes o enfoques puramente racionales, sin por ello cubrirlas compulsivamente. La historia de la ciencia es la historia de una la­ boriosa ascesis intima: de actos de renuncia, educados muy artificialmente, a «prejuicios» condicionados por el instinto. Yo no 11a34

inaria curiosidad a ese interes por la investigacion y diferenciaria conceptualmente ambos de lo que Lorenz llama comportamiento iipetitivo de cara a nuevos estimulos no especificados.

5.

Primer concepto del hombre

Si miramos las leyes formuladas antes, aparecen como aplicaciones de aquel metodo de estudio autenticamente biologico que se liii ido abriendo paso bajo la direccion de Uexkiill. Tendremos que volver mas tarde con mas detenimiento (cuando estudiemos la aper­ tura del hombre al mundo) a la teoria del medio ambiente. Baste recordar aqui que casi todos los animales muestran una atadura re­ gional a medios ambientes muy concretos, una «acomodacion» a los mismos, de tal manera que la contemplacion de la estructura orga­ nica (hasta en los menores detalles) de los organos de los sentidos, lie las armas de defensa y ataque, de los organos de nutricion, etc., permite sacar conclusiones sobre su modo de vivir y la region en que viven y tambien al reves. Un animal casi desprovisto de defensas como el corzo, vegetariano, que habita en bosques intrincados, s61o sera capaz de vivir como «animal fugitivo»; es decir, ha de tener una especializadisima «Gestalt de corredor®, organos de gran sensibilidad para detectar el peligro, etc. En ese contexto es donde trabajan los instintos. Encontrarlos exige una investigacion experi­ mental muy dificil, pero en cada caso un instinto es una Gestalt ci­ netica, plenamente especifica, propia de la especie que esta «instaliida® mirando a acontecimientos del medio ambiente tambien pro­ pio de la especie. Pero ya es hora de que lancemos una primera mirada sobre el esquema antropologico que vamos a seguir en este libro. El hombre es el ser praxico, que comercia, que trata-con (agens). En un sentido que todavia hemos de precisar mas, el hom­ bre no esta «terminado»; es decir, sigue siendo tarea para si mis­ mo y de si mismo. Es, podriamos decirlo asi, el ser que toma posiciones, que se forma una opinion, que da su dictamen, que toma partido por, que inter viene en las cosas. Los actos de su toma de posicion hacia afuera los llamamos acciones y en cuanto es una tarea para si mismo, tambien toma posicion con respecto a si mis­ mo y «se hace algo®. Esto no es lujo, que podria dejar de hacerse, sino que el «estar inacabado® pertenece a sus condicionamientos 35

fisicos, a su naturaleza, y en ese sentido es un ser de doma, amaestramiento o adiestramiento. La autodisciplina, ta educacion, el adiestramiento en el sentido de adquirir forma o mantenerse en ella; todo ello pertenece a las condiciones de existencia de un ser no terminado. Por cuanto que el hombre esta dejado a sf mismo y pue­ de desperdiciar su tarea vitalmente necesaria, es el ser amenazado o «en riesgo», con una posibilidad constitucional de malograrse. Finalmente, el hombre es pre-visor. Esta orientado — como Prometeo— a lo lejano, a lo no presente en el espacio y en el tiempo: al contrario del animal, vive para el futuro y no en el presente. Esa vocacion pertenece a las circunstancias de una existencia praxica y desde aquf hemos de entender lo que en el hombre, en sen­ tido propio, es conciencia humana. Todas las definiciones que he­ mos dado hasta ahora y que han de retenerse con exactitud en to­ do lo que sigue, son solo desarrollos de la definicion fundamental: la accion. Si esto lo retenemos firmemente, habremos adquirido una gran variedad de afirmaciones particulares sobre el hombre y todas ellas seran explicacion de la vision basica y fundamental: el hom­ bre es un ser praxico. Por lo que a mf me consta, ya en la Alemania clasica hay un enfoque en esta direccion e incluso se comenzo a esbozar, pero no alcanzo su desarrollo. Es en Schiller y Herder donde se encuentra esta afirmacion: En los animales y las plantas — dice Schiller en TJber A m m u t und Wiirde— la naturaleza no da meramente el destino, sino que ella sola lo realiza tambien. Pero al hombre le da solo su destino, y le deja que lo realice 61 mismo... solo el hombre en cuanto persona tiene entre todos los seres conocidos el privilegio de actuar en el anillo de la necesidad (que los seres meramente naturales no pueden romper) mediante su voluntad y comenzar en si mismo toda una serie fresca de fenomenos (esta es una definicion kantiana de la libertad). El acto mediante el cual realiza eso, se llama preferentemente accion.

Herder, al que volvere mas tarde con mayor detalle, dice que «ya no ixia maquina infalible en las manos de la naturaleza; el mis­ mo sera meta y fin de la elaboracion*. Son puntos de vista de gran interes en el problema del «animal no terminado*, del ser que es tarea para sf mismo, pero no se desarrollaron mas en la filosoffa de su tiempo, porque su especial postura filosofica conducfa necesa­ riamente a la antigua concepcion del hombre como ser espiritual, 36

i|ue es demasiado estrecha como para que en ella puedan entrar sin mas las definiciones que dimos mas arriba. Ahora bien, esa definicion del ser descrita en sus primeros lineamentos es la que sobre todo nos permite captar la especial po­ sicion psiquica y morfologica del hombre. Esto tiene una enorme importancia. Solo partiendo de la idea de un ser praxico, no terminiido, entra en campo la physis del hombre. La definicion como «ser espiritual® sola no permite nunca ver claramente una cone­ xion entre el estado corporal y lo que se suele llamar razon o espi­ ritu. En efecto, morfologicamente, el hombre, en contraposicion a los mamiferos superiores, esta determinado por la carencia que en cada caso hay que explicar en su sentido biologico exacto como no-adaptacion, no-especializacion, primitivismo, es decir; no-evolucionado; de otra manera; esencialmente negativo. Falta el reveslimiento de pelo y por tanto la proteccion natural contra la intemperie; faltan los organos naturales de ataque pero tambien una formacion corporal apropiada para la huida; el hombre es superado por la mayoria de los animales en la agudeza de los sentidos; tiene una carencia, mortalmente peligrosa para su vida, de autenticos ins­ tintos y durante toda su epoca de lactancia y ninez esta sometido a una necesidad de proteccion incomparablemente prolongada. Con otras palabras; dentro de las condiciones naturales, originales y pri­ mitivas, hace ya mucho tiempo que se hubiera extinguido, puesto que vive en el suelo en medio de los animales huidizos ligerisimos y las peligrosas fieras depredadoras. La tendencia de la evolucion de la naturaleza va, en efecto, en el sentido de adaptar formas organicamente muy especializadas a sus respectivos medios ambientes concretos. Es decir, aprovechar los «medios® surgidos en la naturaleza con una variedad innume­ rable, como espacios vitales para los seres vivos que se adaptaron a ellos. Las margenes planas de las aguas tropicales y las profun­ didades oceanicas; las desnudas pendientes de las montanas alpinas nordicas y el monte bajo con claros bosquecillos son medios especi­ ficos para animales especializados, solo capaces de vivir ahi; asi como la piel de los animales de sangre caliente lo es para los para- ■oix'oa sitos y asi sucesivamente en innumerables casos. Por el contrario, visto morfologicamente, el hombre no tiene practicamente ninguna especializacion. Consta de una serie de no-especializaciones, que desde el punto de vista biologico-evolutivo aparecen como primitivismos. Por ejemplo, su dentadura tiene una carencia de huecos, 37

que es totalmente primitiva, y una indeterminacion de estructura, que no pertenece ni a los herbivoros, ni a los carnivoros; es decir, a la mandibula de un depredador. Con respecto a los grandes monos, que son animales arboricolas altamente especializados, con brazos superdesarrollados para trepar y colgarse, que tienen pies para trepar, pelo por todo el cuerpo y poderosos colmillos, el hombre es un ser desesperadamente inadaptado. Es de una mediania biologica unica en su genero (la vamos a estudiar detenida­ mente en la primera parte) y se resarce de esa carencia solamente mediante su capacidad de trabajo o el don de la accion; es decir: con sus manos y su inteligencia. Precisamente por eso esta erecto, circum-spectans (mirando a su alrededor) y sus manos estan libres. Una vez mas es H erder (como mostrare mas tarde) el que ha captado en lo esencial este punto de vista con una vaguedad propia de la escasez de saber cientifico de su epoca. Tambien Kant, en 1784, en su pequeno escrito Ideas para una historia universal desde el punto de vista de una ciudadania mundial tuvo una intuicion parecida. La naturaleza, dice alli, no hace nada inutilmente, y al dar al hombre razon y «libertad de la voluntad® le nego los instintos y el cuidarlo mediante un «conocimiento innato®. Mas bien. el hombre tuvo que producir todo por si mismo. El hallaz­ go de sus medios de subsistencia, de lo que le cubre, de su seguridad externa y de su defensa (pata lo cual no le dio ni los cuernos del toro, ni las garras del leon ni la aentadura del perro, sino puramente las manos) todas las cosas placenteras que pueden hacer agradable la vida, aun su entendimiento y su listeza e incluso la benignidad de su vo­ luntad tendrian que ser plenamente obra suya (!). Parece haberse pillado los dedos en su extremada parquedad y haber medido los pertrechos de tipo animal con tanta escasez, tan exactamente medidos a la indigencia maxima de esta existencia incipiente que parece haber que­ rido, que cl hombre, si algun dia habla de pasar de la extrema tosquedad a la maxima habilidad, a la interna perfeccion del arte de pensar y, en cuanto esto es posible en la tierra, a la felicidad, que todo fuera merito suyo y solo se lo agraaeciera a si mismo.

En e«tas importantes frases esta genialmente reconocida la defi­ nicion del hombre desde el punto de vista organico: carente de medios, carente de instintos, y dejado a sf mismo; tiene que «elaborarse a sf mismo® y encontrar en sf mismo como «su propia obra® la existencia como tarea (al mismo tiempo balanza y peso, como dijo en una ocasion Herder) y solamente la restriccion de esta 38

Iarea a la «adquisicion de una m oralidad juiciosa* fue algo propio de su epoca.

Josef Pieper, en una critica de este libro, ha llamado la aten­ cion sobre el hecho de que el problema antropologico aqui bosquelado se encuentra ya en la Summa theologica de Tomas de Aquino (I, 76, 5): El alma espiritual es el alma mas perfecta. Pero si los cuerpos de los demas animales sensibles (es decir, los animales) poseen una protec­ cion dada a la par que su naturaleza, pelos en lugar de vestido; pezunas en lugar de zapatos, asi como tambien las armas que les dio la naturaleza, como garras, dientes y cuernos: pareceria pues que el alma espiritual no podria ser unida a un cuerpo tan imperfecto, ya que le faltan tales ayudas.

Tomas se refiere (en la respuesta a esa objecion) incluso a la «reduccion de los instintos*: El alma espiritual tiene la fuerza hacia lo infinito, ya que puede captar lo universal (apertura al mundo). Y por ello no pudo ser que le fue­ ran fijados por la naturaleza modos de pensar concretos, instintivos... en lugar de esas cosas el hombre posee por naturaleza la razon y las manos, que son los instrumentos de los instrumentos, etc.

De modo parecido, como me hizo notar A. Szalai, De regimine imncipum I, 1. Los resultados de la reciente biologia nos dan la posibilklad de situar la constitucion, amenazada y expuesta, del hombre en un contexto mas amplio. «E1 medio ambiente* de la mayoria de los animales, y precisamente el de los mamiferos superiores, es el limbito no sustituible al que esta adaptada la estructura organica es­ pecializada del animal, dentro de la cual trabajan los movimientos instintivos innatos y asimismo propios de la especie. Asi pues, es­ tructura organica especializada y medio ambiente son conceptos que se estan suponiendo mutuamente. Ahora bien, si el hombre tiene mundo, a saber, una clara falta de limitacion de lo percepti­ ble a las condiciones del mantenerse biologico, esto quiere decir en primer lugar un hecho negativo. Que el hombre esta abierto al mundo quiere decir que carece de la adaptacion animal a un ambiente-fragmento. La enorme apertura a los estimulos o a las im­ presiones frente a las percepciones (que no tienen ninguna funcion

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innata de serial) representa sin duda alguna una carga notable, que ha de ser dominada mediante actos muy especiales. La no especiali­ zacion fisica del hombre, su mediocridad organica, asi como la asombrosa falta de autenticos instintos, forman entre si un con­ junto, con respecto al cual la «apertura al mundo» (M. Scheler) o, lo que es lo mismo, la carencia de medio ambiente seria su expre­ sion conceptual. Al reves, en el caso del animal, la especializacion organica, el repertorio de instintos y el encadenamiento al medio ambiente se corresponden entre si. Es lo decisivamente importante desde el punto de vista antropologico. Tenemos asi un concepto estructural del hombre, que no descansa solamente en el rasgo de la razon, del espiritu, etc. y nos movemos por tanto mas alia de las alternativas mencionadas mas arriba; a saber; o una diferencia gra­ dual entre el hombre y los animales superiores cercanos a el o hay que poner la diferencia esencial en el espiritu. Por el contrario nos­ otros tenemos en este momento el «bosquejo» de un ser carencial desde el punto de vista organico, por eso mismo abierto al mundo, es decir, incapaz por naturaleza de vivir en un ambiente fragmentario concreto. Tambien entendemos que tiene que ver con aquellas definiciones de que el hombre sea «no terminado* o «una tarea para si mismo*. La pura capacidad de existir de semejante ser ha de ser cuestionable y la simple permanencia en la vida un proble­ ma para cuya resolucion el hombre ha sido dejado a si mismo y ha de sacar de si mismo las posibilidades. Esto seria pues el hombre praxico. Ahora bien, dado que el hombre es capaz de vivir, las condiciones para resolver el problema tienen que estar en el y si en el ya la existencia es una tarea y una dificil operacion a realizar, esa operacion o produccion humana ha de poder mostrarse a traves de toda la estructura del hombre. Todas las facultades especiales hu­ manas han de referirse a esta cuestion; como puede vivir un ser monstruoso; y asi queda asegurado el derecho al planteamiento biologico del problema. Asi pues, un examen biologico del hombre no consiste en comparar su physis con la del chimpance, sino en responder a esta pregunta; ,;c6mo puede vivir este ser que por esencia «io es comparable a ningun otro animal? • La apertura al mundo, vista desde ahi, es fundamentalmente una carga. El hombre esta sometido a una sobreabundancia de esti­ mulos de tipo no animal; a una pletora de impresiones «sin finali­ dad* que afluyen a el y que el tiene que dominar de alguna manera. Frente a el no hay un medio ambiente (circum-mundo) con distri40

bucion de significados realizada por via instintiva, sino un mundo (mejor seria expresarlo negativamente: un campo de sorpresas de estructura imprevisible) que solo puede ser elaborado, es decir, ex­ perimentado, mediante «pre-visi6n» y «pro-videncia». Ya aqui bay una tarea de urgencia fisica e importancia vital, a saber; por sus propios medios y por si mismo, el bombre ha de descargarse, es de­ cir, transformar por st mismo los condicionamientos carenciales de su existencia en oportunidades de prolongacion de su vida. Al llegar aqui comienza la tarea cientifica mas profunda que se propone este libro. En el esquema general que bemos esbozado nos podemos orientar aqui o alia gracias a autores anteriores, como be­ mos ido mostrando, pero nadie ba presentado la prueba de la va­ lidez de ese esquema basta las particularidades de los conjuntos funcionales facticos bumanos. Y esto a causa de que no fue visto el principio de descarga, que aparece en la frase subrayada ante­ riormente y que ba de notarse muy bien. Ese principio es la clave para la comprension de la ley estructural presente en la construc­ cion de todas las operaciones bumanas y a cuya demostracion esta­ ran dedicadas la segunda y tercera parte de este libro. Comenzamos a discutir ya abora los variados conjuntos de cosas que se vinculan con ese principio fundamental. El pensamiento basico es que todas las «carencias» de la constitucion humana (carencias que represen­ tan un enorme gravamen de su capacidad de vivir bajo las con­ diciones por asi decir animales) son transformadas por el bombre,. por si mismo y con su accion, en medios de su existencia, conjugandose asi en ultimo termino el destino del bombre a la accion y su incomparable ubicacion especial. Los actos por los que el bombre lleva a cabo la tarea de bacer posible su vida ban de considerarse por eso desde dos puntos de vista; son actos productivos de superacion de la carga provocada por las carencias (descarga) y, por otro lado, son seleccionados por el mismo bombre y (vistos en comparacion con el animal) medios completamente nuevos de pilotar la vida. En todas las acciones del bombre ocurren dos cosas: domina ac­ tivamente la realidad que esta a su alrededor, cambidndola en algo que sirve a la vida, ya que no bay precisamente condiciones existen­ ciales naturales, adaptadas por si mismas, fuera de el o porque las condiciones de vida naturales no adaptadas son insoportables para el. Y, por otro lado, selecciona, sacandola de si mismo, una jerarquia complicadisima de operaciones, «establece» en si mismo 41

un orden estructural del poder-hacer, que esta en el como pura posibilidad y que ha de ir sacando de si mediante adiestramiento propio, con su propia industria, actuando incluso contra los gravamenes internos. Es decir, la esencia de las capacidades humanas, desde la mas elemental hasta la mas alta, es desarrollada por el en polemica con el mundo, mediante su industria propia, y esto en la direccion de un sistema de pilotaje y coordinacion de las operacio­ nes, en la que la autentica capacidad vital no es alcanzada hasta que pasa largo tiempo. Vamos a explicar ahora ese proceso en algunos puntos culminantes; las partes posteriores de este libro lo estudiaran mas dete­ nidamente. Como consecuencia de su primitivismo organico y su carencia de medios, el hombre es incapaz de vivir en cualquier esfera de la naturaleza realmente natural y original. Por lo tanto ha de superar el mismo la deficiencia de los medios organicos que se le han negado y esto acontece cuando transforma el mundo con su actividad en algo que sirve a la vida. Tiene que «preparar» el mismo las armas de proteccion y ataque que le fueron negadas por la natu­ raleza asi como su alimento que no se halla en modo alguno natu­ ralmente a su disposicion. A este fin ha de hacer experiencias con las cosas y desarrollar tecnicas del tratamiento objetivo que corresponda a cada cosa. Ha de preocuparse de protegerse contra las inclemencias; alimentar y criar a sus hijos subdesarrollados durante mu­ chisimo tiempo, y ya solo por ese apremio elemental tiene necesidad de la colaboracion; es decir, de acuerdo. Para hacerse capaz de exjstir, el hombre esta construido para transformacion y dominio de la naturaleza y por ello mismo para la posibilidad de la experiencia del mundo: es un ser praxico porque es no-especializado y carece por tanto de un medio ambiente adaptado por naturaleza. La esen­ cia de la naturaleza transformada por el en algo litil para la vida se llama cultura, y el mundo cultural es el mundo humano. Para el no hay posibilidad de existencia en una naturaleza no cambiada, en una naturaleza no «desenvenenada». No hay una «humanidad na­ tural® er^el sentido estricto; es decir, no hay una sociedad huma­ na sin armas, sin fuego, sin alimentos preparados y artificiales, sin techo y sin formas de cooperacion elaborada. La cultura es pues la «segunda naturaleza®: esto quiere decir que es la naturaleza humana, elaborada por el mismo y la linica en que puede vivir. La cultura «anti-natural® es el producto o secuela de un ser linico tam42

bien «antinatural», es decir, construido de modo opuesto a los ani­ males, actuando sobre el mundo. Exactamente en el lugar que ocu­ pa el medio ambiente para los animales, se halla para el hombre el mundo cultural; es decir, el fragmento de naturaleza sometido por el y transformado en una ayuda para su vida. Ya solo por eso es fundamentalmente falso hablar de un medio ambiente del hombre desde el punto de vista biologico estricto. En el caso del hombre, a la no especializacion de su estructura corresponde la apertura al mundo, y a la mediocridad de su physis la «segunda naturaleza® creada por el mismo. Por lo demas aqui esta el motivo de por que el hombre, en contraposicion a casi todos los animales, no tiene una zona existencial geografica natural e infranqueable. Casi todas las especies animales estan adaptadas a su «medio® climatologica y ecologicamente constante; solo el hombre es capaz de vivir en todas las partes de la tierra, desde el polo al ecuador, en agua y en tierra, en el bosque, en el pantano, en las montanas y en las estepas. Asi pues, es vitalmente importante que pueda producir las posibilidades de crearse una segunda naturaleza en la que exista, en lugar de la «naturaleza®. El ambito cultural del hombre, de cualquier grupo o comuni­ dad especial, contiene pues las condiciones de su existencia fisica, comenzando por las armas y utiles agricolas de cualesquiera aborigenes. Por el contrario, en el caso de los animales, esas condiciones estan contenidas en su respectivo medio ambiente, al que se han adaptado. La diferencia entre hombre-cultural y hombre-natural es equivoca. Ninguna poblacion humana vive en regiones incultas de lo que dan esas regiones, sino que todas tienen tecnicas de caza, ar­ mas, fuego, utensilios, etc. Tampoco admitimos la distincion habi­ tual entre cultura y civilizacion, que, ademas, solo puede formularse en muy pocas lenguas culturales. Para nosotros cultura va a ser esto: la totalidad de las condiciones de la naturaleza dominadas, transformadas y aprovechadas por el hombre mediante su trabajo y actividad, incluyendo las habilidades y artes descargadas, que solo son posibles sobre aquella base. Si esto es asi, vemos aqui uno de los aspectos mas importantes del principio mencionado de la «apertura al mundo®: el estar ex­ puesto (cosa que no estan los animales) a una sobreabundancia (pa­ ra la que el organismo no esta adaptado) de percepciones, que al principio es una carga, pero al mismo tiempo es la condicion para poder vivir humanamente, suponiendo que se logra un minimo so43

metimiento de esa apertura al mundo mediante el esfuerzo propio. La pletora y variedad del mundo accesjble al hombre y que desemboca en el, oculta tambien la oportunidad de experiencias inesperadas e imprevisibles, de las que se puede hacer una ayuda en la lucha por la vida; un paso mas de la permanencia en la existencia. Expresado de otro modo: la apertura del hombre al mundo es tan ilimitada y tan falta de seleccion en su variedad precisamente por­ que el hombre en el caos de circunstancias bajo toda clase de con­ diciones tiene que encontrar tambien aquellas con las que pueda elaborarase una ayuda, un instrumento, una experiencia, que sea aprovechable, si es que ha de seguir existiendo. Esa carga directa e inmediata tiene que poder ser transformada en una oportunidad de existir. Iremos estudiando con toda precision y hasta el menor de­ talle como la superacion y dominio de la plenitud de impresiones es siempre al mismo tiempo una descarga (realizada por uno mismo); por decirlo asi, una interrupcion o levantamiento del contacto in­ mediato con el mundo, gracias a la cual sin embargo el hombre se orienta, se aclara, ordena las impresiones y sobre todo las domina. Nos vamos a ocupar aqui de una parte muy poco investigada hasta ahora y por eso he de hacer una introduccion orientadora a modo de preparacion. En primer lugar hay que advertir lo siguiente: el mundo per­ ceptivo que vemos alrededor de nosotros cuando abrimos los ojos es totalmente el resultado de la actividad humana. Ya desde el punto de vista meramente optico es en muy alto grado simbolico: un campo de alusiones experienciales que nos simbolizan el estado, calidad o naturaleza y la posible utilizacion de los objetos. La «exposicion* (estar expuesto) a una sobreabundancia de impresiones no limitadas por finalidades biologicas coloca al hombre (ya desde muy nino) ante la tarea de dominarlas, de descargarse de ellas; es decir: de ocuparse activamente de un mundo que apremia a traves de los sentidos. Tarea que consiste en labores u ocupaciones co­ municativas, inmediatas, que-llevan-a-la-experiencia y que hay que realizar, sin valor inmediato satisfactorio. El mundo es pues «traspasado» 4D recorrido en su totalidad por movimientos y acciones li­ bres de indigencias (descargadas) y comunicativos; toda su plenitud es objeto de experiencia; es «conocido» y apartado a un lado. Todo ese proceso, que llena la mayor parte de la infancia, tiene como re­ sultado el mundo perceptivo que nos es dado. Ese mundo es un compendio de las cosas que hay detras, conocidas potencialmente, 44

abrazadas con la mirada en meras indicaciones y que tienen una posible disponibilidad. La mera impresion optica superficial nos da simbolos, que nos insimian el valor de uso y las propiedades de «trato» de las cosas (figura, peso, textura, dureza, pesadez, etc.). La colaboracion profundisima entre los ojos y las manos y los mo­ vimientos comunicativos de «trato» termina con el resultado de que solo el ojo, como organo dirigente, abraza con la mirada, do­ mina, «super-ve» un mundo de simbolos fecundos de cosas situadas ahi, llevadas a cabo, pero en todo tiempo disponibles. Por cuanto que ahi aparece una separacion y un caudillaje de las operaciones humanas entre si (la mano y los movimientos del cuerpo se retiran poco a poco de la tarea de una actividad experimental inmediata y quedan libres para otras tareas, para el trabajo planificado; en cam­ bio los ojos quedan habilitados solo para puros «ensayos experi­ mentales®), aparece tambien una vez mas la normatividad o leyes de la estructura humana y de su capacidad de descargarse en una consideracion interna. Ademas entra en juego una multiplicidad de funciones: los sentidos de cercania y lejania, que en parte se controlan mutuamente; del lenguaje; del pensamiento; de los fantas­ mas y de las indigencias complicadisimas, «elevadas a regiones su­ periores®; es decir: orientadas a situaciones puramente posibles, no percibidas, que tienen todas la propiedad de poder reaccionar mutuamente entre si, con las posibilidades mas variadas e intercambiables de subordinacion y direccion, hasta realizar las operaciones mas libres y disponibles, con una variabilidad cada vez mayor. 4.

Prosecucion de la misma vision teorica

La apertura al mundo del hombre tiene una finalidad en cuanto que produce un campo verdaderamente ilimitado de cosas reales y posibles; un campo de invenciones en el que la diversidad es tan grande, que el hombre bajo cualquier circunstancia puede encontrar y aprovechar algunos medios, a fin de producir una mutacion que haga posible la vida, supliendo asi de alguna manera las carencias de su constitucion organica. Ese aprovechamiento de la carga, transformandola en fructifera, solo ha de agradecerselo a su propia in­ dustria. Esa industria o actividad propia consiste, hablando en general, en los «movimientos® que llenan la infancia, mediante los cuales las cosas que se ven alrededor van siendo incorporadas una detras 45

de otra a la experiencia de intercambio que hemos de examinar mas detenidamente. El resultado de esos procesos en los que movi­ mientos de todo tipo, especialmente de las manos, colaboran con todos los sentidos, especialmente los ojos, es que el mundo circun­ dante es «elaborado», sobre todo en la direccion de la disponibili­ dad y la de quedar expedito. En el trato o intercambio, las cosas son tomadas en consideracion y apartadas por orden; a consecuen­ cia de ese proceso son enriquecidas tambien inadvertidamente con una elevada simbolica, de tal manera que, finalmente, solo el ojo, sentido incansable, las abarque con la mirada, las «super-vise» y vea al mismo tiempo en ellas sus valores de uso y de trato, los cuales fueron experimentados penosamente con anterioridad con la propia industria. La tarea de orientacion planteada por la sobrea­ bundancia de estimulos se soluciona de tal manera que el hombre por un lado «recibe en su mano», domina las cosas, pero por otro lado las coloca y las gestiona, hasta que finalmente la plenitud irra­ cional y sorpresiva de las impresiones es reducida a series de cen­ tros (cosas) abarcables con la mirada, cada uno de los cuales con­ tiene una pletora de insinuaciones incansables, de posibles resulta­ dos en el trato de las cosas; de posibles mutaciones a desarrollar con ellas; de la disponibilidad que en ellas se oculta. Descrita de este modo, aparece clara la funcion de descarga de esos procesos: es decir, el aprovechamiento de la carga para que sirva a la vida. El hombre puede mirar a su alrededor «en paz» y ver entonces un en­ torno de insinuaciones opticas, refinadas y altamente simbolicas, de resultados objetivos y circunstancias que estan a su disposicion, pero ha de agradecerlo a su propia industria, a los penosos procesos de adquisicion de una experiencia activa y en comunicacion. Ahora se ve con claridad que solo un ser que no este adaptado a procesos tipicos y concretos del medio ambiente, se ve obligado a ser un ser «no especializado®. Pero tambien solo un ser as! esta dejado a su propia industria; solamente un ser as! se ve frente a una inunda­ cion de impresiones en la que tiene que orientarse. Orientarse quie­ re decir reducir la inundacion de impresiones a centros concretos; dominar jjl mismo tiempo esos centros y descargarse de la presion de la pletora inmediata de las impresiones. Mientras que el animal esta encerrado en el campo de presion de las situaciones o cambios de situacion inmediatos, el hombre puede retirarse de ellos por su propia industria; establecer una distancia. Directamente conectada con la tarea que acabamos de describir 46

esta otra serie de tareas planteadas por el caracter incompleto del aparato cinetico de los ninos. Como es sabido, los animales domi­ nan en pocas horas o en pocos dias su escala de movimientos, que luego queda cerrada. Por el contrario, los movimientos humanos se caracterizan por una variedad totalmente inimaginable; por una riqueza de combinaciones, de la que ni siquiera podemos hacemos una idea aproximativa, si pensamos que cantidad de figuras cineti­ cas exactamente guiadas exige una sola obra manual, aun prescin­ diendo de la complejidad de todo un sistema industrial. Asi pues, los movimientos son enormemente «plasticos»; a saber, prepara­ dos para coordinaciones controladas, ilimitadamente variables; cada nueva combinacion de movimientos esta autodirigida; es decir: construida sobre la base de un plan de coordinacion mas o menos consciente. Pensemos por ejemplo en las dif idles transformaciones y cambios de direccion que exige el aprendizaje de un nuevo de­ porte Llama la atencion que esa enorme abundancia de posibili­ dades de movimiento (artistas, deportistas, todas las infinitas gamas del trabajo) y de combinaciones arbitrarias de movimientos no haya sido confrontada con la monotonia de las formas animales de movimiento. Cuando nos preguntarnos por que el hombre dispone de tal va­ riedad y multiplicidad de formas de movimiento, la respuesta una vez mas solo puede ser esta: su escala de movimientos no esta espe­ cializada. La ilimitada plasticidad de los movimientos humanos y de las formas de accion solo puede entenderse, pues, desde la abundancia asimismo ilimitada de hechos, ante los que se halla colocado un ser abierto al mundo y en los que tiene que ser capaz de aprovechar y hacer funcionar algunos. Los largos anos que se necesitan para que llegue a su perfeccion el aparato cinetico de un nino son una vez mas una carga si se comparan con el de un animal. Ese caracter incompleto es una tarea\ la tarea de desarrollar, sacandolas de si mismo, las propias po­ sibilidades de movimiento mediante el propio esfuerzo, con penoso aprendizaje, con fracasos, contraimpulsos y autosuperaciones. El caracter incompleto de la capacidad cinetica humana establece una diferencia cualitativa con respecto a los movimientos animales, «montados» muy pronto, pero despues de un finalismo monotono. Los del hombre no estan desarrollados, porque contienen una infi­ nitud de variaciones posibles, que el hombre ha de desarrollar en el trato con los objetos que le rodean; y esto de tal suerte que cada

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experiencia cinetica crea espacio para nuevas combinaciones de la kinefantasia; de tal manera, que finalmente dispone de multitud abierta de capacidad cinetica, variable a voluntad, en la que bay un orden de colocacion, direccion, colaboracion, cambio de direc­ cion y control. Esa escala de movimientos tiene otros dos rasgos ca­ racteristicos frente a la escala animal, y que son esenciales para comprenderla:

1. Es desarrollable solo en el mismo trato o intercambio, que bemos venido describiendo en las ultimas paginas. Los movimien­ tos experimentales en la esfera indeterminadamente abierta, en la que el bombre tiene que orientarse, son (vistos desde dentro) al mismo tiempo soluciones de la tarea de sacar de la incompletez la matizacion y amplitud de la facultad de movimientos que vaya a la par con la infinitud de circunstancias objetivas. Un ser con condiciones de existencia tan in-naturales necesita movimientos que puedan ser variables en las cosas que quieran, segiin los «inspectos» que quieran, porque necesitan sacar de lo imprevisto una mutacion propicia para la vida. Para ello necesita variaciones cineticas controlables, las cuales, a partir de una incompletez inicial, van siendo elaboradas mediante las mismas acciones, con las que se orienta el bombre. Podemos describir pues ambas funciones de este modo: primeramente es dado un ser carente de proteccion, saturado de es­ timulos e incapaz de movimiento (!). Ese doble gravamen se trans­ forma por propia industria en la base de un modo de llevar la vida (pilotaje) y de prolongar la misma. El mundo es dominado median­ te acciones comunicativas y «libres de afanes»; es ordenado; su abundancia desconcertante es reducida a experiencia; (es «conocido»), ya que solamente de un modo que se ba transformado en dominable y comprehensible pueden tomarse incitaciones para aquellas transformaciones que ayuden a un ser carente de medios organicos para llegar basta el dia siguiente. Directamente tambien, en los mismos procesos se va desarrollando, a partir de la incom­ pletez inicial de movimientos, la plenitud de acciones cargadas de experiencia, pilotadas y variables. Ciertamente como una conquista penosa wealizada por el «poder» que necesita semejante ser para estar a la par de la plenitud y mutabilidad imprevisible de las cir­ cunstancias. Filosoficamente es muy importante mostrar la comun raiz del conocimiento y de la accion, ya que la capacidad de orienta­ cion en el mundo y el pilotaje de las acciones son las leyes vitales primeras y soportadoras de lo demas en el bombre. La incompletez 48

significa autovivencia de la capacidad cinetica; y esta significa esti­ mulo para seguir construyendo la multiplicidad potencialmente infinita. 2. A esas funciones pertenece necesariamente una sensibilidad o receptibilidad frente a las cosas (ontoperceptibilidad) y tambien la autoperceptibilidad de los movimientos humanos para la accion. La motorica humana esta en todas sus fases dotada de percepcion tactil y es vista en sus realizaciones juntamente con las mutaciones en las cosas en las que se ocupa. Tiene una importancia extraordi­ naria, como veremos mas adelante, el hecho de que todos los mo­ vimientos sean retro-captados mediante sensaciones visuales y tac­ tiles, de tal manera que no solamente puedan ocuparse de las nue­ vas ontoimpresiones desarrolladas en el trato con las cosas, sino que incluso puedan reaccionar a st mismos, unos con otros, etc. Esta es, como veremos mas adelante, una condicion para el des­ arrollo de la kinefantasia. Hay que notar tambien que todas las operaciones humanas sensomotoras son auto-captadas, es decir, reaccionan a si mismas y entre si y son capaces de intercambio. Es­ to es lo que se esta presuponiendo para que se forme un «mundo interior*; es decir: de fantasmas de intercambio y de movimiento; representaciones de resultados favorables; expectativas de impresio­ nes, etc., todas las cuales pueden ser desarrolladas y edificadas in­ dependientemente del estado objetivo de la situacion real. Es este un grado muy elevado, pero no el supremo, de la descarga. Con la capacidad del hombre de ser espectador de sus movimientos y de retro-experimentarlos en vivencias tactiles y visuales, hay que relacionar la posicion erecta del mismo, la variedad de los ejes de percepcion y la carencia de pelo (en todo el cuerpo, que es una superficie sensorial). En resumen: la existencia de un ser no espe­ cializado, y por tanto abierto al mundo, apunta a la accion, por la mutacion practica y previsora de las cosas desde el punto de vista de medio. La apropiacion de la realidad que fluye a raudales y la formacion de un «poder» de accion ilimitadamente variable se logran por la propia industria en procesos comunicativos de expe­ riencia e intercambio (no demostrables en ningun animal) libres de pulsiones (descargados); sobre todo en la cooperacion de mano, ojo y sentido del tacto. Los movimientos de brazos y mano (en primer piano), cuyas relaciones con el comportamiento de la cosa misma siempre son visibles, realizan las mas dilatadas experiencias de movimiento y de variacion, que al mismo tiempo aparecen en 49

direccion al futuro como kinefantasia; como fantasmas de exito y fantasmas de expectativa. Adolf Portmann (Basel) ha destacado mucho en sus importantes investigaciones la posicion especial del hombre desde el punto de vista ontogenetico. Los mamiferos inferiores, como muchos insectlvoros, roedores y animales de rapina del tipo de la marta, na­ cen despues de un breve embarazo y con gran numero de crias como «insesores» («calientanidos»), en estado de desamparo, caren­ tes de pelo y con los organos de los sentidos todavia cerrados. Por el contrario, los mamiferos superiores, ungulados, focas, ballenas, simios y semimonos, tienen que realizar un trabajo de diferencia­ cion mucho mayor, a fin de construir un organo central, que en al­ guna manera corresponda en sus funciones al estado de madurez. Encontramos una reduccion extrema del numero de crias, lo mas una o dos; una prolongacion del embarazo, mientras el embrion atraviesa una fase (funcionalmente sin sentido) de oclusion de los parpados, de los organos auditivos, etc., que luego, antes del parto, es superada. Las crias recorren pues en el seno materno un estadio que corresponde, en cuanto a la figura, al estado del parto de un insesor, de tal manera que su formacion antes del parto se asemeja ya mucho a la de la madurez y disponen ya de los modos de movi­ miento propios de la especie y de los medios de comunicacion pro­ pios de la misma. Son «fuginidos secundarios®. Frente a este estado de cosas, la ontogenesis humana tiene una ubicacion absolutamente especial dentro de los vertebrados. En el momento de su nacimiento, el hombre tiene un peso cerebral que es aproximadamente tres veces mayor que el de los antropoides recien nacidos y un peso corporal proporcionalmente superior (unos 3.200 gramos, frente a los 1.500 del orangutan). La postura corporal erecta y los inicios de la comunicacion tipica de la especie (la palabra) se logran aproximadamente un ano despues del naci­ miento. Despu6s de un ano alcanza el hombre el grado de formacidn que un aukntico mamifero, correspondiente a su especie, tendrfa que realizar en »1 momento del parto. Asf pues, si ese estado tuvieia que formarse en el hombre segun el modo aukn tico de los mamiferos, nuestro em-

17. Die Ontogenese des Menschen d s Problem der Evolutionsforschung, 1945; Biologische Fragmente zu einer Lehre vom Menschen, 21951; Zoologie und das neue Bild des Menschen, po movimien­ to y ser retro-sentido: solo que el resultado sensorial de un movi­ miento fonico cae dentro de la esfera de sentido lejano, el oido. El sonido ha de ser considerado en primer lugar como un mo­ vimiento y pertenece a la clase de movimientos retrosentidos, que desempenan en el hombre un papel extraordinario, porque ante todo hacen posibles experiencias cineticas; es decir, acrecentamientos autodirigidos y autocontrolados de las operaciones. Asi pues dentro de los movimientos comunicativos, sensitivos y que tratan con las cosas surgen de varias raices los «movimientos fonicos*, cuyo aspecto de escuchados es experimentado como sen­ sacion, es decir, como extramundo o mundo exterior. El movi­ miento articulatorio resuena en el oido viniendo desde fuera, des­ de el mundo. Ahora bien, tan pronto como (por distintos caminos que luego veremos) precisamente esos movimientos pueden ser accionados como movimientos de comunicacion de cara a las cosas vistas, es posible dirigirse entonces juntamente mediante un mo­ vimiento especlfico, especialmente libre y sin esfuerzo, a una cosa (tender hacia ella) y al mismo tiempo y en el mismo acto percibirse o «escucharse». Esta facultad especialisima es ya un grado muy elevado de la largamente preparada «descarga» y precisamente ese tender-hacia (dirigirse hacia las cosas mediante acciones fonicas comunictivas) es la base vital del pensamiento. En el lenguajg se trata^^ues, de dejar que la comunicacion sen­ somotora (que acabamos de describir y examinaremos mas deteni­ damente) dentro de una esfera ilimitada, la cual termina en la cons­ truccion activa de simbolos condensados y en la disponibilidad plena sobre los mismos (o sobre las cosas insinuadas en ellos), acontezca una vez mas, por asi decir, concentrada. El «tender-hacia», en tanto que transcurre en los movimientos fonicos, crea inme­ diatamente el simbolo, el sonido escuchado, al cual, en el trato con la cosa, y a partir de ella, recibe o siente (recibe o siente por tanto al mismo tiempo a si mismo y percibe la cosa). Este tipo de comunicacion es creativo en gran manera, porque acrecienta de hecho el estado real perceptible del mundo y es el menos penoso y el mas descargado. La plenitud perceptible del mundo lo es precisa­ mente porque es acrecentada activamente, concentrada de nuevo y condensada en simbolos muy concretos y faciles, que por otra parte son ellos mismos acciones. Esta es la obra maestra de las ope­ raciones humanas: un maximo de orientacion y simbolizacion jun55

tamente con la disponibilidad maxima sobre lo percibido, que me­ diante la palabra es atraida incomparablemente a la autosensacion de la propia actividad. Quizas quede claro ya que el proceso descrito, que llega hasta el lenguaje, guia consecuentemente la tarea antropologica hasta la cima. Se entendera mejor teniendo presentes los siguientes puntos: 1. Se ha conseguido ahora, que tambien la lejanta (sustraida a la comunicacion inmediata del movimiento) se condense simboli­ camente y se haga visible. Existe una accion organizadora y crea­ dora de simbolos, que tiene un radio de accion igual al radio de accion del ojo. 2. Ahora es posible (mas alia de los movimientos de intercam­ bio y trato directamente contactantes) un comportamiento activo, que no cambia practicamente sus objetos, sino que los deja intactos. Afectando a lo ilimitadamente perceptible, hay una comunica­ cion puramente sensible, solo perceptible por si misma, que no produce ninguna mutacion real. Naturalmente, esta es la condicion de todo comportamiento teorico, que siempre seguira siendo un comportamiento dirigido hacia las cosas y puede pasar, mediante la mera transformacion de la forma del movimiento, a un compor­ tamiento practico. Entre la percepcion y la accion industriosa se si­ tua una fase intermedia de trato, no mutante, con las cosas (plani­ ficacion). 3. Todos los movimientos fonicos son reproducibles y se puede disponer de ellos a discrecion. Asi pues, en tanto un tenderhacia las cosas puede discurrir a traves de ellos, es posible que tales tendencias sean independientes de la presencia real de las cosas o situaciones mentadas en esos simbolos. El simbolo sonoro percibido a la vista de una cosa y desde ella, es separable de la misma. Por eso la representa tambien in absentia. Tal es la base de todo «representar». Por eso es posible dirigirse sin limitaciones [pasando mas alia de situaciones realmente existentes) hacia cosas y realida­ des, que no han sido dadas. Como dijo Schopenhauer en una oca­ sion, el hombre recibe por el lenguaje la super-vista (vision sinopti­ ca) del pasado y del futuro, asi como de lo ausente. La necesidad biologica de esa funcion para el ser humano es clara. Si estuviera abocado a la pura situacion-ahora, como el animal, seria incapaz de vivir. El hombre ha de tener la facultad de saltar plenamente por encima de las fronteras de la situacion; de dirigirse a lo futuro y 56

ausente, y actuar a consecuencia de ello. Tambien volverse al pre­ sente desde la situacion y accionar sus elementos como medios para cosas futuras. De este modo el hombre se hace «Prometeo»; un ser previsor e industrioso al mismo tiempo. 4. Dado que los sonidos pueden simbolizar tambien acciones y acciones propias (palabras referentes a actividades), todo punto de vista o coordinacion de movimientos, juntamente con las cosas en ellos involucradas, puede ser objeto de tendencia a traves de las palabras; asimismo es representable simbolicamente y libre de la situacion; y es capaz de comunicacion. 5. La importancia del punto anterior en la tarea, apenas ne­ cesita explicacion, como tampoco el punto que hemos de mencio­ nar en ultimo lugar: la funcion del lenguaje de comunicacion de las tendencias-hacia, gracias a la cual el hombre se libera de su pro­ pio mundo de vivencias y se hace capaz de actuar desde el mundo de los otros. Resumiendo: el lenguaje dirige e incluye en sf todo el orden estructural de la vida humana del movimiento y de los sentidos en su incomparable estructura especial. En el lenguaje se perfecciona la direccion hacia la descarga de la presion del aqui y ahora, y de la reaccion inmediata a lo casualmente presente. En el culminan los procesos experimentales de la comunicacion: se domina productiva y suficientemente la apertura al mundo y se hace posible una infi­ nitud de esbozos de accion y de planes. En el se enderra toda comprension entre los hombres siguiendo la misma direccion hacia una actividad comun, un mundo comun y un futuro comun.

6.

Accidn y pulsiones

La liberacion para realizar una actividad previsora y providente; la descarga con respecto a la presion del presente inmediato (en el que permanece encerrado el animal), son pues las tareas elemen­ tales y son dominadas por el hombre mediante diffciles operacio­ nes, en lucha penosa y que dura anos con el mundo y consigo mismo. Si consideramos la carencia constitucional del hombre, es facil sacar la conclusion: tiene que conocer para poder actuar; tiene que actuar para poder vivir manana. Esta formula tan sencilla se complica muchfsimo cuando notamos que ese conocer esta ya el 57

mismo muy condicionado. En el caos de superabundancia de esti­ mulos no conocemos nada al principio. Solo la dominacion muy lenta y progresiva de los mismos, mediante movimientos de trato e intercambio, y de experimentacion permite que surjan los simbolos comprehensivos, sobre los que puede apoyarse lo que llamamos conocimiento. Siempre el ahora de la percepcion es solamente el punto de arranque de los procesos de que tratamos: a saber, aque­ llos en los que el hombre trabaja para salir de si mismo hacia la super-vision y la captacion sinoptica de lo que la situacion contiene ahora. Por tanto el lenguaje crece de esa omniestructura de opera­ ciones y se inserta en las mismas. Estan vinculadas con el una memoria precisa y una prevision que combina con seguridad. Sin ellas no existiria una actividad planeada y dirigida, ni tampoco comuni­ cacion y comprension. Una vez mas se ve facilmente como en el caso del hombre el problema de la prolongacion de la vida esta planteado de tal manera, que nunca lo podra resolver un individuo por si solo. Por el contrario, el animal vive en el ahora, es decir, sin problemas. Un orden y una armonia (que no ha buscado y que no puede influenciar) y que se investiga bajo el nombre de biocenosis [bios, koine: vida en comun de animales y plantas) cuida de que le salgan al encuentro los medios de permanencia en la vida. Los sim­ ples desasosiegos cineticos del sentimiento de hambre pasan a ser por ejemplo movimientos de busqueda y, bajo la direccion de un ol­ fato sumamente especializado, puede encontrar su botin: vive con el tiempo. El hombre, al que «el hambre futura ya le da hambre* «no tiene tiempo*: sin la preparacion del «manana», ese manana no tendria nada de lo que se pudiese vivir. Por eso conoce el tiem­ po. Recordando y previendo, trata de ser activo en vigilia tensa. En la tercera parte discutiremos esta cuestion: (jcomo ha de / estar constituida la vida de indigencias y de pulsiones de este ser? La respuesta es (para dar aqui ya una breve indicacion) muy senci­ lla: es vitalmente importante, que las indigencias y pulsiones de ese ser funcionen en la direccion de la accion, del conocimiento y de la prevision. Seria una situacion insoportable que las pulsiones del hombre fuesen puras «superaciones del ahora*; ambicionando solo lo percibido; agotandose en el circulo de la situacion actual, mientras que su conciencia y su obrar trabajarlan precisamente mas alia de lo inmediato, hacia el futuro. Al contrario, las indigencias 20.

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"ni. Hobbes, De horn. X, 3.

humanas tienen que ser objetivadas y apuntadas hacia lo duradero: a los intereses lejanos, por decirlo asi, hacia cosas concretisimas y experimentadas y a las actividades especiales correspondientes. La pulsion del hambre tiene que pasar, sin limites estrictos, a la indi­ gencia o necesidad, digamos asi, de buscar un lugar determinado y que ya se haya acreditado para la alimentacion y realizar las ope­ raciones de caracter practico necesarias para ello. Expresado de otro modo: las indigencias de tipo elemental, las simples indigen­ cias minimas de ayuda en casos de apuro fisico, han de poder ser ampliadas a indigencias o necesidades de los medios necesarios pa­ ra ello, y de los medios de esos medios; es decir: transformarse en onto-intereses inteligentes e inequivocos; las indigencias tienen que crecer a la par que las acciones, contener circunstancias clarisimas y abarcar las actividades de trato con las cosas. Muchas particularidades de la vida pulsional humana se hacen comprensibles desde este punto de vista. No sin motivos muy inexcusables puede la naturaleza haber hecho consciente la vida pulsio­ nal en el caso del hombre y con ello haberla entregado a la posibili­ dad de ser perturbada. Pero tiene que ser consciente; contener imagenes de las metas, situaciones de satisfaccion o cumplimiento y condiciones objetivas, y asumirlas en si; tambien ha de poder apo­ yar las acciones mas indirectas. Las fronteras entre los impulsos minimales necesarios para la prolongacion de la vida (hambre, im­ pulso sexual, etc.) y los intereses superiores por circunstancias y ocupaciones objetivas, concretas, para su satisfaccion permanente y exitosa, han de ser fluidas. Por eso digo, casi con sabor de formu­ la: «Indigencias (o necesidades) e intereses®, porque estos ultimos son las indigencias conscientes de las circunstancias, planteadas pa­ ra larga duracion, y adaptadas a la accion. Comprensiblemente, en este punto se entrelazan dos particularidades de la vida pulsional humana: la frenabilidad (o contencion) y la transferibilidad (capaci­ dad de traslado a otro sitio) de las indigencias e intereses. Una vez mas ambos son solo posibles por la concientidad de los mismos Las acciones pulsionales, que brotan casualmente en el «ahora®, tie­ nen que poder ser frenadas, si los intereses duraderos son necesa­ rios para la vida. Crecen solamente a costa de los sometimientos del ahora reprimidos. Sin el freno o contencion de la viva pulsion a la destruccion que el nino experimenta a veces, no habria, por ejemplo, nunca un interes objetivo por las propiedades de las cosas, algo que es condicion de toda actividad objetiva. Una indigencia, 59

en cuanto es consciente, es frenable o retardable, incluso el ham­ bre. La trasladabilidad o transferibilidad de las indigencias es na­ turalmente necesaria si han de ser ocupadas (si han de tener con­ tenido objetivo y consciente de las metas) con contenidos, pues al cambiar las condiciones externas, al formarse nuevas constelaciones de tipo cosico, la indigencia tiene que poder variar, cosa que solo es posible si es esencialmente consciente, es decir, si esta poseida con fantasmas de contenido. Ast pues, en un ser praxico, la vida pulsional tiene que tener una estructura especiallsima. Ante todo ha de ser orientable, es decir, contener no solamente determinadas indigencias de necesidad vital, sino tambien las circunstancias (a menudo muy condiciona­ das) de su satisfaccion, con las que ha de ir variando ya que ellas varian tambien. La orientacion la han de proporcionar las representacicnes o ideas con contenido, los fantasmas de su cumplimien­ to o satisfaccion y sus leyes objetivas. Por eso la transferibilidad es esencialmente importante y ha de ir tan lejos que aun las acciones mas condicionadas y cenidas a las circunstancias (por ejemplo la preparacion para la produccion de medios) puedan tener un interes pulsional: de otra manera se omitirtan o se despachartan con poca formalidad. Por eso la clave para comprender la estructura pulsio­ nal humana es la accion. La falta de instintos propia del hombre, que tan a menudo ha sido comentada y lamentada, tiene tambien un aspecto positivo. Nos aproximamos ast a un hecho de enorme importancia. Entre las indigencias elementales y sus satisfacciones exteriores (cambiantes segun condiciones imprevisibles y casuales) esta situado todo el sis­ tema de orientacion en el mundo y la accion. Es decir: el entremundo de la praxis consciente y la experiencia objetiva, que dis­ curre por la mano, el ojo, el tacto y el lenguaje. Precisamente vin­ culado con el, se mueve finalmente todo el marco social entre las indigencias-de-primera-mano del individuo y sus satisfacciones. Ahora bien, la misma reduccion de instintos, que por una parte desmonta el automatismo directo (que cuando hay suficiente esti­ mulo interior y si aparece el accionador correspondiente, desencadena una reaccion innata), por otra parte libera un nuevo sistema de comportamiento descargado de la presion de los instintos. Es este el sistema mencionado ya en el que percepciones, lenguaje, pensamiento y figuras de accion variables, no innatas sino asimilables, pueden reaccionar a las variaciones de las cosas exteriores: 60

a las variaciones del comportamiento de otros hombres y, muy im­ portante, incluso entre si unas con otras. Expresado de otro modo: existe una dilatada independencia de las acciones, asi como de la conciencia pensante y percipiente con respecto a las indigencias y pulsiones elementales. Es la facultad de «des-enganchar» ambas partes o de crear un hiato. Sobre todo, no es posible describir ese comportamiento, estructuralmente super-animal, como «comportamiento apetitivo», si se entiende como tal un comportamiento va­ riable frente a una meta que permanece estable; a saber, una consummatory action. Sin embargo, la psicologia animal, desde Tolman, permanece aferrada a esa idea del purposive behaviour, del comportamiento intencionado o consciente de su meta. En el caso del hombre es al reves. Ese hiato es precisamente el que descubre la extraordinaria posibilidad de una inversion de las pulsiones. En efecto, nuestro comportamiento racional incluira todos los dias la meta del partir y comer; pero puede tambien, saliendose de lo co­ tidiano, prescindir totalmente de eso, e introducir un estado pura­ mente subjetivo mas aca del hiato. Asi por ejemplo, todos los pue­ blos primitivos poseen algunas artes de provocar estados de trance y delirio, arrobamiento y extasis, casi siempre por medio de drogas. Esto sucede primariamente en todas partes y de modo colectivo. Luego el individuo, mediante los festines, la musica y la dan­ za, sufre exaltaciones de tipo supraindividual, es decir, delirios so­ ciales, que desde el punto de vista biologico son tan irracionales co­ mo las autopuniciones y ascesis (ascesis como estimulante; no, como disciplina y sacrificio) a menudo vinculadas con ellas. Luego, en muchisimos caos, los actos que normalmente se presentan co­ mo fases periodicas finales (como comer, beber o comercio sexual) entran en un piano en el que se desarrolla (fuera de estas ocasio­ nes) el comportamiento racional y con finalidad. Por tanto, son rea­ lizados como medio para expresar «simbolicamente* una serie de hechos puramente internos, extaticos, del hombre. Asi lo encontra­ mos en numerosos cultos. Evidentemente hay que entender esa «inversion de las pulsiones* como un acrecentamiento progresivo en el dominio de las pulsiones. Incluso en las formas elevadas, superorgiasticas, de la ascesis, como una continuacion de la misma re­ duccion del instinto. Es decir: hay que entenderla como un acre­ centamiento del proceso de la hominizacion. Pero quisieramos explicar, primeramente, despues de varias pa­ ginas, la mencionada independencia de las acciones con respecto a 61

las pulsiones; o la facultad de «desenganchar» ambas, dejando un hiato entre ellas. El «ciclo de la accion®, es decir, el trabajo en co­ mun de la accion, la percepcion, el pensamiento, etc., puede ser aplicado a una cosa que ha de ser mudada; puede ser descargado alli; dirigido despues a si mismo, y desarrollar de si mismo sus motivos y metas. Esta forzado a seguir la ley y el comportamiento de respuesta de los hechos: aceptarlos, ir tras ellos y elaborarlos. Esta objetividad del comportamiento, dentro de los hechos que se presentan casual pero objetivamente, exige por otra parte la frena­ bilidad de las indigencias. Hay que poder ponerlas entre parentesis o postergarlas; hay que poder impedirles que sufran perturbacion en su inventiva u orientacion, si es que esa actividad, entregada ple­ namente a sus leyes de intercambio objetivo, ha de servir a indigen­ cias futuras. Esa facultad de «retener® las pulsiones, de variar el comportamiento juicioso, independientemente de ellas, pone al descubierto un «dentro», un interior. Este hiato, visto con mas precision, es la base vital del fenomeno llamado alma. Ese «retener® es de una importancia infinita para la existencia del hombre. Es obtenida a todo trance ya en la primera infancia. En efecto, su incompletez cinetica y su incapacidad de accion, como frenos to­ tales a la satisfaccion plena de las necesidades, motivan que las in­ digencias del nino puedan ser almacenadas y satisfechas luego. Si las indigencias elementales no estan adaptadas a accionadores fijos, sino que su relacion con los objetos satisfactores esta relajada, en el sentido descrito, se entiende entonces la necesidad de orientarlas mediante la experiencia; «acunarlas® en su apertura, al prin­ cipio carente totalmente de figura, o dicho de otro modo: de ocuparlas o poseerlas con imagenes. La frenabilidad de la vida pul­ sional su ocupabilidad con imagenes y la «trasladabilidad® o plas­ ticidad son, pues, distintos aspectos de un mismo hecho. En len­ guaje normal llamamos «alma® en primer lugar la capa o estrato de las pulsiones que se dan a conocer en imagenes y representacio­ nes, en las indigencias conscientes y en los intereses orientados. So­ lamente en ese hiato pueden ser orientadas de modo continuado las indignciaS y las acciones. Las primeras han de ser llenadas o satis­ fechas con contenidos tornados del entorno; han de ser dotadas de imagenes por la experiencia; han de ser ocupadas con expectativas bien diferenciadas, a fin de poder estar a la par de la ampliacion del circulo de actividad humano en el mundo y que es permanente­ mente ampliado y «forzado® por el conocimiento y la accion. Fi-

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nalmente el hombre es capaz de tener un «interes objetivo® con­ creto por una actividad concreta y muy indirecta y luego una indi­ gencia de ella; mientras que en su alma descansan la imagen y la pulsion hacia la meta de esa actividad y sobreviven a todas las mu­ taciones inmediatas. Precisamente eso es lo que pretende. Asi pues, podemos considerar las pulsiones humanas partiendo de sus tareas en el conjunto de la accion y encontraremos una serie de caracteristicas, que estan en conexion evidente. Luego podremos hacer una serie de afirmaciones esquematicas, que abarcan la estructura general de la vida pulsional del hombre y dentro de la cual se desarrollan todas las leyes especiales que aiin hemos de es­ tudiar con mas detalle: 1. Las pulsiones son frenables y pueden ser «retenidas®, abriendose asi el «hiato® entre ellas y la accion. 2. Se despliegan al irse construyendo la experiencia, es decir: en la experiencia consciente de sus fines. 3. Son ocupables con imagenes, fantasmas, «recuerdos® de contenidos. Si se retienen, se hacen conscientes con- esas imagenes como indigencias e intereses concretos. 4. Son plasticas y variables; pueden seguir las mutaciones de la experiencia y de las circunstancias, e ir a la par de las acciones. 5. Por ese motivo no hay limites muy definidos entre las indi­ gencias elementales y los intereses condicionados. 6. Sobre las indigencias frenadas pueden nacer otras mas ele­ vadas, las cuales como «intereses permanentes® pueden arrastrar el movimiento hacia el futuro y permanecer siendo «internas® frente a las cambiantes indigencias del presente. Son siempre el correlato subjetivo de instituciones objetivas. 7. Todas las indigencias e intereses (tan pronto como son despertados por las experiencias de intercambio y son dotados de ima­ genes por ellas) son como tales tambien objeto de la toma de posi­ cion de otros intereses virtuales y por tanto permiten el ser rechaza­ dos o bien «subrayados®. La teleologia de esta constitucion para un ser que actua de cara al futuro y no solamente por impulsos internos, sino tambien por las condiciones cambiantes del mundo, es muy clara. Por una

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parte, es de importancia vital que las indigencias urgentisimas (a causa de las carencias organicas del hombre) esten abiertas al mun­ do, se desarrollen en estrecha conexion con una experiencia industriosa y que, sin unos limites precisos, se transformen en intereses por actividades y circunstancias concretisimas. Las transformacio­ nes que ha de introducir en el mundo un ser tan amenazado a fin de poderse mantener, son (por condicionadas y complicadas que puedan ser) fundamentalmente de importancia pulsional y por eso todas las actividades intermedias, en las que se efectua esto, se transforman tambien en indigencias o necesidades: a saber, la per­ cepcion, el lenguaje, las variaciones del movimiento y las acciones intermedias dirigidas. Por otra parte, los intereses permanentes han de ser formados, orientados y mantenidos. Tambien deben per­ manecer conscientemente como invariantes internas, que dominan y sobreviven al cambio de las actividades y circunstancias en el presente. La organizacion de este sistema pulsional arquitectonico y bien orientado es una de las tareas del hombre. Quizas la mas dificil que tiene que solucionar. Lo prueba tambien la escasa estabilidad que con frecuencia tienen las instituciones, a traves de las cuales solamente puede realizarse esa organizacion, ya sea a traves de ellas o esquivandolas. El tipo de consideracion, tomada del animal, que trata de re­ trotraer el comportamiento humano directamente a un sistema de instintos (por ejemplo el metodo de McDougall), no responde a las especiales condiciones del hombre, como tampoco la vision in­ terna abstracta, que contempla la vida interior humana sin refe­ rencia a la accion, en su reflexion interna, y que ha conducido al caos de las distintas direcciones de la psicologia.

7.

El superavit pulsional y modo de dirigirlo

Teniamos que dejar bien sentado lo que hemos expuesto breve­ mente antes de que pudieramos echar una mirada mas profunda. Las afirjpaciones generales sobre la estructura pulsional vendrian a senalar la existencia de un superavit pulsional. Alfred Seydel fue el primero que introdujo este importante concepto como «superavit pulsivo* (Triebiiberschuss). Luego Sche-

21.

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Bewusstsein als Verhdngnis, 1927.

ler hablo del ser «cuya insatisfaccion pulsiva siempre es mas abundante que su satisfaccion®. Sin embargo no hemos de confundir el superavit pulsional constitucional y general del hombre, con la desintegracion que se presenta en las distribuciones de la pulsion, culturales y sumamente cultivadas, cuando son rotas las instituciones a las que aquellas estaban vinculadas. El resultado es que las indigencias sociales insatisfechas sobrecargan las primitivas, sobre todo los instintos sexuales. La idea moderna de un superavit impulsivo flotando libremente, por asi decir, desatadamente «libidinoso®, tiene como trasfondo sociologico el resquebrajamiento de las instituciones en las grandes ciudades. Por el contrario, el superavit pulsional constitucional solo pue­ de concebirse como el lado interno de un ser no especializado y con carencia de medios organicos, que esta expuesto a una presion constante de tareas internas y externas. Es, por decir asi, el refle­ jo de la ilimitada tematica de una penuria cronica. Para empezar hay que describirlo asi: no se agota ni muchisimo menos con las simples acciones de satisfaccion de las indigencias animales minimas, como hambre o impulso sexual. Desde este punto de vista, la diferencia entre el hombre y el animal es extraordinaria. Los instintos del animal son instintos de sus organos, con los que esta adaptado a su medio ambiente. Por eso, esos instintos siguen el gran ritmo de la naturaleza. En deter­ minadas epocas, si se dan las condiciones, se despierta el instinto de emigracion, el impulso sexual, el instinto de construccion del nido o el impulso a retirarse para el sueno invernal. Y al reves, para el hombre es de importancia vital sostenerse a traves del cambio de condiciones externas e internas, y contribuir con ello a la formacion de impulsos duraderos, que no lo dejaran, que lo llevaran manana de nuevo a su actividad; al trabajo de Sisifo de la dominacion cotidiana de la existencia. De antemano parece que la energia pulsional esta adaptada a las operaciones imprevisibles, y en ciertas circunstancias extraordinarias, ante las que colocan al hombre circunstancias caprichosas. Esa energia raras veces sera agotada en su increible fuerza. Aunque es imposible establecer una medida, puede suponerse, en un primer acercamiento a este dificilisimo problema, que la energia pulsional en potencia, puramen­ te cuantitativa, considerada desde le punto de vista energetico, es mayor en el hombre que en cualquier otro animal de su tamano. 22.

Die Stellung der Menschen in Kosmos, 1928, 54.

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De la penuria cronica del hombre surge un segundo aspecto. La penuria se muestra fisicamente en sus carencias organicas; espiritualmente, en el volumen, tan amplio como el mundo, de los esti­ mulos y motivos que se le ofrecen y que por tanto ha de dominar. Por el contrario, por parte de la vida pulsional, se muestra en la propiedad fundamental de que esas pulsiones no son periodicas, es decir, cronicas. Primero: el instinto sexual esta desvinculadisimo de cualquier periodicidad y la duracion de la madurez sexual, en comparacion con los animales, es enorme. Dado que los ninos tie­ nen una infancia extraordinariamente prolongada, hay que suponer una decada de dependencia biologica, que ha de tener sus correlates cronicos instintivos. Aun cuando supongamos que un instinto de horda (al principio muy poco diferenciado) se redujo luego por las vias del instinto sexual a aquellos grupos pequenos, cuando las ne­ cesidades economicas forzaron a una diferenciacion de las hordas (que iban en aumento) en grupos de cooperacion, hay que suponer a pesar de todo, como sustrato, una sintesis de indigencias sociales y economicas permanentes. Con otras palabras: junto con la serie continua del proceso generativo; junto con el conjunto permanente e intacto de la sociedad en aumento y junto con la presion, asi­ mismo permanente, a administrar (porque ya el hambre futura da hambre), se presentan factores objetivos, no periodicos, de primera clase, que solamente puede dominar un superavit pulsional per­ manente. Un ritmo de los instintos en un ser tan permanentemente asediado seria una desarmonia perturbadora. Quizas sea mas pro­ funda la consideracion contraria: unos instintos adaptados en cier­ tos casos a la marcha de la naturaleza tendrian naturalmente que hacer una pausa cuando lo exigiera el ritmo de esa marcha; siendo asi que no hay circunstancias favorables (es decir, adaptadas a la naturaleza) en el caso del hombre, cuya tarea es por eso «cr6nica» y al mismo tiempo «indeterminable». Solamente un ser que tiene permanentemente pulsiones agudas y por tanto un superavit pulsional, que va mas alia de cualquier situacion que lo satisfaga momentaneamente, puede dirigir su apertura., al mundo hacia lo productivo e incluso incorporar en su comportamiento aquellos hechos supraindividuales como motivos. Es decir, puede desarrollar, a partir del contexto generativo, social y economico, tareas de un tipo mas elevado, que se concretaran des­ pues objetivamente en los ordenes sociales mas diversos. Todavia podemos considerar el superavit pulsional desde otro 66

punto de vista. El hombre esta caracterizado por un periodo enor­ memente alargado de desarrollo; es decir, por una extraordinaria duracion (si se compara con el animal) del tiempo que pasa hasta que llega a su libertad de accion independiente. La motorica, y mucho mas la sexualidad, duran mucho tiempo incompletas. La ca­ pacidad de participar en el dominio o superacion comun de la exis­ tencia, se alcanza muy tardiamente. Ya durante todo ese tiempo se halla el hombre bajo un superavit pulsional, que sin embargo no puede ocuparse todavia en tareas serias. Ni siquiera en las socieda­ des primitivas antes de los catorce anos. Es una maravillosa teleolo­ gia como ese superavit pulsional es gastado durante tanto tiempo en ocupaciones «no gravadas®, inestables y juguetonas. Y precisa­ mente es en ellas donde el hombre adquiere toda la estructura ope­ racional del intercambio o trato comunicativo, sin avideces, pero «pulsado® (llevado a cabo) no especificamente. Intercambio con el mundo y con su propio poderio en la dominacion industriosa de la amplitud de los estimulos, como hemos descrito antes. Solo cuando se ha orientado, cuando ha adquirido lenguaje, capacidad de movi­ miento, pensamiento, destreza manual y habilidades de todo tipo solo entonces despierta la sexualidad; solo entonces esta «listo® y es capaz de disputar el mismo su existencia. Por eso el superavit pulsional es un apriori. De antemano situa al hombre ante un apre­ mio a la elaboracion. Una vez mas tiene una gran finalidad, que los frenos, dentro de la vida pulsional (y mirando desde un solo an­ gulo), sean forzosos y aparezcan como modos de autoelaboracion del superavit pulsional. Vistos desde otro angulo, son condiciones del desarrollo de indigencias que propician la accion y son socialmente soportables. Con otras palabras: la presion a configurarse, bajo la que se halla la vida interior humana a consecuencia del su­ peravit de pulsion, es una condicion del desarrollo de las pulsiones de un ser praxico, previsor y que vive en sociedad. Los intereses conscientes y orientados del hombre fueron conseguidos en lucha contra otros igualmente posibles; quizas bajo el influjo de fuera, son fijados frenando a los otros. Son siempre objeto de acogida o rechazo, y solo asf manejables y objetivos. Pero esto no causalmen­ te, sino bajo la presion modeladora del superavit pulsional, que en ello es elaborado en parte y empleado. Esa presion a configurarse o imperativo de adaptacion es ex­ traordinariamente profundo. Incluso los impulsos mfnimos repre­ sentados organicamente (hambre y sexualidad) se vinculan a las 67

leyes de los intereses superiores. Son tambien frenables, desviables, dentro de ciertos limites; incluso, atendiendo a otros intereses y en ciertas circunstancias pueden ser totalmente superados (ascesis, huelgas de hambre, etc.). Un hombre que por motivos patologicos. no consigue una adaptacion permanente y dirigida al mundo de las indigencias y una arquitectura de los intereses, degenera, por la so­ brecarga del apremiante superavit pulsional, en manias autodestructivas. Esa modelacion o adaptacion de la fuerza pulsional hacia la actividad es incluso una condicion del orden vegetativo. En efecto, las funciones vegetativas del hombre estan apuntando hacia ella. Despues de lo que venimos diciendo sobre este importante y oscuro tema, el superavit pulsional se nos aparece en primer lugar como el correlato de la penuria cronica de este ser expuesto, cuyas energias tienen que pulsarlo «cr6nicamente». El «estancamiento» producido por el desarrollo tan enormemente retardado y prolongado, seria un sobreanadido, de origen hormonal probablemente distinto, pero actuando en la misma direccion. Ha de quedar bien claro, ademas, que la ya mencionada reduccion de instintos en el hombre no quiere decir en modo alguno una debilitacion dinamica, sino una desvinculacion de los organos y un desligamiento del me­ dio ambiente por parte de los quanta pulsionales; significa su con­ centracion a partir de la fijacion organica, tal y como se presenta en un ser «embrional», que conserva durante toda su vida los caracte­ res esenciales de la fetalizacion. Con esto se emparenta una cierta indiferenciacion de los residuos instintivos, como quiere el concepro de libido de Jung, rectamente entendido, que sin embargo con­ verge a su vez con la anulacion del accionamiento ritmico (tan ca­ racteristico de la vida animal) del sistema pulsional. La consecuen­ cia de ambos influjos es un rasgo muy llamativo de la vida pulsional humana: a saber: La sexualizacion continua y permanente (originaria; no explicable por «domesticaoi6n») de todo el sistema pulsional humano por una parte, y por otra, que la actividad sexual es llavada a cabo, significativamente, por otros motivos, siempre actuantes, del comportamiento hulnano **.

Si vemos siempre el superavit pulsional como un reflejo fiel de la peligrosidad constitucional del hombre y por asi decir como la 23.

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A. Portmann, Biologische Fragmente, 61-62.

fuerza correlativa, que hace soportable esa peligrosidad o riesgo, conseguiremos por fin acceso al importante y enigmatico fenomeno: a la clave de tantas «respuestas» creadoras a los «desafios» (chal­ lenges, Toynbee) de dificiles situaciones del mundo; a saber, a aquella pasion de poner en juego incluso la vida; a aquella bio­ logical hardiness que viene de un excess of energy. La reduc­ cion del riesgo fisico, tal como se ve en la menor de las adaptacio­ nes al medio ambiente (es decir, la especializacion) no era el ca­ mino de la evolucion hacia el hombre. Tampoco es el camino de la evolucion del hombre; es decir, de su cultura, que no parece consistir en mantener conservadoramente las seguridades y equilibrios conseguidos, sino mas bien en las culminaciones de una energia, que mediante el riesgo es estimulada y aligerada. Lo expuesto, exponerse a si mismo, hacer de la peligrosidad conscientemente un riesgo, esta es la oportunidad intentada a menudo y lograda con frecuencia. En ella no hay ninguna diferencia entre esos cazadores extraordinarios, los polinesios, que aprovechan el viento huracanado en alta mar para impulsar sus cascaras de nuez, y los primeros pilotos del aire. Una teoria biologica del hombre deberia incluir ese comportamiento biologicamente paradojico. Asi pues, el superavit pulsional es un hecho decisivo. Se halla lo mismo en aquellas creaciones que superan toda descripcion, en las que el hombre obligo a la naturaleza a soportarlo, que en las estructuras pulsionales correspondientes, amaestradas, adaptadas y hechas permanentes, cuya sustancia se llama caracter. Desde este punto de vista, es posible una definicion del hombre como ser amaestrable. Esta definicion abarca todo lo que puede entenderse bajo el nombre de moral, en su aspecto antropologico. La necesidad de ser amaestrado o cultivado; el imperative de adaptacion (bajo el que se halla un «animal no fijado»); la educacion y la autodisciplina; asimismo el ser acunado por instituciones en las que se llevan a cabo las tareas de la vida; todo esto no son sino los esta­ dios mas llamativos. Precisamente porque el hombre se halla (den­ tro de si mismo) ante una tarea increiblemente «grabada», que el solo puede llevar a cabo juntamente con la tarea de su vida, es decir, por su propia industria: porque ha de desarrollar en si mis­ mo unas leyes de senorio y de conduccion de las indigencias e in­ tereses y ha de «establecerse» o situarse en un sistema de voluntad 24.

G. Heard, Social substance of religion, 1931.

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orientada, precisamente por todo eso son falsas las ideas «armonicas» sobre el hombre, que no atienden a esa tension interior enor­ me. Ademas, la comunidad de un pueblo, de la tribu y sobre todo de los «grupos cara a cara» (face to face group, de los sociologos americanos) tiene una importancia, que se mofa de toda compara­ cion con los «estados» animales. En primer lugar, en el piano pu­ ramente vegetativo, la ninez humana (retardada de una manera realmente unica) exige una proteccion permanente, que solo se pue­ de encontrar en algun tipo de institucion. Mas aun, los procesos superiores sensomotores e ideosensores (comenzando por el andar y el hablar) son estructuralmente procesos comunicativos de una vitalidad descargada, carente de indigencias, en los cuales la sensa­ cion recibida y elaborada, la respuesta asumida, entran en el poder desarrollado. Se habrian desarrollado tambien sin participacion ex­ terior y sin el pilotaje externo, pero hubieran exigido durante mu­ cho tiempo una enorme cantidad de energia. Es decir, no habria resultado la infraestructura acostumbrada de operaciones superio­ res, descargadas. La comunidad forma parte del proceso de creci­ miento de un ser, como el aire. Al fin y al cabo, mediante la edu­ cacion se cimenta la fuerza para dirigirse a si mismo. El poder (de­ cisivo para un ser praxico) tomar una posicion, controlada y procurada por uno mismo, con respecto a lo de dentro y lo de fuera, tiene como condicion de su desarrollo el influjo y la presencia permanen­ te de la sociedad.

8.

La ley de la descarga. El papel de la conciencia

El concepto repetidamente mencionado de la descarga es una categoria esencial de la antropologia. Es ya muy esclarecedor que la conciencia humana, asi como la animal, solo puedan entenderse en conexion con el comportamien­ to, de tal manera que pueda definirse como una fase de la accion. Esta vision fundamental del pragmatismo fundado por Peirce y James es sin duda acertada. Sorel ha mostrado que incluso a Kant se le puede tener por «pre-pragmatico» El conocer y pensar hu­ manos, en cuanto son loquiales, estan esencialmente vueltos hacia afuera, ya sea actual o virtualmente. Empiezan con la percepcion. El examen de su estructura operacional da como resultado que se 25.

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De I’utilitd du pragmatisme, Paris 1928.

trata siempre de la union de actividades perceptivas y activas en un poder. En condiciones sociales especiales, muy desarrolladas, el aspecto de accion puede acortarse mediante una simbolica. Pero in­ cluso la contemplacion de los carismaticos, como Buda, se esfuerza en ultimo termino no solamente por la vision, sino por otro tipo de vida. No renuncia a la comunicacion, aunque sea simbolica y sin palabras. Esta presuponiendo de la sociedad dos cosas: que apoye ese comportamiento como un poder superior y que descargue a esos contemplativos de los trabajos elementales, asumiendolos ella. Volviendo a ese principio de descarga. Ofrece el siguiente as­ pecto: las condiciones biologicas especiales del hombre hacen ne­ cesario desvincular las relaciones con el mundo del puro presente. Por eso el hombre ha de desarrollar sus experiencias penosamente y por su propia industria, a fin de que aquellas queden a su disposicidn; todo ello mediante un poder, extraordinariamente cultivado y variable a la menor indicacion. Al final del proceso, quedan construidos los grandes campos de sfmbolos del ver, hablar e imaginar, en los que uno puede comportarse ya «por alusiones». Ademas las esferas motoras estan descargadas y paradas, pero accionables en la direccion querida por aquel comportamiento que se mueve por alusiones o indicaciones. Con un empleo minimo de energia y mediante las operaciones mas elevadas, mas libres (es decir, des­ cargadas), somos capaces de adelantarnos o retrasarnos; ocupamos en algo o cambiar de ocupacion; planear nuestra actividad para el trabajo, y desde esa planeacion pasar a los hechos. El lenguaje califica muy bien con expresiones de tipo motorico (como cambiar, adelantarse, etc.) las operaciones de la conciencia, que brevemen­ te podemos definir como una esfera de fantasmas del poder. Se vera que todo ese proceso es necesario, si consideramos que la especial situacion fisica del hombre (que podemos describir con los conceptos de «no-especializacion» y «apertura al mundo») le coloca frente a la extraordinaria carga de procurarse sus oportuni­ dades de vivir mediante su propia industria. La tarea del hombre consiste sobre todo en permanecer en la vida. Lo prueba el que no podemos encontrar otra tarea, para una comunidad o un pueblo, que la de man tenerse en la existencia. Basta una mirada a la his­ toria para mostrar cuan dificil es esa tarea. ([Donde estan los cartagineses o los borgonones, otrora pueblos poderosos? Por eso tenemos ya la primera afirmacion en torno al principio de descarga: el hombre, por su propia industria, saca de sus cargas 71

elementales oportunidades para prolongar su vida, por cuanto que sus operaciones motrices, sensoriales e intelectuales (vinculadas por el lenguaje) se impulsan mutuamente hacia arriba, hasta que se ha­ ce posible una conduccion inteligente de la accion. Entenderiamos mejor estos complicadisimos procesos de descarga y conduccion si la neurologia pudiera decirnos algo satisfactorio sobre los procesos en el sistema nervioso motor y sensor, ya que en el estan «representadas* de algun modo las leyes de las operaciones humanas. Este no es el caso y por eso nos vemos obligados a una reconstruccion directa de la disposicion estructural del comportamiento humano. A fin de aclarar el concepto de descarga, que solo hemos pre­ sentado muy en general, hemos de seguirlo hasta el interior de la organizacion humana y mostrar como la especial «tecnica» huma­ na para mantenerse en la existencia aparece ya en las estructuras de su vida sensomotriz. Pensemos, en primer lugar, en la conexion entre insinuacion o indicacion y super-vision en el sentido de la vista. Las masas que potencialmente podemos percibir no se dan en la percepcion, sino que el campo perceptivo se ha vuelto ex­ traordinariamente simbolico a consecuencia de la propia evolucion del movimiento. Por ejemplo, en un objeto, una taza, acostumbramos en parte a super-ver (ver repetidas veces y por tanto pasar por alto) los claros y las sombras y la ornamentacion, o bien el ojo la toma como ayuda referencial o indicativa para hacerse una concep­ cion del espacio y de la figura, «teniendo» asi indirectamente la parte de atras y la parte del espacio que esta lejos de nosotros. Asi­ mismo se valoran las interferencias. Por el contrario, la estructura material («porcelana fina») y el peso si se incluyen en la vision, pero de otro modo, por decirlo asi mas «predicativo», que el rasgo que se ofrece en un primer piano de «recipiente»; es decir, hueco y redondo. Tambien, de otro modo, ciertos datos opticos, por ejemplo el asa o la posicion «manejable» de la forma total dan sugerencias cineticas para los movimientos de intercambio. Pero to­ dos estos datos los abarca el ojo en una sola mirada. Tenemos que decir, pues, que nuestros ojos son indiferentes al estado objetivo de sensibilidad y de lo sentido en cada caso como trasfondo; por el contrario son sumamente sensibles para insinuaciones o indicacio­ nes extraordinariamente complejas. De estos procesos solo nos interesa aqui el estado final, desde el punto de vista de la descarga. A este proposito podemos decir: se ha roto la inmediatez de la impresion y del influjo de la pletora

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de estimulos; los puntos de contacto con ella se han reducido a un minimo, pero a un minimo con elevadisima capacidad de desarrollo. De este modo, el orden perceptivo corresponde al comportamiento indirecto del hombre, al que se dirige a las fases futuras de la reali­ dad; asi como ella por su parte surge primero de un com porta­ miento inadaptado, inespecifico y «de prueba®. Toda esta estructu­ ra (de importancia vital en su resultado) esta suponiendo natural­ mente la sobresaturacion con estimulos no adaptados y no seleccio­ nados. Solo con la ayuda de esta condicion, aquella «alimentacion® o carga paulatina de las impresiones con simbolos, logra aquella distribucion y orden del campo visual, que crece como consecuen­ cia de la actividad humana de intercambio y se halla ante nosotros como mundo super-visible (que se puede abarcar en una mirada sinoptica y dejar luego a un lado). Expresa visiblemente que se ha ganado distancia: se ha roto el circulo de la inmediatez y que es posible un comportamiento pre-visor, que quita ya de en medio las futuras impresiones y domina en un gran circulo. Asi, el hombre saca de sus condiciones anormales (en comparacion con el animal) los medios para conducir su vida, y es a este complejo nada sencillo a lo que yo llamo «descarga®. Esta expresion quiere significar tambien otro aspecto del mismo hecho; a saber, el caracter progresivamente indirecto del compor­ tamiento humano; del contacto, cada vez menor, pero tambien mas refinado, mas libre y mas variable. Entre la accion y su meta se intercalan eslabones intermedios que se transforman por su parte en objeto de su interes derivado y oblicuo. No consideramos como obrar humano el empleo casual de una herramienta colocada ante los ojos para un fin proximo, sino la produccion de instrumentos para una meta lejana. Asi pues, lo que, visto por fuera, es un com­ portamiento indirecto, variable, que posterga la inmediatez, es, visto por dentro, un comportamiento planeado, previsor, controlado por centros cada vez mas elevados. Desde este punto de vista el concepto de descarga adquiere un sentido complementario. A fin de que las funciones inferiores puedan transformarse en dirigidas y accionadas, las superiores han de asumir algunas operaciones que originalmente pertenecian a aquellas; sobre todo las operaciones de variacion y combinacion; pero lo hacen de una forma impropia, indicativa, mas simbolica. Es decir, conscientemente. Este mecanismo es, tornado estricta73

mente, el presupuesto bajo el que podemos dividir las funciones en superiores e inferiores. El ejemplo mas sencillo es el intento de realizar un movimien­ to. Al principio, los movimientos de los brazos y las manos estan cargados con las tareas del movimiento local y las pierden con la posicion erecta. En la abundancia de los movimientos del juego, del tacto, del intercambio y del asir alguna cosa, han puesto en juego un gran volumen de combinaciones y variaciones en contacto directo con la cosa misma. Pero esto significa lo siguiente: en ulti­ ma instancia no han efectuado una accion en sentido propio, un trabajo planeado de antemano. Solo cuando se ha desarrollado un campo de planificacion de la fantasia pueden planearse de nuevo todas las variaciones y combinaciones, en la imaginacion, en una fantasia cinetica o kinefantasia y una fantasia de la situacion o topofantasia, y el movimiento real se transforma en un movimiento de trabajo, pilotado y accionable. Las tareas de variacion del mo­ vimiento y subordinacion de movimientos, en cuyo deletreo emplean largos anos los ninos pequenos, son asumidas mas tarde por el movimiento virtual; el movimiento real es conducido por un ca­ mino mas sencillo y puede automatizarse en parte. Pero un pro­ yecto cinetico esta solamente «esbozado»; es un movimiento vir­ tual y al mismo tiempo previsor, puramente posible, pero experi­ mentado como posible. En este sentido, descarga significa que el acento principal del comportamiento humano recae de modo creciente en las funciones «superiores», es decir, las menos penosas, las que solo insimian o indican. Dicho de otro modo: las conscientes o espirituales. Por eso este concepto es un concepto clave de las antropologias. Nos en­ sena a ver las funciones superiores del hombre en conexion con su naturaleza fisica y las condiciones elementales de su vida. Desde este punto de vista, tambien queda destacado el papel extraordinario que desempena la costumbre o habito. La costumbre «descarga»; primero en el sentido de que cuando se da un compor­ tamiento habitual, el gasto en motivacion y control, el esfuerzo de correccion y la ocupacion o posesion de los afectos, ya no son ne­ cesarias. «En la vida cotidiana, dice Guillaume nuestros actos habituales estan condicionados por las percepciones de ciertos ob­ jetos, a los que reaccionamos automaticamente®. El comportamien-

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La formation des habitudes, 1947, 27.

to se transforma en costumbre o habito, porque se escapa a la intervencion de la conciencia y se almacena, se estabiliza, se hace resistente a la critica e inmune a las objeciones. Asi sienta la base para un comportamiento superior, que va variando sobre esa base. Por ejemplo; solo el que domina de modo habitual con seguridad y fluidez el vocabulario y la sintaxis de una lengua extranjera puede dedicar su atencion a pulir sus matices. Podemos seguir este importantisimo proceso de la descarga, en el que la formacion de habitos sienta las bases para un comportamiento superior, incluso hasta en los reflejos condicionados. En este tipo de proceso, una reaccion que esta acoplada con un estimulo de primera mano (por ejemplo, la produccion de saliva al mirar la comida), es ya accionada por un estimulo casual, que regularmente precede a aquella; por ejemplo, el sonido de un timbre. No cabe duda de que esa reaccion instintiva, primaria, se aproxima asi en su estructura a un habito o costumbre, ya que el automatismo esta acoplado a una situacion, que se repite regularmente del mismo modo. De este modo cualquier estimulo insignificante recibe un valor de puesta en marcha, con tal de que se produzca regularmente. Asi se mues­ tra, pues, esta funcion basica de la formacion de habitos o costum­ bres. En efecto, este proceso fija un nivel de comportamiento ante el estimulo, a partir del cual se pueden experimentar nuevos con­ tenidos y ser promovidos en el ambito de la utilizacion. El reflejo condicionado de segundo grado que surge asi, viene a significar una dilatacion del ambiente que ya se domina sobre la base del prime­ ro. Pavlov ha observado que el valor conseguido por una primera senal podia ser transferido a una segunda. El susurro del metronomo que hacia referencia a la comida, accionaba el flujo de saliva; pero tambien una senal luminosa, que precedia al metronomo, po­ dia alcanzar ese efecto. Esto es una dilatacion del campo estimu­ lante, sobre la base de un habito adquirido anteriormente. Todas las funciones superiores del hombre, en cualquier esfera de la vida intelectual y moral (y tambien de la matizacion del mo­ vimiento y de la accion) se pueden desarrollar, porque la forma­ cion de habitos-base estables y fundamentados descarga y «traspasa hacia arriba» la energia que originalmente se empleaba para la motivacion, las pruebas y los controles. Sirva de ejemplo la si­ guiente observacion; la organizacion de la sociedad cuida de que haya una satisfaccion permanente (en alguna manera regular y ha­ bitual) de las indigencias biologicas elementales. Ya desde los tiem-

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pos del neolitico se aprovecharon los excedentes crecientes de fru­ ta y de ganado para formar una reserva; es decir, para satisfaccion permanente y habitual de las necesidades alimenticias. Los no ocu­ pados en la produccion basica quedan asi libres (en todas sus fun­ ciones superiores intelectuales y practicas) para modos de compor­ tamiento, que ya no pueden calificarse, sin caer en un sofisma, co­ mo «comportamiento apetitivo». En efecto, producen cosas, por ejemplo, que no son utiles, pero son bellas; o bien se entregan a la construccion, diferenciacion, enriquecimiento de las artes mecanicas, las artes y los ritos. Ademas, en esas operaciones culturales entra toda aquella masa de pulsiones y afectos que quedan libres por la trivializacion de la satisfaccion habitual de las penurias bio­ logicas. iComo explicar, si no, el increible apasionamiento con que todas las culturas primitivas construyen configuraciones sumamente artificiales, como por ejemplo los rituales magicos, a pesar de que el resultado evidentemente sea muy precario desde el punto de vista experimental? No cabe duda de que se aferran a ellos con tanta fuerza, porque tienen un gran valor de satisfaccion, a causa de los grandes quanta pulsionales que son liberados mediante la transformacion en costumbre y la indiferenciacion de la satisfaccion elemental de las indigencias y fuerzan ahora una elaboracion pre­ cisamente en las funciones liberadas intelectuales y motoras. Quisieramos cerrar este apartado con algunas observaciones filosoficas generales. La doctrina ontologica de las categorias de N. Hartmann ha mostrado que en la estructura por estratos del mundo, las catego­ rias de los estratos o capas inferiores, como las anorganicas, son las mas fuertes. Es decir, son indiferentes frente a la existencia de las superiores y jalonan el espacio dentro del cual se desenvuelven las superiores. Y al reves, las categorias superiores son las mas depen­ dientes. La vida animica esta presuponiendo la organica y esta la inorganica. Pero son las mas ricas: cada capa o estrato superior contiene un «novum categorial»; es deoir, nuevas estructuras y protofenomenos, que no se pueden hacer derivar de las capas in­ feriores. Ciertamente las categorias superiores son mas «debiles», es decir, estan dependiendo de la existencia de las inferiores, pero frente a ellas son libres o autonomas. Ahora bien, la antropologia puede suministrar, creo yo, una serie de categorias especiales. Entre ellas especialmente aquellas que tienen un gran interes, porque «transcurren» a traves de varias 76

capas. Asi por ejemplo, con la ayuda de la categoria de «descarga» podemos describir una de las leyes fundamentales de la vida senso­ rial y motora que delimitan el «campo de juego» para la apari­ cion de la conciencia pensante. Podemos incluso mostrar esa cate­ goria de la descarga en una actividad autenticamente espiritual; a saber, en el desarrollo del lenguaje. Podriamos seguirla tambien hacia abajo, hacia lo biologico; captarla en el «reflejo condicionado». La perdemos ya cuando, a traves de los habitos o costumbres, pasamos a la oscuridad de lo vegetativo. Naturalmente ninguna teoria explica como de lo anorganico sale lo organico y de este lo animico y espiritual. El concepto de «evolucion» deberia suplir al de «creaci6n» en el sentido de un surgimiento cuasi-automatico de lo nuevo, pero no atiende lo creador de ese surgimiento. Hartmann dice que «la entrada de la vida en el universo esta vinculada a con­ diciones de las que facilmente se ve que, dentro del contexto cosmico, solo pueden existir como raras excepciones®. Quisiera ampliar ese pensamiento hasta hacer de el una teoria; parece como si hubieran de ser satisfechas o cumplidas las condiciones improhables de cada una de las capas inferiores, para que surjan los feno­ menos de las superiores. De este modo, la ubicacion especial del hombre tendria una dignidad ontologica. Esa ubicacion es ya una improbabilidad organico-biologica y ha de ser alcanzada esa orga­ nizacion excepcional antes de que se manifiesten las categorias su­ periores, de un modo que no se puede hacer derivar de otras. Ade­ mas, parece probable que la multiplicidad y divergencia de las pulsiones humanas solo permite llegar por lo general a configura­ ciones sociales inestables, de tal manera que las condiciones de las creaciones culturales elevadas se hallen en un improbable estado de equilibrio entre muchas inestabilidades. De ahi el tiempo siem­ pre asombrosamente corto de florecimiento de las culturas. Toyn­ bee situa la decadencia de la cultura egipcia en una epoca extraor­ dinariamente temprana; despues de la construccion de las piramides y todavia en el imperio antiguo. Una ultima reflexion se refiere a la conciencia. Es evidente que la conciencia surge de la percepcion, en el sentido de un pilotaje y una «dosificacion® del comportamiento ya de cara a fuentes de es­ timulos alejadas. La teoria cimentada por J. M. Baldwin, Bergson, Dewey y otros acerca de la relacion existente entre la conciencia y un proceso vi­ tal frenado, se apoya en distintos hechos. Primero, la percepcion 77

trabaja evidentemente (en el caso de seres vivos que se mueven) en el sentido de un «traslado previo* o cambio de la reaccion ante una cosa lejana (que todavia no ha entrado en colision o en cercania peligrosa). Segundo, ante el fenomeno general de que recorridos de todo tipo (inconscientemente automatizados y que funcionan con seguridad) solo se hacen conscientes cuando ya no se presentan libres de perturbacion. Finalmente, en todo tiempo puede comprobarse que contenciones o frenos inesperados de nues­ tras acciones dejan que se instale libremente una reflexion; la reflexion apparait comme le choc en retour du reflexe hrusquement inhibe, dice Pradines Por lo demas, como afirma Hartmann no unicamente a partir del frenado de las reacciones inmediatas y espontaneas se hace comprensible la aparicion de la conciencia; pero si a partir de la multiplicidad de operaciones creadoras, que surgen en el hueco que se ha producido. En este punto hemos de citar unos pensamientos que M. Pra­ dines presento en su obra antes mencionada, asi como en otro tra­ bajo anterior Philosophie de la sensation. El refiere la conciencia perceptiva a dos funciones vitales elementales; la «indigencia» y la «defensa». Los alicientes (stimulations) de la indigencia estan vinculados a la remocion de un objeto satisfactorio ausente, cuya presencia, posesion o consumo la satisface. Pradines subordina a esa funcion de indigencia «los sentidos indigentes*, olfato y gusto. Sin embargo, esta el hecho de que ya en muchisimos animales el accionamiento de movimientos instintivos al servicio de necesida­ des elementales va mas alia de los sentidos de lejania. Los estimu­ los de la defensa son en primer lugar los efectos inmediatos de ob­ jetos presentes en el organismo, cuyo alejamiento libera al orga­ nismo. Pradines explica como acontecimiento basico de la segunda clase una irritation originelle; es decir, una reaccion defensiva, de apartamiento, que lleva a cabo el proceso vital estimulado. A ella subordina el sentido del tacto y los sentidos superiores. Llegamos ahora al punto central de la teoria. Nos parece im­ portante, porque une el punto de vista del surgimiento de la con­ ciencia a p artir del proceso vital frenado y la teoria de la percep­ cion sensorial como «descarga». Esa estimulacion originaria se «diferencia* despues, primero en la direccion de la percepcion; se­ gundo, en la capacidad de sentir dolor, que son descritas como mo27. 28.

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Traite de psych, generale I, 1946, 208. Neue Anthr., en DtscM. Bl. f. dt. Philos. 15, 163.

dalidades distintas y sucesivas de la misma actividad. El supone que la capacidad de sufrimiento surge indirectamente como «repercusion® (repercussion) de la diferenciacion sensorial a aquella estimulabilidad originaria y presupone la inteligencia ya en las ca­ pas infimas de la percepcion. H e aqui la frase capital: El medio propiamente dicho, que utiliza la inteligencia, para desarro­ llar la percepcion a partir de la estimulacion directa, era la sensibili­ zacion del ser vivo frente a estimulos de valor afectivo cada vez mas escaso; sensibilizacion, que ya no correspondiera a una influencia o efecto agresivo, sino a su amenaza, cada vez mas alejada.

Abora bien, el dolor no es una funcion de la indigencia. Mas bien lo es el placer. Por eso Pradines lo atribuye tambien a los sen­ tidos indigentes: el gusto y el olfato. Su dominio propiamente dicbo es el sentido del tacto, siendo excluido de las percepciones de la vista y el oido, porque estan vinculadas a las oscilaciones de un medio, cuyo papel es precisamente transmitirnos (en potencia) percepciones tactiles de una forma tan inmaterial e inasible que no nos pudieran berir. La percepcion lejana, diriamos nosotros, descar­ ga al organismo de un contacto inmediato, aproximativo y doloroso. Pero el dolor no es una percepcion tactil que va subiendo por grados; aun cuando la base de la percepcion tactil consista en la an­ ticipacion del dolor por medio del sentido del tacto. La sensibilidad tactil se muestra en la facultad de registrar mediante un acrecentamiento no doloroso de la intensidad, la aproximacion gradual de un estimulo apremiante (comprimant), hasta que en la frontera del do­ lor surge la arcaica actividad expulsive o aversive. La cualidaddolor es, como se dijo, una repercusion, un efecto retroactivo, de la sensibilidad. Dice Pradines: La naturaleza no pudo llevar hasta la conciencia a los predecesores (biologicamente carentes de importancia) del estimulo irritante, sin aumentar hasta la vivenciaJidad la conciencia de aquel estimulo, cuando era dado, cosa que es precisamente el dolor.

Asi existe una relacion intima y profunda entre inteligencia y dolor: Pues este es la inteligencia misma, cuando desciende hasta la raiz de la irritacion; es el resultado de la luz, con la que la inteligencia la tras-

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pasa, haciendo a los estfmulos mas debiles, expresivos, conscientes y trasparentes.

Si la conciencia (mirando desde sus origenes) esta esencial­ mente vuelta al mundo, tambien, al reves, todos los procesos y rea­ lizaciones de la vida son inconscientes; transcurren en la oscuridad del inconsciente y se nos oculta el «c6mo» se desarrollan. Sabemos muy poco de como respiramos y digerimos; como vemos y pensa­ mos; y como hacemos para levantar el brazo. No tenemos ningun conocimiento acerca de la increible com­ plejidad y perfeccion de las realizaciones vegetativas y motrices; y evidentemente no esta allf la conciencia para ensenarnoslo. En el parrafo 77 y siguiente de la Critica del juicio, de los que Schelling dijo con razon que quizas nunca se han resumido tantos pensamientos profundos en tan pocas paginas, Kant ha expresado, que segun la naturaleza o disposicion propia de nuestra facultad de conocimiento (que se subdivide en vision sensorial y pensamiento discursivo) no nos ha sido dada «la explicacion de la posibilidad de un ente de la naturaleza*; solamente se nos ha permitido «tra­ tar* acerca de ello. En ese pasaje bosqueja la idea de una facultad de conocimiento mas elevada, que no nos es propia, el intellectus archetypus. Es decir, una razon productiva y que contempla el surgimiento de sus productos ya en su genesis. Ese es el tipo de razon que deberiamos tener para poder comprender la finalidad interna de un organismo. Este pasaje recuerda una doctrina, predicada por Nietzsche. Cuando habia de la gran razon {Vernunft: razon practica) del cuer­ po, cuyo instrumento es solamente la pequena Vernunft, que se llama espiritu, esta ensenando al mismo tiempo la perfeccion (inconmensurable e inaccesible para la conciencia) del proceso or­ ganico. Todo obrar perfecto es inconsciente y no querido... la conciencia hace imposible la perfeccidn *»... La conciencia es solamente un instrumen­ to de la vida, y, mirando cuantas y cuan grandes cosas se hacen sin ella, no es el mas necesario.

Conclusion por cierto que no es correcta desde el punto de vista antropologico. En lugar de esa podemos buscar otras mucho mejores; por ejemplo, esta tesis: 29.

80

La voluntad de poder, aforismo 289.

La conciencia (comenzando por lo mas externo, como coordinacion y concientizaoidn de las «impresiones») es al principio la mas alejada del centro biologico del individuo; pero proceso que se va profundizando; se va interiorizando, acercandose continuamente a aquel centro

Lo formulacion general sonaria asf: la conciencia, vuelta hacia afuera, es en primer lugar una ayuda al servicio de la perfeccion del proceso organico. Por tanto, por esencia, no es capaz de conocer ese proceso, ni tampoco esta destinada para eso. El autentico descubridor de esta formula es Schopenhauer En un cierto grado de complicacion del curso de la vida (su­ puesto que existen seres que se mueven) surge la conciencia, pri­ mero como percepcion y como resultado de todas las condiciones organicas; por tanto, no es deducible por su esencia. Su funcion consiste evidentemente en una teologfa que apunta a la terminacion de procesos vitales complicados y sujetos a condiciones penosas. Si recordamos nuestro examen de la ley de la descarga, vemos que incluso las operaciones sumamente simbolicas de la conciencia son empleadas para hacer posibles procesos vitales superiores de conduccion, subordinacion y cooperacion. Solo se hace la luz en el grado en que es utilizable para una estructuracion y desarrollo de la funcion complicados, mas escalonados y «mejores» en la oscu­ ridad. En el caso del hombre, a causa del gravamen extraordinario de las condiciones de su existencia, los procesos de descarga, con­ duccion y pilotaje que hay que construir son especialmente com­ plicados y variables, y por eso las funciones de la conciencia que en ellos se insertan son incomparablemente ricos. Pero si ya hemos encontrado el punto de vista que permite comprender (partiendo de la constitucion-excepcion de ese ser-hombre) su operacion, que es vivir, entonces tenemos un camino directo para responder a las preguntas: (ipor que el lenguaje? cpor que la fantasia? ,fel intra­ mundo? (jel recuerdo? Hemos de ver como cada una de estas pre­ guntas esta superdeterminada, porque puede ser respondida por cada una de las perspectivas alcanzadas. Nuestra conciencia (desde un principio vuelta hacia lo exte­ rior, hacia la experiencia y la comunicacion con otros) no nos pro30. Ibid., 540. 31. Cf. A. Gehlen, Die Resultate Schopenhauers, en C. A. Emge- O . v. Sohweinichen (ed's.), Gedachtnisschrift fiir Arthur Schopenhauer, Berlin 1938.

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porciona ningun conocimiento aproximativo acerca de la teleocon­ formidad (por lo general lucidamente grandiosa) del acontecer orga­ nico. Solo podemos barruntar que con la mera existencia, con la ejecucion de los movimientos de la vida, ya ha sido resuelto un «problema»; y por cierto con una perfeccion que supera y se rie de todo conocimiento. Parece como si desde algiin punto de vista importara enormemente el vivir. Que la existencia viviente dentro de la plenitud del mundo es por si misma un valor, quizas el valor, se expresa en la creencia, difundida por todo el mundo, en una continuacion de la vida despues de la muerte. Tambien se expresa en el hecho de la existencia de religiones, que consideran el deber ritual de la conservacion de todo lo viviente como uno de los deberes supremos. Si reconocemos que el conocimiento empirico no puede medir el hecho de la existencia (ya que solamente podemos indicar las circunstancias bajo las cuales existe el hombre, asi como los medios existentes en el y fuera de el para dominar esas circunstancias, pero no podemos indicar el «c6mo» de la existencia y de su domina­ cion, que somos nosotros mismos y que realizamos nosotros mis­ mos) si lo reconocemos, pues, no sera posible afirmar, que la vida «carezca de sentido®. Tampoco, que hay algo que «realizar® en la conciencia que piensa y experimenta, para que adquiera sentido. Pero muy bien podria ocurrir que en la solucion de tareas, ante las que se halla el hombre por el mero hecho de existir, se este reali­ zando algo decisivo. Dijo Nietzsche; Quizas toda voluntad consdente, todos los fines conscientes, todas las valoraciones, son solo medios con los que ha de ser alcanzado algo esencialmente distinto, de lo que aparece en la conciencia... Podrian ser medios, en virtud de los cuales tuvieramos que hacer algo, que esta mas alia de nuestra c o n c i e n c i a ® 2 .

El sentido de todo lo viviente, aqui expresado y que trasciende la existencia empirica, conduce a la idea de una «obligacion indeterminada®. En el «mero existir® podria estarse realizando una operaciSn, de una importancia infinita, y cuyo mandamiento (esen­ cialmente inconocible porque nosotros somos ese mandamiento) solo podria aludirse simbolicamente. La idea de Nietzsche del su­ perhombre (que no ha sido nunca rectamente entendida), del eter32.

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La voluntad de poder, aforismo 676.

no retorno, de la voluntad de poder, encuentran aqui su ubica­ cion. Tomadas al pie.de la letra, tienen escaso sentido y son solo apendices de la metafisica de Schopenhauer o del darwinismo. Para el eran simbolos que caracterizaban de algun modo un «plus de vida» y querian determinar mas concretamente esa obligacion indeterminada. Aun como tales, esas formulaciones son todavia demasiado positivistas y adialecticas, pero no son en sustancia de ningun modo irreligiosas, aunque no sean cristianas. En efecto, se puede comprobar constantemente que la «obligacion indetermi­ nada® es una de las categorias fundamentales del comportamiento religioso elemental, arcaico (protomagico) Toda fijacion de la «obligacion indeterminada® en la vida religiosa, juridica, estatal y moral, tiene sus circunstancias historicas y sociales y sus condiciones limite. No vamos a discutirlas aqui, pero el punto de vista que vamos a desarrollar de «un ser no terminado® tiene una relacion necesaria con ese concepto. Theodor Ballauf ha resumido felizmente ese punto de vista: No es perceptible aqui el ser como ‘voluntad’, sino que se muestra el ser en su protoestructura; a saber, en una intedeterminacidn relativa, que en principio existe en el y especificamente aparece al margen de la naturaleza y que precisamente por eso fuerza a la realizacion de si mismo como voluntad 3-4.

9.

El animal y su medio ambiente. Elerder como precursor

En Die Resultate Schopenhauers he dicho que Schopenhauer fue el primero en esbozar el esquema general del modo moderno armonico de considerar la organizacion animal y su medio ambien­ te. Lo hizo en el capitulo «Anatomia comparada® de su libro Uber den Willen in der Natur. Alli muestra la plena armonia de la vo­ luntad, del caracter (es decir, del sistema pulsional y del sistema instintivo) de cada una de las especies animales, de su especializa­ cion organica y de sus circunstancias vitales, cuando habla de la «cvidente adecuacion (que se extiende hasta los detalles) de cada animal a su modo de vida, a los medios exteriores de su conservacion: 33. 34.

Cf. Urmensch und Spdtkultur, 1956. Das Problem des Lebendigen, 1949, 136.

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Cada parte del animal corresponde exactisimamente tanto a cualquier otro como a su modo de vida; por ejemplo, las garras estan dispuestas para agarrar la presa, los dientes sirven para desgarrar y rom­ per; el intestino la intenta digerir y los miembros del movimiento estan listos para acudir a donde este la presa, no quedando ningun organo sin aplicacion... Consid6rense las innumerables figuras de los animales. Cada una de ellas es solamente la imagen, la replica de su querer; la expresion visible de los esfuerzos de su voluntad, que constituyen su caracter. Las figuras son puram ente la imagen de esa diferencia de ca­ racteres.

Asimismo la estructura del animal esta plenamente adaptada al medio ambiente: Si quiere ella (la «voluntad») como mono trepar a los arboles, al pun­ to agarra con cuatro manos la rama y alarga para eUo sin medida la ulna y el radius; al mismo tiempo alarga el os coccygis en forma de cola enrollada largufsima, para colgarse asf de las ramas y oscilar de un tronco a otro!

Independientemente de Schopenhauer, pero segun propias declaraciones, no del todo ajeno a los pensamientos kantianos, J. v. Uexkull ha investigado en sus famosos escritos la coordinacion en­ tre la disposicion organica y el circum-mundo (medio ambiente) del animal Presto especial atencion a la cuestion de cuales estimu­ los sensoriales podrian haber sido dados a un animal en virtud de estar dotado con organos de los sentidos y llego a rechazar la idea ingenua que atribuye nuestro mundo a los animales como suyo pro­ pio, mientras que en realidad cada especie tiene un circum-mundo especiiico propio, para cuyo dominio y experimentacion posee un sistema de organos especializados. Conociendo los organos de los sentidos y los organos operacionales de un animal, podriamos reconstruir su «circum-mundo». Recordare solamente algunos de los ejemplos mas conocidos de Uexkull: la garrapata espera en las ra­ mas de cualquier arbusto, para caer sobre cualquier animal de san­ gre caliente o hacer que el se la lleve. Careciendo de ojos, posee en la piel uh sentido general luminico, al parecer, para orientarse en el camino hacia arriba, cuando trepa hacia su punto de espera. La 35. U mwelt und Innenw elt der Tiere, 1921; Bausteij/e zu einer biolog. Weltanschauung, 1913; Streifziige durch die U mwelt von Tier und Mensch, 21958.

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proximidad de la presa se lo indica a ese animal ciego y mudo el sentido del olfato, que esta determinado solo al unico olor que exhalan todos los mamiferos: el acido butirico. Ante esa senal se deja caer y cuando cae sobre algo caliente y ha alcanzado su presa, pro­ sigue su sentido del tacto y de la temperatura hasta encontrar el lugar mas caliente, es decir, el que no tiene pelos, donde perfora el tejido de la piel y chupa la sangre. Asi pues, el «mundo» de la garrapata consta solamente de per­ cepciones de luz y de calor y de una sola cualidad odorifera. Esta probado que no tiene sentido del gusto. Una vez que ha llegado a su fin su primera y unica comida, se deja caer al suelo, pone sus huevos y muere. Naturalmente sus posibilidades son escasas. Para asegurar la conservacion de la especie, un gran numero de esos animales espera sobre los arbustos y ademas cada uno de ellos puede esperar largo tiempo sin alimento. En el Institute Zoologico de Rostock se han mantenido en vida garrapatas que estuvieron dieciocho anos sin co­ mer. Su modo de vida se lleva a cabo plenamente dentro de la es­ tructura organica; las celulas espermaticas, que la hembra antes descrita hospeda durante la epoca de espera, yacen en capsulas es­ permaticas atadas, hasta que la sangre del mamifero llega al estomago de la garrapata. Entonces se liberan y fecundan los huevos, que descansaban en los ovarios. Solo este ejemplo demuestra de modo impresionante la armo­ nia existente entre la estructura organica del animal (es decir, la disposicion especial de los organos); su circum-mundo (las im­ presiones del mundo exterior que llegan a el) y su modo de vida, sus circunstancias vitales. Otros ejemplos. Muchos erizos de mar responden a todos los oscurecimientos de su sentido de la luz con un movimiento de de­ fensa de sus espinas, ya sean producidos por un pez que pasa, por la sombra de una barca o por un oscurecimiento del sol debido a una nube. Su sentido de la luz es pobre, pero sirve a sus fines, lisa parte de su mundo circundante no conoce colores ni formas, sino solo sombras. En el circum-mundo de la venera vive su ene­ migo mas peligroso: la estrella de mar. Mientras la estrella de mar esta tranquila, no influye en el molusco. Su forma caracteristica no es una senal para el. Pero en cuanto se mueve, lanza como res­ puesta sus largos tentaculos, que sirven como organos olfativos. Estos se aproximan a la estrella de mar; reciben el nuevo estimulo. 85

Como consecuencia, el molusco se levanta y se va de alli. Da igual el color o la forma que tenga el objeto.que se mueve. Solo penetra en el circum-mundo del molusco cuando su movimiento es tan lento como el de la estrella. Los ojos de la venera no estan acomodados ni a formas ni a colores, sino solamente al lento ritmo de movi­ miento de su enemigo. Si a eso se anade el olor, se produce la huida. De modo muy parecido, en el circum-mundo de las abejas aparecen solamente formas abiertas, como estrellas o cruces y nin­ guna cerrada, como circulos o cuadrados. Solo las flores en el mo­ mento de su floracion (que corresponden a las primeras formas citadas) tienen un interes vital para las abejas. Pero no los botones, que todavia estan cerrados. Los sonidos de alta frecuencia de un murcielago producen su efecto en las mariposas de noche exacta­ mente igual que la imitacion de ese sonido mediante frotamiento de un tapon de cristal en la botella. Es la serial del enemigo. Solo captan ese tono: para los demas son sordas. Aquellas mariposas nocturnas que a causa de su color son facilmente visibles, vuelan huyendo al escuchar el tono alto; mientras que las que poseen una coloracion protectora, al olr el mismo tono se dejan caer. Natural­ mente esos lepidopteros no han visto nunca sus colores. Una vez mas, en este caso el mundo perceptivo del animal esta adaptado a sus intereses vitales; cada uno segun su estructura biologica. El mismo metodo se puede aplicar a los animales superiores. Con solo mirar en los monos la nariz como vestibulo de los orga­ nos respiratorios, se pueden sacar conclusiones acerca de sus cir­ cunstancias vitales. Los pavianos, animales que viven en el suelo, respirando aire seco y polvoriento, tienen la larga nariz de los demas animales que viven en el suelo («monos-perro»), que sirve de filtro del aire y para humedecerlo. En cambio los primates que viven en los arboles, reducen considerablemente la nariz. El gorila, mas adaptado a la vida del suelo que el chimpance y el oran­ gutan, tiene tambien una nariz mas desarrollada. Incluso se puede deducir de la forma de la nariz que ciertas especies de macacos se aproximan en su modo de vivir a los monos que viven en el suelo, pues la nariz externa avanza derecha hacia adelante, formando asi tubos estrechos para que pase el aire. Este metodo no desatiende a los fosiles. F. H. Osborn mues­ tra que en los elefantes fosiles, sus molares armonizaban perfecti-

36.

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Urspr. u. Entwicklg. des Lebens, 1930.

simamente con su circum-mundo. Existen pasos intermedios completos en la estructura dental entre las formas que en parte comian hierba y en parte comian hojas y los que comian exclusivamente hojas (mastodontej. Osborn dice que la capacidad de adaptacion y la plasticidad de los proboscideos a condiciones de vida extraordi­ naria solo podria compararse con la adaptacion alcanzada por la in­ teligencia del hombre. Buytendijk aduce un buen ejemplo a proposito de la espe­ cializacion sufrida por las percepciones auditivas de lacertidos y batracios. No se consigue acostumbrarlos a un tono, aun cuando vaya unido a una descarga electrica. Por el contrario, un lagarto del te­ rrarium reacciona inmediatamente al aranar ligeramente en el sue­ lo, de modo semejante al ruido que hace un insecto moviendose. Es decir, esta especializado unicamente hacia esas percepciones. Podria establecerse a modo de ejemplo la siguiente ley: ciertos animales, predominantemente opticos, como algunos pajaros y mo­ nos, que se alimentan de objetos inmoviles, quietos, reaccionan pre­ ferentemente y precisamente de modo optico a impresiones de for­ ma y color dentro de la esfera optica. Por el contrario, los anima­ les depredadores reaccionan a estimulos que se mueven. Es claro por que; una percepcion especializadisima, que tiene un valor vital elevado para la especie, tiene que traer consigo un comporta­ miento univoco. El comportamiento se va haciendo tanto mas «reaccional», cuanto mas especializado esta el animal. Dicho de otra manera: la percepcion actua «por sugestion® y se transforma automaticamente, por decirlo asi, en una reaccion. Los sentidos especializados no son permutables. Es impresionante la incapacidad de las gallinas o los monos para confiarse a otras impresiones, tactiles o auditivas y el poder de sugestion que tienen las impresiones opticas para ellos. LFna gallina que este rodeada de grano deja de picotear cuando se va extinguiendo la luz, aun cuando los granos le cubran las patas, y aun cuando tenga hambre y se haga llegar a sus oidos el ruido caracteristico de los granos al caer. Se queda tranquila y se duerme. El siguiente ejemplo muestra como la reaccion se produce forzosamente ante especiales impresiones visuales. Se muestra a distintos monos superiores (pavian, mandril, chimpance) un simulacro de naranjas. Inmediatamente alargan las manos, con gran codicia y ex-

37.

Psych, des animaux, Paris 1928, 74.

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citacion, sin ser impresionados por la falta de olor o por las sen­ saciones distintas. Cuando se hace un agujero en el simulacro, los irrita la desacostumbrada impresion visual. La excitacion se calma, pero si se da vuelta al objeto delante de sus ojos, de manera que desaparezca el punto que les perturbaba, alors les mains revenaient instantanement (las manos volvieron a dirigirse instantaneamente hacia el objeto). Este ejemplo muestra como la percepcion optica­ mente especializada es irresistible. Buytendijk muestra cuan escasamente se confia un gran mandril a sus sensaciones del tacto, del olfato y del gusto. Cuando se rompio el simulacro en pedazos, se llevo inmediatamente un pedazo a la boca, lo saco, I’examina avec attention, lo olfateo, volvio a llevarselo a la boca, volvio a sacarlo y lo arrojo despues de varios intentos. Tanto tiempo paso hasta que pudo superar la fuerza sugestiva de la impresion optica. No puede caber duda sobre la especializacion y unilateralidad del mun­ do perceptivo de los monos. Uexkiill compara la seguridad con la que un animal se mueve dentro de su circum-mundo a la del hombre en su vivienda. En esa vivienda, el animal encuentra cosas conocidas desde hace mucho tiempo; es decir, «porta-significados» propios de su especie (su ali­ mento, sus caminos, su consorte, sus enemigos). Muchos animales solo perciben de la posible riqueza del mundo muy pocas figuras (Gestalt), colores, olores y ruidos: solamente aquellos que parten de sus especiales portadores de significados. «Para que un animal pueda captar los estfmulos, tienen que existir los correspondientes organos de los sentidos; por eso la naturaleza actuo de un jnodo radical, no concediendo a los animales mas organos de los sentidos de los que les eran absolutamente necesarios* En algunos casos especiales no sirve este metodo de estudio. Hay que prescindir en toda esta investigacion de los animales domesticos, cuya domesticacion ha cambiado mucho su comporta­ miento original. Fuera de ese caso, algunas especies de poca apariencia, pero «proteicas» con gran tasa de crecimiento (ratas, gorriones...) han alcanzado un grado considerable de neutralidad con respecto al medio ambiente. En contraposicion, los grandes mamfferos (eldfantes, antropoides, grandes felinos) se han especializado mucho y, en estado salvaje, estan estrechamente vinculados a su medio ambiente. Asf pues, hay que estudiar la estructura de un

38.

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J. von Uexkull, Ztschr. /. d. ges. Naturwtss. I, 7.

animal en conexion con su medio ambiente. Sus organos de alimentacion, de movimiento, de reproduccion; los organos de los senti­ dos, la cobertura corporal, su armamento, etc., corresponden en cada caso a un uso especial y forman un conjunto especial, marcadisimo, un sistema. Este sistema esta adaptado a un circum-mundo estrictamente propio de la especie. Es un modo de vida tipico; una tecnica de reproduccion y alimentacion; una «patria» con sus ca­ minos y sus escondrijos; con animales que les van a servir de presa o frutos, enemigos, simbiontes. Todo en el clima adecuado, etc. A toda esta coordinacion se le suele llamar biokointa, que en casos interesantes tiene pluralidad de miembros. Woltereck describe una de esas biokointas, compuesta ,por algas, cladoceros (pequenos cangrejos) y pececillos que se sirven mutuamente de alimento. Los desprotegidos cladoceros viven en los mismos meses (junio y julio) y en las mismas capas acuaticas que los pececillos, que mas tarde toman su alimento del lodo y de las plantas de la zona de la orilla. Al comienzo del verano, por el contrario, comen innumerables cangrejillos del plancton. Entre los cladoceros hay individuos que ya en junio producen huevos duraderos, que necesitan varios meses para su desarrollo. Por el contrario, la mayoria es vivipara y devoraran incluso a sus crias. De los huevos duraderos solo surgiran cangrejos si los peces que se han hecho grandes rechazan ese ali­ mento (cosa que por lo demas conduciria, segun la ley de la se­ leccion, a preferir a esos individuos protegidos; pero no es el caso). Con todo, los indices de aumento y los indices de consumo o des­ aparicion coinciden. Los peces (que de las aproximadamente veinte crias de un cangrejo devoran diecinueve e incluso a la madre) no co­ men la cria numero veinte; y asi no extinguen a los cangrejos, cuya superproduccion en crias sube de nuevo no a treinta o cuarenta, si­ no que mantiene el equilibrio de la cifra de los que fueron extinguidos. Se mantiene asi, con perdidas enormes, un equilibrio de la colectividad. El sujeto del acontecimiento es, pues, por decirlo asi, no el individuo o la especie, sino una relacion entre especie y medio ambiente, o mejor aun: un sistema de especies y medios ambientes. Esta famosa teoria del medio ambiente, de Uexkiill, fue un acierto genial; algo realmente nuevo y nos convencio de que el mundo de los animales no es el nuestro. Por lo demas era incompleta. En primer lugar Uexkiill renuncio a la introduccion del con-

39.

Grundzuge e. dig. B id ., 1932, 42, 220 s.

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cepto de instinto, ciertamente a causa de la inseguridad de las opiniones que entonces tenia Lorenz. Desde entonces, en las especiali­ zaciones organicas adaptadas al medio ambiente de los animales se cuentan las figuras o modelos instintivos de movimientos, que pue­ den ser tratados perfectamente como si fueran organos; que in­ cluso se pueden utilizar para una clasificacion sistematica. Se ha ad­ vertido, ademas, que la teoria de Uexkiill conduciria a estrechar y limitar la investigacion al «sensimundo» y el «actimundo»; es decir, a aquello que se puede poner en conexion con el sistema nervioso sensor y motor. Por eso la tendencia fue investigar cada vez mas el mundo propio de los sujetos animales. La autentica in­ vestigacion del comportamiento perdio terreno. La infraestructura kantiana de la teoria se abrio paso («Toda realidad es fenomeno subjetivo®: Uexkiill) y la escuela trabajo mas tarde incluso con la idea de las monadas de Leibniz. Por el contrario, dice Hermann Weber con razon, que numerosos factores del medio ambiente, como la temperatura, la presion atmosferica, los rayos infrarrojos, las bacterias, etc., no pueden entrar en un concepto subjetivo del medio ambiente y sin embargo son elementos eficaces de ese circum-mundo. Yo veo ademas otra falta esencial de la teoria en este punto: Uexkiill traslada inmediatamente su fructifero enfoque al hombre. En efecto, trabaja por ejemplo con la idea de que el bosque no es el mismo para un poeta, un cazador, un lenador, un loco, etc. En su trabajo Niegeschauts W elten (Mundos nunca vistos) con el subtitulo revelador de Die Dmwelten meiner Freunde (Los circummundos de mis amigos) describe una pletora de antiguos y origi­ nales conocidos, que nunca podrian cambiar, y distingue luego dos tipos de hombre, correspondientes a su division de sensimundo y actimundo: los «observadores® y los «activos®. De este modo se escamotea ademas una diferencia de primerisimo orden. Se confunden los tipos de comportamiento originarios, autenticamente instintivos, de los animales, que estan referidos a medios ambiente naturales y subordinados, con las especializaciones adquiridas del comportamiento, que en el hombre responden a una esfera cuhural ricamente concatenada. Entonces surge la cuestion 40. Z ar neueren Entwicklung d. U m w d tk h re }. v. Uexkiilh: Die Naturw 7 (1937); Zur Fassung und G lkderung e. allg. Umweltbegriffes: Ibid. 38 (1939); D er Umweltbegriff der Biologie u. s. Anwendung: D er Biologue 8 (1939); Zum gegenw. Stand d. allg. O kologk: Die Naturw 50-51 (1941); Organismus u. Umwelt: D er Biologe 11 (1942).

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teorica y practica fundamental: ,Jc6mo llega el hombre (a la vista de su apertura al mundo y de la reduccion de sus instintos; con to­ da la plasticidad potencial en el contenida y con su inestabilidad) a un comportamiento previsible, regularizado, provocable con alguna seguridad en ciertas condiciones; es decir, a un comportamiento que podriamos llamar cuasi-instintivo o cuasi-automatico y que en el se presenta en lugar del comportamiento autenticamente instintivo y que solo entonces define el contexto social estable? Preguntarse de este modo significa plantearse el problema de las instituciones. Se puede decir que asi como los grupos animales y las simbiosis son mantenidos mediante accionadores y movimientos instintivos, los grupos humanos lo son mediante las instituciones y los habitos mentales cuasi-automaticos que en ellas «se fijan». Habitos de pen­ sar, de sentir, de valorar y de actuar, que solo entendidos como institucionales se unen entre si, se hacen habituales y asi se estabilizan. Solo asi, al hacerse unilaterales se hacen habituales y en cierta medida confiables; es decir, previsibles. Si se destruyen las instituciones, vemos aparecer inmediatamente una imprevisibilidad e inseguridad y carencia de proteccion frente a los estimulos por parte del comportamiento, que ahora si se podria calificar de pulsional. Tambien es una de las impresiones mas indignantes que existe el ver como, despues de la destruccion de las instituciones (dentro de las que se habian desarrollado con sus insuficiencias ca­ racteristicas), las virtudes recaen en los individuos y se reflejan co­ mo confusion y desconcierto. Solo dentro de un sistema cultural establemente institucionalizado se puede llegar a actitudes suma­ mente elaboradas e irreversibles, que ha descrito Uexkull, donde el concepto desde «circum-mundo» o medio ambiente, plenamente a-biol6gico, solo puede querer decir: medio ambiente individual sumamente civilizado. Asi pues, el concepto bien definido y exactamente biologico de circum-mundo no es aplicable al hombre, ya que precisamente en el lugar en que se halla el circum-mundo para los animales, se halla, en el caso del hombre, la «segunda naturaleza* o la esfera de la cultura, con sus problemas propios y especiallsimos y las formacio­ nes de conceptos que no son abarcables bajo el concepto de medio ambiente, sino at: reves, no obstaculizados por el. Estas afirmaciones no han de degenerar naturalmente en una mera disputa verbal. La que parece mejor definicion del concepto biologico de medio ambiente o circum-mundo la ha dado H. W e­ 91

ber en Zur Fassung und Gliederung eines allgemeinen Umweltbegriffs: Por medio ambiente o circum-mundo ha de entenderse la totalidad de las condkiones (contenidas en toda la complejidad de un entorno) que permiten a un determinado organismo, mantenerse en virtud de su organizacion especifica.

En casi todas las especies de animales altamente especializadas (es decir, en una preponderante mayoria) se puede dar o indicar el complejo de condiciones externas t'tpicas de la especie, que han de ser satisfechas a fin de que esa especie «se mantenga®, viva y se reproduzca. Ahora bien, yo no puedo encontrar semejante com­ plejo de condiciones naturales dadas de antemano para el genero hombre, con la excepcion de algunas muy generales, validas para todo organismo (aire, ciertas condiciones de presion atmosferica, etc.). El «hombre® no vive en una relacion de acomodamiento or­ ganico o instintivo a cualesquiera condiciones concretas externas, sino que su constitucion fuerza, pero produce tambien una activi­ dad inteligente y planificadora, que le permite afrontar tecnicas y medios para su existencia a partir de constelaciones muy arbitrarias de circunstancias naturales mediante una mutacion de las mismas. Por eso le vemos vivir «en todas partes®, muy al contra­ rio de las regiones geograficamente muy circunscritas de todos los animales especializados. Vive en los desiertos y en las regiones polares: junto a antilopes y osos polares; en las altas montanas, estepas y selvas virgenes; en el agua y en todos los climas, pe­ ro sobre todo en las ciudades. De ahi que no se pueda senalar una disposicion especifica, valedera para todo el genero, y que haya que presuponer necesariamente de los elementos de un entorno, en el sentido de la definicion dada mas arriba, que hubiera de exis­ tir a fin de que «el hombre® se mantuviera. El hombre puede todo esto porque, mediante una mutacion planificada y previsora, se crea para si su esfera cultural a partir de cualesquiera circunstancias existentes. Esa esfera cultural tiene en el el lugar del medio ambiente o circum-mundo, y pertenece ahora a las condiciones de vida naturales de este ser no especializado y or­ ganicamente carente de medios. Por eso, la «cultura® es un con­ cepto antropo-biologico y el hombre, por naturaleza, un ser cul­ tural. Un aborigen australiano dispone ya de unos doscientos aparatos y tecnicas, por medio de los cuales se afirma en su desconso-

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lador entorno. Por tanto, cultura es, en una primera aproximacion, la totalidad de los medios materiales representatives; de las tecni­ cas objetivas y las tecnicas mentales, incluyendo las instituciones, por medio de las cuales «se mantiene® una determinada sociedad. En una segunda aproximacion, es la totalidad de las instituciones fusionadas que se siguen de alli como consecuencia. Las adaptaciones climaticas que aparecen, no en el genero hom­ bre, sino en razas particulares, son probablemente de tipo secunda* rio. Los antepasados de los indios, negros, etc., vivieron antes en climas muy distintos y tuvieron que tener un aspecto muy dis­ tinto. El pleistoceno y el holoceno fueron la epoca de la gran in­ quietud y de las grandes migraciones de los hominidos. Los indios norteamericanos poseen fuertes caracteristicas europidas y mongolicas, muy probablemente procedentes de su protopatria norasiatica^L Los hallazgos craneanos de Africa del este, de la epoca holocenica, sobre todo el craneo de Oldoway, tienen relaciones euro­ pidas muy llamativas. Se puede demostrar todavia en tiempos historicos que las so­ ciedades humanas «cambian su medio ambiente® (concepto impo­ sible para la zoologia). Las grandes migraciones hacia espacios vitales totalmente nue­ vos exigen una revolucion de la cultura; un cambio total de las tecnicas vitales y de los medios mentales, que se extienden hasta el terreno religioso. La famosa recepcion del cristianismo por los germanos fue uno de esos procesos parciales dentro de un movi­ miento de migracion. La religion germana con sus bandas guerreras celestiales («Todo el ejercito de dioses nordicos parece un equipo en disputa®) y su escaso desarrollo cultual {sacrifidis non stu­ dent: Cesar, Bell, gall.) debio de ser la religion de pueblos migrantes. Era imposible dominar desde ella una civilizacion suma­ mente reflexionada, como la de la Roma tardia. Todavia tenemos ejemplos mas impresionantes de repentinos cambios de cultura en otros continentes. Segun Eickstedt, la region donde vivian los sioux y los fox alrededor de 1700 era el distrito silvestre o natural de Minnesota. Esto significa una economia propia de recolectores de frutos, caceria en el bosque, empleo de canoas, etc. Empujados por

41. 793 s. 42.

Cf. von Eickstedt, Rassenkunde u. Rassengech. d. Menschheit, 1934, Neckel, Ktdtur der d te n Germanen, 1934, 181.

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los odschibwa, que tenian armas, se trasladaron a las praderas y consiguieron caballos de los europeos..«Algunos anos mas tarde, todo el pueblo andaba a caballo, abriendose asi de golpe un espacio vital gigantesco en las altas praderas*. Todo hombre, de cualquier grado cultural, se experimenta a si mismo, su sociedad, su ambiente cultural y su trasfondo, un de­ terminado paisaje, como parte del «mundo». Aun los australianos captan su patria como parte de un todo grande, que se extiende ili­ mitadamente, y que es captado en la imaginacion; la orientacion al mundo y la interpretacion del mundo del hombre se extiende a esa totalidad. Cierto es que a nuestros sentidos se les da solo una parte fragmentaria del «mundo», como a todos los organos de per­ cepcion, incluso los animales. Nosotros sabemos eso, porque me­ diante el microscopio y los telescopios podemos ampliar esa parte. El salvaje lo sabe por medio de la religion: por la inseguridad fren­ te a lo dado. Ambos captan el mundo visible como parte de algo no dado. Es indiferente que eso ultimo conste de electrones y bacterias o de demonios y espiritus. El hombre, por lo general, inter­ preta en lo percibido lo perceptible y en lo perceptible, lo no per­ ceptible y, sobre todo, su comportamiento afecta a todas esas es­ feras. Para la ardilla no existe la hormiga que sube por el mismo arbol. Para el hombre no solo existen ambas, sino tambien las le­ janas montanas y las estrellas, cosa que desde el punto de vista biologico es totalmente superfluo; y mas alia de lo perceptible, los dioses, con los que trata en el rito y en el culto. Cuando Lorenz dice que «toda la sociologia de los animales superiores se construye sobre accionadores y esquemas innatos*, esta rechazando ya el con­ cepto de medio ambiente aplicado al hombre. Podemos contemplar a un campesino chino o a un obrero europeo de la industria del metal. No encontraremos ningun modelo innato de movimien­ tos que se refieran a una disposicion (tipica de la especie) de con­ tenidos del circum-mundo con sus valores accionadores. La razon es la misma: porque todo afecta a un comportamiento variable, pilotado conscientemente, que solo se estabiliza en el intercambio social, se-equilibra y, dado el caso, se hace habitual, pero quedando abierto (es decir, capaz de evolucion) para nuevas motivaciones complementarias. Ciertamente, lo primero es sacar de la multipli­ cidad infinitamente abierta del mundo las condiciones para la pura existencia fisica. Incluso se puede utilizar para ello la estrella polar fcomo orientacion). 94

Para ml es evidente que Herder dio ya algunos camino de la teoria que aqui presentamos, y vamos En su obra premiada sobre el origen del lenguaje der intento una interesantlsima diferenciacion entre el animal desde distintos angulos.

pasos por el a mostrarlo. (1772), H er­ el hombre y

Es seguro que el hombre esta muy atras del animal en fuerza y en seguridad del instinto; tambien es cierto que no tiene en absoluto eso que en tantos generos de animales llamamos facultades o impulsos in­ natos.

Ademas introduce genialmente un nuevo punto de vista, que fundamentalmente es el concepto de medio ambiente: lo llama «esfera de los animales®. Cada animal, dice Herder, tiene su circulo, al que pertenece desde su nacimiento, en el que entra enseguida (!), en el que vive durante toda su vida, y en el que muere. «Ahora bien, es muy curioso que cuanto mas agudos son los sentidos de los animales, y cuanto mas maravillosas son sus obras, tanto mas pequeno es su circulo; tanto mas unica y peculiar es su obra®. Anade que ha ob­ servado cuidadosa y largamente esa relacion y que ha encontrado una maravillosa proporcion inversa entre la menor extension de sus movimientos, alimentacion, mantenimiento, apareamiento, educacion, sociedad y sus impulsos y artes. Con Herder dirlamos que cuanto mas diminuta es su esfera, tanto mas seguro y perfecto es el «poder® del animal: Cuando unos sentidos infinitamente delicados y finos quedan encerrados en un circulo pequeno, en una unica direccion, y todo el resto del mundo no es nada para el (!), jcomo salen triunfantes!... Cuanto mas variadas son las funciones y destinos de los animales; cuanto mas se desgarra su atencion a diversos objetos; cuanto mas intranquilo es su modo de vida, en una palabra: cuanto mayor y mas variada es su esfera, tanto mas vemos que su capacidad sensorial se fracciona y se debilita.

De ahi la frase de Herder; «La sensibilidad, facultades y pul­ siones de los animales crecen en fuerza e intensidad en proporcion inversa al tamano y a la multiplicidad de circulo de accion®. Los animales como el dice, «han desarrollado los sentidos en pulsio­ nes®. Si prescindimos de que Herder no tiene claro el concepto de 95

especializacion de los organos, de que presta mas atencion a la sen­ sacion, percepcion y a «los modos pulsionales® y de que su teoria esta orientada hacia los insectos, es cierto que fue el primero que expreso la adaptacion de las «facultades® de los animales; tanto de sus acciones como de sus percepciones e instintos, a un fragmento limitado del mundo; es decir, al medio ambiente. Con la misma seguridad diferencia (fundamentalmente bien) al hombre. Ensena que hay «un caracter propio de la humanidad®, a cuya entrada «cambia completamente la escena®. Y define al hombre como jser carencial! El nino recien nacido no exterioriza ni ideas ni impulsos a traves de sus sonidos, como hace cada animal a su manera; colocado entre los animales, es la criatura mas desamparada de la naturaleza. Desnudo y descubierto debil y necesitado, temeroso y desarmado; y lo que cons­ tituye la suma de su pobreza: desprovisto de todas las guias de la vida. Q )n una capacidad sensorial tan desgarrada, tan debilitada; con unas facultades tan indeterminadas, tan en potencia; con pulsiones tan divididas y d'esfaJlecidas; abocado patentemente a miles de indigencias; destinado a un gran drculo... [No! ;Tal contradiccion no es el modo de gobernar de la naturaleza!

Por eso, segun Herder, de los hombres, y mirando en compa­ racion con el animal, solo se puede dar una definicion negativa. «E1 caracter de su genero® consiste primeramente en «vacio y carencias®. Sus sentidos y su organizacion no estan agudizados hacia una sola cosa; tiene sentidos para todo, y pot tanto naturalmente sentidos mas debi­ les y obtusos para cada cosa en particular. Las fuerzas de su alma estan repartidas por todo el mundo; sus ideas no se dirigen a una sola cosa; juntamente con ello ninguna pulsion, ninguna aptitud' terminada.

Por tanto el hombre tampoco tiene «circum-mundo®: El hombre no tiene una esfera tan estrecha y uniforme, en la que solo’ le espete una tarea: ante el se halla un mundo de asuntos y de determinaciones... El hombre tiene afanes desgarrados; atencion dividida; sentidos desfallecidos.

Es admirable como Herder ve en conexion intima la carencia biologica de medios del hombre, su apertura al mundo y el «des96

garramiento de sus deseos o afanes», como pasa luego a la cuestion de la «compensacion® y en ese punto hace derivar el lenguaje (ra­ zon, discernimiento) de ese «caracter de la humanidad® que acaba de encontrar, como un complemento que surge «del centro de esas carencias®. No se puede decir nada mas notable que esto acerca de la rela­ cion entre el hombre y los animales; la diferencia no esta «en grados, o aditamentos de fuerzas, sino en un desarrollo de todas las fuerzas en una direccion completamente distinta®, de tal mane­ ra que la razon del hombre no se apoya en su organizacion animal, sino que «toda la disposicion de todas las fuerzas humanas; todo el gobierno de su naturaleza sensorial y cognoscitiva, cognoscitiva y volitiva... que en el hombre se llama razon, asi como en el animal se hace facultad habilidosa; en el se llama libertad y en el animal se hace instinto®. Asi pues «el gobierno total de la naturaleza® intenta en el hombre una nueva direccion. Herder realize aquello que toda antropologia filosofica (aun la que presupone un concepto teologico del hombre) esta obligada a realizar; ver la inteligencia del hombre en conexion con su situacion biologica, con la estruc­ tura de la percepcion, de la accion y de la indigencia. Es decir, «la determinacion completa de sus fuerzas pensantes en relacion con su sensorialidad y sus pulsiones®. La conciencia humana esta pre­ suponiendo una estructura morfologica especial, una capacidad de movimiento peculiar, un tipo de percepcion y una estructura pul­ sional y una «direccion totalmente distinta y otro desarrollo de todas sus fuerzas®. La antropologia filosofica no ha dado un paso adelante desde Herder y, en esquema, es la misma concepcion que yo quiero desarrollar con la ayuda de la ciencia moderna; tampoco necesita dar un paso mas, puesto que es la verdad 43. H e de agradecer las importantes indicaciones (que espero haber atendido) que desde la aparicion de la primera edicion de esta obra en 1940 se me hicieron en las recensiones de N. H artm ann, Neue Anthropologie in Deutschland-. Bl. f. dt. Philosophie 15 (1941) y H . Ammann, Sprache u. Gemeinschaft: Die Tatwelt 17 (1941). Las conversaciones repetidas y exhaustivas con Konrad Lorenz, Hans Biirger-Prinz y Helmut Sohelsky han penetrado en muchas formulaciones. El trabajo de O. Storch, Die Sonderstellung des Men­ schen in Lebensabspiel und Vererbung, W ien 1948, amplia los fundamentos biologicos de puntos de vista fundamentales, que se manifiestan comunes. El articulo aparecido con el nombre de Buytendijk, Tier und Mensch-. Die neue Rundschau (1938), del que dije en las ediciones anteriores que en puntos esenciales se halla muy proximo a las teorias aqui expuestas y que esa con­ cordancia es importante en tesis fundamentales expresadas con independencia mutua, procede, como hizo saber entretanto H . Plessner, de la colaboracion con 61.

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La especial ubicacion morfologica del hombre

10.

Los «primitivismos» de los drganos

Nuestra tarea ahora consiste en senalar la ubicacion especial del hombre desde el punto de vista morfologico; es decir, al observarlo «desde fuera». Ese algo especial consiste, como ya hemos indicado, en la carencia permanente de organos superespecializados, o sea, adaptados especificamente a su medio ambiente, siendo estas las condiciones, visibles desde fuera, de un ser abierto al mundo y actuante en el; es decir, de un ser independiente. Hemos de considerar, pues, las «carencias organicas* y las caracteristicas organicas especiales bajo la idea directriz de lo «no especializado*, siendo por tanto, para expresarlo de un modo positivo, primitivismos. Estos son o bien ontogenicos (es decir, el hom­ bre adulto conserva y mantiene estados fetales), o bien filogeneticos: la anatomia comparada nos ensena que los organos humanos (con la estructura que luego se ira manifestando conforme a las leyes de la evolucion) pertenecen a los principios; son pues primitivos, «geol6gicamente antiguos*. Ambos puntos de vista po­ drian coincidir, pero no obligatoriamente, de donde se hace nece­ saria la distincion, a la que M ijsberg' otorga con razon mucha importancia. En efecto, los estados especializados son estados finales de evolucion,, y va en contra de todas las ideas biologicas el hecho de que los organos primitivos procedieran de los ya especializados a traves de una evolucion regresiva. 1. Vber den Bau des Urogenitalapparates bei den mannlichen Primaten, Amsterdam, 1923.

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Pero tenemos que precisar bien lo que queremos decir. El concepto de «primitivo» significa lo mismo que «no especializado®. En el presente trabajo no connota nunca algo «inferior® o de «menos valor®, al modo, por ejemplo, que se habla del craneo pri­ mitivo de un aborigen australiano con respecto al de un europeo. En todo nuestro trabajo, primitivo equivaldra a no especializado, a originario, ya en sentido ontogenetico (embrional) o filogenetico (arcaico). Especializacion quiere decir perdida de la plenitud de po­ sibilidades encerradas en un organo no especializado en favor del desarrollo maximo de una de esas posibilidades y a costa de las demas. Siempre que se nos presenta un caso de atrofiamiento, esta englobado dentro de casos de especializacion; por ejemplo: el dedo pulgar de los antropoides; las «aletas® del pingiiino, o los intestinos desaparecidos de muchos parasitos, porque no los ne­ cesitan La ley de Dollo afirma que las funciones perdidas no pue­ den recobrarse nunca. Dado que tales atrofiamientos son procesos parciales internos de las especializaciones, afirma al mismo tiempo el caracter de irreversibles que tienen las especializaciones ya conseguidas, las cuales son metas finales de la evolucion organica; metas que todos los mamiferos alcanzan, excepto el hombre. Des­ de el punto de vista biologico no cabe imaginar que los organos ya especializados pudieran retroevolucionar hacia formas no especiali­ zadas, es decir, a aquellas que contienen toda la plenitud de posibilidades. Este problema es el fundamental en la doctrina del origen y procedencia del hombre: poder probar que los organos esencialmente humanos no estan especializados; es decir, son embrionarios o arcaicos. En cualquier teoria que haga proceder al hombre de un animal directamente y sin una hipotesis complementaria especial referente a esta cuestion, nos encontraremos (en virtud de la notabilisima carencia de especializacion que hemos de probar mas detenidamen­ te) ante la dificultad insuperable de tener que hacer proceder los estados primitivos de los avanzados. (Incluso los grandes monos, los primeros a que se acude para buscar esa procedencia, estan sobremanera especializados). Esta es la dificultad basica de la doctrina evolucionista cuando se refiere al hombre, siendo asi que por otra parte no cabe duda del estrecho parentesco entre hombre y mono. Esto hay que decirlo claramente de una vez. Cualquier

2.

Cf. Burkamp, W irklichkeit und Sinn II , 1938.

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teoria que no lo vea, se encuentra fuera del punto candente del problema. Mientras que es clarisima, por ejemplo, la procedencia de las aves a partir de los reptiles permicos (como tipos), la de los hombres se halla siempre ante esa dificultad. Quisiera presentar ahora la prueba siguiente: existen dos clases de doctrina evolucionista acerca del hombre. Una, a la que nos adherimos, tiene en cuenta ese problema y considera al hombre o bien como un ser superarcaico, que ha evitado desde los tiempos mas antiguos el camino de la especializacion, o bien hace proceder al hombre de un tronco de primates de antepasados animales me­ diante una hipotesis suplementaria. En ambos casos queda bien ma­ nifiesta la ubicacion especial del hombre, su caracter incomparable. La hipotesis suplementaria puede tener formas muy distintas, pero siempre vuelve a lo mismo, a saber, que la hominizacion dentro de las leyes evolutivas que conocemos solo es comprensible si in­ troducimos una ley especial apareciendo entonces sin mas la ubica­ cion especial del hombre. La otra teoria evolutiva es la clasica, la que hace proceder al hombre, de modo rectilineo, de ciertos tipos de grandes monos ya especializados. No tiene en cuenta el problema. Mostrare entonces como ha de someterse a la fuerza de la verdad: dentro de su teoria de hacer derivar al hombre directamente de los grandes monos, tiene que describir el famoso «eslabon intermedio». Tarea que es insoluble, ya que si es una realidad la ubicacion especial del hom­ bre, entonces esa teoria tiene que incluir al mismo tiempo en la definicion de ese ser intermedio una serie de caracteristicas que son contradictorias (a saber, humanas y animales). Como veremos mas adelante, resulta de ahi un monstruo y portento tal, que es ahora ese eslabon intermedio (y no el hombre) el que tiene una ubicacion especial completamente fantastica dentro del reino animal. Con lo cual el contrario prueba nuestra tesis contra su voluntad. Ahora trataremos en primer lugar las particularidades organi­ cas humanas de la region de la cabeza, anadiendo despues una breve disertacion sobre el estado del importante problema de la mano y tl pie. Posteriormente trataremos con amplitud los demas primitivismos humanos dentro del marco de las teorias comple­ mentarias de Bolk y Schindewolf. Daremos preferencia a esta teoria que nos parece la mas satisfactoria y luego discutiremos el pro­ blema del origen y procedencia del hombre. Tras estas observaciones preliminares paso a describir sinoptica100

mente los «primitivismos» o «no-especializaciones» del hombre, considerando en primer lugar la parte de la cabeza y prestando atencion especial a la dentadura y mandibula. En la mayoria de los mamiferos, la parte craneal del cerebro y la parte craneal de la cara se hallan en proporcion in versa; y aun en todos los monos de aspecto humano (antropoides, antropomorfos la parte del craneo ocupada por el hocico es extraordinariamente voluminosa y desarrollada hacia delante, a costa de la parte reservada al cerebro, empequenecida y huidiza, mientras que en el hombre casi desaparece bajo el receptaculo cerebral. Cuanto mas retrocedemos hacia la epoca embrional en los vertebrados, sobre todo en los mamiferos, tanto mas semejante es la formacion de la cabeza, apareciendo esta en relacion con el resto del cuerpo grande, redondeada, mientras que el hocico no aparece o aparece muy poco bajo la boveda cerebral. Segun Bolk, la denta­ dura en todos los mamiferos se inserta perpendicularmente en la mandibula; son «ortodontes». En los animales, incluidos los antropoides, la base del craneo va creciendo despues hacia adelante en relacion con la parte alta del mismo; la nariz se desliza hacia fuera y el lomo' de la nariz for­ ma con la frente, retraida, una superficie continua, sesgada, a me­ nudo casi horizontal. Asi pues, la formacion del hocico se realiza a expensas del cerebro. En los hombres puede decirse que se man­ tiene !a disposicion embrional. Ademas existe una contraposicion entre la formacion de la mandibula alargada y voluminosa y el desplazamiento de los dientes hacia fuera (caballo, chimpance), asi como la pequena mandibula redonda con denticion vertical. Westenhofer * ha llamado la atencion insistentemente sobre esa relacion clarisima desde el punto de vista morfologico. Cita una observacion parecida de Ludwig Fick, ya en el ano 1853: Todas las mediciones de craneos realizadas antes del desarrollo perfecto producen un resultado que reclamaria para si una organizacion supe­ rior a la que alcanzan despues de su formacion completa; y esto es 3. No esta establecido de modo univoco el uso de esta palabra. Casi siem­ pre se entiende por antropoides a los «monos de aspecto humano® (hombresmonos), es decir, chimpace, orangutan, gorila y gibon. Se suele llamar antropomorfos a ese grupo cuando se incluye al hombre. Sin embargo no es algo fijo. Nosotros nos adherimos a esta calificacidn. Pongido es un nombre espe­ cial del grupo chimpance-orangutan-gorila. 4. Das Problem der Menscbwerdung 21935; Das menscbliscbe Kinn: Arch. f. Frauenkde. u. Konst. Forschung 10 (1924).

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naturaHsimo, ya que es una ley general de la evolucidn de los vertebrados que ed sistema cerebroespinal con sus anejos, los drganos sen­ soriales especificos, forme un sistema cuyo crecimiento desde el naci­ miento hasta el desarrollo completo es minimo, mientras que sucede todo lo contrario en el desarrollo de la mandibula.

Sin embargo, queremos seguir estudiando esta cuestion en aquel punto especial en el que es mas importante desde el punto de vista antropologico, a saber: al comparar los craneos de los an­ tropoides y del hombre. No hay duda alguna de que en el periodo embrional y de la infancia los antropoides tienen un craneo parecidfsimo al de los hombres. Despues se desarrolla hasta llegar a ser el imponente hocico propio de los grandes monos adultos. NaefZiirich ha mostrado en algunos articulos importantes ®con dibujos muy instructivos la forma de herradura de la mandibula humana (y de los monos intermedios) en contraposicion al alargamiento posterior de la mandibula de los grandes monos a fin de recibir una dentadura mucho mayor. «Se trata de una mutacion, que se va realizando en todos los pongidos en el transcurso de su desarrollo posterior y que parte de una forma juvenil totalmente humana®. Para ello establece la «ley de los estadios previos conservadores®. Dice que entre todos los craneos de mamiferos (tanto mas entre todos los de los simios) existen coincidencias en los estados embrionales mas antiguos. Despues se pierden, en la medida en la que algunas formas individuales alcanzan sus metas particulates, es de­ cir, en la medida en la que se especializan. Los embriones maduros de todos los simios tienen una forma craneana tipica, que con relacion a otros mamiferos supone una importante amplificacion de la capacidad cerebral y una reduccion relativa de la mandibula. Por esta causa las orbitas oculares estan dirigidas hacia fuera (jvi­ sion plastica!) y estan separadas de las fosas temporales por la union de la frente y los pomulos. En los antropoides (incluyendo por tanto los hilobatidos, monos de largos brazos, es decir, los gibones), tenemos la misma combinacion en una forma al menos ligeramente acrecentada, asi como en los autenticos antropomorfos (hominidws - pongidos - australopitecus fosil); mas en este caso las proporciones entre craneo y cerebro, en su disposicion, se han transformado en plenamente humanas. El craneo de las crias de to­ dos los simios conserva mucho de humanidad esbozada; pero en 5.

102

Die Naturwissenschaften (1926) 89 s, 345 s, 427 s.

los autenticos antropomorfos el lactante tiene siempre una hermosa y libre frente humana. Cuando los animales van creciendo, va desapareciendo aquello que tenian en comun dentro de cada grupo. El caracter propio, especializado, de las especies se constru­ ye sobre los cimientos arquetipicos heredados de muy antiguo. La reconstruccion que luego hace Naef del propliopiteco (terciario me­ dio) y el intento de demostrar una evolucion simple rectilinea a partir de este, pasando por el pitecantropo, hasta llegar al homo neanderthalis y al homo sapiens, la paso por alto aqui, y sola­ mente destaco que, segun Naef, el caracter especial de los pongidos (monos de aspecto humano en sentido estricto) consiste en un aumento secundario de las fuerzas corporales, de la destreza y de la fuerza defensiva natural, renunciando al mantenimiento (y pos­ terior desarrollo) de los dispositivos que le permitirian mayores rendimientos. Los pongidos jovenes son sin duda mucho mas inteligentes que los viejos. La tarea historico-evolucionista del hombre habria consistido por tanto, por decirlo asi, en el «mantenimiento* de la relacion cerebro-cuerpo (esbozada en todos los simios) y el correspondiente abovedamiento del craneo, que precisamente los simios, y especialmente los pongidos, muestran todavia en sus for­ mas embrional y juvenil. El examen de la historia del craneo de los pdngidos muestra una tre­ menda cai'da tardia desde una evolucion hacia lo humano. marcada inequivocamente al principio y luego seguida todavia por cada indi­ viduo durante varios anos. Ya solo la forma primigenia y arquetipica de la familia puede ser pensada como semejante al hombre y considerada como su unico representante actual. Pero ese arquetipo ha de hacerse retroceder muy atras en el tiempo, por lo menos hasta el mioceno. Porque a partir de ahi ya esta firmemente establecido su ca­ racter especializado actual.

En otra disertacion ®examina Naef el australopithecus africano de Dart. Por sus caracteristicas anatomicas (falta de los arcos superciliares; incisivos verticales; colmillos debiles; barbilla bastante cla­ ra, etc.) prueba que se trata de un mono-humano, cuyo crecimiento cerebral a lo largo de la infancia se orienta durante mas tiempo que en los pongidos actuales en direccion de las proporciones hu­ manas. Todo el perfil recuerda notablemente el estado lactante de 6.

Der neue Menschenaffe: D er Naturwissenscfaaften (1925) 3.

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los pongidos actuales. Del mismo modo que Dart, Naef saca la con­ clusion de la existencia de vertebras cervicales erectas; por tanto, de una postura corporal mas o menos erecta. La conclusion que saca Naef es esta: el australopiteco «ha quedado mas cerca de los supuestos predecesores comunes del hom­ bre y los monos-humanos, que los pongidos®. Esta teoria es tanto mas natural, cuanto que la estructura y desarrollo de los monos antropomorfos estan demostrando que en otros tiem­ pos (tomando como medida al hombre) estuvieton mucho mas alto que ahora y que ciertos hechos paleontologicos lo atestiguan; los representantes mas antiguos son los que menos se apartan de esa nor­ ma, los representantes mas recientes, los que m as... Todo el grupo tuvo que haber tenido al menos la posibilidad de haber conservado durante mas tiempo que los pongidos actuales los estados juveniles humanos mencionados, que son propios, mas o menos, de todos los miembros del grupo... Aun cuando los prehomlnidos adultos del terciario tardlo hubiesen tenido todavia muchos rasgos simiesoos hoy perdidos, ten­ drian sin embargo que haber permanecido mucho mas rioos en libertad de adaptacion, primitivos, infantiles y precisamente por eso, humanos.

En cualquier caso, el resultado hasta ahora es: una de las for­ mas propias de los estados fetales de los mamiferos, principalmente de los antropomorfos, a saber, la boveda craneana, el escaso des­ arrollo de la dentadura colocada debajo y la ortodoncia, solo se ha conservado en el hombre. Esto seria ciertamente un primitivismo ontogenetico y probabilisimamente tambien filogenetico, es decir, una carencia de especializacion. Pues es indudable que la posterior formacion poderosa del bocico en los grandes monos es una espe­ cializacion con meta muy precisa en el sentido de ayudarse mutua­ mente las funciones de captacion (morder), devorar y oler, paralela al dispositivo de los cuadrupedos, en los que el hocico es la punta extrema delantera. Asi pues, los grandes monos se desarrollaron si­ guiendo el sentido de esa especializacion; los pavianes fueron los que mas, en cuanto animales puramente terricolas (de modo secun­ dario); lbs monos-antropomorfos propiamente dichos, menos. En las concepciones que venimos exponiendo no hay teorias completamente nuevas, sino que son repeticion de lo que ya se habia dicho. Ya Kollmann partio de la semejanza del craneo de los monos jovenes y el hombre, sacando la conclusion, en sentido de ley fundamental biogenetica, de que los monos tenian que proceder 104

de formas mas semejantes al hombre De ahi que los hombres no podrian proceder de formas que fuesen comparables con los an­ tropoides actuales sino de «formas fetales®, cuya forma de craneo conservaron, y Kollmann suponia que los antropoides del terciario no tenian todavia craneo de mono como el actual, sino cabezas redondas, como tienen todavia hoy los fetos de antropoides. Esta teoria tiene muchisima semejanza con la que expondremos mas ade­ lante de Schindewolf. Antes que el, Ranke habia recorrido el mis-

Espedalmente el craneo de los mamiferos alcanza (durante su forma­ cion individual) en primer lugar una forma totalmente parecida a la humana, que muestra la tipica preponderancia humana del cerebro so­ bre los organos vegetativos. Partiendo de esa forma humana, se des­ arrolla la forma an'mal del craneo. Segun esto, el proceso es total­ mente contrario a lo que parece tener que postular la doctrina convencional evolutiva; no subiendo, desde lo mas bajo hasta do mas alto sino bajando desde lo mas alto a lo mas bajo. La forma suprema del craneo, la humana, es el punto de partida comun de la evolucion craneana de toda la serie de los mamiferos.

En toda esta argumentacion no era necesario extender el pro­ blema a la totalidad de los mamiferos y se podrian discutir los calificativos de «mas alto® y «mas bajo®, pero si es correcto que so­ lamente cabe imaginar una evolucion en la direccion de la estruc­ tura craneal del feto de mono hacia una forma final especializada, de figura animal; por el contrario, el hombre permanece en ese estado primitivo (fetal) y arcaico (en el sentido de la ley funda­ mental biogenetica). En todo caso, Kollmann se situo tambien ex­ presamente en el punto de vista de que las formas indiferenciadas, las no-especializadas, han de ser consideradas como las formas-raiz, y con ello hay que hacer derivar a los antropoides del arbol genealogico del hombre. A resultados parecidos llego Aby en 1867, como pude comprobar en Kohlbrugge®. A este primitivismo del hombre que hemos verificado (carencia de especializacion) corresponde la gran antigiiedad de su dentadura. Ya Klaatsch dijo en este sentido que en la dentadura hu7. 8. 9. mente 10.

Arch. f. Anthr. 5 (1906); Korr. d. D. anthr. Ges. (1905). Korr. d. D. anthr. Ges. (l897). Die morphologische Abstammung des Menschen, 1908. Libro suma­ atinado. Das Werden der Menschheit und die Anfdnge der Kultur, 31936.

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mana dificilmente podria encontrarse algun tipo de manifestacion especial de adaptacion. En general aparece «como una prolonga­ cion perfectisima de aquel estado primordial a partir del cual se fueron desarrollando las demas formas dentarias de los mamiferos. Por tanto, el hombre, en su dentadura, ha permanecido asombrosamente originario, — primitivo— ». Este caracter de primitivismo consiste en primer lugar en la ca­ rencia de vacio (carencia originaria) en la dentadura del hombre; es decir, en la falta de un vacio (diastema) entre los caninos y los premolares. Ese vacio es necesario cuando los caninos se especializan en poderosos colmillos para desgarrar, como es el caso de los an­ tropoides. Esa poderosa evolucion de los caninos falta en todos los hombres actuales y fosiles, aun en el sinantropo y en el homo heidelbergensis. En su ensayo Adi off ha mostrado " que los premolares existentes detras de los caninos en todos los antropoides tienen una sola punta, siguiendo por tanto la especializacion del canino, mientras que en el hombre tienen dos puntas, es decir, son de tipo molar. Juntamente falta aqui la especializacion que se presenta a consecuencia de la notable evolucion del colmillo animal. Como subraya Adloff: El camino humano posee una forma primitiva que se manifiesta sobre todo en la formacibn de la superficie lingual, en virtud deil desarrollo de una protuberancia, existente asimismo en los incisivos, mientras que los colmillos de los antropoides a causa de la especializacibn han perdido completamente esa forma original. Por tanto es absolutamente impensable que el hombre hubiese poseido alguna vez caninos seme­ jantes a los de los antropoides.

En la misma direccion apunta una observacion de W erth sobre la falta de caninos agrandados: Tambibn en este oaso estamos sin duda ante un rasgo caracteristico que es primitivo desde el punto de vista de la historia del origen del hombre y es antiguo desde el punto de vista geolbgico. La carencia de un canino que destaque claramente o al menos exista en la serie dentil es regia todavia hoy en los mamiferos placentarios considerados como los mas primitivos; los insectivoros. Encontramos tambibn este

11. Einige besondere Bildungen an den Zahnen des Menschen und ihre Bedeutung fiir die Vorgeschichte: Anat. Anz. 58 (1924). 12. Zeitschrift f. Saugetierk. 12 (1937).

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estado, mucho antes, en toda una serie de mamiferos dpi terciario primitivo.

A proposito de estas importantisimas cuestiones hemos de citar tambien otros escritos de Adloff En ellos Adloff, ademas de los caracteres primitivos ya mencio­ nados de la dentadura humana anade otros mas, entre los cuales: 1) el «molar de leche», inferior primitivismo, frente a la forma mas aguzada de los molares de leche de los antropoides (tesis: la pri­ mera denticion [los dientes de leche] de las formas recientes se pa­ rece mas a los dientes permanentes de sus antecesores fosiles que a los de sus propios descendientes); 2) la posicion vertical de los dientes humanos, especialmente de los incisivos, en contraposi­ cion a los antropoides, que tienen los incisivos inclinados hacia delante. Es indiscutible que en la inmensa mayoria de los mamiferos, los dientes en el estado embrional estan colocados verticalmente en las mandibulas. En los monos, especialmente los antropoides, antes del cambio de dientes, estos estan colocados verticalmente en la mandibula y juntamente con ello va unido un prognatismo so­ lamente moderado (formacion del hocico), mientras que el rostro medio es casi vertical. Hasta el cambio de dientes no se presenta en los monos antropomorfos el prognatismo animal. En los hom­ bres permanece la posicion vertical de los dientes con Aufbiss oder tdberbiss. La importancia de esas constataciones se hace patente al con­ siderar que no puede haber una transformacion de la estructura dental como consecuencia de una adaptacion funcional, ya que los dientes se desarrollan totalmente dentro de la mandibula y, una vez que aparecen, todas las influencias externas son imposibles. El trabajo de anatomia comparada de S. Frechkop por lo que se refiere a cada una de las clases de dientes (molares, premolares, caninos, incisivos) llega asimismo al resultado de que se acercan al 13. Das Gebiss des Menschen und der Anthropoiden und das Abstammungsproblem: Ztschr. J. Morph, u. Anthrop. 26 (1927); Der Eckzahn des Menschen und das Abstammungsproblem-. Ztschr. f. Nat. u. Entw. Ges. 94 (1931). Dber die primitiven und die sog. pithecoiden M erkm de in Gebiss des rezenten und fossilen Menschen und ihre Bedeutung-. Ibid. 107 (1937); Das Gebiss von Sinanthropus pekinensis: Ztschr. f. Morphol. u. Anthropol. 37 (1938). 14. Considerations preliminaires sur Involution de la dentition des pri­ mates: Bull. Mus6e Royal d ’H istoire Nat. de Belg (1940).

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maximo al pro to tipo, que debio de servir de punto de partida de la evolucion y diferenciacion dentro de los diversos generos de pri­ mates; que comparativamente representan un estado primitivo. Por tanto, una vez verificado esto, la dentadura del hombre no puede proceder de la dentadura mucho mas especializada de los antropoides, ya que la dentadura del hombre es mucho mas primi­ tiva que la del resto de los antropoides recientes. De la «serie de antepasados® del hombre han desaparecido todas las formas que hubiesen podido constituir una clase con los antropoides actuales; sobre todo el dryopithecus (contra W einert, v. Eickstedt y otros) que es un autentico chimpance del terciario. Por diversos motivos, el problema de la mandibula es de suma importancia y no se puede separar de las hipotesis teoricas acerca de la procedencia del hombre. En primer lugar, porque los hallaz­ gos fosiles se limitan muy a menudo a trozos de craneo, de mandibulas y de dentadura. En segundo lugar, las estructuras funda­ mentales de la dentadura son extraordinariamente firmes e inaccesibles a influjos externos (como seleccion o adaptacion). En tercer lugar, la dentadura se halla en las mejores relaciones de armonia con todo el craneo. La permanencia de la dentadura humana en un estadio indiferente de evolucion, la carencia de especializacion de los caninos habian de estar en correlacion con el gran desarrollo del cerebro, pues por esa razon falta tambien la poderosa musculatura para masticar y de la nuca propia de los antropoides, con las co­ rrespondientes hormas oseas y crestas en sus craneos. El amplio arco dental casi parabolico del hombre, en contraposicion a las -se­ ries dentales paralelas de los antropoides, esta al servicio de una apertura bucal muy espaciosa con una lengua mayor, y con ello un alargmiento del espacio entre los condilos y ensanchamiento del craneo. Adloff, en sus ultimos escritos formulo asi sus puntos de vista historico-evolutivos: Segun esto los hominidos formarian un grupo independiente, que solamente pudo salir de una forma de primate, que probablemente en su *habitus exterior debio de ser muy desemejante al hombre actual, pero que debio de poseer ya la estructura para los caracteres especi­ ficamente humanos, no habiendo pasado nunca tampoco por un esta15. Ergdnz. Bemerk. zur Beurteilg. d. Gebisses von Sinanthropus Pe­ kinensis: Anat. Anz. 91 (1941); Odontologie und Anthropologie: Zahnarztl. Rundschau I I (1941).

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d io antropoidal. A sim ism o, los an tro p o id es h an sido u n a ram a inde­ p en d ien te, q u e ciertam ente estu v o proxim a en su p rin cip io a los hominidos, p ero q u e desde el oom ienzo se fu e d esarrollando paralelam ente y d ivergiendo tam bien en ciertos rasgos. P a ra concluir, los hom inidos y los antropoides pu d ieran p roceder ciertam ente d e un a form a com un de antepasado, p ero estos u ltim os se b ifurcaron b ien p ro n to e in ten ta ­ ron u n cam ino p ro p io d e evolucion, p o r cu an to q u e a consecuencia d e u n a especializacion unilateral p erd ie ro n los dispositivos concretos (tam b ien existentes en ellos en u n p rin cip io ) para cualidades espe­ cificam ente hum anas.

C om o consecuencia de la ultim a posibilidad expuesta, seria de esperar que los antropoides fosiles mas antiguos m ostrasen ca­ racteristicas prim itivas (en com paracion con otros), es decir, mas sem ejantes al hom bre, de las que hoy dia existen, cosa que en efec­ to ocurre asi. Los tipos encontrados p o r B room desde 1937 en Sudafrica {paranthropus y plesianthropus) del pleistoceno inferior poseian caninos pequenos (por lo dem as, antropoideos), sin dias­ tem a; y prem olares prim eros inferiores sem ejantes a los de los hom inidos; es decir, una dentadura om nivora de form a indiferenciada, no-especializada. Asim ism o sem ejante a la de los hom inidos es la den tad u ra del australopithecus africanus diluvial de D art. P or tan to , todavia no habian tenido lugar las especializaciones corres­ pondientes; perm anecieron en su estado original. A dloff (1931) coincide con K laatsch, segun el cual el hom bre posee un arbol genealogico propio que alcanza hasta el terciario, es decir, que las fo r­ mas prim itivas, en las que existian dispositivos para propiedades es­ pecificam ente hum anas, las continuaron educando, evolucionando lentam ente hacia el hom bre, m ientras que los dem as prim ates, aun cuando procedentes de la m isma raiz, no pudieron seguir el ritm o de esa evolucion, perm anecieron atras y mas pro n to o mas tarde in ten taro n otros caminos que los alejaron de la linea hum ana, de tal m anera que en verdad (para decirlo de un m odo grosero) el hom bre no procede del m ono, sino que el m ono procede del hom ­ bre. — ■ Bajo la presion de los argum entos de A dloff, W eidenreich (an­ tiguam ente acerrim o p artidario de la «teoria de la reduccion») ha establecido una nueva teoria. A dloff (1938) la expone asi: los ho ­ m inidos proceden de antropoides desconocidos, los cuales antes que el dryopithecus (que atendiendo a su dentadura era un antropoide com pleto con colm illos especializadisim os) se dividieron en dos 109

ramas; una, con dentadura parecida a la de los hominidos, dentro de la cual hay que catalogar tambien. (eventualmente como descendencia posterior) al australopithecus, condujo a los hominidos; la otra, al dryopithecus y sus descendientes, los actuales monos antropomorfos. Ese antepasado antropoideo no debio de ser ni un tipo de chimpance ni de gorila, sino una forma de cabeza chata y hocico corto; una forma que hubiese retenido con asombrosa fir­ meza algunos de sus rasgos especificamente hominidos. En este punto dice Adloff con razon: esta forma era antropoidea, pero posela caracteristicas especificamente homlnidas y podria calificarse tambien justamente como homlnido (1937, 1938). Al llegar a este punto dejamos ya la discusion, que seria pura­ mente cuestion de nombre (escolastica). Pero si la teoria clasica concede tanto, ha concedido ya la tesis principal: «Las formas especializadas, ya sean las de fosiles o las de antropoides recientes, no se hallan en la genealogia de los hominidos® (Adloff, 1938) Tambien segun Weidenreich el desgajamiento de la rama de los hominidos a partir de antropoides desconocidos tuvo que tener lu­ gar en una epoca en la que todavia no habla acontecido la especia­ lizacion de la region de los caninos. Dicha con otras palabras: la dentadura de los antropoides surgio de estados hominoideos. Por lo tanto, la evolucion de la dentadura del hombre se desarrollo, guardando las formas primitivas, en linea recta hasta llegar al es­ tadio actual, y es imposible creer que los hombres se hubiesen des­ arrollado primero en la direccion de los antropoides y luego por «reduccion® hubiesen tornado otra vez el camino contrario. Despues de haber examinado la region de la cabeza y de la dentadura desde el punto de vista de su caracter primitivo, estudiaremos ahora las cuestiones no menos importantes de la mano y del pie. Como es sabido, el famoso Klaatsch mantiene el punto de vista de que todos los mamiferos entraron en callejones sin salida, de los que ya no es posible salir (especializados), mientras que unicamen­ te el hombre, con su caracter de ser primitivo ha conservado una elevada capacidad de evolucion. Las coincidencias entre monos y hombre las considera Klaatsch como recuerdos de una procedencia comun de una forma primor­ dial, que con todo esta mas cerca del hombre que del mono, de tal manera que fue el antropoide el que se alejo de la linea humana. En efecto, en los antropoides la mano se transformo por la con110

traposicion del pulgar, sin embargo Klaatsch considera el pie prensil de los monos como el punto de partida del pie humano. Esta concepcion, casi generalmente aceptada, de que el pie del hombre se hubiera desarrollado a partir del pie prensil de los an­ tropoides, es una consecuencia en verdad forzosa de la teorfa de los antepasados antropoides, pero Klaatsch no la hubiera encontrado hoy dfa tan indiscutible. En conexion con esta cuestion discutiremos ahora las teorfas, muy distintas entre sf, de Osborn y de Frechkop, que coinciden en acentuar que las extremidades humanas no pueden proceder de los antropoides y asimismo su caracter de primordialidad y no espe­ cializacion. Osborn parte de la tesis, muy esclarecedora, de que no po­ damos separar el estudio de la morfologfa de los organos, del de su funcion. En los antropoides hay una evolucion inequfvoca hacia un tipo arboreo especializadfsimo con locomocion balanceante, sobre todo gracias a los brazos {highly specialized arboreal type known as limbswinging or brachiating). Para ello se requieren las siguientes adaptaciones: a) las medidas de los miembros delanteros se alargan en proporcion directa al hyperarboreal habit; b) las me­ didas de los miembros posteriores se acortan en la misma propor­ cion; c) cuatro dedos alargados, fuertemente vinculados y con el mismo movimiento {syndactyly); d) el pulgar acortado, disminuida la capacidad de agarrar; e) por lo tanto, transformacion de la mano en una forma de pinza o gancho; f) transformacion del pie en una conformacion parecida a la de la mano mediante un cierto alarga­ miento de los cuatro dedos de los pies; separacion clara del dedo mas grueso del pie y desarrollo del mismo hacia la aptitud de aga­ rrar. Asf pues, los antropoides no son propiamente cuadrupedos, si­ no que la mano, por perdida de la funcion tfpicamente manual, se mudo, mientras que el pie, por perdida de su funcion «pedestre» {footlike), se aproximo a una mano. Aceptando la ley de Dollo, segun la cual la evolucion no puede 16. Fundamental discoveries of the last decade in human evolution: New York Acad, of Meo'. (1927); Recent disc, relating to the origin and antiquity of man: Amer. philosophical Soc. (1927); Recent disc, in human evolution: Medical Soc. of the county of Kings (1927); The influence of habit in the evolution of man and the great apes: Bull. New York Acad, of Medic. IV (1928); Influence of bodily locomotion in separating man from the monkeys and apes: The Scientif. 26 (1928).

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En lo que se refiere a la cuestion de las extremidades, sigo remitiendo a Frechkop-Briissel, quien en dos ensayos se une a la teoria de W estenhofer (ciertamente no demostrable) de que los an­ tepasados de los mamiferos habian tenido una postura bipeda. In ­ dependientemente de esto, sin embargo, el trabajo siguiente del mismo autor se plantea la siguiente pregunta: idem uestra la estructura del pie humano, que el hombre, en su desarrollo filogenetico, haya pasado por un estadio antropoideo? La contraposicion del dedo gordo del pie de los monos ha de entenderse como una adaptacion adquirida para trepar: en la serie hombre-gorila-chimpance-gibon-orangutan se muestra en la estructura del pie un aumento de la contraposicion y la tendencia regresiva del dedo gordo del pie. El sentido de la direccion en la que se realiza la evolucion del pie de los antropoides, parte desde un principio del hecho de que el dedo gordo del pie se hace capaz de apartarse de los otros; luego hacia una forma de gancho con dedo gordo oponible, recibiendo el pie la forma de una mano. Cuanto mas se va capacitando la tenaza restante (dedos 2 al 5) para cerrarse en torno a la rama del arbol, tanto mas largos y encorvados se hacen sus elementos (engarfiamiento de las falanges en el orangutan), tanto mas se acorta el dedo gordo del pie.

Tambien el talon toma parte en la oposicion, mas que el resto de la tenaza. La direccion de la evolucion se ha especializado al ma­ ximo, por ejemplo en el perezoso, del que ha desaparecido el pri­ mer dedo del pie y las partes del esqueleto del talon, en forma de tenaza, forman el parentesis con los cuatro dedos restantes. Si quisieramos hacer derivar el pie humano del de los antropoi­ des, habria que suponer dos veces una vuelta de la evolucion ya especializada. En efecto: el pie del antropoide ha conseguido la oposicion del dedo gordo del pie, por tanto en el hombre ese dedo tendria que haber «regresado» la clara especializacion de los monos trepadores-balanceantes, cosa que les habia llevado a brazos muy largos y piernas cortas, y haber vuelto a las proporciones de la ma­ yoria de»los monos inferiores, piernas mas largas que los brazos. La posicion bipeda parece hallarse en relacion con el pie de los plantigrados. Nous croyons pouvoir dire que I’evolution du pied 18. Bulletin du Musee Royal d ’H ist. N at. de Belg. X III (1937). 19. Le pied de I’homme: Memoires du Mus. R oy^ d ’H ist. N at. de Belg. H /3 (1936).

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de I’homme n ’a jamais passe par un stade de piel d ’anthropoides, el pie del hombre ne’est pas d ’origine arhoricole. De la linea de los antepasados del hombre deberian ser excluidas las formas antropoideas. Finalmente, por lo que respecta al problema de la mano, no hay ninguna duda de su estado primitivo en comparacion con la manogancho de los antropoides con sus dedos largos, arqueados, y la regresion del pulgar, siendo inimaginable una evolucion de aquella a esta forma. La oponibilidad del pulgar humano es una especiali­ zacion, pero de fecha muy reciente al parecer. Hancar refiere ^ los hallazgos de Rusia (en Tesik-Tas en Asia central y en Kiik-Koba, Krim) de tipo neandertalense (vease alli la bibliografia rusa). Se han encontrado alli huesos de la mano, que permiten reconstruir por primera vez la mano de la primera edad de piedra. Esa mano es corta, ancha, abultada y con dedos rectos, no hallandose el menor rastro de formas antropoideas, aunque si de las formas del embrion del antropoide. Esto excluye, por una parte, que a la hominizacion haya precedido «un bajar de los arboles® y por otra parte asigna a los simios humanoides en la evolucion el rango de una especializacion por asi decir paralela a la hominizacion para la vida arborea en la selva tropical; especializacion que valorada desde el punto de vista de posibilidades de ascenso a una hominizacion, condujo a los simios humanoides a un callejdn sin salida, con el que nada tiene que ver ni el antepasado del hombre ni el hombre primitivo (Hancar).

Pero la propiedad mas interesante de la mano de Kiik-Koba es que el lugar de la articulacion de la silla del pulgar (una articulalacion esferica de libre movimiento) ha sido tomada por una arti­ culacion cilindrica apropiada ciertamente para movimientos laterales del pulgar, pero solo permite una contraposicion del mismo muy limitada. Por lo tanto, la oponibilidad del pulgar seria una adquision nueva muy notable; la mano de Kiik-Koba, sin esa espe­ cializacion, es extraordinariamente primitiva. Los insectivoros vi­ vientes, muy inferiores, del tipo Tupaja, tienen la mano de cinco dedos con pulgar separado, pero no oponible. Han sido senalados por Schwalbe y Gregory como puntos de partida de los primates; sin razon, por lo demas 20. Mitteilgn. d. Wiener Anthrop. Gesellschaft L X X I/2 (1941). 21. Henckel, Das Primordialkranium von Tupaja u. d. Ursprung d. Primaten-. Ztschr. Anat. u. Entw. Gesch. 86 (1928).

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11.

La teoria de Bolk y otras afines

Las investigaciones resenadas hasta este momento han mostra­ do un conjunto de caracteres originarios y no especializados del organismo humano, haciendo sumamente inverosimil la posibilidad de que se tratara de una «retroformacion» de tales caracteres a partir de los antropoides. Sin embargo, desde el punto de vista morfologico sigue siendo posible lo contrario. Se ve enseguida que el primitivismo de que hemos hablado, a saber, boveda craneana, mandibula situada en la parte inferior, mano liberada y pies que le permiten estar de pie se hallan dentro de un contexto: constituyen lo que se llama posicion erecta. Asi pues, se percibira la ubicacion especial del hombre cuando se tenga en cuenta su estructura cor­ poral arcaica e incomparablemente primitiva. Ahora bien, con las indicaciones hechas hasta este momento no se ha agotado en modo alguno la problematica de los rasgos primitivos. No quisiera sin embargo separar las cuestiones si­ guientes del conjunto de las grandes teorias sistematicas, dentro de las que aparecen en el caso de Bolk, pues ellas y las de Schinde­ wolf que mencionaremos a continuacion presentan un nuevo es­ quema del problema del origen del hombre; a saber, mantienen la procedencia del hombre de los antropoides y anaden una hipotesis suplementaria, en la que una vez mas se muestra llamativamente la ubicacion especial del hombre ya que esa hipotesis complementa­ ria exige un proceso especialisimo y linico desde el punto de vista historico-evolutivo. Las teorias extraordinariamente importantes del fallecido anatomista de Amsterdam, L. Bolk, se encuentran en dos amplios tra­ bajos En ambos casos se trata de un entretejido de investigacion morfologica y teorias explicativas, de modo que solo podemos dar cuenta de ellas en su totalidad procediendo paso a paso. Desde un principio Bolk concede el parentesco proximo entre antropoides y el hombre; tambien la procedencia de este ultimo de antepasados simiescos, acentuando sin embargo la necesidad de colocar al hom­ bre comp punto de partida de la problematica, puesto que formula asi la cuestion: «(;Que es lo esencial del hombre como organismo, y que es lo esencial del hombre como forma?». 22. Vergleichenden Untersuchungen an einem Fetus eines Gorilla und eines Schimpansen: Ztschr. f. Anat. u. Entw . Gesoh. 81 (1926); Das Problem der Menschwerdung, Jena 1926.

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Para responder a esa cuestion distingue en primer lugar entre caracteres «primarios» y caracteres «consecuentes», y la posicion erecta del hombre con todas sus implicaciones la considera una ma­ nifestacion «consecuente», cosa que vendria a significar que «la hominizacion no fue preparada porque el cuerpo se pusiera erecto, sino que el cuerpo se puso erecto en virtud de que la forma se iba humanizando». Como caracteres primaries, es decir, fundantes de la ubica­ cion especial propia del hombre, cita los siguientes: ortognatismo (colocacion de la dentadura en situacion inferior, bajo el cerebro); el no estar cubierto de pelo; la perdida de pigmento en la piel, cabellos y ojos; la forma del pabellon del oido, el epikanthus; la posi­ cion central del foramen magnum; peso cerebral elevado; persistencia de la sutura craneal; los labios mayores de la vulva en las mujeres; la estructura de la mano y del pie; la forma de la pelvis; la situacion ventral de la hendidura sexual en la mujer. Todas estas propiedades son caracteres primaries (primitivis­ mos) en un sentido muy particular: son estados o circunstancias fetales que se han hecho permanentes. En otras palabras: «Propiedades o circunstancias formales, que en los fetos de los restantes primates son transitorias y en el hombre se han estabilizado*. Asi pues, segun la teoria de Bolk, esos caracteres no son pro­ piedades adquiridas, sino que en el caso del hombre se transforman en estados transitorios, de paso, que son comunes a todos los pri mates y en el desarrollo fetal de los monos, en virtud de una es­ pecializacion peculiar de cada uno, se pierden, se retienen o se «estabilizan*. Por lo tanto en esta teoria aparece clarisimamente la ca­ rencia de especializacion (tipicamente no-animal) del hombre, y se presenta, por lo que hace a la parte explicativa de la teoria, manteniendo el parentesco con los antropoides, mediante la tesis de la paralizacion de la evolucion en la especie hombre. Asi pues, lo esencial de la constitucion humana en su conjunto es el caracter fetal de las formas. Ahora bien, si nuestros caracteres mas importantes de la estructura corporal tienen un rasgo comun (precisamente la carencia de especializacion; su primitivismo y el conservadurismo comprobable de los caracteres embrionales), en­ tonces tienen que seguir, segun Bolk, un presupuesto comun. Los factores que condicionaron la genesis del hombre no pudieron ser externos, sino internos. El hombre es el resultado de una transfor­ macion dirigida, a la que deben atribuirse todas las propiedades 117

tipicamente humanas como a su misma causa. El investigador con­ sidera que esa causa es el rezagamiento o retardacion general hu­ mana de la evolucion. De ella habria que hacer derivar, en primer lugar, un rasgo caracteristico, del que todavia no hemos hablado y que no ha sido tornado en cuenta por ninguna otra teoria sufi­ cientemente, a saber: el ritmo de crecimiento, anormalmente lento, del hombre, que le distingue de cualquier otro animal; el ritmo lento del curso vital desde la fase infantil muy prolongada (a dife­ rencia de lo que ocurre en el animal) hasta el hecho particular de que solamente el hombre tenga todavia una larga vida puramente somatica despues de que se ha extinguido su funcion reproductora. Tal seria pues el fundamento de la ley del retardamiento. Se nos advierte al mismo tiempo expresamente no equiparar ese re­ traso con la disminucion de la intensidad vital. Baste una mirada a la siguiente tabla comparativa: PESO AL NACER

SE DUPLICA DESPUES DE

2,0 40,0 45,0 3,5

kgs. kgs. kgs. kgs.

14 dlas 47 » 60 » 180 »

Si consideramos esta propiedad de la evolucion humana como algo que se ha ido haciendo poco a poco y calificamos la homini­ zacion (el llegar a ser hombre) de retardada, esto querrla decir que las formas que precedieron al hombre actual se formaban con un ritmo mas rapido. Bolk cree poder probarlo por lo menos en un rasgo caracteristico. Muestra en la mandibula infantil de Ehringsdorf y en alguno de los hallazgos de Krapina que la denti­ cion del hombre se realizaba todavia en aquel tiempo casi al mis­ mo ritmo que la de los antropoides, mientras que en el hombre ac­ tual el cambio de dientes (perdida de los dientes de leche) y el cre­ cimiento de los nuevos se ha retardado y ha hecho su ritmo mas lento. Bplk vio precisamente en ese retardamiento la causa de que surgiera la mandibula del hombre nuevo. Si nos imaginarnos ese retardamiento del proceso evolutivo del organismo como una to­ talidad, al que reaccionan los sistemas organicos de modo mas o menos independiente, comprenderemos mejor tambien ciertas desarmonlas entre la formacion sustancial y la funcional de ciertos 118

sistemas organicos, especialmente entre la parte somatica y la «germatica» del organismo humano. Examinando ese «retraso», bajo cuyo influjo todas las fases de la vida humana redujeron su ritmo, solo puede radicar en una particularidad especialisima del sistema endocrino: Es un heoho suficientemente conocido por nosotros que la aceleracidn y el retardam iento del crecimiento de determinadas partes y regiones del cuerpo estan condicionados por la alternancia de funcidn de dicho drgano.

Si la retardacion (en cuanto ley antropologica universal) es un factor de freno y retardamiento procedente del sistema endocrino, entonces cuando se levanta morbosamente ese freno a causa de perturbaciones endocrinas se ha de llegar a malformaciones y desarrollos progresivos; reaparece la pilosidad del cuerpo; las suturas craneanas se sueldan demasiado pronto; aumenta el tamano de la mandibula, etc. Observamos que un gran numero de lo que se llaman propiedades pitecoides habitan en estado latente en nuestro organismo, esperando unicamente que desfaUezcan las fuerzas de freno para volver a entrar en actividad.

Las manifestaciones patologicas de crecimiento, que se conocen como consecuencia de la actividad anormal de los organos en­ docrinos, nos permiten sacar la conclusion de que el crecimiento fisiologico tambien es dominado de algun modo por la secrecion interna. El retardamiento en el desarrollo individual, que se ha ido realizando poco a poco en el transcurso de un periodo ciertamente largo de hominizacidn del genero humano, creando una nueva forma de curso vital para el hombre, s61o se puede atribuir a la accidn del sistema endo­ crino.

La teoria, que hemos venido exponiendo solo en sus comienzos, seria la unica en explicar la lentitud del desarrollo del hombre, uni­ versal y anormal desde el punto de vista biologico, asi como su ninez que se alarga desproporcionadamente; la duracion de la vi­ da, extraordinaria para el tamano que tiene; la larga vejez, des­ pues de que hayan cesado las fuerzas reproductivas, etc. De las 119

teorias que yo conozco, solo la de Bolk responde a esos datos tan significativos antropologicamente y que tanto llaman la atencion. Siguiendo ahora esa idea del retardamiento en cada uno de los sistemas organicos, estudiaremos en primer lugar las caracteristicas especiales del desarrollo de la dentadura humana. En los monos comienzan a aparecer los dientes de leche casi inmediatamente des­ pues del nacimiento y el cambio de los dientes de leche y creci­ miento de la dentadura permanente tienen lugar simultaneamente, justo detras del segundo molar de leche aparece el primero perma­ nente y en el momento en que este aparece comienza el proceso de cambio; los incisivos de leche son expulsados y en el tiempo subsiguiente tiene lugar simultaneamente el cambio de lo que resta de dentadura de leche y el crecimiento de la denticion permanente, de tal manera que la mandibula (tomo esta idea del trabajo del mismo autor sobre el maxilar en Anat. Anz. XXIV) se encuentra en un proceso de prolongamiento constante a fin de mantenerse al mismo ritmo que el crecimiento de la dentadura. En el caso del hombre encontramos por el contrario dos periodos de pausa intercalados. Es decir, una evolucion retardada. La aparicion de los dientes de leche concluye hacia el final del segundo ano; sigue un periodo de descanso hasta los seis anos, y entonces aparece el primer molar permanente. Despues de un periodo de tiempo, que puede variar segiin el individuo, comienza el proceso de cambio y solo cuando acaba ese proceso de cambio aparece la nueva pieza, el segundo molar permanente. El tercero puede inclu­ so faltar por completo, dando testimonio elocuente de que la re­ tardacion individual puede ser muy variada, que termina incluso con la eliminacion de la pieza. La teorfa de Bolk arroja luz ademas sobre un sector que de otra manera resulta muy enigmatico, a saber, la pubertad. Si suponemos que Soma y Germa se comportan de modo relativamente in­ dependiente frente al influjo de la retardacion en el sentido de que el Germa es naturalmente la parte mas capaz de ofrecer resis­ tencia, obtendrfamos como consecuencia la maduracion (claramen­ te perceptible al menos en el sexo femenino) sustancial del ovario mucho antes de que el organismo haya crecido somaticamente pa­ ra soportar un embarazo. A los 4 anos el ovario tiene 27 mm. de largo y 12 de ancho. A los 14 la misma medida. Asf pues el Germa femenino esta listo en lo sustancial cuando la nina tiene 4 6 5 anos. Al quinto ano aproximadamente se presenta un periodo de 12 0

reposo. No puede comenzar a desarrollar la funcion, ya que el Soma no ha crecido ni con mucho lo suficiente para asumir las con­ secuencias de esa funcion, es decir, el embarazo. En este caso la retardacion no ha paralizado el crecimiento, sino que ha dejado para una edad mayor la maduracion de los elementos que, de suyo, ya estaban dispuestos para esa maduracion. Esa inmovilizacion cesa en una edad que varia mucho segun los individuos. En nuestras latitudes el umbral de la madurez sexual se situa apro­ ximadamente entre los 11 6 12 anos. Pero la muchacha que co­ mienza a menstruar a esa edad es una contradiccion biologica; un organismo con un fallo funcional de principio. La llegada a la ma­ durez sexual no significa todavia, como es el caso de los mamiferos superiores, el haber llegado a la forma final y definitiva, sino que el termino del desarrollo se situa aproximadamente en los 18 anos, con posibilidad de madurez sexual ya en el quinto ano y una edad normal de iniciacion a los 11. En esa misma epoca (de la pubertad) sucede una aceleracion del crecimiento; es decir, otro caso de cese de la inmovilizacion retardataria. La aparicion del retardamiento del que hemos venido hablando afectaria por tanto a la mayor lentitud del ritmo evolutivo junto con las situaciones particulates ya mencionadas. Sin embargo, la teoria alcanza sus mejores resultados cuando afirma que de esa misma idea se podrian derivar los rasgos morfologicos especiales del hombre. Lo esencial de su forma (la del hombre) es el resultado de una feta­ lizacion; lo esencial del curso de su vida es la consecuencia de un retardamiento. Ambas propiedades estan estreohisimamente vincula­ das desde el punto de vista causal, ya que fetalizacion de la forma es una consecuencia necesaria del retardamiento en la consecucion de dicha forma.

Asi pues la cuestion seria la siguiente: (;«C6mo el retardamien­ to de la evolucion pudo tener una influencia causal en la formacion de propiedades somaticas especificas?». Como cada uno de los sistemas organicos se comporta de un modo relativamente independiente frente al influjo del retarda­ miento, podria suceder que, aun cuando el organismo como tota­ lidad hubiera alcanzado el punto final de su desarrollo, alguna pro­ piedad no llegase al grado de desarrollo originariamente normal. Quedaria entonces fijada en un estado incompleto; y este no llegar 121

a su perfeccion comporta un caracter infantil, que cuando el re­ tardamiento es mas fuerte incluso puede ser «fetal». Si este re­ tardamiento continua, llega a su grado maximo: cese del desarrollo, es decir, la propiedad morfologica ya no aparece en absoluto. La «retardacion progresiva® lleva, a traves del infantilismo y la fetalizacion, basta la ausencia de un rasgo distintivo. La consecuencia logica y necesaria de la retardacion seria que el cuerpo adquirirta en grado cada vez mayor un caracter fetal, al hacerse permanentes unos estados juveniles, que originalmente eran transitorios. Al llegar a este punto los «caracteres primitivos® (primitivismos) del hombre que hemos mencionado hasta ahora aportados por los mas diversos autores y los que anade Bolk, ten­ drian una interpretacion muy concreta: todos los rasgos distintivos corporales especificamente humanos son estados fetales que se han transformado en estados permanentes. En los escritos que yo conozco, Bolk trata de los siguientes ca­ racteres (no trata la mano y el pie): En primer lugar, la pilosidad. El hecho de que el tronco y las extremidades queden sin pelo es un proceso que no tuvo su comien­ zo en el hombre. La carencia de pelo en el hombre (permaneciendo sin embargo el pelo de la cabeza) significa que se conserva un estado que ya existia, aunque pasajeramente, en los antropoides durante la ultima epoca de su vida fetal y aun existe brevemente despues del nacimiento. No hemos de atribuir la perdida del recubrimiento capilar a causas que actuen cuando ya esta terminado el cuerpo humano. En los hombres, especialmente en la mujer, observamos como la retardacion progresiva conduce a la perdida o a la no apa­ ricion de una propiedad, que sin embrgo sigue existiendo en la estructura, como muestra la copiosa abundancia de pelo que se presenta en el caso de perturbaciones en la secrecion interna (con frecuencia abarcando todo el cuerpo). Existe pues la siguiente gradacion en el retroceso: a) Simios inferiores. El recubrimiento de pelo aparece en el feto casi simultaneamente en todo el cuerpo; el simio recien nacido esta contpletamente recubierto de pelo. b) Los gibones. La primera region que aparece con pelo en el feto es la piel de la cabeza; sin embargo poco antes del parto toda la parte posterior del cuerpo tiene tambien una pilosidad bien des­ arrollada. El gibon nace en ese estado, es decir, con la superficie 122

ventral libre de pelo. Poco despues del nacimiento el pelo ocupara toda la piel. c) Antropoides. En primer lugar aparece el pelo de la cabeza. El feto de los chimpances y gorilas nace sin pelo, si exceptuamos los de la cabeza bastante largos. El pelo del cuerpo crece a partir del segundo mes despues del nacimiento. d) Hominidos. Esta serie evidentemente progresiva nos pre­ senta con claridad un estado fetal que se ha transformado en per­ manente en el caso del hombre. A proposito de este tema del recubrimiento capilar, quisiera anadir en este momento un hecho que Bolk no tuvo en cuenta, a saber: que el hombre mantiene hasta la muerte en una gran parte de su piel la vellosidad incolora de la epoca embrional, situandose asi en una posicion unica no so­ lamente dentro del orden de los primates, sino de todo el reino animal. Junto con esa particularidad se encuentra esta otra en la piel humana: que evita cualquier tipo de especializacion, ya sea en el sentido de protegerse contra el frio, o bien de defensa en ge­ neral (piel acorazada, puas, cuero duro ...) o de ataque (cuernos, pezuhas...); le faltan incluso (a diferencia de todos los demas ma­ miferos) pelos sensoriales, es decir, pelos especializados en rastrear o seguir una pista o en reconocer por el tacto, con la dilatacion de los vasos sanguineos rodeando a la raiz, tal y como sucede en todos los antropoides. La piel del hombre es la menos especializada de todas; por asi decir es toda ella superficie sensorial. Volviendo a Bolk, es importantisimo otro grupo embrional de conformaciones: el mantenimiento de las inflexiones de los ejes fetales del cuerpo (conservados por el hombre), mientras que se nivelan en los cuadrupedos. Comparense las figuras 1 a 4. La inflexion (al principio muy proporcional) del cuerpo embrio­ nal de los mamiferos superiores va cambiando poco a poco por alargamiento de la seccion media de tal modo que las secciones cau­ dal y craneal representan inflexiones mas independientes. Conside­ raremos en primer lugar la seccion craneana, segun Bolk. La fi­ gura 1 representa un corte de la cabeza de un embrion de perro. La figura 2 el mismo tipo de corte en un embrion humano, ambos de 20 mm. de largo. Las restantes figuras permiten advertir como permanece la inflexion fetal en el hombre. Las tres flexiones que se abren en arco desde su centro dibujadas en la figura las llama Bolk occipital, intraesfenoidal y rinal. En la ultima parte, la seccion ce­ rebral y la rinocefalica se hallan en angulo recto, de modo que 123

124

Fio. 7

Fio. 8

125

esta ultima discurre casi paralela al cuello. La comparacion de las figuras 1 y 3 nos muestra la importante mutacion de los ejes que tiene lugar en el curso del desarrollo. Todavia esta presente el an­ gulo occipital (aun cuando casi puede anularse en el curso de una carrera rapida) y desaparece en otros mamiferos (topo, erizo) por completo. El segundo angulo ha desaparecido totalmente surgien­ do un repliegue secundario con angulo abierto hacia atras, de modo que el eje rinocefalico se halla ahora en la prolongacion del basal. De esta manera surge el prognatismo de los mamiferos; el creci­ miento hacia adelante del hocico, a costa del cerebro. En cuanto al hombre (figuras 2 y 4) permanecen las inflexiones fetales sin cam­ bios. Por lo demas, los craneos de los monos tienen de comun con el del hombre el que mantienen el repliegue rinocefalico. El prog­ natismo de los monos (y de las razas humanas inferiores) no se puede comparar sin embargo con el de los mamiferos, ya que surge del alargamiento de la base nasal hacia adelante sin que exista el cambio de direccion del eje, que hemos mostrado en el caso del perro. Por lo que se refiere a la parte caudal del feto, tiene lugar una flexion concava, como muestran las figuras 5 y 6 (feto humano de 11 y 26 mm. respectivamente). La figura 7 muestra un corte trans­ versal de los organos pelvianos de una nina de dos anos. La figura 8 la zona caudal del torso de un chimpance todavia no adulto. Las proporciones indicadas en las figuras 5 y 6 no difieren notablemen­ te de las de embriones de antropoides. En el hombre permanece el eje del cuerpo fetal (flexionado por su centro en sentido concavo), explicandose asi la anatomia particular de los organos genitales femeninos en el ser humano. En el chimpance se produce una distincion en la direccion del eje corporal, de tal manera que el orificio anal viene a situarse en la parte trasera. Las proporciones topograficas y anatomicas de esa region corresponden plenamente en el chimpance a las de los monos con cola Mas todavia, Bolk defiende la idea de que aun la forma de la pelvis osea es en primer lugar la manifestacion de una pervivencia de la .direccion fetal del eje corporal, habiendo permanecido en un estadio de desarrollo embrional, que se hace patente cuando la pelvis ha pasado por el estadio precartilaginoso.

23. Para mas detalles cf. Bolk, Zur Entwicklung und vgl. Anat. des Tractus urethro-vagindis der Primaten-. Ztschr. f. Morph, u. Antihr. 10 (1907).

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Un trabajo de Mijsberg®^ que completa la investigacion de Bolk, muestra toda otra serie de caracteres primitivos (primitivismos) en el sentido de que mantienen estados fetales del hombre frente a los demas primates, especialmente en la estructura de los rinones en el penis pendulus, y en el descenso de las glandulas genitales. Tales manifestaciones son tambien en parte primitivas des­ de el punto de vista filogenetico. El trabajo es muy concienzudo en cuanto a su metodo. Hemos tratado aqui los puntos de vista de Bolk con cierta am­ plitud, porque increiblemente hoy dia yacen casi en un completo olvido. No se ha tenido en cuenta la presuncion de Lubosch, que consideraba la teoria de Bolk como sumamente convincente y fruc­ tifera: Se trata de una serie de pensamientos, que ya no podran desaparecer de las investigaciones en torno a la antropogenesis, pues son sumamen­ te fructiferos y aclaran muchas c u e s t i o n e s 2 5 .

Por mi parte veo las ventajas de esta hipotesis (que como todas solo ha de considerarse desde el punto de vista de su utilidad o rendimiento) en los puntos siguientes: 1. Todos los rasgos que denotan carencia de especializacion y que son tipicamente humanos, se hacen derivar de un solo prin­ cipio: la retardacion. 2. Por el mismo principio se explican otras particularidades del hombre; a saber, retardamiento del ritmo evolutivo, con los hechos que van unidos con el; es decir, la necesidad de una fa­ milia duradera y la pubertad. 3. Ademas Bolk, en su teoria de la hominizacion, indica un motivo interno de ese proceso: las actuaciones endocrinas. Desapa­ recen las desventajas de la teoria de la adaptacion de Lamarck, como por ejemplo, el famoso descenso de los arboles, etc. 4. Sobre todo, el principio explicativo de la retardacion no ha sido inventado ad hoc, sino que se trata de un proceso biologico (aun cuando muy raras veces se pueda demostrar hoy dia) que se presenta inesperadamente solo en el hombre; en un lugar muy alto 24. 25.

Abh. d. Kgl. Akad., Amsterdam 1923. Anat. Anz. 63 (1927).

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del sistema. El conocido anfibio Axolotl, en su medio ambiente nor­ mal, llega a la madurez sexual, ya en estado de larva, con respira­ cion branquial y solo a modo de excepcion se desarrolla hasta lle­ gar a ser forma terrestre con respiracion pulmonar. El proteo ya nunca alcanza la forma terrestre. En estos casos, asi como en la «neutralidad con respecto al ambiente* de los gorriones y las ra­ tas, las manifestaciones de inteligencia de los chimpances, etc., puede establecerse una comparacion con el hombre, pero tomando rasgo por rasgo. La ubicacion especial del hombre no significa que no se pueda comparar con muchos tipos de animales en rasgos concretos y determinados. Pero el hombre es (aun desde ese punto de vista de su comparabilidad) el unico «mamIfero superior embrionico*. 5. La teoria recibe el apoyo de ciertas manifestaciones patolo­ gicas del hombre. Cuando se perturba el funcionamiento normal de las hormonas, cabrla esperar que los frenos retardatarios desapareciesen, teniendo como consecuencia el que volviesen a aparecer las cualidades que habian sido oprimidas; o bien, que las funciones retardadas se desarrollasen con un ritmo mas acelerado. Mas arriba hicimos ya mencion de algunos de estos casos. Habria que atribuir a un retardamiento normal el crecimiento tardio de las suturas craneales (en contraposicion a lo que ocurre entre los primates) y la perturbacion de ese retardamiento llevarla a un cierre prematuro de esas suturas de tipo antropoideo. Asimismo, si el freno del des­ arrollo sexual fuese perturbado, tendriamos «el caso de la nina de 5 6 6 anos lamentablemente prematura*. La lista de las malformaciones morbosas que podrian ser explicadas por la alteracidn anor­ mal del sistema de freno seria muy larga. 6. Ademas existen relaciones interesantes de esta teoria con los problemas raciales. Ya diversos autores habian entendido cier­ tos rasgos raciales como consecuencia de distintos equilibrios hormonales. Bolk se confiesa a si mismo expresamente como un «partidario convencido de la desigualdad de las razas*. En Vergleichende Untefsuchungen... prueba, que la raza mongdlica ha conservado un complejo de fendmenos tipicamente fetal, que falta en las razas ndrdicas, aun cuando sus embriones tambien lo muestran: la base de la nariz hundida, la protrusio bulbi y el epikanthus. Las llamativas diferencias raciales de pigmentacidn, pelo, prognatismo y rit­ mo vital fisiol6gico (desarrollo mas rapido, epoca de plenitud mas 128

breve, y mas rapida decadencia en las razas negras) pueden consi­ derarse bajo el mismo punto de vista. Se estableceria asi un para­ lelismo importante; por ejemplo, entre la similitud con respecto a los europeos, mucho mayor en el nino que en el adulto africano (E. Fischer), y la similitud con el hombre mayor tambien en los antropoides jovenes. Dice Bolk que «no todas las razas han avanzado hasta el mismo punto en el camino de la hominizacion®. Bolk no ha manif estado su opinion en la cuestion de los restos humanos fosiles, pero estaria de acuerdo ciertamente con la manifestada por diversos autores, segun la cual habria que interpretar ciertos ras­ gos de los craneos fosiles y de los actuales (por ejemplo, austrauanos), como falta de barbilla, protuberancias superciliares y prog natismo, en el sentido de una conformacion particular «animaloide®, especial de una raza; es decir, como un retardamiento parcialmente incompleto. 7. Precisamente y una vez mas con ayuda de la teoria de Bolk se podria mantener en pie la procedencia del hombre de los antro­ poides incluso en linea directa, aunque, eso si, solo con la ayuda de una «hip6tesis complementaria®, que atribuye la ubicacion especial del hombre a una ley biologica propia de el solamente. Tambien tendriamos que suponer que las nuevas formas no podrian proce­ der de los estados ya especializados de los adultos, sino solamente *->or la «reorientacion® en el estadio ernorlonal. Bolk va mas alia de la teoria de la «reduccion® y de la adaptacion, por cuanto que cambia de lugar el proceso de la hominizacion. La extraordinaria e indiscutible similitud que mas tarde desaparece (aun en la ten­ dencia a ponerse derecho) entre los antropoides jovenes y el hom­ bre significaria que ya esta actuando en los antropoides un cierto proceso de fetalizacion o grado de retardacion, pero el mono pierde rapidisimamente sus rasgos fetales (que duran todavia algun tiem­ po despues del nacimiento) y el hombre los conserva. Lo que ven­ dria a significar lo siguiente: el proceso de la «hominizacion® ten dria lugar dos veces por decirlo asi; como bosquejo en los prima­ tes, y definitivamente en el hombre. De este modo se explicaria tambien en cierta manera el caracter especial bien palpable (que a su vez distingue a los antropoides de los demas mamiferos y de los primates inferiores); por ejemplo, no se les puede llamar ni bipedos, ni cuadrupedos. Versluys ha vinculado con gran merito esta teoria de Bolk 26

Hirngrosse und hormondes Geschehen bei d. Menschwerdung, 1939.

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con las investigaciones de Dubois ^ . Dubois compare las relaciones entre tamano de cerebro y tamano corporal de mamiferos proximos entre si y hallo que, aproximadamente, los pesos de los cerebros se hallaban en una relacion de la 5 /9 potencia con relacion a los pesos del cuerpo. Dado que hemos de suponer una proporcion dis­ tinta entre el tamano del cerebro y el tamano del cuerpo cuando comparamos los diversos generos entre si (factor que Dubois llama «cefalizaci6n»), podemos contar con que diversos grandes mami­ feros, si se tiene en cuenta el volumen del cerebro que corresponderia al mismo tamano (con ayuda del exponente 5 /9 ), muestran a menudo un volumen cerebral (peso) distinto. Es decir, tambien en la «cefalizaci6n» son distintos. Encontramos luego que en muchisimos casos, especialmente cuando se trata de animales de un mismo tronco, tanto en formas fosiles como en formas vivientes, aumenta a saltos, duplicandose cada vez. Si suponemos una cefalizacion (es decir, la proporcion entre tamano del cerebro y del cuerpo calculando en base a un mismo tamano de cuerpo) igual en los mamiferos primitivos del terciario inferior, encontrare­ mos que las musaranas permanecieron en ese grado, mientras que la mayoria de los mamiferos vivientes han alcanzado un alto grado de cefalizacion, equivalente a 2,4 u 8 veces aquel tamano. Los si­ mios muestran una cefalizacion 16 veces mayor que aquel punto de partida. El hombre, 64 veces mayor, e.® deoir, 4 veces mayor que la de los simios (alrededor de 14 mil millones de neuronas, frente a unos 3 mil millones y medio). Este llamativo aumento, realizado a saltos, solo puede explicarse propiamente en virtud de la duplicacacion mutativa del numero de las celulas nerviosas Al llegar a este punto surge la suposicion de que a lo largo de este proceso tiene que haberse modificado la produccion hormonal, y aqui es donde se realiza la union con las teorias de Bolk. En efecto, la fetalizacion del hombre, la retardacion de su desarrollo, el tipo de pilosidad que recubre su cuerpo, la tardia maduracion sexual y toda una serie de rasgos mas, han de atribuirse con certeza a los condicionamientos hormonales.

27. Biol. Generalis 6 (1930). 28. G riinthal, Zur Frage d. Entst. d. Menschenhirns, Basel-New York 1948; Klatt, D. theor. B id . u. d. Prohlematik d. Schdddform: Biologia Generalis 19/1 (1949); H . Spatz, Gedanken iiber die Z u ku n ft des Menschen­ hirns, 1961.

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Esta teoria de Versluys-Bolk explica, como puede verse, un sector amplisimo de hechos antropologicos. Quisiera llamar la aten­ cion del lector sobre dos circunstancias especialmente; La primera seria el enorme desarrollo cerebral del hombre y la mutacion estructural (quizas en conexion con ese desarrollo) de to­ da la physis apuntando hacia la «embrionalizacion» y el «primitivismo», en ningun modo como resultado de la «lucha por la exis­ tencia* o consecuencia de un proceso de seleccion, sino producidos por causas internas de accion directa. Desde otro punto de vista, por el contrario, esa transformacion en el hombre habria sido tan radical, que le arrojo fuera de sus condiciones de vida «naturales» y le aboco a un modo de vida nuevo y no existente antes. Tal concepcion es tambien im portante por otro motivo. Las ideas existentes acerca de la hominizacion se mueven en su mayo­ ria en este sentido: partiendo de los antropoides, se habria ido produciendo poco a poco, merced a la «lucha por la vida*, un aumento paulatino del desarrollo y la amplitud del cerebro. Se ha onjetado a nuestra teoria que el hombre tambien se ha especiali­ zado, que es un ser cerebral especializado. Sin embargo, es falsa toda teoria que se imagine un fuerte desarrollo cerebral basado en no importa que tipo de «infraestructura». Asimismo, el cerebro es precisamente el organo que hace innecesario cualquier tipo de con­ figuracion organica especializada (es decir, adecuada a determina­ dos factores del medio ambiente); dicho de otro modo, desde el unico punto de vista utilizable del comportamiento, es el organo de la plasticidad, variabilidad y reorientabilidad. Bien entendido claro esta, que solo en conexion con toda la singular physis hu­ mana: con su caracter de ser expuesto, abierto a los estimulos, do. tado de movilidad, etc., y su carencia de especializacion, que quiza= viene influida hormonalmente por el cerebro, asi como solo esa physis hace posible y puede servir de base a semejante cerebro. Con la hominizacion comienza una «lucha por la existencia* que va mas alia del circulo del comer o ser comido; de la adaptacion y los falios evolutivos; es decir, la lucha por los fundamentos de la vida, por la posibilidad de seguir viviendo manana. Estos son los motivos por los que los pasos dados por Bolk tienen una gran importancia desde mi punto de vista. Po! esta razon me resulta tanto mas agradable presentar todavia una ultima teoria, que se acerca en los puntos decisivos a la de Bolk, 131

pero que se desarrollo de un modo totalmente independiente. Se trata de la teoria de Schindewolf ‘'US investigaciones se limitan tambien al ambito del craneo. Tambien el parte del hecho, ya muchas veces mencionado, de que todos los rasgos que caracterizan el craneo humano y lo distin­ guen de los demas craneos de mamiferos, no solamente se hallan ya presentes en las formas embrionales y juveniles, sino que in­ cluso se presentan de manera mas pura e intensa. Por asi decir son «sobrehumanos». Schindewolf ve en ello, como muchos otros autores ya mencionados, una indicacion clarisima de que el hombre no puede derivarse de monos que se parezcan a los antropoides actuales. Rechaza la teoria clasica, que hace descender al hombre de tipos fosiles del tronco chimpance-gorila, y corrobora, al igual que Naef, Kollmann, etc, que el craneo de los embriones y los lac tantes del simio tiene ciertas formas humanas, que sin embargo pierde a lo largo de su vida hasta llegar a la inversion de las pro­ porciones totales. Los rasgos son: predominio de la boveda cranea­ na muy abombada; cambio de posicion del breve rostro bajo la boveda craneana; fuerte arqueamiento del frontal, foramen mag­ num central; cierre de las orbitas en las sienes; las fosas orbitarias dirigidas hacia delante. El hombre mantiene esa forma que muertran el embrion y las crias de todos los monos (Bolk). En los simios se produce una evo­ lucion en el sentido de un prolongamiento del hocio (al modo de los animales depredadores) y empequenecimiento de la parte cere­ bral. La proporcion entre la parte de craneo correspondiente al ce­ rebro y la correspondiente al rostro se invierte totalmente, desapareciendo los rasgos semejantes a los humanos del craneo del simio joven: el foremen magnum retrocede; las lineas de las sienes se le­ vantan; la frente se hace huidiza; la mandibula inferior oblicua; se presenta un enorme desarrollo de la mandibula con formacion de los colmillos y los abombamientos superciliares; ha surgido, pues, el tipico «craneo depredatorio» de los monos adultos. Schindewolf no saca la conclusion (como hacia Kollmann) de que los antropoides, siguiendo la ley biogenetica fundamental, tuvieran que proceder de formas mas semejantes a las humanas, mien­ tras que el hombre habria retenido la forma primitiva que sirvio de punto de partida. Mas bien recurre a una manifestacion, que tam29. Das Problem der Menschwerdung, ein palaontologischer Losungsjersuch: Jahrb. d. Preuss. Geolog. Landesanst 4 9 /2 (1928).

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bien aparece en los invertebrados, y que el llama «proterogenesis». Mantiene la teoria de que en el caso de los monos la ley biogenetica fundamental no tiene ninguna validez o significado retrospectivos, por cuanto que los estadios que repiten los modos de ser que poseyo en otro tiempo su tronco filogenetico no son los de la juventud, sino los de la edad adulta. Los primeros nos presentan los ras­ gos caracteristicos de los antepasados, mientras que los nuevos com­ plejos de caracteres distintivos fueron adquiridos repentinamente y sin que existieran los estadios filogeneticos anteriores correspon­ dientes a partir de los grados ontogenicos primeros de los monos; por tanto, las formas juveniles aparecieron con nuevos caracteres. En el caso del hombre, la evolucion transcurre progresivamente, es decir, en el sentido de un «ir hacia adelante® de los rasgos juve­ niles hacia los estadios de vejez, o bien, en el sentido de que «se mantienen® esos rasgos. En el caso de los simios, por el contrario, esos rasgos juveniles se forman «regresivamente®. No se extienden a estadios de crecimiento posteriores, sino que son reducidos a esta­ dios anteriores, imponiendose la estructura filogenetica. La transformacion de los prosimios en autenticos simios sucedio, segun nuestra interpretacion, al ser asumidos rasgos formales semejantes a los humanos en los estadios ontogenicos primitivos de los tipos fosiles que se encuentran en la raiz del arbol genealogico del mono.

A partir del propliopiteco (oligoceno) la evolucion proterogenetica del complejo de rasgos humanos (dentro de la familia de los hominidos y siempre hablando solo del craneo) adquirio una mar­ cha fuertemente progresiva; en los pongidos se detuvo e incluso fue regresiva. Asimismo, Schindewolf califica de «idea insostenible® a la «teoria de la reduccion® de la dentadura humana a partir de la dentadura superespecializada de los antropoides, y concluye: No se puede sostener la opinion tan extendida de que los hombres procedan de los simios fosiles, al menos si se pdensa (como ocurre la mayoria de las veces) en formas, que en todos los rasgos distintivos arriba mencionados (los embrionales y los no especializados) ya esta­ ban tipicamente especializados al modo de los simios actuales.

Asi pues, segun Schindewolf, en el hombre se sobreponen dos tipos de leyes: la proterogenesis y la ley biogenetica. Muestra tam­ bien muy justamente indicios (que desaparecen mas tarde) de es133

tadios filogeneticos mas antiguos en el sentido de la ley biogenetica: cola del embrion, presencia de varias glandulas mamarias o bien pezones; asimismo, la presencia del pliegue palatal, de la nariz in­ terna, que mas tarde retroceden y originalmente, como ocurre en los mamiferos inferiores, tienen una ubicacion mas ventajosa. Ahora bien, segun esa teoria seria de esperar que los representantes mas antiguos de la especie humana fuesen mas semejantes a los simios en algunos aspectos, ya que en ellos la evolucion progresiva de la proterogenesis (del «mantenimiento* de los rasgos em­ brionales) no habia avanzado tanto como en la actualidad. Por el contrario, cabria esperar en los tipos mas antiguos de simios, comparados con los hoy existentes, una mayor semejanza al hombre. Prueba de ello son en primer lugar los conocidos fosiles de homi­ nidos; segundo, el australopiteco africano D art; Schindewolf, al igual que Osborn y Adloff (contra Gregory, W einert, Eickstedt) ex­ cluye al dryopiteco de la parentela inmediata del hombre, a pesar de la gran semejanza humana de los molares, a causa de su fuerte es­ pecializacion simiesca. En cambio el austrolopiteco es el mas seme­ jante al hombre de todos los fosiles conocidos y de los grandes mo­ nos actuales: caja craneana muy abovedada, fuertemente desarro­ llada hacia abajo; la parte de craneo correspondiente al rostro pe­ quena, y solo se adelanta ligeramente bajo la clara, aunque cierta­ mente huidiza, frente; faltan las protuberancias superciliares; gran esfenoides en union con el parietal; posicion vertical de los incisivos y colmillos relativamente pequenos. El comienzo de los hominidos lo situa Schindewolf en el mioceno superior. Con su teoria rechaza que se pueda entender al hom­ bre como descendiente de simios ya especializados, o bien que los monos y otrcs mamiferos se puedan derivar del hombre (Dacque, Westenhofer, Kollmann, etc.). Con gran sorpresa mia, rechaza tambien a Bolk. Sin embargo, no llego a ver ninguna diferencia esencial entre las dos hipotesis, a no ser que Schindewolf solo trata una pequena parte de los pro­ blemas planteados por Bolk. Ambos autores coinciden en los pun­ tos siguiqntes y llegan a ellos por caminos distintos, lo que hace su testimonio mas valioso: a) la realidad fundamental del hombre, o en su caso, del craneo humano, es el mantenimiento de rasgos fe­ tales; b) el hombre es un descendiente de los primates, pero frente a ellos da prueba de seguir leyes especiales; c) esa particularidad de sus leyes se muestra mediante una hipotesis complementaria. En 134

Bolk se llama «retardamiento»; en Schindewolf «proterogenesis»; d) un primer grado de esas leyes particulares se da en las formas primitivas (ontogeneticas) de los primates o de los antropoides respectivamente; es decir, una primera «hominizacion»; e) tal homi­ nizacion no se mantiene, sino que es «ahogada por el crecimiento®. Pienso que tales son los hechos principales y no veo en ellos ninguna diferencia, saludando por tanto cordialmente la coincidencia. El hecho de que Schindewolf rechace a Bolk se debe en parte a razones de tipo sentimental, segun propia confesion, por lo cual puedo pasarlo por alto como tercero en discordia. En segundo lu­ gar, su teoria reduce la de Bolk a formulas sencillas; a saber, a la afirmacion de que el hombre se ha quedado en el estadio evolutivo del feto de los primates. El mismo Bolk eligio tales formulaciones, asi como el sopechoso lema del hombre como «embrion de mono con madurez sexual®, que ocasiono con razon el rechazo emocional de Schindewolf. Pero es una necesidad de la investigacion muy particularmente usada en antropologia el resumir toda una compli­ cada teoria en una frase. Tambien el missing link es una teoria con­ densada en un lema. Siempre que Bolk dice: en el hombre se estabilizaron ciertos rasgos fetales comunes con los antropoides, no esta excluyendo naturalmente la construccion ulterior de los esta­ dios asi retenidos, su crecimiento ulterior dentro de los carriles establecidos, sino que esta afirmando un tipo de evolucion especial del organismo humano. Por esta razon habla a menudo de «evolucion conservadora® del organismo humano. Por esta razon habla a menudo de «evolucion conservadora® en contraposicion a la «propulsora®, que consistiria en el paso de las formas fetales juveniles a las formas especializadas de la madurez. Precisamente esa ley que preside el desarrollo humano se llama «retardamiento» y consiste en lo siguiente: Aun cuando el organismo como totalidad llegue al punto final de su evolucion, terminandose el crecimiento, alguna de las propiedades parti­ culares d d cuerpo no ha alcanzado aun aquel grado de evolucion, que originariamente le era propio. Entonces, esa propiedad queda fi­ jada, como podriamos decir, en un estadio incompleto, y ese caracter de incompleto porta un matiz de infantilism o... la consecuencia necesa­ ria d d efecto de retardacion es que d cuerpo adquiere caracter fetal en un grado alto y duradero®®. 30.

Bolk, Untersuchungen..., 23.

135

Exactamente ese modo especial de evolucion lo describe asi el mismo Schindewolf: el «ir hacia delante® o el «mantenimiento® de los rasgos embrionales hasta el estado de estabilizacion definitiva en el hombre. Podemos por tanto sumarnos a la uniformidad de la vision basica, aun cuando el principio explicativo hipotetico (re­ tardamiento o proterogenesis) presente diferencias de interpreta­ cion. Tales coincidencias en la acentuacion del primitivismo del hombre son precisamente las que otorgan su superioridad a estas teorias en relacion con la clasica, que se desarrollaba dentro del esquema de la adaptacion de la funcion en las formas adultas. Es un dogma bastante improbable que pudiese haberse producido un cambio en el modo de ser a partir del estadio adulto. Tal fue el caso de Schwalbe que pensaba que el hombre primitivo habia perdido los colmillos por perdida de funcion, jporque ya tenia armas! No podemos imaginar como podrian haber surgido rasgos em­ brionales humanos a partir de especializaciones simiescas acabadas. Si por el contrario suponemos «mutaciones® del organismo en los estadios ontogeneticos primitivos, si podemos imaginar que actuasen precisamente en el «mantenimiento® de los rasgos em­ brionales. Es digno de notarse que la teoria clasica por necesidad interna ha de llegar a las ideas lamarckianas, pues la «evolucion re­ gresiva® de las especializaciones logradas por los simios (regresion que ha de ser explicada por la teoria clasica) nunca ha podido relacionarse inequivocamente con las selecciones ventajosas, precisa­ mente porque es una manifestacion de que ha ocurrido una per­ dida. Se trata de un caso interesante. En efecto, partiendo de ahi no se puede objetar nada contra la curiosa aunque necesaria hi­ potesis del «primitivismo® fundamental, segun el cual, la evolucion directa de un arqui-primate primitivo hasta llegar al hombre tuvo que producirse evitando las especializaciones o manteniendo la re­ tardacion de los antepasados antropoideos y dentro de «un medio ambiente optimo casual® especialisimamente favorable. jEsto es lo que exige precisamente la teoria clasica con sus «regresiones®! Volvere «sobre esta importante cuestion. La famosa bajada de los arboles, aun cuando se realizara muy poco a poco, solo fue posi­ ble si no habia ningun tigre paseandose por alia abajo. Por eso precisamente el orangutan se quedo arriba. Dentro de este contexto hemos de remitirnos finalmente a una cuestion importantisima: los fenomenos de domesticacion en el 136

hombre. Eugen Fischer tiene el gran merito de haber llamado la atencion, en un ensayo muy importante sobre las semejanzas morfologicas entre el hombre y sus animales domesticos, y aqui hay ciertamente un problema.muy profundo. Fischer entiende por domesticacion «el influir a voluntad en las relaciones de alimenta­ cion y reproduccion®, encontrando que se abria paso asi una enor­ me variabilidad con respecto al tamano, a los organos de recubrimiento (pilosidad, pigmentos) y a los apendices (rabo, orejas, cres­ tas, nariz externa, etc.). Realizo con una rica casuistica la compa­ racion del hombre con sus animales domesticos desde este punto de vista, y considera, por ejemplo, el color bianco de la piel del hombre como albinismo de domesticacion; asimismo la perdida parcial de pigmentacion que produce ojos grises, azules, etc. No existe un solo mamifero que viva en libertad, que tenga una dis­ tribucion del pigmento en los ojos como la del europeo; y viceversa, en el caso de casi todos los animales domesticos existen individuos o especies cuya distribucion de pigmento es identica a aquella.

El albinismo es uno de los rasgos distintivos senalados por Mendel. Fischer examina desde este mismo punto de vista las au­ tenticas razas humanas enanas (pigmeos del Africa oriental, 141 cm.): «Las formas domesticadas, entre ellas el hombre, propenden de modo especial a esa variabilidad en el tamano (jperro!), y esos tamanos en la domesticacion suelen ser hereditarios®. Fischer ma­ nifesto tambien la idea de que probablemente el acortamiento de la parte de craneo correspondiente al rostro y la debilitacion de la dentadura pertenecen asimismo a ese tipo de fenomenos. Hilzheimer establecio la vinculacion de estas interesantisimas cuestiones con la teoria de Bolk®^. Hilzheimer, por distintos cami­ nos que Bolk, consideraba las razas de animales domesticos como «rejuvenecimientos® acontecidos bajo el influjo de la domestica­ cion; por ejemplo, el perrillo faldero seria una forma juvenil, que se ha hecho permanente, del perro plenamente adulto. Del mismo modo, la forma craneana del hombre, como surgida de ese quedarse en los estadios juveniles. En Die Stammesgeschichte des Men­ schen (1926), Hilzheimer intento relacionar el tamano mediano de 31. Die Rassenmerkmde des Menschen d s Domestikationserscheinungen\ Zeitsohrift f. Morpih. u. Anthr. 18 (1914). 32. Historisches und Kritisches zu Btdks Problem der Menschwerdung: Anat. Anz. 62.

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la mandibula, junto con la pequenez de los dientes en el maxilar inferior de Mauer, con manifestaciones parecidas que se encuentran en los animales domesticos; se trataria pues de variantes de do­ mesticacion. Konrad Lorenz ha profundizado todavia mas en este importan­ te tema Su tesis de que la domesticacion fue elemento constitutivo en el proceso de hominizacion ha sido ampliamente acepta­ da A pesar de su declaracion categorica de que no se puede du­ dar ni por un momento de que el hombre como tal sea un ser «domesticado», puede observarse un error en la mezcla de retarda­ miento y domesticacion; falta que menoscaba la teoria de este ex­ celente investigador. Las consecuencias de la domesticacion que se presentan en los animales domesticos consisten en rasgos internos y externos. Entre los primeros estan la tendencia a la cortedad de las piernas, adiposis, cabeza pequena; debilidad muscular; va­ riabilidad del tamano; albinismo, etc. A los segundos, las disociaciones en el sistema de impulsos; acrecentamiento de las ganas de comer; acrecentamiento y carencia de eleccion de las reacciones se­ xuales; desintegracion de los esquemas instintivos mas diferenciados. La gaiUina clueca de la raza bankiva no domesticada, tronco comun de todas las razas de nuestras gallinas domesticas, reacciona (tomando a su cargo la cria) exclusivamente ante los pollitos de su misma espe­ cie, que llevan sobre su cabeza y espalda el dibujo caracteristico (que desempena una autentica funcion de accionador) y profieren el sonido que caracteriza a su especie. Nuestras gallinas domesticas corrientes no muestran ningun tipo de reaccion a los colores de los pollitos. En el caso de ciertas gaiUinas de carne, como Plymouth, Rhodeland, etc., la mayoria de las veces tambden ha desaparecido el rasgo aoustico del esquema que acciona ed mecanismo de cria y cuidado; tales aves son capaces de criar incluso pequenos mamiferos*®.

No cabe duda de que en muchos hombres existen los fenome­ nos calificados aqui de rasgos de domesticacion, pero pertenecen al capitulo de «danos de la civilizacion*. Es un error entender como consecuencia de la domesticacion (como hace Lorenz) los rasgos 33. Die angeb. Formen mdgl. Erfahrung-. Ztschr. f. Tietpsych. V; Durch Domestikation verursachte Storungen des arteigenen Verhaltens: Ztschr. ang. Psych. 59 (1940). 34. Por ejemplo, W. E. Miihlmann, Geschichte d. Anthrop., 1948, 193. 35. K. Lorenz, Die angeb. Formen, 298.

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humanos constitutivos tal y como Bolk los describe. El infantilismo de los habitantes de las grandes ciudades es una cosa distinta al proceso de permanencia en los estadios juveniles de la species ho­ mo. Pero sobre todo uno de los argumentos principales de Lorenz es insostenible: el oso de las cavernas. Este animal muestra casi todos los fenomenos de domesticacion que podemos verificar hoy dia en los esqueletos de los perros; a saber, formas gigantescas y enanas; cabezas chatas; patas cortas encorvadas al modo del Dackel, etc. Lorenz opina que nos encontramos ante un caso de autodomesticacion y los rasgos mencionados se explican con segu­ ridad de la misma manera que los del hombre. Al igual que el hombre, el oso, gracias a su vida en las cavernas estaba muy bien protegido contra los efectos del clima; se cortaba el paso a la selec­ cion realizada por animales enemigos y quedaba allanado el camino a la domesticacion. «Sin duda alguna los primeros procesos de domesticacion acontecieron en las cavernas de los osos y un poco mas tarde en las de los hombres a nivel de anthropus». Sin embargo las dudas son fortisimas. «La mayoria de los asentamientos cavernarios europeos y mediterraneos se ubican en la glaciacion de Wiirm (la ultima), sin embargo existen tambien en el periodo intermedio que le precede® Asi por ejemplo, el Drachenloch en Vattis (j2445 m.!) que con la finalidad de cazar osos de las cavernas fue explorada en el interglacial Riss-Wiirm y esta claro que tambien fue ocupada transitoriamente todos los anos. Por lo demas, «todos los hallazgos (excluyendo Castillo) de la. gla­ ciacion Riss y aun de periodos mas antiguos de la glaciacion en Europa, Asia anterior y Africa proceden de estaciones de campo abier­ to®. De este modo se viene abajo el argumento empirico principal de los mostrados por Lorenz. Ademas la teoria de la autodomesti­ cacion tendria que explicar (como objeta Portmann por que pre­ cisamente el rasgo esencial de la domesticacion, es decir, el estancamiento o incluso el retroceso en la formacion del cerebro, en el caso de la autodomesticacion humana se ha vuelto totalmente del reves y por que otro fenomeno de la domesticacion, la pronta ma­ durez sexual, en el caso del hombre tambien ha sido sustituido por su contrario. Por todo esto no existe ningun motivo para apartarse de lo esencial de la teoria de Bolk. Retardamiento o rejuvenecimiento 36. 37.

G . Kraft, Der Urmensch d s Schopfer, 1928, 16. Biol. Frgm., 134.

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por un lado, y domesticacion por otro, son procesos heterogeneos. La teoria no es sin embargo perfecta. Existen hechos que dificil­ mente se pueden explicar con ella, por ejemplo el aducido por Schultz: los monos cuando han alcanzado las formas adultas se hallan mas cerca de las proporciones fetales que el hombre, mientras que este (con un tipo de crecimiento que se aparta de todas las escalas simiescas) no alcanza las proporciones corporales de la ma­ durez hasta bastante despues del nacimiento. El mismo Portmann ha mejorado de modo decisivo el pensamiento fundamental dema­ siado simplificado de Bolk: la retardacion de la evolucion. Nuestro movimiento evolutivo abarca un apresurado aumento de crecimien­ to (solo propio del hombre) al comienzo, que se detiene hacia el final del primer ano; despues la tardia fase de crecimiento de la pubertad, de la que tampoco existe paralelo en el mundo animal, y en medio de las dos un periodo de crecimiento muy lento. Preci­ samente en este periodo se estructuran los elementos de actitud, lenguaje y comportamiento en accion reciproca con los influjos del medio ambiente social. «La lentitud de la evolucion no se presenta puramente como una situacion fundamental somatica, sino subordinada al modo de existencia, abierta al mundo, del hombre® Se trata de una profundizacion importantisima de la teoria de Bolk, que solo ahora se hace adecuada para servir de base a una antropo­ logia general. Si el hombre, como mantendremos nosotros en este libro, es «un ser cultural por naturaleza®, lo dicho anteriormente significaria que cualquier clase de ley evolutiva particular (como retarda­ miento, proterogenesis, etc.) puede estar en la base de la es­ tructura natural de un ser no especializado, remitido a la accion, y no consolidado. Sin embargo, de tal manera que toda la or­ ganizacion interna esta referida al comportamiento, del que depende la existencia del mismo ser, a la tarea de cambiar el mundo. Ese comportamiento y sus efectos retroactivos en las condiciones vitales logradas por el mismo podrian trabajar en estrecha colaboracion con esa ley evolutiva, de tal manera que los rasgos tipicamente humanos fuesen continuamente fortalecidos por los erectos retroactivos de su propio comportamiento, provocando mutaciones en la direccion de aquellas transformaciones (co­ mo por ejemplo la del sistema endocrino) por las que comenzo la

38. 140

Ibid., 102; Die Ontogen. d. Menschen d s Probl. d. E v d . Forschg., 8.

hominizacion. De este modo los rasgos de fetalizacion constitucional y los de la domesticacion (que estan presuponiendo siempre el influjo, provocador de mutaciones, de las relaciones culturales) po­ drian sobreponerse, por decirlo asi, en la misma direccion. El problema principal ante el que se encuentra la morfologia del hombre quedaria por lo mismo superado y hemos intentado ordenar el material (muy disperso en la bibliografla) bajo un deter­ minado punto de vista, ya que para la antropologia tiene importan­ cia decisiva, desde el punto de vista morfologico, la comprension de la no-especializacion y la no-adaptacion del hombre a la circuns­ tancia natural; su caracter de «ser carencial». Pues de ahi se sigue la cuestion antropologico-biologica sobre la capacidad para vivir de semejante ser y junto con ello la comprension de la accion como punto central de la existencia humana. Y solo partiendo de la ac­ cion nos formarnos una idea de la funcion biologica de la concien­ cia. Con otras palabras, fjno es ya tiempo de conceder que la pre­ gunta acerca del origen del hombre no se puede responder sola­ mente dentro del terreno de la anatomia comparada? En efecto, antes de que nos preguntemos por el origen de alguna cosa, necesi­ tamos tener un concepto justo de lo que alii se origina. En el pre­ sente libro tratamos de las bases cientificas, analiticas, de esa de­ terminacion de esencia, siendo la ventaja de este punto de vista el que solo secundariamente se interesa en cuestiones pertinentes a la historia de la evolucion. Lo que hemos de mostrar es la ubi­ cacion especial del hombre dentro del ambito de la vida, logrando una idea totalizadora de ese ser, que, como veremos, puede dar cuenta cabal de numerosos detalles y hechos. Idea que, cierta­ mente, solo proporciona elementos, ya que ha de encerrar en si el ambito inmenso de cuestiones antropologicas culturales y sociales, pero que sin embargo pone en relacion comprensible lo interior y lo exterior del hombre siguiendo el hilo conductor de la accion, sin tener que plantearse problemas metafisicos insolubles, tales como el problema cuerpo-alma. Si las categorias empleadas por nosotros, como descarga, comunicacion, retardacion (rejuveneci­ miento), etc., son «neutrales psicologicamente* (como las llamo Scheler, por cuanto que cualquier aspecto de la conciencia tiene su correlacion pulsional, y su correspondencia morfologica), es un mo­ tivo positivo, fundado en los fenomenos, el que nos impide entrar en el problema cuerpo-alma, mientras nos atengamos a los feno­ menos mismos. La investigacion en el primitivismo morfologico y 141

en la carencia de especializacion es un elemento necesario de esa concepcion y por eso tuvimos que presentar y documentar esos hechos. Ahora bien, los problemas morfologicos son al mismo tiem­ po historico-evolutivos, y a la fuerza nos vemos introducidos en la hipotesis sobre el origen del hombre, que hemos de tratar a conti­ nuacion.

12.

La cuestion del origen del hombre

La carencia de especializacion en el hombre es la piedra de to­ que de toda doctrina sobre el origen del mismo. El que no la situe expresamente en el punto central de la problematica estaria eludiendo toda la dificultad e importancia del problema. Asi lo hace la teoria darwinista clasica al decir que el hombre, siguiendo una evolucion directa e ininterrumpida ha pasado por un estadio en el que ha sido antropoide, simio. Incluso un libro admirable en su genero como el de Rensch se mueve absolutamente en el te­ rreno de las hipotesis de seleccion y mutacion. Autores como Weinert, Weidenreich, von Eickstedt, coinciden (por encima de las di­ ferencias de cada uno de ellos) en afirmar que el hombre procede a traves de una evolucion directa de antropoides de la era terciaria, que estan emparentados en sus rasgos esenciales con los gran­ des monos que viven hoy todavia. El dryopiteco del mioceno (un chimpance del terciario con grandes colmillos, que incluso parece sugerir su origen europeo) es el que con mas frecuencia quiere presentarse como ese antepasado. Asi, por ejemplo, W . Marinelli«>.

Las ideas de Rensch se hallan, como hemos dicho, en el punto de vista de la teoria racional de la descendencia acentuando que, en el caso de existir adecuados planes de construccion, la evolucion superior es una consecuencia inf alible de la seleccion natural. Con­ tra el punto de vista de Bolk-Dubois-Versluys (la retardacion no se produjo por seleccion) objeta: El alargamiento del tiempo de juventud y el enorme aumento, vinculalado con aquel, de posibilidades de accidn multiple y plastica significa una ventaja inequlvoca de la seleccidn. Semejante ventaja habla de actuar positivamente al enfrentarse a cualquier tipo de concurrencia. 39. 40.

142

Neuere Probleme der Abstammungslehre, 21954. D. Abst. d. Menschen, W ien 1948, 50.

Poco despues declara que «gracias al desarrollo del idioma y del centro del lenguaje® probablemente se hizo posible un tipo totalmente nuevo de ideas universales. El hombre actual piensa con palabras, fundandose asf su capacidad para estructuras complicadas de conceptos, para fantasias y especulaciones, es decir para el pensamiento abstracto. Tambien en este caso se habfa dado sin mas el auxilio de la seleccion natural, pues gracias a la fantasia podian ser imaginadas situaciones futuras, etc.

Es conveniente llamar aqui la atencion sobre como la teoria se transforma en autentica por si misma. Ciertamente cualquier ca­ pacidad humana funciona, y en esa funcion siempre se puede detectar una parte o aspecto de productividad y, por tanto, de pro­ vecho. Pero habria que probar antes que ese provecho tenia un valor selectivo. El puro hecho de que una funcion funcione y funcione con provecho, no puede servir de prueba de que llego a exis­ tir por un proceso de seleccion y no por fuerzas evolutivas autono­ mas. Del provecho que reporta la funcion, se pasa al valor de se­ leccion; de este al proceso de seleccion; de aqui al de mutacion como origen de la funcion o bien de su substrato organico (por ejemplo, del centro del lenguaje). Por cierto que la «concurrencia® contra la que se supone que tuvo que enfrentarse el pre-hombre y a la que vencia gracias a ventajosas mutaciones, es pura ficcion. dentro de esos procesos. Ademas se desarrolla el «autoextranamiento® de nuestros movimientos y sensaciones de un modo estrictamente paralelo a aquella desmembracion de cosas «colocadas ahi® y poseidas por un simbolo, de tal manera que cuando tenemos el sentimiento extranado de nosotros mismos, tenemos en ultimo termino un esquema intuitivo de nuestro propio cuerpo en nuestra 208

cambiante relacion con el lugar visible que ocupan las cosas. Dice muy bien Scheler: Un perro puede vivir en un jardm durante varios anos y haber es­ tado muchas veces en cada rincon del jardm. Nunca podrd hacerse una imagen de conjunto del jardin ni de la disposicion, independien­ te de la situacion de su cuerpo, de los iirboles, arbustos, etc., no importando lo grande o pequeno que sea el jardin. Solamente existen para el espacios que lo circunscriben y que cambian con sus movimientos. N o los puede coordinar con el jardin en conjunto, independiente de su posicion corporal. El motivo es que no es capaz de transformar su propio cuerpo y sus movimientos en objetos, de tal manera que pu­ diera incluir su propia posicion corporal como un factor variable den­ tro de su vision espacial, y que pudiese contar cuasi-instintivamente con el dato carnal de su posicion ^ .

Sin embargo no podemos estar de acuerdo con la idea expresada por Scheler a continuacion, de que la objetividad es, en ultima ins­ tancia, un producto del espiritu: «Pero ese centro desde el que el hombre realiza sus actos, mediante el cual o a traves del cual objetiviza’ el mundo, su cuerpo y su psique, no puede ser una parte de ese mismo mundo». En nuestra concepcion de la concien­ cia, segun la cual las cosas y nosotros mismos aparecemos como ob­ jetos en la conciencia, no se puede separar de la infraestructura ge­ neral, que interviene en ese acto de reflexion. Es decir, no se puede separar de la estructura especialisima del movimiento y de la sen­ sacion en el ser humano. Ni del «principio-de-la-doble-via» y control y descarga reciprocos de los sentidos. Ni de la descarga o liberacion de los impulsos que se realiza en el intercambio comuni­ cativo. Ni, finalmente, de la ubicacion morfologica especialisima del hombre, su postura erecta, etc. No se puede contraponer como si fuera espiritu esta conciencia, que resalta en la reflexion, a un mun­ do que todavia es puramente pensado. Si vamos buscando un con­ cepto al que pueda servir en relacion reciproca el concepto de obje­ to, a lo sumo nos llevara mas lejos el concepto de voluntad. En primer lugar porque en el caso de la voluntad la diferencia entre la voluntad real y la pensada no se desvanece como en el caso de la conciencia. En este caso se la puede concebir al mismo tiempo sin contradiccion interna como conciencia pensada, es decir, como con­ ciencia de si mismo, tal y como hace Descartes. Por el contrario, 27.

Die Stellung des Menschen im Kosmos, 1928, 57 s.

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entre una voluntad real y una voluntad pensada existe la enorme diferencia de la realidad, de la resolucion. La frase cogito me volentem ergo volo, seria plenamente absurda. La objetividad real de las cosas reales es un correlato del obrar o el querer reales; la ob­ jetividad visible de las mismas cosas en la conciencia es un corre­ lato del obrar o del querer posibles y de ninguna manera del puro pensar o mirar mismos. La subjetividad de las utopias y de los sue­ nos es un correlato del obrar o el querer no posibles. Ademas, ya vimos antes que la pulsion llamada voluntad en­ cuentra su cumplimiento en la reaccion de cosas reales a los ten­ der-hacia del obrar activo en cuanto tal; de tal manera que un exi­ to objetivo y una serie de acciones se confirman mutuamente, sien­ do igual si esto es o no de interes para un impulso vital. La volun­ tad es el impulso (referido a la posibilidad de desarrollo de exitos objetivos en el cambiante mundo de los objetos), que puede satisfacerse, en su propio piano sin que necesariamente ese resultado haya de ser tambien un resultado apetecido o deseado. Ese impulso apunta tambien desde un principio al almacena­ miento y transformacion de los propios movimientos e impulsos a moverse, en la medida en que estos son reflejados por aquellos exi­ tos o fracasos objetivos. De este modo ampliamos esencialmente nuestro concepto de la objetividad de las cosas (y, dado el caso, tambien de nuestro com­ portamiento con relacion a ellas). La ampliacion consiste en esto: todo lo dado objetivamente no solo esta «ahi», visualmente y en el fenomeno y no solo es algo intimo y colocado ahi, sino que asimis­ mo es motivo en potencia de un resultado que se puede desarrollar en eso dado. Mas todavia, esos objetos dados son en cuanto tales y precisamente por eso al mismo tiempo motivos potenciales de otras indigencias todavia latentes, pues, segun la explicacion dada anteriormente, la voluntad puede entrar tambien al servicio de otros impulsos, y es lo que hace generalmente. En esta ultima relacion, las cosas objetivas tienen visualmente un valor existencial (Daseinswert), a saber, la propiedad visual de tener un posible va­ lor para satisfacer una necesidad que todavia no es actual. Por ejemplo: el que reacciona ante una cosa pensando asi: «voy a tomarla, tal vez la necesite algun dia» esta reaccionando al posible o virtual valor existencial de la cosa vista. Es sumamente significativo que las cosas objetivas siempre se nos dan en esa «posici6n intermedia®. Como algo que puede ser transmutado dentro del mis210

mo piano, es decir, es motivo de una accion y un efecto que puede desplegarse dentro de el mismo, por ejemplo: cuando reparamos una cosa. Y como algo que puede tener valor satisfactorio para otra indigencia, «consumiendose» en cualquier otra relacion, aun cuando esa necesidad no exista en el momento presente. En este sentido todas las cosas objetivas tienen un valor existencial actual o po­ tencial y al despertar de la correspondiente necesidad salen automaticamente de su indiferencia. Desde un punto de vista psicologico mas profundo, a la objetividad corresponde una tension stabilisee. Es la expresion que usa Przyluski en otro contexto, pero designa una categoria de la estructura de las pulsiones humanas. Esa ten­ sion stabilisee entre tendencias que se excluyen y que algunas ve­ ces son ambivalentes en estado latente, es importantisima. Describe, por ejemplo, nuestro «equilibrio interno® frente a la propiedad de otros. En este caso, frente al mundo objetivo de las cosas, se hace referencia al equilibrio de la tension interior entre un comporta­ miento que aborda las cosas objetivamente (atendiendo a las pro­ piedades de las mismas, por ejemplo: nadie golpea con fiereza con un vaso sobre la mesa) y un comportamiento que aborda las cosas en virtud de otros intereses (como por ejemplo cuando alguien bebe del vaso). En la vida cotidiana, nuestra conducta real oscila continuamente entre ambos caminos y en eso consiste tambien la otra tension stabilisee entre indiferencia (estar-colocado-ahi) y ac­ tualidad de las cosas (accion). Este sistema de tensiones estabilizadas es el que visualmente penetra en la objetividad de las cosas, exactamente igual que (para anadir una ultima determinacion) el hecho de que exista no solo para mi. De tal manera, pues, que no solo son cosas vistas, como dicen los idealistas, sino que son obje­ tivamente visibles y, como tales, dadas en el fenomeno ya por el hecho de que su ser-vistas no estriba en la conciencia inmediata, en la que simplemente «estan ahi®. Resumiendo: cualquier cosa vista no solamente esta ahi, captada por las Gestalt, de modo constante e individual; no solamente es Intima en una «disponibilidad colocada ahi®, sino que ademas tiene una especie de pasividad fructifera, una capacidad de reaccion diversisima a los ataques, que «uno® puede realizar; y finalmente un valor existencial potencial, un estar-ahi, para «posibles indigen­ cias®, es decir, para «alguien®. Todo esto es una concrecion, que

28.

L'evolution humaine, 1942.

211

fija el contenido simbolico de indicaciones de su estar o ser visible. La intelectualidad de la percepcion, en virtud de la cual vemos, (no pensamos) que esto es una taza y un libro, no consiste pues simplemente en el «caracter loquial* de la vision, a la que hemos de volver mas adelante. Se enclava ya mucho mas profundamente y significa la capacidad de despliegue de los contenidos (que hemos descrito en este capitulo) a partir de lo percibido.

17.

Kinefantasia y estetofantasia

El estudio que venimos haciendo tiene ademas un resultado ne­ gativo. Echa por tierra errores ya tradicionales a partir de Kant, a saber: que la disposicion y configuracion de nuestra percepcion sea obra de la «raz6n». En la epistemologia de Kant hay muchas cosas vinculadas a su epoca, especialmente una gran falta de cono­ cimientos mas profundos en lo que se refiere a la fisiologia de los sentidos, a la psicologfa animal y a la teorfa del lenguaje. Incluso podemos decir que esas ciencias brillan por su ausencia. De ahf se sigue que sobrecarga a la razon (hecho que tiene muchas conse­ cuencias) con exigencias de accion; se sigue tambien la falsa intelectualizacion de la vida de los sentidos y finalmente, sobre todo, que no tiene en cuenta a la accion en toda su teorfa del conoci­ miento. Segun nuestro modo de ver las cosas, queremos referirnos a los influjos de la accion en la edificacion del mundo de las percepciones y a la verificacion de la autodeterminacion y autoapropiacion (siem­ pre conectadas con la orientacion mundana) del propio poder. H e­ mos de tratar ahora de un descubrimiento importantisimo realizado por Palagyi, el de la kinefantasia. Solo despues de distinguir correctamente entre sensacion y movimiento, se distinguen tambien claramente dos tipos de fanta sfa en su diversidad fontal y originaria. Estos resultados, tornados de la esfera de la vida de la fantasia, tienen importancia para nos­ otros, pues en ellos aprendemos a conocer mas profundamente la estructura de las acciones comunicativas. Dado que la fantasia del acto de ver es predominantemente optica, el acto de representarse fantasmas puramente motores presenta algunas dificultades. Nos aproximaremos a ellas partiendo de manifestaciones patologicas. Ya en 1898 Janet describio en Nevroses et idees fixes, el caso

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de una mujer que decia: «Me doy perfectamente cuenta de que mi brazo derecho se esta moviendo continuamente y solo se detiene cuando yo lo miro». «Pero esto — constataba Janet— es falso en realidad; su brazo derecho no se movia, pero ella se figuraba que si se estaba moviendo®. Las acciones de un enfermo descrito por Goldstein se subdividian claramente en dos clases. En movimientos voluntarios perturbados y movimientos habituales relativamente no perturbados. Podia lavarse y rasurarse, abrir el grifo del agua, abrir y cerrar puertas, llamar a la puerta, etc. Pero todas estas actividades solo tenian exito cuando se realizaban practicamente ante un objeto real. Podia llamar a una puerta si estaba inmediatamente delante de ella (si se le echaba hacia atras un paso, permanecla con el bra­ zo levantado en el aire; el movimiento, ya iniciado, cesaba). Al en­ fermo le era imposible hacer el ensayo libre del movimiento de golpear una puerta. Asimismo podia golpear un clavo con el martillo, pero era incapaz, de hacer la indicacion de como se clava un clavo. Si se intentaba hacer que imitase un movimiento arbitrario, que antes alguien habla hecho, se le fraccionaba el movimiento en movimientos parciales desconectados unos de otros. Miraba alter­ nativamente al medico y a su mano, una y otra vez colocaba bajo el control constante de los ojos cada acto parcial. Naturalmente es diflcil decir a que habria que atribuir sus per­ turbaciones; pero la siguiente afirmacion es una pura descripcion del hecho y por tanto indiscutible: a este enfermo le faltaba la «holgura®, o «espacio vital®, libremente disponible, para ensayar o bosquejar la accion. Asi pues, tenia perturbado el funcionamien­ to de la kinefantasia y de la fantasia imaginativa. No consegula esbozar de antemano la Gestalt del movimiento. Con la misma cla­ ridad se puede ver en otro caso. Se trataba de un enfermo con herida de cerebro. Tenia que describir un circulo en un piano ho­ rizontal. Este esbozo de movimiento, irrealizable para el, lo consiguio con ayuda intelectual y tactil, por decirlo asi, desde arriba y desde abajo. Apreto el brazo fuertemente al cuerpo, luego probo, penosamente y paso a paso, a obtener una posicion del antebrazo en angulo recto, haciendo a continuacion movimientos pendulates con el tronco de tal manera que sus antebrazos se movieran en un piano horizontal. En ese piano «rellenado® de esa forma describio, en partes, un circulo. Se trata en este caso de un conjunto de mo29.

Monatsschr. f. Psych, u. Neur. 54 (1923).

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vimientos intelectuales, controlados optica y tacticamente, en porciones, que trata de suplir la falta de funcionamiento de la fanta­ sia. Un geometra oiego, citado por Jaensch, construia de la siguiente manera las figuras geometricas: trazaba las Hneas de la figura en movimientos reales y luego en su kinefantasia hacia el anteproyecto de donde se encontrarlan las continuaciones de esas Hneas y en que relacion se cortarlan. Proceso este que solamente se puede ex­ plicar gracias a la kinefantasia. Cuando situados ante una fosa an­ cha tratamos de saltarla, el que realicemos o no el salto depende del resultado de un salto «imaginado». En nuestra fantasia pode­ mos cambiar de posicion todos nuestros miembros situandolos en otras posturas, movimientos y combinaciones de movimientos, sin llevarlos a cabo «realmente*. La actitud para el deporte parece con­ sistir en un elevado grado en el buen funcionamiento de la kine­ fantasia, que es la que planifica las nuevas combinaciones de movi­ mientos exigidas en cualquier deporte. Gracias a ella podemos vivir un movimiento (no pensarlo) sin realizarlo. Buytendijk atribuye un gran papel a los «movimientos virtuales*: i;'.

E n los juegos en comun de los ninos y en los aeportes de los adul­ tos los movimientos virtuales son un elemento esencial en la marcha del juego. Sin ellos seria imposible el con-sentir y conwivir entre los companeros de juego. Los movimientos del objeto de juego son reali­ zados en comun de un modo virtual, como sabe todo jugador de billar o de futbol *®.

Aun cuando ambos tipos de fantasia parecen presentarse solo mezclados, hay que distinguir los fantasmas imaginativos de los motores. Lo que en ultimo termino se pone de manifiesto en la Intima vinculacion de ambos tipos de fantasmas es la estrechlsima union de movimiento y percepcion, es decir, la estructura comunicativa del comportamiento humano. Dentro de la esfera de los fantasmas hay que hacer referencia al desarrollo de caracter unico de la tactofantasla en el hombre, es decir, aquella que esta acoplad^ a los organos movibles. Ya lo vio Aristoteles (De anima, III), que habia de los animales «imperfectos», que solo tienen el sentido del tacto: «Pero, dcomo es posible, que posean imagina­ cion? Pienso, dado que se mueven aunque de modo indeterminado, 30.

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Das Spiel von Mensch und Tier, Berlin 1933.

que tienen imaginacion, pero en grado indeterminado®. Ademas, encontraba que el sentido del tacto en el hombre estaba agudisimamente formado: «Mientras que en lo que respecta a otros senti­ dos se halla muy atras de muchos animales, los sobrepasa en la figura del sentido del tacto. Por eso es el mas listo de todos los seres vivientes®. La extraordinaria altura del sentido del tacto humano se mues­ tra al maximo cuando se trata de movimientos delicados; de in­ corporarse a los minimos brotes virtuales de la kinefantasia. Cuan­ do un medico habil puede operar en las entranas del cuerpo, sin ver, tanteando con la punta de la sonda o del escalpelo. En estos casos no se trata solamente del fenomeno, ya de por si maravilloso, de que tanteando con objetos muertos, creemos tener las corres­ pondientes sensaciones en la punta del instrumento. Se trata tam­ bien de que son esbozadas de antemano las sensaciones tactiles vir­ tuales, que habrian de seguir a movimientos finos virtuales. Cuan­ do, por ejemplo, acercamos un objeto agudo, un cuchillo, con los ojos cerrados a la piel de la frente, experimentamos clarfsimamente la sensacion imaginada, que esta respondiendo ya a la continuacion imaginada del movimiento. Los fantasmas tactiles y cineticos estan desarrolladlsimos en los ciegos, quienes a partir de muy pocas prue­ bas con el tacto y mediante «proyectos cineticos® e imaginandose las sensaciones que de ahi se pueden seguir, reconstruyen la Gestalt y la estructura superficial de las cosas que los rodean. Esta antici­ pacion de las sensaciones esperadas como consecuencia de los pro­ pios movimientos parece presentarse muy pronto. Preyer hace no­ tar, en un libro ya clasico con motivo del «afan de agarrar® que se constata en las semanas 18 y 19, que en los movimientos realizados para agarrar algo, cuando fallan los ninos miran con atencion sus propios dedos. «Probablemente el nino esperaba el roce, y cuando este no tuvo lugar, se admira por la falta del sentitimiento correspondiente al tacto®. Como ya hemos dicho, la kinefantasia y la estetofantasla estan la mayoria de las veces estrechlsimamente unidas. Pertenece a nues­ tras experiencias cotidianas, dice Palagyi, que cualquier movimiento que realizamos en la imaginacion puede despertar las mas diversas sensaciones.

31.

^ ie Seele des Kindes, 1882.

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Si cubro con la mano la abertura circular de un recipiente, no percibo la forma circular de la abertura por medio de la sensacion que des­ pierta el borde del vaso, sino que esas sensaciones tienen que excitar primeramente mi imaginacion y conminarla a que realice un movimien­ to imaginativo alrededor dell borde del vaso, a fin de que yo pueda completar toda la forma circular partiendo de las sensaciones reales aisladas como puntos y llegando a la sensacion de toda la forma. O si, por ejemplo, en nuestra imaginacion introducimos una raja de limon en la boca, cosa que sucede frecuentemente cuando alguien lo hace en nuestra presencia, el movimiento imaginado puede despertar una sensacion tan viva del gusto del jugo acido del limon, que la sen­ sacion inducida parece equipararse a la real.

Bastaria con estos ejemplos. Nuestros movimientos han de ha­ ber recibido de las cosas mismas orientacion y acentuacion en su indeterminacion y carencia de guia; por tanto, han sido accionados y dirigidos, para ser «podidos». Simultaneamente se han cargado con expectativas de sensaciones y sus resultados, con una gama de variantes igualmente posibles del funcionamiento virtual, que lue­ go se colocan a su alrededor como «holgura» (espacio en el que poder actuar). El producto de este proceso de ejercicio es doble; el movimiento mismo (pilotado activamente), y la holgura para movi­ mientos virtuales, igualmente posibles, imaginados. Todo movi­ miento «podido» llega a tener efecto (si no vuelve a ser automatizado) en un «halo» de expectativas de realizacion y de intercambio; esta envuelto en las imagenes del proceso y del resultado que de el se esperaba. Esos fantasmas de su proceso y de las mutaciones concomitantes en las cosas, son luego, si las circunstancias lo per­ miten, la parte directiva y activada en primer lugar de todo el pro­ ceso. Basta acercar la mano a una balanza de altisima precision para «ver» la caida del platillo de la balanza, que solo mas tarde va a ser cargado. Ademas el movimiento puede ser continuado o interrumpido despues. Ese comportamiento anticipado de respuesta de las cosas con las que tenemos intercambio es sin duda el nervio de toda actividad finalista,'dirigida a un fin. En primer lugar no es exacto, como afir­ maba Hume y desde entonces se ha repetido con frecuencia, que la percepcion solo nos pueda dar la consecuencia, el post hoc, y no el «por que», el propter hoc. En efecto, la pura percepcion puede ir ya hasta la autentica causalidad, especialmente cuando coinciden en el espacio y en el tiempo dos inestabilidades de dos procesos de 216

identidad (hay un portazo, y al mismo tiempo se apaga la luz) y todavia mejor, cuando una propiedad desaparece plenamente: se echa tinta en el agua que se colorea de oscuro. Pero, ciertamente, la causalidad no es mas que la condicion de la finalidad: se puede probar, como lo hizo Hartmann que en un mundo no determinado causalmente, la capacidad del hombre de trazarse unas metas seria algo imposible. Mas todavia, muchas experiencias causales, sin la anticipacion del resultado, es decir, sin la anticipacion imaginada de los movimientos de respuesta que van a dar las cosas a las acciones imaginadas por parte nuestra, nunca nos estimularlan a una mutacion deliberada de las circuns­ tancias. Esa relacion de las propiedades potenciales, explotables, a las intenciones virtuales de nuestro comportamiento aparece en ellas mismas visualmente como su «aptitud», con tal de que se hayan fijado metas y se hayan buscado medios, es decir, «algo» para sacar agua, para clavar clavos, etc. El descubrimiento realizado por Palagyi de los movimientos virtuales o de una clase especial de fantasmas motores tiene una gran importancia teorica. Nos lleva en primer lugar a una definicion general de la fantasia como un fenomeno fontal, que ya no se pue­ de analizar, en el sentido de la capacidad de colocarse a si mismo o a si mismo y las cosas (con las cuales se forma un «sistema comuni­ cativo®) en una situacion distinta a la que tenemos en la realidad. Por decirlo asi, podemos continuar nuestro comportamiento real actual, mediante una especie de cambio interno de postura, en un comportamiento posible. Es una maravilla incomparable que la vida, sin apartarse del lugar en que se encuentra, pueda comportarse sin embargo de otra manera, co­ mo si se hubiera escapado a otro punto del tiempo o a otro lugar del espacio 33.

No sabrla que sentido podria tener esta capacidad, sino la de un miembro en las condiciones de existencia del ser humano abierto al mundo y abocado a la mutacion de lo que encuentra. Es hora ya de comenzar a explicar la enorme importancia de la fantasia. Es el poder autenticamente comunicativo, que genera la unidad de nuestra vida cinetica y nuestra vida perceptiva y a partir 32. 33.

Die Aufbau d. reden W elt, 659. Palagyi, Wahrnehmungslehre, 1925, 94.

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de ahora la veremos en accion, sobre todo en sus operaciones den­ tro de la vida del lenguaje. Ante todo, la fantasia vincula nuestros diversos sentidos. Los movimientos de nuestros miembros, que en el caso de los ciegos solo estan rodeados por la expectativa de experiencias tactiles, en el caso de los videntes van acompanados por las imagenes de su resultado favorable. Como los objetos visua­ les solo llegan a ser objetos desarrollados en los movimientos y al ser cogidos por la mano, nuestras expectativas tactiles confluyen en la percepcion visual tambien. Ese «acto de cargar» los objetos visua­ les con simbolos tactiles ha de ser en ultimo termino un producto de la fantasia. Tal es tambien la opinion de Mead que entiende por imagery mas que nada el «relleno» (filling out) de los objetos de la percepcion con los contents from past experience. Si el con­ cepto de «sintesis reproductora de la imaginacion* de la primera edicion de la Critica de la razon pura tiene algun contenido obje­ tivo, no puede ser otro que este. El descubrimiento de fantasmas cineticos autonomos ha de ser destacado tambien desde el punto de vista de que contradice aque­ lla idea de la disolucion de las vivencias cineticas, en «percepciones cenestesicas*. No podemos formarnos una idea de los extraordi­ narios procesos de la vida sensomotora hasta que no abandonemos de raiz el punto de vista de atribuir a la percepcion en primer lugar «tareas epistemologicas*, como si solo el sentido tuviese que ser una especie de escuela preparatoria de la ciencia. Estrechamente vinculado con esto se halla el empeno de hacer remontar todo movimiento a «percepciones cenestesicas*, haciendolas hundirse en el mejor de los casos en las percepciones que las acompanan, en las que tomariamos conciencia de ellas mediante la reflexion. Este error privo todavia a Sartre del fruto de una parte de su excelente analisis. De este modo se echa a perder no solamente la vi­ sion de la importancia practica de la percepcion (en su funcion de dirigir la accion) sino tambien del sentido comunicativo, independizador, de los intercambios entre accion y percepcion. En ellos por primera vez surge la conducta esencialmente creadora del hom­ bre, ya sea que consista en la edificacion y utilizacion de la expe­ riencia objetiva (en la valoracion autenticamente practica de la realidad); ya sea pensando mas en el desarrollo de nuevas preguntas hechas a las cosas; o en hacer la prueba de tales hipotesis, cosa que 34. 35.

218

Mind, self and society, 1934, 340. L ’imagtnaire, Paris 1940.

acontece por cuanto que colocamos esas cosas bajo distintas cir­ cunstancias, en las que nosotros solo prestamos atencion a ciertos aspectos e interpretamos su comportamiento desde dichos puntos de vista. Por ejemplo, la simple precepcion de la luna, sin que haya intercambio o trato, nos produce pura nocion (Bekanntschaft), pero no conocimiento {Erkenntnis). Lo que sabemos acerca de la luna, lo sabemos experimentando con otras cosas, cuyos resultados, trasladados a la luna, no se contradicen. Asimismo, la cooperacion (pero no en la accion) de los datos de los sentidos y las categorias kantianas «aplicadas» inconscientemente, nos proporcionaria notificacion, pero no conocimiento, que siempre consiste en un cambio del modo de plan tear la cuestion; en una hipotesis y su verificacion; es decir, la prueba de si las expectativas que de ahi surgen van a ser satisfechas por las cosas. El darse cuenta del caracter comunicativo de los movimientos humanos, y en general de la conducta humana hasta llegar al len­ guaje y el pensamiento, es importante sobre todo desde el punto de vista de la comprobacion de que todos los fenomenos de la concien­ cia han de ser entendidos a partir de la accion y en conexion con ella. Schopenhauer fue el primero que, con su tesis de la concien­ cia como Medium der M otive (esfera o ambito en que se desarro­ llan los motivos), reconocio mas profundamente que la conciencia hacia referencia al comportamiento. El conocimiento puede ser una fase de la accion; puede ser transitoriamente motivo o resulta­ do ulterior de la accion; incluso puede ser sustituto de la accion (llegando a ser una forma de vida propia, funcionalizada y que se basta a si misma); pero siempre permanece referida a la accion. Lo mismo se diga de las mayores sintesis de la conciencia, cuyos portadores no son tanto los individuos cuanto sociedades completas. Tambien las convicciones religiosas o filosoficas son en ultimo ter­ mino motivos, que han de expresarse en el comportamiento con­ creto de personas reales o, si ya no hacen eso, no pueden seguir manteniendose. Tambien fue Schopenhauer el que coloco la accion en el centro de la filosofia, calificandola de «nudo del mundo».

Todo verdadero acto de voluntad es inmediata e inevitiablemente tam­ bien un movimiento del cuerpo... al acto de voluntad y la accidn del cuerpo son exactamente la misma cosa, solo que dado de dos modos totalmente distintos. 219

Es plenamente verdadero que in actu de la realizacion de una accion, el que actua no es capaz de distinguir entre lo corporal y lo animico. Este es el motivo por el que, en la descripcion de acciones inmediatamente comunicativas, como estamos haciendo aqui, esta­ mos obligados a presentar los elementos internos y externos siem­ pre uno despues de otros, sirviendonos de conceptos «neutrales desde el punto de vista psicofisico» como los llamo Scheler. Den­ tro de los estratos aqui estudiados del circuito funcional de manos, ojos y lenguaje, en el que surge todo desarrollo del espiritu y en los que ese desarrollo ha de volver a circular, habremos hecho de pasada la descripcion de la diferencia existente entre lo fisico y lo psiquico, si miramos la inteligencia y la plasticidad, «el caracter lo­ quial», de los mismos movimientos: como conversan, literalmente, con las cosas, en cuyo acto cada propiedad descubierta es captada y respondida con nuevas operaciones; se sedimenta el intercambio entre memoria imaginativa y memoria cinetica, en una memoria, que no es apresable en si misma, sino solo en el mejoramiento del resultado favorable repetido. El sujeto de esos procesos no es tan­ to la persona cuanto la situacion, el acontecimiento que se des­ arrolla entre la persona y la cosa. V. von Weizsacker ha desarrolla­ do la problematica senso-fisiologica de ese sistema que abarca sujeto y objeto, organismo y ambiente. Por eso, ha sido una idea basica del pragmatismo, especialmente de Dewey, que en los procesos anlmicos, es decir, humanos, ese sistema, tematizado en torno al sujeto, siempre es «habla», y que la mirada previa a los medios y fines (cosa que forma el nervio de la accion) no es un proceso «aislado» por cuanto que el «obrar con relacion a un tu» es la estructura basica de todo comportamiento humano.

18.

Simbolica cinetica

El resultado mas importante de la desarrolladlsima cooperacion existente entre la percepcion tactil y la visual es en primer lugar este: que la percepcion visual (solamente en el hombre) se incorpora las experiencias de la percepcion tactil. La consecuencia es doble: nuestras manos quedan descargadas de la obligacion de hacer experiencias y por tanto libres para el trabajo y para aplicar las experiencias desarrolladas. Por otro lado, el control total del mundo y de nuestras acciones es asumido o desempenado por la percepcion visual en primer piano. 220

Es este un hecho realmente asombroso que con seguridad, co­ mo mostraremos enseguida, esta por su parte una vez mas en cone­ xion profunda con las operaciones del lenguaje. Pues una determi­ nada raiz del lenguaje (el reconocimiento) transcurre plenamente dentro de esta linea de descarga de los movimientos del cuerpo y de los necesarios para agarrar una cosa mediante puros movi­ mientos foneticos, que se llevan a cabo bajo direccion optica. Sucede algunas veces en los ninos, que mientras la mano entra en accion, la mirada se aparta del objeto que queria asir la mano y pasa a la imagen llamativa de la mano que se mueve, de tal manera que el nino pierde de su mirada la meta que habia de coger y la mano se queda quieta en el aire. El nino todavia no puede pasar por alto la imagen (no esencia) del propio movimiento y aga­ rrar su objetivo. Hasta que no ocurra esto, no es posible un mo­ vimiento fluido del camino mas corto y todavia no se ha formado una kinefantasia poderosa. La extraordinaria propiedad que acabamos de mencionar (de un sentido de la vista que se descarga a si mismo y ya no es apresado por estimulos secundarios y que tiene asimismo la facultad de tomar en la fantasia optica los contenidos de experiencias tactiles y cineticas) tiene como correlato la marcha sin contratiempos de los movimientos «podidos». Como ya hemos dicho, nosotros vemos en las cosas sus propie­ dades originariamente solo tactiles; a saber, si son lisas, rugosas, filamentosas, fragiles, pesadas o ligeras. Naturalmente, solo des­ pues de largas experiencias, pero ciertamente al final, basta la pura «mirada». Vemos tambien una herramienta como «manual» y aquel hombre que se tenia por un pajaro (un enfermo del que habia Wernicke) concebla una delgada rama de arbol como «portable». Estas operaciones han de ser productos de una fantasia optica superdesarroUada que solamente se producen como consecuencia de un largo intercambio con las cosas realizado por uno mismo y cuyo correlato es la accion dominada, en cualquier tiempo actuable. Cada cosa contiene pues «ordenanzas cineticas* puramente opticas. Indi­ ca que cosas pueden agarrarse con la mano, a que acciones se prestarian y en que sentido. O tto Storch ha encontrado mediante investigaciones propias, independientes de ese libro, el mismo fenomeno basico en una feliz 36. Die Sonderstellung des Menschen in Lebensabspiel und Vererbung, W ien 1948.

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confirmacion. Acentua con mucha insistencia que los organos de los sentidos de los animales, dentro de los cauces de sus circuitos funcionales y al servicio delimitadisimo de las tareas que plantean los medios ambientales, especificos, reaccionan solamente a los ras­ gos caracterlsticos que estan incorporados dentro de los circuitos funcionales especiales. En cambio, en el hombre falta esa vinculacion; el circuito funcional se rompe; los organos de los sentidos quedan libres para otra ocupacion escogida a voluntad. Asimismo Storch ha visto que a esta receptorica especial corresponde tambien una motorica especial a la que, en contraposicion a la ya conocida motorica heredada, llama «motorica adquirida®. En el trabajo ci­ tado dice Storch: Aquello con lo que el hombre ha de estar en relacion de intercambio todos los d k s desde la mahana hasta la noche, son objetos producidos por el. Las manipulaciones que exiigen son de una increible multiplicidad. Nada de todo eso es «innato», sino todo es aprendido, aaaptado por la propia industria.

Expresamente lo que nosotros llamamos «movimientos comu­ nicativos®, lo llama Storch motorica adquirida y esta plenamente de acuerdo con nuestro punto de vista al decir que «la motorica adqui­ rida penetra profundamente en el sector antropologico, represen­ tando el presupuesto y el fundamento de una de las capacidades mas notables, la facultad de hablar®. La estructura final de nuestro mundo visual y de nuestra «motorica adquirida® tienen evidente­ mente una conexion intima con la postura erecta de la cabeza y del cuerpo del ser humano y con su orientacion fundamental vertical, pues los monos superiores, que como animales arboricolas estan expuestos a una permanente dislocacion de los ejes de percepcion, dan muestras de una total incapacidad para cargar los objetos vi­ suales con valores tactiles y para comprender la estatica propia de las cosas. A proposito del primer hecho, ya dimos mas arriba el ejemplo de Buytendijk, quien mostraba mediante la caja-trampa con las naranjas, el valor de sugestion y de pulsion de la percepcion optica y como los monos ignoraban las estructuras tactiles. Tam­ bien queda claro en los experimentos de Kohler la incapacidad de los monos para con tar con la estatica de las cosas. Para alcanzar metas colocadas en lugares altos, querian pegar las cajas junto a la pared; para elevar la construccion de cejas volvieron a dejar a un lado una ya empleada y nunca consiguieron alzar una construc-

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cion segura (desde el punto de vista estatico) de solo tres cajas. Sin reflexionar, intentaron dejar las cajas en un rincon. El espacio visual de esos animales es sorprendentemente pobre en sfmbolos tactiles que muestran el peso, la estatica y la consistencia de las cosas. En otro caso no hubieran intentado nunca utilizar un trapo largo como si fuera un baston. Ahora queda demostrado que este hecho no radica solamente en la estructura de sus sentidos (por ejemplo, en la falta de la suficiente sensibilidad tactil de las ma­ nos), sino tambien en la falta de las correspondientes estructuras cineticas. La significacion de descarga que tiene esa operacion en el ser humano es clara. Nos movemos con plena seguridad en medio de posibilidades de colision super-vistas (abarcadas de una ojeada); ra­ ramente dudamos de las fuerzas que hemos de emplear calculadas opticamente y los objetos visuales portan una extraordinaria ri­ queza de sfmbolos para guiar nuestro comportamiento. Tan pronto como el bebe puede andar de pie, sus manos quedan liberadas de las tareas de mover al cuerpo (fase que nunca alcanza el antropoide) y pueden ocuparse con nociones tactiles. Cuando.ya se ha reali­ zado la suficiente experiencia de la subordinacion de cualidades tac­ tiles y visuales, valores de gravedad, etc., entonces las manos que­ dan libres tambien de esa tarea de conquista del mundo de las percepciones. Bastan las indicaciones opticas enriquecidas y es po­ sible aplicar al trabajo la rutina manual adquirida. Nuestra percep­ cion es por eso, en su estructura total y en la logica de las funciones que con ella se relacionan, la propia de un ser que ha de llegar en algiin momento al final del descubrimiento de las cosas, a fin de pa­ sar a su empleo controlado opticamente y mediante el pensamiento. Vemos, pues, que solo en un espacio que se ha descubierto a sf mismo desde el punto de vista motorico, se realiza la formacion de simbolos de percepcion del mas alto grado y producidos por uno mismo. El hecho de llegar a adquirir a base de esfuerzo movimien­ tos fluidos partiendo de la confusion de los impulsos que se cruzan entre si durante el primer mes del bebe, es un efecto que se halla en estrecha interaccion con la elaboracion que hemos descrito del mundo de la percepcion. Quisiera llamar la atencion del lector hacia otro aspecto de este mismo hecho. Un movimiento «podido» viene determinado por ciertos caracteres distintivos, que constituyen el resultado del proceso del ejercicio. Primeramente esta restringido a la formacion de las fructl223

feras fases principales, mientras que las fases ulteriores, partiendo de esas, se acortan y se automatizan. Una serie complicada de mo­ vimientos (y al principio todas lo son) es acompanada al principio en toda su extension por la atencion, porque esta constituida por puntos de estancamiento y perturbacion. En todo este tiempo esa serie es insegura y no logra salirse de la confusion de impulsos ci­ neticos que se cruzan entre si. No llega a estar realmente disponible para ser empleada en cualquier momento hasta que no se hayan elaborado ciertos puntos cardinales, partiendo de los cuales esa serie en su totalidad se halla disponible y a los cuales se restringe la conciencia del movimiento. El «elemento fructifero* del movi­ miento porta y representa toda la serie del movimiento; realizarlo significa dejar correr todo el movimiento. En este sentido podemos hablar de una estructura simbolica del movimiento, que marcha paralelamente al mundo de la percepcion. Asi como la diversidad de los aspectos de las cosas se restringe a unos pocos fecundos, fructiferos, por decirlo de algun modo, asi tambien un movimiento podido se restringe a la formacion de fases fructiferas principales y de articulacion. A mi juicio, puede observarse muy bien en la ejecucion de movimientos complicados, por ejemplo, en el deporte. Primeramente, el que empieza a esquiar o montar a caballo tiene enormes dificultades para acoplar con su atencion las series de mo­ vimientos no acostumbrados, que constantemente van cada uno por su lado. Fragmentariamente van siendo colocadas una al lado de otra y coordinadas con esfuerzo bajo control permanente, recayendo los miembros a los que no se presta atencion en sus habitos, que ahora no tienen ninguna finalidad. El movimiento podido entresaca solamente los «puntos nodales* de la serie y deja que las fases intermedias, dirigidas desde esos puntos, discurran automaticamente. Una combinacion de movimientos dificil, bien construi­ da, esta dependiendo para su exito total de que se elaboren exacta­ mente los puntos cruciales correctos. De ellos dependen los resul­ tados armonicos secundarios y las concordancias que representan, por tanto la totalidad desde el punto de vista motorico. Tambien en la esfera motorica existe, solo bajo ese presupuesto, una super­ vision del movimiento, cuando movimientos sumamente sinteticos (por ejemplo el salto con pertiga) consisten en coordinaciones de tales factores fructiferos. La escritura «extractada» se diferencia de la pedante en que la motorica de la mano que escribe solo escoge ciertos puntos claves del movimiento. Lo mismo vale de la mot6224

rica del lenguaje y su fluidez; es decir, limitacion a ciertos sonidos, que representan la totalidad de la palabra y a cuya articulacion se restringe el movimiento del lenguaje. Movimientos podidos son pues aquellos movimientos simbolicos que, partiendo de ciertos factores fructiferos, estan disponibles y prestos a ser ejecutados, y que representan toda la serie de mo­ vimientos por cuanto que las fases intermedias son automatizados o ligados. Este hecho, que a mi me parece extraordinariamente importante, corre paralelo a este otro; la formacion de la kinefantasta. Esta es, por decirlo asi, el producto del proceso de acortamiento, que realiza un movimiento antes de ser podido, antes de que consista en las elegantes acentuaciones del minimum del mo­ vimiento dominado. Los movimientos del lactante (no dirigidos, entrechocados y desbocados, y siempre problematicos) ocultan una gran riqueza de posibilidades de movimiento, que no quedara libre hasta que los movimientos hayan recorrido sus experiencias y se ha­ yan reducido al minimum fructifero. La kinefantasia es el, «halo» de tales realizaciones descargadas y podidas; en ella se da un adelanto de las siguientes fases y de las variaciones equivalentes, que estan abiertas a partir de los puntos orientadores. La amplitud de nues­ tra kinefantasia depende pues absolutamente de lo ya llevado a cabo; de la riqueza de los recuerdos de movimientos y de las ex­ periencias realizadas, en los que el movimiento podido se ha ejer­ citado. De este modo queda liberado un cierto ambito de lo «podido con», un halo de ulterior fecundidad ilimitada. El movimiento ejercido recorrio una cierta gama de variaciones, pero limita o «presagia» ademas otras posibilidades, que pueden ser anteproyectadas virtualmente en la kinefantasia. Naturalmente hay que recordar que la kinefantasia es tambien siempre esterofantasia; que vive en las imagenes de los resultados, en las expectativas de muta­ ciones y en los fantasmas de las consecuencias previsibles del mun­ do (capaz de intercambio) de las cosas. Por lo que hace relacion al problema (que vamos a abordar enseguida) de la variacion del mo­ vimiento y del cambio del punto de ataque, la estructura simbolica del movimiento y la kinefantasia tienen la maxima importancia. Un excelente estudio de P. Christian investiga experimental37. «Une phase trfes petite du mouvement (par exemple une trfes kgfere contraction musculaire) peut suffire a representer le mouvement entier®: J. P. Sartre, L ’imaginaire, Paris 1940, 107. 38. Die WiUkUrbewegung im Umgang m it beweglichen Mechanismen, Heidelberg 1948.

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mente la inteligencia mtima cinetica que existe en la impulsi6n y mantenimiento en funcionamiento de los sistemas que se mueven y llego a formulaciones que, en parte, coinciden literalmente con las nuestras. Hemos dicho que de la enorme complicidad y perfec­ cion precisamente de los productos mas elevados del movimiento, no tenemos esencialmente ninguna idea. Nietzsche vio aqui acer­ tadamente que precisamente todo lo perfecto es inconsciente y no querido. En efecto, al accionar el pendulo un poco mas rapidamente de lo que el solo oscilaria, se evita el caso limite en el que el sistema se escaparia de la mano y cesaria una ocupacion llena de sentido. El proceso es perturbado para poder observarlo y mantenerlo bajo control, pero el empleo suplementario de fuerzas se hace solo en la medida en que se asegure la observabilidad y la dominabilidad. En un acto motorico concreto, el organismo ha identificado aquella fuerza minima, que representa la fuerza pulsional mi­ nima, pero al mismo tiempo incluye la apreciacion exacta de la re­ sistencia que se va a percibir. La fuerza sobrante es vuelta de tal manera contra el sistema que el exceso en su mayor parte es absorbido por las fuerzas pasivas del sistema, permaneciendo bajo do­ minio. Todas las condiciones son variadas hasta lograr un minimum del tamano de un cabello. Ademas (cambiando las condiciones del experimento) se actua en cada caso en los puntos de mayor eficacia. De ese modo se elaboran puntos cardinales fructiferos, partiendo de los cuales la totalidad del proceso es acortada y puesta en dispondbilidad... El proceso continuo del balanceo se halla desde el principio hasta el fin bajo la misma ley y por eso esta bajo dominio en todo instante. Con ello queda fijado frente a otras posibilidades, es repeti­ ble y puede ser descrito. Ese factor de signo positivo crea la «coseidad» como objetividad regulada; es decir, la representatividad dentro de una invariabilidad objetiva... En ese grado, la motdrica misma es inteligencia; es decir, no tiene necesidad de ninguna explicacidn, ni siquiera es capaz de ella, sino que es condicidn de posibles experien­ cias y de explicaciones objetivas... La teleoconformidad maravillosa (que siempre se muestra en los resultados) de las realizaciones organicas perm ite sospeohar que con la pura existenda de un movimiento po6tesis hacia atras, si es verdad que esos efectos de descarga (que llevan a una neutralizacion, a una posposicion de los estimulos del mundo y «mueven hacia arriba la conducta») aumentan todavia mas con efecto retroactive el superavit de las pulsiones. En efecto, la sublimacion prosigue el proceso de separacion del 422

instinto con respecto a lo encontrado de antemano, en la direccion de que hace avanzar una elaboracion interna de los impulsos en la esfera intelectual. Esa sublimacion esta por tanto mal descrita como «formacion suplementaria» (se halla plenamente en la linea de la evolucion humana) pero se ha visto en ella acertadamente lo insatisfactorio. Mas bien podrta explicarse asi la tristitia ingenii, en el sentido de que el proceso de la sublimacion empeora permanentemente las posibilidades reales de dar salida a los quanta de pul­ sion y por tanto aumenta indirectamente el superavit. Sin embargo estas hipotesis tienen solo el valor de teorias metapsicologicas. Por el contrario, el hiato, la distancia interna entre impulsos y accion, es constitutivo del hombre. En primer lugar libera un interior consciente por la imagen; y pulsiones conscientes son pul­ siones frenadas; frenadas probablemente por la multiplicidad de otras posibles. Puede comprenderse que solamente una vida pulsio­ nal con superavit puede producir efectos de frenado, que tienen que estar contenidos en toda indigencia orientada. Ya desde el punto de vista de la fisiologia de los sentidos, en todo enfoque o modo de obrar muy selectivo estan incorporados los frenos o restricciones que impiden la pretension de mayores excitantes. Se pueden quitar, en experimentos con animales, mediante la accion de un shock. Mas alia del hecho general, de que los impulsos conscientes estan frenados, es evidente que los impulsos selectivos (que tienen algun contenido finalistico exclusivo) son sostenidos complementariamente mediante restricciones o frenos. Al quitar esos frenos mediante toxicos o afectos repentinos, muestran una disminucion o degradacion de los umbrales (la carencia de eleccion propia de la reaccion), asi como el paso «sin-sentido» de la pulsion a la accion. Pero una vida pulsional consciente y mantenida interiormente es vitalmente necesaria al hombre, pues en ella va incluida la orientabilidad de los impulsos, su capacidad de hacer experiencias, de unirse, de trasladarse, etc. Se ve aqui claramente, como una estructura pulsional plastica tiene que ser al mismo tiempo sobreabundante, asi como del hecho de no estar fijados (carencia de es­ pecializacion) y de la superabundancia viene la capacidad de fijar o reprimir los impulsos, posponerlos, dejarlos para mas tarde, dirigirlos de una meta «negada» a otra, etc. Es impresionante ver cuan pocos animales son capaces de comportarse «negativamente»: va mas alia de la capacidad de los antropoides el limpiar de impedimentos un espacio, de un modo seguro y correcto. El perro amaes423

trado por Jo n g ‘S que habia aprendido a zafarse de un cajon magico (se colocaba horizontalmente en una tablilla y asi accionaba la puerta para saltar fuera) se encontraba desorientado cuando esa tablilla no estaba horizontal sino vertical. Esto no son las «fronteras de la inteligencia», sino asimismo las fronteras de la estruc­ tura pulsional y la incapacidad de desconectar un impulso inmediato o aprendido y «cambiarlo de rumbo». Si, como vimos mas arriba, todo impulso humano orientado, precisamente por eso, puede ser objeto de una posible toma de nosicion, es decir, puede ser admitido o rechazado, en el fondo no estamos haciendo con ello mas que una afirmacion sobre la estruc­ tura de los impulsos humanos, pues solamente la vida pulsional sobreabundante de una estructura no fijada, produce fuerzas para efectos y contraefectos, y solo en cuanto hay impulsos frenados, los hay conscientes. En este punto se hace claramente visible la finalidad de esa estructura: ese hacer acto de presencia permanentemente del hombre, que le capacita para construir habitos o costumbres y mantener ante sus ojos la meta por encima de la mutabilidad del ahora, crece unicamente sobre la base de esos frenos o restricciones. Visto desde el otro lado, es precisamente ese imperativo de modelacion, el que es dado por la sobreabundancia propia de los impulsos. En los problemas relativos a la moral, ha sido siempre vista esa relacion, pero la mayoria de las veces no ha sido bien apreciada a causa de las interpretaciones. Las «leyes morales» tuvieron siempre algo de precario. Por una parte, existia la exigencia de enfoques firmes y excluyentes; por otra parte, era evidente que esos enfoques habian de ser siempre defendidos contra otros impulsos y a menudo eran sobrepasados. Mas este hecho radica en la esencia de la situacion pulsional humana, en la esencia misma del hombre. Significa la vision interna de un «ser no fijado», que no tiene instintos instalados y adaptados, sino que tiene que ela­ borar el mismo su vida pulsional, orientarla, instalarla para que sea estable, y transformarla en una estructura de actitudes, es decir, en fuerzas y antifuerzas. Al mismo contexto pertenecen la concienti­ dad, frenabilidad, capacidad de ser orientados y de ser trasladados, que tienen los impulsos humanos. Existe una plena concordancia en­ tre esa constitucion interna del hombre y su situacion externa. La situacion es esta: necesidad de actuar hacia el futuro mas alia de las

7.

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Cf. Buytendijk, Wege zum Verstandnis der Tiere, 1939, 126.

fronteras del ahora, mediante acciones seleccionadas y adoctrinadas, que a su vez han de transformarse en indigencias. Todo ello en actividades comunes, cuyos impulsos todavia tienen que ser corregidos mutuamente. Esa modelacion de la vida pulsional es pues forzada por uno mismo, mediante el superavit, que insta a aceptar una elaboracion y una fijacion, dado que no puede ser acomodado en una inme­ diata satisfaccion de la pulsion (sometimiento del ahora). Si esta modelacion se logra, el superavit de pulsion libera una energta di­ rigida casi inagotable, que sera transformada en actividad, en trabajo, y que porta sobre si ante todo la tarea de mantener en la existencia a ese ser expuesto, y mantenerlo de una manera creadora; la energia que de las mutaciones de los hechos del mundo saca el motivo transcendental para nuevas realizaciones, de tal manera que los productos de la actividad del hombre tengan la facultad (que no tienen los animales) de ser material de productos mas elevados. Se confirma pues asi la afirmacion ya tratada al principio del libro, de que el hombre es un ser «amaestrable» (Zuchtwesen). La tarea (que viene dada con la existencia del hombre y que en cada nueva generacion se plantea de nuevo) de la modelacion de la vida pulsional es emprendida siempre de nuevo por la educacion, y des­ pues de ella por el autoadiestramiento del hombre bajo condiciones nuevas. La encarnacion suprema de la modelacion es la moralidad, que es, como hemos demostrado, una necesidad biologica solo existente en el hombre. La afirmacion de que el homibre es un ser amaestrable tiene otro significado tambien: la modelacion y la existencia ordenada de los impulsos tiene un efecto retroactivo, profundamente afectante o amaestrante en los estratos vitales del hombre, de tal manera que, incluyendo la fantasia del sexo, en el hombre la physis es una tarea. Al llegar a este punto, es necesario plantear una cuestion importantisima, antes de proseguir adelante y de presentar los hechos a que nos acabamos de referir. Quizas haya llamado la atencion, que hasta ahora haya sido evitada la expresion «voluntad» y esto hemos de justificarlo. Con la tesis tradicional de que ademas de «instintos» y de «entendimiento» hay «voluntad» no vamos a ninguna parte. Yo creo, por paradojico que pueda sonar, aunque de total acuerdo con la filosofia griega, que no existe una «facultadvoluntad» especial. 425

La pregunta «que es la voluntad» se tendria que responder ha­ ciendo que el dato X fuese explicado por el dato ya conocido Y. Precisamente en esto la filosofia duda; no sabe si decir que la «voluntad» es un tipo especial de pensamiento, o un tipo especial de pulsion. Precisamente asi se acaba con la pregunta; a no ser que (tercera posibilidad) se suponga una «facultad-voluntad» especial. Para afrontar correctamente el problema, tenemos que consi­ derar primeramente la esfera de lo involuntario. El latido del corazon humano, la respiracion, los suenos, los «ataques» y movimientos reflejos, los afectos, etc., con seguridad no son actos de voluntad. Ya de esta primera reflexion se deduce que el dmbito del problema de la voluntad se extiende a todo el hombre, de tal manera que ya solo por ese motivo, no habria que suponer una linica «facultad-voluntad» animica. Por tanto, en una primera aproximacion hablamos de movimientos voluntarios, queridos, de los brazos y de los miembros de pensamientos queridos, de anhelos firmes y conscientes; de «modos de obrar» del mismo tipo, etc. Asi pues, la esfera de la «voluntad» abarca todo el hombre; en lo fisico, lo motorico, en la vida pulsional y en la vida afectiva, en el p>ensamiento, etc., en todo hay actos queridos, vivencias de voluntad. No existe pues ningun motivo para suponer una facultad es­ pecial llamada «la voluntad» y de hecho la filosofia griega salio adelante sin ella. Conoce el nous, la razon; conoce el epithymetikon y orektikon como actos de anhelo vehemente y del esfuerzo por algo; conoce tambien la hairesis y la prohairesis, eleccion y preferencia. Aristoteles (en la Etica a Nicomaco) llama boulesis, que se suele traducir por «voluntad», al «deseo»; expresamente en el sentido de deseo de lo imposible; por ejemplo, deseo de no morir; o bien deseo de aquello sobre lo que no podemos elegir, por ejemplo, que este luchador venza. Boulema quiere decir lo querido o el plan. En todas las palabras de esta raiz se halla el significado de entrar en deliberacion, de considerar, de reflexionar. La filosofia griega no ha pensado una «sustancia», la voluntad, y demostro en ello una pro­ funda comprension. Cuando la filosofia griega, en lugar de hablar de voluntad, in­ troduce el «deseo reflexionado», como Aristoteles, tiene ante los ojos una acertadisima relacion y ha sabido ver con profundidad. Tanto Aristoteles como Platon ven en este punto el principio di­ rector {hegemonikon) que colocan junto a la «raz6n» en relacion a las «concupiscencias». De este modo han dicho, de heoho, lo prin­ 426

cipal. Esa relacidn o correspondencia puede verse tambien al reves y decir entonces con una acertadisima formula de Kant en la Critica del juicio, que unicamente la «cultura de amaestramiento» (disciplina) pone a la «raz6n» en condicion de «tirar de las riendas de los impulsos o aflojarlas, alargarlas o acortarlas», esto es precisamen­ te la «voluntad». Para estudiar mas detenidamente el becbo de que la voluntad es la capacidad de «tomar el control» o la direccion sobre la amplia gama de movimientos que discurren por toda la persona, recordare lo siguiente; el bombre puede objetivarse a los movimientos que transcurren en el; captarlos y asumirlos con distanciamiento; es decir, ponerlos a funcionar y pilotarlos desde un proyecto. Observamos esto facilmente en aquel nino que cayo y se golpeo en la frente y luego repitio esa secuencia de movimientos que babia experimentado; la repitio con movimientos dirigidos. Procesos sensomotores que acontecen por casualidad, de cualquier tipo, pueden ser asumidos y luego puestos a funcionar; es decir, orientados, a causa de sus resultados favorables. Mas arriba describi lo mismo diciendo que la operacion realizada se bace motivo; es decir, el bombre puede repetir esas acciones y movimientos de tal rriodo, que el resultado ya alcanzado se transforme en meta de un movimiento repetitivo orientado que termine en el y cuyos contornos esboza la kinefantasia. Tambien dije en aquel pasaje que el becbo de asumir un movimiento y el poderlo reproducir partiendo del exito logrado era una accion querida. En estas reflexiones bemos de examinar tan a fondo la capacidad especial del bombre para independizar sus vivencias sensomotoras dentro de la «sensaci6n o saboreo de su propia actividad foraneizada» y la plasticidad extraordinaria de sus posibilidades de movimiento, como la descarga de la situacion; a saber, la vinculacion, no existente, a determinados con­ tenidos situacionales urgida por impulsos apremiantes, de tal manera que la formacion de variaciones cineticas voluntarias acontezca independientemente de los estimulos del medio ambiente. La for­ macion de una vida cinetica libremente compuesta, es decir, independiente de excitantes pulsionales y situacionales nunca la observamos en los animales, mientras que los ninos llevan a cabo gustosisimamente extranos tipos de gestos, movimientos del cuerpo y mo­ dos de andar. El objetivarse, el ponerse a funcionar y el pilotarse de los movimientos es, en la esfera sensomotriz, el paso de las acciones 427

involuntarias a las queridas; del «transcurrir» al realizar. Querer es pues un acto de direccion o la realizacion (orientada y esbozada de antemano por la fantasia) de «movimientos» en el sentido mas amplio; en otras palabras: el protofenomeno del hombre mismo. «Querer» es la estructura de las acciones de un ser no especializado, no fijado, descargado, y que es tema de si mismo; una estructura especial (la humana) de la esfera sensomotora (tal y como la hemos investigado hasta aqui). Asi pues, si el hombre es el ser que dirige u orienta su vida, ha de aparecer esa cualidad en todas las manifestaciones de su ser. Una facultad especial llamada «voluntad» seria solamente otra palabra para designar al hombre dentro del hombre. Ahora si aparece claramente por que tenemos que rechazar esa fa­ cultad especial. No porque menospreciemos la voluntad, sino al contrario, ptorque constituye la cualidad esencial universal del hombre. En todas las formulas que hemos venido usando: el hom­ bre es un ser amaestrable; no fijado; tarea para si mismo; el hom­ bre no vive simplemente, sino que orienta su vida; en todas esas formulas iba ya incluido el hecho de que el hombre es un ser esen­ cialmente volente. Existen dos condiciones especiales, bajo las cuales procesos meramente transcurrentes se hacen tan conscientes o foraneizados, que pueden ser puestos a funcionar. Se hacen conscientes o por frenado y resistencia, o por el exito; por los resultados que llamaron la atencion y que fueron percibidos. En ambos casos se llega a una atencion a la accion, que se hace voluntaria, aceptada, incorporada. El nino que alarga su mano hacia una cosa, pero que es desviado por la percepcion del propio movimiento, sitiia un frenado entre dos impulsos y va a tener que dejar realizarse a uno de los dos; el nino que ha advertido el resultado favorable del «grito de alarma», lo asumira como un exito y gritara «intencionadamente». La misma manera de entender el asunto puede emplearse en el caso de los impulsos y las concupiscencias. Como ya mostramos mas arriba, ambos son esencialmente conscientes: si son Uevados a cabo, son aprehensibles en su resultado; si son frenados, quedan dentro como «presi6n» consciente e interna. Tambien sin los dictamenes de los otros que actiian siempre desde fuera a favor o en contra de las pulsiones, el mero cambio de la situacion obligaria inevitablemente a un control permanente de las propias pulsiones. Ahi viene el superavit de pulsion, que sobrecarga unas pulsiones y hace que surjan otras nuevas, de tal manera que frente a todas, crece 428

la misma necesariedad de la toma de posicion, que crece frente a los cursos de los movimientos: pueden y tienen que ser fundamen­ talmente asumidos o rechazados, favorecidos o reprimidos. Lo mismo vale naturalmente de los fantasmas, y los procesos loquiales y mentales; en tanto que conscientes, son accionables y capaces de ser orientados. La diferencia entre «puramente transcurrentes» y los procesos cogitacionales dirigidos, aplicados hacia un resultado o por un motivo, es la misma que entre el grito de displacer casual y con exito de un nino, y el grito de alarma ya «dirigido». Estamos de accerdo con Bostroem ® cuando en el pensa­ miento asociativo, no dirigido, y que se estimula a seguir actuando por si mismo, ve un fenomeno parecido al que tiene lugar en las acciones «ideomotoras» del andar, montar en bicicleta, etc. Ambos son procesos semiautomaticos, que se empujan a si mismos a se­ guir actuando. Por el contrario los actos de pensamiento asumidos, pilotados, puestos hacia un resultado previsto, constituyeron pre­ cisamente el «reflexionar», y asi crece el caracter de actividades volitivas en acciones que si no, meramente transcurririan; igual que en toda negacion expresa (como en todo rechazo de un pensamien­ to), hay uno de esos actos de voluntad. Por eso se puede designar el pensamiento del hombre con las mismas expresiones que su ca­ racter: legitimo, convincente, fantastico genuino, irresponsable, rigido, etc. Todas las funciones del hombre que se relacionan con el mun­ do, con los objetos, y que pueden ser orientadas y accionadas y que por tanto tienen un comportamiento con respecto a st mis­ mas y que pueden afirmarse reciprocamente, tienen que ser calificadas de actos de voluntad. Con ello no se quiere significar sino la funcion especificamente humana de la vida del movimiento y del impulso, del lenguaje y del pensamiento. Si el hombre esta abierto al mundo y es un ser praxico, tambien esta en el mundo, como el mundo en el. Su comportamiento con respecto al mundo es asimis­ mo un comportamiento para consigo mismo y al reves; precisa­ mente esto es el significado universal de la expresion: voluntad. Si se ha hecho todo esto, es decir, si el hombre ha seleccionado y ejercitado sus movimientos; si ha adquirido un poderio perma­ nente de la accion en determinada direccion; si ha asumido sus pul­ siones e intereses a costa de los que ha rechazado, y ha transformado sus acciones en indigencias; si ha formado sus convicciones 8.

Storungen d. Willetts, en Hdb. d. geisterkrankh. II , 1928, 15.

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y establecido un sistema de experiencias e interpretaciones, entonces todas las demas manifestaciones de vida acontecen dentro de ese marco, y son efectos de lo que ya esta firme y de lo que hay que fijar. Asf como nuestras costumbres son las sedimentaciones de acciones realizadas anteriormente pero solo en cuanto ya fijadas o precisadas actuan sobre lo que se desarrolla bajo su presencia, asf tambien nuestros intereses permanentes y nuestras convicciones son condiciones fijadas o establecidas pero que delimitan todo ulterior deseo o pensamiento. Dicho de otra manera: toda la ulterior evolu­ cion de la vida, en especial del superavit de pulsion, acontece «involuntariamente» y casi por sf mismo en esa direccion de lo ya establecido. Esto es voluntad en sentido mas estricto que, por paradojico que pueda parecer, la disponabilidad, carente de esfuerzo, de la fuerza pulsional dentro de carriles pre-dibujados y firmes; es decir, la autentica «fuerza de voluntad». Es resultado del amaestramiento, de la historia del sometimiento y dominio de las operaciones e impulsos del hombre. Esta presuponiendo que ban sido formados intereses permanentes y que se ban transformado en indigencias o necesidades; que se ha conseguido la total concentracidn de la conciencia en sus tareas y que se ha producido una autentica disciplina de los hechos en actividades unfvocas. Entonces todo el superavit de pulsion del hombre fluye por esos cauces y todos sabemos cuan extraordinarias acciones ban de agradecerse a esa fuerza de voluntad. Solo entonces es el hombre capaz de prescindir totalmente del «ahora» de las circunstancias y lanzar la energfa de su accion y su imaginacion hacia metas futuras y exclusivas. El mero andar dando vueltas experimentando y andar al paso de lo presente no es tarea del hombre, sino la transformacion del mundo desde el futuro. Si se habla sin mas especificaciones de la fuerza de voluntad de un hombre se esta queriendo significar la energfa de que dispone para su tarea y al mismo tiempo se expresa que tiene un caracter educado, un modo de orientar su vida de acuerdo con la tarea y puntos de vista ya acreditados. El hombre crece sobre los fundamen­ tos de sus decisiones; no tiene necesidad de volver a plantearse constantemente sus decisiones basicas, perturbandolas con la intromision de controles; se abandona a las consecuencias de lo ya establecido y al crecimiento de fuerzas dirigidas. Tambien en este sentido estricto, la voluntad es un omnifenomeno de toda la per­ sona humana; no es una «facultad» al lado de otras. 430

Dice Nietzsche, en La voluntad de poder: La multiplicidad y la disgregacidn de los impulsos, la falua de un sis­ tema entre ellos, da como resultado una «voluntad debill»; la coordinacidn de los mismos bajo la soberania de uno solo da como resul­ tado una «voluntad fuerteo; en el primer oaso se da ese oscilar y esa falta de peso; en el segundo, la precisidn y la claridad de la direccidn.

Este es el orden de lo «establecido» y precisamente por eso se tiene voluntad: el superavit de pulsion del hombre discurre por un cauce senalado, y entonces se puede mirar cada accion exactamente igual desde la conciencia, desde el plan que la dirige; desde el modo de pensar (Gesinnung), que se continua en ella; y desde la tarea univoca, que exige. Por eso la psicologia siempre ha dudado si la «voluntad» habia que entenderla desde la conciencia o des­ de los impulsos, o mejor, como una «facultad» especial. Mejor hubiera sido que la hubiera hecho derivar a partir de la presion y urgencia de las tareas, como Rodin, siempre rodeado por el anhelo de realizar nuevas esculturas, resumio todo en una palabra: il faut toujours travailler. Exactamente igual que Fichte: Ich arbeite immer. Las afirmaciones hechas por Nietzsche en La voluntad de po­ der acerca de la voluntad son muy ciertas. La «voluntad» de la psicologia es una generalizacion inacabada y esa voluntad abstracta no existe: «se ha quitado el caracter propio de la voluntad, al quitarle el contenido, el ,ta donde?». «La voluntad es solamente una Concepcion simplificada de la razon, como materia». En contra se alza la vision correcta, si consideramos al hombre como un sistema de funciones, de las que se levantan fuerzas dominadoras, configurantes, dictando ordenes, que siempre simplifican, de tal manera que «voluntad» presupone un sistema de fuerzas obedientes y amaestradas, las cuales en lugar de lo indeterminado, ponen dimensiones nitidas y firmes. La voluntad es aquello que trata como senor a las concupiscencias y les dicta el camino y la medida. En estas breves indicaciones se esconden decisivos puntos de vista so­ bre la «infraestructura» de la voluntad y el hecho de que la voluntan en sentido estricto es educada a partir de verificaciones claras; que en esas comprobaciones o verificaciones se libera, y en su direc­ cion es fuerza confluyente del superavit. Ya lo habia visto Aristoteles: si la actitud, el habito, el ethos, esta formado, las acciones que de ahi fluyan aconteceran segun la direccion de esas modelaciones o formaciones. Gracias a la contencion nos hacemos moderados, 431

pero cuando lo somos, nos podremos contener mucho mejor en adelante, con mayor firmeza. El desarrollo de tal actitud o posicion de la voluntad solo se hace imposible por una grave disarmonia vital. Euera de ese caso, «rendira» aun bajo las condiciones mas dificiles y las contenciones o frenos solo la profundizaran. Alli encuentra un hombre, por ejem­ plo, desidia heredada y conocida de antiguo, o su incapacidad de distraerse: falios hereditarios de las «funciones basicas». Si se educa sagazmente, no tendra que luchar en contra cada dia de nuevo. Ha construido, por ejemplo, gracias a su experien­ cia de la vida, ciertas costumbres limitantes y que le dan coherencia; asimismo ha favorecido la ya existente forma de ser de perseverancia o exactitud, y su secreto consistira no en «hacer esperar» a la voluntad, sino en desarrollar esas estructuraciones o formaciones. Un tiempo de trabajo llevado con regularidad y el hecho de alejar las perturbaciones produciran ahora el mismo re­ sultado favorable frente a la tarea, que un caracter diligente innato. Existe una fuerza de voluntad «subterranea», que incluye tambien las debilidades y quizas por eso es inquebrantable, cuando la fuer­ za de la costumbre, que en cierto sentido es ya una indolencia, es empleada contra la indolencia y cuando todo lo que se presenta como instinto de conservacion, se traslada en direccion del sometimiento perseverante de las cosas. De este modo la voluntad de los pasivos, vitalmente hablando, o los presionados, podria desarro­ llar una actividad silenciosa e inacabable. Supongamos otro que es vivo, p>ero influenciable, con «contenidos internos fluidos». Este tiene que desarrollar de modo completamente distinto su fuerza de voluntad; ha de frenar su peligro de ser influenciado desde la razon, con planificaciones de sus metas guiandose por ellas. En ambos ca­ sos su fisonomfa sera muy distinta, pero hay que presuponer un pro­ ceso de amaestramiento que es el mismo: evitar las situaciones en las que sus fuerzas vitales se agotarian por indigencias a las que deseamos quitar su fuerza, porque se presentan como distracciones de intereses mas altos. A las operaciones mas creativas pertenecen los impulsos apasionados y concentrados que se hayan hecho en grado supremo «cercanos a la cosa», de tal manera que la fantasia dirigida hacia esas metas, vuelta hacia fuera, ata todas las fuerzas del hombre: es fan­ tasia de la accion; es sensorialidad objetiva (por asi decir, la fanta­ sia de las cosas mismas) y es, hasta lo mas profundo, idealidad vital 432

de la vida en el hombre y de su pretension a «mas vida». Aqui se anade la dote de una razon soberana, experimentada, directriz, llena de recuerdos e indicaciones, llena de conocimiento de las leyes objetivas y de sus secretos. Finalmente, el poderio, el arte, largamente practicado, de dominio de la materia. Por eso las operaciones realmente creadoras, espirituales, son escasisimas, porque todas esas condiciones; idea, planificacion, poderio y ejecucion ban de coincidir en un solo organo; la razon. En el obrar creador las posibilidades ooultas de la materia son sumadas a las fuerzas propias del bombre y es asombroso lo instructivo, util o estimulante que es un buen concepto, un proceso aislado de la naturaleza, una rueda, una trampa. En todas las creaciones conseguidas plenamente no queda ya nada de desvario o resistencia de la materia; estan abf con un acabado parco y elegante; telos: meta, fin, conclusion y plenitud. «Si las capas o estratos de la personalidad» dice Freyer® «en los que surge la accion y por los que es alimentada, no fueran movibles mutuamente, por decirlo asi», el hombre no seria un «ser perspectivistico; es decir, construido hacia adelante» que es ca­ paz, frente a las distintas tareas y proyectos que le salen al paso en el mundo, de desarrollar intereses especiales, conexiones de intereses, modelos de actitudes, incluso inteligencias; no se daria tampoco la multiplicidad concentrada en una sola direccion, que es la que lo hace creador. Dice Aristoteles en la Etica a Nicotnaco: Ta theria... praxeos me koinoein, los animales no actuan. Sus actividades son forzosamente exitosas o consecuencia de un ensayo pero no planeadas y creativas. Dinamicas solamente en su transcurso; en el resultado, estaticas y «siempre las mismas». La causa no esta en la falta de inteligencia sino en la carencia de todas las condiciones humanas, que bemos resumido en los conceptos de «descarga» y de «supera­ vit de pulsi6n». Y al reves, por lo general le falta al hombre «el apremio de la situaci6n», pero cuando se presenta, es cuando su comportamiento se hace inventivo, creador e imprevisible. Esta descaragdo, y lo esta en grado elevado mediante el lenguaje y sus movimientos por si mismos asumidos y por si mismos accionados; mediante un «mmimo motorico» de comportamiento todavia puramente simbolico. A esa descarga hay que considerarla siempre, en el contexto de la inteligencia y de la accion, como algo pertenecien9. (1938).

Machiavelli und die Lehre vom Handeln: Ztschr. f. dt. Kulturphilos.

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te a su ser, que ha de satisfacer sus indigencias por su propia industria, trascendiendo, previendo y variando como haga falta. Y a ella corresponde, como he mostrado aqui, una estructura especialisima de los impulsos: las indigencias humanas se hacen mediante la industria apropiadas, conscientes, visoras, frenables y abiertas al mun­ do; es decir, capaces de evolucionar segun las tareas. En el mismo poder sobreabundante y superfluo, que da como resultado la vo­ luntad; que, vuelto hacia afuera, planea y actua y, vuelto hacia adentro, impone disciplina, ordena la apropiacion o frena; incor­ pora o rechaza. Es forzoso dominar el superavit de pulsion; el hombre, por tanto, esta hecho — mas aun, obligado— a ser un creador. El autodominio frente a las pulsiones que distraen; la re­ flexion planificadora, que ofrece otras metas a esos impulsos; que cambia su objeto haciendolo presente, con el pensamiento o de facto, y lo hace cambiar de rumbo, uniendolo con otros; la accion que de hecho se pone en un momento dado y la aplicacion de la inteligencia; todo esto es una direccion activa, realizada por uno mismo, por su propia industria, con resultado creativo. Y en todas estas condiciones se halla la diferencia con respecto al animal, que queda sujeto al cambio que se produzca en su circum-mundo o me­ dio ambiente y no vigila el desarrollo de sus pulsiones con la experiencia (en sentido amplio); es decir, no tiene responsabilidad.

43.

El caracter

Si el hombre no tiene mecanismos organicos que mediante su acomodacion de tipo animal-torpe le impidan obrar; si dada su carencia de medios ha de elaborar la enorme presion de las pulsio­ nes luchando activamente para lograr lo necesario para la vida, quiere decirse, con otras palabras, que ha de frenar y seleccionar, formar y cultivar, la indigencia natural de su vida pulsional. Llamamos, pues, sana a la vida pulsional que esta transformada en ordenaciones fijas de fuerza dominada y seleccionada; que esta apresada en habitos de accion y que esta repartida en el mundo objetivo. Por tanto, en el momento en que ya no hay esos llamados «impulsos», en ese momento la vida pulsional ha llegado a ser un orden na­ tural. Este hecho es profundisimo. Incluso aquellas capas o estratos del hombre donde yacen sus posibilidades vitales; su abundancia 434

o su falta de energia; el ritmo de los procesos; las ondas de paralizacion o de fuerza; la energia en tension o la fatiga, el poder plastico y restablecedor o una vulnerabilidad silenciosa; pues bien, incluso esas necesitan una orientacion y un gobierno indirecto. Pre­ cisamente ellas son las que mediante el esqueleto de una aplicacion ordenada de las funciones y de los habitos, han de mantenerse en forma. Nuestra responsabilidad alcanza hasta las profundidades vegetativas. Impetus pulsivos, dejados sin orientacion, se inclinan a una dilatacion que luego ya no se puede dominar; aparece una degeneracion, un proceso de sarcoma, de devastacion, que se desplaza hacia los puntos centrales y sobrecarga el sistema nervioso. Por otra parte, aquel que actua sin conocimiento y experiencia de sus capacidades mas profundas, se deslizo necesariamente a situa­ ciones torcidas, que le exigen demasiado o le dejan vacio, y buscara casi inevitablemente la satisfaccion que le hace falta en estimulos complementarios que lo destruiran a el miamo. Si el hombre es un ser de amaestramiento, y este es una necesi­ dad vitalmente importante para el cuerpo, tambien las capas mas centrales, las vegetativas, estan colocadas dentro del circulo de su autoexperiencia, la autovision y, con ello, de su responsabilidad. No se las puede cambiar directamente, pero si indirectamente por lo que las acompana; por lo que el hombre hace o no hace; lo que lleva a cabo en la accion o deja de hacer por negligencia, y el tipo de indigencias que cultiva o deja cultivar en si mismo. A esa pro­ fundidad se halla, por ejemplo, la fantasia sexual. Depende directlsimamente de que permanezca Intacta y Uena de pretensiones; es decir, de la calidad de la formacion del genero, la de la siguiente generacion. Ese movimiento (biologicamente decisivo) es abocado a un camino por medio de la conciencia. Con otras palabras; puede ser guiado equivocadamente. Si el hombre solo desarrolla sus facultades y fuerzas mediante el intercambio con el mundo; si solo asi las caracteriza, hay que pensar que esa relacion se contimia dentro de el; en el intramundo de sus decisiones y de sus consecuencias se desarrollan oportunidades para el florecimiento o la ruina de la marcha ascensional de su constitucion corporal. En el hombre (el «animal no terminado») la physis esta hecha de tal ma­ nera, que al mismo tiempo y de modo necesario es tarea, de tal ma­ nera que del concepto de naturaleza humana no se deducen los rasgos caracterlsticos de amaestramiento, orientacion, responsabili­ dad y del valor. Se da un complejo, una concatenacion inseparable 435

desde fuera hacia dentro; a saber, el mundo concreto con sus ta­ reas y obras, en el que cada uno vive; el tipo especial de trabajo mediante el cual domina el hombre esas tareas; los habitos, posturas y actitudes, que van a la par de las operaciones de la propia activi­ dad; la ordenacion de los impulsos, que consiguen asf una forma concreta; la concentracion de la vida de la voluntad y finalmente el orden vegetativo del cuerpo, que bajo estas condiciones adquiere y conserva su salud humana. En ninguno de esos eslabones hay un corte; cuando se le quitan al hombre sus tareas en algun eslabon de la cadena, entonces enferma o se arruina en otro punto de la misma. Para el desarrollo optimo del hombre se necesita que todo el sistema o rg ^ ic o suministre energfa. El psicologo americano Carrel, en su importantfsimo libro El hombre, esencia desconocida, en el capftulo titulado «Adaptaci6n», ha desarrollado la tesis de que el hombre degenera en las condiciones modernas de civilixacion (confort). El hombre, dice el, alcanza su maximo grado de evolucion cuando esta expuesto a la crudeza de las estaciones del ano; cuando deja de dormir algunas veces y otras duerme durante muchas horas seguidas; cuando sus comidas oscilan entre la abundancia y la escasez, y cuando alcanza alimentos y techo solo al precio de esfuerzos incansables. Se le exige que ejercite sus musculos, que se canse y descanse; que luche, que sufra y sea feliz; que ame y odie, Su vida volitiva necesita que se alternen la excitacion y el sosiego. H a de luchar contra los demas hombres o contra sf mismo; ha sido hecho para esa vida, del mismo modo que el estomago esta hecho para digerir comidas. Cuando esos procesos de adaptacion trabajan en d con la maxima intensidad, alcanza el grado sumo de su virilidad. Con la civilizacion, dice d , las condiciones ffsicas de la vida diaria han perdido su multiplicidad; el esfuerzo y la responsabilidad moral han sido desechados; se han cambiado todas las formas expresivas de nuestros sistemas organicos: del sistema muscular, nervioso, circulatorio y glandular. La «ley del esfuerzo necesario» afirma que solamente el conjunto de energfas de reserva del cuerpo y sus organos contiene la salud ffsica. Carrel llama acomodacion a la movilizacion de las posibilidades funcionales del organismo, que tropiezan con cualquier tipo de mutaciones internas o externas. Asf, cualquier enfermedad es un proceso de acomodacion; el escorbuto lo serfa a la falta de vitaminas; la enfermedad de Basedow, serfa acomodacion a una segregacion de materiales venenosos por 436

parte de la glandula tiroidea, etc. Su tesis es que el organismo, aun en estado de salud, tiene la necesidad de ejercitar sus funciones de adaptacion y que solamente una vida esforzada y laboriosa satisface esa exigencia, mientras que la civilizacion del confort silencia, unifica y es un mero acopio de estimulos sin la operacion de elaboraralos. Cuando excluimos de la vida cotidiana el esfuerzo muscular, hemos quitado sin darnos cuenta el ejercicio continue que exigen nuestros organismos a fin de poder mantener la regularidad del medio interior. Como todos sabemos, los musculos usan en su trabajo aziicar y oxigeno; producen calor, y devuelven acido lactico al torrente circulatorio. Para adaptarse a las mutaciones que ahi sudecen, el organismo tiene que poner en marcha una serie de organos; corazon, pulmones, higado, pancreas, rinones y glandulas sudoriparas, el sistema cerebro-espina dorsal y el gran simpatico. Un ataque de colera, por ejemplo, produce en todos los aparatos organicos una profunda transformacion: los musculos se contraen; los nervios simpaticos y las capsulas suprarrenales entran en acti­ vidad; al hacerlo, sube la presion sanguinea, el corazon late mas aprisa y hace que el higado produzca glucosa, que usan los mus­ culos como combustible. Algo parecido ocurre cuando el cuerpo se protege contra el frio exterior: ayuda en ese caso la circulacion de la sangre, los sistemas de respiracion y de digestion, el sistema muscular y el nervioso. En resumen: La adaptacion del individuo a un cultivo fisiologico, espiritual y mo­ ral, condiciona mutaciones concretisimas en las glfcdulas endocrinas, en el sistema nervioso y en los dispositivos espirituales. Para el or­ ganismo resulta de ahi una estructura general mas feliz, una fuerza mayor y una mayor capacidad para superar los pesares y los peligros de la vida. Ciertas formas de la vida moderna conducen directamente a la degeneracidn. Hacemos un uso de las funciones de acomodacidn mucho menor que nuestros antapasados. Especialmente en los ultimos veinticinco anos hemos ido cayendo cada vez mas en acomodarnos a nuestro entorno con ayuda de medios alcanzados por la razon en lugar de hacerlo me­ diante procesos fisiologicos. Las condiciones fisicas de la vida cotidia­ na han perdido su multiplicidad; el esfuerzo muscular, la comida y el sueno estM regulados y la civilizacion moderna ha desechado d es­ fuerzo y la responsabilidad moral y ha oambiado todas las formas expresivas de nuestros sistemas organicos (del sistema muscular, ner­ vioso, circulatorio y glandular).

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Carrel aduce numerosos e instructivos testimonios, por ejemplo este: Los habitantes de las grandes ciudades modernas no sufren ya con los cambios de tem peratura; en sus casas modernas, en sus vestidos y sus automoviles, encuentran proteocion, y no se haUan expuestos, como sus antepasados, al cambio que sufrian en el invierno pasando del frio congelador al calor sofocante de estufas y fuegos abiertos. El organismo ya no necesita combatir el frio poniendo en funcionamiento una serie de procesos fisioldgicos encadenados entre si, que producirian un acrecentamiento del metabolismo quimico y llevaria la circulaoion a todos los tejidos. Un hombre, que por tener un vestido insuficiente, ha de mantener la temperatura de su cuerpo mediante un violento esfuerzo muscular, esta obligando a su organismo entero a un trabajo intensivo. Estos sistemas permanecen paralizados si la defensa contra el frio se realiza mediante pieles y vestidos caJientes; el aire acondicionado en el coohe o las paredes de una habitacidn con calefaccion central.

La tesis de Carrel confirma, desde el punto de vista de la psico­ logia, nuestra afirmacion de que el hombre en cuanto ser praxico esta abocado al trabajo y la accion hasta en las profundidades ve­ getativas de su physis. Lo que Carrel llama acomodacion es el con­ junto de energfas de reserva, que solo pueden ser reivindicadas por una actividad esforzada; ese conjunto se llama salud. Dado que el hombre esta expuesto a condiciones fatigantes (si no las inutiliza mediante artes racionales), esas condiciones sacan de el operaciones debidas al adiestramiento, para las que el esta perfectamente organizado. Cuando Carrel dice que «sabemos que fuerzas ffsicas y morales poseen ciertos hombres, que desde su ninez fueron sometidos a una doma razonable; que conocieron ciertas privaciones y se adaptaron a circunstancias de vida adversas», esta sonando a una cosa banal, pero es la eterna verdad. «La disciplina del espfritu y de las indigen­ cias fisiologicas tiene una eficacia concretfsima, no solamente en la actitud espiritual-anfmica del afectado, sino tambien en su estruc­ tura organica y humoral». Una vida pulsional sin orientacion y sin la modelacion de una actitud, degenera. Desde aquf tenemos por fin una vision de lo que quiere decir el concepto «caracter». Si llamamos «caracter» al sistema de pulsiones (llenas de con­ tenido y revertidas al mundo), intereses permanentes, indigencias, necesidades que se siguen como consecuencia, etc., entonces ese sistema es accion y materia de accion en uno; en ultimo termino, 438

una estructura de accion, sacada de pulsiones asumidas, apropiadas o rechazadas, pero siempre valoradas, que han sido orientadas entre si y con respecto al mundo mediante la propia industria, o bien que como consecuencia secundaria de nuestras acciones se fijan o «son sacadas fuera» mutuamente. Sin embargo, la fundamentacion de un caracter (que segun Kant se produce «cuando se calma el estado oscilante del instinto» y rara vez antes de los cuarenta anos [antropologia]) no se logra antes de que, por una parte, la realidad fisica de la accion del hombre y, por otra, su orientacion consciente al mundo hayan abierto paso realmente hasta ese centro, de tal manera que ya las exteriorizaciones y las reacciones sensoriales tengan una especie de fuerza persuasiva y a su vez los pensamientos tengan la clara univocidad de las acciones. Para tener ante los ojos el mundo de cultivo, del caracter, hemos de liberarnos ante todo del excesivo aprecio que se tiene modernamente de la corriente de la conciencia. Una cierta equiparacion de nuestra conciencia a los procesos vitales naturales es uno de los resultados esenciales de la accion y de la vida praxica. Precisamente los fundamentos y las decisiones basicas de nuestra conduccion consciente de la vida tienen que ser aislados de la posibilidad de ser influidos por los estimulos de la superficie de la conciencia y han de ser ejercitados en la seguridad de aquella esfera, de la que vivimos. La esfera de su poder, por asi decir, «cargado», seleccionado y dominado, de tal manera que solo pueda saltar en el caso de que se presenten resistencias, del mismo modo que nuestra fuerza latente de salto, cuando se pre­ senta una zanja que corta nuestro camino. En base a la «corriente de conciencia», la elaboracion periferica de los estimulos internos y externos, tiene que haber una conciencia, o mejor dicho, un «intraser» de tipo muy distinto. Una actualizacion de decisiones fun­ dam en tals que se dan por supuestas; del horizonte del poder; de los instintos amaestrados de seleccion y rechazo; un estar-preparado, vigilante, para aquello que esta en la direccion de nuestros intereses fundamentales; un trasiego de lo no-querido y lo colocado-ahi. Lo que ha de ser permitido en la conciencia y ha de ser elaborado, tiene que ser orientado desde alli. Exigimos, ademas de un caracter, que las costumbres cotidianas sean en cierto modo simbolicas, con un valor expresivo de lo fundamental. Nuestro sentimiento distingue perfectamente entre las llamadas costumbres validas, que forman nuestras posturas fundamentales hasta en la in-

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diferencia de lo cotidiano, y las «meras costumbres», en el sentido de una normatividad, externa y superficial, en la que se desliza un alma vital que ya no lleva la guia de orientacion. Asi pues, podemos ver la esfera del caracter desde dos puntos de vista. Visto desde «arriba», es una disposicion, incorporada, de acciones y reglas de orientacion, de «instintos» hechos propios y (si han de trabajar de modo fiable) que casi se han hecho inconscientes; instintos que cristalizaron de las pulsiones, y en las acciones que­ dan expuestos al mundo; seleccionados para el. Visto desde «abajo», el caracter es sin embargo una continuacion de los procesos dirigidos, ritmicos y cerrados, en los que se sintoniza el proceso vital biologico, en el ciclo de lo realizado por uno mismo. Cada uno de los habitos puede tener algo de casual, visto desde la con­ ciencia, lo que se podria pensar tambien en otros casos. Pero la costumbre de adquirir e incorporar costumbres, es decir, edificar una actitud, es fisica y forzosa. En caso contrario hemos de pensar en un derrumbamiento del sistema nervioso. En un cuerpo sano se observa una cierta tension; un estar cargado con disponibilidades briosas de accion y movimiento, Lo mismo exactamente hay en la disponibilidad para la eleccion o rechazo en un caracter. Cuanto mas convencido, tanto menos necesitado de fundamentacion, de un barrunto de otras posibilidades. Una tendencia (eficaz en cualquier experiencia y educacion) de seleccion, de clasificacion, de separacion y preferencias produce los habitos que gobiernan la accion y los «instintos adquiridos» que van creciendo en nosotros. Precisa­ mente hacia esa formacion o modelacion de pretensiones ordenadas y amaestradas estan dirigidos tambien los procesos involuntarios, puramente fisiologicos, de nuestra vida, que solo as! entregan sus fuerzas mas profundas, cuyo conjunto y ostentacion llamamos sa­ lud. Existe dentro del hombre una capa de intereses semiconscientes, convicciones y repugnancias cultivadas: un esqueleto invisible fundamental de la vida espiritual, que mantiene nuestras reacciones en forma y a su vez es mantenido en forma por ellas; de tal manera, que incluso nuestra physis esta obligada a acomodaciones y cambios de direccion, sin tener que corromperla en sus energlas propias no requeridas. Y si nuestra experiencia llega has­ ta lo profundo de este conjunto, tambien nuestra responsabilidad. De lo que venimos diciendo, se sigue una vez mas la necesidad del metodo que hemos seguido, el cual escoge de tal modo con­ ceptos descriptivos, que son indiferentes a la distincion entre lo 440

fisico y lo psiquico. Examinense bajo este punto de vista categorias como descarga, superavit pulsional, disponibilidad, pilotaje, tenderhacia, variacion, asumir, poner en funcionamiento, extranamiento y muchos otros. Si concebimos asi el concepto de caracter, mas de acuerdo con el uso del idioma ingles que de la psicologia alemana, en el sen­ tido de caracter adquirido, tenemos que plantearnos una nueva pregunta. La cuestion de lo «innato», es decir, de «propiedades» consideradas como heredables. Esta cuestion no es de hoy. En la Odisea Palas Atenea habla con la figura del mentor de Telemaco, como si se tratase del viaje hacia Pilos y Esparta: iOh joven! No has de ser cobarde ni insensato si heredaste de tu padre aquella alma elevada; si eres, como el en otros tiempos, poderoso en obras y palabras, ningun viaje te sera impedimento o te frustrara. Pero si no eres su simiente y la de Penelope, entonces desespero; nunca terminaras lo que comenzaste. ( I I , 271 s.)

Vemos que esta alocucion, que es al mismo tiempo educativa, esta presuponiendo hasta tal punto la «heredabilidad de las propiedades», que llega hasta sacar esta conclusion: si no tienes el alma de Ulises, no eres su hijo. Para hacerse una idea clara de las dificultades planteadas por la cuestion de las propiedades heredadas, basta con hacerse las siguientes reflexiones: en sentido estricto y tal como son las cosas solo el estudio de una gran seccion que abarcara varias generaciones podria informarnos sobre lo que se hereda o no. Esto no es posible. En segundo lugar, no hay duda de que existen mutaciones profundas y radicales del ser procedentes de fue­ ra, que en su camino a traves de \a physis influyen poderosamente en la vida interior. Asi por ejemplo en los casos practicos, extraordinariamente importantes, en los que la acomodacion a la ciudad como condicion de un «infantilismo» general, muestra una influencia indirecta y que altera la constitucion, cuyas consecuencias «hacia dentro» no se pueden medir en ninguna manera. En tercer lu­ gar, los procesos de la vida interior son en grado muy elevado «totalizantes», de tal manera que cualquier analisis tropieza con dificultades de principio. El analisis es un procedimiento de toda investigacion empirica, que no puede hacer nada con conjuntos infi441

nitamente complejos y enmaranados. En todas las esferas biologicas los estados defectuosos, con sus claros falios y malformaciones concretas, permiten todavia en su mayoria el analisis. Por eso es tan importante en este punto lo que dice Panse Comparado con lo que la investigacion en torno a la herencia ha lo­ grado de resultados claramente visibles en la esfera de rasgos somaticos sencillos o en la genetica exiperimental, el estado de la investi­ gacion en la region limitrofe entre un hecho psiquico normal y uno patologico, produce un efecto desconsolador.

Hoy parece muy problematico que propiedades principales, firmemente localizadas o «radicales» de tipo hereditario, se puedan elaborar como intentaron Enke Pfahler y algunos otros. Stumpfl ha acentuado con motivos especialmente ilustrativos que «un metodo que siga el modelo de la genetica exacta no es adecuado para una genealogia del caracter, porque se heredan conjuntos estructurales de tipo sumamente elastico y cambiable» En el mismo sentido habia dicho ya Kroh: En la estructura funcional que se halla a la base de nuestra actividad cognoscitiva, vivenciativa y configurativa es donde hay que buscar el autentico elemento disposiciomail, que puede atribuirse directamente a la masa hereditaria. Pero es casi imposible describir los factores que cooperan en esa totalidad funcional

Con todo, la investigacion emprendida con tanta energia no quedo sin resultados. Si queremos formarnos una idea, hemos de seguir la investigacion en torno a la herencia hasta aquellos ambitos en los que plantea sus cuestiones con mas probabilidades de exito. Yo estoy convencido de que entre ellas no esta el «caracter» en el sentido estricto que nosotros defendemos, como sistema de intere­ ses dot ados de contenido, talantes y pulsiones duraderas. Si al conjunto de «dispositivos», con seguridad o probablemente hereda10. V, 2. 11. 12. 1933. 13. V, 1. 14.

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Erhpathol der Psychopathien, en Hdb. d. Erhhiol. d. Menschen Die Persdnlichkeitsradikde: Allg. Z. Psychiatr. 102 (1934). Vererbung d s Schicksd, 1932; ^ a r u m Erziehung trotz Vererbung?, Die erblichen Grundlagen d. Personlkhkeit, en Hdb. d. Erbbiol. her. X I V Kgr. Dt. Ges. f. Psych., 1935.

dos, lo llamamos modo de ser, entonces lo mas que podremos suponer es que ese modo de ser deja libre o entorpece el acceso a zonas concretas de cosas y valores, pero no, por ejemplo, que se hereden inclinaciones al comercio o el interes del coleccionista. La orientacion concreta de los intereses, pulsiones duraderas, talantes, etc., que termina en una estructura de la accion, esta dependiendo evidentemente de lo que en cada caso exige una organizacion social, de lo que favorece o de lo que prohibe. Precisamente donde vemos unas normas educativas mas firmes, vemos tambien la concordancia mas exacta con los prejuicios y preferencias de los hombres afectados por ellas, por lo que nos instruyen mucho mas los puntos de vista comparatives e historicos de la psicologia social y la psicologia de los pueblos, que el punto de vista de la psicologia individual. Nuestro punto de vista deberia ser modificado unicamente en el sentido de que ciertas aficiones espirituales, por ejem­ plo a la musica, son heredables en una proporcion ciertamente 11amativa; lo cual supone naturalmente que ya esta preformado un desarrollo concreto y determinado de los intereses. Segun las investigaciones realizadas hasta hoy, son heredables algunas «funciones basicas» concretas o «calidades del desenvolvimiento» o «rasgos del ser» (o mejor, la estructura de ellos) y, por lo tanto, «facultades» o talentos. Que es lo que se quiere decir con ello, se vera claramente con una mirada panoramica orientadora, que renuncia naturalmente a ser completa. El «temperamento» y los talantes vitales fundamentales, habitualmente unidos con el, estan condicionados por la herencia de un modo notable y que se puede probar satisfactoriamente, ya solo por el hecho de estar en estrecha vinculacion con la constitucion corporal. Sobre todo hay que considerar como heredable, de acuerdo con la experiencia, el temperamento sanguineo y flematico con sus diferencias de excitabilidad del sentimiento y la voluntad, asi como del humor o estado de animo; todo ello segun las investi­ gaciones de Stumpfl (60 estirpes); Frischeisen-Kbhler (mas de 1.000 individuos); Davenport (600 individuos). Resultados parecidos sobre la heredabilidad del temperamento se encuentran en Hoffmann Stumpfl saca del estudio comparativo de 260 estirpes la conclusion de que es heredable el temperamento de los hipertimicos (alegre, sanguineo, industrioso ^®). Lo mismo se puede decir 15. 16.

Vererbung und Seelenleben, 1922. En Sdiottky y otros. Die Persdtdk. i. Lichte d. Erblehre, 1936.

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del tempo general. Existen hombres con un tempo rapido o lento innato en todas sus manifestaciones vitales: facilidad de compren­ sion; elaboracion; susceptibilidad; capacidad de evolucion; formas motoricas, etc. Stumpfl dice a este proposito: Si un determinado proceso, bajo las mismas condiciones, trascurre por io general en uno rapidamente, equilibradamente y con viveza; en otro, despacio, con interrupciones y sin animacion; y en un tercero, rapida pero desordenadamente, a empellones; si los procesos de la vida in­ terior transcurren en uno subiendo rapidamente y con descenso lento: describiendo una suave curva, es porque todo ello se basa de tal ma­ nera en la conexion estrecha, anclada biologico-hereditariamente, en­ tre constitucidn corporal y caracter, que se puede reconocer a esos hombres en su forma de andar, de abotonarse o de levantar la mano para saludar y en muchos otros movimientos

En la vida sentimental parece que se puede transmitir por herencia una subida general, en el sentido de superficialidad y superexcitabilidad, de rapida disposicion para el sentimiento y rapida inflamabilidad. Tambien al reves: la frialdad de sentimientos, la pobreza y la trivialidad de los mismos (Stumpfl). Tambien en este caso se trata de todo un complejo. En efecto, con la trivialidad de los sentimientos va unida frecuentemente la observacion angustiosa de si mismo y la alterabilidad; o bien un atirantamiento pesado, seco, egocentrista. En el sector de vida volitiva Stumpfl encontro, que tanto la fijacion duradera en las decisiones que ya se tomaron, como la influenciabilidad anormal de la voluntad son muy frecuentes, particularmente en las familias. En el circulo de parientes de personalidades anormalmente abtilicas pudo comprobar una frecuencia de psicopatas del mismo tipo, asi como una desacostumbrada determinabilidad de la vpluntad y modelabilidad de todo el ser aun en personas normales. Grupo aparte forman la union de falta de sentimientos y una influenciabilidad anormal de la voluntad, vinculados con temperamento sanguineo y actividad acrecentada. Enke ha captado certeramente otro complejo hereditario en las reiteraciones u obstinaciones (Perseverationen), que se encuentran en la esfera cognoscitivo-psicologica, afectiva y psicomotriz, unidas con una constitucion esquizotimica

17. 18.

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Hdb. d. Erbbiol. 425. Vortr. 56. Jahresvers. siidwestd't Psyohiat. (1933).

Estos resultados muestran bien que clase de propiedades son aquellas a las que atiende la psicologia de la herencia. Los metodos empleados son sobre todo el de la comparacion de estirpes y estudio de los mellizos; a ellos debemos la mayor parte de los re­ sultados obtenidos. Las «calidades del desenvolvimiento» mencionadas antes, tam­ bien llamadas cualidades fundamentales de la psique viviente, cuya constancia y heredabilidad en parte se pueden demostrar y en parte son bastante probables, no tienen nada que ver con la cuestion estudiada en los ultimos apartados referente a la orientacion de las pulsiones en cuanto al contenido. Esos hallazgos no dicen absolutamente nada directo sobre la cuestion de si el hombre tiene instin­ tos localizados, circunscritos; es decir sobre la ocupacion que las pulsiones y los intereses llevan a cabo en determinadas esferas de cosas y valores. Probablemente un habito constitucional heredable atrae hacia si o facilita otras «propiedades secundarias» condicionadas y asimismo formales, como falta de iniciativa, superficialidad, imperturbabilidad, serenidad, pedanteria, timidez, formalismo, falta de continuidad, etc.; o bien es probable que del encuentro con experiencias inevitables y generales tengan que seguirse ciertos modos de «elaboracion» en ciertos mecanismos. Podriamos pensar por ejemplo en la inseguridad, gusto por la accion, prudencia, gusto por las intrigas, buenos modales, circunspeccion, etc. Sin embargo, no hay investigaciones precisas sobre esto. A ml me parece que las reacciones tan frecuentes y estereotipadas del orgullo y del hacerse respetar, solo indirectamente se dirigen a contenidos concretos; en realidad son falta de cultivo de la persona. Si hacemos en este libro una diferenciacion estricta entre ca­ racter y modo de ser, o si preferimos entre contenido y forma de la «vida anlmica», lo hacemos por varios motivos. En primer lugar, el caracter, como totalidad de las pulsiones elaboradas y orientadas, de los intereses perdurables y de los talantes, es un fenomeno del que no se puede deducir ni las acciones de una per­ sona, ni las circunstancias de su vida, ni su historia, ni la de su comunidad. Mas bien la consideracion historica comparada de la psi­ cologia de los pueblos nos muestra que existe una concordancia exacta entre las oonstituciones sociales y las inclinaciones e intere­ ses concretos. En Egipto, por ejemplo* faltaba (porque la burocracia del estado senorial habla deshecho muy pronto la importancia de la organizacion familiar) todo el sistema de intereses del ethos 445

del tempo general. Existen hombres con un tempo rapido o lento innato en todas sus manifestaciones vitales: facilidad de compren­ sion; elaboracion; susceptibilidad; oapacidad de evolucion; formas motoricas, etc. Stumpfl dice a este proposito: Si un determinado proceso, bajo las mismas condiciones, trascurre por lo general en uno rapidamente, equilibradamente y con viveza; en otro, despacio con interrupciones y sin animacion; y en un tercero, rapida pero desordenadamente, a empellones; si los procesos de la vida in­ terior transcurren en uno subiendo rapidamente y con descenso lento; describiendo una suave curva, es porque todo ello se basa de tal ma­ nera en la conexion estrecha, anclada biologico-hereditariamente, en­ tre constitucion corporal y caracter, que se puede reconocer a esos hombres en su forma de andar, de abotonarse o de levantar la mano para saludar y en muohos otros movimientos i'^.

En la vida sentimental parece que se puede transmitir por he­ rencia una subida general, en el sentido de superficialidad y superexcitabilidad, de rapida disposicion para el sentimiento y rapida inflamabilidad. Tambien al reves; la frialdad de sentimientos, la pobreza y la trivialidad de los mismos (Stumpfl). Tambien en este caso se trata de todo un complejo. En efecto, con la trivialidad de los sentimientos va unida frecuentemente la observacion angustiosa de SI mismo y la alterabilidad; o bien un atirantamiento pesado, seco, egocentrista. En el sector de vida volitiva Stumpfl encontro, que tanto la fijacion duradera en las decisiones que ya se tomaron, como la influenciabilidad anormal de la voluntad son muy frecuentes, particularmente en las familias. En el circulo de parientes de personalidades anormalmente abulicas pudo comprobar una frecuencia de psicopatas del mismo tipo, asi como una desacostumbrada determinabilidad de la voluntad y modelabilidad de todo el ser aun en personas normales. Grupo aparte forman la union de falta de sentimientos y una influenciabilidad anormal de la voluntad, vinculados con temperamento sanguineo y actividad acrecentada. Enke ha captado certeramente otro complejo hereditario en las reiteraciones u obstinaciones (Perseverationen), que se encuentran en la esfera cognoscitivo-psicologica, afectiva y psicomotriz, unidas con una constitucion esquizotimica

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Hdh. d. Erbbiol, 425. Vortr. 56. Jahresvers. siidwestd't Psychiat. (1933).

Estos resultados muestran bien que clase de propiedades son aquellas a las que atiende la psicologia de la herencia. Los metodos empleados son sobre todo el de la comparacion de estirpes y es­ tudio de los mellizos; a ellos debemos la mayor parte de los re­ sultados obtenidos. Las «calidades del desenvolvimiento» mencionadas antes, tam­ bien llamadas cualidades fundamentales de la psique viviente, cuya constancia y heredabilidad en parte se pueden demostrar y en parte son bastante probables, no tienen nada que ver con la cuestion estudiada en los ultimos apartados referente a la orientacion de las pulsiones en cuanto al contenido. Esos hallazgos no dicen absolutamente nada directo sobre la cuestion de si el hombre tiene instin­ tos localizados, circunscritos; es decir sobre la ocupacion que las pulsiones y los intereses llevan a cabo en determinadas esferas de cosas y valores. Probablemente un habito constitucional heredable atrae hacia si o facilita otras «propiedades secundarias» condicionadas y asimismo formales, como falta de iniciativa, superficia­ lidad, imperturbabilidad, serenidad, pedanteria, timidez, formalismo, falta de continuidad, etc.; o bien es probable que del encuentro con experiencias inevitables y generales tengan que seguirse ciertos modos de «elaboracion» en ciertos mecanismos. Podriamos pensar por ejemplo en la inseguridad, gusto por la accion, prudencia, gusto por las intrigas, buenos modales, circunspeccion, etc. Sin embargo, no hay investigaciones precisas sobre esto. A mi me parece que las reacciones tan frecuentes y estereotipadas del orgullo y del hacerse respetar, solo indirectamente se dirigen a contenidos concretos; en realidad son falta de cultivo de la persona. Si hacemos en este libro una diferenciacion estricta entre ca­ racter y modo de ser, o si preferimos entre contenido y forma de la «vida animica», lo hacemos por varios motivos. En primer lugar, el caracter, como totalidad de las pulsiones elaboradas y orientadas, de los intereses perdurables y de los talantes, es un fenomeno del que no se puede deducir ni las acciones de una per­ sona, ni las circunstancias de su vida, ni su historia, ni la de su comunidad. Mas bien la consideracion historica comparada de la psi­ cologia de los pueblos nos muestra que existe una concordancia exacta entre las constituciones sociales y las inclinaciones e intere­ ses concretos. En Egipto, por ejemplo* faltaba (porque la burocracia del estado senorial habia deshecho muy pronto la importancia de la organizacion familiar) todo el sistema de intereses del ethos 445

familiar, incluso el culto de los antepasados (tan vinculado con el) y a pesar del desarrolladisimo culto a los muertos. En sentido contrario, no cabe duda que la estrecha vinculacion de los chinos a la estirpe junto con la inseguridad juridica del individuo en un estado patriarcal de funcionarios favorecio el gran desarrollo del sentido de herencia. Para el sentimiento del honor de los senores feudales es compatible una religion guerrera del destino o tambien el regimiento-universal personal de un dios, pero no el sentimiento de autentica «culpa» o de una moral orientada hacia el concepto de deber y merito. Con mucha frecuencia los ordenamientos constitucionales firmes de los estados estan transformando en tabu «aptitudes» completas (en la antigua Roma un proconsul cayo en descredito por ser pintor). Si llamamos caracter a la totalidad de habitos y talantes estables, segun los cuales uno prefiere determinados contenidos, permaneciendo indiferente frente a otros, es decir, su formula de compor­ tamiento permanente de valoraciones invariables, ese caracter es un producto de cultivo de la sociedad en la que vive y de su distribucion de intereses. Toda educacion que habitua al nino dentro de un orden social estable, ha querido tipos y no individualidades. Una sociedad desintegrada como la nuestra, es decir, una civilizacion complejisima y que cambia con ritmo muy rapido, desmonta las formas de educacion tradicionales, que daban a la relacion del indi­ viduo consigo mismo un contenido en primer piano social. Ahora las personas recaen en la inmediatez, se encuentran en medio de sus fuerzas y debilidades naturales y tienen que resolver los conflictos, que se multiplican por la falta de distancia, con las escasas reservas de sus propiedades casuales. Por eso se explica el asom­ broso conocimiento psicologico general de nuestra epoca. Visto con mas profundidad, el despliegue antes no existente; el caracter patente; por asi decir; la vida a flor de piel y la falta de cumplidos, la desenvoltura de las propiedades psicoldgicas. El mundo proximo de las naturalezas casuales que se desarrollan en la complejidad de la vida moderna, en la multiplicidad de climas especiales, que se reflejan mutuamente sensibilizando sus almas, indefensas ahora contra los estimulos; no protegidas ya por los bastiones de cos­ tumbres respetadas. Proporciona el tipo de la forma artistica tipicamente representativa del mundo occidental; la novela psicologica. El refinamiento de la vida interior, que se vuelve sobre si misma, es capaz de la mayor matizacion posible. Hay ya muchos honibres, 446

en los que un pensamiento o un sentimiento se presenta sin mas como autoestimulo, al que reaccionan a su vez. La ruina de la sociedad, de los ideales y sentimientos de valor, como corresponde en el interior de cada uno o las enormes transformaciones de los nuevos tiempos, tiene pues su propia productividad; la asombrosa diferenciacion de lo psiquico. La irrepetibilidad del interior, ya sea que se considere en la necesidad pulsiva de comunicarse del hom­ bre; o bien en el desenfreno o desencadenamiento de su ser-asi-casual; o bien conforme a los metodos de una psicologia hecha a su medida, asi como el elevado grado de conciencia promedio, hacen imposible diferenciar la vida animica real de la imaginada. Precisa­ mente en ese sentido, el autor de novelas psicologicas es representativo de toda una cultura: «Todos los velos del corazon han sido desgarrados. Los antiguos jamas habrian hecho de su alma un sujeto de ficcion» ^®. La expresion «sujeto de ficcion» hay que referirla precisamente al alma; la concientidad cronica del «dentro» no es puramente pasiva, sino que va configurando juntamente, como esa forma de productividad que queda de cara a la profunda inseguridad con respecto a los ultimos valores del alma Si estas consideraciones son acertadas, entonces se sigue la con­ secuencia de que debe haber un determinado orden en las disciplinas psicologicas. En primer lugar, la antropologia daria las leyes generales estructurales de lo psiquico en conexion con la constitu­ cion humana. Luego seguiria la psicologia social o colectiva como elemento de la sociologla. Sus descripciones de estados sociales concretos proporcionan el marco para una psicologia individual. Por el contrario, la psicologia de la herencia tiene unos metodos de tipo puramente «ciencias de la naturaleza»; parte de los individuos y trata de formar grupos estadlsticos, que han de afectar a determinados grupos sociologicos, por ejemplo, los criminales, «la clase dirigente», etc. Como campo de investigacion de grandes perspectivas se ha presentado junto a las propiedades formales del modo de ser, la zona de las aptitudes, ingenio o Indole [Begabung). Sus distintas clases como inteligencia, musicalidad en distintas direcciones, aptitud matematica, aptitud para la forma y el color, etc., ya hace tiempo que son objeto fructlfero de la investigacion . 19. Mme. de Stael, De I’Allemagne II , 28. 20. Me ocupo m is detenidamente de este tema en Die Seele im technischen Z eitdter, ®1962. 21. Como primera informacidn y con bibliografla reciente, cf. P. R. Hofstatter. Psychologic, 1957.

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44.

Algunos problemas del espiritu

Si alguien quisiera calificar de biologico a nuestro metodo, ha de advertir que tambien hemos dado a la palabra «biol6gico» otro sentido, ademas del que comunmente tiene. La cuestion acerca de como un ser (fisicamente tan escasamente dotado, y tan llamativamente fuera del marco del modo animal de dominar la existencia), el hombre, se mantiene en la existencia (estar-ahi) es una cuestion plenamente biologica. Pero por otro lado lleva (porque afecta nece­ sariamente al hombre praxico) obligatoriamente a zonas que hasta ahora estaban reservadas a la investigacion de las ciencias del espi­ ritu, como el lenguaje, el conocimiento, la fantasia. Todas ellas no se desgajan en absolute de aquel punto de vista, como ya hemos mostrado. La afirmacion tendenciosa de que asi «nos reducimos a lo biol6gico», esta aprovechando un malentendido que guarda es­ trecha relacion con esto. Por el contrario, se puede probar drasticamente la constatacion inversa, a saber, en cuan alto grado ciertos factores, que se consideraban como puramente fisicos (por ejemplo, la interferencia del sentido de la vista y del tacto, la amplia gama de variacion motriz, la reduccion del instinto, la incompletez del estado del nacimiento: el parto fisiologico prematuro de que habla Portmann...) parecen tener que ser «adosados» a aquellas elevadas operaciones espirituales. Asi pues, para hablar con el lenguaje de la nueva ontologia, hemos desarrollado las categorias generales del ser hombre, especialmente aquellas que «transcurren» a traves de todas las capas o estratos; es decir, categorias como descarga, accion, disponibilidad, comunicacion, etc. Ahora bien, por ese camino no se agotan, desde el punto de vista metodico, los problemas extraordinariamente complicados que suelen ser abordados bajo el tema «espiritu» (jPor que no? En primer lugar, porque toda nuestra teoria ha trabajado necesa­ riamente con una abstraccion; a saber, con una especie de ente abstracto, del hombre praxico individual. De cara a ese modelo no pueden ser tratados problemas de las ciencias del espiritu de ele­ vado rango, como religion, arte, derecho, t&nica, etc., porque des­ de el punto de vista cientifico son hechos sociales, comunitarios. Los grandes fenomenos colectivos del mundo historico-social hace ya tiempo que son investigados por ciencias sumamente desarrolladas, que recientemente se sirven cada vez mas de metodos socioldgicos. La relacion asi establecida entre las instituciones sociales por 448

una parte y las configuraciones historicas del espiritu objetivo, por otra, se pueden llevar muy lejos, en ciertas circunstancias y puede conducir a conocimientos, que son muy ilustrativos. Asi, por ejem­ plo, la falta de toda doctrina sobre los dioses elaborada mitologica o dogmaticamente en los romanos (religio, id est cultus deorum ^ ) , se puede poner evidentemente en relacion con el hecho de que la nobleza nunca permitio que surgiera un estado sacerdotal independiente, por lo cual, la formacion en general no se desarrollo, como en la India o en la edad media europea, a partir del sacerdocio, sino que fue tomada del extranjero, de Grecia. Tales planteamientos sociorreligiosos de las cuestiones, los ha desarrollado Max W eber co­ mo es sabido hasta llegar a una altura no alcanzada. Pero con los mismos metodos, en principio, seria posible una sociologia del derecho o una sociologia del arte; y de hecho ya existen algunas aportaciones al respecto. Una investigacion cientifica seria de los «mundos» del espiritu objetivo en su concrecion historica ha de tener hoy dia una dimen­ sion sociologica. Es de lamentar en algunas filosofias la falta del «sociologismo». En este lugar he de situar reflexiones tomadas de los ultimos capitulos de las tres primeras ediciones, que bajo el titulo de «Sistemas superiores de conducci6n» tenian el defecto de estar encerradas en un capitulo muy breve. Sigo manteniendo el titulo calificativo, que entre tanto ha sido adaptado por otros autores. Sin embargo, fue el estudio de Maurice Hauriou ^ citado por Carl Schmitt el que primero me hizo caer en la cuenta del he­ cho decisivo de que un sistema directivo (idee directrice) siempre es el de una institucion; con otras palabras, que un sistema direc­ tivo (como por ejemplo, el cristianismo puritano o la etica de Confucio) cientifica y objetivamente solo puede ser entendida en rela­ cion a las instituciones sociales en las que vive. La sociologia confirma esta tesis en todos los detalles. Pero aparece entonces como fuera de lugar crear una relacion directa de ese sistema directivo con la constitucion biologica del hombre (aun en el sentido amplio de la palabra). Yo habia tratado esto en el sentido de que la fantasia fuese considerada como la fuer­ za creadora de los dioses, y que se viese el efecto de esa fantasia 22. Cicerdn, De natura deorum II , 3. 23. La thiorie de I’institution et de la fondation, en La citS moderne et les transformations du droit, Paris 1925. 24. Die drei A rten des rechtswissenschaftlichen Denkens.

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teogonica en su fuerza para llevar al hombre mas alia de la concien­ cia de su inestabilidad, de los peligros a que esta expuesto, y de su impotencia: No es correcto decir deos fecit timor: no el temor, la amenaza del superpoder, engendra a los dioses, sino la superacion del temor. Es natural no querer creer en la muerte y, por lo tanto, formar algiin tipo de ideas sobre el mas alia y de la supervivencia despues de la muerte. Es natural el poblar el espacio existente entre lo que tenemos a la mano y el resultado inevitable con figuras auxiliares de la fantasia... Los intereses de la debilidad, las manifestaciones del superavit inexhaurible de fuerza pulsional, se haUan por eso al servicio de la vida. La fantasia del hombre es un poder propiciador de vida; que nos lleva hacia el futuro; que actiia contra la resignacion. Desde el punto de vista puram ente historico hay que hacer notar ademas que el calificativo de la fantasia como organo para el «mundo de los dio­ ses* precede de ScheUing 25.

En esas Hneas se resaltaba el efecto o la influencia de las ideas religiosas sobre la esfera pulsional individual. De este modo se pone entre parentesis, mediante una especie de «cortocircuito», todo el mundo comunitario de las instituciones sociales, al que ciertamente estan referidos los sistemas de direccion. Por lo demas, este cortocircuito parece ser muy natural; un gran mimero de autores han argumentado en la misma direccion. El teologo Karl Beth dice: La religion reacciona, en cuanto que el hombre afirma la verdad y la autenticidad de la sensacion de su debilidad final; pero al mismo tiem­ po esta afirmando asi su impulso vital, que reconoce un poder extra o supraempirico, que, pensado segiin su modo volitivo, quiere su vida, tal como es; es decir, que se entrega a el humildemente y lleno de confianza

Comparese ahora la tesis de Scheler: Pero el hombre podia tambien poblar esa esfera del ser con cualquiera figuras (partiendo del apremio indomable a salvar no solamente su

25. 26.

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Philos, d. K unst, 1802, 31. Religion und Magie bei d. Naturvolkern, 1914, 224.

propio ser individual, sino ante todo a todo su grupo en base y con la ayuda del increible superavit de fantasia que de antemano se halla en el en contraposicion al animal), a fin de ponerse a salvo en su poder mediante el culto y el rito; a fin de recibir «tras si» algo de apoyo y ayuda: ya que en el acto fundamental de la foraneizacion de la naturaleza y de la objetivacion de k naturaleza (y en el hacerse simultaneo de su autoser y de su autoconciencia) parecian caer en la pura nada. La superacion de ese nihilismo bajo la forma de tales salvaciones y apoyaturas es lo que llamamos religion 27.

Estas concepciones corresponden exactamente al punto de vista que Bergson desarrollo en su ultima obra. Las dos fuentes de la moral y la religion. Considera ahi que la religion es un gran mo­ vimiento de compensacion, el cual desde las profundidades de lo vital equilibra los peligros de la inteligencia, como una (tal y como suele decir el) medida de defensa de la naturaleza contra las posibilidades biologicamente nocivas que hay en la inteligencia. Ponemos a funcionar una accion instintiva concreta. Despues dejamos que venga k inteligencia e investigue si aquello tiene como consecuen­ cia una perturbacion peligrosa, E n tal caso, el equilibrio es probable­ mente restabJecido mediante ideas, que son despertadas por el ins­ tinto en el seno de la inteligencia perturbadora. Cuando existen tales ideas, son ideas religiosas elementales.

Haciendo una sinopsis de estas citas, llegamos a un esquema comun, que se impone como necesario al pensamiento. Asi lo encuentro yo. Tan pronto como la religion, el derecho y la moral son consideradas de modo neutral y como fenomenos objetivos de la vida, se impone la forma teleologica de pensar y surge la cuestion en torno a su efecto, rendimiento, productividad o resultado. A este proposito dice Kraft En los pueblos primitivos la rdligion en lo esencia! da vueltas en tor­ no al poder que presta a la tribu la conviccion de poder hacer frente a todos los peligros, y le da el sentimiento de la seguridad en si mis­ mos, y la superioridaa.

27. 28.

Die Stellung d. Mensch im Kosmos, 108. Der Urmemch d s Schdpfer, 1948, 62.

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Cita a M arett, para el cual, «el criterio de la efectividad religiosa sobre la conciencia del hombre es si contribuye o no a la exaltacion de la personalidad mediante la conviccion de estar preparado para todas las situaciones de la vida, haciendo asi al hombre feliz y ayudandolo a mantener la especie». Asi pues, si observamos esos mundos culturales objetivamente, cosicamente (empiricamente), los vemos como hechos vivos entre otros muchos y Uegamos necesariamente a la categoria de la finalidad, cosa que ya experimento hace tiempo Jhering, cuando consideraba el derecho bajo el concepto de «dispositivo de seguridad de las condiciones de vida de la sociedad». El mismo modo de pensar se impone por lo que hace a la moral y la etica: «si se da a la palabra biologia el sentido ampllsimo que deberia tener, y que quizas algun dla tenga, se podria decir como conclusion que toda etica es de naturaleza bio­ logica’* (Bergson). Si investigamos pues el derecho, la religion, etc., anallticamente, desde fuera y cientlficamente, no hay en primer lugar ningun otro punto de apoyo de pensamiento puramente tecnico (fuera del estetico) que este: esas actividades aparecen como unas disposiciones hechas por la naturaleza en el hombre, para mantener «mejor» a ese hombre en la existencia; como superacion del sentimiento subjetivo de debilidad; como volante impulsor de la contra-resignacion y en cierta manera como fantasmas alentadores y estimulantes. Solo cuando se ha visto esto claramente, aparecen en toda su gravedad los problemas filosoficos, que han de desarrollarse. Tenemos pues la situacion siguiente: por un lado se encuentran las ciencias del esplritu, historicas, con una infraestructura sociologica, para las que es un tema legitimo investigar la ubicacion de una religion determinada, de un determinado sistema jurldico o de una manifestacion artlstica especial en conexion con la estructura social de una sociedad descrita asimismo con toda claridad. En los sistemas de las instituciones, es un elemento integrador el sistema de orientacion. Esas ciencias son ciencias especializadas empiricas. Por otra parte estan los intentos, antes mencionados, de explicarse la importancia general de la religion, del derecho, etc., para el hombre. Esos inten­ tos parten siempre de esto: de alzar a la categoria de concepto los efectos psicologicos o psicobiologicos de tales ideas en el interior del hombre. Se sirven para ello necesariamente de formas de pen­ samiento no casualmente teleologicas. Por eso, si queremos seguir mas adelante, hemos de buscar lo que ambas estan presuponiendo. 452

Ese presupuesto es la conciencia historica. El lenguaje, el derecho, la religion, la moral, el arte, son para esa conciencia hechos sociales, que surgen historicamente de la actuacion en comun de los hombres; se independizan frente a ellos en mundos propios; y a corto o largo plazo se transforman, de modo facilmente reconocible. Esa conciencia historica se halla tambien en las teorias de Scheler o Bergson. Les ha dado el material de formas religiosas primitivas y simples, abarcables, con el cual material pudiesen des­ arrollar sus teorias teologicas. Esa conciencia, que irremisiblemente llego a ser historica, es por completo un resultado de la Ilustracion. En el Esprit des lois de Montesquieu se halla el campo de investi­ gacion que alumbro esa conciencia historica, y en el se explican mutuamente los conceptos sociologicos. En la medida en que la Ilustracion llevo su modo objetivado de pensar hasta la esfera religiosa; y por cuanto que, por una parte, desarrollo la psicologia racional y por otra parte hizo patente en el campo historico la multiplicidad de configuraciones religiosas, juridicas y sociologicas, se construyo (de una realidad espiritual cargada de emociones o sentimientos y condensada en conciencia) un cosmos de «ideas»; es decir, de representaciones, que se hallan en el mismo piano que otros conceptos de la cabeza humana y que un tercero neutral con interes puede investigar. La idea de que las «ideas» religiosas tie­ nen algun tipo de efecto psicologico, no se puede separar de la otra, de que varian con las epocas, los pueblos y las constituciones. Solo habiendo dado ese paso, las religiones y las cosmovisiones de los pueblos exoticos y primitivos se transformaron en objetos posibles; mientras que a la conciencia que no habia sido captada por la Ilustracion, que no «creia en ideas religiosas», sino que vivia en la esfera de la palabra de Dios y por ello todo lo que le salia al encuentro lo encontraba ya decidido de antemano, tenian que aparecerle como locuras, supersticiones paganas o en el mejor de los casos como despropositos curiosos, y fueron rechazados, an­ tes de que hubiesen alcanzado los limites del interes teorico. En una conciencia en la que los contenidos religiosos, morales y juridicos tienen valor como realidades, es decir, determinan el compor­ tamiento como motivos (ya que no se reacciona a puras «representaciones» o «ideas» de la propia cabeza conocidas como tales), se presentan traidos de fuera otros contenidos que les hacen competencia asimismo como motivos; es decir, encuentran rechazo o 453

aprobadon partiendo de la propia dinamica interna, pero no un interes objetivo, conforme a las cosas. Y tambien, en sentido contrario, en la medida en que la Ilustracion habia desarrollado hasta tal grado su modo de pensar racionalista que ya no se podia evitar la recaida en las propias convic­ ciones experimentadas como realidad, fueron estas convicciones mismas hhtorizadas; es decir, la evidencia de su validez ya no se vinculaba a la realidad inmediata de la experiencia social y natural, sino que buscaba su apoyo en el inseguro y movedizo material de la historia. Esta fase esta representada por Hegel. En segundo lu­ gar, esas convicciones fueron en el mismo proceso desprovistas de poder, debilitadas en su fuerza de motivacion, y transformadas aun subjetivamente en representaciones, se transformaron en «ideas». Ese paso ya lo habia dado Kant claramente. Hellpach dice por eso muy acertadamente: Dondequiera que la conciencia no aparezca como la voz divina den­ tro del hombre, sino que la suposicidn (!) de la existencia de Dios aparezca como la voz de la conciencia humana, ha desaparecido en su base la religidn y ha entrado en su lugar la pura doctrina moral, la etica exdusiva; y el poder del mas alia se ha transformado en un puro epifenomeno del deber moral del mas aca

La diferencia entre una conciencia, a la que los contenidos religiosos, morales o juridicos se le aparecen en esa posicion especial intermedia entre el ser y el deber ser, que los contiene en si, en cuanto son al mismo tiempo categorias de una cosmovision y principios estructurales de las instituciones, y una conciencia en la que los mismos contenidos son objetivados en representaciones y con ello al mismo tiempo experimentados como subjetivos y revoca­ bles, es extraordinariamente importante. Precisamente cuando se trata de los mismos contenidos: haeretica voce recta clamant. En tanto que ambos puntos de vista se interfieren en una misma con­ ciencia (cosa que corresponde a una determinada epoca), surgen atormentadores enigmas, tales como los que se levantan en Kant, cuando la razon entra en disputa consigo misma. Pues es aquel segundo tipo de conciencia, ilustrado y reflexivo, en el que ahora el mundo espiritual propio, todavia transmitido por tradicion, se apoya, con la misma distancia optica con la que se hace visible toda 29.

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Das Megethos, 1947.

la plenitud y volumen de las ideas historico-sociales. Precisamente estas fueron, como vimos mas arriba, rechazadas de antemano co­ mo locuras, por la fe en la verdad, ingenuamente tradicional, y ni siquiera se aproximaron a la distancia de «verdades posibles*. Por el contrario, en la zona de interferencia de ambos tipos de con­ ciencia surge con todo impetu la pregunta de si pueden ser verdad todos aquellos sistemas de orientacion tan palmariamente heterogeneos; de si hay distintas verdades; o de si en estas cosas solo hay ilusiones, quizas muy finalisticas, con una cierta utilidad de la funcion fabulatoria, pero de tal manera que nosotros mismos, con nuestras ultimas convicciones, si tuvieramos todavia algunas, fueramos los engahados... Pero si nada es verdad, ,Jno esta todo permitido? Este es el problema del relativismo, que a trav6s de la elaboracion posterior de Marx, Nietzsche y Freud ha sido el agua fuerte que corroyo a la filosofia. Surge, como las antinomias de Kant, de la interferencia entre dos estructuras diversas de con­ ciencia, que hemos presentado aqui en su colision historica, como Ilustracion y religion tradicional, y a la que volveremos a referirnos enseguida. Desde el punto de vista logico habria que hacer antes el intento de repetir el camino de Hegel, pero sin tener sus convicciones cristianas. Es decir, tendriamos que hacer ahora el intento de, partien­ do de la investigacion de las figuras sociales historicas del espiritu, destilar las convicciones definitivas. El que lo hizo fue Dilthey. Uno de los motivos de ese complicado y oscuro erudito fue este: a par­ tir de la «comprensi6n» del mundo historico, adquirir «seguridad interna*, «fines o metas firmes*, y la fuerza para la «configuraci6n de la vida*. En el se puede mostrar con todo detalle el proceso de como la conciencia, manejada reflexivamente en el (el psicologo), se apodera de los impulsos espirituales todavia transmitidos por la tradicion, todavia directos, y los aparta hacia la reflexion, antes de que puedan transformarse en accion, llegando a donde se clasifican entre las ideas foraneas «entendidas», que confluyen hacia el (el historiador) de todas direcciones. El proceso inevitable, exactamen­ te contrario, era pues la necesidad de llegar desde la comprension, a la fe y a la accion. En la correspondencia epistolar con el conde Yorck se encuentran estos interesantes pasajes: Las catrastrofes se nos acercan a una velocidad terrible; k falta de fe de esta 6pooa, es decir, su incapacidad para tener convicciones, que hacen al hombre libre frente a la m ultitud social mezquina... La cues-

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ti6n; qu^ fuetzas pueden movMi2arse, para superar ese influjo. Mi libro ha surgido de la conviocidn de que la independencia de las ciencias del espiritu y el conocimiento histdrico de la realidad que en ellas se enderra podria contribuir a ello.

El motivo que ahi se manifiesta es una motivacion muy seria de la filosofia de Dilthey. El vio que «la relatividad de todo tipo de la concepcion humana del conjunto de las cosas es la ultima pa­ labra de la cosmovision historica»; «todo fluye en un proceso; nada queda». «