El gasto se dispara entre las familias que padecen alergias alimentarias

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presidenta promete que el “único tren” en el q consejeros de IU seguirán en sus cargos hasta ser 6 A 8 SALUD

39 CONVENCI

El gasto se dispara entre las familias que padecen alergias alimentarias

Rajoy ig hablar

● Los intolerantes a la

● Algunos productos

lactosa y los celíacos, entre los afectados

sin gluten cuestan el doble que los normales

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Domingo 25 de Enero de 2015 | EL DÍA DE CÓRDOBA

CÓRDOBA SALUD | PROBLEMAS DE ALÉRGICOS AL GLUTEN Y LA LACTOSA

● Las intolerancias alimentarias afectan cada año a un mayor número de ciudadanos, que deben

ajustar su gusto a una nueva dieta y su bolsillo a los precios que cuestan los productos adaptados tad que estas personas se encuentran cuando salen a restaurantes, casas de amigos o cumpleaños en el caso de niños. Esta madre señala que a la hora de planificar una salida hay dos opciones: llevarte directamente el tupper del celíaco o ir a un restaurante que ofrezca platos sin gluten (que se pueden encontrar en múltiples aplicaciones móviles y páginas web especializadas). También está la posibilidad de ir a otro establecimiento y advertir al camarero “de que quieres un filete a la plancha y patatas fritas, pero fritas aparte y en aceite limpio porque eres celíaco”. “Vas con buena fe porque sino no puedes salir”, de forma que “el que sale tiene que confiar en el personal del restaurante o bar”. En su caso, nunca ha tenido una mala experiencia en este aspecto, “pero es verdad que el celíaco sale poco”. “Yo he salido muchas veces durante muchos años con el tupper de mi hijo”, apunta. Cada vez son más los establecimientos que introducen platos aptos para celíacos en sus cartas, incluso los de comida rápida como McDo-

Ángela Alba

Que uno o varios miembros de una misma familia padezcan intolerancia a algún alimento se ha convertido no sólo en un problema médico, sino también en un trastorno a la hora de realizar la compra y, además, en un quebradero de cabeza desde el punto de vista económico, ya que la adquisición de estos productos concretos supone un gasto extra. La razón no es otra que su precio, que está muy por encima de lo que cuesta un artículo de los denominados habituales. Así, en los últimos años ha aumentado sensiblemente, por ejemplo, la cifra de ciudadanos (sobre todo jóvenes) que padecen celiaquía, que consiste en manifestar una intolerancia permanente al gluten del trigo, cebada, centeno y avena. Aproximadamente uno de cada cien niños españoles sufre este fenómeno que se presenta en individuos genéticamente predispuestos y se caracteriza por una reacción inflamatoria en la mucosa del intestino delgado que dificulta la absorción de nutrientes. Las familias con uno de sus miembros celíaco se ven obligadas a la compra de productos sin gluten que, si bien cada día son más comunes en los supermercados, su precio sigue siendo muy alto, lo que provoca que la cesta de la compra se dispare para estas personas. Todo ello en productos de los denominados básicos, como el pan o la pasta, que incluso cuestan el doble en muchos casos que la oferta con gluten. Lo mismo ocurre con las personas intolerantes a la lactosa, que se presenta cuando el intestino delgado no produce suficiente cantidad de la encima llamada lactasa (la encargada de digerir la lactosa). La ingesta de alimentos con este tipo de azúcar que se encuentra en la leche y otros productos lácteos puede provocar dolor abdominal, espasmos, hinchazón abdominal, gases, diarreas o vómitos. La solución para estos enfermos es evitar los productos que contengan esos alérgenos. Es decir, su medicina es una correcta alimentación. Sin embargo, estas familias no reciben ayudas de las administraciones públicas –ni a nivel estatal, autonómico ni local– para asumir el gasto que supone cumplir con la dieta adecuada para el miembro afectado. El mundo de los celíacos puede parecer a priori complicado y en los primeros momentos del diagnóstico las familias necesitan mu-

lentejas cuando los demás comen macarrones. “La alternativa correcta sería dar macarrones sin gluten”, asevera Esther. Jesús Lachica y su hijo también son celíacos y su mayor problemática llega a la hora de comer fuera. Es cierto que “hoy en día en el supermercado hay mucha oferta de productos sin gluten”, sin embargo la cesta de la compra se infla “muchísimo” al tratarse de alimentos específicos. Por ejemplo, resalta que un paquete de harina normal cuesta un euro y sin gluten cuatro, y lo mismo ocurre con todo. Jesús, que durante un tiempo regentó una tienda de productos específicos para alérgicos, destaca el caso del pan, que es “más caro y más pequeño, una barrita de 60 gramos cuesta un euro casi y una normal grande unos 50 céntimos”. A las familias con algún miembro con alergia al gluten les da como consejo “que tengan paciencia y no se preocupen porque hoy en día hay una gran variedad de productos”. Además, les recomienda “hacer las cosas en casa, por ejemplo el pan, que se puede congelar, y así se abarata la cesta”. También deben tener paciencia y mucha prudencia los intole-

Cuando comer se convierte en un DILEMA cha información. A ello está enfocada la Asociación de Celíacos de Córdoba (Aceco), a la que pertenece Esther, madre de un niño que padece esta enfermedad. Ahora tiene diez años y fue diagnosticado con dos y medio pero “no dieron con la tecla” en un principio y a causa de esta tardanza el pequeño hasta dejó de andar. “Esto es la suerte del pediatra que te toque, que lo vea rápidamente o no, porque hay muchos padres a los que están mareando mucho tiempo”, aunque “es cierto que es una enfermedad que cada vez más gente conoce” y por tanto se piensa más en ella a la hora de evaluar ciertos síntomas. En los niños esta alergia al gluten se descubre porque muestran señales como colitis,

vientre inflamado, pierden peso o no ganan altura. Esther explica que hay dos dificultades principales a la hora de afrontar el día a día con celiaquía. Por una parte, destaca el precio de los productos sin gluten, y “hay que pensar que hay familias en las que no sólo hay un miembro afectado, sino dos o tres”. Por ejemplo, ella se gasta a diario 2,65 euros en pan para su hijo, “un dineral” en comparación con el normal. Por otra parte, resalta la vertiente social de esta enfermedad con la que “no sales a la calle porque en casa uno lo tiene perfectamente controlado”. Es decir, los mayores handicaps son “lo que cuesta la cesta de la compra” y la dificul-

nalds o Telepizza. Por otra parte, las cadenas de supermercados también ofrecen una mayor gama de productos de este tipo, como Mercadona, que tiene 850 productos sin gluten, Carrefour o Deza. Es decir, “como cada vez somos más los que consumimos, la oferta aumenta”, incide. Uno de los mayores logros de las asociaciones de celíacos fue que los comedores escolares estuvieran obligados a dar de comer a alumnos que padecen esta enfermedad. En la mayoría de los casos este servicio funciona con normalidad, pero hasta Aceco han llegado padres alertando de que en sus centros daban a sus hijos una comida distinta a la de los demás, por ejemplo, dos días de

rantes a la lactosa. El hijo de Raquel, Enrique, que tiene nueve años y desde pequeño tenía dolores abdominales de forma puntual. El pasado año cogió “una serie de gastroenteritis y empezó a tener mucho cansancio y dolor permanente de barriga”. Entonces la pediatra lo derivó a Gastroenterología infantil de Reina Sofía, donde dieron con la intolerancia –que en su caso es incurable– al segundo diagnóstico. La adaptación a la dieta fue bien pero las complicaciones llegan a la hora de ir al supermercado. Raquel manifiesta que tiene “que mirar todas las etiquetas porque mi hijo incluso no tolera trazas de lactosa ni de leche”. Además, no todos los productos

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atractivas, la pizza, también es un punto de conflicto para la dieta de estos alérgicos. Raquel ya ha optado por hacer la masa en casa o comprar una específica que no lleva lactosa. Al principio resulta difícil pero “el niño acaba adaptándose, no le queda otra porque sino sabe las consecuencias, que son los dolores de barriga”, concluye. A sus 29 años, Virginia Kimpe está viviendo ahora ese reajuste en su dieta. El pasado año empezó a tener problemas de estómago, le hicieron las pruebas y le detectaron un 60% de intolerancia a la lactosa. Esto significa que hay unos alimentos que la contienen que puede ingerir y otros que no pero ella no lo sabe, así que “cualquier cosa puede ser una bomba, me lo como y puede que me siente mal”. Por ejemplo, apunta que “a lo mejor me tomo un vaso de leche y no pasa nada, pero si tomo un segundo ya he llegado al 100% y no puedo tomar más lactosa”. Este diagnóstico ha supuesto para ella “tener que cambiar mi alimentación totalmente” pero también ha mejorado físicamen-

FOTOS: RAFAEL A. BUTELO

Cuando salen tienen que “confiar en el personal del restaurante o el bar” donde van a comer

Un empleado de Mercadona coloca productos aptos para celíacos en una estantería.

Productos sin gluten de una conocida marca de pasta.

se pueden comprar en un solo sitio, por lo que estas familias se ven obligadas a hacer un tour por diferentes tiendas. Esta madre explica que los precios son más caros sobre todo en alimentos como galletas, queso y productos de bollería, “o si quieres comprar algún postre especial”. Por ejemplo, una tableta de chocolate te puede costar más de tres euros. Salir a un restaurante también es “bastante complicado” para Raquel y su familia. Primero porque en las cartas de la mayoría de los establecimientos no pone los ingredientes y segundo porque casi todo lleva lactosa: “Mi hijo sabe que cuando salimos a la calle come huevos fritos con pata-

tas y por ahora está feliz con eso”, asegura. Pero a veces incluso es complicado conseguir este simple plato. Esta madre recuerda que la pasada Navidad fueron a un establecimiento “y no tenían nada que pudiera comer mi hijo, así que ellos mismos tuvieron que pedir al restaurante de enfrente un plato de huevos con patatas porque no había ni eso”. Por otra parte, hay locales en los que la comida es precocinada, lo que significa que “ni ellos saben los ingredientes que tiene”, lo que hace imposible comer allí. Como positivo señala que ya hay restaurantes “con carta específica de alérgenos” y cada vez son más los que la instauran debido a la demanda que tienen.

La lactosa está presente en decenas de alimentos que alguien poco ducho en la materia no podría imaginar. No se trata sólo de evitar los lácteos ya que hamburguesas, embutidos, empanadas y hasta los frutos secos, entre otros, contienen ese elemento. Otra de las comidas más

te “porque antes no sabía lo que me pasaba, y ahora lo voy controlando poco a poco”. Victoria coincide en los problemas que tienen para salir a algún restaurante y a la hora de hacer la compra los intolerantes a la lactosa ya que “te sale todo más caro y tienes que leer las etiquetas muy bien porque casi todos los alimentos tienen lactosa, así que hay que tener mucho cuidado con lo que compras”. De modo que esta alergia “te limita bastante a la hora de comprar”. Por otra parte, en los precios “se nota mucho” hasta el punto de que “algunos alimentos salen casi el doble”. Por ejemplo, “si un cartón de leche cuesta 80 céntimos, a mí me cuesta 1,50 euros”, señala. Y a la hora de salir a la calle “en los restaurantes no se preocupan de quien tiene o no intolerancia a la lactosa, por lo que soy yo la que tiene que elegir y vigilar lo que como y lo que no”.

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CÓRDOBA SALUD | ECONOMÍA E INTOLERANCIAS

Las alergias alimentarias duplican el precio de la cesta de la compra ● Una familia con

un celíaco puede incrementar su gasto semanal en casi 33 euros Á. Alba

Ser intolerante al gluten o a la lactosa sale caro. Además de la adaptación a la nueva dieta, las alergias alimentarias conllevan un aumento del precio de alimentos tan básicos como el pan, la pasta o la leche que pueden incluso duplicar el del precio de la cesta de la compra. En el caso de los celíacos deben seguir durante toda su vida un régimen estricto exento de gluten, basado en productos naturales, para evitar desarrollar enfermedades autoinmunes o linfomas. Por esta razón algunos productos básicos en la dieta –como los cereales y sus derivados– tienen que ser sustituidos por alimentos especiales sin gluten, cuyo precio es más elevado que los que lo incorporan. Así, una bolsa de 500 gramos de macarrones sin gluten vale en algunos comercios 2,14 euros, mientras que el mismo alimento con harina de trigo se adquiere por poco más de un euro en caso de marcas contrastadas. Algo parecido ocurre con las galletas, cuyo paquete para celíacos de 400 gramos vale 2,14 euros en el caso de una marca blanca, muy por encima de las galletas habituales. El pan de molde es otro ejemplo, con un coste para los consumidores alérgicos al gluten de 2,65 euros para un envase de 385 gramos y marca blanca, cuando el de harina de trigo se oferta por 1,50 euros la bolsa de 500 gramos y con sellos de calidad. En cuanto al pan rallado, un paquete de 300 gramos se adquiere por 2,70 euros y en el caso de las harinas (que se elaboran con arroz) para celíacos valen en el mejor de los casos a 1,80 euros el kilogramo. En el caso de que una persona que no tolera el gluten quiera echar al cesto de la compra una pizza, paga por una de tamaño mediano 3,15 euros, más cara que una familiar con harina de trigo y de la misma marca, por la que se abona en caja algo menos de tres euros. Por otro lado, la lasaña se puede adquirir por aproximadamente 2,90 euros una caja de 530 gramos, mientras que los celíacos pueden pagar hasta

RAFAEL A. BUTELO

Una mujer mira la etiqueta de unos yogures de soja.

Aplicación MobiCeliac.

de restaurantes. La Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE) tiene una app propia, Facemovil, que tiene registrados más de 1.600 restaurantes y hoteles. Otro instrumento es GlutenFreeList, que permite consultar la lista de productos aptos para celíacos certificados por las asociaciones de celíacos y contrastados con los fabricantes. Por otra parte, a intolerantes a la lactosa está dirigida Chef Orielo, una app que muestra recetas de cocina para estos alérgicos y en la que los usuarios pueden compartir sus platos. Además, tiene un apartado en el que informa sobre marcas sin lactosa.

los precios de los productos adaptados a su dieta. Esta alergia no sólo afecta a los lácteos sino que la lactasa se encuentra en otros alimentos como barritas de pescado, atún en conserva, pechuga de pavo o tomate frito. En este caso, la lactasa se puede o no encontrar en un determinado alimento según la marca, lo que obliga a elegir algunas con precios más elevados en lugar de otras más económicas o blancas. En este caso, una caja de leche puede costar 0,60 euros, mien-

tras que sin lactosa asciende hasta 1,38. El batido de chocolate con cuesta alrededor de 1,60, mientras que su versión sin llega a los 2,70 euros. Si una persona intolerante a este azúcar compra una tarrina de mantequilla de 250 gramos ésta le puede salir por casi tres euros, mientras que la normal vale aproximadamente 2,30. El precio de un pack de cuatro yogures de sabores puede oscilar el euro pero al comprarlos sin lactosa sube hasta 1,60. Por otro

Consejos sobre dónde y qué comer a través del móvil Los celíacos e intolerantes a la lactosa pueden encontrar a través de las nuevas tecnologías una gran ayuda para descubrir qué pueden comer y qué restaurantes y bares ofrecen platos adaptados a su dieta. La mayoría de las aplicaciones (app) móviles están enfocadas a los alérgicos al gluten, como MobiCeliac, en la que se puede obtener información sobre recursos de alimentación y seguridad alimentaria en España, incluyendo una lista de alimentos, guía de hoteles y guía

4,50 euros por una de 300 gramos. Según un estudio de la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), tomando como base una dieta de 2.000 a 2.300 calorías, una familia con un celíaco entre sus miembros puede subir su gasto de la cesta de la compra en casi 33 euros a la semana, lo que significa un incremento de unos 132 euros al mes, y de 1.586 euros al año. Los intolerantes a la lactosa también sufren el aumento de

lado, un bote de crema de cacao y avellanas de 190 gramos también sin puede alcanzar los 3,50 euros, cuando normalmente se adquiere por unos dos euros. En el caso de una tableta de chocolate, las personas intolerantes pueden gastarse unos tres euros, mientras que una normal, de 100 gramos, puede costar unos 70 céntimos. En otro aspecto, cuando un intolerante echa en su cesta de la compra un kilo de queso curado puede hacerlo a un precio de 18,45 euros, frente a los aproximadamente 12,50 del normal. Si quisiera queso rallado, les saldría por unos 13,20 euros el kilo (5,75 euros el kilo con lactosa), el queso en lonchas por unos diez euros el kilo (5,50 el normal) y el queso fresco por nueve euros (frente a los 3,50 del apto para todos los consumidores). Este alto coste de los productos necesarios para la dieta de celíacos e intolerantes a la lactosa es asumida en su totalidad por las familias ya que en España no existen ayudas. Los países europeos más concienciados son los nórdicos –Suecia, Noruega y Finlandia– mientras que Francia, Dinamarca, Italia y Reino Unido también ofrecen beneficios para los afectados por estas alergias alimentarias.