El Estado y la inversión privada. - pad

la "línea aérea de bandera", y luego se ve que la inversión sería muy grande, ... se piensa que lo peor no es la inversión, sino un mínimo de retorno de ella.
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Publicado en Gestión, martes 23 de agosto de 2011.

El Estado y la inversión privada. José Ricardo Stok - Director del Área de Dirección Financiera. Tengo que reconocer que me sorprendo con frecuencia al escuchar anuncios de parte del gobierno o de algunos funcionarios que, en mi opinión, revelan desconocimiento o confusión acerca del rol del Estado y de la actividad privada.

Justamente cuando se constata la incapacidad o ineficiencia del Estado para el manejo de las cárceles y se habla más bien de privatizarlas… o cuando se insiste en la "línea aérea de bandera", y luego se ve que la inversión sería muy grande, pero no se piensa que lo peor no es la inversión, sino un mínimo de retorno de ella. Por cierto, también me sorprendió que algunos representantes gremiales ofrecieran la posibilidad de inversión privada para esta línea de bandera: dudo mucho que haya inversionistas con ánimo cierto de hacerlo. El Gobierno debe darse cuenta de que no es necesario ser dueño de algo para controlarlo, como lo acaba de demostrar la reciente suspensión de actividades de Peruvian Airlines. Y a propósito, ¿no hubiera bastado suspender la nave que presentaba defectos, y darle un plazo a toda la empresa para que subsane las observaciones y tener una inspección? Muchos problemas se habrían ahorrado los viajeros "suspendidos". ¿Por qué esa sorprendente celeridad?

El nuevo ministerio para el Desarrollo y la Inclusión Social es otro ejemplo; aunque se diga lo contrario, necesariamente va a aumentar el gasto corriente. Si se desea cierta autonomía para los diferentes proyectos de ayuda social y mayor capacidad de supervisión y control, bastaría con agruparlos en torno a una dirección general, y exigir resultados y auditarlos convenientemente, con una auditoría privada de buen nivel.

Soy partidario de la actividad privada, pero no estoy en contra de la actividad pública; lo que me gustaría, como supongo ocurrirá con todos los contribuyentes, es que el Estado sea cada vez más eficiente y nuestros impuestos se usen bien: no es una

cuestión de tamaño, sino de resultados. Qué pena da ver la gran ineficiencia en resolver el famoso empalme de la Autopista Prialé con la Carretera Central: ¡años! Seguramente la responsabilidad se esfuma entre las escusas de los implicados: Municipalidad, Ministerio de Transportes, Economía.

Recientemente, hemos escuchado al presidente Humala pedir colaboraciones al sector privado para contribuir con obras sociales. ¿Por qué no permitir realizar esos aportes direccionando impuestos, al menos un tercio de ellos? La seguridad de poder destinar con certeza parte de los impuestos a necesidades concretas y definidas será un gran estímulo para obtener esos fondos. A Dios gracias, también hay buenas noticias. Hace pocos días la Dra. Beatriz Boza presentó su reciente libro sobre Buenas Prácticas en Gestión Pública, que aporta un modelo de cómo hacerlo de manera concreta y real, pues está basado en la sistematización de 119 experiencias exitosas de buenas prácticas en gestión interna. Estupenda labor que realiza Ciudadanos al Día (CAD) para destacar aquellos funcionarios que se esfuerzan, muchas veces contra viento y marea, en ofrecer servicios adecuados a los ciudadanos, en ser ingeniosos y diligentes en su tarea, para servir más y mejor. También es una muestra de optimismo en el futuro el incremento constante de la inversión privada, casi duplicando el del PBI, clara señal de que se consolida la oferta, yendo por delante de la demanda.