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El pragmatismo es más peligroso que la coca pues da resultados a largo plazo, la coca no. El problema es que ambos consumen vida. ¿Educación para qué?
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¿Educación para el trabajo? Pablo Ferreiro Profesor del Área de Gobierno de Personas

Sin quitarle importancia a la educación para el trabajo, tema sobre el que se han publicado recientemente varias colaboraciones, me parece que hay que poner un poco de orden: en primer lugar la educación debe estar al servicio del hombre y no del mercado de trabajo. Esta frase quizás le parezca a alguno demasiado “rompedora”… ciertamente que me alegraría que así fuera, pero vayamos por partes. El mercado debe ser actualmente una de las instituciones más denostadas; después de décadas de estar (el Perú) fuera de él, nos encontramos en su mismo cogollo y ya un poco hartos de sus mecanismos: la presión publicitaria (pareciera que si no consumes de todo, no existes). El mercado (normalmente ciego y opaco, en vez de lúcido y transparente como nos agradaría que fuera), nos tiene bajo su bota, y no nos deja espacio (nos han colgado del cuello el babero que dice “come y calla”) para pensar, porque no hay tiempo y además porque parece inútil y aburrido. Peter Drucker decía “Durante más de treinta años me he dedicado a enseñar la gestión de las personas en las empresas. Hoy ya no pienso que aprender a dirigir a otras personas sea el aspecto fundamental que los ejecutivos tienen que aprender, lo que enseño hoy es sobretodo, cómo gestionarse a sí mismo”. El pragmatismo es más peligroso que la coca pues da resultados a largo plazo, la coca no. El problema es que ambos consumen vida. ¿Educación para qué? Pues para la persona (hay que saber qué es –la persona-, qué soy, qué se espera que haga, qué debería hacer); Educación para la familia, educación para la amistad, educación para ser un buen ciudadano, educación para ser un buen peruano… ¡que huecazo se percibe hoy en la gente joven ante estas preguntas que, evidentemente, los mayores no hemos sabido transmitir con cierta dignidad! Hay orfandad de ideales, de valores, de principios…. ¿lo va a solucionar una “Educación para el trabajo”? No creo. Primero hay que llenar el hueco y luego construir. Para muchos, demasiados, casi todos, esta frase (educación para el trabajo) equivale a “formación técnica”, planteamiento tan simplista como pensar que la seguridad se logra haciendo que la policía tenga más puntería. O que la sanidad e higiene es cuestión de profilácticos. Una vez oí decir que la Educación Primaria es para enseñar a expresarse: hablar, leer, escribir y escuchar; la Educación Secundaria para enseñar a pensar y la Enseñanza Universitaria para enseñar a servir. Lo que trato de señalar es que si alguien no sabe, leer ni hablar ni pensar, y le enseñan a manejar un martillo, es un peligro público. Creer que entonces servirá es demasiado inocente, en mi sola opinión, claro.