El Caballito y el Mar Jorge Díaz El caballito del carrusel daba vueltas y vueltas todo el día, todo el año y desde hacía tantos años que ni él mismo se acordaba. Por las noches, cuando se apagaba las luces de Parque de Atracciones y el carrusel se quedaba quieto, el caballito pensaba: -¿Toda mi vida daré vueltas y vueltas en el mismo sitio…? Si sigo me haré viejo, perderé la pintura, se me aflojarán los tornillos y me reemplazarán por un caballito nuevo. Terminaré en el basural sin haber conocido otra cosa que las luces artificiales de la rueda que gira. Así, nunca llegaré a ver el mar. Una noche, el caballito saltó del carrusel para escaparse. Los otros caballitos le dijeron: -¿Adónde vas? -Quiero ver el mar. No quiero seguir dando vueltas- respondió el caballito. -Naciste para eso. No te rebeles. Aquí es donde estás más seguro- le aconsejaron a coro. -Adiós. Mañana el dueño hará girar el carrusel con un caballito nuevo. El caballito se alejó con un trotecillo que quería parecer seguro, pero le temblaban las patitas de madera. No podía dejar de caminar en círculo y le costó mucho acostumbrarse a caminar en línea recta. En una plaza vacía, se encontró con un niño que buscaba cartones entre la basura, luego los amontonaba en un carrito de mano. -Hola. ¿Me puedes decir en qué dirección está el mar? El niño lo miró asombrado. -No lo sé. Nunca estuve allí. -Entonces, podríamos ir juntos, ¿no crees?
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- Estoy trabajando. Vendo los cartones que recojo. -Yo podría ayudarte a tirar del carrito. Cuando terminemos con los cartones, nos iremos a buscar el mar. -De acuerdo. Me llamo Quico y es la primera vez tengo un amigo como tú. El caballito acompañó toda la noche a Quico en la rebusca de cartones. Tiraba del carrito y trotaba con la gracia que tienen los caballitos de carrusel. En un tarro de basura encontraron un viejo sombrero de copa abollado. Quico se lo puso y empezó a hacer morisquetas. El caballito se reía mucho. -El Mago del Parque de Atracciones donde está el carrusel, tiene un sombrero parecido –dijo el caballito-. Hace salir del fondo todo lo que se le ocurre. Siguiendo con su pantomima, Quico metió la mano en el sombrero y dijo: -¡Sombrero mágico, haz que encuentre en el fondo una manzana! -Y un poco de alfalfa para mí- rió el caballito. Quico metió la mano en el sombrero de copa y sacó de su interior una manzana y un puñado de alfalfa. Los dos se quedaron mudos de asombro. Realmente parecía el sombrero de un mago. Mientras comían, Quico imaginaba las cosas que le pediría al sombrero de copa. -¡Unos patines! ¡Unas zapatillas! ¡Una torta de cinco pisos! El caballito comía su alfalfa sonriendo. -¿Y para ti no vas a pedir nada? -Yo no necesito nada, pero me gustaría que se iluminará la noche con fuegos artificiales. Todo está muy oscuro y la gente de este pueblo es muy triste. En ese mismo momento, empezaron a salir del sombrero de copa abollado miles de fuegos artificiales que se elevaban y hacían explosión en el cielo. Todo se cubrió de bengalas y luminarias. Se abrieron las ventanas de todas las casas. La gente contemplaba del cielo, maravillada. Lenguaje y Comunicación 3º Básico
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-¡Me gustaría que aparecieran entusiasmado, Quico.
globos, muchos globos!- gritó,
Del sombrero mágico empezaron a salir globos grandes y pequeños; amarillos, rojos, azules, de todos los colores. Algunos se elevaban otros rebotaban como pelotas y formaban montones que se movían como olas. Estaba amaneciendo y la gente salía de sus casas, llamándose y riendo. El pueblo parecía estar de fiesta. -¡Vamos hacia el mar!-dijo Quico-. El sombrero mágico nos indicará el camino. El niño engancho el caballo de carrusel al carrito de mando y se encaramó sobre los cartones. El caballito empezó a trotar llevando encasquetado entre sus orejas el sombrero del ilusionista. Llegaron al mar a mediodía, cuando las olas parecen calmarse y todo brilla como un espejo. El caballito de carrusel se despidió de Quico y entró en el mar y se convirtió en un caballito de mar, a los que llaman “hipocampos”. Son tan graciosos como los caballitos de carrusel, pero viven libres, sin dar vueltas en una rueda. Quico se hizo pescador y cuando nada mar adentro se encuentra a veces con el caballito de mar y se ríen mucho juntos.
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