EDUCAR PARA LA PARTICIPACIÓN FAMILIAR ES RESPETAR AL

la dirigen como en quienes aceptan participar – los hijos. Se puede participar desde el pensar y el opinar, o bien tomando decisiones, responsabilizándose ...
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EDUCAR PARA LA PARTICIPACIÓN FAMILIAR ES RESPETAR AL OTRO Y GENERAR BIENESTAR EN LA FAMILIA. Hablar de participación dentro de la vida familiar significa compartir un destino formando parte de un quehacer común. Es decir, en cada familia, cada uno de las personas que la componen, participan desde su rol, en la ejecución del proyecto que los define como grupo. Esta participación familiar funda sus bases en la educación para el amor, ya que es sostenida por el desarrollo de la capacidad de dar y recibir tanto en quienes la dirigen como en quienes aceptan participar – los hijos. Se puede participar desde el pensar y el opinar, o bien tomando decisiones, responsabilizándose luego de la realización de lo decidido. Es importante resaltar que la participación no es un fin en sí misma, sino un medio para lograr que la familia funcione como una organización educativa eficaz, favoreciendo el desarrollo personal y la satisfacción en cada uno de los miembros que la conforma. Es entonces desde la posibilidad de participar de este “dar y recibir” que se pone en marcha constantemente en el seno de las familias, que los hijos pueden, conforme con la edad y posibilidades de cada uno, comenzar a colaborar con determinadas tareas relacionadas con el bienestar y el orden.

Tal como lo define el profesor Gerardo Castillo Ceballos: “La primera tarea de los padres como responsables de la escuela familiar de trabajo es ayudar a cada hijo a descubrir el sentido del trabajo humano: cómo favorece la humanización del hombre y sus relaciones familiares y sociales. El trabajo es ocasión y medio de desarrollar capacidades, de prestar un servicio a otras personas y de crecer en valores humanos.” Educar a los hijos para el trabajo es el camino para que puedan incorporar, entre otras virtudes como la solidaridad y la satisfacción por el trabajo realizado, el valor de las tareas domésticas. Es fundamental entonces • Asignar a los hijos tareas en el hogar conforme a su edad • Respetar que las realicen dentro del marco de sus posibilidades siempre que lo hagan con dedicación • Realizar como padres las tareas del hogar con alegría y disfrutando del poder colaborar con el bienestar de todos. • Educar la responsabilidad: es oportuno que desde la infancia los hijos incorporen la noción de asumir las consecuencias, por mínimas que sean, del cumplimiento o no, de las tareas asignadas. Brindando nuestro apoyo, resaltando el reconocimiento al esfuerzo realizado, y colaborando como adultos al aceptar nuestro trabajo en el hogar con alegría, educaremos hijos que con seguridad, valoren el trabajo de las amas de casa.