Espacio, Tiempo y Forma, S. III, Hf Medieval, t. 4, 1991, págs. 367-383
Zoohistoria: Reflexiones acerca de una nueva disciplina auxiliar de la ciencia histórica DOLORES-CARMEN MORALES MUÑIZ *
A Turi, verdadero inspirador de estas líneas
En un ensayo previo ^ reflexionábamos acerca de la necesidad de reconstruir el pasado por medio de una interdiscipiinariedad integral ya que, si bien es cierto que tal hecho es aceptado por la mayoría de los historiadores, no menos cierto es que dicha interdiscipiinariedad tiende a concebirse desde una proximidad conceptual teórica y metodológica, es decir, con preferencia hacia las disciplinas humanísticas. En el presente trabajo intentamos profundizar sobre las posibilidades de colaboración con disciplinas científicas y más concretamente con las de naturaleza zoológica, como la veterinaria, la zoogeografía, la otología y la ecología, por ejemplo. Seguimos así la pauta iniciada con el estudio previamente referido aunque en este caso la argumentación se plantea desde una perspectiva mucho menos específica. Parece claro que la historia de la fauna discurre en los últimos 10.000 años estrechamente vinculada a la humana y casi podemos afirmar que apenas existen aspectos de nuestro mundo en donde, de una u otra forma, no se incluye la presencia animal ^. El hecho es recíproco.
* Profesora-Tutora de H.' Medieval. Centro Asociado de la UNED, Madrid. ^ «Contribución de las investigaciones historiográficas en los análisis zooarqueológicos" en prensa, para A Distancia (UNED). ^ La consideración del medio físico y de la fauna no son excesivamente habituales para interpretar la vida del fiombre en el pasado. Sin embargo su inclusión resulta muy enriquecedora. Ver la Introducción, y toda la obra en general, de la Geografía histórica, de Europa occidental en la Edad Media, de SAMARKIN, V. V., Madrid 1981. En la misma linea pero aun más preciso, y desde luego más aplicable a este trabajo, las páginas dedicadas a la fauna medieval en el capítulo «L'Homme et le milieu», pág. 21 y ss., por DELORT, Robert en su La vie au Moyen Age, Lausanne-Paris 1982.
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toda vez que el hombre se ha convertido en un agente de alteración faunística de primer orden en los tiempos que discurren a partir de la revolución neolítica (MORALES 1990). Por otra parte, los condicionamientos físico-biológicos de nuestro entorno parecen haber sido más acentuados en el pasado y su incidencia en la vida humana más decisiva entonces que en las sociedades tecnológicamente más avanzadas. Dentro de tal contexto, el estudio del mundo animal y de su interactuación con las poblaciones antrópicas cobra particular relevancia. Para abordar tal estudio no basta con las fuentes habitualmente consultadas por los historiadores, es decir, escritas, y también las denominadas directas, como la arqueología, que resultan insuficientes. No se trata aquí de escribir una historia de los animales, que sí la tienen, sino de analizar nuestras interactuaciones con ellos iluminando aspectos de nuestro pasado histórico desde una perspectiva novedosa que consideramos, además, particularmente enriquecedora. De alguna manera, se trataría de incorporar a la zoología como ciencia auxiliar de la historia. La zoología serviría entonces a modo de base de contraste de datos, que permitiría obtener una información más fiable y precisa al estudioso, al investigador. Esto es así debido a que existe, a menudo, un aparente divorcio entre los resultados que se obtienen por las vías clásicas de la historia y los que proceden de los estudios directos sobre la fauna. Para neutralizar e interpretar correctamente las aparentes discordancias es preciso contextualizar los datos y, en el caso de los zoológicos, nadie mejor que un analista de fauna para colaborar con el historiador. Un ejemplo servirá para ilustrar estas afirmaciones. Las fuentes narrativas o legislativas nos pueden indicar que el cerdo revestía una particular importancia en el mundo visigodo. Análisis faunísticos llevados a cabo en yacimientos visigodos, por ejemplo en Recópolis o Begastri, no parecen concordar con tal extremo pero la funcionalidad de los asentamientos excavados nos revela la no adecuación de ciertos contextos culturales —fortificaciones— en la constatación del fenómeno ^. Con frecuencia el zoólogo puede proporcionar tanta información complementaria a través del análisis faunístico que permite revelar aspectos relacionados con la economía y cultura de una población humana que
^ Trabajos ambos en preparación —Begastri, Recópolis— por el Laboratorio de Zooarqueología de la Autónoma, con mi colaboración para el apartado de contextualización histórica.
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Zoohistoría: reflexiones acerca de una nueva disciplina auxiliar. jamás podrían llegar a inferirse con la mera consulta de las fuentes «tradicionales». La exposición que sigue a continuación intenta esbozar toda una gama de cuestiones en donde la historia y la zoología se encuentran irremediablemente abocadas a una estrecha colaboración. Por razones de formación personal, los comentarios quedaran circunscritos a la época medieval así como al marco geográfico de subcontinente europeo". Arbitrariamente hemos desglosado las reflexiones en dos campos, en principio bien diferenciados —material y espiritual—, siendo consciente de lo irreal de tal división en función del grado de complementación e interferencia que con frecuencia ambos exhiben.
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LOS ANIMALES EN EL MUNDO MATERIAL
«Le monde animal... a beacoup plus marqué les esprits medievaux, le noble qui chasse le gros gibier et qui eleve chien, cheval ou faucon, le paysan avec ses báketes domestiques et les rapaces nuisibles qui les menacent, le philosophe qui les étudie, le clerq qui suit le fil des compairaisons bibliques...» ^.
l.a)
Dieta y vestido
Constituyen dieta y vestido elementos indispensables para comprender los modos de vida de cualquier época. Se especula con que buena parte de la recuperación económica del occidente medieval, a partir del año mil, sea debida a la variedad de productos consumidos. Los animales no parecen haber escapado a esta tendencia y al consumo diversifi-
"* La bibliografía de la ciencia biológica utilizada para este trabajo ha sido principalmente HESSE, B. & WAPNISH, P., Animal Bone arcaeology, Washington 1984: ILLIES, J., Anthropologie des Tieres, Munchen 1977; MASÓN, L., Evolution of domesticated animáis, London 1985; MORALES, A., Alteraciones antrópicas en poblaciones animales, Primeras Jornadas Hombre-medio ambiente. Alcobendas, págs. 125-137, 1990. En ocasiones, y siguiendo la forma de referencias utilizadas por estos especialistas, las citas zoológicas aparecerán directamente en el texto con el nombre del autor y el año correspondiente a la bibliografía aquí citada. ^ DELORT, R., op, cit,
pág.
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cado de los mismos contribuyó el comercio incipiente del occidente europeo, enriqueciendo especialmente la variedad de pescados procedentes de lugares muy lejanos en los mercados. Este hecho queda reflejado no sólo en la documentación, sino también en las faunas recuperadas en yacimientos que exhiben patrones de descuartizamiento y de representatividad esquelética indicadores de transporte y de preparación de las carnes saladas o secas ^ Además de las especies domésticas habituales —bovino y ovicaprino, característicos de la clasificación del ganado en «mayor y menor»— parece que en el medievo europeo cobra particular importancia el consumo de porcino con respecto a épocas históricas de la antigüedad. El hecho se debe a los germanos y se generaliza a partir de los siglos de transición explicando así el auge del porcino en el mundo visigodo al que antes hacíamos referencia'. Obviamente esta generalización no puede extrapolarse a comunidades judías o musulmanas, y el caso de España es manifiesto, y las implicaciones de tal extremo enlazarían con aspectos ideológicos sumamente interesantes y de sencilla verificación en muestras óseas. No menos interesante e igualmente asociado a concepciones espirituales en el mundo medieval, es la incidencia del pescado en la alimentación, inevitablemente condicionada por las disposiciones religiosas en relación con la abstinencia de carne. En este contexto deberíamos situar el consumo de mamíferos acuáticos, especialmente el castor, quienes, por encontrarse en el agua, eran considerados peces y, por lo tanto, susceptibles de consumirse durante las vigilias. No pocos achacan a este hábito la práctica total extinción del castor del occidente europeo durante la Edad Media, aunque el hecho es difícil de documentar incluso por fuentes zoológicas ^. Asimismo, sin salimos de este tema hay que añadir como las aves, también consideradas de origen acuático —al menos hasta el siglo XIII— se consumían en Cuaresma, aunque no los huevos, que
•^ MORALES, A., On the use of butchering as a paleocultural Índex: proposal of a new methodology for the study of bone fracture in archaeological sites. Archaeozoologie, vol. II, (1988), págs. 111-150. ' La protección de la ganadería, o de los animales domésticos y de caza en disposiciones como la Lex Alamannorum o la Ley Sálica, por ejemplo, ha llevado a M. Riu a extraer conclusiones muy interesantes sobre el valor de los animales, en donde ocupa el primer lugar el cerdo y también los halcones adiestrados, en La vida, las costumbres y el amor en la Edad Media. Barcelona 1959, págs. 91-2. ° DELORT, R., op. cit., págs. 22-4.
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Zoohistoria: reflexiones acerca de una nueva disciplina auxiliar... estaban prohibidos los días de vigilia explicando esta prohibición la costumbre de los huevos de Pascua que se comían ese domingo en señal de alegría ^. La alimentación, en su vertiente dietética, ha sido también objeto de estudios sobre la vida cotidiana y los análisis sociales. Existen dietas de ricos y de pobres del mismo modo que también se habla de caza de ricos —símbolo statutario—, y de pobres —subsistencia—, pero los términos han de contextualizarse correctamente ya que las abundancias regionales de especies serían las que dictarían lo que podríamos denominar «criterios diagnósticos» entre ambas. Así, por ejemplo, la abundancia de conejos en la Península Ibérica convertía su caza en una caza típica de subsistencia. En Europa, en donde el conejo se introduce a partir del siglo xii —al menos las islas Británicas—, su captura quedaba restringida a la nobleza, especialmente a la femenina (MASÓN, 1985). Quizás, más importante que las especies aparecidas sean, a efectos de caracterización de niveles sociales, las porciones del animal consumidas; la misma especie —el vacuno, por ejemplo— posee porciones cárnicas de muy diferente aprovechamiento y valor y la aparición contagiosa de determinados huesos en una ciudad o un castillo medieval han servido para definir hábitats ricos y pobres dentro del conjunto general. Los estudios sobre dietética han experimentado en los últimos tiempos un enorme auge en nuestro país, con cierto retraso con respecto al extranjero, y siempre considerados bajo una vertiente regional. Es una magnífica muestra de este interés el coloquio celebrado en Niza hace algunos años bajo el título de Manger et Boire au Moyen Age, advirtiéndose un gran interés de nuestros historiadores por estas cuestiones dietéticas extensibles a aspectos varios de la gastronomía o el arte culinario ^°. La dietética, además, nos plantea algunas preguntas de interesante incidencia en la realidad del hombre. En el caso concreto de los animales
^ Riu, M., op. cit, pág. 334. '" Celebrado en Niza hace siete años, ia pubiicación de las Actas contempla doce comunicaciones que hacen referencia a nuestra península y que, en su mayoría, están escritas por historiadores españoles. Fue en 1974 cuando EIRAS ROEL, A., escribió para Híspanla (XXXIV) «La historia cuantitativa del consumo alimentario: estado actual de las investigaciones». Sin embargo, los investigadores españoles utilizan no obstante fuentes documentales o narrativas, casi nunca se han servido de la información proveniente de prospecciones arqueológicas mientras que en el mismo Coloquio autores como BIDÓN, D., y BECK, C , presentaron una comunicación en donde se habían servido de los restos osteológicos para su estudio Le preparatíon des repas et leur consommation en Florez au xv siecle apres les sources archeologiques, págs. 59-71.
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¿por qué se consumen unas especies y se rechazan otras? Sabemos, por ejemplo, que para combatir la peste negra, entre otros remedios, se aconsejaba no ingerir aves acuáticas —patos y ocas— lechónos ni pescados viscosos —caso de las anguilas y las morenas— al tiempo que se animaba al consumo de gallinas y carneros " . Todas estas cuestiones y otras similares pueden verse enriquecidas en su interpretación por los datos aportados por los analistas de fauna. No menos trascendencia tiene, también como necesidad perentoria, el uso de los animales en la confección del vestido. De nuevo no sólo se cumplía la función de protegerse de los elementos naturales. Si los pastores se ocupaban en el curtido de pieles de oveja para procurarse zamarras es claro que las clases pudientes portaban ropas acorde con sus status social. La ropa, además, no sólo era muestra de las diferencias sociales, ya que incluso las comunidades religiosas podían ser distinguidas por la forma de vestir que respondía a determinadas disposiciones legales. Además de los animales domésticos también los salvajes proporcionaban especialmente pieles base, por cierto, de un importantísimo comercio durante toda la Edad Media ^^. l.b)
El caballo, animal revolucionario
Junto con la agricultura, la ganadería constituyó la actividad económica habitual del hombre medieval. Se asegura que, como consecuencia de la irrupción de los pueblos germanos, esta actividad no sólo pudo ser complementaria de las prácticas agrícolas sino que en muchas regiones europeas pudo haberlas superado. Tal era su importancia que vacas y ovejas, y más tarde caballos tuvieron, en los siglos llamados de transición, valor de tributo. Este panorama pudo cambiar a medida que transcurría el tiempo quedando la cría de ganado subordinada a la agricultura, a partir de siglo x ^^.
" «Le liévre lubrique et la béte sanglante. Reflexions sur quelques interdites alimentaires du Haut Moyen Age», LAURIOUX, Bruno, en Anthropozoologica, 1988, núm. 2 especial. Los consejos para combatir la peste están sacados del Regiment de preservado de pestilencia del médico leridés Jaume d'Agramunt tantas veces citado en las monografías sobre la muerte negra. '^ Le Commerce des fourrures en Occident á 'la fin du Moyen Age. Rome-Paris 197880, 2 vols., de Robert Delort. " DüBY, G., "La agricultura medieval, 900-1500» cap. 5, de Historia económica de Europa (1). La Edad Media, dir. por C. Cipolla, p. 204, observa como el ganado vacuno y lanar desempeñaron un papel primordial en la fertilidad del campo por el trabajo de labranza y el abono, y como desde, entonces, evolucionó la agricultura y la cría de ganado de manera conjunta, aunque la primera siempre fue insuficiente y marginal.
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Zoohistoría: reflexiones acerca de una nueva disciplina auxiliar.... El ganado además de proporcionar alimentación y vestido, era elemento primordial de inversión de la agricultura medieval y también elementos de diferenciación social. Además proporcionaba energía, tracción. Es más, la utilización del animal unido a ciertos avances técnicos iba a provocar transformaciones sociales duraderas como observó L. White en una obra aun válida ^''. Este autor llamaba la atención sobre la presencia o el protagonismo del caballo que iba a provocar cambios en la realidad socioeconómica de los siglos medievales. Siguiendo en parte a Brunner —independientemente de que su teoría sea o haya sido rebatida y pueda considerarse desfasada—, White observó que la abundancia de caballos tuvo especial incidencia en el origen del sistema feudal y por lo tanto en el sistema sociopolítico imperante en buena parte de los siglos medievales así como en el nacimiento de un grupo social específico: el de los caballeros que hacía válida aquella sentencia tan común de «el caballo, como todo el mundo sabe, es la parte más importante del caballero». Es el caballo, pues, animal clave, donde los haya. En el caso concreto de la guerra hay toda una época dominada por él: los años bajomedievales ^^. Pero mucho antes, un invento aplicado a su montura revolucionaría la sociedad medieval convirtiéndola en una sociedad dominada por una casta, una aristocracia de guerreros. Me estoy refiriendo al estribo. La Europa medieval, como vuelve a subrayar White, gracias al estribo, y a los diferentes usos del caballo, inventó el centauro, la unión hombre-caballo que habría de incidir tan decisivamente en la empresa americana. Los diferentes tipos de caballo utilizados para el combate nos llevaría a sumergirnos en un mundo apasionante de comercio y mentalidad. Palafrenes, corceles y rocines, razas distintas para diversos usos en la guerra. Su crianza y comercialización en granjas cistercienses, la Península Ibérica como proveedora de espléndidos ejemplares árabes para Europa... las fuentes nos hablan de la eficaz caballería ligera de los turcos como antes anteriormente se consideró determinante a los caballos en los avances magiares de las segundas invasiones bárbaras. Lombardos y gascones contaban con caballos especializados para la guerra siendo las monturas de los guerreros andalusies idóneas para preservar de los lanzazos al jinete según nos relata Kitab Al-Mugrib en el siglo xiii. Al ser tan apreciados, su posesión era símbolo de nobleza, al ser tan
Tecnología Medieval y Cambio Social, cap. 1 y 2. México 1990, reimpresión. CONTAMINE, Pliilippe, La guerra en la Edad Media, pp. 162 y ss.
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caros y tan difíciles de obtener, los caballos resultaban un regalo sin igual. Pero la técnica aplicada al caballo no sólo tendría consecuencias de índole guerrera o social. El arnés y la herradura de clavos convirtió a este animal, por su fuerza y velocidad, en el artífice principal de la revolución agrícola de los siglos plenomedievales. El llamado caballo «de fuerza» transformaba no sólo los resultados de las confrontaciones bélicas sino la economía y el transporte. Aún cuando comiera más que un buey y su precio fuese sensiblemente superior, la utilización del caballo como fuerza de tracción consiguió espléndidos rendimientos agrícolas una vez que los aperos se estudiaran y adaptaran para hacer crecer sus resultados. Y es por ello que la disponibilidad de avena en la rotación trienal —otro gran logro de los siglos plenomedievales— influiría positivamente no sólo en la alimentación humana sido en el rendimiento del animal. Asimismo, la rapidez del comercio terrestre se incrementó frente a lo que era la pauta en la antigüedad tan pronto se pudo disponer de arneses adecuados y los caballos pudieron ser utilizados como bestias de carga. Este aspecto decidió muy positivamente en el intercambio de personas y bienes y contribuyó, en no poca medida, a crear una conciencia europea a través de la homogenización cultural. /. c) Industria y Comercio Aun cuando las actividades económicas del hombre medieval estuvieran básicamente fundamentadas en el sector primario, las actividades industriales y comerciales nunca llegaron a desaparecer llegando a determinar el origen y el desarrollo de la ciudad y de las actividades urbanas. Las industrias alimenticias y del vestido fueron muy frecuentes en la Edad Media: quesos y leche, cueros y lanas, ungüentos como el halibut y las pieles se comercializaban en rutas interiores o en circuitos internacionales. Es curioso constatar como, en el caso de las pieles, éstas no sólo tenían la habitual aplicación de guarnecerse del frío. La piel de gato, por ejemplo, se usaba para fines medicinales ^^ y en el mundo vikingo, al ser un símbolo de status social, era apreciadísima.
" AuDOiN, Fredérique, «Les animaux, les «cris de Paris» et leurs vestiges archeologiques», pág. 15 núm. 10 de Anthropozoologica, 1988. Ver asimismo BOBIS, L., «Le Chat au Moyen Age», en La Journeé d'étude sur le chat de la société d'Ethnozoothchnie. Comunicación 6-X-1987.
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Zoohistoria: reflexiones acerca de una nueva disciplina auxiliar... Los animales revitalizaron regiones enteras de Europa. La industria y/o el comercio pesquero fueron la fuente de riqueza de zonas pobres o carentes de suficiente fauna doméstica •". ¿Que hubiera sido de la región báltica o del mar del Norte sin un animal como el arenque? Aun tenemos un ejemplo mucho más próximo. La importancia de la ganadería castellana es tan decisiva que no existe ninguna otra manifestación económica que la supere. La clave: la oveja introducida por los benimerines que, al cruzarse con la autóctona, dio como resultado a la «merina», base de la riqueza lanera. Esa fuente de prosperidad permitió a Castilla llegar a constituirse en una potencia riquísima en el mercado internacional a través de sus productos laneros. Pero, además, al estar gravados con determinados impuestos también significó una fuente extraordinaria para la Hacienda regia, y además esa ganadería castellana cristalizó en una organización de inmensa trascendencia en la política económica española hasta bien entrado el siglo pasado: la Mesta. Los productos derivados de animales que constituyeron determinadas industrias o artesanías y fueron objeto de comercio son muchos. Es posiblemente el pescado, más que la carne, el producto animal más trascendente a este nivel ya que, incidió asimismo en otros productos que elementos como la sal, se convertirían en imprescindibles. Animales domésticos cuya utilización eran totalmente completa eran los cerdos y los corderos, siendo estos últimos objeto de un comercio curioso gracias a sus pies ^^, pero cabe suponer que la incipiente industria —si es que se puede denominar así— perfumística, cosmética o medicinal también hacía uso del comercio al procurarse productos animales que, como la hiél de cordero o la grasa de perro, eran ingredientes necesarios para la confección de los mismos ^''. /. d) La vida cotidiana: enfermedad y diversión Además de para alimentarse, vestirse, trabajar o comerciar, los animales, como en los casos citados anteriormente, también podían propor-
' ' La pesca de peces en los lagos pudo sustituir a ciertos alimentos animales, sino había más tierras para pastos ni los bosques eran aprovechables. Todo esto se tradujo en el consumo también de pescado en pueblos costeros o en la «siembra» o construcción de estanques artificiales que llevó a una modificación cuantitativa a los ribereños, DELORT, la vie.., pág. 23. También J. C. Russell en el capítulo 1 de la Historia económica., de CIPOLLA, C. El caso concreto del pescado, del consumo de pescado, está falto de investigación como bien observa Richard Roehl en el cap. 3 de la citada obra. ^^ Id. trabajo que el primero citado en la nota 16. ^'^ Riu, M. op. cit. citando a Esteban Fougeres Le Livre de Manieres, pág. 350.
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Clonar ungüentos para sanar. El oftalmólogo toledano Alcoatí, aconsejaba una tajada de hígado de cabra para curar la nnlrada torcida o lo humores en los ojos, además de leche de burra o ingestión de aves para el mismo fin. La ceniza de cabeza de golondrina servía para la fabricación de colirios y la grasa de gallina para hacer ungüentos ^°. Sin embargo resulta más llamativo el caso contrario. Los animales y su papel esencial en la enfermedad humana. ¿Existe algo más importante que el papel jugado por la rata negra y/o las pulgas en la transmisión y propagación de la peste negra? Con respecto a esta cuestión hay que volver a insistir en los errores cometidos sobre animales cuando no se contrastan los datos de las llamadas fuentes históricas tradicionales con las zoológicas. En el caso concreto de la rata negra siempre se ha subrayado, y se sigue haciendo, que aparece en Europa a partir del siglo xiv, y así se plasma en los trabajos sobre dicho tema. Recientemente se han encontrado restos de este animal en varios yacimientos romanos y altomedievales ^\ Es un ejemplo muy ilustrativo de la necesidad de colaboración entre la historia y la zoología, consistiría en analizar en detalle brotes locales o menores de plaga bubónica anteriores a la «muerte negra» y su correlación con presencia de rata negra en yacimientos de dichos lugares y épocas. Además de ser causantes de las enfermedades del hombre también determinadas especies lo eran directamente de las de sus congéneres. Ésto hacía que incidieran de manera trascendente en el ganado y en las cosechas y consecuentemente en la economía humana. El enfriamiento de la Europa medieval tuvo que resultar nocivo para las larvas de mosquito, pero las plagas de langosta—«importadas», naturalmente—, como la descrita en los Anales Xantenses a fines del siglo ix, pudieron ser virulentas. También los animales depredadores se convirtieron con frecuencia en protagonistas de la vida del hombre. Se dice que el ataque de los lobos reforzó, además, la existencia de jabalíes, que la destrucción de las víboras hizo progresar a las ratas y que la destrucción de rapaces estimuló asimismo a los roedores. La realidad es que todos ellos formaron parte de la vida humana incluso en aspectos tan curiosos como su
==° Ibid., pág. 180. ^^ DEBORD, André, Avant les Croisades, les rats medievaux D'Andone (950-1028). Las ratas del castro medieval de Andona confirmarían, para Francia, lo que se presentía en otros descubrimientos arqueológicos europeos: la presencia de rata negra antes del siglo xi, es decir antes del regreso de los cruzados y de la gran peste del xiv, pág. 16, Anthropozoologica 3.
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Zoohistoria: reflexiones acerca de una nueva disciplina auxiliar... incriminación en los juicios. Las especies arriba citadas —depredadoras o devastadoras— fueron acusadas en juicios y acusadas, en ocasiones, de estar poseídas por el demonio lo que les condujo a procedimientos, generalmente religioso, así como a ser causa de exorcismos ^^. Sin embargo los animales en la vida cotidiana del hombre medieval también tuvieron un uso meramente lúdico y de compañía. La caza, por ejemplo, además de fuente de alimentación o vestido —especialmente en las clases populares— proporcionó a los grupos aristocráticos una forma de diversión y de deporte que ninguna otra actividad les reportó. La caza desde muchos puntos de vista ha sido y es tema esencial en los trabajos relacionados con la época medieval ^^ y proporciona muchos datos referentes a los animales y a su relación con el hombre. Así podemos distinguir entre la caza mayor-montería y la menor, normalmente practicada por necesidad más que por afición o deporte. También la cetrería gozaba de gran popularidad entre los nobles adiestrándose gavilanes, azores, halcones, sacres y alcotanes para la caza. Incluso estos animales estaban especializados en la captura de determinadas especies: el macho cazaba perdices y codornices mientras las hembras solían atrapar liebres, garzas, milanos y grullas. Además de la división del «trabajo» por sexos, los cazadores amaestrados eran distinguidos por las técnicas utilizadas en la captura de sus congéneres. Los tratados de caza, por cierto relativamente abundantes y fuente esencial para la Zoohistoria, nos informan de las piezas capturadas y de los animales necesarios para la práctica de este deporte-afición. Así el caballo era, de nuevo, utilizado para estos fines hasta el siglo x tirando de ligeros carritos a la usanza de la Antigüedad. Los perros, lebreles generalmente, eran también pieza fundamental
^^ «L'Animal dans les procedures religieuses du Moyen Age», DRESZEB, Marie-Anne, Anthropozoologica, número especial de 1989, págs. 135-140. ^^ En este tema concreto la bibliografía es ciertamente abundante. Otro coloquio celebrado en Niza, en 1979, La chasse au Moyen Age demuestra el interés despertado por esta actividad, varios historiadores españoles aportaron el fruto de sus investigaciones caso de M. A. Ladero Quesada o E. Pórtela Silva. No obstante para nuestro país dos son las fuentes clásicas para el estudio de esta actividad: el Libro de ¡a Caza debido al infante don Juan Manuel y el no menos célebre Libro de la montería, de Alfonso XI. De nuevo, los trabajos de este género, para nuestro país, no suelen utilizar las grandes posibilidades que ofrecen los restos animales hallados en yacimientos que sí incorporan los investigadores extranjeros en sus estudios, como por ejemplo, en el citado coloquio de Niza JOURDAN, L., Aspects de la chasse au Moyen Age en Provence d'aprés ie materiel osseaux recueilii au cours de deux fouilles archeoiogiques, Actas, págs. 229-235, 1980. Para el caso concreto de la cetrería citamos un trabajo de Francisco de Paula escrito en 1961 para los Cuadernos de Estudios Gallegos, «Algunas consideraciones sobre la cetrería en la Edad Media y su práctica en Galicia», págs. 183-193.
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en el deporte y es de suponer que también estarían especializados en las capturas de los animales fueran jabalíes, osos, lobos o ciervos por ejemplo. En cuando a la pesca deportiva, aunque menos frecuente que la caza, hay noticias de que, al menos desde fines de la Edad Media, era bastante practicada ^^. En casos como la pesca del salmón, por ejemplo, se requería la colaboración de otros animales como las nutrias. Además de la caza, el noble, el caballero, practicaba también la equitación y otros deportes como la natación, el tiro o el ajedrez pero era en torneos y justas en donde el caballo se hacía de nuevo imprescindible, de lo cual cabe deducir que se trataría de animales especializados. Otros animales hicieron compañía al hombre perteneciente al grupo social que fuera. Ésto casi sólo es válido para el caso del perro porque los gatos, en concreto, eran más habituales en las casas de los ricos. Se conocen mal las razas de los perros, pero es un hecho que los precios más altos eran siempre alcanzados por los diminutos perros de compañía —caso de los lulús, o los de aguas— frente a los canes de los pastores, de presa o de caza. Para el caso de nuestro país el fuero de Cuenca, por ejemplo, contempla una descripción de las razas de perros según su utilidad ' I Un estudio profundo del folklore y de las fiestas medievales nos sorprendería por la gran incidencia que tenían en ellas los animales. Alguna «fiesta» con animales es bien conocida como en el caso del juego de los ciegos y el cerdo descrita en una fuente narrativa del siglo xv ^®. Cabe suponer que buena parte de los crueles festejos «culturales» que aun se celebran en España tienen raíces en épocas medievales. Pero el salvajismo con los animales era característico de estos siglos: los vikingos eran muy aficionados a las peleas de caballos y casi todos los pueblos europeos tendrían algún festejo similar. Los sacrificios religiosos con animales, sin embargo, experimentaron un descenso, o no debieron de ser excesivamente frecuentes tras la desaparición del Imperio Romano Occidental '^\
^^ En el Vol I de Apuntes para la Historia de la pesca continental española, se cita un tratado de mediados del siglo xv en Gran Bretaña -Treatsyse of Fishynge wyth an Angle— sobre la pesca deportiva para aficionados. ^^ Riu, M. «Agricultura y Ganadería en el Fuero de Cuenca», Homenaje a Salvador de Moxo, En la España Medieval, págs. 369-387, Madrid 1982, dedica todo un estudio sobre el capítulo que describe las distintas razas de perros. ^° Journal d'un Bourgeois de París á la fin de la guerre de Cent Ans, 1405-1449, VALDEÓN, J . en el núm. 193 de Cuadernos de Historia, 15 «Vida cotidiana en la E. Media» reproduce al párrafo de la fiesta, en los textos pág. VI. ^' «Analogiques medievales des sacrifices (Autour de Saint Thomas D'Aquin)», de Dupuis, Michel, en Anthropozoologica, 11, 1989, págs. 3-8.
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Zoohistoria: reflexiones acerca de una nueva disciplina auxiliar... Animales también acompañaban a juglares, titiriteros y demás personajes que animaban las fiestas populares. En algún caso estaban adiestrados para tocar instrumentos, bailar o realizar ejercicios gimnásticos reservados normalmente a monos y cabras. Por último, tenemos cuentos, proverbios y costumbres relacionados con animales que han pervivido en la memoria popular ^^. Esto nos lleva a la segunda parte del trabajo en donde la etnología en general y la etnozoología en concreto gozan de un lugar preponderante.
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LOS ANIMALES EN EL MUNDO ESPIRITUAL
ILa) Mentalidades y símbolos La visión del hombre medieval con respecto a los animales tenía dos vertientes, y es por ello que los animales gozaban de un doble status: como seres naturales y como símbolos. Animales tabúes, sagrados, heráldicos y fantásticos aportan en su estudio una importantísima información sobre la cultura medieval y sobre la propia sociedad. La Edad Media, además, tiene para esta parcela concreta una fuente idónea de zoología, casi siempre simbólica: los Bestiarios. Expresión, es verdad, de la cultura urbana de los siglos plenomedievales, los Bestiarios son característicos de ese gusto «urbano» por lo exótico al igual que en el arte religioso, se representaban dragones, grifos y unicornios. La reflexión sobre las descripciones animales de esta fuente única han llevado a algunos autores a conclusiones interesantes sobre la cultura del hombre medieval. El animal, en definitiva, aclararía parte de los comportamientos sociales al revelar la mentalidad de quienes lo situaron dentro de un contexto cultural primordialmente simbólico. Enlazando con ello, determinadas disciplinas, como es el caso de la heráldica, incluyen la representación animal desde un punto de vista puramente simbólico. También para la religión es aplicable esta afirmación, en el caso de la paloma o el cordero. Como bien ha observado Guvierich los animales representaban a Cristo «en los cuatro momentos decisivos de su vida: Jesús había nacido hombre, había muerto como el becerro sacrificado, había resucitado como el león y había ascendido a los cielos
SEBILLOT, P., Le Folklore de France: La Faune, París 1984.
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como el águila. Dichos animales, además de los símbolos de los evangelistas, también lo eran de las virtudes humanas: prudencia y sabiduría, intrepidez, moderación y espíritu de justicia ^^. En no pocos casos la misma especie tenía dos «lecturas» dentro de la misma época, como es el caso de lobo, animal simbólico por excelencia, devorador en potencia de niños en los cuentos populares, que no es sino otra versión irreal de su condición devoradora de ovejas. Para San Francisco, sin embargo, era un hermano como lo eran todos los animales. Pero para la literatura islandesa tiempo de lobos es sinónimo de decadencia. Tal atavismo cultural procedía evidentemente de los colonizadores vikingos: la ausencia de lobos en Islandia no impide eliminar la fuerte repercusión que el lobo tuvo en las culturas escandinavas.
Il.b)
Magia y superstición
En esta misma línea nos adentraríamos en otro aspecto de la vida del hombre medieval: el mundo de la magia y de la superstición. No cabe duda que existían animales diabólicos por excelencia, caso del macho cabrío o de otros como el sapo, el gato negro o la serpiente relacionados con la brujería. Las rapaces nocturnas —estrigiformes— se vinculaban asimismo con las actividades de las brujas. En algún caso la familiaridad con los animales habría permitido al hombre transformase en animal —y no sólo disfrazarse como en los festejos populares—. También existían creencias supersticiosas que relacionaban la ingestión de partes de animales —cabezas en concreto— para desterrar el dolor de cabeza ^°. Algunas prohibiciones alimenticias estarían asimismo conectadas con temas superticiosos; es el caso de las liebres, el castor, los caballos salvajes o las aves, que enlaza con el comentario efectuado anteriormen-
^' GuRiÉvicH, Aron, Las categorías de la cultura medieval, pág. 319. Otras observaciones de interés sobre la representación de los animales en las págs. 101 y 90. ^ CARDINI, Franco, Magia, brujería y superstición en el Occidente medieval, págs. 779„ 250, 276,
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Zoohistoria: reflexiones acerca de una nueva disciplina auxiliar... te sobre la dieta en tiempos de peste. Las formas de despedazamiento de los animales también estarían relacionadas con cuestiones pseudoreligiosas o supersticiosas y siempre culturales ^\
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Literatura y Arte
El mundo de la representación faunística, sea a través de la palabra o de la imagen, tiene infinidad de aplicaciones para el estudio de las relaciones hombre / animal. Por de pronto habría que distinguir, dentro de la literatura, la perteneciente a la categoría de no ficción que bien puede aceptarse como una fuente de gran interés para la zoohistoria, de la literatura de ficción, que en gran medida también está influida por el mundo mental de los símbolos ^^. Esto último sería igualmente válido para el arte, al ser la iconografía una importantísima fuente histórica en nuestro caso, tanto en su aspecto más convencional y descriptivo como en las representaciones imaginarias o simbólicas de los animales. Ambas cuestiones se entremezclan en ocasiones. La duda, tanto para la literatura como para el arte, es casi siempre la misma: ¿es la representación de animales real o simbólica? ¿Es cierto que el cerdo, en época medieval se asemejaba más a un jabalí?. Los huesos, craneales y apendiculares confirman la diferencia entre ambos ¿es entonces la representación simplemente una observación no convencional del artista?
^' Los trabajos sobre despedazamientos de animales son bastante abundantes, además de remitirme al citado en la nota 6, destaco el de AUDOIN, F. y MARINVAL-VIGNE, IVI. C , «Boucherie Medieval et Moderne dans le Val-de-Loire» y GRANT, A., «Some observations on Butchery in England from the iron Age to the Medieval Period», ambos en Anthropozoologica, número especial de 1987, págs. 45-58. ^^ En su artículo Zoologie et Histoire des animaux a la fin du Moyen Age et au xvi siécle, Robert Delort, repasa, en cierto modo, las fuentes para el estudio de la zoología medieval gracias a escritores como San Isidoro, Alberto el Grande —De Animal/bus, escrito en 1270, un gran zoohistoriador—, Federico II, o el conde Gastón Febus con sus libros de caza, en Anthropozoologica, 1, págs. 38 y ss. 1984. La bibliografía sobre representaciones animales en arte o literatura son ciertamente abundantes, a título de ejemplo se recoge en el número 4 de Anthrozoologica, 1986, L'lmage des Oiseaux dans un recueil medieval d'exampla: les cantes moralises de Nicole Bozon, pág. 19 y ss. Los coloquios celebrados en Tolosa en los años 1984 y siguientes revelan con sus títulos «Animal et Histoire» o «Le monde animal et ses representations», el gran interés despertado por esta disciplina en la zoohistoria. Para el área concreta de medieval se cuentan varias comunicaciones algunas colectivas de historiadores franceses como el ya citado R. Delort o M. Vicent-Cassy con su trabajo Les animaux et le peches capitaux: de la symbolique á l'emblematique, presentado en el coloquio de mayo de 1984 y publicado un año después en las Actas, págs. 121-132.
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DOLORES-CARMEN MORALES MUÑl'Z
Dentro de la literatura medieval existen algunos géneros específicos para el caso de los animales: en primer lugar tendríamos los tratados de animales o las compilaciones con ilustres autores caso de San Alberto Magno, San Isidoro, Hildegarde de Bergen o el propio don Juan Manuel con su citado libro de caza. Asimismo, el género literario de los exempla resulta particularmente valioso a fin de obtener información sobre los animales. La literatura de los pueblos bárbaros hace continua referencia a pájaros y peces y el célebre Román de Renart otorga a los animales el papel protagonista para ridiculizar la sociedad humana. Una literatura realista que muestra la incidencia de la fauna en el mundo del hombre. ¿Podemos saber por la iconografía como eran realmente los animales en la época medieval? Autores como R. Delort o L. White se contradicen al subrayar que la fauna doméstica fue más fuerte —el primero— que la actual, opinión con la que no está de acuerdo el segundo. Las representaciones proporcionadas por el arte no deberían de inducirnos a error. Pero ¿a qué se refieren estos autores al hablar de fuerte o débil? ¿a corpulencia? ¿a peso? Parece clara la necesidad de disponer de canales alternativos lo más fidedignos posibles a fin de corroborar datos. En este sentido la colaboración del arqueozoólogo se nos antoja como imprescindible. De nuevo esta sentencia nos lleva a considerar una última cuestión en este trabajo.
CONCLUSIÓN: LAS FUENTES DE LA ZOOHISTORIA
La Zoohistoria puede fundamentarse en una gran variedad de fuentes pero, como parece natural, no existe ninguna específica dedicada a la información puntual sobre animales. La característica primordial de esta disciplina sería, más que su carencia de datos, la dispersión de éstos al hallarse, además, en fuentes de muy diversa índole. Las fuentes históricas habituales de condición social, económica, institucional, cultural o espiritual van desde actas municipales, fueros, ordenanzas, y cuadernos de cortes hasta reglamentaciones de mercado, tarifas de peaje, regias monásticas y diplomatarios. Cualquier aspecto de la vida del hombre, empezando por las necesidades más perentorias como el alimento o el vestido, es fuente también para hallar datos de animales y relacionarlos con el pasado humano. Pero además de las fuentes más tradicionales de la ciencia histórica, como las narrativas y la documentación de archivo, hay que considerar asimismo las literarias, iconográficas y etnológicas. A lo largo de este trabajo creemos haber dejado testimonio de 382
Zoohistoria: reflexiones acerca de una nueva disciplina auxiliar... esta variedad de fuentes que se traducen en bibliografía también muy rica. Sin embargo, el motivo principal que nos instaba a escribir estas líneas era la necesidad de utilizar la zoología como fuente auxiliar de la historia. Porque la relación hombre / animal sólo puede estudiarse complementando todas las disciplinas mencionadas, constituyendo la zoología la auxiliar histórica más trascendente. Sólo con su ayuda estaremos en condiciones de desmentir las afirmaciones de que la fauna del medievo era cuantitativamente y cualitativamente diferente que la actual. Y además de subrayar que no hay evidencia zoológica para afirmar que existían otros animales —salvo excepción— caso de reptiles o aves, que los actuales si en cambio puede coincidir la historia y la zoología cuando se afirma que a lo largo de la Edad Media se fueron extinguiendo los uros, se mermaron buena parte de los osos, e Inglaterra exterminó prácticamente los lobos durante el siglo XV ^^. Se impone pues, reconstruir el pasado por medio de la interdisciplinariedad, y para nuestro caso concreto es absolutamente inevitable la colaboración entre la zoología y la historia y entre sus fuentes tanto escritas como materiales para comprender un poco más esa relación tan inseparable que fue y sigue siendo del hombre y sus hermanos, en escala zoológica inferior, los animales.
^ De nuevo R. Delort en su ya citado La vie..., págs. 22 y ss. Este autor tan interesante para nuestra disciplina fia escrito Les animaux ont une histoire, París, 1984.
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