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espectáculos
| Domingo 20 De julio De 2014
Teatro en el mundo Laura Ventura
elaine stritch // broadway a oscuras
Anteayer, a las 19.45, Broadway apagó sus luces. Despedían así a Elaine Stritch, un emblema del teatro neoyorquino y del mundo del espectáculo, quien falleció el jueves, a los 89 años. “Sospecho que no debe saber cómo descansar en paz. Un ícono del entretenimiento. Fuerza de la naturaleza”, escribió en su cuenta de Twitter Mia Farrow. Fue
Adiós a Stritch nyt
conocida a nivel mundial por sus incursiones en TV, donde cosechó tres Emmy. En su último papel en la pantalla chica interpretó a la madre de Alec Baldwin en 30 Rock. Pero sin lugar a dudas, Broadway fue su hogar, su ámbito natural. Stritch debutó en los escenarios en la década del 40 y protagonizó innumerables musicales. El último de ellos fue la reposición de A Little Night Music, de Stephen Sondheim, como Madame Armfeldt. Trabajó con el compositor durante cuatro décadas, desde Company, incluyendo una serie de recitales en 2008, At Home at the Carlyle: Elaine Stritch Singin’ Sondheim, donde repasaba los temas clásicos de sus musicales,como “I’m Still Here” y “Ladies Who Lunch”. Fue nominada al Tony por Bus Stop, Sail Away, Company, A Delicate Balance y Show Boat, pero recién obtendría la estatuilla por Elaine Stritch: At Liberty, un unipersonal donde recorría su vida, éxitos y fracasos y su lucha contra el alcohol.
méxico // veronese no tiene miedo
El argentino Daniel Veronese acaba de estrenar en México, en el Foro Cultural Chapultepec, ¿Quién teme a Virginia Woolf?, protagonizada por Álvaro Guerrero y Blanca Guerra (en la Argentina se la pudo ver el año pasado en la novela Abismo de pasión). Completan el elenco, como el matrimonio joven que visita a los dos intelectuales Marcela Guirado y Sergio Bonilla. El realizador ya había dirigido este clásico de Edward Albee en Madrid, en 2012, con Carmen Machi y Pere Arquillué.
españa // una guerra en escena
La compañía griega Stathis Livathinos Theatre Group es la gran estrella del 60° Festival Internacional de Teatro Clásico. Ensayaron 9 meses para darle vida a esta particular versión de la Ilíada, con un gran despliegue escenográfico. Es la primera vez en el reconocido encuentro que los 24 cantos del poema homérico se llevan a escena.
Esta creación colectiva articula bellamente distintas artes escénicas
teatro
Sueños de infancia cinthia interminable. ★★★★★ excelente. dirección: Juan Coulasso y Jazmín Titiunik. intérpretes: Eric Mandarina, Germán Botvinik, Juan Fernández Gebauer, Marysol Benítez. creación: Los directores y los intérpretes. iluminación: Mariano Arrigoni. dirección de arte: Ezequiel Galeano. sala: Beckett, Guardia Vieja 3556. funciones:: los viernes, a las 23. duración: 60 minutos.
A
fortunados los que puedan sumergirse en esta experiencia arrobadora, es decir, los que se dejen tomar por estos mundos oníricos que tienen su propia –y rigurosa– lógica. Para que suceda el hechizo, no hay otro camino que aceptar el poder de un misterio que permanece aún después de terminar la obra (que en verdad no tiene ni principio ni fin, aunque sí va trazando un tenso arco narrativo). Sin embargo, es posible descifrar algunos contenidos de estos sueños que en parte reenvían al territorio de la infancia de sus jóvenes hacedores. Porque más allá de los guiños evidentes –el típico acento neutro de doblaje de series que emplea el único personaje que habla en español, las frases hechas mechadas en su discurso, los nombres ingleses, el apellido que suena a alemán– hay en el transcurrir de este espectáculo tan minuciosa y refinadamente elaborado, algo que tiene mucho que ver con la libertad de la infancia que sabe abrir la puerta para ir a jugar creativamente, dejándose llevar por el juego, con el inconsciente a flor de piel. Solo que ese juego al que se entregaron mancomunados intérpretes y directores de Cinthia…
los conduce al borde de abismos insondables a los que supieron abrirse con osadía, actitud sumamente perceptiva y la inteligencia poética de avenirse a lo que la obra misma les dictaba: ciertas coordenadas subterráneas que luego serían pulidas con harta paciencia y mucho amor por el material, hasta alcanzar una perfección formal que rarísima vez se puede apreciar en la cartelera porteña. La figura del genial artista Bob Wilson –puestista integral, escultor– se puede citar como fuente de inspiración para la invención de un espacio intranquilizadoramente irreal, neto y despojado; también para el manejo del tiempo que se ralenta y acelera, sin responder a cronologías previsibles; y asimismo, algo del orden de la matemática y la geometría wilsonianas se infiltra en escenas alucinantes como la del solo de Margaret (incomparable Marysol Benítez, sosteniendo un pathos intenso e inmutable durante toda la pieza). Por cierto, Cinthia… se alimenta de otros referentes y los reprocesa, como determinados films de Stanley Kubrick y Quentin Tarantino. Amén de las influencias pictóricas en la nece-
sariamente preciosista iluminación de estos depurados cuadros vivos que partieron del perfil del padre despótico (un rol que aportó su intérprete, el muy talentoso actor y músico Eric Mandarina). Como se trata de una inclasificable obra interdisciplinaria, aquí coexisten bellamente distintas artes escénicas para desplegar estos sueños pesadillescos donde una familia tradicional tipo ya explotó al arrancar el primer cuadro: el padre descontrolado farfullando reproches e increpaciones, la madre y los hijos paralizados, anulados, convertidos en marionetas, sus expresiones trasfiguradas (denotando los actores y la actriz un entrenamiento y un grado de concentración altísimos). Hay un cuerpo anómalo en esa familia: Cinthia, una mujer en el cuerpo de un hombre, acaso el integrante del grupo ya inmolado previamente en aras del mandato patriarcal establecido, con sus reglas intolerantes. Si la estructuración de la obra no es racional y se desarrollan otros lenguajes radicalizados sobre la escena, es evidente que Coulasso y su troupe tiene conceptos muy contemporáneos y esclarecidos para transmitir un ideario que cuestiona la violencia, la discriminación, las identidades fijas y binarias. Entre los méritos sobresalientes, debe mencionarse el arte y una banda sonora que incorpora sugestión atmosférica abriendo con un hermoso y melancólico nocturno de Chopin, prosiguiendo con las citas bíblicas de In the Beginning, las alusiones sobre irse a la deriva de Deep Water, la ingenuidad soñadora de Mr. Sandman. Y en el espléndido solo de la madre, el Brindis de La traviata de Verdi. ß Moira Soto