Por $ 50 diarios, el cartonero sostiene un gran negocio

29 nov. 2009 - de nylon, 1,10. “Cobre y plomo no trabajamos. Llega muy poco acá.” Pablo Schamber es investigador de la Universidad de Lanús y autor del.
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ECONOMIA & NEGOCIOS

Domingo 29 de noviembre de 2009

I

ECONOMIA REAL

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EMPRESARIOS & CIA. | POR FRANCISCO OLIVERA

Manotazos que pueden ahogar la recuperación

U La lucha por la subsistencia

Por $ 50 diarios, el cartonero sostiene un gran negocio DIEGO CABOT Y ALEJANDRO REBOSSIO LA NACION Falta una hora para la medianoche del miércoles y Ortiz, como lo conocen sus compañeros de rutina, pecha su carro lleno de papeles y cartones por la avenida Córdoba. “Acá tendré más o menos 40 pesos”, se ilusiona. Explica que la calle le dio unos 120 kilos de una mezcla de papel y cartones. Y que lo puede llegar a vender a $ 0,35 por cada kilo. Según las cifras más ajustadas, entre todos sus colegas recolectan 600 toneladas de papel por día (unos $ 5,6 millones por mes). Faltan 15 minutos para las siete de la mañana del jueves. En Palermo, a pocos metros del Río de la Plata, baja de una camioneta blanca Cristina Lescano. Es la mandamás de la Cooperativa El Ceibo, una empresa social, como ella la describe, que vende al por mayor distintos productos reciclables. “Conseguimos muy buenos precios porque vendemos mercadería de primera y en grandes volúmenes. Por cada kilo de cartón nos pagan 57 centavos (por kilo), por el blanco (el papel en resma que se utiliza en las oficinas) conseguimos 1,20 pesos y por los envases pet, un 1,10 por kilo. Pero es porque acopiamos, clasificamos y vendemos. Si andás solo en la calle, te dan menos de un tercio”, cuenta mientras da órdenes, reta a los recuperadores impuntuales, zamarrea a gritos a los remolones y se toma un té. Falta una hora para que llegue el mediodía del jueves en la Capital Federal. En Nueva York y en Londres, los mercados están calmos. El precio del petróleo –materia prima del plástico– baja un 1,17% en el mercado estadounidense y un 0,77% en Londres. Los metales están estables y el papel aumenta bastante. Los cartoneros porteños no están pendientes de lo que sucede en las grandes plazas globales. Y muchos menos los operadores financieros de lo poco que ganan los recolectores de Buenos Aires. Pero cada decisión o anuncio que hagan allá repercutirá directamente en el bolsillo de estos miles de argentinos que realizan un trabajo de subsistencia. Lescano explica que no mira todo el tiempo los precios internacionales, pero le cuentan cómo andan

LA SEMANA QUE PASO Se sancionó la ley de emergencia económica Miércoles. El Senado sancionó la prórroga hasta 2011 de la ley de emergencia económica, una herramienta que le otorga amplias facultades para gobernar sin control parlamentario.

Bonus navideño para los jubilados Miércoles. Los jubilados y pensionados que cobren hasta $ 1500 recibirán en diciembre un pago extraordinario de entre $ 200 y $ 350, anunció la presidenta Cristina Kirchner. La medida alcanzará a 4.950.312 pasivos.

El Gobierno tomó fondos provinciales Jueves. El Gobierno se apoderó de $ 2000 millones más, que corresponden a las provincias, para solventar gastos del presupuesto nacional, y elevó su deuda con los Estados del interior a $ 9000 millones.

FERNANDA CORBANI

En la ciudad de Buenos Aires trabajan 4900 recolectores que levantan 600 toneladas de papel, que luego son reindustrializadas

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PRECIO POR KILO ALUMINIO

$ 3,50 ENVASES PET

$ 1,10 CARTON

$ 0,57 PAPEL BLANCO

$ 1,20 las cotizaciones de las commodities. De memoria recita los precios que transa. Siempre por kilo, el vidrio vale $ 0,24; el aluminio, 3,50 y el film de nylon, 1,10. “Cobre y plomo no trabajamos. Llega muy poco acá.” Pablo Schamber es investigador de la Universidad de Lanús y autor del libro De los desechos a las mercancías. Etnografía de los cartoneros de Buenos Aires. “Respecto de la relación con precios internacionales, diría que es tan directa como con cualquier otra commoditie. A principio del año pasado, se derrumbaron los plásticos en el mundo. Acá también”, relata. Ortiz descansa a la espera del camión que todas las noches los lleva y los trae del conurbano bonaerense. Confiesa que no puede creer las cosas que tiran en la Capital y se sorprende de los vaivenes del precio de lo que con esfuerzo junta. “Un día me dan una cosa, y otro día, otra. No hay un precio fijo para la mercadería. No se por qué, pero cambia todos los días”, dice, cigarrillo en mano. Ni siquiera por haber visto de reojo el titular de alguno de los miles de diarios ya leídos que todos los días pasan por sus manos sabe de la crisis que afectó al mundo desde mediados de 2008. “Ni idea –confiesa–. Lo que le digo es que el año pasado no se podía vivir con lo que ganábamos.”

Suben y bajan En El Ceibo, que emplea a 63 personas, tampoco la pasaron bien. “Los precios cambian mucho. Le digo más –se anima Lescano–, el segundo semestre del año pasado cayeron a la mitad. Tuvimos que pe-

dir prestado para pagar los sueldos. Además, no sólo nos pagaban poco sino que nadie nos compraba.” Schamber cuenta que lo que se gana depende de varios aspectos: tipo de ciudad, si se usa caballo, carro o bicicleta, la dedicación exclusiva o parcial y la colaboración o no familiares. También hay que tener en cuenta que no todos los materiales que se recolectan se venden inmediatamente. Algunos, como el cobre, aluminio o bronce, se suelen acumular y guardar como ahorro, para vender en casos de necesidad o fiestas. En 2001 había 20.000 cartoneros. En 2002, la devaluación –que triplicó el precio de las materias primas en pesos– y la crisis hicieron que la cifra se duplicara. En 2003 se registraban 14.500 y en 2005, 8700. Actualmente hay 4900 cartoneros. Los vaivenes tienen que ver con dos factores: la falta de trabajo y el precio de las commodities. “En 2002 laburábamos por hambre. Había una miseria enorme y esto alcanzaba para comer”, recuerda Lescano. Las cifras de desempleo, que bajaron hasta fines de 2008, parecen darle la razón a quienes sostienen que la actividad sólo tiene que ver con la falta de otro trabajo. Juan Grabois es miembro del Movimiento de Trabajadores Excluidos, una de las agrupaciones que firmó un acuerdo con el gobierno porteño para recolectar puerta a puerta. Cuenta con 2000 cartoneros. “Hay dos funciones principales de estos trabajadores. La primera es servicio público porque ayudan a la reducción del enterramiento de basura. La segunda, la de proveedores de materia prima para la industria”, explica. Para la primera de las funciones, desde 2008, el gobierno porteño empezó a pagar una suerte de subsidio de $ 370 por mes a cada uno, más la obra social –que corre por cuenta del gobierno nacional– y los traslados. Dice Grabois que cada cartonero que anda en la calle puede hacerse de entre $ 40 y 50 por día. “El precio varía todo el tiempo. Depende de otras variables”, dice. Razón no le falta.

Más información. La rentabilidad de los que les compran al por mayor. www.lanacion.com.ar

 

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na fecha carcome la cabeza de los banqueros. Piensan en el miércoles, cuando empiece el pago de la asignación universal que prevé darles $ 180 por hijo a 1,5 millones de padres beneficiarios en todo el país. La Anses distribuyó una base de datos que, escudriñada por los bancos, ya desencadenó una conclusión políticamente incorrecta: por problemas de documentación, sólo podrían cobrarlo 700.000, menos de la mitad. Este desvelo de los banqueros se suma a otros. Por ejemplo, que serán las entidades las que pagarán los costos de mantenimiento de esas cajas, esas tarjetas y la renovación de billetes en los cajeros. “Tenemos un problemón”, resumió uno de esos ejecutivos. Los banqueros dicen que el sector está sólido. Que el país crecerá el año próximo y que asoman sólo dos incógnitas, una externa y otra autóctona. La primera es si el dólar si devalúa más en Estados Unidos. La segunda fue definida por un hombre de la banca con una frase inquietante y sugestiva: “Que no provoquen algo que genere una corrida”. He ahí el problema del empresario argentino, del rubro que fuere, hacia 2010: ¿hasta cuánto –y cuándo– estará dispuesto a intervenir Néstor Kirchner, considerado el factor más dañino por el establishment en una economía en vías de recuperación? Algunas de estas cavilaciones fueron expuestas hace tres semanas por un reducido grupo de industriales, banqueros y empresarios energéticos delante de la embajadora de EE.UU., Vilma Socorro Martínez. Fue una noche tensa, con algunos ruegos. Le pidieron, por ejemplo, que intercediera ante el FMI para lograr un acuerdo con la Argentina. Los escuchaba también Tom Kelly, encargado de negocios de

la embajada. Las razones de los empresarios fueron atendibles: quieren un 2010 sin sobresaltos. Pero Martínez los cortó en seco. En todo caso, les dijo, ésa es una tarea para encomendarle al gobierno argentino. Justo ahora, con todos los caminos de diálogo cerrados y mientras cunden en la Casa Rosada todo tipo de sospechas ante cualquier reunión empresarial que no sea convocada por algún esbirro gubernamental. En eso anda Roberto Baratta, subsecretario del Ministerio de Planificación, notificando a ejecutivos de la generación eléctrica que no hay fondos para pagarles los $ 1500 millones que les debe el Estado. La deuda se arrastra desde enero de 2008 y el Gobierno ya intentó todo tipo de piruetas para extender plazos. El último: pagarles sólo a los que, mediante la resolución 724, acrediten proyectos de inversión nueva o mantenimiento de equipos. Baratta es un buen emisario del cerrado núcleo en donde se toman las decisiones. Pero existen otras estrategias para enviar mensajes. Quizá los gobernadores Jorge Alperovich (Tucumán) y José Luis Gioja (San Juan) le hayan transmitido ya a Néstor Kirchner una advertencia que recibieron de la aerolínea LAN: habrá más vuelos a esas provincias, pero siempre y cuando no explote todo por los aires ante el pedido de alza salarial de 40% más extras con que Jorge Pérez Tamayo, el Hugo Moyano de los cielos argentinos, ha decidido sorprender al mercado. El líder de los pilotos anticipa que el 11 de diciembre, cuando venza la conciliación obligatoria, habrá paros. El 40% inquieta en Aerolíneas, acaso el próximo objetivo, y en industrias que temen lo que pasó otras veces: una escalada sindical, que es el legado más hostil que les dejará el kirchnerismo.