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espectáculos
| Martes 22 de julio de 2014
O’Neill, el tipo de Berisso estreno. Lito Cruz siempre estuvo fascinado por la leyenda de que el dramaturgo vivió en esa ciudad
bonaerense; ahora protagoniza El toque de un poeta, junto con Eleonora Wexler y Susú Pecoraro Viene de tapa
Hoy cuenta el intérprete: “O’Neill fue el primer autor que leí en mi vida, porque decían que había estado en Berisso. Y siempre me resultó muy extraño. Por un lado, te muestra la vida de una manera muy oscura, pero finalmente es muy optimista, porque después de todo el dolor que expone hace que una luz aparezca y te devele la realidad de otra manera”. También esta producción de Julio Gallo lo acerca a una técnica de actuación que siempre privilegió y practicó. Primus es un hombre que trabajó al lado de Lee Strasberg, de Elia Kazan. “Es el mundo de mi historia de juventud –cuenta el actor–. Estoy viviendo algo así como una especie de presente del pasado. Todo ese mundo que para nuestra generación era una leyenda, que nos llamaba la atención y que veíamos materializado en el cine. Ese sentido de verdad que nos resultaba interesante ahora lo estamos viviendo aquí, en Buenos Aires. En la Argentina lo habíamos descubierto antes, es cierto. En actuaciones como las de Luis Arata. Ahí fuimos descubriendo la grandeza de un campo de actuación impresionante, pero que, claro, a nosotros nos impactó después, viendo el cine norteamericano. Este espectáculo tiene todos esos ingredientes.” El toque de un poeta cuenta la historia de una familia irlandesa que emigra a los Estados Unidos. Está integrada por Cornelius Melody (Cruz), quien vive aferrado a un pasado que no regresará y se mantiene activo en el presente gracias al alcohol; su esposa, Nora (Susú Pecoraro), que lo acompaña sumisa, y Sara (Eleonora Wexler), su hija, quien lo obliga a recapacitar de una manera dolorosa. “Cornelius es un personaje muy especial. Es un hombre que tiene una doble vida. Aquella que trató de construir ficticiamente y la real. Siempre está en un lugar diferente. Es un gran desarraigado”, explica Lito Cruz. Volver a casa “Cuando entré al teatro pensé: qué lindo es el teatro. Volví a la mansión”, dice Susú Pecoraro, con mucha simpleza, pero cargada de una gran expectativa. Es que la actriz hace cinco años que no sube a un escenario. Su último trabajo, La duda (2006), con la dirección de Carlos Rivas, fue muy atractivo, pero se alejó del proyecto y se mantuvo ausente de las tablas. “Pasaron otras cosas en mi vida –explica–. Durante muchos años viajé mucho, acompañando películas. Siempre me preguntan qué me gusta más: el cine, el teatro, subestiman mi paso por la televisión. Yo
Pecoraro, Cruz y Wexler, encabezan esta obra dirigida por Barry Primus
MAXIMILIANO AMENA
necesité abrir caminos. Salí del Conservatorio y me metí en la televisión, y me gustó estar allí porque hacía lo que había aprendido. Cuando empecé a hacer cine, ya sabía trabajar en equipo. Nunca una cosa me parece más importante que otra.” Fue Lito cruz quien la llamó para participar de este proyecto. Y decidió que no iba a decir que no. “Es
ensayamos a partir de los textos de Las mil y una noches, era como una clase intensiva. En algún momento me fui a hacer El arreglo en cine, dirigida por Fernando Ayala, y mi carrera cambió.” Hoy encuentra que su personaje “es hermoso”. Una madre que todo lo entiende, trata de que nada se venga abajo, que todo funcione. Cuida a
El toque de un poeta De Eugene O’Neill En el Apolo, Corrientes 1372 Miércoles a domingos, a las 20.30, sábados, a las 20.30 y 22.30.
teatro
De campesina a bataclana
Un títere poético y bello
Mijal Katzowicz. asistente de dramaturgia y dirección: Ignacio Santi-
llana. coreografía: Georgina Forconesi y Mijal Katzowicz. música original: Pedro Canale. escenografía: Esteban Siderakis y Diego Rojas Borquez. vestuario:
como volver a los años 70. Con Lito, con O’Neill –comenta la actriz–. Sentí que iba a entrar en algo poético, creativo, que tenía que ver con mis comienzos. Estuve mucho tiempo en el grupo de Augusto Fernandes, trabajando con Lito, con Adriana Aizemberg, con Helena Tritek. Julio Chávez y yo éramos los más jóvenes de ese grupo. Durante un año
su marido y a su hija por igual. Es la que da amor, la que vive por los demás. “No es intelectual – afirma– es la que entiende de corazón.” Meterse en el mundo de Eugene O’Neill le resulta tan difícil como fácil. Descripto así resulta contradictorio. Pero la intérprete inmediatamente lo aclara. “Es tan fácil como lo que te pasa a vos en tu casa. Uno se reconoce en esos personajes, aunque son contradictorios. Éstos son autores que conocían muy bien al ser humano, hasta en sus imperfecciones. O’Neill no es fácil porque te lleva a jugar al límite, a situaciones muy extremas. Es interesante meterse en ese mundo porque te exige mucho desde la actuación. Inda Ledesma me enseñó algo muy bonito. Ella dentro de su generación era muy moderna, y decía: «Tuve que luchar mucho para no hacer un teatro elegante». Esto es, hay que mostrar las emociones, los miedos. No podés actuar un sentimiento, tenés que vivirlo.” Susú Pecoraro muestra hoy su costado menos inesperado (para este cronista): un perfil tan pequeño que conmueve. “Yo me construí así. Necesito invisibilidad. Siempre trato de salir por la puerta de atrás.
En busca de la libertad Es la más joven entre los protagonistas del proyecto. Su intensidad como actriz es mucha. Eleonora Wexler viene de representar El gran deschave, de Sergio de Cecco y Armando Chulak, en el Cervantes, pero por su carrera pasaron títulos muy importantes, los suficientes como para consolidarla como una gran actriz. Ella quería que su año se repartiera entre el cine y el teatro y, sin buscarlo demasiado, lo logró. Lito Cruz fue quien también la convocó para este proyecto. Leyó la obra “de un tirón”, como ella dice, y aceptó. Si bien no pertenece a esa generación que fue provocada por los autores norteamericanos de principios del siglo XX, encontró en El toque del poeta un buen disparador para su creatividad. Trabajó con Cruz y Leo Sbaraglia en El garante (Telefé) y algo de ese mundo creativo del actor la impactó. “Volver al teatro es maravilloso –explica la actriz–. Con este autor, con esta historia. Nunca había leído a O’Neill, aunque había visto algunas puesta de sus obras. Y me encantó entrar en su cabeza, encontrarme con su mundo mágico. Te obliga a expresarte con emociones intensas. Él se inspira mucho en August Strindberg, y si tus emociones no están a flor de piel, la obra no interesa. Pide un actor en carne viva. Y este proceso, junto a Barry Primus, ha sido interesantísimo.” Sara, su personaje, se enfrenta con su padre y trata de que él comience a vivir en la realidad. Su derrotero no es fácil. “Ella es la que pone límites en esa familia de inmigrantes que vivieron muy bien en su país, pero que hoy están en franca decadencia. El padre está perdido dentro de sus ideales, de su propio sueño. Ella, todo el tiempo, lo enfrenta pidiéndole que vea la realidad. Sara es la liberación”, aclara. En este intenso proceso de creación que tanto disfruta, Eleonora Wexler reconoce que en esta pieza ningún personaje termina como sueña que va a ser. Y una pregunta flota en el aire: “¿Qué hace un ser humano con esa realidad que no lo hace feliz?”. El elenco de El toque de un poeta se completa con David Di Nápoli, Jesús Berenguer, Carlos Cavanna. Ubaldo Kramer, Lisandro Fiks, Victoria Moreteau y Edgardo Marchiori. Mientras que la coreografía está a cargo de otra figura internacional, Julie Arenal, la coreógrafa original de la clásica comedia musical Hair.ß
teatro
en corral ajeno. ★★★ buena. dramaturgia y dirección: Soledad Manes. actriz:
HERNÁN ZENTENO
No me gusta llamar mucho la atención. Me gusta estar en el lugar en el que sé que puedo ser yo. Camila (la película de María Luisa Bemberg) me ubicó en un lugar de heroína nacional. Me becaron para estudiar en Hollywood. Pero decidí quedarme acá. Maduré muy joven, rodeada de artistas. Y ahora estoy volviendo con mi gente de teatro.”
Sol Ruiz Luparia. luces: Alejo Maglio. teatro: La Casona Iluminada, Co-
rrientes 1979. funciones: viernes, a las 21. duración: 55 minutos.
U
na joven mujer, encargada de un corral, corta por error el alambrado y las gallinas escapan. No sólo su trabajo, sino su vida pierde razón de ser. Así comienza a desplegar una vasta serie de artilugios para recuperar a sus queridos animales. Con paciencia, con picardía y luego con desesperación luchará para lograr su cometido. En una habitación/sala de La Casona Iluminada se recreó el corral que sirve también como biombo y camarín. Aunque el piso sea de elegante madera, el público se traslada a ese ambiente rural, mérito de Esteban Siderakis y Diego Rojas Borquez. En corral ajeno es una obra sobre la soledad y los sueños, escrita y dirigida por Soledad Manes. El texto está construido con la narración de los hechos y con la descripción de esta vida rural, así como con las fantasías de una mujer, seducida por las luces y los brillos de la gran ciudad. Manes se sitúa en la acción y también en la imaginación de este personaje, acudiendo a una gran cantidad de recursos técnicos para delimitar estos dos universos, más precisamente el de la granja y el del teatro de revistas, enhebrados por un mismo elemento: las plumas. En este unipersonal, Mijal Katzowicz logra un gran trabajo para componer una criatura que
Soledad Manes, pura plasticidad MATUTE MORALES
se desdobla como una campesina ingenua e infantil y como una sugerente bataclana. Tiene momentos de gran ingenuidad y otros de enorme seducción. Gracias a su plasticidad, propia de su formación en la danza, la actriz atraviesa en escena una metamorfosis, un proceso de paulatina animalización.ß Laura Ventura
soy solito . ★★★★★ excelente. autores: Peyla, Porión, Mazzini, Solezzi y Fontenla. interpretación: Ema Peyla y Gerardo Porión. dirección: Laura Fontenla, Nicolás Solezzi y Victoria Mazzini. realización de títeres: Peyla y Porión. realización escenográfica: Peyla, Porión y Mazzini. sonido: Nicolás Solezzi. sala: La Carpintería, Jean Jaures 858. función: este sábado, a las 21. duración: 50 minutos.
S
oy solito conmueve desde el título: el personajito en cuestión, además de autodenominarse en diminutivo, utiliza un verbo que elude la forma pasajera. Las personas “están” solas, porque el “estar” implica un estado transitorio. Este pequeño títere “es solo”. Pero no elige la soledad, por el contrario, en su respiración, en su pulso, se observa la impaciencia. Nada parece salirle bien; el universo, tenga la forma que tenga (animalito, mujer-títere, tormenta), se pone, por acción u omisión, en su contra. Pero sus reacciones son tan destempladas que causa gracia y ternura a la vez. La música no ilustra, sino que marca el paso de los acontecimientos. Está más cerca del relato que de la mera compañía; provoca incluso, en más de una ocasión, el movimiento del títere como si no pudiera sustraerse a su encanto. Soy solito nos propone la técnica tradicional de títere de mesa. El rectángulo-mesa es el espacio de desplazamiento, de sostén, pero los espacios donde transcurre la acción varían. El interior de su casa, el living, la habitación o la plaza se suman a un espacio que no responde a una construcción realista, sino vinculada con lo onírico. El reconocimiento de los espacios de ficción se da a través de los objetos. Pero así
como hay algunos que construyen el espacio hay otros “objetos” que no funcionan como objetos, sino como personajes: la rubia y la morocha, el pájaro, los perros. Pucho, el títere protagonista, tiene pocos centímetros y es manipulado por dos titiriteros, Ema Fernández Peyla y Gerardo Porión. Al margen de las necesidades técnicas de manipulación, por decirlo de algún modo, como es altamente expresivo, el trabajo entre dos permite mayor nivel de detalle en los movimientos. Pero, además, en términos simbólicos es un pequeño objeto manipulado por dos personas. El planteo temático establece un vínculo con nuestro universo. Él espera una llamada, obtiene una cita, se sienta en una plaza, se desilusiona. En cuanto observamos al títere vemos que aunque tiene forma de hombre hay algo de engaño en la construcción: mantiene la forma, la proporción y las partes, pero no es una reconstrucción realista. La cabecita es una pelota con gorrito cortado que no le cubre la totalidad de la cabeza, sino que permite que asome el material con el que está hecho. Entonces inscribe la doble información: remite a hombre pero, a su vez, lo desmiente materialmente. El muñeco no tiene ojos, sino un gorro a la altura donde éstos deberían estar y una
Soy solito, un muñeco muy particular nariz de payaso. En la misma línea tiene manos con todos los dedos, costuras en la ropa, medias, bufanda. A su vez pueden vislumbrarse las varillas que están en lugar de las extremidades. Como corresponde sucederá lo mismo con los desplazamientos y con el resto de los movimientos del títere. En ocasiones, y con sumo cuidado, reproduce los pasos “humanos”, pero también levita o se desplaza por el aire. Baila con un nivel de detalle extremo, pero pasa por encima de la aspiradora como
si para desplazarse no tuviera que tocar el piso. Todo está miniaturizado y cuando se altera la proporción del mundo real, la imaginación adquiere una dimensión mayúscula. Soy solito es en apariencia una puesta que no rompe con las estructuras tradicionales, pero las combina de tal modo y de una manera tan coherente que las convierte en otra cosa. Por eso, tal vez, es tan bello. “Así lo minúsculo, puerta estrecha si las hay, abre el mundo”, como diría Gastón Bachelard.ß Mónica Berman