Mujeres singulares
Mujeres singulares CARLOS CÉSAR ÁLVAREZ
Editor: Bubok Publishing S.L. Depósito Legal: M-15854-2010 ISBN: 978-84-9916-669-8
Carlos César Álvarez Álvarez 2010 Esta obra está bajo una licencia Reconocimiento-No comercialCompartir igual 3.0 España de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia visite: http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/es/legalcode.es
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PRÓLOGO Este libro recopila una serie de posts publicados desde 2005 hasta hoy en mi blog Días del futuro pasado(1), bajo el título genérico de Mujeres singulares. Es una serie que surgió espontáneamente. Empezó con los artículos dedicados a Isabel Eberhardt y Alexandra David-Neel -mis dos aventureras favoritas- y en vista de que a los lectores les gustaba leer estas historias y a mí escribirlas, continué con ellas durante años. Estas mujeres son singulares por varias razones, pero sobre todo porque desafiaron las normas de la sociedad en que les tocó vivir, se salieron del guión establecido para ellas y se desenvolvieron a su aire, haciendo lo que les vino en gana. Nacer, por ejemplo, en la Inglaterra Victoriana no fue un impedimento para Mary Kingsley o Isabella Bird a la hora de lanzarse a recorrer el mundo. Pero también son singulares porque no han necesitado formar parte de ningún colectivo feminista o de cualquier otro tipo para sentirse libres e iguales a los hombres. Posiblemente las feministas de hoy criticarán a muchas de (1) www.futuropasado.com
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las mujeres que aquí aparecen tachándolas de individualistas. No olvido que bastantes de ellas pertenecían a una clase social elevada, lo que sin duda les facilitó alcanzar su independencia, pero otras no fueron precisamente ricas: Ida Pfeiffer emprendió la vuelta al mundo con solo 100 libras esterlinas en el bolso. Algunas obtuvieron el éxito y sus méritos fueron reconocidos por la sociedad. Otras, como Anne Jane Thornton, pasaron penurias en vano o incluso fueron, como la beata Dolores, quemadas en la hoguera. Dado que me interesa más la literatura de ficción que la biografía, he incluido sin ningún reparo anécdotas o episodios de dudosa veracidad en los relatos de las vidas de algunas protagonistas. Por ejemplo, la historia de Elizabeth Báthory incluye exageraciones bastante evidentes, así reconocidas por sus biógrafos más serios. Lo mismo puede decirse respecto a la teósofa H.P. Blavatsky. Para su publicación en papel, he clasificado a estas damas en Viajeras y aventureras, Mujeres en el poder, Creadoras y Místicas e iluminadas. He modificado algunos textos en relación a la versión original del blog y, en esos casos, he actualizado el correspondiente artículo en internet. Por último, es obligado dar las gracias a los lectores de Días del futuro pasado. Sin ellos, este libro no existiría.
Madrid, 17 de marzo de 2010 8
VIAJERAS Y AVENTURERAS
ISABELLE EBERHARDT Una rebelde en el Sahara. Entre 1899 y 1904, una joven europea disfrazada de beduino y oculta bajo el nombre masculino de Mahmud Saadi recorría el Magreb a caballo para sorpresa de los nativos y escándalo de los occidentales. Por el día mantenía reuniones con místicos sufíes y por la noche frecuentaba los prostíbulos, en los que se dedicaba a observar a los hombres, amparada en su disfraz masculino. Fumaba kif y bebía alcohol, a pesar de haberse convertido a la religión islámica, y tuvo numerosos amantes europeos, turcos y árabes. Isabelle Eberhardt nació en Ginebra en 1877. Su madre era una aristócrata alemana de origen ruso y su padre no fue el marido de su madre -el general Moerdersino probablemente el preceptor de sus hermanos y amante de su madre, Alexander Nicolaievitch Trofimovsky, un sacerdote ortodoxo ruso, nihilista y amigo del anarquista Bakunin. Otra teoría la convierte en hija nada menos que de Rimbaud. Ni siquiera ella estuvo nunca segura de quién fue su padre y adoptó el apellido de 11
su abuela materna. El tal Trofimovsky convivió varios años con la madre de Isabelle, pero no reconoció a ésta como su hija. Su casa era centro de reunión de anarquistas, nihilistas, conspiradores y revolucionarios de distintas nacionalidades, y así no es de extrañar que saliera la niña como salió. Isabelle no fue a la escuela pero de Trofimovsky aprendió griego, latín, turco, ruso, árabe, alemán e italiano, además de filosofía, literatura, geografía, historia y nociones de medicina. La muchacha entabló por su cuenta relación con intelectuales árabes. Tenía Isabelle veinte años cuando ella y su madre hacen las maletas, dejan tirado al truhán de Trofimovsky y se marchan a vivir a Argelia, entonces colonia francesa. Allí se convierten al Islam. Poco después Alá se lleva a la madre, que es sepultada en el cementerio musulmán. En esa época Isabelle publica sus primeros artículos y cuentos bajo diversos seudónimos. También es entonces cuando adopta por vez primera apariencia de hombre para colarse en las mezquitas a discutir con los mullah, actividad que alterna con otras -seguramente menos recomendables pero más divertidas- en los tugurios de la casbah argelina. Hacia 1899, tras fracasar un intento de boda con un turco, se pone el mundo por turbante y se dedica a viajar por el Sahara. Un año después se establece en El Oued y conoce a Sliman, un suboficial de las tropas indígenas, que se convierte en su amante estable. Este era miembro de una secta sufí, a la que Isabelle también se apunta. Su forma de ser, liberada y contestataria, molesta por igual a 12
franceses y árabes, hasta el punto de que un beduino intenta asesinarla a sablazos -supuestamente siguiendo órdenes de un ángel-, circunstancia que las autoridades coloniales aprovechan para expulsarla por alborotadora. En Marsella se dedica a escribir cuentos, aunque su obra literaria nunca tuvo gran repercusión. Se casa con Sliman y adquiere así la nacionalidad francesa, lo que le permite regresar a Argelia. Allí vuelve a las andadas: se traviste, bebe alcohol, fuma kif, se ve envuelta en peleas de taberna y en romances extramatrimoniales, pero compagina todo ello con una vida espiritual dedicada a visitar eremitas. No se sabe en qué estaría pensando el general Lyautey, cuando decide enviar a semejante pendón en misión diplomática ante unas cabilas rebeldes. Aunque Lyautey tampoco debía de ser un militar corriente, a juzgar por su opinión de Isabelle: “Era lo que más me atrae del mundo: una rebelde. Encontrar a alguien que sea verdaderamente ella misma, fuera de cualquier prejuicio, cualquier cliché, y que pase por la vida tan liberada de todo, cual pájaro en el espacio, sí que regalo… ¡Amaba ese prodigioso temperamento de artista y todo lo que en ella hacía sobresaltar a los notarios, caporales y mandarines de cualquier calaña!”(1). (1) http://leonormerinogarcia.iespana.es/lmerinoa2.html
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Opinión que yo mismo habría suscrito. Si hay un tipo de mujer que no soporto es la que se define a sí misma como “una chica normal”. Sin embargo, la vida alegre empezó a pasar factura a nuestra heroína, que tuvo que ser hospitalizada aquejada de sífilis y paludismo. Al abandonar el hospital va a vivir a Ain Sefra, al sur de Orán. El 21 de octubre de 1904 el desbordamiento de dos oued anega la ciudad, sepultándola en el barro y acabando con la vida de muchos de sus habitantes, incluida Isabelle. “A Elisabeth Eberhardt, con el deseo de que este libro pese sobre su tumba lo que ella pesó sobre el desierto del Sahara: lo que el pétalo de una rosa” Dedicatoria del libro La disparatada vida de Elisabeth de Luis Antonio de Vega (Ed. Afrosidio Aguado, 1944) Jueves, 14 de abril de 2005
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ALEXANDRA DAVID-NÉEL La primera mujer occidental en visitar Lhasa, la capital prohibida del Tíbet. Eugenie Alexandrine Marie David había nacido en París en 1868, hija única de un francés hugonote y una católica de origen escandinavo. Antes de los veinte ya contaba en su curriculum con un libro de ideología anarquista prologado por Eliseo Reclús, un viaje en bicicleta a España, Italia y Suiza y estudios en la Sociedad Teosófica con Madame Blavatsky (otra pájara de cuenta de la que no me resistiré a escribir más adelante). Se dice que Alexandra llegó a ingresar en la masonería. A los veinticinco ya había viajado a la India y a Túnez. En este país estudió el Corán y practicó la religión islámica, apenas cinco años antes de que Isabelle Eberhardt anduviese por allí haciendo cosas parecidas. Había estudiado música y canto, y su buena voz le permitió debutar como diva de la ópera de Hanoi, apadrinada por el compositor Massenet. De nuevo en Túnez, conoció al ingeniero ferroviario Philippe Néel, con el que contrajo matrimonio en 1904, alcanzando el estatus 15
anhelado por cualquier mujer de su época. Pero Alexandra no era “cualquier mujer” (por eso estoy escribiendo sobre ella). Su relación con Philippe nunca fue mala, pero ella no estaba hecha para el matrimonio y siete años después, cuando tenía cuarenta y tres, hizo las maletas, dejó plantado al ingeniero, y emprendió rumbo a Egipto, y de ahí a Ceilán, India, Sikkim, Nepal y Tíbet. En 1912, en Kalimpong, se convierte en la primera mujer occidental en ser recibida por el Dalai Lama. En la India conoce al que sería su compañero de aventuras el resto de su vida, el joven tibetano de 14 años Yongden, al que adoptaría años después. Viaja a Corea y Japón, donde tiene como anfitriona a la esposa de D.T. Suzuki. Vive durante dos años en el monasterio chino de Kumbum, cerca de Mongolia, estudiando los manuscritos budistas. Los monjes la consideran una hermana y la llaman lámpara de sabiduría. Pero Alexandra tiene un reto pendiente: en su anterior estancia en Tíbet no pudo llegar a la capital, Lhasa, la ciudad prohibida. Decide emprender de nuevo la aventura y en 1921 parte con Yongden, tres sirvientes y siete mulas. El viaje es peligroso a causa de los bandidos, el durísimo clima y la complicada orografía, con pasos de montaña de 5.000 m de altitud. Por si fuera poco, los funcionarios chinos y tibetanos se dedican a obstaculizar el viaje. Todas las vicisitudes de esta expedición las narra Alexandra David-Néel en su obra Viaje a Lhasa. Por fin, después de tres años, disfrazada de mendiga tibetana, con el pelo teñido y el rostro oscurecido con grasa y hollín, llega a la ciudad prohibida. Solo su ahijado Yongden ha permanecido a su lado. 16
Alexandra se queda dos meses en Lhasa y luego regresa a París, descubriendo que se ha convertido en una celebridad. Escribe varios libros, entre ellos otra de sus obras más famosas, Místicos y magos del Tíbet. En dicho libro Alexandra narra de esta manera su sorprendente encuentro con un lama saltarín: “Mi primer encuentro con un lung-gompa tuvo lugar en el desierto de pastos al norte del Tíbet. Hacia el final de la tarde cabalgábamos sin prisas por una ancha llanura cuando observé, muy lejos, un poco a nuestra izquierda, una minúscula mancha negra que, con la ayuda de mis gemelos, pude ver que era un hombre. Me sorprendió mucho. Los encuentros no son frecuentes en aquella región y llevábamos diez días sin ver a un ser humano. Además, gentes de a pie y solos no suelen aventurarse en aquellas inmensas soledades. ¿Quién podía ser el viajero? [...] Mientras continuaba observándole con mis gemelos, noté que su paso era singular y que avanzaba con una rapidez extraordinaria. Aunque a simple vista mis gentes sólo podían ver un punto negro que se movía entre las hierbas, no pasó mucho tiempo sin que se diesen cuenta de la velocidad sorprendente que llevaba. Les pasé los prismáticos y uno de 17
ellos, después de haber mirado unos minutos, exclamó: “Lama lung-gom-pa tchig da” (“Diríase que es un lama lung-gom-pa”). Las palabras lung-gom-pa despertaron inmediatamente mi interés. Aún no había llegado a ver un experto lung-gom-pa cumpliendo las prodigiosas hazañas de que tanto se hablaba en el Tíbet. ¿Iba a perder aquella ocasión? El hombre continuaba acercándose y la rapidez de su marcha era cada más evidente. ¿Qué debía hacer si era un verdadero lunggom-pa? Deseaba observarle de cerca, hablar con él, hacerle preguntas y también fotografiarle… Deseaba muchas cosas. Pero desde las primeras palabras que pronuncié, el criado que había reconocido el paso del lung-gom-pa exclamó: -Reverenda señora, no va a parar al lama, ni a hablarle, ¿verdad? Se moriría, de seguro. Estos lamas, cuando viajan, no deben interrumpir su meditación. El dios que está en ellos se escapa si dejan de repetir las fórmulas mágicas, y si los abandona antes de tiempo, les da tan violenta sacudida que los mata. [...] Había llegado a poca distancia de nosotros. Podía distinguir claramente su faz impasible y sus ojos muy abiertos, que parecían contemplar fíjamente un punto 18
situado en alguna parte, allá arriba, en el espacio vacío. Diríase que se desprendía de la tierra a cada paso que daba y que avanzaba botando, como si hubiera tenido la elasticidad de una pelota. Vestía el hábito y la toga monástica usuales, ambos muy gastados. Su mano izquierda sujetaba un pliegue de la toga y permanecía oculta por la tela. Su mano derecha empuñaba un purba (puñal ritual). Al caminar. Movía ligeramente el brazo derecho, al ritmo de su paso, como si el purba, cuya punta se hallaba muy alejada del suelo, estuviese verdaderamente en contacto con él y le sirviese de bastón.” De todas partes reclaman a Alexandra para dar conferencias. Pero no ha dejado de ser un culo de mal asiento y aún en 1938, les encontramos a ella -con setenta años- y a su fiel Yongden huyendo de la guerra civil en China a bordo de un vapor que remonta el Yang-tsé. En la India, un telegrama le trae la noticia de la muerte de su marido, con el que, curiosamente, no había dejado de mantener correspondencia durante todos esos años. La frase que pronunció entonces: “He perdido un maravilloso marido y a mi mejor amigo“, no deja de tener una difícil interpretación, dado que llevaba unos veintiocho años separada de él. Finalmente se establece en Digne, en los Alpes franceses, donde sigue escribiendo una abundante producción literaria, siempre alrededor de sus viajes y lo 19
que en ellos descubrió. En 1955 muere Yongden. En 1969, la víspera de su 101 cumpleaños y poco antes de su muerte, Alexandra acude a las oficinas municipales a renovar su pasaporte “porque nunca se sabe”. De mujeres así merece la pena enamorarse y marchar tras ellas a recorrer el Tíbet a pie. En 1973 las cenizas de Alexandra y Yongden fueron arrojadas a las aguas del Ganges. En Digne existe hoy el Centro Cultural Alexandra David-Néel.
Jueves, 5 de mayo de 2005
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MARY KINGSLEY Exploró Africa vestida de dama victoriana y llevando una sombrilla. Mary Kingsley (Islington, Inglaterra, 1862-Simon’s Town, Africa del Sur, 1900) era hija de George Kingsley, viajero y escritor de libros de viajes, y de Mary Bailey y sobrina de Charles Kingsley. Su madre era inválida y la sociedad victoriana esperaba de Mary que permaneciera en el país y se ocupara de ella. Mary tenía pocos estudios pero disfrutaba de libre acceso a la extensa biblioteca de su padre y tenía oportunidad de escuchar sus relatos sobre países extranjeros. Pero su padre murió en febrero de 1892 y su madre apenas cinco semanas después. Liberada de sus responsabilidades familiares y con una renta de 500 libras al año, Mary pudo permitirse viajar y decidió visitar África para recoger el material que necesitaba para acabar un libro que su padre había comenzado sobre la cultura de ese continente.
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Durante el largo viaje a África el capitán del barco la introdujo en el arte de la navegación de veleros y de buques de vapor. Ella nunca olvidaría la experiencia de pilotar un bajel de dos mil toneladas y, más tarde en sus libros, reconocería el gran valor de las enseñanzas que recibiera del capitán Murray. Mary llegó a Luanda, Angola, en agosto de 1893. Durante una temporada vivió entre los nativos, que le enseñaron las habilidades necesarias para sobrevivir en las selvas africanas. En esta época recorrió la zona del Golfo de Guinea y visitó Fernando Póo, entonces española y hoy en la actual Guinea Ecuatorial, adentrándose, a menudo sola, en regiones peligrosas. Esta es la descripción que hace de la isla de Fernando Póo: “Vista desde el mar o desde el continente, parece como una montaña inmensa que flota en el mar. Es bien visible en los días claros (y en particular muy visible en la claridad extraña que se produce después de un tornado) un centenar de kilómetros mar adentro, y nada más perfecto que Fernando Póo cuando se mira, como hacen de vez en cuando desde la lejana Bonny Bar, en la puesta de sol, flotando como una isla encantada hecha de oro o de amatista; no puede concebirse. Es casi igual de encantadora de cerca, desde la parte continental en Victoria, a diecinueve millas de distancia. Con su aire de belleza infinita, es 22
casi siempre dulce y hermosa, pero yo he visto su silueta duramente recortada contra nubes tormentosas y grandiosamente sombría desde la parte alta de su hermano mayor Mungo [Monte Camerún]. Y en cuanto a Fernando Póo con luna llena... bien, es mejor ir a verlo uno mismo.”(1) Regresó a África en 1895 para estudiar a las tribus caníbales. Viajó en canoa por el río Ogowé, donde recogió especímenes fluviales desconocidos hasta ese momento. Coleccionó insectos, conchas, reptiles y plantas para el Museo Británico. Tuvo algún desagradable encuentro con gorilas, que reseña en sus libros. En cierta ocasión ella y uno de sus ayudantes nativos estaban escondidos entre unos arbustos viendo comer plátanos a una familia de cinco gorilas. Entonces al nativo le entraron unas irresistibles ganas de estornudar. El pobre hombre hizo grandes esfuerzos por contenerse hasta que finalmente emitió un sonoro estornudo. Los gorilas se irguieron y miraron hacia el lugar de donde procedía aquel extraño sonido. Mary se disponía a utilizar la carabina para defenderse, cuando el nativo no pudo reprimir una serie de ruidosos estornudos, que para su sorpresa y tranquilidad tuvieron la virtud de hacer huir a los animales. Después de conocer a la etnia fang, escaló los 4.095 metros del monte Camerún por una ruta no hollada antes por otro europeo. (1) Viajes por el África occidental
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Un día, en la ladera de la montaña, tuvo que agarrarse con uñas y dientes a las rocas para no ser barrida por un tornado. Las noticias de sus aventuras llegaron a Inglaterra y cuando volvió a su casa en octubre de 1895 los periodistas estaban impacientes por entrevistarla. Ahora era famosa. Durante los tres años siguientes recorrió el país, dando conferencias sobre la vida en África. Mary Kingsley enojó a la Iglesia de Inglaterra cuando criticó a los misioneros por pretender cambiar a la gente del hoy llamado Tercer Mundo. Disertó sobre algunos aspectos de la vida africana que causaron impacto en la sociedad de su época, por ejemplo la poligamia. Ella pensaba que era una costumbre que estaba justificada por las características de la vida en aquel continente, tan diferentes de las europeas. Discutió la idea imperante de que “un negro no es más que un blanco subdesarrollado”. Sin embargo, era bastante conservadora en otras cuestiones y, por ejemplo, no apoyó el movimiento del sufragio de las mujeres. Kingsley escribió dos libros acerca sus experiencias: Viajes por el África occidental (1897), que fue un bestseller inmediato, y Estudios de África occidental (1899). En la guerra Anglo-Boer, se ofreció voluntaria como enfermera. Murió de fiebres tifoideas a los 37 años en Simon’s Town, donde estaba cuidando a prisioneros boer. De acuerdo con sus deseos, sus restos fueron arrojados al mar.
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Como curiosidad hay que añadir que Mary Kingsley realizó todos sus viajes por la calurosa Africa vestida con la misma ropa que habría llevado en la Inglaterra victoriana y portando una sombrilla. Sus aventuras inspiraron el personaje de Rose Sayer, interpretado por Katherine Hepburn en La reina de Africa.
Martes, 27 de septiembre de 2005
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FREYA STARK “Despertar completamente sola en una ciudad extraña es una de las sensaciones más agradables que existen.” Freya Madeleine Stark nació en París en 1893. Su padre, británico, y su madre, italiana de origen germano, eran aficionados a viajar y solían llevar consigo a la pequeña. Cuando se divorciaron, la situación económica de Freya y su madre decayó notablemente. Vivieron en el norte de Italia y en Londres, donde Freya acudió a la School of Oriental Studies. Al mismo tiempo aprendió árabe. Su fascinación por Oriente había comenzado cuando, al cumplir nueve años, alguien le regaló un ejemplar de Las mil y una noches. Cuando tenía 16 años sufrió un accidente en una fábrica en Italia, al enredarse su cabello en una máquina, y tuvo que pasar cuatro meses recibiendo injertos de piel en el hospital. Como consecuencia su rostro quedó ligeramente desfigurado.
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En 1927 embarcó con destino a Beirut, con intención de visitar Siria y practicar el idioma. Un año más tarde se fue a vivir a Damasco. Entretanto había adquirido la idea de estudiar a los drusos (minoría religiosa heterodoxa islámica). En esa época, la región mayormente habitada por los drusos (entre Líbano y Siria) se encontraba en plena sublevación contra la ocupación colonial francesa. Haciendo caso omiso de las advertencias, Freya emprendió viaje hacia allí montada en un burro, pero fue arrestada por el ejército francés antes de poder alcanzar su objetivo. Nuestra aventurera regresó a Italia, pero no permaneció allí mucho tiempo. Ahora se le había metido en la cabeza investigar a la célebre secta de los asesinos de Hasan al-Sabbah, así que una vez más emprende viaje y llega a Bagdad, donde no tiene mejor ocurrencia que alojarse en el barrio de las prostitutas, para escándalo de la sociedad inglesa. Se marcha sola a Persia en busca de Alamut, la montaña de los asesinos, y aprovecha el viaje para cartografiar la región, lo que la valdrá a su regreso los parabienes de la Real Sociedad Geográfica británica. En 1931 descubre el castillo de Lamiaser, en el valle de Shahrud, uno de los dos castillos de la secta que habían resistido la invasión mongola. Por razones de salud tuvo que cancelar su proyecto de buscar las ruinas de Saba, en Arabia, pero siguió la ruta del incienso hasta encontrar el puerto de la antigua ciudad de Caná. Durante la Primera Guerra Mundial el papel de Freya Stark se había limitado a alistarse como enfermera, pero 27
en la Segunda el Gobierno Británico supo sacar partido a sus aptitudes y la envió primero a Adén y luego a Irak. Allí se dedicó a recoger información y al tiempo colaboró a reclutar árabes para la causa aliada. En El Cairo fundó una especie de sociedad antinazi llamada Brotherhood of Freedom. Finalizada la contienda regresó a su hogar en el norte de Italia, donde se dedicó a escribir. A estas alturas ya había editado varios libros. Su bibliografía se compone de una treintena de obras en total, en las que principalmente narra sus peripecias por los países que visitó. Con 54 años se casó con un diplomático y se fue a vivir al Caribe, pero el matrimonio duró cuatro años, hasta que Freya decidió largarse a Turquía y desde ahí seguir los pasos de Alejandro Magno en Asia. Y después a Yemen, China, Afganistán, Camboya, Nepal y casi toda Europa. Con 89 años todavía andaba recorriendo los pasos de montaña del Himalaya. Murió en su casa de Italia a los 100, un año más joven que Alexandra David-Neel. Ostentó el rango de Dama del Imperio Británico.
Martes, 13 de diciembre de 2005
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LADY MARY MONTAGU Sus últimas palabras fueron: “Ha sido todo de lo más interesante”. Mary Wortley Montagu (Londres, 1689-1762) fue un atípico miembro de la aristocracia británica del siglo XVIII. Aunque su padre no tuvo ningún interés en educarla, ella procuró aprender por su cuenta en los libros de la biblioteca familiar. Fue amiga de Mary Astell, considerada como “la primera feminista inglesa”. Durante algún tiempo, Mary mantuvo una relación epistolar con Edward Wortley Montagu, que era hermano de una amiga suya llamada Anne, fallecida en 1709. Cuando Edward la pidió en matrimonio, el padre de Mary lo rechazó por razones de tipo económico y pretendió casarla con otro. Entonces Mary y Edward se fugaron. Los primeros años de su vida de casada transcurrieron en Inglaterra, ya que Edward Wortley Montagu era miembro del parlamento de Westminster. A principios de 1716 Edward fue nombrado embajador en Turquía y Mary lo acompañó a Constantinopla, donde permanecieron hasta 1718. La historia de este viaje y sus 29
observaciones sobre la vida en oriente las cuenta Lady Mary en las cartas conocidas como Turkish Embassy Letters, de excelente prosa, con contenido muy descriptivo, y en las que, dejando de lado todo prejuicio, profundiza en las interioridades de la sociedad turca, en especial de sus mujeres. Estas cartas se consideran a menudo como fuente de inspiración de posteriores escritoras viajeras, así como muy influyentes en el arte europeo de aire orientalista. Al perecer, Ingres se inspiró en ellas para su célebre cuadro El baño turco. La opinión de Mary respecto a los harenes es sorprendente, pero no deja de tener su lógica. Según ella, las mujeres de los harenes turcos tienen más libertad -incluida la sexual- que las damas de la encorsetada sociedad británica. Sobre la imposición del velo, asegura que tiene la ventaja de que las turcas pueden ir por la calle de incógnito y eso les permite acudir a las citas con los amantes sin ser reconocidas por sus maridos: “Es muy fácil ver que en realidad tienen más libertad que nosotras. Ninguna mujer, sea cual sea su rango, se permite salir a la calle sin dos murlins, uno que cubre toda su cara excepto los ojos y otro que oculta toda su cabeza y cuelga a media altura a sus espaldas. Su silueta también es enteramente cubierta por una cosa que llaman serigee, sin el cual ninguna mujer de ninguna clase aparece en público; éste tiene mangas estrechas, que alcanzan hasta el extremo de los dedos y los 30
envuelve de forma semejante a una caperuza. En invierno es de paño, y en verano, de pura seda. Ya puedes imaginar que esto las disfraza eficazmente, de modo que no hay forma de distinguir a la gran señora de su esclava. Es imposible para el más celoso de los maridos reconocer a su esposa cuando se la encuentra y ningún hombre se atreve a tocar o a perseguir a una mujer en la calle.” “Esta permanente mascarada les da completa libertad para seguir sus inclinaciones sin peligro de ser descubiertas. El método más usual de intriga amorosa es enviar una cita al amante para encontrarse con la señora en la tienda de un judío, que son tan notoriamente convenientes como nuestras casas indias, pero incluso las que no hacen uso de ellas no tienen reparos en ir a comprar baratijas y lanzarse sobre las mercancías caras, que están para ser encontradas principalmente entre esa clase de personas. Las grandes damas raramente dejan a sus galanes saber quiénes son y es tan difícil descubrirlas que pueden estar haciendo conjeturas sobre su nombre incluso después de estar más de medio año con ellas. Puedes imaginar fácilmente el número tan pequeño de esposas fieles en un país en donde no tienen nada que temer de la indiscreción de 31
un amante; así vemos que muchas tienen el valor de correr el riesgo en este mundo y las amenazas de castigo en el siguiente, que nunca se les predica a las jóvenes turcas. Tampoco tienen mucho que temer del resentimiento de sus maridos; esas señoras son ricas y tienen todo el dinero en sus propias manos. En líneas generales, veo a las mujeres turcas como las únicas personas libres del imperio…” (Carta XXIX. A la Condesa de —-. Adrianópolis, Abril 1. O. S. 1717) Mientras estaba en Turquía, Lady Mary conoció la práctica de la inoculación contra la enfermedad, es decir, la vacuna. Ella misma mostraba las cicatrices de la viruela y había perdido a un hermano por la misma causa. Mary hizo inocular a sus propios hijos y a su regreso trató de introducir en Europa esta práctica, encontrando un gran número de prejuicios entre médicos y científicos, lo que hizo retrasar sesenta años la adopción de la vacuna en occidente. En 1739 dejó a su marido y regresó al extranjero, y aunque continuaron escribiéndose en términos respetuosos, nunca volvieron a encontrarse. En Florencia en 1740 conoció a Horace Walpole, quien desarrolló un gran rencor contra ella y exageró sus excentricidades en algunos textos satíricos. Años atrás, ya se había ganado la enemistad del poeta Alexander Pope, al rechazarlo como amante. 32
Mary residió sucesivamente en Avignon, Brescia y Lovere, en el lago d’Iseo. Una dolorosa enfermedad de la piel la dejó desfigurada y le causó grandes dolores. Siempre temió volverse loca (al parecer tenía una hermana que no estaba mentalmente sana). Regresó a Londres, donde falleció en 1762. Se dice que sus últimas palabras fueron: “Ha sido todo de lo más interesante”.
Domingo, 22 de enero de 2006
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LADY HESTER STANHOPE “El sueño de la vida de Lady Hester fue el poder y el mando” Lady Hester Lucy Stanhope (1776-1839) era la sobrina del primer ministro británico William Pitt. Estuvo al frente de la casa de su tío -ya que éste era un solterón-, haciendo las veces de anfitriona y recibiendo a sus numerosos invitados. Adquirió fama en la alta sociedad británica de ser una excelente relaciones públicas. Cuando Pitt falleció repentinamente, Lady Hester pasó a percibir una pensión vitalicia, pero su vida en Londres se tornó aburrida al perder las relaciones con los principales políticos del partido tory y, tras la muerte de su hermano, se trasladó a vivir a Gales. Para entonces sus padres ya no vivían. Su madre había fallecido cuando ella contaba tan solo cuatro años. Según parece una decepción amorosa fue la causa de que a los 33 años emprendiera su primer viaje en barco a Grecia. Nunca más volvería a Inglaterra. Se dice que en Atenas el mismísimo Lord Byron se arrojó al agua y fue nadando a conocerla. 34
Después de Atenas fue a Constantinopla y desde allí emprendió viaje a El Cairo, pero el barco naufragó en una tempestad y fue a parar a la isla de Rodas. Lady Hester había perdido todas sus ropas y allí la ofrecieron vestidos de mujer turca, pero dicho atuendo incluía el velo y ella se negó a usarlo y decidió vestirse de hombre, con chilaba, turbante y babuchas. La experiencia le gustó y al llegar a El Cairo adquirió una indumentaria masculina compuesta por un traje púrpura de terciopelo, pantalones bordados, chaleco, chaquetilla, silla de montar y sable. Imaginen la cara del Pachá cuando recibió la visita de una mujer, cuya estatura estaba cercana a un metro ochenta, vestida de esta guisa. Partió a recorrer Oriente Medio, donde fue recibida con mezcla de respeto y temor por varios jeques. Se negó a llevar velo incluso en Damasco, ciudad entonces conocida por ser lo que hoy llamaríamos integrista, por cuyas calles se paseó, jugándose el físico, a caballo y vestida de hombre. Muchos la tomaban por un joven turco. Poco quedaba ya de la dama inglesa que fue. En Jerusalén la recibió el gobernador y las puertas del Santo Sepulcro se abrieron especialmente para ella. Desafiando tribus de beduinos hostiles -a los que finalmente utilizó de escolta- Lady Hester atravesó el desierto al frente de una caravana de camellos y llegó a la ciudad de Palmira en 1813. Allí fue recibida como si fuese la reencarnación de Zenobia, una mítica reina de la ciudad. En esa época empezó a decir que había escuchado varias profecías que la señalaban como predestinada para ser la prometida de un nuevo mesías. Es dudoso que ella 35
misma lo creyera, pero este rumor le hizo ganarse el respeto de las gentes de la zona, que empezaron a llamarla Reina Hester. Cansada de vagar se asentó en el monasterio abandonado de Mar Elías, cerca de Sidón, en Líbano. Allí organizó su propia vivienda al estilo turco con un jardín. Se ganó la enemistad del emir Bashir II por dar asilo a los refugiados drusos y de otros clanes, víctimas de las luchas internas. Su autoridad se expandió por los territorios circundantes y adquirió suficiente poder como para que Ibrahim Pachá solicitara su neutralidad antes de invadir Siria en 1832. Había logrado convertirse en poco menos que una jefa de estado. Los beduinos creían que ella poseía extraños poderes. Organizó una expedición para encontrar el tesoro perdido de la ciudad de Ascalón, con intención de que el gobierno británico se la financiase, pero esto no sucedió y al fracasar la búsqueda del tesoro, se encontró llena de deudas. La circunstancia de su ruina y la muerte de su mejor amiga la sumieron en la depresión y decidió trasladarse a otro monasterio todavía más lejano, en Djoun. Allí dilapidó el escaso dinero que la quedaba y cuando no pudo pagar a sus sirvientes estos empezaron a llevarse sus pertenencias. Enfermó, su carácter empezó a agriarse y desarrolló algunas manías, como recibir a las visitas en la oscuridad, afeitarse la cabeza y vivir rodeada de cuarenta gatos. Falleció el 23 de junio de 1839 y cuando el cónsul británico llegó para arreglar los papeles encontró sus aposentos llenos de trastos y cacharros inútiles. 36
Síndrome de Diógenes se llama hoy en día este trastorno. Algunos años después de su muerte se publicaron tres volúmenes con la biografía de Lady Hester Stanhope, escritos en 1845 por su médico el Dr. Charles Meryon, que la había acompañado en muchos de sus viajes. “El sueño de la vida de Lady Hester fue el poder y el mando, y la cuestión era que no podía acceder ni al uno ni al otro. Se veía excluida, por su sexo, de virreinatos y gobernaciones: tenía el genio de un héroe, pero no podía mandar flotas ni ejércitos, ni presidir consejos de Estado” (Dr. Charles Meryon)(1)
Lunes, 20 de marzo de 2006
(1) Citado en Morató, Cristina. Las damas de Oriente
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ROSITA FORBES “No llegar nunca a la meta es el precio que el viajero errante paga por el derecho a la aventura” Viendo la imagen de Rosita Forbes que encabeza este artículo puede deducirse fácilmente que fue amiga de Lawrence de Arabia, con quien solía mantener encuentros secretos en El Cairo. No saquen conclusiones precipitadas sobre la verdadera naturaleza de esos encuentros, porque la orientación sexual del célebre militar inglés sigue hoy día sin estar clara. Tanto pudieron ser citas de amor como de espionaje. Joan Rosita Torr nació en Inglaterra en 1893. Se casó en 1911 con el coronel Ronald Forbes al que acompañó en sus expediciones a la India, China, Australia y Sudáfrica. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió como conductora de ambulancias y recibió dos medallas. Se divorció en 1917. Su primer y más célebre viaje tuvo lugar en el invierno de 1920-21. En compañía del explorador egipcio Ahmed Hassanein Bey se propuso cruzar Libia -entonces ocupada 39
por Italia- para alcanzar la ciudad prohibida de Kufra. Era ésta una población perdida en un oasis del Sahara, cuyos habitantes eran hostiles a los extranjeros, en especial a los europeos. Durante muchos años Kufra había estado en la ruta comercial de los sanusi, una tribu de beduinos que hoy calificaríamos de fundamentalistas. Estos habían ocupado la ciudad, expulsando a sus anteriores habitantes por no ser tan religiosos como ellos. Rosita viajó disfrazada de mujer árabe, adoptando la personalidad de una circasiana llamada Khadija. Bajo la misma identidad visitaría después Yemen. Durante el viaje fueron robados, cayeron prisioneros de los beduinos, sufrieron tempestades de arena y encontraron una caravana entera muerta en las dunas, entre otras peripecias narradas en el libro The Secret of the Sahara: Kufara. Pero Rosita logró su objetivo y se convirtió en la primera mujer no musulmana en entrar en la ciudad de Kufra. Allí se atrevió a tomar fotos con una cámara oculta bajo el velo. ¿Le ven ahora al velo la utilidad? (Una curiosidad: si buscan en Google Maps la actual Kufra, verán unos círculos verdes en medio del desierto que son campos de cultivo regados mediante el sistema pivot) Rosita Forbes viajó desde Marruecos hasta Abisinia y allí rodó una película titulada From Red Sea to Blue Nile, de la que por desgracia sólo se conservan hoy 6 minutos. De este viaje también escribió el libro From Red Sea to Blue Nile: Abyssinian Adventures (1925). Hacia 1930 anduvo por Siria, Palestina, Irak y Jordania. También visitó Persia. Otros viajes la llevaron a lugares como Kenia 40
y Rusia. En todos estos países entrevistó a numerosos líderes políticos. Más adelante recorrió buena parte de Asia Central, procurando siempre mezclarse con la gente en los bazares y ganándose amigos de diversas razas. Aunque se suponía que Afganistán era un país cerrado a los extranjeros, nuestra Rosita alquiló un coche con chófer, echó su equipaje en el maletero y emprendió viaje desde Peshawar (Pakistán), al pie del paso Khyber, hasta Kabul, de allí a Mazar-I-Sharif y por último a Samarkanda. Esto fue en 1935 y dio origen al libro Forbidden Road. Kabul to Samarkand. Fue nombrada Fellow de la Royal Geographical Society. Además de sus libros de viajes y las entrevistas con personajes de la política, publicó algunas novelas, de las cuales un par de ellas fueron llevadas al cine. Que yo sepa, nada de lo que escribió está traducido al castellano y ya es hora de que lo esté. Tras recorrer con su segundo marido, el coronel Arthur McGrath, algunos países de Sudamérica, se instaló en las Bahamas. Murió en Bermuda en 1967. “Ése es el encanto de un mapa. Representa el otro lado del horizonte, donde todo es posible. Tiene la magia de lo imaginado pero sin el esfuerzo y el sudor de lo real. La novela más grande jamás escrita palidece ante las posibilidades de aventura que esconden las tenues huellas azules desde un mar a otro mar. El viaje perfecto nunca termina, la meta 41
está siempre en la orilla opuesta del río, al otro lado de la siguiente montaña. Hay siempre un sendero más que seguir, un espejismo más que explorar. No llegar nunca a la meta es el precio que el viajero errante paga por el derecho a la aventura“ (Rosita Forbes, From Red Sea to Blue Nile, 1925) Martes, 24 de octubre de 2006
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ISABELLA BIRD Aventurera por prescripción facultativa. Me cabe la duda de si Isabella Bird (1831, Boroughbridge, Yorkshire-1904, Edimburgo) fue un caso psicopatológico o una caradura. Una mujer singular y una tía simpática en cualquiera de los casos. Su padre y su abuelo materno eran pastores de la Iglesia Anglicana, por lo que podemos imaginar el ambiente familiar en que se crió. Es cierto que fue una niña enfermiza y pasó parte de su vida luchando contra diversas dolencias. Con 19 años tuvo que operarse de un tumor en la espina dorsal. Fue a raíz de esa intervención cuando comenzó a sufrir depresiones y a ponerse enferma cada vez que se la contrariaba o se la impedía hacer lo que quería. Y lo que Isabella quería era ver el mundo. La muy astuta consiguió que un doctor le recomendase viajar como terapia para sus males. Ante la prescripción facultativa su padre tuvo que ceder, darle 100 libras y permitirla embarcar sola hacia Estados Unidos, donde permaneció hasta que se le terminó el dinero. De su experiencia en ese viaje escribió su primer 43
libro, The Englishwoman in America, que publicó en 1856. Luego se vio “obligada” a seguir viajando por Canadá y por Escocia, ya que cada vez que regresaba a Inglaterra volvía a caer enferma. En 1872, siempre por “motivos de salud”, partió a Australia y de allí a Hawaii, donde permaneció seis meses y se dedicó a escalar los volcanes. De nuevo en Estados Unidos recorrió el país, a caballo y vestida de hombre, hasta las Montañas Rocosas y eso le sirvió para escribir el libro A Lady’s Life in the Rocky Mountains. Conoció a un fuera de la ley llamado Jim Nugent, un tipo medio poeta y medio asesino, con el que vivió un apasionado romance. Escribió sobre él: “Un hombre del que cualquier mujer podría enamorarse, pero con el que ninguna mujer en su sano juicio se casaría“. En consecuencia, Isabella abandonó las Rocosas y a Nugent. Un año más tarde a él lo mataron a tiros. En cuanto regresó a Inglaterra volvió a caer enferma, de modo que levó anclas de nuevo, esta vez con rumbo a Japón, China, Vietnam, Singapur y Malasia. Entretanto, su hermana Henny murió de fiebres tifoideas en 1880 (debe ser que viajaba poco). El trágico suceso la sumió en una profunda depresión de la que intentó salir casándose con un doctor llamado John Bishop. Pero, al contrario de lo que pensaba, se agravó aún más su estado de salud. Y no sólo el de ella, sino también el de Bishop, que murió algún tiempo después (esto demuestra lo nocivo que es el matrimonio).
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Lady Bird volvía a ser libre y levantó el vuelo de nuevo. Sin embargo, convencida de que debía hacer algo más que viajar por viajar, decidió estudiar medicina y hacerse misionera. Cerca ya de cumplir los sesenta se fue a la India, en febrero de 1889, donde fundó los hospitales Henrietta Bird en Amritsar y John Bishop en Srinagar, en honor de sus parientes. Durante un viaje por tierras de Ladakh y Cachemira, en las cercanías del Tíbet, su caballo perdió pie al cruzar un río y la consiguiente caída le provocó a Isabella la fractura de dos costillas. En compañía del Mayor Herbert Sawyer viajó desde Bagdad hasta Persia, atravesando el desierto en pleno invierno y llegando a Teherán medio muerta. A pesar de lo cual, poco después ya estaba formando su propia caravana para recorrer Turquía y Kurdistán. En esa época Isabella ya era conocida por sus libros y por sus artículos en diversas revistas. En 1892 se convirtió en la primera mujer en ser aceptada en la Royal Geographical Society, en la que también entrarían después otras mujeres como Rosita Forbes, de la que hablamos hace poco. Su último gran viaje lo hizo en 1897. Primero a Yokohama en Japón; después, al estallar la guerra chinojaponesa, se dedicó a tomar fotos del acontecimiento. Terminó navegando en un sampán por el río Yangtzé hasta Sichuán. Allí fue atacada por la multitud, que la llamaba “diablo extranjero” y la acorraló en el piso superior de una casa, a la que prendieron fuego. Un pelotón de soldados la rescató en el último momento. En 45
otra ocasión la apedrearon hasta dejarla inconsciente. Regresó a casa, no sin antes atravesar las montañas que rodean el Tíbet. Posteriormente aún recorrería Marruecos para conocer a las tribus beréberes. A sus setenta y dos años, usaba una escalera para poder subir al caballo. Pocos meses después de su regreso falleció en Edimburgo, mientras hacía planes para volver a China. En 1982 Caryl Churchill se inspiró en ella y en sus textos para su obra Top Girls. Lunes, 13 de noviembre de 2006
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CARLA SERENA Una italiana en el Cáucaso Caroline Hartog Morgensthein nació en Bélgica (en fecha que no he podido determinar, pero debió ser entre 1820 y 1822). Adquirió la nacionalidad italiana al casarse con Leone Serena, un patriota seguidor de las ideas de Daniele Manin, Nicolò Tommaso y Giuseppe Mazzini, y fijó su residencia en Venecia. Cuando su esposo tuvo que exiliarse por razones políticas en 1849, le acompañó a vivir a Inglaterra. Allí alternó con la alta sociedad londinense y con artistas e intelectuales. Tuvo cinco hijos. Así transcurrió su existencia hasta los 50 años, edad a la que comienza a escribir artículos para diarios y revistas, que firma como Carla Serena. Es entonces cuando empieza a hacer méritos para formar parte de nuestra galería de mujeres singulares. Su nuevo oficio de periodista la lleva a empezar sus viajes, primero a Viena y Estocolmo, y más adelante a San Petersburgo, Turquía y Oriente Medio. Por todos los lugares por donde pasa va fijándose en las condiciones de vida de las mujeres. Se convierte en la primera europea en 48
explorar el Cáucaso, lo que la lleva tres años. Desde ahí llega a Persia, donde los rusos la acusan de ser espía de Inglaterra. Era la época del “Gran Juego” entre rusos e ingleses. Más tarde recorre Europa, dando conferencias sobre sus viajes. El 21 de diciembre de 1880 habla en la Sociedad Geográfica de Madrid. En el nº 48 de la revista La Ilustración Española y Americana, de 30 de diciembre de 1880, E. Martínez de Velasco firma una crónica del acontecimiento, que les transcribo seguidamente. He respetado la ortografía y sintaxis empleadas en aquella época (aunque tal como andamos, supongo que más de uno no notará la diferencia) y he añadido unas notas al pie. Signora Carla Serena, viajera italiana “En la noche del 21 del que fina se verificó en esta córte un acontecimiento, del cual conservarán gratísimo recuerdo durante muchos años las personas que tuvieron la suerte de presenciarle: una intrépida viajera que ha recorrido en el espacio de ocho años casi todos los países del mundo antiguo, presentóse ante la Sociedad Geográfica de Madrid(1) á dar una conferencia sobre el carácter, costumbres, leyes y organizacion de los pueblos que ha visitado, con el noble objeto de suministrar á la ciencia el resultado (1) Hoy día es la Real Sociedad Geográfica
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de sus estudios. Reunióse la Sociedad, bajo la presidencia del Sr. Cánovas del Castillo(2), en el severo y elegante salon de sesiones de la Academia de la Historia, y apareció en breve ante la numerosa y distinguida concurrencia que ocupaba todos los escaños la signora Carla Serena, cuyo es el retrato que figura en la pág. 408(3): es una elegante dama, joven todavía y bella, cuya penetrante mirada revela claramente su talento y tambien su gran fuerza de voluntad. Abierta la sesión, el Vice-presidente de la misma Sociedad Geográfica, Sr. Saavedra(4), presentó a la intrépida viajera con galantes frases, dándole el parabien por su feliz llegada a esta corte, y las gracias más sinceras por dignarse referir la historia de sus viajes, y enseguida la Sra. Serena empezó á hacer uso de la palabra en correcto idioma frances, con ligero y gracioso acento italiano, casi diriamos latino. Poseemos curiosos y exactos apuntes relativos á la conferencia, que fué en realidad una variada sucesion de interesantes episodios, de atinadas observaciones, de ricos datos para la ciencia geográfica. (2) D. Antonio Cánovas del Castillo (3) Es el retrato que encabeza este artículo (4)Se trata de D. Eduardo Saavedra
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Dió principio a sus viajes en 1873, visitando la Exposicion de Viena, con cuyo motivo escribió sus Lettres d’Autriche, que el Emperador Francisco José aceptó para su biblioteca particular; en 1874 fué á Stokolmo, donde el rey Oscar II la acogió con singular proteccion, trazándole por su mano un itinerario a través de Suecia y Noruega y dándole cartas de recomendacion, y el resultado fueron sus bellas Lettres Scandinaves, por las cuales mereció la medalla de oro de la Sociedad Litteris et Artibus; visitó enseguida la Rusia, la Turquía, el Egipto, la Tierra Santa, la Siria, el Líbano y la Grecia, siendo acogida afectuosamente por el rey Jorge, y nombrada miembro honorario del Syllogus, asociación para la enseñanza de las mujeres, y para la cual escribió las Lettres Helleniques. Pasó después al Cáucaso, donde permaneció durante dos años, estudiando el carácter y las costumbres de las tribus más fieras y remotas de las comarcas del mar Caspio y del mar Negro; sorprendiéndola la guerra turco-rusa en aquel país, llevó a cabo grandes actos de valor y abnegacion, que le valieron los más entusiastas plácemes del emperador Alejandro II y del Gran Duque Miguel; cayó enferma en Bakan, y no pudiendo regresar á su país, siguió el consejo, 51
que la dieron, de dirigirse á Persia, llegando a Teheran y permaneciendo allí el invierno por causa de las nieves, hasta regresar por el litoral del Caspio y el Volga; penetró en la comarca de los kalmukos, hospedandose en casa del Lama ó gran sacerdote, quien le dió su bendición, y luégo bajo las tiendas de los baudistas, y en un seminario de hermanos moravos, en Sarepta; regresó á Moscou y visitó al Emperador de Rusia, y pasó luégo á Viena, donde recibió el diploma de miembro corresponsal de la Sociedad de Geografía, así como á París, en cuya Asociacion de Geografía dió una conferencia, que le valió tambien el título de miembro corresponsal; invitada, por último, al Congreso antropológico de Lisboa, ha visitado Portugal y muchas ciudades de España, llegando á Madrid pocos días hace, y habiendo sido recibida afectuosamente por Sus Majestades los Reyes(5). La Sra. Serena, al terminar su brillante peroracion, fué aplaudida con entusiasmo por la distinguida concurrencia que la habia escuchado, y el Sr. Cánovas del Castillo, pronunciando un elocuente discurso, como todos los suyos, felicitó a la intrépida viajera por su ilustración y su elocuencia, é hizo votos por su felicidad y ventura.
(5) Alfonso XII y María Cristina
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Al terminar el acto solemne, el digno Presidente entregó a la disertante un precioso ramo de flores y el título de miembro corresponsal honorario de la Sociedad Geográfica de Madrid. Ocúpase la Sra. Serena en escribir la relación de sus viajes: dentro de breve plazo dará á la luz pública, en París, un tomo de recuerdos personales, á modo de introducción de aquélla, titulado De la Baltique á la Caspienne, y el segundo, Une Européenne en Persie, se publicará también ántes de Marzo próximo.”
Miercoles, 11 Abril, 2007
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VIOLET CRESSY-MARCKS “No hay nada tan arriesgado como llevar una vida normal en cualquier ciudad de Europa”. El lugar y la fecha de nacimiento de Violet Olivia Cressy-Marcks (de soltera Rutley) son desconocidos. Se supone que era inglesa y nació en 1895 (en algunos sitios se indica en 1890). Tampoco se sabe mucho de la infancia de esta mujer singular, ni de su vida anterior a su primer matrimonio, aunque parece que perteneció a una familia acomodada y su interés se centraba sobre todo en la arqueología. Cuando empezó a viajar ya se había divorciado del capitán Cressy-Marcks. En 1925 recorrió Africa de Norte a Sur (de Cairo a Cabo, como don Enrique Meneses) y en 1928 fue de Escandinavia a Murmansk (Rusia) en trineo. Escribió solamente dos libros. El primero de ellos, Up the Amazon and Over the Andes (publicado en 1932) narra su primer viaje a Sudamérica. En él se incluye un episodio que muestra el temperamento de esta mujer. Mientras estaba durmiendo en la región del Amazonas, 54
una serpiente se deslizó bajo su mosquitera y la mordió debajo de la rodilla. Ella agarró al reptil por la cabeza y lo aplastó contra una roca. Como no sabía si la serpiente era venenosa o no, se abrió la herida con un escalpelo y se introdujo una tableta de permanganato potásico. Después permaneció unos instantes mirándose a un espejo (llevaba meses sin usar uno) para ver si su rostro se había vuelto gris o sus labios presentaban un color extraño. Aparte de encontrarse más delgada no notó nada de particular. Luego se tomó un café, dio un paseo y volvió a acostarse. Estaba en paz con el mundo, así que no había nada de qué preocuparse. En 1932 se casó de nuevo, con un tal Francis Fisher, que la acompañó a Asia Central e India. Era la primera vez que viajaba con alguien que no fuese un guía o un criado. En Etiopía, durante la invasión italiana, viajó de Addis Abeba a Nairobi y visitó los frentes de guerra etíopes y eritreos, para grabar películas. Desde Burma pasó a China, llegando a Dali, antigua capital de los bai. En plena guerra civil se dirigió hacia el noroeste del país para hacerle al futuro presidente Mao Zedong una entrevista, en los barracones del ejército rojo, que duró cinco horas. Al año siguiente fue corresponsal del Daily Express en Chungking. Estos hechos son narrados en su segundo y último libro Journey into China, publicado en 1940. Violet se especializó en conflictos políticos y hasta 1945 ejerció de reportera para el diario mencionado, en España, India, Turquía, Tibet y varios países de Africa. En 1956, mientras daba la vuelta al mundo, su marido falleció en Nassau. 55
Su trabajo era tan importante para ella que estaba dispuesta a correr grandes riesgos en sus viajes. Cuando alguien le preguntó cómo podía ser tan valiente para arriesgar su vida en viajes que acarreaban dificultades, tales como enfermedades, alimentación escasa y disturbios políticos, ella contestó que no hay nada tan arriesgado como llevar una vida normal en cualquier ciudad de Europa, expuesta a ser víctima de los ladrones, los lunáticos y los accidentes; y que, en todo caso, ningún hombre sabe la hora de su muerte. La suya llegó en 1970.
Jueves, 13 de septiembre de 2007
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ELLA MAILLART Deportista, mística y aventurera Ella Maillart nace en Ginebra (Suiza) en 1903. Su padre, un hombre viajero y de ideas abiertas era comerciante en pieles. Su madre, una danesa de carácter independiente y aficionada al deporte, llevaba a su hija los domingos a esquiar, costumbre que en esa época era considerada una excentricidad propia de ingleses. Con dieciséis años, Ella es una de las fundadoras del primer equipo femenino de hockey sobre hierba en la Suiza francófona. Con veinte, en compañía de su amiga Miette, navega desde Cannes hasta Córcega en un velero de siete metros. Poco después, en un yate de 14 toneladas con una tripulación de cuatro chicas, sigue los pasos de Ulises por el Mediterráneo, alcanzando las islas del Mar Jónico. Fracasan en su intento de repetir el trayecto de Alain Gerbault, que en 1923 realizó la primera travesía del Atlántico desde Gibraltar a Nueva York, ya que Miette cae enferma tras una semana de viaje y se ven obligadas a regresar a Bretaña. Poco después Miette se casa y deja la 57
vida aventurera. Ella se enrola en varias tripulaciones a bordo de barcos que cruzan el Atlántico y luego regresa a la práctica del deporte: representa a Suiza en la prueba de vela de la Olimpiada de 1924; es la única mujer entre diecisiete competidores y termina en un digno noveno lugar. Publica su primer libro: La vagabonde des mers (Gypsy Afloat) Sin tener muy claro lo que quiere hacer, trabaja de mecanógrafa, vendedora, profesora de francés en Gales, modelo para el escultor Raymond Delamare en Paris y actriz en el Estudio de Arte Dramático de Ginebra y en alguna película en la que aparecen esquiadores. En 1931 y 1932 es capitana del equipo femenino suizo de hockey sobre hierba y representa a su país en cuatro Campeonatos del Mundo de Esquí, desde 1931 a 1934. Sobre este periodo escribió: “Excepto cuando estaba navegando o esquiando, me sentía perdida, sólo medio viva”. Durante una estancia en Berlín, en 1929, un encuentro con emigrantes rusos le sugiere la idea de escribir artículos sobre la juventud rusa y el cine de aquel país. La viuda de Jack London le proporciona ayuda económica para ir a Moscú. Allí se aloja en casa de la Condesa Tolstoy y conoce al cineasta Pudovkin, cuya película Tempestad Sobre Asia (1928) le despertará el deseo de conocer Oriente. Viaja al Cáucaso con un grupo de estudiantes y alcanza el valle perdido de Svanetia. En 1932 viaja a través del Turquestán Ruso y la cordillera de Tien Shan, conviviendo con los pueblos de Asia Central, kirguises, 58
kazakos y uzbekos. Escalando una montaña divisa a lo lejos la inmensa extensión del desierto de Taklamakán y decide que algún día irá allí. De momento regresa sola a Europa, viajando sin permiso a través de las repúblicas soviéticas y esquivando los puestos de control de la zona, todavía inestable a raíz de los levantamientos musulmanes sangrientamente sofocados por el ejército ruso. A su regreso escribe Des Monts célestes aux Sables rouges (Turkestan Solo. One Woman’s Expedition from the Tien Shan to the Kizil Kum). El periódico Le Petit Parisien la envía a China a informar sobre la ocupación de Manchuria por los japoneses. En Pekín conoce al célebre Teilhard de Chardin y a un periodista de The Times llamado Peter Fleming. Se empeña en entrar en el Turquestán Chino, región prohibida y de la que no se han tenido noticias en cuatro años, para dirigirse desde allí a la India. El famoso explorador Sven Hedin le dice que la ruta por el norte del Tíbet y la cuenca del Tsaidam es tan peligrosa que el gobierno chino ni siquiera la vigila. Esa es la ruta que Ella y su compañero Peter Fleming deciden tomar. Salen de Pekín en febrero de 1935 con un permiso para llegar a la región del Koko Nor (o lago Qinghai). Desde allí, esquivando los controles militares, cruzan el Tsaidam, llegan a Xinjiang y al Pamir, a través de la Ruta de la Seda. Siete meses más tarde alcanzan Srinagar en Cachemira, hoy India. Paul Morand escribió: “La mujer a la que me refiero va vestida con botas de piel de oveja y enguantada con 59
mitones; su piel quemada por el aire de la montaña y el viento del desierto; explora regiones inaccesibles de la Tierra en compañía de chinos, tibetanos, rusos e ingleses, cuyos calcetines remienda, cuyas heridas cura, y con quienes duerme con total inocencia bajo las estrellas… Esta mujer es Ella Maillart.” Publica Oasis interdites. De Pékin au Cachemire (Forbidden Journey. From Peking to Cashmir), con gran éxito. Hasta 1939 sigue trabajando para Le Petit Parisien: de Turquía a la India, a través de Irán y Afganistán, en camión o autobús, tomando notas para sus artículos sobre el progreso que habían hecho esos países. En el libro La voie cruelle (The Cruel Way) narra un extraño viaje en un automóvil Ford, con una amiga que en el libro se llama Christina y cuyo nombre real es Annemarie Schwarzenbach, periodista y novelista, una joven de carácter frágil y adicta a la morfina. El viaje es un vano intento para liberar a su amiga de las drogas, recorriendo los países que Ella visitó dos años antes. Escribió: “Lo poco que aprendí sobre el tormento psicológico que Christina estaba atravesando me hizo entender que el hambre o la pobreza pueden ser menos terribles que el sufrimiento y la angustia mental”. Esta historia se llevó al cine en Alemania con el título Die Reise nach Kafiristan (Viaje a Kafiristan)(1). Ella pasa la Segunda Guerra Mundial en la India, viviendo como puede de las rentas. Se establece en Tiruvannamalai al sur de Madras (hoy Chennai), cerca del (1) Hay un trailer en YouTube: Journey To Kafiristan (http://www.youtube.com/watch?v=7c998muvNMA)
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ashram de Ramana Maharishi, un sabio maestro que, según Ella, “alcanzó la liberación durante su vida”. También sigue las enseñanzas de Atmananda en Kerala. Estos maestros espirituales la enseñan la “unidad del mundo”. En su libro autobiográfico Croisières et caravanes (Cruises and Caravans) (1942) escribe: “He empezado un nuevo viaje que, yo sé, me llevará más lejos que nunca hacia esa vida perfecta que instintivamente iba buscando. Comencé este viaje explorando el territorio sin mapas de mi propia mente” … “Esta empresa es tan vasta como la vida misma, ya que exige el análisis de nuestro ser físico, mental, emocional y espiritual.” En su libro Ti-Puss ou l’Inde avec ma chatte recoge la aplicación práctica de las enseñanzas recibidas. En 1951 parte hacia Nepal, que acaba de abrir sus fronteras a los extranjeros, y sobre este viaje escribe The Land of the Sherpas. Curiosamente, durante los siguientes treinta años, entre 1957 y 1987, Ella Maillart trabaja como guía turístico, enseñando los países que conoce. En los últimos años de su vida se preocupa por la conservación del medio ambiente. Muere en Chandolin (Suiza) el 27 de marzo de 1997 a los 94 años.
Miércoles, 6 de febrero de 2008 61
IDA PFEIFFER Dió la vuelta al mundo dos veces y vivió entre caníbales y cazadores de cabezas. “En tanto busco en vano algún epíteto que caracterice con justicia su extraordinaria disposición a la aventura, me viene a la cabeza, por ejemplo, que en las proximidades de Río de Janeiro se defiende de un peligroso atracador a paraguazos; alimenta a la rata que acude cada noche a pasearse por su cara mientras duerme en el infecto camarote de un velero; flota menos que un yunque y se aventura a atravesar un caudaloso río agarrándose a las ramas de un banano; unos bandidos kurdos que tratan de asaltarla en Persia terminarán por ayudarla a que plante el campamento…” (Fernando Pérez Barber en el prólogo del libro ‘Viaje de una mujer alrededor del mundo‘ de Ida Pfeiffer)
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Ida Laura Pfeiffer (Ida Reyer de soltera) nació en Viena (Austria) en 1797. Era la única hija de un adinerado comerciante, el cual le dió la misma educación que a sus cinco hermanos varones. Ida vestía ropa de niño y compartía los juegos de sus hermanos, cosa que no gustaba a su madre, por considerarlo inapropiado para una chica y sin valor en su educación futura. Ida tenía casi diez años cuando su padre falleció y su vida dio un giro radical. Su madre la obligó a vestirse de chica y comenzó a educarla en tareas domésticas y a aprender a tocar el piano. En 1809 Napoleón invadió Austria y la Sra. Reyer se vio obligada a alojar funcionarios franceses en casa. Ida odiaba a los franceses y años más tarde escribiría que habría deseado ser un soldado para expulsarlos de su casa y de su país. Tenía doce años cuando su madre la obligó a asistir a la entrada triunfal de Bonaparte en Viena. Ida se negó a mirar el desfile y recibió un bofetón de su madre quien la hizo ponerse de pie y mirar hacia adelante, a Napoleón. Ida respondió cerrando los ojos para no ver a quien detestaba. Su madre contrató a un tutor privado para su educación y así Ida aprendió francés, italiano, costura, bordado, cocina y dibujo. Cuando tenía diecisiete años se enamoró de un joven profesor de piano y fue correspondida por él. Llegaron a hacer planes para casarse, pero la madre de Ida no tenía ninguna intención de que su hija se casara con un don nadie, sino con alguien con dinero y poder, así que impidió a la pareja volver a verse. Presionada por su madre, aceptó casarse 63
con un tal doctor Pfeiffer, del que se desconoce su nombre de pila. Tenía entonces veintidós años. Pfeiffer, mucho mayor que ella, era un alto funcionario del Gobierno austríaco. Se traladaron a vivir a Lemberg y tuvieron dos hijos. El destino de Ida daría un nuevo giro cuando su esposo denunció una serie de delitos cometidos por algunos de sus compañeros. Estos fueron detenidos y procesados, pero la carrera funcionarial de Pfeiffer acabó aquí; fue tratado de traidor por sus compañeros y considerado un espía; perdió su trabajo. Ida se vio obligada a dar clases de piano y de dibujo para mantener a la familia y pasó de una vida de lujo a la pobreza en un breve periodo de tiempo. El Sr. Pfeiffer enfermó y quiso ir a vivir a Lemberg con el hijo mayor de su primer matrimonio. Ida se separó amistosamente de su marido en 1835 y se trasladó con los dos chicos de regreso a Viena. En 1842, sus hijos habían creado sus propios hogares y, libre de todas las obligaciones familiares, Ida decidió empezar a viajar. Ida eligió Tierra Santa como su primer destino por dos razones: en primer lugar, era una mujer religiosa y siempre había querido ver la tierra donde Jesús nació, vivió y fue crucificado. En segundo lugar, una mujer que viaja sola es mucho menos probable que reciba críticas si va a Tierra Santa, destino aceptable para la respetabilidad de los cristianos. Ida era consciente de los riesgos que asumía al viajar sola y redactó su testamento antes de partir. Tenía entonces 45 años. Como no le sobraba el dinero se propuso viajar dentro de estrictas limitaciones económicas, lo que sería una constante en su vida, hasta el 64
punto de que en el prólogo de la edición española de uno de sus libros la consideran “la primera mochilera de la historia”. Ida tomó un vapor en Viena para navegar por el Danubio a través de Hungría, luego por el Mar Negro hasta llegar a Constantinopla (hoy Estambul). Constantinopla era entonces una mezcolanza de influencia bizantina e islámica, el arte y la cultura europeos se mezclaban con el aspecto turco-musulmán de las mezquitas, los derviches, el idioma y las tradiciones. El cruce desde el lado europeo al asiático lo realizó Ida en un kayak. La siguiente etapa del viaje la llevó a Beirut. Allí encontró “el calor agobiante, la tierra seca y baldía por la falta de agua, y perros vagabundos por todas partes” (Los textos de Ida Pfeiffer se caracterizan por su espíritu crítico hacia todo lo que va conociendo). Las ciudades de Tiro, San Juan de Acre y Jaffa también formaron parte del recorrido. Una vez en Palestina, visitó los lugares por los que había pasado Jesús: Jerusalén, Getsemaní, el Calvario, Belén, Nazareth, el Mar Muerto, el Mar de Galilea, el Jordán y el desierto del Sinaí. Continuó su ruta hasta Damasco, pasando por las ruinas de Baalbeck. En agosto de 1842 alcanzó Alejandría, en Egipto. Un día más tarde estaba en El Cairo visitando las pirámides. En octubre llegó al puerto de Nápoles, tras una breve parada en Sicilia. Después de diez meses en la Tierra Santa, regresó triunfal a Viena, con notas de sus experiencias y planes para una nueva excursión. Su siguiente destino iba a 65
contrastar con el calor del desierto de Oriente Medio: la tundra helada de Islandia, los fiordos de Noruega y los alrededores de Estocolmo. Este nuevo viaje lo financió con las ventas de su libro Reise einer Wienerin in das Heilige Land. A diferencia de otros viajeros a la Islandia de la época, Ida viajó sola y con un presupuesto limitado. Utilizó como medio de transporte el carro de caballos y vivió como los islandeses. En su libro Reise nach dem skandinavischen Norden und der Insel Island se quejó de que la población local era ruda, sus hogares sucios y sus comidas, compuestas principalmente de avena y pescado, aburridas. Después de seis meses, regresó a casa. Trajo muestras de plantas y rocas, que había recogido en Islandia, para venderlas a los museos. En 1846 encontramos a Ida en Río de Janeiro decidida nada menos que a dar la vuelta al mundo. Desde su mentalidad de ama de casa victoriana, encontró a los indios salvajes y primitivos e inferiores a ella. En Tahití, se escandalizó ante las liberales costumbres sexuales de las nativas. Los chinos tampoco le cayeron bien, en cambio apreció el ascetismo de los hindúes. Permaneció siete meses en la India, viajando casi sin equipaje, y alimentándose de arroz, pan, agua y sal. Llegó a Mesopotamia, y en Bagdad se unió a una caravana de camellos para cruzar el desierto, vía Mosul, hasta Tabriz, en Persia. En otra caravana llegó hasta Rusia. Después de andar tanto tiempo entre infieles estaba deseando volver a encontrarse en un país cristiano, sin embargo, a poco de llegar fue arrestada como 66
sospechosa de espionaje. Escribió: “¡Oh, buenas gentes árabes, turcas, persas, indias! Con qué seguridad atravesé vuestras tierras paganas e infieles; y aquí en la cristiana Rusia, cuánto he tenido que sufrir en tan poco tiempo.” Demostrada su inocencia, pudo continuar viaje hacia Turquía, Grecia e Italia, y regresó a casa en noviembre de 1948. La publicación de Eine Frau fährt um die Welt la hizo famosa. Hay edición en castellano de este libro: Viaje de una mujer alrededor del mundo (Ed. Barrabes). En 1851, Ida parte de nuevo a la aventura con 100 libras esterlinas como todo recurso. Después de navegar desde Londres hasta Ciudad del Cabo, continúa a Singapur y Borneo. Pasa seis meses en Borneo viajando a través de la selva tropical casi impenetrable. Haciendo caso omiso de las advertencias de los occidentales, se va de visita a la tribu de los dayakos, conocida por su afición a coleccionar cabezas humanas. Sorprendentemente, a Ida le gustan los dayakos. Los admira. Escribió: “Me estremeció, pero no pude dejar de preguntarme si, después de todo, nosotros, los europeos no somos realmente igual de malos o peores que estos salvajes despreciados. ¿No está cada página de nuestra historia llena de horribles actos de traición y asesinato?” Y añadió: “Me gustaría haber pasado más tiempo entre los libres dayakos, tal como los he encontrado, sin excepción, honestos, afables y modestos en su comportamiento. Podría situarlos, en estos aspectos, por encima de cualquiera de las tribus que he conocido”. Su siguiente parada es en Sumatra, Indias Orientales Holandesas (actual Indonesia). Una vez más, haciendo 67
caso omiso de sus conocidos europeos, se propone visitar la tribu batak, que son caníbales y que nunca habían permitido que un europeo pisara su territorio. Los batak la tratan como una curiosidad y ella va pasando sin problemas de una tribu a otra. Ida se sintió menos a gusto con los batak cuando empezaron a hacerle un gesto característico de que querían matarla y comérsela. Ella se asustó, pero hizo una broma, diciendo en el idioma batak que era demasiado vieja y difícil de hacer con ella un buen plato. Esta ocurrencia les divirtió y la dejaron marchar. Fue la primera persona que sobrevivió para informar sobre la forma de vida de los batak. Ida navega hasta San Francisco y en América del Sur visita los Andes. Regresa a casa después de cuatro años de ausencia. Su nuevo libro, Meine zweite Weltreise (Mi segundo viaje alrededor del mundo) se convierte un bestseller. Ida fue elegida miembro de las sociedades geográficas de Berlín y París, pero la Royal Geographical Society de Gran Bretaña se negó a admitirla por ser mujer. Aún le quedaban energías para otro viaje. Se fue a Madagascar, en la costa de África. Pero poco después de su llegada, se encontró presa acusada de participar en un complot para derrocar a la reina Ranavalona. Finalmente, fue puesta en libertad. Sin embargo, cayó víctima de una enfermedad tropical de la que no se recuperó. Ida Pfeiffer murió en Viena en 1858. Sus notas de este viaje se publicaron como Reise nach Madagascar. Martes, 31 de marzo de 2009 68
LADY ANNE BLUNT La primera europea que viajó por los desiertos de Arabia central. Anne Blunt, de soltera Anne Isabella King-Noel, XV Baronesa Wentworth (1837-1917), fue nieta de Lord Byron e hija de Lady Ada Lovelace. Anne tuvo una esmerada educación: hablaba varios idiomas, era una gran amazona, una competente violinista poseedora de dos Stradivarius, buena dibujante y pintora y había sido discípula de John Ruskin. En 1869 se casó con el poeta y diplomático Wilfrid Scawen Blunt. Éste era un mujeriego que posiblemente consideró prestigioso para su carrera literaria contraer matrimonio con la nieta de un célebre poeta, que además tenía unas rentas más elevadas que las suyas. Dos cosas tenían en común: su atracción por oriente y por los caballos. En 1872, el hermano mayor de Blunt murió inesperadamente y él heredó la vieja finca de Crabbet Park. De pronto se convirtió en dueño de una importante cuadra de caballos, 4.000 acres de tierra y quince criados. 69
En el verano de 1873 los Blunt iniciaron su primer viaje a través de España, Argelia, Egipto, el desierto de Siria y la India. Los Blunt llegaron a Egipto en el invierno de 1875-76. Allí contrataron guías beduinos y camellos y viajaron a través del Sinaí hasta Jerusalén. Mientras cruzaban el desierto, el pequeño grupo se quedó sin agua y casi murieron de sed. Sin embargo, esto les sirvió para adquirir experiencia y para planear una expedición de más envergadura a la Arabia central. A finales de 1878 penetraron en el norte de la península arábiga y la región del Nejd, la meseta central considerada sagrada por los beduinos. Aislada por montañas escarpadas y áridos desiertos, es una zona difícilmente accesible, en la que se originó la raza de caballos árabes. Sólo tres hombres europeos les habían precedido. Lady Anne sería la primera mujer europea en visitar esta región. Durante su estancia en Egipto adquirieron varios caballos árabes y los trasladaron a Inglaterra, donde fundaron el Crabbet Arabian Stud, que daría origen a la cría de esa raza en Europa. En 1882 Wilfrid Blunt defendió la causa de Ahmed Urabi Pasha (coronel egipcio nacionalista sublevado), por lo que le prohibieron la entrada en Egipto durante cuatro años. Blunt, en general, se oponía al imperialismo británico por razones filosóficas, y su apoyo a la causa irlandesa lo llevó a la cárcel en 1888. Durante estos años, Anne estuvo embarazada varias veces, pero todos sus hijos murieron prematuramente, excepto su hija Judith, que llegaría a ser la XVI baronesa 70
Wentworth. Wilfrid tuvo varias amantes (entre ellas una madre y su hija) y cuando llevó a una tal Dorothy Carleton a vivir a su propia casa, Anne abandonó a su marido, ya que no le gustaba “ese estilo de vida oriental”. En 1906 se produjo la separación legal. Lady Anne pasaba varios meses al año en Sheykh Obeyd, una finca cerca de El Cairo, que había comprado en 1882 y transformado en granja para la cría de sus caballos en Egipto. Se trasladó allí definitivamente en 1915. Su hija Judith vivía en la finca Crabbet con su propio marido y sus hijos. Anne Blunt murió en El Cairo el 15 de diciembre de 1917. Su cuerpo fue enterrado en un pequeño cementerio al borde del desierto. Wilfrid y Judith se disputaron la herencia de las fincas y los caballos. Una sentencia judicial otorgó en 1920 la propiedad a la hija de Lady Anne. Wilfrid Blunt murió dos años más tarde y, según sus deseos, fue enterrado al estilo beduino: su cuerpo fue simplemente envuelto en una alfombra oriental y llevado a un cementerio cercano a Crabbet. Los diarios que Anne Blunt escribió durante sus viajes fueron publicados en los libros Bedouin Tribes of the Euphrates y A Pilgrimage to Nejd.
Miércoles, 2 de abril de 2008
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EL MARINERO ANNE JANE THORNTON En el siglo XIX no fueron infrecuentes los casos de mujeres que embarcaban disfrazadas de marinos. Anne Jane Thornton nació en Gloucestershire (Inglaterra) en 1817 y era hija de un próspero comerciante. Después de la muerte de su madre en 1823, su padre se trasladó a Donegal (Irlanda) donde abrió otra tienda con bastante éxito. A los quince años conoció a un estadounidense, el capitán Alexander Burke, de quien se enamoró. En 1832 el Capitán Burke dejó Donegal para regresar a la casa de su padre en Nueva York y Anne Jane decidió seguirlo. Dejó Donegal en compañía de una sirvienta y un chico que le ayudó a encontrar un traje masculino y obtener un pasaje a Inglaterra. De allí emprendió viaje a Estados Unidos disfrazada de hombre y enrolada como marinero. Anne Jane, siempre en su disfraz de marino, atracó en East Port, Maine, y luego caminó 70 millas hasta la casa del Capitán Burke en St. Andrew’s, en el estado de Nueva 72
York. Allí se enteró de que su amante se había casado recientemente. Obligada a ganarse la vida por sí misma, conservó su disfraz masculino y logró un puesto como cocinero y mayordomo a bordo de un barco, por nueve dólares al mes. El buque zarpó para el Mediterráneo y Anne Jane, favorecida por su tez morena, engañó a todo el mundo durante dos años respecto a su verdadero sexo. Mientras el buque estaba atracado en Lisboa se descubrió su identidad femenina. Un día estaba lavando su litera, con la chaqueta desabrochada en la parte delantera, cuando uno de los tripulantes tuvo una fugaz visión de sus pechos. El marinero trató de chantajearla, proponiéndola mantener relaciones sexuales a cambio de su silencio. Como ella se negó, el marino la delató al capitán, el cual ordenó a Anne Jane seguir trabando con los hombres. El rumor de que aquel joven era en realidad una mujer se extendió y finalmente fue descubierta. Antes de llegar a Londres fue violada por varios marineros. El capitán, más tarde, describiría su sorpresa al enterarse de que el joven marino era una mujer: “No podía apenas dar crédito cuando me lo dijeron. Puedo dar testimonio de su extraordinario comportamiento y me pregunto si no actué correctamente con ella”. Según el capitán, aunque lo pasó muy mal cumplió con los deberes de un marino sin una queja. Anne Jane fue ayudada por el alcalde de Londres y finalmente regresó a la casa de su padre. Su historia inspiró la balada Female Sailor Bold. 73
El caso de Anne Jane Thornton no es único. A lo largo del siglo XIX se tienen noticias de que muchas mujeres embarcaban de forma clandestina disfrazadas de hombres. El semanario The Examiner publicó esta irónica nota el 25 de marzo de 1843: “Desde hace dos o tres años hay una gran oleada de mujeres marineros. Todos los periódicos han dedicado algún espacio a anunciar que se ha descubierto a una mujer marinero. El resultado es la convicción extendida en la mente del público de que todos los marineros son mujeres, que no hay otros navegantes que mujeres marineros disfrazadas, y ahora sería una curiosidad el descubrimiento de un hombre marinero, si tal fenómeno pudiera autentificarse.”
Viernes, 6 de febrero de 2009
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MARGERY PERHAM Viajera y escritora sobre temas africanos. Margery Freda Perham (1895-1982) nació en Bury, Lancashire (Inglaterra), el 6 de septiembre de 1895. Era la más joven de la familia -compuesta por cinco hijos y dos hijas- de Federico Perham, comerciante de vinos y su esposa, Marion. Su abuela, María Anna Needell, fue novelista. Los siete niños fueron enviados a buenas escuelas públicas. Cuatro de ellos, incluidas las dos niñas, asistieron a las universidades de Oxford, Cambridge y Leeds. Margery ganó una beca como lectora de Historia en el St Hugh’s College de Oxford, en 1914. La muerte de su querido hermano Edgar en la batalla de Delville Wood (1916), durante la Primera Guerra Mundial, causó una profunda herida a Margery. Cuando más lo necesitaba no tuvo donde refugiarse porque sus padres, que nunca fueron muy cariñosos, habían cerrado la casa familiar para vivir en un hotel. Su hermana Ethel se había casado con el mayor Harry Rayne, un cazador de Nueva Zelanda, y vivía en Jubalandia (Somalia). 75
Margery pretendió alistarse como correo, pero fue firmemente disuadida por sus tutores y se quedó en Oxford, donde obtuvo la graduación y, a regañadientes, se convirtió en profesora de Historia en la Universidad de Sheffield, enseñando a ex militares que reanudaron su educación. En Sheffield, Margery era la única mujer entre el profesorado enseñando Historia. Sus estudiantes, algunos mayores que ella, le recordaban a su hermano muerto. Aunque sus colegas producían incesantemente artículos para revistas académicas, ella no escribió ninguno; su ambición había muerto con Edgar. Entre sus pocos amigos, uno o dos jóvenes fueron atraídos por aquella hermosa chica de elevada estatura, pelo y ojos marrones y fuerte mandíbula. Mientras escribía Aethelburga, una obra de teatro acerca de la introducción del cristianismo en el norte de Gran Bretaña en el siglo VII, perdió su propia fe. Jugar hockey, tenis y golf, pasear por los páramos, montar en moto y dar charlas ocasionales para la Workers’ Educational Association en Sheffield le proporcionaron cierto consuelo, pero durante las vacaciones leyó de forma imprudente un texto sobre la guerra. Se refugió tras una actividad constante hasta que tuvo una crisis nerviosa que la obligó a tomar un año de permiso en 1920. Margery eligió pasar la convalecencia con la familia de su hermana en Somalilandia, donde su cuñado Rayne había sido nombrado comisario de distrito en Hargeisa. Las hermanas Perham se conviertieron así en las primeras mujeres blancas residentes en la Somalia asolada por la 76
sequía. Margery se enamoró de África y de la vida de la administración colonial, colaborando en el desarrollo del distrito y el cuidado de las personas. Cumplió una ambición de la infancia, la de ser una gran practicante de caza mayor. Solía viajar con las patrullas del cuerpo de camelleros a lo largo de la frontera con Etiopía. De regreso a Sheffield, Margery añadió a su curriculum un curso sobre Historia imperial y ofreció una serie de conferencias sobre Somalia, pero tornó a la escritura de novelas para resolver sus problemas personales y no a la investigación académica. Major Dane’s Garden (1925) se basó en su experiencia africana y Josie Vine (1927) en su vida familiar. Ambas novelas analizan las dificultades de una mujer joven haciendo su propio camino en un mundo de hombres. Ella negó que esas novelas fueran autobiográficas, pero el paralelismo con sus diarios es evidente. En 1924 Margery regresó a Oxford como profesora de Historia moderna, Política, Filosofía y Economía en el St.Hugh. La reforma de los currículos universitarios le permitió concentrarse en sus intereses particulares, como intervenir en la comisión permanente de la Sociedad de las Naciones para instar a los científicos a estudiar las relaciones raciales. En 1926, las universidades de Oxford y Cambridge iniciaron cursos de formación de posgrado en servicios coloniales. El conocimiento de Margery de los deberes y responsabilidades de los funcionarios coloniales, aunque escaso, era único en la historia de la facultad.
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En 1928 y 1929 Margery viaja con una beca del Rhodes Trust para estudiar la administración autóctona en los Estados Unidos y el Imperio Británico. Escapó ilesa de un piquete de rebeldes en Samoa Occidental; en Durban (Sudáfrica) asistió a una turbulenta reunión del sindicato negro Industrial and Commercial Workers’ Union, tenido por uno de los movimientos más radicales del país; practicó la caza del búfalo con el barón von Blixen y durante un viaje se enamoró de un comisario de distrito casado. Un moderado uso de sus fondos y la renovación de su beca le permitió seguir viajando desde julio de 1929 hasta principios de 1932, visitando Estados Unidos, las islas del Pacífico, Australia, Nueva Zelanda y gran parte de África al sur del Sahara. Escribió multitud de notas y varios artículos sobre la administración autóctona en The Times. Sus diarios ilustrados con fotografías fueron copiados y distribuidos entre sus amigos. Fueron editados y publicados muchos años más tarde como Pacific Prelude (1988), African Apprenticeship (1974), East African Journey (1976) y West African Passage (1983). En 1930 le llegaron dos cablegramas hasta Tanganica: uno de Lord Lothian, secretario del Rhodes Trust, que ofrecía una ampliación de los viajes; el otro de su universidad para pedir su regreso o la renuncia a su beca. Ella envió dos breves respuestas: “Acepto” y “Renuncio”. El precio a pagar fue la pérdida de su puesto de profesora, aunque St Hugh la nombró investigadora no remunerada para mantener su relación con la universidad. Junto con su hermana Ethel y Harry, invirtió 78
la herencia de sus padres en una granja en Surrey, donde, en un granero reconvertido, escribió Native Administration in Nigeria (1937), editó Ten Africans (1936) y, con Lionel Curtis, transformó sus combativos artículos de The Times en The Protectorates of South Africa (1935). Luego elaboró un libro similar con Elspeth Huxley, Race and Politics in Kenya (1944). Los años siguientes siguió viajando (Sudán, Etiopía, Borneo…) y participando en comisiones diversas, como observadora de grupos internacionales o asesora del gobierno británico. Ocupó varios cargos en la Universidad de Oxford. Recibió honores y condecoraciones, como la Orden de San Miguel y San Jorge. Adoptó una postura crítica con la política colonial y de descolonización de Africa. Murió el 19 de febrero de 1982. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas fueron esparcidas sobre los South Downs.
Domingo, 15 de marzo de 2009
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CLÄRENORE STINNES En auto a través de los continentes. Clärenore (Clara) Stinnes vino al mundo el 21 de enero de 1901 en Mülheim (Ruhr, Alemania) y era hija del multimillonario Hugo Stinnes, dueño, entre otras, de una importante fábrica de automóviles. En su libro En auto a través de los continentes (Editorial Juventud, 1930), Clara Stinnes comienza diciendo algo que suscribirían la mayor parte de las mujeres singulares que han pasado por aquí: “Por lo que yo puedo recordar, nunca, ni en mi más tierna infancia, ha faltado en mí el deseo de aventuras. Siempre sentí la atracción de lo desconocido, de las vastas estepas, de los bosques impenetrables, de las cumbres eternamente nevadas y de las montañas augustas y desiertas. Por más que hacía mi madre por despertar en mí la tendencia a las actividades propias de la mujer, yo demostraba siempre otras aficiones. Cuantas 80
veces me mandaba ayudarla a coser, o a zurcir medias, escapábame con toda la presteza de mis piernas. Prefería oír a nuestro cochero Federico, en la cuadra, las historias militares que él me contaba poniéndome encima de un caballo, o sumirme en la lectura de las grandes gestas alemanas o en la de los libros de historias indias y aventuras. En mi fantasía no había sitio más que para el viejo Shatterhand, el noble apache Winnetou, la hermosa princesa Gudruna y el protervo anciano Hildebrando. Mis juguetes, los días de lluvia eran soldados, cañones, castillos y trenes; pero los días de sol salía con mis hermanos al jardín, a jugar con ellos a los indios, mi juego favorito.” Su padre ya había fallecido cuando el director de la fábrica de automóviles la propuso tomar parte en una carrera a celebrar en Essen. Aceptó, con la condición de participar de incógnito. Lo hizo y ganó. A partir de ahí se convertiría en competidora habitual en carreras automovilísticas en el continente, ganando muchas de ellas (siempre frente a rivales masculinos), incluida una organizada por el gobierno ruso entre Moscú y Leningrado. Fue en Rusia donde empezó a fraguar la idea de dar la vuelta al mundo en automóvil. Decidió hacerlo a bordo de dos vehículos de la entonces prestigiosa marca Adler, un automóvil normal y un furgón. Reunió un pequeño equipo 81
de personas, entre las que sólo cabe mencionar al sueco Carl Axel Söderström, operador cinematográfico con conocimientos de mecánica, que sería el único que resistiría junto a Clara hasta el final del viaje, ya que el resto fueron abandonando la empresa, por enfermedad o falta de ánimo. Partieron de Francfort en dirección este el 25 de mayo de 1927, pasaron por Estambul y recorrieron Oriente Medio para dirigirse luego desde Persia hacia el norte y atravesar Siberia y Mongolia para llegar a Pekín; embarcar hacia Hawai, previa escala en Tokyo; recorrer buena parte de Sudamérica, incluido el cruce de los Andes; atravesar Estados Unidos del Pacífico al Atlántico y embarcar de nuevo para regresar a Europa, llegando a Berlín en junio de 1929. En el libro antes citado Clara narra sus peripecias al volante en países en los que, en el mejor de los casos, circulaban por caminos de cabras, y en el peor, ni siquiera eso. A veces, las ruedas de sus coches se quedaban atrapadas en las arenas del desierto y había que sacarlos empujando. En los Andes hubieron de abrirse paso a base de cartuchos de dinamita. En varias ocasiones uno de sus vehículos tuvo que ser remolcado por amables lugareños de cualquier lugar del mundo. Hubo momentos muy duros, como en la travesía de Siberia, cuando estuvieron a punto de perecer perdidos en la nieve y acosados por lobos hambrientos; o cuando en la peligrosa región fronteriza chino-mongola fueron perseguidos reiteradamente por partidas de bandoleros; o cuando en Perú enfermaron a causa del mal de altura. 82
Además de tomar unas 800 fotografías, Söderström rodó algunas películas que sirvieron para realizar el documental Im Auto durch zwei Welten, estrenado en 1931, del cual YouTube les ofrece unas escenas(1). Después de haberse soportado mutuamente durante dos años y 49.239 kilómetros, Clara Stinnes y Carl Axel Söderström terminaron casándose.
Miércoles, 22 de octubre de 2008
(1) http://www.youtube.com/watch?v=Dbq-kcZ-rKk
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VIRGINIA ‘GINNY’ FIENNES Exploradora polar británica. Ginny Fiennes (1947-2004) fue una exploradora polar y organizadora de expediciones, nacida en Godalming, Surrey (Inglaterra). De joven se comprometió con el barón Ranulph Fiennes (1944), relación que su padre trató de evitar enviándola a España a trabajar como nanny. Inútilmente, ya que a su regreso, reanudó su relación con Ran, con quien años después se casaría. En 1969 Ginny organizó una expedición en hovercraft por el Nilo Blanco, incluyendo la obtención de permisos, la confección de la hoja de ruta, la búsqueda de patrocinadores y la publicación de un libro de su marido. En 1971 Ginny y Ran llevaron a cabo la expedición al Valle de Headless, una travesía fluvial de 3.000 millas a bordo de tres lanchas neumáticas por el Yukón. Ginny lo organizó todo y se encargó de aprovisionar a los expedicionarios conduciendo un camión a través de las Montañas Rocosas canadienses.
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Seguidamente se trasladaron a Omán a trabajar para la Save the Children Fund. Una revista ofreció a Ginny un contrato para escribir sobre la vida de una familia omaní, pero ella se negó a publicarlo al pretender el editor cambiar el relato para hacerlo más sensacionalista. Durante varios años colaboró en la organización de cuatro expediciones en busca de la ciudad perdida de Ubar en Dhofar. El gran viaje tuvo lugar en 1979. Hasta esa fecha nadie había logrado alcanzar los dos polos atravesando las dos regiones polares. Ginny propuso viajar alrededor del planeta siguiendo el meridiano de Greenwich, atravesando Africa, el Artico y la Antártida y haciendo en barco la travesía marítima. Así nació la Transglobe Expedition 1979–82, la primera circunnavegación del globo por los extremos de su eje polar. Tuvo el patronazgo del Príncipe Carlos de Inglaterra. Un total de siete personas salieron de Greenwich en septiembre de 1979, cruzaron con dos Land Rover y un Range Rover, Francia, España y el Sahara para embarcar en Costa de Marfil. Tras una escala en Ciudad del Cabo llegaron a Sanae, en el continente antártico, y en trineos alcanzaron el Polo Sur el 15 de diciembre de 1980. Embarcaron de nuevo al otro lado de la Antártida y navegaron hasta el Artico, llegando al Polo Norte. Al regresar a Inglaterra habían recorrido 83.000 kilómetros. Uno de los patrocinadores de la expedición fue el diario español El País, que publicó algunas crónicas. Por su contribución en esta expedición, decisiva para que Ranulph Fiennes y el doctor Charles Burton tuvieran 85
éxito, Ginny recibió la Medalla Polar y se convirtió en la primera mujer miembro del Club Antártico. Después se trasladó al Parque Nacional de Exmoor, donde se convirtió en ganadera, mientras su marido seguía realizando expediciones al polo y otros lugares del mundo. Ran sufrió un infarto, pero se recuperó de tal forma que fue capaz de correr siete maratones en siete días consecutivos en siete continentes. Ginny Fiennes falleció en febrero de 2004 de cáncer de estómago a los 56 años. Ran sigue en activo viajando y explorando.
Miércoles, 26 de noviembre de 2008
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MUJERES EN EL PODER
HATSHEPSUT Mujer faraón, reinó durante veinte años en el siglo XV aC. Nos remontamos al antiguo Egipto, a la XVIII dinastía, donde encontramos a Hatshepsut, una de las pocas mujeres que llegó a ser faraón. Si bien no fue la única y ni siquiera la primera, fue seguramente la que mayor poder alcanzó. Hatshepsut fue hija del faraón Tutmosis I, gran guerrero y constructor (él comenzó las obras del templo de Amón en Karnak). A éste le sucedió su hijo Tutmosis II, que se casó con su hermanastra Hatshepsut, cosa corriente en el antiguo Egipto, ya que las uniones entre miembros de la familia real venían condicionadas por la sucesión. Tutmosis II era débil y tenía mala salud y reinó brevemente. A su muerte en 1475 aC dejó como heredero a Tutmosis III, hijo de otra esposa, Mutnefer, y al mismo tiempo sobrino e hijastro de Hatshepsut. Tutmosis III era demasiado joven para gobernar y Hatshepsut asumió la regencia, ya que tenía preparación para ello: sabía leer y escribir y había sido educada junto a 89
sus hermanos varones. Hatshepsut fue consolidando su poder, se ganó el apoyo de los sacerdotes de Amón, desarticuló algunas conjuras contra ella y al llegar Tutmosis III a la mayoría de edad no le cedió el trono y siguió reinando como un auténtico faraón. Para acallar las protestas de quienes se negaban a ser gobernados por una mujer, los sacerdotes inventaron un mito según el cual Hatshepsut había sido engendrada por el mismísimo Amón, el cual, habiendo adoptado la figura de Tutmosis I, tuvo relaciones con la esposa de éste con el fin de darle una hija que gobernaría Egipto. Además Hatshepsut se disfrazó de hombre e hizo que se la representara en las esculturas con atavíos masculinos, barba incluida. Se mantuvo más de veinte años en el poder, durante los cuales su país gozó de relativa tranquilidad y prosperidad. Sometió a los rebeldes nubios y envió una expedición al sur en busca de especias. Su muerte es un misterio. No se sabe cómo y cuando murió, aunque debió ser hacia 1458 a.C. Hay una teoría según la cual Tutmosis III, cansado de que su tía y madrastra ocupara su lugar, conspiró contra ella, la asesinó y ordenó borrar todo rastro del hecho vergonzoso de que una mujer hubiera ocupado el trono de Egipto. Lo cierto es que Hatshepsut desapareció repentinamente de la historia. En 2007, las autoridades arqueológicas de Egipto anunciaron que una momia descubierta en 1903 pertenece a Hatshepsut.
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Durante años se especuló con la posibilidad de que una de las dos momias de mujeres encontradas en una pequeña tumba perteneciente a Sitre In, la nodriza de Hatshepsut, fuese la de la propia reina, pero los investigadores nunca se habían pronunciado definitivamente. La identificación fue posible tras analizar un diminuto fragmento de una muela que coincide con una pieza dental fracturada de la momia. El fragmento fue hallado en un vaso fúnebre con el nombre de la reina en el templo de Deir al Baheiri.
Domingo, 23 de octubre de 2005 y Martes, 26 de Junio de 2007
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FU HAO General del ejército chino en el siglo XIII aC. El general Fu Hao jugó un papel muy importante en el ascenso de la dinastía Shang (circa 1766 aC-circa 1050 aC). Dirigió un ejército de 13.000 hombres, que fue el mayor de China en su época. Combatió contra los bárbaros del otro lado de la frontera y dirigió la campaña que derrotó a los jiang, principales enemigos de Wuding (1250-1192 aC), rey de los Shang. Igualmente derrotó a los tu y a los yi. Su victoria frente a los ba ha quedado registrada en la historia militar china como un ejemplo de estrategia en una gran emboscada. Fue un gran militar. La gracia del asunto es que el general Fu Hao era la esposa del rey Wuding, por lo que pasa, por méritos propios, a engrosar nuestra galería de mujeres singulares. Se sabe poco de los primeros años de la vida de esta señora, que se convirtió en esposa de Wuding cuando éste decidió contraer matrimonio con una mujer de cada una de las tribus conquistadas, con objeto de establecer alianzas sólidas. La inteligencia de Fu Hao la llevó a 92
convertirse no sólo en la esposa número uno, sino también en el comandante en jefe del ejército de su marido. Fu Hao, como suma sacerdotisa, presidía el oráculo y las ceremonias sacrificiales, que en la China de aquella época incluían víctimas humanas. El objeto de los sacrificios era aplacar la cólera del cielo, honrar a los antepasados y ser favorecido en las batallas. El papel de Fu Hao en tales ceremonias se dedujo a partir de la colección de recipientes de bronce para sacrificios descubiertos en 1976 en su tumba, en la aldea de Xiaotun, en Anyang (capital de los Shang), en la provincia de Henan. Entre las piezas halladas están unos caparazones de tortuga que llevan inscritos los caracteres “preparados por Fu Hao”, lo que demuestra que ella estaba a cargo de los ritos de adivinación: en aquella época, era tarea del adivino preparar caparazones de tortuga u omóplatos de buey cincelando pequeñas muescas en ellos para contener granos de carbón de leña. Durante las ceremonias de adivinación, los caparazones o los huesos se cocían al horno en el fuego hasta que aparecían grietas. Estas grietas se estudiaban y se predecía el futuro a partir de las formas que presentaban. El resultado se inscribía en los mismos caparazones o huesos por el adivino. La colección incluye diversos utensilios de cocina que llevan inscripciones de Fu Hao. La gran hacha ceremonial tipo yue o las hachas de guerra encontradas en su tumba, con un peso de nueve kilos cada una, y otras dos más pequeñas que muestran también la inscripción, son los 93
distintivos de su autoridad militar. Fu Hao fue una figura pública de gran relevancia; antiguas escrituras de los Shang describen detalladamente sus expediciones militares, ritos religiosos, salud personal y otros aspectos de su vida. Estos textos fueron encontrados en unas grutas cercanas a Anyang. Sólo en los escritos de una de las cuevas, Fu Hao es mencionada más de doscientas veces. Después de la muerte de Fu Hao, Wuding enterró a su amada reina en una magnífica tumba llena de objetos de bronce y jade, que fue descubierta, como ya se ha dicho, en 1976.
Miércoles, 1 de noviembre de 2006
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CREADORAS
HU MING El erotismo del Ejército de la República Popular China. Los padres de Hu Ming eran médicos del ejército y querían que su hija fuese cirujana, pero a ella sólo le interesaba la pintura. Durante la época de la Revolución Cultural, Hu Ming estudiaba en secundaria y su profesor, sabiendo que el dibujo se le daba muy bien, le encargó hacer un retrato del líder Mao Zedong. Esto causó gran preocupación a su madre, que estaba convencida de que si el retrato quedaba mal terminarían todos en la cárcel, de modo que animó a su hija a practicar mucho hasta que estuviera segura de hacerlo bien. Así, la pobre se pasó toda la Revolución Cultural dibujando a Mao, además de tener que leer su infame Libro Rojo, cosa ésta que le producía un tremendo sopor, circunstancia que estaría a punto de costarle cara en el futuro. Con sólo 15 años, y por puro aburrimiento, solicitó entrar en el ejército. Como sus padres ya estaban dentro no fue difícil meterla y así, en 1970, Hu Ming se convirtió en soldado. Fue destinada al hospital de Tian Jin, que 97
tenía capacidad para cinco mil personas. Empezó como bibliotecaria y proyeccionista. Iba en un camión con ocho películas que proyectaba en diferentes lugares. También era responsable de la megafonía, lo que le costó más de una bronca por sus habituales despistes. Por ejemplo, un día, en lugar de hacer sonar el toque de diana a las cinco de la mañana, puso el de zafarrancho de combate, logrando que todos los soldados tomaran las armas y acudieran a sus puestos para defender el hospital de un supuesto ataque. Cuando el comandante fue a pedirle explicaciones se encontró con que ella, tras haber puesto a todos en pie de guerra, había vuelto a quedarse dormida. También era frecuente que se quedara dormida cada vez que abría el Libro Rojo de Mao, cuya lectura colectiva era obligatoria todos los días de 7:30 a 8:30 de la mañana. La gente comenzó a murmurar y Hu Ming fue llamada por su comandante, ante el que confesó que le resultaba imposible leer el libro sin dormirse por encontrarlo terriblemente aburrido. En aquella época no era muy conveniente decir verdades de ese tipo, pero el comandante, hombre paternalista, no la castigó sino que le recomendó untarse cada mañana las sienes con bálsamo de tigre para mantenerse fresca. Además le regaló un reloj para despertarse a la hora correcta. Pero ella seguía quedándose dormida, porque unos días no escuchaba la alarma y otros la ponía a una hora equivocada. En la época de la Revolución Cultural numerosos libros fueron prohibidos en China y se ordenó su quema. Como bibliotecaria, Hu Ming era la encargada de clasificar 98
los libros. Aunque tenía prohibida su lectura se las arreglaba para leerlos e incluso sustraía algunos para sus amigas. Un día encontró un volumen con ilustraciones de Miguel Angel. Era un estudio de anatomía con figuras de hombres desnudos. A sus 16 años aquello la fascinó y, a pesar del riesgo (un libro así era considerado pornográfico), se lo llevó a su habitación y se dedicó a copiar los dibujos hasta alcanzar una buena práctica en la representación de la figura humana. Escondía el libro bajo la almohada, tapado con su ropa interior, creyendo que así nadie se atrevería a tocarlo, pero un día descubrió con horror que tanto el libro como sus prendas íntimas habían desaparecido. Se enteró de que algunos hombres se dedicaban a robar la ropa interior femenina. De ser ese su caso, habría sido lo menos malo. Pero no fue así, ya que poco después requirió su presencia el comandante, que nada más verla colocó el libro delante de ella y le preguntó de dónde lo había sacado: “En este libro hay imágenes de hombres sin ropa, ¡desnudos! y tú te has dedicado a copiarlas ¿Cómo pueden gustarte estas cosas?”. Ming estaba tan aterrorizada que rompió a llorar y empezó a creer que realmente tenía un problema mental. El comandante no informó del incidente, pero ella nunca más vio el libro (ni su ropa interior). En 1976 su comandante la envió a formarse como enfermera durante tres meses. En ese tiempo Ming ganó un premio por su trabajo como cuentacuentos con sus narraciones animadas con diapositivas pintadas a mano. Su formación como enfermera fue dura y pronto 99
descubrió que la visión de la sangre no era para ella: se desmayó tres veces durante un parto por cesárea. Sin embargo encontró que podía permanecer en la morgue sin mucha dificultad, para sorpresa de los demás enfermeros, que detestaban los cadáveres y con frecuencia le pedían a ella que los acompañara. Hu Ming aprovechó este tiempo para estudiar la anatomía de los muertos, aprendió cómo los músculos envuelven todo el hueso y que el formaldehído vuelve a los hombres de color rojo y a las mujeres, verdes. Su formación también incluía la correcta aplicación de las agujas hipodérmicas. Y para aprender esta técnica practicó consigo misma con una solución salina. Después de completar su formación fue enviada a un hospital para administrar inyecciones a los soldados. Fue destinada a la sección masculina, donde decenas de hombres hacían fila para recibir su medicación. Ella comprobó que los jóvenes soldados eran tímidos, lo que dificultaba la aplicación de inyecciones en el trasero. Pero algunos hombres no eran tan tímidos y se bajaban los pantalones, lo que permitió a Ming captar esa parte de la anatomía masculina. Ming siguió este trabajo durante un año y esto podría ser una razón de la prevalencia de traseros en su pintura. Durante unos años compaginó la vida militar, en la que llegaría al grado de Mayor, con sus estudios de arte en la Universidad. Finalmente dejó el ejército y hoy se dedica exclusivamente al arte. Después de varios años de trabajar entre muertos y enfermos, desarrolló un especial atractivo por los cuerpos 100
sanos y voluptuosos, como los que representa actualmente en su pintura, especialmente los femeninos. Dice Chinochano(1) que él nunca ha visto por allí mujeres con esos volúmenes.
Jueves, 11 de diciembre de 2008
(1) http://chinochano.zoomblog.com
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PAN YULIANG Primera mujer china en practicar la pintura al estilo occidental. Zhang Yuliang nació en la provincia china de Anhui en 1895. Sus padres murieron cuando era niña y a los catorce años fue vendida por su tío a un burdel, donde permaneció hasta que fue comprada como concubina por un agente de aduanas llamado Pan Zanhua, de quien adoptó el apellido. Tenía entonces veinte años. Su nuevo dueño se la llevó a Shanghai, donde la inscribió en la Escuela de Arte. Allí, un artista llamado Wang Jiyuan la enseñó a pintar al estilo occidental. Después de graduarse, Zanhua le pagó los estudios en Francia y en Italia, donde le concedieron una beca para estudiar en Roma. En 1926 ganó la medalla de oro en la Exposición Internacional de Arte de la capital italiana. Tres años después regresó a China para enseñar en la Escuela de Arte de Shanghai y posteriormente en Nanjing. Entonces ya era reconocida como la primera mujer china en practicar la pintura al estilo occidental, es decir, pintaba al óleo y no con tintas, y la temática de sus 102
cuadros y su estilo eran más parecidos a los europeos que a los orientales. Entre 1929 y 1936 realizó cinco exposiciones en su país, pero sus cuadros de mujeres desnudas -para los que utilizaba de modelo a ella misma- fueron negativamente considerados en China y calificados de depravados. Desde 1937 se asentó en París y continuó su carrera con exposiciones en diversos países de Europa, aunque sin gran éxito. Fue conocida como la “Sra. Tres No”: no a la nacionalidad francesa, no a los contratos con galerías de arte y no amantes. Hasta sus últimos días, Pan conservó la esperanza de regresar a su tierra natal. En las cartas que escribió a casa expresaba su deseo de volver. Pero el gobierno francés no le permitía llevar sus obras consigo, y además su delicada salud y la Revolución Cultural en China aplazaban su viaje una y otra vez. En 1977, murió en un ático en los suburbios de París, dejando un legado de cerca de 4.000 obras. Tras su muerte sus obras fueron enviadas a China, donde se exhiben en la Galería Nacional de Arte de Beijing y en el Museo Provincial de Anhui. La película Hua hun (1995) dirigida por Shuqin Huang y protagonizada por Gong Li, está basada en su vida.
Lunes, 20 de noviembre de 2006
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MARIANNE NORTH Recorrió los cinco continentes dibujando plantas. La vocación de Marianne North (Hastings, 1830Alderly, 1890) era la de cantante, pero se vio obligada a renunciar al fallarle la voz. A partir de entonces comenzó a pintar flores y a ello dedicó toda su vida. Al fallecer su madre en 1855, empezó a viajar con su padre, diputado del Parlamento. Al morir éste, Marianne decidió cumplir un sueño: viajar por todo el mundo dibujando especies vegetales. En 1871 y 1872 recorrió Canadá, Estados Unidos y Jamaica, y permaneció un año en Brasil viviendo en una cabaña en la selva y realizando un centenar de pinturas. En 1875 estuvo durante unos meses en Tenerife. Pasó los dos años siguientes pintando la flora de California, Japón, Borneo, Java y Ceilán. 1878 lo dedicó a la India y después regresó a su país natal para una exposición de sus obras. Los Reales Jardines Botánicos de Kew abrieron una galería para exhibir las pinturas que ella les había donado. 104
A sugerencia de Darwin, que fue amigo de su padre, marchó a Australia y Nueva Zelanda y luego a Sudáfrica, Seychelles y Chile. Finalmente, su galería se había ampliado a 832 pinturas (entre ellas 29 de Tenerife) Marianne North murió en 1890. Su trabajo posee tanto valor artístico como científico, en una época en que la fotografía no era de uso habitual. En su honor recibieron su apellido varias plantas: Areca northiana, Crinum northianum, Kniphofia northiana, Nepenthes northiana y Northea seychellana. Sus diarios de viaje fueron editados por su hermana con el título Recollections of a Happy Life: Being the Autobiography of Marianne North.
Lunes, 18 de febrero de 2008
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ESCRITORAS QUE DESAFIAN LA CENSURA (1) Las escritoras iraníes Hace tiempo hablamos en el blog de Marjane Satrapi, iraní autora de cómic que triunfa en Europa. Ahora nos enteramos de que en Irán, las listas de ventas de obras literarias de ficción están dominadas por mujeres, circunstancia sin precedentes provocada por las recientes transformaciones de la sociedad de aquel país. El número de mujeres que ha publicado alguna novela alcanza 370, lo que supone multiplicar por trece la cifra de hace una década, y es aproximadamente igual al número de escritores masculinos. Los libros de las escritoras registran mayor número de ejemplares vendidos, en gran medida gracias al lenguaje sencillo y al carácter intimista de las historias que cuentan, que a menudo tocan temas tabú, generalmente en relación con el sexo. La primera novela superventas escrita por una mujer fue Drunkard morning de Fataneh Haj Seyed Javadi, publicada en 1998. La novela transcurre en los años 40 y cuenta la historia de una chica que desafía a su 106
aristocrática familia para casarse con un carpintero. Pero él resulta ser un abusón y ella le deja -una acción muy radical para las costumbres de aquel entonces- y se casa con otro. La mañana de Drunkard fue seguida por una serie de novelas de otras escritoras, provocando un debate público sobre lo que sus argumentos y sus personajes revelaban acerca de la situación de las mujeres en Irán. Las mujeres escritoras no sólo se han convertido en la vanguardia de la literatura persa, sino que además han cambiado la opinión que la sociedad tenía de ellas mismas. Ahora ser una novelista se valora. Sin embargo la elección la semana pasada como presidente de la República Islámica de Mahmoud Ahmadinejad, político conservador de la línea dura del régimen, ha provocado el miedo en los nuevos círculos sociales y culturales(1). Las escritoras iraníes se han hecho expertas en maniobrar alrededor de las zonas prohibidas trazadas por el gobierno y por los sectores más conservadores de la sociedad. Las novelistas, como las mujeres iraníes en general, han padecido siempre más restricciones que sus colegas masculinos. Tradicionalmente, no se consideraba apropiado que las mujeres expresaran sus sensaciones y deseos en la escritura. Las mujeres que escriben novelas deben hacer frente a dos clases de censores: el gobierno y sus propias familias. Los censores del Ministerio de Cultura y Educación Islámica, que debe aprobar cada libro antes de que pueda (1) Miedo que cinco años después hay que calificar de justificado, viendo la trayectoria de este sanguinario dictador
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ser publicado, prohiben cualquier mención explícita del sexo. Piden la supresión de palabras como “desnudez” o “senos”, incluso si aparecen en forma de metáfora o no se refieren al cuerpo humano. “Dos figuras se movían debajo de las sábanas” es la manera en que Haj Seyed Javadi narra a sus lectores que dos personajes de La mañana de Drunkard mantienen una relación sexual. Los lectores de Zoya Pirzad en We Get Used to It deben comprender que Arezou y Sohrab se han besado cuando Arezou le pregunta a Sohrab si él prefiere el gusto de la pasta de dientes al lápiz de labios. “Los tres” responde él, haciendo referencia a los labios de ella, que nunca se mencionan directamente.
Jueves, 30 de junio de 2005
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ESCRITORAS QUE DESAFIAN LA CENSURA (y 2) Las escritoras turcas Hace unos meses hablamos aquí de las escritoras iraníes y las tácticas que emplean para burlar la censura. He dado casualmente con el artículo Women Writers, Islam, and the Ghost of Zulaikha en Words Without Borders(1) que habla de la situación en Turquía. Es de la escritora turca Elif Shafak, y si entienden el inglés les aconsejo que se lean el artículo entero, que es largo pero muy interesante. Yo les resumo seguidamente los párrafos que tratan sobre la forma en que las escritoras turcas abordan el erotismo y la sexualidad en sus obras. El género es de hecho una profunda grieta en la sociedad turca, pero también lo es la edad. Aunque la sociedad es joven, la moral establecida venera a los mayores y reserva a los ancianos la sabiduría y la (1) http://wordswithoutborders.org/article/women-writersislam-and-the-ghost-of-zulaikha/
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autoridad. Consecuentemente, al desarrollar estrategias para tratar de la sexualidad, las escritoras turcas, igual que las escritoras del Oriente Medio en general, se han adaptado a las normas sociales existentes sobre el género y la edad. Han surgido tres tácticas principales: Primera, la mujer escritora se reprime sistemáticamente de escribir sobre sexualidad hasta que es “vieja”. Solamente cuando es mayor y está “a salvo”, comienza a escribir sin reservas sobre estas materias. Así, tenemos numerosos ejemplos de escritoras que esperan hasta tener sesenta años y entonces publican libros como nunca los habían escrito antes, casi pornográficos. En segundo lugar, la escritora escribe sobre sexualidad, pero al mismo tiempo se desexualiza a sí misma. Cuanto más directa sea su escritura, más reservada y “respetable” procura ser la autora. La escritora se desfeminiza y se desexualiza. La franqueza del texto se contrapesa con la “castidad” de la autora. Este modelo particular de desfeminizar a las mujeres también cabe perfectamente en el patrón de “mujer camarada”, que los reformistas del kemalismo han promocionado sistemáticamente en Turquía. Tercero, la escritora trata de acelerar el paso del tiempo porque en una sociedad patriarcal es más fácil ser respetada como mujer mayor que como mujer joven. Así, nos encontramos con mujeres de treinta años que actúan como si tuvieran sesenta. En Oriente Medio las mujeres envejecen rápidamente, saltando de la categoría de vírgenes a la de viejas como si no hubiera nada entre medias. Cuanto más rápido es el salto, mayor es la estima 110
y autoridad que una mujer escritora gana a los ojos de la sociedad. La autora del artículo decidió no elegir ninguna de las tres y se mantiene muy guapa. Elif Shafak nació en 1971 en Estrasburgo, vivió su adolescencia en España y actualmente reside en Arizona. Me temo que ninguna de sus obras está traducida al español.
Viernes, 16 de diciembre de 2005
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SALLY GARDNER La escritora disléxica. Sally Gardner se llamaba antes Sarah, pero cuando era niña no podía deletrear su nombre. Sólo sabía que empezaba por S, pero con la h se equivocaba y no sabía si iba antes o después de la r. Una actriz amiga de su madre, llamada Sally, le dijo “mira, querida, es mejor Sally porque la S es como una serpiente, tiene una pequeña a y dos líneas largas ll y una y para engancharlas a todas.” La niña cambió su nombre y hasta aprendió a deletrearlo, porque visto de esa manera tenía sentido para ella: “Así, esa palabra es casi como una danza.” La razón por la que las palabras no tenían sentido cuando era niña es que, como el 10% de la población, Sally Gardner es disléxica. De hecho, Gardner, de 51 años, pertenece a un grupo más pequeño, cerca del 4% de la población, que son gravemente disléxicos. De niña la catalogaron como de imposible aprendizaje, en los informes escolares se la calificó como perezosa, y pasó algún tiempo en una escuela para niños inadaptados. Un 112
psicólogo educativo le dijo que era “ciega para las palabras”. Entonces la diagnosticaron dislexia. Pero ahora Gardner es novelista. Su novela I, Coriander se publica el próximo jueves 4 de agosto de 2005. Anteriormente estudió en una escuela de arte y siguió una brillante carrera en el teatro diseñando escenarios y vestuarios, se dedicó a la ilustración y ha escrito libros para niños. I, Coriander, su primera novela larga, se desarrolla entre el Londres del siglo XVII y un mundo de hadas mágico, relacionados por un niño llamado Coriander. A la pregunta de cómo puede haber escrito una novela cuando la gramática, la ortografía y la puntuación son un misterio para ella, Sally Gardner responde: “Lo hice en un ordenador portátil.”
Martes, 2 de agosto de 2005
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ANNA KAVAN Mi alma en China. Muchos de los mejores libros -o discos o cómic- que conozco los he encontrado por pura casualidad. Hace mucho tiempo, en una de esas ofertas de 3x2, tenía ya un par de libros en la mano y debía elegir un tercero para completar el lote. De entre los ejemplares a mi alcance me llamó la atención un título: Mi alma en China. Leyendo el prólogo y la contraportada me enteré de que la autora -para mí desconocida- Anna Kavan (Cannes, Francia, 1901-Londres, 1968), había publicado “varias novelas convencionales antes de sufrir el impacto de una doble experiencia, personal -la locura- y literaria -la lectura de Kafka- que revolucionaría su mundo interno”. Su auténtico nombre era Helen Woods, aunque publicó algunas obras como Helen Ferguson, apellido de su primer marido, y más tarde cambió su nombre por el de Anna Kavan. Aunque británica, nació en Francia y vivió en varios países europeos, California y Birmania. Su padre se había suicidado cuando ella contaba trece años.
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Se hizo adicta a la heroína alrededor de 1926. Pasó curas de desintoxicación muchas veces, pero siempre volvió a caer. Llamaba “mi bazooka” a la jeringuilla. Continuó escribiendo, incluso durante los períodos de depresión mental que pasó en clínicas de Inglaterra y Suiza. Además fue pintora y decoradora. Se casó dos veces y su único hijo murió en la Segunda Guerra Mundial. Realizó varios intentos de suicidio. En diciembre de 1968 fue hallada muerta en su casa de Londres, con una jeringuilla -aún llena- en la mano. La mayor parte de su obra es autobiográfica y -como es fácil adivinar- está marcada por la desesperación y el nihilismo, y hay un claro reflejo de su drogadicción en la atmósfera delirante en que se desenvuelve. Sin embargo presenta una excelente factura y un estilo en muchas ocasiones brillante, y esto no dejará nunca de sorprenderme en escritores de probada inestabilidad mental. “Su conducta en público tenía tendencia a ser errática“, dice su amigo y editor Rhys Davies, “podía tratar a uno de sus invitados con la mayor delicadeza, y luego, bruscamente, tirarle encima el pollo asado…” Anna Kavan escribió Mi alma en China poco después de divorciarse y narra la relación -condenada al fracasode una recién divorciada con un australiano. China es una metáfora y representa el país onírico, unas veces maravilloso y otras terrible, adonde se traslada el alma de la narradora bajo los efectos de la droga o de una crisis mental. La atmósfera oscila entre la asfixiante realidad de una relación de pareja cuyo final ya se vislumbra y las alucinaciones de una mente desequilibrada. Del mismo 115
modo, la narración se mueve entre la primera y la tercera persona, reflejando la crisis de personalidad de la narradora. “Escribía en un espejo“, dice Rhys Davies, “el espejo la encarcelaba.” Además de la novela que le da título, en el mismo volumen se incluyen cinco relatos, entre los que destaca Julia y el bazooka, alucinado relato de una joven yonki, probablemente autobiográfico. Varias obras de Anna Kavan se han traducido y publicado en España en la editorial El Nadir(1), en cuya web puede leerse: “Reconocida su valía ya en vida por escritores de la talla de Anaïs Nin, Doris Lessing o Lawrence Durrell, quien la integró en la gran tradición subjetiva femenina, junto a nombres como Wirgina Woolf o Djuna Barnes, es considerada hoy día, una de las más eximias representantes de la literatura escrita desde la sensibilidad femenina radical.”
Martes, 31 de mayo de 2005
(1) http://www.elnadir.es/_cms/index.php/autores/escritores/ 5-anna-kavan
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ÉDITH PIAF La gran cantante de vida maldita. Es cierto que la vida de Édith Piaf (1915–1963) estuvo marcada por la tragedia, pero también que sus biógrafos se han nutrido a veces de leyendas difícilmente verificables. Aquí, como de lo que se trata es de hacer literatura más que historia, aprovecharemos esas leyendas a la hora de hablar de esta gran cantante. Édith Giovanna Gassion vino al mundo en un barrio de inmigrantes de París y se dice que vio la luz en plena calle, bajo una farola de gas: “Su padre, Louis Alphonse Gassion (nacido en Castillon en la región de Calvados en Normandía el 10 de mayo de 1881), era acróbata, y para celebrar su natalicio se emborrachó y dejó a su madre, quien era cantante ambulante, Annetta Maillard (18951945), de origen italo-argelino. Sin apoyo, ella tuvo que afrontar el parto sola. Por ello, salió a las calles por sus propios medios, pero no 117
alcanzó a llegar al hospital y Édith nació en plena calle debajo de una farola frente al número 72 de la rue de Belleville en París.”(1) No obstante, en su partida de nacimiento consta que nació en el Hospital Tenon. Como sus padres iban de feria en feria, fue criada por su abuela materna, la argelina Aicha, que -según la leyenda- en lugar de leche le daba vino. Después pasó al cuidado de su padre, pero éste fue llamado a filas para combatir en la Primera Guerra Mundial y dejó a la niña en manos de su abuela paterna, que regentaba un burdel en Normandía. Allí quedó al cuidado de las prostitutas. Se cuenta que entre los tres y los siete años, Édith estuvo ciega a causa de una queratitis, pero recuperó la vista después de que las chicas reunieran dinero y la enviaran en peregrinación a Santa Teresa de Lisieux, dando lugar a una curación milagrosa. Entre los catorce y los diecisiete años comenzó a acompañar a su padre en sus giras callejeras por París, cantó por vez primera en público, abandonó a su padre, se fue a vivir con una amiga, se enamoró de un joven repartidor llamado Louis Dupont, se quedó embarazada y tuvo a la que sería su única hija, que moriría de meningitis a los dos años de edad. Se separó de Dupont y se lió con un proxeneta llamado Albert, con el que llegó a un acuerdo: él no la obligaría a prostituirse a cambio de que ella le entregara una parte de sus ganancias como cantante callejera. Cuando su amiga Nadia se suicidó para escapar al mundo de la prostitución, (1) http://es.wikipedia.org/wiki/Edith_Piaf
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Édith, impresionada por el suceso, abandonó a Albert. La reacción de éste fue perseguirla pistola en mano tratando de pegarle un tiro. En 1935, con veinte años, sigue cantando en la calle cuando es descubierta por Louis Leplée, dueño del Gerny, un cabaret de moda en los Campos Elíseos. Este hombre es el verdadero creador de la artista Édith Piaf: la hace vestirse de negro y la presenta como La Môme Piaf, la niña gorrión, apodo que tiene su origen en la pequeña estatura (1,42 m) y el carácter nervioso de ella. Su voz privilegiada la permite alcanzar enseguida el éxito y grabar su primer disco Les mômes de la cloche (Los niños de la campana). Al parecer, Louis Leplée no era trigo limpio y tenía relación con los bajos fondos de París. En abril de 1936 es asesinado por mafiosos. Se descubre que los asesinos tuvieron en el pasado alguna relación con Édith y ésta es acusada de cómplice. A pesar de ser finalmente absuelta, la imagen pública de la artista se ha deteriorado y su prometedora carrera se ha venido abajo. Édith conoció a Raymond Asso, un hombre que escribía letras de canciones, aunque antes había trabajado de obrero, chofer, mercenario, pastor de ovejas y regente de un club nocturno. Además de su amante, Asso se convirtió en sucesor de Leplée como su “pigmalión”. La enseñó a escribir canciones, la prohibió tratarse con conocidos indeseables de su vida anterior y encargó a la compositora Marguerite Monnot, amiga de Édith, que escribiera letras que reflejaran las vivencias de la Piaf cuando era una cantante callejera. 119
Durante la Segunda Guerra Mundial, frecuentó reuniones sociales con alemanes en la Francia ocupada, lo que le valió ser calificada de traidora. Al acabar la guerra, ella se justificó diciendo que había estado trabajando para la resistencia francesa, aunque no hay pruebas de ello. Al parecer, ayudó a algunas personas, entre ellas algún judío a escapar de la persecución nazi. También se sabe que en esa época tuvo relaciones con un pianista judío. Las décadas de los 40 y 50 son las del éxito internacional: fue reconocida y admirada por Maurice Chevalier, Jean Cocteau, Yves Montand, Atahualpa Yupanqui y Charles Aznavour, entre otros. En 1946 estrenó La vie en rose, su tema más célebre, con música compuesta por Louis Guglielmi “Louiguy”, catalán de origen italiano, y letra de la propia Édith Piaf. Pero su éxito artístico fue acompañado de nuevas desgracias personales: Su gran amor, el boxeador Marcel Cerdan, campeón mundial del peso medio, era un hombre casado. Su romance ocupó primeras páginas en la prensa de la época. Pero Cerdan murió en un accidente de avión en octubre de 1949, mientras volaba de París a Nueva York para reunirse con ella. En 1951, Piaf resultó gravemente herida en un accidente de automóvil, cuando iba con otro de sus amantes, el cantante Charles Aznavour. Su recuperación se vio dificultada porque se había vuelto adicta a la morfina. Dos nuevos accidentes empeoraron la situación. En 1952 se casó con el cantante Jacques Pills, teniendo como dama de honor a la mismísima Marlene Dietrich. En 120
1956 se divorció. En 1962 se casó con Théo Sarapo, un peluquero griego convertido en cantante y actor, que era 20 años menor que ella. Édith Piaf murió de cáncer de hígado a los 47 años en Plascassier, en la Riviera francesa, el 11 de octubre 1963. A causa de su vida disoluta (me encanta esta palabra), el arzobispo católico de París se negó a oficiar un funeral por ella. Sin embargo, su cortejo fúnebre congregó a decenas de miles de personas en las calles de París y a su entierro asistieron más de 100.000 de sus seguidores. Según Charles Aznavour el cortejo fúnebre de Édith Piaf fue el único acontecimiento desde el final de la Segunda Guerra Mundial que paralizó por completo el tráfico de París. En la película de 2007 La vida en rosa, la actriz Marion Cotillard interpretó a Édith Piaf. En la web Little sparrow(2) se pueden seguir los pasos de Édith Piaf por los lugares de París en que vivió.
Jueves, 4 de marzo de 2010
(2) http://www.little-sparrow.co.uk/
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SANDY DENNY Un recuerdo para una de las grandes cantantes del folk británico. Veintisiete años después de su muerte, los aficionados al folk-rock inglés no han olvidado a Sandy Denny. No podía ser de otra forma, ya que aún hoy sigue siendo considerada como la mejor voz femenina que ha dado este estilo musical, siempre con permiso de las otras dos grandes: Maddy Prior (Steeleye Span) y Jacqui McShee (Pentangle). Este mes se reeditan en el Reino Unido los cuatro álbumes en solitario de Sandy Denny. Alexandra Denny nació en Winbledon (Londres) en 1947 y estudió en el Art College de Kesington, junto a tres grandes guitarristas: Eric Clapton, Jimmy Page y John Renbourn. Formó parte del grupo Strawbs, con el que grabó un solo álbum y se incorporó a Fairport Convention, la gran banda de folk-rock británico de los años 70, con la que desarrollaría la etapa más célebre de su carrera musical. Mas adelante Sandy Denny formó el grupo Fotheringay, con el que grabaría un álbum, antes de decidirse a cantar en solitario. 122
Pero Sandy era uno de esos espíritus de cristal, que se quiebran con un soplido. Una mujer insegura, a pesar de su indiscutible talento como compositora y su voz excepcional. Dicen que su autoestima se vino abajo por una reseña aparecida en Melody Maker en la que la calificaban de “plump” (gordita). “Tenía ese talento asombroso, esa voz increíble, pero quería ser siempre bella y atractiva” dice su gran amiga Linda Thompson “¡Y lo era! Pero ella no creía que lo fuese, porque no era una belleza convencional de la época. Eran los 60, donde todo el mundo estaba delgadísimo. Ella seguía esas estúpidas dietas (todos tomábamos píldoras y Dios sabe qué) y adelgazó, pero enseguida volvió a engordar y nunca estuvo satisfecha. Era ridículo: todos la adorábamos y ella se despreciaba a sí misma. Pero la gente decía algunas cosas increíbles, como “su dulce y rechoncha cara”, creo que esto le hacía mucho daño por dentro. Pero también ella acababa saliendo con los hombres más interesantes, siempre y cuando tuvieran cerebro. Porque no sólo era atractiva, sino inteligente y con talento.” Sandy grabó cuatro discos en solitario y diversas colaboraciones con otros intérpretes, entre las que destaca su intervención como vocalista, al lado de Robert Plant, en el tema The Battle of Evermore, contenido en uno de los mejores álbumes de rock de todos los tiempos: Led Zeppelin IV o 'El leñador'. Sin embargo, el éxito comercial la eludió constantemente. “Creo que nunca vivió verdaderamente a gusto” dice Ashley Hutchings (bajista de Fairport Convention) “Era 123
un alma inquieta. Y muy nerviosa: nerviosa por las actuaciones, nerviosa por tener que viajar, particularmente en avión. Necesitaba la ayuda de la bebida y de las drogas. Y necesitaba gente alrededor de ella, en quien pudiera confiar y amar, que la animara; que le dijera lo buena que era ella. La pregunta, por supuesto, es ¿cómo podía ser tan insegura cuando tenía tanto talento? Pero así era.” En 1977, Sandy se quedó embarazada (su marido era el músico australiano Trevor Lucas), lo que causó inquietud entre sus amigos, que sabían que bebía mucho y tomaba drogas. El bebé, una niña, nació prematuramente. En marzo de 1978, Sandy se cayó por las escaleras. Para calmar sus dolores, los médicos le recetaron un fuerte analgésico incompatible con el alcohol. Un mes después Sandy Denny entraba en coma y moría de una hemorragia cerebral a los treinta y un años.
Lunes, 9 de mayo de 2005
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LADY HARBERTON Fundadora de la Asociación para la Racionalidad en el Vestir. A finales del siglo XIX hubo en Inglaterra un movimiento para racionalizar la forma de vestir, especialmente de las mujeres. La Asociación para la Racionalidad en el Vestir (Rational Dress Society) fue creada en 1881 en Londres por Florence Wallace Pomeroy (1843-1911), conocida como Lady Harberton, con la finalidad de liberar a la mujer de los condicionamientos de los vestidos tradicionales de su época, que consideraba humillantes, y fomentar el uso de prendas adaptadas a los tiempos modernos. Esta era su declaración de principios: “La Asociación para la Racionalidad en el Vestir protesta contra la introducción de cualquier moda en el vestir que deforme la figura, impida los movimientos del cuerpo o de alguna manera tienda a perjudicar la salud. 125
Protesta contra el uso de corsés extremadamente ajustados; de zapatos de tacón alto, faldas demasiado pesadas, que hacen casi imposible la práctica de cualquier ejercicio, y de todos los mantos que sujetan las prendas de vestir u otros que obstaculicen el movimiento de los brazos. Protesta contra miriñaques y polisones de cualquier tipo, por deformantes y feos. Pide que todos se vistan de forma sana, cómoda y bella, buscar lo que permita crear la comodidad y la belleza de nuestra vestimenta como un deber para con nosotros mismos y para los demás.”(1) Sus principios para el diseño de la ropa eran: 1. Libertad de movimientos. 2. Ausencia de presión sobre cualquier parte del cuerpo. 3. No más peso del necesario para abrigarse. Tanto el peso como el calor uniformemente repartidos. 4. Gracia y belleza combinadas con comodidad y conveniencia. 5. No apartarse demasiado de lo común para la vestimenta de su época.
(1) http://en.wikipedia.org/wiki/Victorian_dress_reform
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La propia Lady Harberton vestía pantalones y faldaspantalón, así como zapatos planos, muchos años antes de que se extendiera su uso entre las señoras. Esto le valió fama de excéntrica. Una de las razones por las que deseaba cambiar la moda era su afición a montar en bicicleta, lo que naturalmente era difícil con los estilos de ropa imperantes en la era victoriana. Un día de 1898 se presentó con sus compañeros del Cyclists’ Touring Club en el hotel Hautboy, en Ockham (Surrey), vestida con una chaqueta de corte masculino y unos pantalones bombachos. Trató de que la sirvieran en el restaurante, pero la dueña, una tal señora Sprague, se negó a atenderla. Lady Harberton la llevó a los tribunales, pero perdió el juicio. Creó también la Liga de la Falda Corta, cuyas componentes se comprometían a vestir faldas cuya longitud quedase al menos a 5 cm del suelo. Afirmaba que “nadie es libre si no está en condiciones de usar libremente sus extremidades”. Lady Harberton no llegó a ver triunfar sus ideas, pero su lucha no fue en vano y su influencia en el posterior devenir de la moda femenina es indiscutible. Martes, 22 de abril de 2008
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MÍSTICAS E ILUMINADAS
LA BEATA DOLORES ¿Bruja, hereje o una mujer demasiado liberal para su época? María de los Dolores López, conocida como la beata Dolores, fue condenada en Sevilla por la Inquisición el 24 de agosto de 1781. Aunque sus padres fueron piadosos cristianos, ella no siguió su ejemplo y ya a los doce años se escapó de casa para irse a vivir con su confesor. Pero a éste comenzó pronto a remorderle la conciencia. Murió cuatro años después, aterrorizado por la condena que el Diablo le tenía reservada por tan grave pecado. Dolores era ciega, pero bella e inteligente; aprendió a leer y escribir sin que nadie la enseñase. Quiso entrar como organista en un convento de Carmelitas, pero no fue admitida. Entonces se trasladó a Marchena donde tomó los hábitos de beata. Sin embargo, como la cabra siempre tira al monte, Dolores repitió la historia y de nuevo se lió con su confesor, en este caso un sacerdote de Lucena. Esta vez, la autoridad tomó cartas en el asunto y el hombre fue detenido y encarcelado, siendo más tarde recluido en un 131
convento de clausura para evitarle caer en nuevas tentaciones. Privada de su amante, Dolores regresó a Sevilla donde persistió en su mala costumbre de mantener escarceos sexuales con miembros del clero, lo que en aquel entonces no estaba bien visto (hoy tampoco, aunque se suele hacer la vista gorda). En esa época empezó a crearse fama de bruja. Se dice que preparaba extraños brebajes y que, en virtud de un pacto con el Diablo, era capaz de poner huevos; pero también que tenía gran prestigio entre el pueblo, ya que poseía dotes de adivinación y, siendo ciega, era capaz de ver lo que otros no veían. Don Marcelino Menéndez y Pelayo rechaza las ideas que de ella tenía el pueblo, incluida su belleza: “Todos estos accidentes no están mal calculados para excitar la conmiseración; lástima que sean todos falsos, ya que la beata Dolores no era bruja, sino mujer iluminada, secuaz teórica y práctica del molinosismo, bestialmente desordenada en costumbres so capa de santidad, y eso que por su belleza no podía excitar grandes pasiones, puesto que, además de ciega, era negrísima, repugnante y más horrenda que la vieja Cañizares del Coloquio de los perros.” Doce años después de volver a Sevilla, Dolores fue denunciada por uno de sus clérigos amantes, siendo 132
ambos detenidos. Ella fue acusada de brujería. La beata negó la acusación, afirmando mantener trato habitual con la Virgen y haber contraído matrimonio en el mismísimo cielo con Jesucristo, siendo testigos de la boda San José y San Agustín. Estos sólidos argumentos no convencieron a los inquisidores, que la condenaron a muerte. Dolores escuchó impasible la sentencia y aseguró que moriría como mártir, pero que al tercer día Dios bajaría a demostrar su inocencia. Para terminar, cedo de nuevo la palabra a don Marcelino, que narra maravillosamente las circunstancias de la ejecución de Dolores: “La beata salió al auto con escapulario blanco y coroza de llamas y diablos pintados, que aumentaban el horror de su extraña figura. Un fraile mínimo que iba cerca de ella, el P. Francisco Javier González, exhortaba a los circunstantes a que pidiesen a Dios por la conversión de aquella endurecida pecadora. Por todas partes sonaron oraciones y lamentos; sólo la beata permanecía impasible, contribuyendo su ceguera a lo inmutable de su fisonomía. Acabada la lectura del proceso, subió al púlpito el P. Teodomiro Díaz de la Vega, del Oratorio, famoso en Sevilla por su piedad y ejercicios espirituales, e hizo breve plática al pueblo, mostrando la clemencia del Santo Oficio e implorando de nuevo las oraciones de 133
los asistentes para que Dios se apiadase de aquella desventurada, moviendo su endurecido corazón a penitencia. Hubo que amordazar a la beata para que no blasfemase y el P. Vega llegó a amenazarla con el crucifijo. Y no parece sino que esta sublime cólera labró de improviso en aquel árido espíritu, porque vióse a la beata prorrumpir súbitamente en lágrimas y, apenas llegada a la plaza de San Francisco, pedir confesión en altas voces, lo cual mitigó el rigor de la pena y dilató algunas horas el suplicio. Murió con muestras de sincero arrepentimiento, pidiendo a todos perdón por los malos ejemplos de su vida. Fue ahorcada y después entregado su cadáver a las llamas.”
Martes, 15 de abril de 2008
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H.P. BLAVATSKY La fundadora de la Sociedad Teosófica es hoy un personaje casi mítico. Helena Petrovna von Hahn, más conocida como Madame Blavatsky, nace en Ekaterinoslav (actualmente Dnipropetrovsk, en Ucrania) en 1831, en el seno de una familia aristocrática. Con 17 primaveras la casan a la fuerza con el general Niceforo Blavatsky, de quien escapa inmediatamente, sin ni siquiera consumar el matrimonio. Según ella, el marido contaba 70 años, aunque otras fuentes aseguran que apenas pasaba de los 40. Otra versión dice que Helena se niega a mantener relaciones, el general trata de tomarla por la fuerza y descubre una ‘anomalía sexual congénita’ en su joven esposa. El caso es que Helena embarca en el puerto de Odessa, abandona el navío en una lancha para esquivar el acoso del capitán, y desembarca en Constantinopla, donde encuentra a una condesa amiga, en cuya compañía llega poco después a Egipto.
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Volvemos a tener noticias fidedignas suyas en 1873, año en que se establece en Estados Unidos y se convierte en una figura del espiritismo ¿Qué ha hecho durante ese lapso de tiempo de 25 años? Si nos atenemos a sus biógrafos, ha hecho de casi todo: en Egipto es iniciada en los misterios esotéricos por un mago copto; en Nuevo México conoce los ritos vudú; en el Tíbet entra en contacto con los Maestros Ascendidos, misteriosos personajes que -tanto si existen como si no- habrían de ser decisivos en su vida y en su obra; en Londres mantiene una disputa con el célebre medium D.D. Home; en París ingresa en una logia carbonaria; en Estados Unidos convive con mormones y pieles rojas y forma parte de una banda de salteadores de caminos; en Italia combate junto a Garibaldi en Viterbo y Mentana (1867), resultando en esta última batalla tan gravemente herida que es dada por muerta y arrojada a una fosa, de la que por fortuna es rescatada. A finales de la década de los sesenta se convierte en la única superviviente del naufragio de un vapor en el mar Egeo. Las malas lenguas dicen que por aquel entonces nuestra protagonista se dedicaba al contrabando de material bélico. Poco después la encontramos en El Cairo fundando una sociedad espiritista de dudosa reputación que no tarda en desaparecer. A todo esto, se ignora de qué vivió durante este tiempo. El mito y la realidad se confunden en la biografía de Blavatsky, en parte por las exageraciones de sus rendidos biógrafos, pero también por su propia voluntad. Ella misma tendió una cortina de humo sobre sus actividades, 136
a base de afirmar y negar sucesivamente los mismos hechos. Por ejemplo, aunque conoció a muchos hombres no hay forma de saber con quién mantuvo relaciones amorosas (si es que mantuvo alguna), ya que ella misma se encargó de sembrar la confusión al respecto. Blavatsky aprendió a borrar su historia personal un siglo antes de que esa idea fuera expresada por el brujo don Carlos Castaneda. No obstante hay que reconocer que a todo lo que se cuenta de Madame Blavatsky puede aplicársele el viejo dicho italiano: se non é vero é ben trovato. En 1874 Blavatsky conoce a un personaje del que no se sabe si era coronel -como él mismo pretendía- o periodista, llamado Henry Steel Olcott, que se convertirá en su inseparable compañero y en su cronista más cercano. Él describe a Blavatsky como impulsiva y generosa, de forma que el dinero no duraba mucho en sus manos. Alegre, irónica e irascible, comía mucho y a deshora, fumaba en exceso, vestía de forma contraria a la moda y maldecía como un carretero. Lo más alejado a una dama de la época. O sea, una de esas mujeres que tanto atraen al autor de este artículo. Hacia 1951, durante su estancia en Londres, había sido visitada -desconozco si en cuerpo mortal o sólo en espíritu- por uno de los misteriosos Maestros Ascendidos, que le ordenó fundar la Sociedad Teosófica, lo que ella y Olcott llevan a cabo en 1875. En 1877 publica su monumental libro de 1.300 páginas Isis sin velo, tras una redacción que había durado dos años y que -siempre según Blavatsky- había sido dictada por los Maestros Ascendidos. La primera edición, de 1.000 ejemplares, se 137
agotó en diez días. En 1879 Blavatsky y Olcott se van a la India, trasladando a este país la sede de la Sociedad Teosófica, que a partir de ese momento comienza a ganar adeptos y a acrecentar su influencia. La fama de la S.T. llega a Gran Bretaña y la Sociedad de Investigaciones Psíquicas de Londres decide crear una comisión para investigar los fenómenos protagonizados por Madame Blavatsky. El doctor Richard Hodges viaja a la India como delegado por dicha comisión, investiga durante meses a Blavatsky y a su institución y finalmente redacta un extenso informe, en cuya conclusión podía leerse: “Ella no es la intérprete de videntes que el público ignora, ni es tampoco una aventurera vulgar, sino que ha conquistado su lugar en la historia como uno de los impostores más completos, más ingeniosos y más interesantes, cuyo nombre merece pasar a la posteridad“. Otra conclusión del astuto Hodges es que los manuscritos de Isis sin velo y las cartas de los Maestros Ascendidos son obra de la propia Blavatsky. En 1888 Blavatsky publica su segundo mamotreto La Doctrina Secreta, con un total de 1.500 páginas. Esta obra gira en torno a un supuesto Libro de Dzyan, antiquísimo y enigmático manuscrito que Madame Blavatsky aseguraba poseer impreso en “una colección de hojas de palma que, mediante un proceso desconocido, son impenetrables al agua, al fuego y al aire“. Por supuesto, nadie vio jamás tal libro. A pesar del informe de Hodges, ella insistía tenazmente en que el texto de La Doctrina Secreta también había sido dictado por un Maestro Ascendido.
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Blavatsky regresó a Londres, ciudad en la que falleció en el año 1891. Tras su muerte, sus discípulos se tiraron los trastos a la cabeza y la S.T. se escindió en varias ramas, que aún perduran hoy. HPB, como es conocida entre los teósofos, es una de esas figuras cuya vida disparatada y llena de exageraciones ha alejado a la crítica más o menos seria. Ella misma ha colaborado en ese alejamiento con actitudes tan peregrinas como atribuir la autoría de sus obras a supuestos “maestros ascendidos”. Sin embargo, Isis sin velo es uno de los libros más fantásticos -en los dos sentidos de la palabra- que se pueden leer. Una cosmogonía que combina una profunda erudición con la imaginación más desbordada. Su influencia en autores como Lovecraft o Tolkien es patente. Otra de sus obras, La voz del silencio, es un poema en prosa místicofilosófico lleno de sorprendentes metáforas. La obra literaria de H.P. Blavatsky y su influencia sobre escritores, artistas y científicos está aún pendiente de ser abordada con objetividad, al margen de la idolatría ausente de crítica de sus crédulos seguidores.
Jueves, 19 de mayo de 2005
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ANNIE BESANT Fue sucesivamente católica, socialista, atea, masona, teósofa y política. Annie Wood nació en 1847, en Londres, en una familia de clase media de origen irlandés y a lo largo de su vida siempre estuvo orgullosa de ser irlandesa. Su padre, médico, murió cuando ella tenía cinco años, dejando a la familia en una difícil situación económica. Su madre no podía mantener a Annie y pidió a su amiga Ellen Marryat -hermana del conocido escritor Capitán Frederick Marryat- que se hiciera cargo de ella. Ellen se aseguró de que Annie tuviera una buena educación, le inculcó un elevado sentido del deber para con la sociedad y la confianza de que una mujer fuerte e independiente puede lograr lo que se proponga. De joven, Annie viajó a Francia y Alemania para aprender idiomas. Con diecinueve años se casó con el pastor anglicano Frank Besant, que poco después se convirtió en vicario de Sibsey, en Lincolnshire, de forma que Annie se trasladó allí con su marido. Tuvieron dos hijos: Digby y Mabel. Si 140
embargo, el matrimonio fue un desastre. El primer conflicto surgió a causa del dinero y la independencia de Annie. Ella escribía cuentos infantiles y artículos pero, según la ley de aquella época, el dinero ganado por una mujer casada no era de ella sino de su marido y Frank se quedaba con el de Annie. Otro punto de desencuentro fue la política. Mientras Annie apoyaba la lucha de los trabajadores agrícolas para crear sindicatos y mejorar sus condiciones laborales, Frank era un 'tory' (conservador) y se alineó con los terratenientes. Annie cuenta en su autobiografía que, como esposa de un pastor, trató de ayudar a los feligreses de su marido que pasaban necesidad, pero finalmente llegó al convencimiento de que para aliviar la pobreza y el sufrimiento, más allá de la caridad lo que se necesita son profundos cambios sociales. Comenzó a perder la fe católica que había tenido desde niña. Un día se negó a comulgar y Frank la echó de casa. Annie regresó a Londres y formalizó su separación. Ella quedaría al cuidado de su hija y su marido del chico. Sin embargo, el divorcio legal era inaceptable para Frank y Annie permaneció para el resto de su vida con el apellido Besant. Una vez libre de su marido, Annie comenzó a cuestionarse no sólo sus creencias religiosas, sino también la totalidad del pensamiento convencional. Empezó a escribir textos criticando a las iglesias y la forma en que controlan la vida de las personas. Siguió luchando por las causas que ella consideraba justas, como la libertad de pensamiento, los derechos de las mujeres, el laicismo, el control de la natalidad y los derechos de los trabajadores. 141
Pronto empezó a ganar un salario semanal por una columna que escribía para el National Reformer, el periódico de la National Secular Society, asociación que tenía como objetivo un estado laico. Se hizo gran amiga del secretario de dicha asociación, Charles Bradlaugh, un viejo lobo de mar, ateo y republicano, que estaba separado de su esposa. En 1880 Bradlaugh había sido elegido representante por Northampton en la Cámara de los Comunes, pero se negó a jurar sobre la Biblia y no se le permitió ocupar el escaño. Editaron un libro sobre control de la natalidad, The Fruits of Philosophy, del que era autor Charles Knowlton. Los tres fueron acusados de publicar un “libelo obsceno”, con contenido “proclive a la corrupción moral de aquellos cuyas mentes están abiertas a influencias inmorales” y fueron procesados. En el juicio manifestaron en su defensa: “Pensamos que es más ético evitar la concepción de los niños que matarlos después de su nacimiento, por falta de alimentos, aire y vestidos”. Fueron condenados a seis meses de cárcel, aunque apelaron y finalmente la causa fue anulada por defectos de forma. Durante este tiempo, Annie y Bradlaugh tuvieron el apoyo de la prensa liberal. No contenta con esto, Annie Besant decidió escribir su propio libro sobre control de la natalidad, The Laws of Population, que The Times calificó de “lascivo, sucio, indecente y obsceno”. En 1887, publicó, junto con Bradlaugh, Why I Do Not Believe in God. Pero todo esto habría de costarle caro: Frank Besant logró arrebatarle la custodia de su hija, alegando ante el juez la inmoralidad de Annie. 142
Se hizo amiga, y probablemente amante, de George Bernard Shaw, en esa época uno de los líderes de la Sociedad Fabiana, de socialistas reformadores. Su acercamiento al socialismo, la distanció de Bradlaugh, que era un individualista. Por otra parte, desde 1884 Annie había desarrollado una estrecha amistad con Edward Aveling, un joven profesor socialista que había traducido al inglés las obras más importantes de Marx. Annie se enamoró de él, pero no fue correspondida: Aveling se fue a vivir con Eleanor, hija de Carlos Marx. Sin embargo, Edward Aveling tuvo gran influencia en el pensamiento de Annie en aquella época. Se mezclaron ideologías y sentimientos personales: Aveling y Eleanor estaban en la Social Democratic Federation, de ideología marxista; Annie había entrado en la Sociedad Fabiana. Cuando los dos primeros se fueron a la Socialist League, de William Morris, Annie entró en la SDF. En este período, participó en numerosas campañas y apoyó huelgas, como la de las trabajadoras de la fosforera o la de los estibadores del muelle. La siguiente aventura de Annie fue ingresar en la masonería, en una logia francesa en la que había igualdad entre hombres y mujeres, la International Order of CoFreemasonry, Le Droit Humain. En un tiempo muy breve, Besant fundó nuevas logias: tres en Londres, tres en el sur de Inglaterra, otras tres en el norte y el noroeste, e incluso organizó una en Escocia. Annie continuó trabajando con tal ardor que pronto se formaron nuevas logias en América del Sur, Canadá, India, Ceilán, Australia y Nueva Zelanda. 143
En 1889, le pidieron escribir una reseña para la Pall Mall Gazette sobre La Doctrina Secreta, el libro de nuestra vieja conocida H.P. Blavatsky. Después de leerlo, solicitó una entrevista con su autora, con la que se reunió en París. En su autobiografía cuenta lo mucho que le impresionó la personalidad de HPB y su célebre mirada. De su relación con Blavatsky surgió una nueva Annie Besant, la teósofa, que fue abandonando las ideas socialistas y las organizaciones afines a las que pertenecía. Cuando Blavatsky murió en 1891, Annie se convirtió en una de las principales figuras de la teosofía. En 1893 viajó por primera vez a Chennai, en India, donde estaba la sede de Theosophical Society Adyar -una de las ramas en que se escindió la Sociedad Teosófica original, tras la muerte de su fundadora-, a cuyo frente estaba el coronel Henry Steel Olcott. A su regreso a Londres conoció a otro eminente teósofo, el pastor anglicano Charles W. Leadbeater, con el que formaría equipo y en los años siguientes ambos firmarían conjuntamente varios libros. Según los teósofos, Leadbeater poseía el don de la clarividencia, don que igualmente adquirió Besant. Pero, a pesar de su clarividencia, Leadbeater no pudo adivinar que en 1906 se descubrirían sus relaciones con varios adolescentes y que ello le valdría la expulsión de la Sociedad Teosófica. No sirvieron de nada las buenas intenciones que aseguraba tener: evitar que los jóvencitos se acostaran con mujeres. Por suerte para él, su amiga Annie Besant se convirtió en presidenta de la Sociedad y en 1908 fue readmitido nuevamente. 144
A pesar de su militancia teosófica, Besant no había abandonado su actividad política. Se unió al Partido del Congreso e intentó aplicar a India las tácticas de los independentistas irlandeses, lo que le valió pasar por las cárceles británicas un par de veces. En 1917 logró que hindúes y musulmanes se aliaran para pedir su liberación, aunque la obtuvo por la mediación del presidente Wilson, de Estados Unidos. Poco después fue elegida presidenta del Partido del Congreso. Cuando surgió la figura de Mahatma Gandhi, Annie Besant y otros militantes del partido lo abandonaron por discrepancias con el que sería líder indiscutible. Tampoco le fue demasiado bien en la Sociedad Teosófica: Krishnamurti, un joven al que los teósofos querían proclamar mesías, decidió dejarles plantados y emprender una brillante carrera como pensador y filósofo por cuenta propia. Annie Besant murió en 1933. Fue incinerada y sus cenizas arrojadas al Ganges. “Nunca olvides que la vida sólo puede ser inspirada y noble si te la tomas con valor y gallardía, como una espléndida aventura en la que te encuentras abandonado en un país desconocido para hacer frente a innumerables peligros, disfrutar de muchas alegrías, conocer numerosos camaradas, ganar y perder más de una batalla.”
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Una última curiosidad: algunos teósofos afirman que en vidas anteriores Annie Besant fue Hipatia, la filósofa de Alejandría.
Lunes, 15 de febrero de 2010
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ELIZABETH BATHORY, LA CONDESA DRÁCULA En el lado oscuro. Esta es la historia de otra de esas mujeres que se salen de lo corriente, si bien a diferencia de la alegre aventurera Isabelle Eberhardt, nuestra protagonista de hoy se paseó por el lado más oscuro de la existencia, en el que sentó cátedra a base de chupar la sangre a sus súbditas, y no en el sentido metafórico en que solían hacerlo los nobles de aquellos tiempos, sino en sentido estrictamente literal. Elizabeth Bathory nació en 1560 en una prestigiosa familia de Transilvania, unos cien años después de que Vlad Tepes diera el salto a la fama tras empalar a diez mil turcos. Una rama de su familia estaba emparentada con el rey de Polonia y la más alta aristocracia de Hungría, mientras en la otra rama abundaban alquimistas, hechiceros y adoradores de Satanás. Casada desde los once años con el conde Ferencz Nadasdy, se dice que a los catorce tuvo un hijo ilegítimo con un campesino. El hogar del matrimonio fue el Castillo Csejthe, en los Cárpatos. El conde prefería el fragor de la batalla a la vida 147
palaciega y marchó al combate, ganándose el título de Héroe Negro de Hungría. Al quedarse sola, la condesa dio rienda suelta a sus dos grandes aficiones: ponerle los cuernos a su marido con jóvenes de ambos sexos y llevar a cabo experimentos ocultistas. Contaba con la ayuda de su tía Karla, lesbiana que le proporcionaba doncellas y con una sirvienta llamada Dorka, que la inició en los misterios de la magia negra. En esta época Elizabeth era ya una mujer de singular belleza, a la vez que poseedora de un buen caudal de conocimientos esotéricos. Ante la persistente ausencia del conde, se buscó un amante estable, al que se describe como extremadamente pálido y delgado y con afilados colmillos, lo que le valió el simpático apodo de “el vampiro”. Esta relación acabó cuando el marido regresó a casa. Elizabeth tuvo que limitarse a corretear a sus doncellas, pero añadiendo el sadismo a sus prácticas. Tenía entonces un mayordomo enano y tres nuevas amigas, las brujas Dorotea, Szentes y Darvulia, que colaboraban en todo lo necesario para que la condesa pudiera torturar satisfactoriamente a sus víctimas en los calabozos del castillo. En 1600 murió el conde Ferencz, unos dicen que en la batalla y otros que envenenado o víctima de un conjuro. Elizabeth tenía cuarenta años y empezó a obsesionarse con la vejez y la pérdida de la belleza. Fue entonces cuando un hecho fortuito vino a provocar el definitivo descenso a los abismos de Elizabeth Bathory. Cuentan que una de las doncellas que estaba peinando a la condesa le dio un tirón de pelo. La condesa, ejercitando sus derechos de ama, le pegó un bofetón que 148
hizo sangrar a la muchacha de forma que algo de sangre salpicó la mano de Elizabeth. La condesa creyó ver que la parte de su piel regada con la sangre de la doncella había recuperado la tersura de su juventud, así que sin pensárselo dos veces ordenó degollarla y llenar con su sangre una tinaja para bañarse en ella. La experiencia debió ser satisfactoria, ya que repitió la operación con la sangre de otra muchacha y luego con otra y otra. Bathory pensaba que había descubierto el secreto de la eterna juventud: darse periódicos baños de sangre, como quien hoy toma las aguas termales en los balnearios de la tercera edad. Durante diez años, los siniestros ayudantes de la condesa secuestraron a más de seiscientas jóvenes campesinas a las que extrajeron la sangre para rejuvenecer a su ama. Unas veces las colgaban en una jaula de hierro y las agujereaban el cuerpo para que la señora se duchara con su sangre. Otras veces las mantenían con vida para que la Bathory fuera bebiéndose su sangre poco a poco (con la ventaja de que en esos tiempos ignoraban lo que significa seropositivo). A la Bathory y sus secuaces se les presentó un problema: qué hacer con los cadáveres. Al principio los enterraban de noche fuera del castillo; más tarde fueron amontonándolos en los sótanos; con el tiempo se les fueron acumulando tantos que se limitaban a dejarlos tirados en cualquier parte. Por otro lado, el tratamiento rejuvenecedor seguido por la condesa demostró ser tan ineficaz como la leche de pepino y Darvulia convenció a la Bathory de que en vez de sangre de vulgares aldeanas 149
debía emplear la de jóvenes de noble cuna. Eso fue su perdición: sacarle la sangre a las clases bajas está permitido, pero los aristócratas son intocables. Así, los crímenes fueron finalmente denunciados, el rey Matías de Hungría ordenó asaltar el castillo y detuvo a la condesa. Pudo tenerse conocimiento detallado de los hechos, no solo por los cadáveres amontonados por doquier, sino porque la Bathory había registrado minuciosamente sus actividades en un diario. Todos sus cómplices fueron ejecutados y Elizabeth Bathory condenada a ser emparedada en un cuarto de su propio castillo, donde cuatro años más tarde fue encontrada sin vida. Siempre se ha dicho que el personaje Drácula de Bram Stoker está basado en Vlad Tepes el Empalador, pero dado que éste no tenía por costumbre beber la sangre de sus víctimas se ha establecido más recientemente la teoría de que Stoker también se inspiró en Bathory. Ingrid Pitt interpretó el papel de Elizabeth Bathory en la película La Condesa Drácula (Hammer, 1971), una película bastante mala, por cierto.
Lunes, 25 de abril de 2005
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Imágenes Portada: Alexandra David-Neel en Lhasa (1924) de Wikipedia Pág. 38: Rosita Forbes, de The Secret of the Sahara: Kufara Pág. 47: Carla Serena, de La Ilustración Española y Americana
155
ÍNDICE PRÓLOGO
7
VIAJERAS Y AVENTURERAS Isabelle Eberhardt Alexandra David-Néel Mary Kingsley Freya Stark Lady Mary Montagu Lady Hester Stanhope Rosita Forbes Isabella Bird Carla Serena Violet Cressy-Marcks Ella Maillart Ida Pfeiffer Lady Anne Blunt El marinero Anne Jane Thornton Margery Perham Clärenore Stinnes Virginia ‘Ginny’ Fiennes 156
11 15 21 26 29 34 39 43 48 54 57 62 69 72 75 80 84
MUJERES EN EL PODER Hatshepsut Fu Hao
89 92
CREADORAS Hu Ming Pan Yuliang Marianne North Escritoras que desafian la censura (1): Las escritoras iraníes Escritoras que desafian la censura (y 2): Las escritoras turcas Sally Gardner Anna Kavan Édith Piaf Sandy Denny Lady Harberton
97 102 104 106 109 112 114 117 122 125
MÍSTICAS E ILUMINADAS La beata Dolores H.P. Blavatsky Annie Besant Elizabeth Bathory, la Condesa Drácula
131 135 140 147
REFERENCIAS
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Este libro puede adquirirse en la web: http://ccalvarez.bubok.com/
Autor:
Carlos-CesarAlvarez
Página personal: http://ccalvarez.bubok.com Página del libro: http://www.bubok.es/libros/171376/Mujeres-singulares