Los tesoros de los museos argentinos

18 ene. 2009 - Isaac Newton. 3 de febrero. Luis Pasteur. 1. La producción del artista argentino Antonio Berni ha sido no sólo importante para el arte argentino ...
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CULTURA

I

Domingo 18 de enero de 2009

ARTE Y UNA GUIA DE NUESTRA RIQUEZA COMUN

Los tesoros de los museos argentinos Los directores de diez museos del país eligieron, a pedido de LA NACION, la joya de su colección con la única condición de que se tratara de obras expuestas. Valores históricos y estéticos se combinan en este mapa del patrimonio, en el que Berni aparece tres veces

Y Bellas Artes - Neuquén

Y Museo de Arte Decorativo

La orquesta típica ANTONIO BERNI La producción del artista argentino Antonio Berni ha sido no sólo importante para el arte argentino por su constante renovación de los recursos plásticos, sino también por los temas sociales y culturales que supo abordar. El director del Museo de Bellas Artes de Neuquén, Oscar Smoljan, eligió como tesoro del patrimonio el cuadro La orquesta típica, de Berni, porque, además de su calidad artística “tiene que ver con la identidad argentina”. Es un óleo de 1939. Berni construyó a través del lenguaje de las artes visuales escenas características de las diferentes regiones y culturas de la Argentina. En La orquesta típica se hace presente el tango, marca de identidad de la ciudad de Buenos Aires, a través de una formación musical característica de este género. El colorido y la fisonomía de los personajes presentes en la obra tienen el sello inconfundible de su autor.

Y Museo Histórico Nacional

Y Museo de Arte Tigre

Y Museo Fernández Blanco

Y Museo Sívori

Colección Zubov Serie de las MINIATURAS batallas

Día de sol

Santa María Magdalena

Chacareros

“Se trata de la colección más grande de miniaturas europeas en América latina y tiene carácter internacional.” Así fundamentó Alberto Bellucci la elección del “tesoro” que exhibe la institución que dirige. Se trata de un conjunto de 160 valiosas miniaturas que abarcan prácticamente todo el espectro histórico y técnico del género. Los primeros clientes de los miniadores eran miembros de las cortes francesa e inglesa. Sin embargo, el interés por estos singulares retratos pronto se expandió por muchas cortes de Europa, de lo cual es un buen testimonio la colección que atesora nuestro Museo Nacional de Arte Decorativo. La irrupción de la fotografía, que produjo una nueva forma de mirar y de retratar, provocó que el género del retrato en miniatura se extinguiera. La condesa de Zubov formalizó la donación de su colección al museo en 1977.

La obra del célebre pintor del barrio porteño de La Boca, Benito Quinquela Martín, forma parte de la colección del museo de la zona norte. Día de sol es la obra más emblemática del museo, según explicó su directora, Diana Saiegh, debido a que al crearse la institución se pensó en “un museo temático y con obras vinculadas a los ríos, al agua, entre otros temas, además de que refleja el trabajo portuario de los estibadores”. Saiegh precisó también que “es una obra singular de este importante autor por el tratamiento y el color”. Y es un cuadro que se puede considerar “popular”, porque “todo el público sabe quién fue Quinquela y lo que dejó como testimonio de su obra y de su vida”, señaló Saiegh. Día de sol es un óleo que el artista pintó en 1928. El Museo de Arte Tigre cuenta también en su patrimonio con otras escenas portuarias del artista de La Boca.

ANTONIO BERMEJO

La obra de gran formato del fundamental artista argentino, Antonio Berni, fue la que eligió la directora del museo, María Isabel Larrañaga, quien impulsó el regreso de Chacareros, que se encontraba en la Legislatura porteña, al Museo Sívori. “La obra es un óleo sobre arpillera que conmemora el Grito de Alcorta, una rebelión agraria de pequeños y medianos propietarios rurales que sacudió el sur de la provincia de Santa Fe y se extendió por toda la región pampeana”, contaron en el museo. La rebelión marcó el surgimiento de los chacareros en la política nacional del siglo XX y dio origen a su organización gremial. Berni pintó Chacareros en 1935. Pertenece al ciclo de grandes pinturas murales en las que el artista plasmó problemáticas sociales del país, como la desocupación y las manifestaciones. Haber utilizado como soporte de la pintura bolsas de arpillera tucumanas que habían contenido azúcar da cuenta de su visión social del arte.

CANDIDO LOPEZ La serie completa de batallas del pintor argentino Cándido López es un tesoro que resguarda el Museo Histórico Nacional. Así lo consideró su director, José Antonio Pérez Gollán, quien señaló: “Cándido López pone énfasis en una forma de mirar los hechos históricos que es muy fotográfica, lo que habla de su origen como daguerrotipista. Además, las obras presentan un horizonte bajo y un despliegue del paisaje”. Pérez Gollán indicó que las obras describen la guerra moderna, de trinchera, en la cual es importante el cruce de los ríos y la vida de campamento. El pintor, que vivió entre 1840 y 1902, eligió un formato poco usual para narrar las batallas, de telas muy horizontales, lo cual le permitía narrar en detalle múltiples acciones y describir, a su vez, los escenarios naturales en que transcurrían los episodios. La serie está integrada por 33 obras.

BENITO QUINQUELA MARTIN

ANTONIO BERNI

Santa María Magdalena, penitente es la pintura más antigua fechada dentro de la colección del museo: 1623. Su autor es Antonio Bermejo, pintor de Potosí, que trabajó en Lima durante el primer tercio del siglo XVII. El brazo izquierdo de la mujer se extiende hacia atrás en diagonal sosteniendo con la mano la disciplina. La escena se desarrolla sobre un suelo rocoso, a la entrada de una cueva en la ladera de una montaña. Junto a la entrada hay un “altar” armado sobre una roca plana cubierta por un paño, en el que apoya una calavera y, sobre la rama de un tronco está inserto un crucifijo. El director del museo, Jorge Cometti, destacó que “el guión del museo no está estructurado en base a las piezas emblemáticas”, sino que le da protagonismo “al guión museográfico, donde se ven a los objetos como ilustraciones de un libro, donde el relato es lo fundamental”.

DESDE PASADO MAÑANA Y COLECCION GRANDES CIENTIFICOS

MIENTRAS TANTO

Mentes brillantes, en LA NACION A partir de pasado mañana, LA NApublicará la colección de libros Grandes científicos, con la vida y obra de los mayores exponentes de la ciencia universal. Serán quince entregas, los martes, con frecuencia quincenal, cada una a $ 25,90. Albert Einstein será el protagonista del primer volumen de la colección. En orden, seguirán Isaac Newton y Luis Pasteur, durante enero y febrero. Luego, Galileo Galilei, Santiago Ramón y Cajal, Alexander von Humboldt, Antoine Laurent de Lavoisier y Juan le Rond D’Alembert, en marzo y abril. Carl Friedrich Gauss, Copérnico y Kepler, Gottfried Wilhelm Leibniz, JaCION

mes Clerk Maxwell, en mayo y junio y, finalmente, William Thomson, Marie y Pierre Curie y Max Planck, en julio y agosto. Cada tomo, con más de 350 páginas, desarrolla el contexto histórico del científico, un detallado relato de su vida con fotografías y textos escritos por cada uno. A modo complementario, se presenta una interesante cronología comparativa.

La meta del conocimiento “Déjenme confesar: para mí, la búsqueda del conocimiento es una de esas metas sin las cuales no creo que le sea posible al hombre racional alcanzar una información consciente de su

propia experiencia”, escribió Albert Einstein en Mi visión del mundo, uno de los textos que está contenido en el primer tomo de la colección, que se entregará pasado mañana. El libro posee una extensa biografía escrita por Juan Manuel Sánchez Ron, que contiene, entre otras etapas, momentos de su participación en la política y sus contribuciones científicas. Seguidamente, se recopila su pensamiento científico, relacionado básicamente con la teoría de la relatividad. Los cuantos y La teoría de la relatividad, escritos del científico que falleció en 1955, también acompañan esta publicación.

      

JUANA

        

LIBEDINSKY



         

        



              

Cuentos de un pueblo chico que se puso de moda

J

OSE IGNACIO.– Cuando esta redactora llegó a este balneario ya no había aguateros, pero sí pocos teléfonos privados y una única telefonista que muchas veces escuchaba mientras uno hablaba e iba ofreciendo oportunas sugerencias para los problemas que se discutían en la conversación. La transición de esa situación de pueblo chico de infraestructura mínima a centro de la movida veraniega con mansiones a todo confort sin duda era interesante para contar. Curiosamente quien lo hizo a través de pequeños cuentos costumbristas es nada menos que un candidato a la presidencia, Pedro Bordaberry. Con el título Cuentos del pueblo Faro de José Ignacio, e ilustrado por un clásico de Punta del Este, Carlos Páez Vilaró, el candidato del Partido Colorado refleja situaciones conocidas del viejo balneario. Por ejemplo, el encuentro en la madrugada entre la gente de campo que, de bombachas y alpargatas inmaculadas al empezar su día laboral, coincidía en el almacén y bar con los chicos que “llevaban en sus rostros y ropas las secuelas del final de la noche”. Bordaberry también cuenta la necesidad de ciertos empresarios de hacerse ver en el que era el restaurante sofisticado del lugar, “Los Blancos” (en clara referencia a uno famoso, de nombre más oscuro, que existió de verdad) donde se desarrollaba una suerte de industria de los “encuentros casuales provocados”. Cuenta Bordaberry que, cuando se le acercan lectores, es sobre todo para saber si las historias son verídicas. Por la decepción que causa al aclarar que es ficción basada en observaciones, dice que debería cambiar la respuesta: siempre es tanto más misterioso un “dicen que sí…”.

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