SALUTATIO PATRIS GENERALIS
Para Pater yang bermain dengan anak-anak
“Los padres que juegan con los niños” CARTA A LOS HERMANOS JUNIO 2017
E
l pasado 10 de abril se cumplieron cuatro años de la llegada de los primeros escolapios a Indonesia, donde fundaron nuestra primera presencia en la ciudad de Atambúa, en la isla de Timor. A lo largo de estos cuatro años hemos ido avanzando, poco a poco, en el precioso desafío de iniciar la Vida y Misión escolapias en este extraordinario país asiático cuyo lema refleja nítidamente su propia realidad: “unidos en la diversidad”. En el contexto de las visitas programadas para este año jubilar, en el que me quiero hacer presente en todos los lugares de reciente implantación para acompañar los procesos fundacionales, visité Indonesia en los días previos a la Pascua de este 2017. Os narro lo experimentado en este viaje, para ayudaros a comprender lo que allí estamos viviendo. Porque, queridos hermanos, algo está pasando en Indonesia. Algo que tiene que ver con Calasanz… Lo primero que te llama la atención cuando visitas Indonesia es la diferencia de los contextos en los que están nuestras dos comunidades. Atambúa es una ciudad pequeña en la isla de Timor, de ambiente rural, cerca de la frontera con Timor Leste, con mayoría católica. Ahí tenemos nuestra casa de acogida vocacional (actualmente con diez aspirantes acompañados por tres sacerdotes) y nuestras primeras opciones ministeriales a través de la Educación No Formal. Yogyakarta, donde tenemos el Juniorato y el Prenoviciado, es una gran ciudad universitaria, en la desarrollada isla de Java, de mayoría musulmana. En esta casa viven siete juniores y nueve prenovicios, junto con dos religiosos sacerdotes. Visitando las dos casas percibes con claridad algo de lo que es Indonesia.
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Como en todas las visitas, yo hice mi trabajo: hablar con los religiosos, conversar uno a uno con todos los juniores, prenovicios y aspirantes, tener diversas reuniones de comunidad, saludar al obispo diocesano, compartir con los laicos que colaboran con nosotros, conocer algo de la realidad eclesial y social en la que estamos insertos, etc. Las actividades son siempre parecidas, pero las vivencias son siempre originales y propias de cada lugar. De esto, de lo que yo he vivido en Indonesia, es de lo que os quiero hablar. Os lo quiero explicar para que podáis entender mi afirmación de que “algo está pasando en Indonesia”. Voy a escribir esta carta resaltando algunas experiencias concretas y aportando dos pequeñas conclusiones. Empiezo diciendo que me gusta mucho cómo llaman a los escolapios en Atambúa: “los padres que juegan con los niños”. El modo de cómo se sitúan los escolapios ha llamado profundamente la atención de la gente que nos va conociendo. La imagen del sacerdote que juega con los niños, que está con ellos, que acoge con cariño a los jóvenes, que no marca distancia con los jóvenes en la comunidad, transmitiendo que todos somos hermanos y que nos tratamos como tales, ha provocado en la gente una agradable sorpresa y un sentimiento de alegría. La afirmación de que “estos padres son distintos” es algo que se siente y se percibe. Y, os lo confieso, es algo que me proporciona una profunda alegría. Es bueno que lo destaquemos y que lo sepamos, pero nunca para sentirnos mejores, sino para ser lo que Calasanz quiso que fuéramos. En Atambúa hemos comenzado nuestro ministerio a través de la Educación No Formal, desde una plataforma que llamamos “Learning with Calasanz” (Aprender con Calasanz). Son cinco las áreas que se ofrecen a los más de 100 niños y adolescentes que se reúnen cada día en las “tiendas” (no son aulas todavía) en las que disfrutan aprendiendo: bahasa e inglés / ayuda en el estudio / educación en valores / arte y expresión corporal / Oración Continua (para los católicos). La casualidad hizo que mi visita coincidiera con la fiesta de clausura del trimestre, que fue algo genial. Todos los niños prepararon algo para sus papás y para los demás, expresando lo que habían aprendido durante los últimos tres meses. Además de divertido, fue muy profundo y significativo. Me di cuenta –entre otras cosas- de que tengo que aprender a bailar… Quiero destacar algunas cosas que me han hecho pensar mucho de este “Learning with Calasanz”. Lo primero me lo contó uno de los prenovicios de Yogyakarta, al explicarme su vocación. Este muchacho no nos conocía de nada, pero su hermanita iba todos los días a las actividades de los escolapios, y volvía a casa feliz, contando todo lo que había hecho. Y el muchacho, viendo la alegría en los ojos de su hermana pequeña, concluyó: “tengo que ir a conocer a estos padres”. Fue, nos conoció, y se quedó. Hoy día está haciendo los estudios universitarios propios del prenoviciado. Quizá os parezca una anécdota sencilla, pero a mí me hace pensar algo que está siempre presente en la historia de la Orden: el modo en el que damos la vida convoca a otros a darla. Así es y así será siempre. Del mismo modo que el modo en el que no la damos los desconvoca. Hay un segundo aspecto que me gustaría destacar. Esta Escuela No Formal, que funciona por las tardes, está llevada íntegramente por nuestros aspirantes. Como es lógico, son los religiosos adultos los que coordinan, pero quienes llevan adelante todos los talleres son los jóvenes aspirantes escolapios. Ellos viven un proceso formativo denso, recibiendo clases por las mañanas y llevando adelante la actividad ministerial por las tardes. Lo ministerial está presente de lleno, desde el comienzo, en el proceso vocacional y formativo de los jóvenes. Y eso es algo que me gusta destacar. Son los aspirantes, acompañados por los padres, los que llevan adelante nuestra misión. Sin ellos no existiría este “Learning with Calasanz”, que es lo que es gracias a ellos, a su ilusión, dedicación y entrega. Y a su creatividad juvenil. Al verles disfrutar de los niños me reafirmé en algo que llevo muy dentro: la fuerza del carisma de Ca-
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lasanz, que es capaz de cambiar el corazón de un joven desde el momento en el que empieza a vivirlo. ¡Enhorabuena! Hay muchas maneras de llevar adelante la Pastoral Vocacional Escolapia. Pero hay una que siempre tiene que estar presente, y en Indonesia la veo que especial claridad. Es lo que podríamos llamar la pastoral del “ven y verás”1. Digo que es algo que tiene que estar siempre presente porque es evidente que el joven de hoy tiene una especial sensibilidad para percibir si lo que viven los escolapios es lo que él sueña con vivir. Y cuando esto se da, se produce la decisión vocacional. Cada uno de los jóvenes me contó su historia vocacional, su proceso de discernimiento. En algunos casos, desde el desafío de superar las dificultades familiares; en otros, desde la claridad del deseo de ser educador, en bastantes, a través de la ayuda de un amigo que es ya novicio o junior, etc. Pero en todos, absolutamente en todos, desde la experiencia de habernos conocido y de haberse sentido acogido y convocado. Creo que algo de esto es “cultura vocacional”. En nuestro proceso vocacional ha sido clave, y lo será siempre, la acogida cariñosa y atenta de cada uno de los muchachos vocacionales. Pensando en el camino recorrido en estos cuatro años, creo que es bueno subrayar algunos dinamismos que están siendo buenos y que nos ayudan en nuestro proceso fundacional en Indonesia: 1. En primer lugar, el servicio desinteresado y generoso de la Viceprovincia de Japón y Filipinas, en cuyo seno se han formado y se forman bastantes de los jóvenes escolapios indonesios y de Timor Leste. 2. En segundo lugar, la importancia de la cercanía de la Provincia madre (en este caso, Betania). Las frecuentes visitas del provincial y de los asistentes provinciales, la cercanía de la Fraternidad Escolapia, la atención formativa de la Provincia, el compromiso por la sostenibilidad de nuestra fundación en Indonesia, están siendo decisivas para la progresiva consolidación de esta reciente fundación escolapia. 3. Tenemos ya dos comunidades. Yogyakarta está “recién nacida”, pero ya funciona regularmente al servicio de la formación de los juniores y prenovicios. Las dos casas son de nuestra propiedad, fruto de la colaboración entre la Provincia y la Congregación General. 4. Actualmente, nuestros aspirantes indonesios comienzan por Atambúa como aspirantes, hacen el Prenoviciado en Yogyakarta y el Noviciado en Cebú. Para el Juniorato, hay tres opciones previstas: Manila, Yokyakarta y Madrid. Pero también tenemos jóvenes que proceden de Timor Leste. Estos hacen su aspirantado y prenoviciado en Manila, su Noviciado en Cebú, y el Juniorato en Manila o en Madrid. Estamos ya pensando en abrir una casa en Timor Leste, pero esto lo dejo para después. 5. Os ofrezco los “números” de nuestra realidad, a día de hoy. Evidentemente, estos números varían cada año, pero su lectura puede ayudaros a comprender mejor el camino que estamos recorriendo. Esta es nuestra realidad actual: 4 sacerdotes no indonesios (dos filipinos, un colombiano y un español); 3 sacerdotes indonesios (uno trabaja en Indonesia, otro en España y el tercero en Filipinas); 9 juniores indonesios y 1 de Timor Leste; 10 novicios indonesios y 1 de Timor Leste: 12 prenovicios indonesios y 3 de Timor Leste y 11 postulantes-aspirantes indonesios y 10 de Timor Leste. Es una prometedora realidad 1.- Jn 1, 39
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desde la que Dios bendice el coraje misionero de la Orden. Oremos por todos ellos, porque detrás de cada cifra hay personas concretas deseosas de dar la vida por las Escuelas Pías. 6. Desde el primer momento hemos querido que en nuestra presencia en Indonesia se visibilizara nuestro ministerio. Además del “Learning with Calasanz” estamos ya terminando la construcción del primer “Asrama” (internado) escolapio, pensado para acoger a unos 100 muchachos de Atambúa y de la zona, estudiantes de Secundaria y Bachillerato. Este internado, construido por la Provincia, ha recibido también una ayuda significativa desde muchos lugares de la Orden a través de la campaña solidaria organizada por ItakaEscolapios. Su construcción es fruto del esfuerzo de todos. Y sus objetivos, bien escolapios: conseguir que los muchachos terminen la Secundaria y el Bachillerato, cosa que no suele ser muy frecuente; que puedan llegar a construir un proyecto de vida; que reciban una buena formación cristiana; que reciban una auténtica formación en valores y, como peculiaridad de nuestro Asrama, que sean muchachos preocupados por la Educación. Este Asrama comenzará a funcionar, con el favor de Dios, en este Año Jubilar Calasancio. Viví otra experiencia significativa conociendo a los laicos que colaboran con nosotros tanto en Atambúa como en Yogyakarta. Una vez más he podido comprobar el amor (es la mejor palabra que he encontrado) con el que nos ayudan y nos cuidan. Sin ellos no hubiera sido posible estar como estamos. Son personas concretas, con historias concretas, que han descubierto a Calasanz y que se sienten profundamente identificadas con nuestro carisma. No les hemos llamado nosotros, no les hemos convocado; son ellos y ellas los que han venido, los que ofrecen su tiempo, su cariño, sus posibilidades, su coche, su capacidad profesional… Me gusta mucho la frase con la que me los fueron presentando: “personas que nos ayudan mucho”. Habría que introducir esta definición en nuestro Directorio de Participación, sin duda alguna. Es Calasanz quien convoca, por mecanismos nuevos e insospechados. ¡Jubileo Calasancio! Como es lógico, aparecen ya con cierta claridad los próximos retos de futuro. Todas las fundaciones tienen sus etapas, y en el desarrollo de nuestra presencia en Indonesia y Timor Leste aparecen ya nuevos pasos y objetivos. Por ejemplo, la traducción de nuestros principales documentos al indonesio, para que lo que somos los “Skolapios” (este es nuestro nombre oficial en el país) quede al alcance de todos; el trabajo por la progresiva auto-sostenibilidad económica; la necesidad de más apoyos de escolapios para el desarrollo de la misión, la progresiva vinculación de la Fraternidad Escolapia; la necesidad de articular la relación entre las dos comunidades escolapias que tenemos en el país, separadas por 2.500 kilómetros de distancia, etc. Me gustaría destacar dos de estos desafíos, que están ya en la agenda de la Provincia y de la Congregación General: 1. La necesidad de crear dos ambientes suficientemente diferenciados en la casa de formación de Yogyakarta, para que se pueda atender debidamente el proceso de los prenovicios y el de los juniores. Esto implica, necesariamente, formadores y vivienda. 2. La importancia de fundar en Timor Leste. Es claro que nuestra próxima fundación debe ser en Timor Leste, para poder desarrollar claramente el proceso vocacional y formativo de los jóvenes del país, así como nuestra implantación. La presencia escolapia en Timor Leste es un objetivo prioritario de nuestra Orden. Podría seguir compartiendo experiencias, pero temo desbordar el espacio propio de estas cartas
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fraternas. Simplemente quiero terminar con dos sencillas reflexiones que podría sintetizar en dos palabras: CALASANZ y GRACIAS. CALASANZ está presente en Indonesia. Lo está a través de la vida de las comunidades, del esfuerzo de los hermanos que se dedican a construir nuestra presencia escolapia (gracias Víctor, José Mario, Marcelino, Jude, Martín), del compromiso vocacional de nuestros jóvenes y de su entusiasmo por nuestra misión. Lo está por medio de los laicos que le han descubierto como eje de su vocación y horizonte de su fe, a través de las esperanzas de la Iglesia local (que ya está haciendo sus propuestas y expresando sus esperanzas sobre nosotros) y, sobre todo, en el día a día desde el que vivimos nuestra vocación, con pasión e intensidad, que es la única manera de hacerlo. GRACIAS a Dios, nuestro Padre, por todas las bendiciones que derrama sobre esta nueva presencia escolapia. Sabemos que Dios bendice el trabajo, la audacia misionera, la tesonera paciencia por dar pasos de Reino, la educación de los niños, la llamada vocacional, el servicio desinteresado, la acogida de las invitaciones a la misión. Queda mucho por hacer y son muchas las cosas que podemos y debemos mejorar. Pero por el camino recorrido, ¡gracias, Señor! Recibid un abrazo fraterno
Pedro Aguado Padre General
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