LOS OSOS MÁGICOS

Érase una vez una familia de magos osos que tenían poderes mágicos. Eran tres hermosos osos, uno tenía el poder para hacer comida, y los otros dos tenían que ir a clase para aprender a usar la magia. El oso mayor tenía una clase donde había más osos como él, que iban a aprender cosas de magia. En la pared de la clase había una pizarra mágica que en vez de escribir con tiza, ¡se usaba la varita! Los ositos más pequeños aprendían a volar en una escoba mágica y tenían también que aprender a usar zapatos mágicos porque eran muy difíciles de usar. Los zapatos mágicos les llevaban al bosque de Osolandia, donde siempre había muchos peligros. Un día, por la mañana, un osito se puso los zapatos él sólo y se fue volando y rápido al bosque. Allí encontró un sendero y una seta que le preguntó qué hacía tan solitario en ese lugar tan peligroso. El osito no supo contestar pero dijo que no pasaba nada, que él ya era grande. Mientras, en el castillo de magia, su hermano oso mayor fue a buscarle pero no lo encontró. Se dio cuenta de que le faltaba sus zapatos y se asustó. Corrió a buscar a los suyos y se los puso. Cuando abrió los ojos, estaba en el bosque de Osolandia y le preguntó a una seta si había visto a su hermano. La seta le respondió "sí, pero se fue por el sendero con el demonio del bosque". Ese demonio es malo, secuestra a osos pequeños y los encierra en una celda muy grande porque quiere quedarse con los poderes de todos los osos. El oso mayor corrió en busca de la celda y pronto la encontró. Un guardia vigilaba la celda donde estaban los osos. El oso pequeño vio a su hermano y se puso a hacer magia con su varita mágica. El guardia se quedó dormido cuando el mayor le echó un spray y luego cogió las llaves para abrir la celda. Todos regresaron al castillo y prometieron portarse bien y ser buenos oso magos.