POLITICA
Jueves 26 de agosto de 2010
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La ofensiva contra los medios | La visión de los hombres de negocios EL ESCENARIO
Imprevistos, desorden y secretos en la Casa Rosada
Extravíos presidenciales CARLOS PAGNI
Detalles del acto para presentar el informe
LA NACION
MARIANA VERON LA NACION Un video que no se transmitió. El informe de 330 páginas que tampoco apareció. Confusión en el orden de los discursos. Y un secreto de último momento sólo conocido por el matrimonio presidencial. Con esos pormenores, la presentación del informe “Papel Prensa, la verdad”, que preparó el Gobierno anteayer tuvo momentos de improvisación que quedaron expuestos en los 45 minutos que demoró la presidenta Cristina Kirchner en aparecer para el acto que estaba previsto para las 18. Según trascendió ayer, el dato sorpresivo de la presentación de un proyecto de ley para declarar la pasta celulosa y el papel para diarios de interés público fue una decisión de Néstor y Cristina Kirchner de último momento. “Fue un alivio para todos”, sostuvo ayer un funcionario de la Casa Rosada que, como todo el gabinete, desconocía que el matrimonio presidencial estuviera pensando en enviar esa iniciativa al Congreso. En los despachos oficiales se había escuchado todo tipo de posibilidades que iban desde la intervención de la empresa hasta la expropiación. Y muchos recordaban, incluso, que Guillermo Moreno, el autor del informe que presentó Cristina Kirchner, había intentado esa vía desde que comenzó el conflicto y no pudo avanzar. Los Kirchner decidieron enviar el proyecto de ley anteayer al mediodía. Los únicos funcionarios al tanto fueron el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y el secretario de Inteligencia, Héctor Icazuriaga, ambos integrantes del círculo más íntimo de la quinta de Olivos. El proyecto fue decidido de apuro, a tal punto que la Presidenta, en su discurso, anticipó las líneas generales, pero no pudo entregar copia de la iniciativa a la prensa porque no estaba redactada. Tampoco apareció, 24 horas después de presentado, el informe presidencial. Anoche, ante la consulta de los medios, voceros oficiales dijeron que Zannini, a cargo de la redacción del proyecto, aún no lo había terminado y que por eso no había sido público. Sobre el informe en sí se excusaron de no entregarlo porque no lo habían visto ni en la oficina del vocero Alfredo Scoccimarro ni en la del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Se estima, según trascendió, que el proyecto de ley podría ingresar por la Cámara alta para evitar la minoría del oficialismo en Diputados. Ayer, en el Gobierno sostenían que la jugada política de mandar una resolución al Congreso, por un lado, y a la Justicia, por otro, con la denuncia que presentará la secretaría de Derechos Humanos, fue consecuencia del faltazo de los principales empresarios nacionales. El dato fue leído con atención en la Casa Rosada, reforzaban ayer voceros del Gobierno, y eso obligó a moderar las medidas. Estaba preparado de antemano, pero a último momento se canceló la transmisión de un video que había preparado Canal 7, bajo el mando de Tristán Bauer, director del Sistema Nacional de Medios Públicos. El film duraba 13 minutos y once segundos, pero la Presidenta ordenó la cancelación. En el video se hacía un recuento del relato oficial, año por año, que había preparado el Gobierno, sin testimonios actuales de los supuestos perjudicados. Sólo había fotos y textos, y algunas pocas imágenes de la fábrica de papel de diario.
Moreno anteayer, escoltado por dos de los empresarios que fueron al acto, Cornide y Calcaterra FABIAN MARELLI
Los empresarios creen que habrá represalias Tras el desaire por no haber ido al acto, esperan la reacción oficial FRANCISCO OLIVERA LA NACION Algunos miembros de la Unión Industrial Argentina (UIA) se resistían ayer a estar hoy en el hotel Alvear, donde transcurrirá el último de los encuentros empresariales capaces de convocar a funcionarios públicos: el organizado por el Consejo de las Américas y la Cámara Argentina de Comercio, que conduce Carlos de la Vega. “No, no quiero encontrarme con gente, están todos muy enojados”, dijo alguien que desoyó la convocatoria al acto de anteayer sobre Papel Prensa en la Casa Rosada. Todos imaginan represalias. El número 1 de una entidad empresarial debió en las últimas horas ser internado con un pico de presión. La jornada dejó, no obstante, una sorpresa: no habían existido, hasta anoche, llamadas ni reproches del Gobierno. “El kirchnerismo está en silencio; por lo tanto..., ¡preparate!”, dijo otro de los nuevos rebeldes. En el Alvear los esperan Aníbal Fernández, jefe de Gabinete; Héctor Timerman, canciller, y los ministros Amado Boudou (Economía) y Débora Giorgi (Industria). Saltear esa incomodidad les permitirá a varios pasar inadvertidos hasta que nuevas urgencias cambien el foco de atención. “Estos generan líos todos los días: ya mañana, este tema es viejo”, dijeron en la cúpula fabril. Mientras tanto, empezaban ayer a regresar los viajeros re-
pentinos: por lo menos siete de los empresarios más importantes del país que no encontraron, para sus ausencias, mejor explicación que la distancia espacial. Hay que reconocerle a Osvaldo Cornide, feligrés número uno de las ceremonias gubernamentales, por lo menos cierta franqueza. “Fui convocado por Débora Giorgi y, si bien respeto a los que no fueron, estoy convencido de que siempre hay que concurrir a escuchar a la Presidenta –explicó a LA NACION–. Pero no es correcto pensar que todos los que fueron están a favor de lo de Papel Prensa, y los que no, en contra.”
¿Promesas vanas? Al resto lo carcome advertir que el Gobierno ha quedado herido. Presumen, además, que los anuncios para Papel Prensa eran mucho más virulentos y que fueron atenuados momentos antes del acto. ¿Dónde quedaron, si no, las promesas del secretario Guillermo Moreno, que les había adelantado a varios que esta semana terminaría con Héctor Magnetto esposado? Sea como sea, el escenario es ya otro. Convertida en emblema del desaire, la UIA parecía ayer haber recuperado cierto reconocimiento dirigencial en el ambiente. Lo notó Héctor Méndez, presidente de la central fabril, en el mismo momento en que entraba en la embajada de Uruguay para celebrar el día de la
independencia de ese país; hacía tiempo que no recibía tantas felicitaciones. “Me limité a hacer lo que decidía la votación en la Unión, el presidente no vota”, explicó el empresario a LA NACION. Como pocas veces, los pasos de la entidad fueron asumidos en un ciento por ciento por las grandes corporaciones. Algunas de estos desvelos se conversaron ayer en el almuerzo del Grupo de los Siete, todavía con seis miembros hasta que se logre, como se pretende desde hace tiempo, la incorporación del ruralista Mario Llambías, enfrentado con la UIA desde el conflicto agropecuario de 2008. Desarrollado en la Cámara Argentina de la Construcción, el encuentro reunió a invitados esquivos al acto del martes, como Méndez, el banquero Jorge Brito y el anfitrión, Carlos Wagner; a uno que fue, De la Vega, y al que jamás será convocado, Hugo Biolcati. Adelmo Gabbi, presidente de la Bolsa, se excusó por problemas de salud y fue reemplazado por el vicepresidente de la entidad, Horacio Fargosi. El próximo contacto será en 15 días en la sede de Adeba, la asociación de bancos privados de capital nacional. Hace meses, Brito tanteó el humor del ministro de Planificación, Julio De Vido, sobre estos almuerzos. ¡Adelante!, aprobó entonces el arquitecto. La Argentina es tan cambiante que no vendría mal una segunda consulta.
Elogios al presidente de la UIA Méndez fue figura central en una reunión de la embajada uruguaya El cónclave para festejar el 185º aniversario de la independencia de Uruguay funcionó ayer como una caja de resonancia de la denuncia de Cristina Kirchner contra LA NACION y Clarín por Papel Prensa. Los puntos de vista e intercambios sobre el anuncio de la Presidenta dominaron las conversaciones entre diplomáticos, empresarios, dirigentes políticos y personalidades vinculadas con la vida pública del país que se dieron cita en la embajada uruguaya en Buenos Aires para compartir la celebración patria del vecino país. Una coincidencia atravesó el grueso de los conciliábulos que se dieron. Según supo LA NACION de boca de
varios participantes, la dirigencia allí presente interpretó que el tenor de la disputa no contribuye a fomentar el clima de negocios en el país, y consideró que por ocuparse en este tipo de controversias, el Gobierno puede perder una oportunidad para potenciar el crecimiento que experimenta la economía. Las figuras más convocantes y elogiadas de la jornada en el agasajo organizado por el embajador Guillermo Pomi fueron el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Méndez, y el titular de la alimentaria Copal, Daniel Funes de Rioja. Tanto Méndez como Funes de Rioja dieron anteayer un claro men-
saje al Gobierno con su deliberada ausencia en el acto convocado por la presidenta Cristina Kirchner. El empresariado reconoció el gesto de Méndez, ayer, en el ágape. “Estamos corriendo el riesgo de desaprovechar una nueva gran oportunidad económica. Es tiempo de construir, y no de confrontar”, señaló Funes de Rioja en el diálogo con los hombres de negocios que lo rodearon. Por el Gobierno, la máxima autoridad fue el vicecanciller Alberto D’Alotto. Entre otras personalidades estuvieron los embajadores de Italia y de España, Cristiano Ratazzi, José Ignacio de Mendiguren y Manuel Mora y Araujo.
Apoyo de organismos de derechos humanos Las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo respaldaron al Gobierno; críticas de Fernández Meijide Los principales organismos de Derechos Humanos respaldaron ayer la decisión del Gobierno de avanzar en contra de Papel Prensa. Tanto Abuelas como Madres de Plaza de Mayo calificaron la decisión de la Presidenta como “un avance importante para la democracia del país”. Anteayer, la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, había sido la única líder de un organismo de derechos humanos que acompañó con su presencia en la Casa Rosada el anuncio de Cristina Kirchner. Sin embargo, Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas, hizo público ayer su apoyo. “Es un paso fundamental para descubrir los negociados en el uso de Papel Prensa”, dijo Carlotto a LA NACION.
Y agregó que la Argentina “entró en una etapa en la que se descubre quién es quién, con un estudio concienzudo y serio”, en referencia a la investigación que comandó el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Carlotto justificó haber estado ausente en el acto oficial: se había comprometido a estar presente en un encuentro universitario en favor de la postulación de su asociación al premio Nobel de la Paz. Mabel “Taty” Almeyda, una de las principales dirigentes de la línea fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, dio también ayer su expreso respaldo. “Estamos totalmente de acuerdo con el anuncio de la Presidenta”, se entusiasmó. Almeyda aseguró a LA NACION:
“Pese a no ser partidarias de ningún partido político, reconocemos los avances en materia de derechos humanos. Y es importante empezar a enjuiciar a los civiles que fueron cómplices de la dictadura”. Después consideró que “se equivocan” aquellos que piensan que esta acción oficial es un atentado a la libertad de prensa. “No hay nada de eso”, dijo. Menos efusiva, Nora Cortiñas, la presidenta de la línea fundadora de las Madres, pidió “celeridad” judicial. “Es importante que la Justicia investigue rápido el caso”, dijo a LA NACION. “Pero sabemos que durante la dictadura muchos empresarios fueron torturados para robarles sus bienes”, agregó. Luego dijo que la habían invitado al acto en la Casa Rosada, pero que decidió no ir porque
es parte de la política del grupo de Madres que preside. Graciela Fernández Meijide, una de las fundadoras de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, fue la única que criticó “el uso de los derechos humanos en una disputa política”, como calificó la avanzada sobre Papel Prensa. Más allá de coincidir en que una ley que regule el abastecimiento de papel sería “deseable” para el país, Fernández Meijide fue dura ante LA NACION a la hora de evaluar las motivaciones de la Casa Rosada. “El Gobierno tiene una disputa más fuerte con los medios que con la oposición”, se quejó. Y añadió que “la observable utilización de los desaparecidos sobrepasa cualquier límite ético”.
Las iniciativas y declaraciones del Gobierno en relación con Papel Prensa obligan a pensar si los Kirchner no habrán sido infiltrados por alguien de la oposición. Es una hipótesis enloquecida. Sin embargo, los errores que vienen cometiendo son tan numerosos que, por un instante, a algún distraído podría resultarle atendible. Sobre todo si ese distraído tiene alguna propensión a las teorías conspirativas, como les ocurre a la Presidenta y a su esposo. El extravío principal de la nueva batalla es que revela la ausencia de un plan político. Muchos observadores suponían, y muchos oficialistas festejaban, que Kirchner hubiera decidido reubicarse en la escena suavizando su perfil, apaciguando sus relaciones, seduciendo al público más moderado, buscando el centro. Ahora se sabe que fue una ilusión óptica. O ese plan no existió o no pudo ser administrado. Frente al problema de su declinación política, Kirchner vuelve a mostrarse como un líder monorrecurso, alguien que sólo sabe dar trompadas, cualquiera sea el contexto, le convenga o no. Como si quisiera confirmarlo, antes de aplaudir a su esposa le entregó a Hugo Moyano el PJ bonaerense. Cualquier conjetura sobre su capacidad de regeneración debe ser revaluada. Hay otros errores específicos, muy graves. El más llamativo es que, por primera vez de manera inocultable, los Kirchner instalaron una enorme duda sobre la autenticidad de su compromiso con la bandera de los derechos humanos. La Presidenta se sirvió de todos los recursos del Estado para hacer caer sobre Bartolomé Mitre y Héctor Magnetto la denuncia de un delito de lesa humanidad cometido en contra de los Graiver. Pero horas antes de que formulara esa gravísima acusación, los Graiver la desmintieron. María Sol e Isidoro Graiver ratificaron lo que había adelantado Gustavo Caraballo: que la venta de Papel Prensa no estuvo determinada por la atroz persecución de los militares contra esa familia. ¿A nadie se le ocurrió hablar con los Graiver antes de lanzar la denuncia? ¿Alguien le habrá dado una justificación a la señora de Kirchner por semejante equivocación? ¿Se la dará ella a alguien?
Interrogantes Las aclaraciones de los Graiver refuerzan otros interrogantes. ¿Por qué razón Rafael Ianover, testaferro de David Graiver, declaró ante la Secretaría de Derechos Humanos que las acciones de Papel Prensa habían sido arrebatadas bajo apremios inhumanos, pero modificó esos dichos en la Justicia? ¿Qué veracidad tienen las manifestaciones de Lidia Papaleo, la viuda de Graiver? ¿Es cierto que, antes de publicitar sus acusaciones, Carlos Kunkel la llevó a una reunión con los Kirchner en Olivos? ¿Hubo dos abogados penalistas, uno de ellos cercano a los Papaleo, que se le acercaron, en nombre de un empresario kirchnerista, para comprarle la empresa si la llegara a recuperar? No son preguntas aleatorias. La propia Lidia Papaleo comentó esos hechos como reales a un directivo de la compañía, el 26 de mayo pasado, en el Hotel Alvear. Nadie se decidió a creerle. Tal vez sean detalles. Lo relevante es que, desde la jefatura del Estado, se convirtió la causa por los derechos humanos, que por definición es universal, en el ariete de una controversia ocasional. En adelante el Gobierno deberá demostrar que no está tergiversando la tragedia de los años 70 para sacar ventajas facciosas. Es una obligación incomodísima para un grupo político que se reivindica como progresista.
Comparados con este problema, los furcios, inexactitudes e incongruencias del discurso de la Presidenta parecen casi humoradas. Por ejemplo, sus referencias a Ianover, presente en el salón, como “el testaferro” de Graiver, a secas. El tono fue tan natural que lleva a pensar si en la casa de los Kirchner esa palabra no sonará más familiar que entre el común de la gente. El “prestigioso catedrático” Alberto González Arzac contribuyó con esta impresión al sostener la insólita teoría de que, cuando el testaferro es manifiesto, los bienes que figuran a su nombre deben ir a la sucesión del verdadero dueño. También la acusación contra los socios privados de Papel Prensa por la apropiación indebida de unas acciones que, en realidad, están en poder de Télam indica que la Presidenta leyó los expedientes a los apurones. Esas acciones le sirven en estos días a Guillermo Moreno para intervenir en las asambleas societarias. El mismo protagonismo de Moreno y Beatriz Paglieri –la “Pagliari” de la Presidenta– se podría haber evitado. Salvo que se les quiera asignar a las imputaciones del Gobierno el nivel de credibilidad de que gozan las cifras del Indec. También por culpa de esta embestida los Kirchner retrocedieron en el mapa del poder. Que la UIA haya publicado el rechazo a una invitación de la Presidencia de la Nación es un hecho al que resulta difícil encontrar un antecedente histórico. Tal vez ese desaire se habría evitado, o habría
Desde el salón de los héroes se los llamó a morir por la causa del autoabastecimiento del papel de diarios tenido una excusa menos, si los Moyano hubieran levantado el asedio contra Siderar. Pero esperaron a que la UIA decidiera no concurrir a la cita para, entonces sí, deponer su actitud. Los vacíos de la Galería de los Héroes del Bicentenario hubo que cubrirlos con empleados del Congreso. La ausencia del empresariado fue casi completa: no estaban los de AEA ni los del campo, pero tampoco Cristóbal López, Enrique Eskenazi, Ernesto Gutiérrez, Rudi Ulloa, Lázaro Báez o Gerardo Luis Ferreira. ¿O a ellos no se los invita? Hubo otras ausencias significativas. Entre ellas, la de la embajadora de los Estados Unidos, Vilma Martínez. Su inasistencia alimentó la versión de que Arturo Valenzuela le transmitió a Héctor Timerman alguna preocupación del gobierno de Barack Obama por la embestida contra Papel Prensa. Timerman se vio con Valenzuela durante el viaje relámpago que realizó a Washington el fin de semana pasado. El oficialismo esta desconcertado. Los que militaron en la guerrilla de los años 70 deben tolerar que, de mencionar los ideales que alimentaron aquella infeliz experiencia, se pase ahora a hablar de sus secuestros, testaferros y extorsiones. ¿Habrá sido por este involuntario revisionismo que a la Presidenta le resultó tan dificultoso pronunciar en su discurso la palabra “montoneros”? Cuando esperaban ser convocados para una saga tal vez inconveniente, pero emocionante, los kirchneristas quedaron abrazados a una bandera exótica. Desde el salón de los héroes se los llamó a morir por la causa del autoabastecimiento del papel de diarios. Es un objetivo extraño. Ni siquiera los diarios derraman una lágrima por él.