Los «Cuadernos de Todo» de Carmen Martín Gaite: lengua y memoria

didáctica, es decir los manuales de español para italianos, sino por lo que se refiere a los ..... por la letra escrita (ortografía correcta, pocas abreviaciones) y una.
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MARIA VITTORIA CALVI

Università di Milano Los Cuadernos de Todo de Carmen Martín Gai te: lengua y memoria

He dudado bastante antes de decidir el título de mi intervención en este congreso. El tema propuesto para la sección de lengua me instaba a preparar una ponencia sobre la contribución del hispanismo italiano a la lingüística española; no tanto en la vertiente didáctica, es decir los manuales de español para italianos, sino por lo que se refiere a los estudios teóricos, por cierto no muy abundantes, pero que sería urgente reseñar precisamente ahora, cuando la asignatura de «Lengua española» ha adquirido estatuto de autonomía en los planes de estudio universitarios italianos. Sin embargo, el título de la sección de literatura y la sede del congreso me atraían con fuerza hacia otro terreno, en el que he trabajado a lo largo de este último año; al final, he optado por el tema literario, es decir la edición que he preparado de los Cuadernos de todo de Carmen Martín Gaite, que están a punto de ver la luz y serán presentados en esta misma ciudad el mes que viene. En la presente intervención intentaré aclarar, ante todo, la naturaleza de esta obra inédita, en la que se alternan reflexión personal, memoria, autobiografía, diario y creación literaria; en la segunda parte de la ponencia, analizaré el uso de algunas palabras especialmente relacionadas con el tema de la memoria, personal y literaria. La edición de los Cuadernos de todo La denominación de Cuadernos de todo pertenece al léxico familiar de la autora y está «literaturizada» ya en El cuento de nunca

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acabar (1983), en el que Carmen Martín Gai te explica cómo el afortunado sintagma fue creado por su hija de cinco años quien, al regalarle un cuaderno para su cumpleaños, se lo dedicó con esas palabras, dándole así permiso para «meterlo todo desordenado y revuelto»1. En el mismo ensayo, la escritora aclara la naturaleza de estos cuadernos, que constituyen la trastienda de su obra narrativa y ensayística, y se relacionan con su concepción de la literatura: A partir de entonces, todos mis cuadernos posteriores los fui bautizando con ese mismo título, que me acogía y resultaba de fiar por no obligar a nada, a ninguna estructura preconcebida. De hecho, venciendo una tendencia al ostracismo que por entonces me apuntaba, empecé a escribir más y se configuró en gran medida el tono nuevo de mis escritos, que derivaron a reflexionar no sólo sobre la relación que tienen entre sí todos los asuntos, sino también sobre el carácter relativo y provisional de aquello mismo que iba dejando anotado (CNA: 46). Creo que la cifra de esta poética se puede sintetizar en tres palabras: observación, diálogo y memoria. En cuanto a la primera, Carmen Martín Gaite afirma, apelándose a Valle-Inclán, «uno de los escritores que con menos miramientos demolió la muralla que otros mantenían enhiesta entre el reino de la letra y el de la mirada» (CNA: 154), que «Quien nos sabe hacer ver algo es siempre porque él lo vio de verdad o de verdad soñó que lo veía» (CNA: 153): de ahí la importancia de tener siempre a mano un cuaderno donde apuntar fragmentos de vida, desde simples recados hasta reflexiones personales e ideas literarias. Desde este punto de vista, los Cuadernos de todo se acercan a la condición de diario, pero sin obedecer a sus reglas: «Ya hace años que me barrunté la falacia de los diarios concebidos como un reflejo más o menos fiel del encadenamiento temporal con que se sucedie1

El cuento de nunca acabar, Barcelona, Destino, 1985, p. 45; en adelante, sólo se indicará, entre paréntesis, la sigla CNA y el número de página.

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ron los hechos que registran»2. La escritura brota de lo cotidiano, se fundamenta en la que Carmen Martín Gaite llama «geografía narrativa», es decir la referencia a las coordenadas espaciales del discurso, pero es indispensable seleccionar, atendiendo a las conexiones significativas entre hechos diferentes, hay que «dejar de ser notario de cuanto los ojos ven» (CT: 503-504). Hay que ser espectador, saber observar y tomar las distancias aún de los sentimientos personales: «La vida es espectáculo. Solamente soy feliz cuando logro verla como puro espectáculo. Ya la logro ver así cada vez menos. Por eso mismo soy menos capaz de disfrutar de ella, incluso como protagonista» (CT: 328). Diarios en libertad, por lo tanto, pero sin renunciar a poner las cosas en cierto orden: «Es como entrar en un cuarto donde todo está patas arriba y empezar a doblar historias y meterlas en sus estantes correspondientes, luego ya se puede respirar y el ocio de tomar el sol en una butaca es armonioso, no ácido» (CT: 227). Las cosas se convierten en palabras: «¿Adonde van las cosas cuando salen de nuestros ojos si no las sujetamos aquí? Me amparo en las palabras, forman como un castillito, qué grato, todo se trata en el fondo de resguardarse» (CT: 534). Uno de los mejores ejemplos de «diario en libertad» en los Cuadernos de todo nos lo ofrece el fragmento titulado «El otoño de Poughkeespie», escrito en los Estados Unidos poco después de la muerte de la hija (1985), en el que se van enhebrando recuerdos más o menos cercanos, con pequeños desplazamientos hacia adelante del tiempo de la narración, según el esquema recurrente en las novelas de la autora. Sobre la primacía del diálogo en la obra de Carmen Martín Gaite, se han escrito muchos comentarios críticos, y es bien sabido que la búsqueda de interlocutor representa una de las instancias fundamentales de sus novelas. En los Cuadernos de todo sobresale un tipo de diálogo muy peculiar, es decir el que acompaña la lectura de otros textos, y que consiste en copiar frases, parafrasearlas, comentarlas o utilizarlas como punto de partida para otras reflexio2

C. Martín Gaite, Cuadernos de todo, Madrid, Debate, 2002, p. 627; en adelante, sólo se indicará, entre paréntesis, la sigla CT y el número de página.

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nes. Dice la autora: «Mis cuadernos de todo surgieron cuando me vi en la necesidad de trasladar al papel los diálogos internos que mantenía con los autores de los libros que leía, o sea convertir aquella conversación en sordina en algo que realmente se produjera. Los libros te disparan a pensar. Debían tener hojas en blanco entre medias para que el diálogo se hiciera más vivo» {CT: 264). Este dialogismo supone el rechazo de la «propiedad intelectual»: «"Copiar" a otro escritor puede también ser como participar, hablar con él o "haced esto en memoria de mí", vivificar las frases de un amigo, su lenguaje, hacerlo tuyo, meterlas en tu contexto, traducirlas a tu lenguaje, entender a través de otro» {CT: 357). Hay también otra forma de intertextualidad interna que se relaciona con la tercera palabra clave que he destacado, es decir «memoria». Me refiero a una labor de amanuense que la escritora practicaba con gozo, y que consiste en la copia «amplificada» de apuntes viejos, fruto de una lectura libre, dialógica, del fragmento originario. En uno de sus dietarios, Carmen Martín Gaite manifiesta la intención de «pasar a limpio» las notas de cuadernos viejos que tengan que ver con el asunto de la narración y explica las modalidades de este ejercicio: «Procuraré no limitarme a copiarlas sino ampliarlas a la luz de ese nuevo propósito, de ese hilo que se va poco a poco configurando, y que espero que las ordenará de alguna manera que todavía no sospecho. Esto se llama coger el toro por los cuernos: revisar cuadernos viejos, llevo mucho tiempo sabiendo que es esto lo que tengo que hacer, volver al origen, partir de mis primeros cuadernos de todo, pero no me atrevía. Es como bajar a la bodega a explorar los cimientos de la casa» {CT: 301). En estas palabras se vislumbra la conexión entre la creación literaria, lo autobiográfico y la memoria, además del esfuerzo que conlleva el proceso. Sin ser una autobiografía que respete las convenciones del género, los Cuadernos de todo nos permiten sin embargo entender las raíces del profundo autobiografismo que impregna toda la obra de Carmen Martín Gaite3, tanto narrativa como ensayística, es decir, 3

Se han ocupado de lo autobiográfico en Carmen Martín Gaite, entre otros:

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el proceso de convertir la vida en literatura: desfilan en ellos personajes y lugares (con especial predilección por los paisajes vistos desde la ventanilla de algún tren), reflexiones, apuntes de lecturas, ideas y fragmentos para novelas que a veces se desdoblan, confluyen en otras o se quedan a la espera de una continuación. Y aflora también la conciencia de que lo literario no requiere demasiada elaboración, sino que brota de los imperfectos: Es que cuando me pongo a escribir creo que al posible lector le importa más el producto cultural cerrado que le ofrezco que mi proprio discurso. Y no sé por qué lo sigo creyendo rutinariamente, por qué me agarro a esa trabajosa creencia (¿por qué?) si últimamente tengo noticias más que suficientes de todos mis amigos-lectores para saber que no es así. Tanta elaboración no hace falta, es dañina, vuelve de piedra hacia los demás mi mano viva, mi fleco desflecado de memoria" (CT: 402). Lo autobiográfico, entonces, como «fleco desflecado de memoria», derramado con varios disfraces en novelas, ensayos, prólogos, traducciones etc., y presente como forma explícita sólo en algunos fragmentos como el breve «Bosquejo autobiográfico» incluido en Agua pasada4. En los Cuadernos de todo, sobresale el proyecto Jean Alsina, Claude Chauchadis y Michèle Ramond, Approches d'une autobiographie féminine: «El cuarto de atrás» de Carmen Martín Gaite, en AA.W., L'autobiographie en Espagne, Actes du II Colloque International de la Baume-les-Aix (23-25/5/1981), Aix-en-Provence, Publications Université de Provence, 1982, pp. 323-352; Joan Lipman Brown, One autobiography, twice told: Martín Gaite 's «Entre visillos» and «El cuarto de atrás», en «Hispanic Journal», VII, 2, spring 1986, pp. 37-47; Liliana Soto Fernández, La autobiografía ficticia en Miguel de Unamuno, Carmen Martín Gaite y Jorge Semprún, Madrid, Pliegos, 1996. He analizado más a fondo la relación entre los Cuadernos de todo y la escritura autobiográfica en el artículo La scrittura dellio in Carmen Martín Gaite, en «Culture» (Milano), 16, 2002, pp. 65-79. 4 En la primera parte de Agua pasada (Artículos, prólogos y discursos), Barcelona, Anagrama, 1993, titulada Andando el tiempo, Carmen Martín Gaite incluyó, además del Bosquejo autobiográfico, escrito en 1980 a petición de la hispanista Joan Lipman Brown, otros fragmentos de recuerdos personales, como Retahila con nieve en Nueva York, en el que la escritora reflexiona sobre su trayectoria literaria.

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inacabado de Cuenta pendiente, un libro que Martín Gai te pensaba escribir «en plan diario, donde se fueran comentando y fechando los estratos de cuaderno donde aparecen notas y apuntes sobre este tema» (CT: 586), dirigiéndose a la madre: «Buscar por ahí, hablarte de mis apuntes. Necesito que estés tú oyendo, que sea para ti, si no, no se engrasa el engranaje» (CT: 584). En los cuadernos examinados, he encontrado dos fragmentos de esta obra, que encierran recuerdos de la última etapa de la vida del padre y el espléndido relato de su muerte. En los Cuadernos de todo, por lo tanto, diario, autobiografía, ensayo y creación literaria forman un todo inextricable, como si se tratara de una «obra total», cuyos heterogéneos componentes quedaran fundidos en el mismo proceso de elaboración. Cabe decir, sin embargo, que el volumen, tal como se presenta a los lectores, es el resultado de una selección, realizada a partir de un conjunto de unos ochenta cuadernos autógrafos que me entregó Ana María Martín Gaite, hermana de la autora. No me he podido plantear, por evidentes razones, una edición filológica de tan abrumadora cantidad y variedad de materiales, entre los que se encuentran textos inéditos, variantes de obras publicadas, relatos de sueños, apuntes, ejercicios de inglés y anotaciones de todo tipo. He renunciado, ante todo, a realizar una selección temática, prefiriendo dejar los cuadernos en la sucesión caprichosa de sus esquirlas: a pesar de algunas incongruencias, ha sido casi siempre posible reconstruir el orden cronológico, al que me he atenido en la edición. Me he propuesto compaginar la legibilidad con la fidelidad al texto, pero no ha sido fácil aplicar un criterio de selección riguroso. No todos los cuadernos de Carmen Martín Gaite son, en rigor, cuadernos de todo: aparte los manuscritos de obras publicadas, no incluidos en el conjunto, algunos fascículos contenían solamente apuntes de lecturas para un trabajo determinado (por ejemplo, la serie de TVE sobre Santa Teresa o el ensayo Usos amorosos de la posguerra), o unas cuantas anotaciones de escaso interés. Los primeros llevan la denominación Cuaderno de todo acompañada de un

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número, hasta el cuatro5; otros sólo la etiqueta y otros, por último, no llevan denominación alguna, pero pertenecen inequívocamente al «género». Por lo tanto, una vez aclarada la naturaleza de este tipo de texto - combinando su lectura con otras noticias encontradas en obras como El cuento de nunca acabar -, he excluido los cuadernos que no presentaban esa característica mezcla de discursos personales, a mitad de camino entre la crónica, la reflexión filosófica y la creación. De los cuadernos elegidos, he eliminado asimismo las meras citas o resúmenes de otros textos, o los capítulos idénticos a la versión publicada, incluyendo en cambio las variantes6, que permiten seguir el proceso creativo, ver por ejemplo cómo la novela titulada Pesquisa personal va derivando hacia lo fantástico de La Reina de las Nieves. El caso más complejo es el de la relación con El cuento de nunca acabar, puesto que este ensayo-narración, de todas las obras de Carmen Martín Gaite, es la más cercana a la concepción de los Cuadernos de todo. Diría más bien que El cuento de nunca acabar y los Cuadernos de todo son la misma obra; el período de más intensa actividad de escritura personal coincide precisamente con el lento proceso de elaboración de El cuento. Aparte unos fragmentos redactados ya concientemente para el futuro ensayo, es interesante ver cómo en él se han rescatado y reelaborado fragmentos de los Cuadernos de todo (sobre todo para la sección «Río revuelto»): en otras palabras, el cuaderno de todo no era simple contenedor de una prueba de escritura, sino obra original, discurso primigenio en el que se venía fraguando la escritura literaria de la autora. Lengua y memoria

Paso a analizar ahora algunos rasgos lingüísticos del texto; 5

Los tres primeros se encuentran en sucesión cronológica, pero el cuarto es posterior a otros: es de suponer que la escritora lo estrenara y luego lo dejara para retomarlo en un segundo momento. 6 Los criterios de selección están explicados en la Introducción a la obra; se añaden en estas notas algunas precisiones.

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tarea por cierto muy ardua, dada la gran variedad de tipologías textuales presentes, pero de gran utilidad para una evaluación de la obra de la autora. Siempre he pensado que uno de los mayores méritos literarios de Carmen Martín Gaite consiste en el manejo del lenguaje: no como busca de la perfección estilística, sino como capacidad de reflejar la variabilidad de la lengua, en sus diferentes registros, y de explotar la función de la palabra como receptora de resonancias íntimas, familiares, populares. No sorprende, por lo tanto, que la lengua de los Cuadernos de todo no presente diferencias sustanciales con el resto de la obra de Carmen Martín Gaite. Se encuentran, como es lógico, párrafos de notas y apuntes en los que prevalecen construcciones nominales y fórmulas resumidoras, pero se evidencia siempre un gran respeto por la letra escrita (ortografía correcta, pocas abreviaciones) y una clara voluntad de estilo. Se observa también cierta variación diacrònica: el tono combativo y sentencioso de los primeros cuadernos (en la línea de los artículos incluidos en La búsqueda de interlocutor y otras búsquedas) va siendo sustituido por la reflexión más intimista de los sucesivos. Como se ha destacado varias veces, una de las peculiaridades de la escritura de Carmen Martín Gaite consiste en la sabia mezcla entre lo literario y lo coloquial, con predominio del registro familiar de los hablantes cultos. Ya desde las primeras obras, la escritora ha manifestado una especial habilidad para captar las modulaciones de la lengua hablada; algunas de sus obras han sido utilizadas como modelos para el estudio el español coloquial7. Por otra parte, lo literario no supone la aparición de un registro elevado; hasta en la cuidadosa reproducción de la variedad lingüística de uso más efímera y alejada de la literalidad, se puede alcanzar calidad literaria, como bien se ve en la producción de Carmen Martín Gaite. Como escribe ella misma: «Olvidarse de la literatura es vehículo 7

Ver, por ejemplo, Manuel Seco, La lengua coloquial: «Entre visillos», de Carmen Martín Gaite, en W . AA., El comentario de textos, Madrid, Castalia, 1972, pp. 357-375 y Antonio Narbona Jiménez, Diálogo literario y escrituradidad)oralidad, en W . AA., Diálogo y oralidad en la narrativa hispánica moderna, ed. de Rolf Eberenz, Madrid, Verbum, 2001, pp. 189-208.

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para escribir la mejor literatura» (CT: 353). Y en otro cuaderno: Madre mía, dos horas, y lo que solía hacer yo en Madrid estos días de atrás con el tramo de seis a ocho, tirarlo a la basura, o mejor dicho, al cenicero. Y darle miles de vueltas para sacar tres líneas de una holandesa. No hay como montarse en un tren. Aunque tal vez el estilo no sirva, pero ¿quién dicta esos criterios de validez? (CT: 480). En los Cuadernos de todo cabría esperar un predominio de la oralidad, dado el carácter espontáneo y privado de este tipo de textos, pero esto no siempre ocurre. Se encuentran, lógicamente, formas típicas del coloquio, pero es asimismo evidente el propósito de literaturizar lo cotidiano, por ejemplo mediante el uso de metáforas y de formas cultas o arcaicas; la sintaxis también, aparte algunas oraciones simplificadas, presenta a menudo las estructuras «incrustadas», características de la lengua escrita. Se registran también otros elementos de variación usuales en Carmen Martín Gaite, como los extranjerismos8, además de cambios debidos a la tipología textual elegida en cada caso (diario, autobiografía, ensayo, novela). Pero siempre domina la misma voz, hasta el extremo de que, cuando la autora cita palabras de otros, las hace tan suyas que se borran las fronteras entre lo propio y lo ajeno. No me propongo ahora profundizar en este tipo análisis; soy consciente de que un planteamiento amplio de la lengua literaria de Carmen Martín Gaite sigue siendo la asignatura pendiente de la crítica. En esta ponencia, me limitaré a algunas breves reflexiones sobre las que podríamos definr palabras de la memoria, es decir formas y expresiones en las que se fija y condensa un recuerdo. Pertenece a esta categoría, ante todo, el léxico familiar, según la expresión acuñada por Natalia Ginzburg, que Carmen Martín Gaite utilizó en Nubosidad variable; pero allí se trataba de palabras pertenecientes al léxico familiar de los personajes. Los Cua8

Los anglicismos son muy abundantes sobre todo en los diarios de las numerosas estancias americanas; aparecen también voces italianas, francesas y portuguesas.

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demos de todo contienen expresiones más personales, de uso corriente en ámbito familiar9 derivadas muchas veces de expresiones populares o regionales. Por ejemplo, la forma «chepita en alto» define un juego infantil y es utilizada a menudo como sinónimo de «ponerse a salvo»: Estas personas te cierran la posibilidad de opinión y disensión pacífica. Quieren guerra o adherencia a banderías. No pasa de ahí su discurrir y esa zona de «chepita en alto» donde te mantienes tú, desde la que te has retirado a mirar, es la que querrían derrumbar ya que no son capaces de subirse a ella para habitarla (CT: 294).

Como ya he dicho, también la forma «cuadernos de todo» procede del léxico familiar; presenta la misma estructura (sustantivo + DE + adverbio) de otra expresión utilizada como título de una novela, es decir «cuarto de atrás», que se refería a una habitación de la casa salmantina donde vivía la escritora: palabras de la memoria, en las que lo biográfico accede al recinto de la lengua escrita, se perpetúa en formas literarias. Por otra parte, la memoria literaria también entra en el lenguaje común. En los Cuadernos de todo, la autora cita en varias ocasiones algunos títulos de sus propias obras, convirtiéndolos en expresiones corrientes. Por ejemplo, utiliza a menudo la forma «cuarto de atrás» como sinónimo de «trastienda de la memoria», zona oscura en la que se van almacenando recuerdos y emociones que, a veces, afloran a la conciencia: «Acordarme del desorden enconado de M., de su cuarto de atrás, de su zozobra, de su agobio» (CT: 496). La palabra «retahila», en el diccionario, está registrada como voz coloquial que significa «serie de cosas, de nombres, etc., que resulta monótona o excesiva»10, sobre todo cuando se trata de pala9 Los Cuadernos de todo incluyen una serie de notas redactadas por Ana María Martín Gaite, en las que se comentan algunas de estas palabras y expresiones, en la acepción utilizada por la escritora y su familia. 10 María Moliner, Diccionario de uso del español, Edición en CD-ROM, Madrid, Gredos, 2001.

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bras; pero como título de la novela Retahilas, aun manteniendo su vinculación con la oralidad, la expresión rescata su valor etimológico y viene a ser sinónimo de diálogo verdadero, hilo entre los interlocutores, apacible sucesión de relatos. Pues bien, el uso de «retahila» en esta acepción «enriquecida» es recurrente en los Cuadernos de todo; por ejemplo, la expresión «estar de retahilas» alude a conversaciones agradables, en un lugar propicio, como la cocina: «Han venido las dos peruanitas a poner la mesa y he estado de retahilas con ellas. Gladys me ha regalado una caja de jabones con forma de Conchita en el cuarto de atrás» (CT: 580). Véase otro ejemplo: «Y él se rió mucho, total que llegamos a Vassar sin darnos cuenta, y con tanta tertulia y retahila, no le había preguntado dónde me iba a alojar yo, ni me importaba mucho» (CT: 622). Al cruzar el umbral del castillo de la letra escrita, la palabra corriente asume una carga semántica nueva, aun conservando su punto coloquial, sus resonancias familiares; pero luego vuelve al caudal del lenguaje común con esta memoria de la literatura. Carmen Martín Gaite nos ha acostumbrado a este continuo reflejarse de la vida en la literatura y la literatura en la vida. Quisiera citar otro ejemplo, que procede del título de una comedia inédita del año 1953, A pie quieto, que he considerado oportuno incluir en la edición de los Cuadernos de todo, junto con otros fragmentos análogos, precisamente por su carácter incompleto, acorde con la naturaleza de los Cuadernos. La protagonista de la comedia, Marcela, vive una dolorosa falta de interlocución con el marido Pedro, pero al final descubre en él una insospechada capacidad de comprensión: Seguramente nos quedan muchos años todavía, muchas penas y hastíos. Tendremos que pasar por el aro de todos los días. Sufrirlos uno por uno a pie quieto. A pie quieto, Marcela. Tú sabes lo que es eso igual que yo (CT: 649). La forma «a pie quieto», procedente del lenguaje taurino, define para Carmen Martín Gaite una actitud de resistencia pasiva frente a las adversidades, junto con la aspiración a vivir lo coti-

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diano, a habitar el tiempo día a día; recurre en los Cuadernos de todo11 con esta carga semántica, a menudo en combinación con los verbos «aguantar» o «resistir»: Resistir a pie quieto. Sigue siendo la única terapéutica. Complacerte en excepcionalidad. ¿Pero cómo? (CT: 373). No puedo hacer otra cosa que estar aquí, donde me pilló la cornada, aguantando a pie quieto, mientras ordeno el caos poquito a poco, qué verano tan largo, qué avanzar tan penoso el de las horas arrastrándose por las habitaciones de esta casa donde nunca volverá a oírse la Uavecita en la puerta ni su voz llamándome por el pasillo" (CT: 612). La expresión está formada según el esquema «prep. A + sust. + adj.», muy productivo en el español coloquial, como se ve en otra forma, «a palo seco», asimismo utilizada como título de una pieza de teatro 12 y recurrente en la lengua de Carmen Martín Gaite con el sentido de «de forma brutal y sin alharacas»: «Al recién venido se le imponía la prueba de la relación a palo seco y muchas veces con peoras» (CT: 109). La expresión aparece en el siguiente fragmento, con el que cierro mi intervención, proponiéndolo una vez más como ejemplo de reflexión sobre el tema de la escritura: No hay más huella que el texto. Me pongo a volver hojas hacia atrás en el cuaderno, y de paso las cuento. Veintiocho, ¿es posible?, mira que es vicio el tuyo, mujer, no hay quien te lo descaste, pero bueno, más duro habría sido aguantar a palo seco a base de pitillos y de naranjada, no sirve para nada escribir, ya lo sé, ¿y es que algún vicio sirve para algo como no sea para 11

También se encuentran ejemplos en otra obras de la autora, como el siguiente, extraído de Retahilas: «cuando llevo más de un año haciendo revisión de mis errores y aguantenado a pie quieto la soledad» (Retahilas, Barcelona, Destino, 1979, p. 189). 12 Incluida en la edición de Cuentos completos y un monólogo, Barcelona, Anagrama, 1994.

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matar el tiempo? Con éste, por lo menos, no se mata del todo, tiene uno la impresión, por el contrario, de que ha rescatado peligrosamente de las fauces de la muerte misma que el tiempo lleva abiertas, alguna visión fugaz destinada al naufragio general (CT: 622-623).

Conclusiones

Con el poco tiempo del que dispongo, las conclusiones han de ser necesariamente breves. Por lo demás, sólo han sido pocas gotas de análisis en el gran río de la lengua de Carmen Martín Gaite. Espero que los pocos ejemplos comentados hayan servido para arrojar algo de luz sobre el sabio uso de las palaras que hace la escritora salmantina, para ver cómo las expresiones más corrientes van adquiriendo resonancias íntimas y profundas en un constante vaivén entre la escritura y la vida.

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