Viernes 27 de diciembre de 2013 | adn cultura | 3
CróniCas de la selva
Linaje rojo punzó La figura de un gran editor francés de izquierda, tataranieto de Juan Manuel de Rosas, fue evocada en un rico diálogo sobre el mundo de los libros Hugo Beccacece | Para la nacion
¿Q
ué hubiera dicho Juan Manuel de Rosas de un descendiente izquierdista, francés y editor de publicaciones literarias de vanguardia? Algunos se hacían esa pregunta entre el público que concurrió a la entrevista que Alan Pauls le hizo a la editora francesa Dominique Bourgois en la pequeña biblioteca del Malba. Dominique Bourgois es la presidenta y directora de la editorial Christian Bourgois. Ocupa ese cargo desde la muerte, en 2007, de su esposo, Christian Bourgois, uno de los editores que más hizo por la difusión en Francia de escritores latinoamericanos y, particularmente argentinos, en las últimas décadas. En el catálogo de la casa hay obras de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Roberto Arlt, Copi, Ricardo Piglia, Edgardo Cozarinsky, Rodolfo Walsh, Alan Pauls, el colombiano Gabriel García Márquez y el chileno Roberto Bolaño, entre otros. El interés de Christian Bourgois por la literatura argentina quizá tuviera algo que ver con su historia familiar. Era tataranieto de la fecunda (en más de un sentido) escritora Eduarda Mansilla, sobrina de Rosas y hermana de Lucio V. Mansilla, del que Bourgois publicó Una excursión a los indios ranqueles. Una de las hijas de Eduarda Mansilla fue Eduarda García-Mansilla, que se casó con el barón Charles Jules Marrier de la Gatinerie. Christian Bourgois era uno de los bisnietos de ese matrimonio. La colección 10/18 fue una de las creaciones más arriesgadas y de mayor éxito de Christian Bourgois. Bajo ese sello publicó libros en edición de bolsillo que, hasta ese momento, no se consideraban indicados para ese formato de difusión masiva. En ese sentido, Alan Pauls estuvo muy acertado en poner como ejemplo su experiencia personal, que fue la de muchos de los lectores de las décadas de 1960 y 1970: “Yo fui lector de 10/18. Cuatro o cinco libros decisivos para mi formación como escritor e intelectual pertenecen a esa colección. A Christian Bourgois le debo la mitad de mi educación contestataria e izquierdista”. Cuando Pauls le preguntó a Dominique
Bourgois si la editorial no quedó muy marcada por todo lo que ocurrió en 1968, ella respondió: “Esos años fueron benditos para la edición porque publicábamos de todo, aunque a veces no teníamos éxito, no en ese momento, por lo menos. Pero hoy es una satisfacción ver que esos textos son retomados por otras editoriales. Entre muchos autores, editamos a Kipling y, más allá del valor literario, no funcionó, fue un desastre. En cambio, relanzamos a Jane Austen y acertamos. Tuvimos ventas excelentes. Con esos autores, que estaban en el dominio público, teníamos la libertad de editar sus obras completas. Christian tuvo intuiciones muy buenas. Por ejemplo, cuando contratamos a Tolkien”. La importancia de las traducciones en la editorial se debió, entre otras cosas, al hecho de que Christian Bourgois estaba harto del sistema de premios de la literatura francesa. Le resultaba más divertido y más libre ocuparse de los libros extranjeros. Por ejemplo, después de la muerte de Francisco Franco, llegaron de España una serie de obras extraordinarias. Y él se ocupó de ellas. “Un editor tiene que estar alerta, vigilante –dijo Dominique Bourgois–. Uno debe leer los libros que le llegan, las revistas y suplementos literarios, las reseñas, lo que se publica en el propio país y en el extranjero y, por supuesto, mirar los catálogos de los colegas. Todo lo que nos llega a la editorial lo hojeamos y lo que nos parece más interesante, lo leemos. Entre esas lecturas, hay algunos títulos que se han puesto de moda en el país de origen y que son de calidad. A veces el éxito llega muchos años después de la primera publicación. Es lo que pasa ahora, por ejemplo, con Kafka Was the Rage, de Anatole Broyard, un libro de memorias sobre el Greenwich Village, que apareció en 1993, tres años después de la muerte del autor, un crítico literario y escritor de raza negra, un mulato que pasaba por blanco. En este momento, Kafka Was the Rage es el furor, lo que se debe publicar y leer. Un furor vintage: una obra que pasó inadvertida y que hoy tiene su momento de aceptación.” La editorial Bourgois tiende a publicar las obras completas de
Estar alerta y leer de todo es su recomendación para publicar libros, además de mirar los catálogos de los colegas Dominique Bourgois Editora francEsa
según su amiga Bourgois, sufría por la conciencia de que no llegaría a escribir novelas como las de thomas Mann susan sontag
Escritora EstadounidEnsE
un autor: “Lo hacemos porque nuestra idea es formar un catálogo. Eso supone que en ese catálogo no se puede poner de todo. Hay ciertos autores, ciertos títulos que se rechazan mutuamente. Por eso, los libreros tienen confianza en nuestro sello”. A veces, entre los autores y los editores nace una amistad. Fue lo que ocurrió entre Susan Sontag y Dominique. “La extraño mucho. Era una mujer extraordinaria. Extraño su curiosidad. Sabía todo lo que pasaba. Estaba al tanto de todo. Y pasaba a sus amigos y a sus editores todo lo que le interesaba. Era una gran ensayista. No era una gran novelista y lo sabía. La conciencia de que nunca iba a ser Thomas Mann, tal como ella lo dijo, la tuvo desde muy temprano. Y ese hecho la hacía sufrir. Así como sufrió porque no llegó a ganar el premio Nobel.” Nota al pie de página. Mientras rastreaba en la web la genealogía de los GarcíaMansilla y de los barones Marrier de la Gatinerie, descubrí un dato que me llamó la atención. Entre las ramas de ese árbol, había un retoño inesperado y encubierto: Marc Porel. El verdadero nombre del actor francés Marc Porel, uno de los intérpretes preferidos de Luchino Visconti en su último período, era Marc Michel Marrier de la Gatinerie. Por lo tanto, también él, como Christian Bourgois, tenía entre sus ancestros a Juan Manuel de Rosas. En el fim Ludwig, Visconti eligió a Marc Porel para interpretar el papel de Richard Hornig, amante y servidor de Luis II de Baviera. En El inocente, la última película del director, Porel, en el rol del escritor Filippo d’Arborio, amante de Laura Antonelli en la ficción, anima una famosa escena de desnudo. Abrumado por el dolor que le causó la muerte de un hermano, Porel, que se había hecho adicto a las drogas, murió de una sobredosis (se habló de suicidio) en 1983. Curioso destino para un descendiente del Restaurador. El padre de Marc, Gérald Landry, también actor, había nacido en Buenos Aires. Se especializó en films de aventuras. Junto a Gina Lollobrigida, actuó en Trapecio. C