La nueva coctelería local, la gran ganadora de 2012

3 nov. 2012 - D'Anvers, Penguin y Cacharel–, que mostraba por primera vez fo- tografías de su autoría. Claro que ahí se respiraba otro aire. Cecilia.
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SÁBADO | 5

| Sábado 3 de noviembre de 2012

Noche

ideas y personas

La nueva coctelería local, la gran ganadora de 2012

Julieta Sopeña

El premio al mejor bar de la Argentina tuvo en las últimas semanas dos ganadores, Frank’s y 878, locales a puertas cerradas que comparten una idea: beber cada día mejor Rodolfo Reich PARA LA NACION

Comenzó noviembre, y el fin de año es una amenaza real, apenas una vuelta de página al calendario. Momento de comenzar con los clásicos balances que buscan definir qué sucedió a lo largo de 2012. Vendrán las tapas de revistas con los mejores discos del año, con las películas imperdibles, con los libros más vendidos. En el afán de clasificar y jerarquizar, nadie queda fuera. Tampoco la coctelería. Así, en los últimos días, dos listas distintas definieron a los ganadores a la terna de mejor bar de la Argentina. 878 y Frank’s fueron los elegidos, en un resultado que tiene, claro, mucho de subjetivo, pero que dice mucho sobre cómo está cambiando el modo de beber en nuestro país. 878 (Thames 878) fue elegido el mejor bar de la Argentina por los lectores de Guía Óleo, la guía online de restaurantes y bares más popular del país. El premio no sorprende: 878 supo ser uno de los pioneros en abrir un bar a puertas cerradas, sin cartel a la calle. Hace poco cumplió ocho años de vida y sigue tan exitoso como siempre. Sus fuertes son su estética entre bohemia y sofisticada, un servicio profesional, muy buena comida de bar y dos largas barras, donde un gran equipo de bartenders ofrece cócteles clásicos y modernos, a base de las mejores bebidas del mundo. “Siempre es grato recibir un reconocimiento, pero obviamente no trabajamos por los premios. 878 tiene un equipo de trabajo muy sólido, de muchos años, y eso hace a la fortaleza del grupo”, cuenta Julián Díaz, uno de los dueños y alma máter de este bar icónico porteño. Del otro lado del espectro, el otro gran ganador fue Frank’s (Arévalo 1445), elegido por The World’s 50 Best Bars 2012 el mejor bar de la

878, un bar que ya es clásico en Palermo

Frank’s celebró sus logros esta semana Argentina y de América del Sur, al ocupar el lugar número 36 entre los bares de todo el mundo. Esta lista la elabora la publicación Drinks International con un jurado de 150 votantes de casi 40 países, incluidos entre ellos a varios de los grandes nombres de la coctelería mundial, como Gary Regan, Salvatore Calabrese, Hidetsugu Ueno y Dale DeGroff. Es la misma lista que en su edición 2011 premió a 878 en el pues-

Foto: gentileza

Foto: oui pr

to 25. La elección de Frank’s tampoco sorprende: este lugar es una de las grandes apuestas de la noche porteña de los últimos tres años: un bar secreto, al modo de los speakyeasies de los Estados Unidos de 1920, escondido detrás de una cabina telefónica (en un homenaje al bar PDT –Please Don’t Tell– de Nueva York), al que sólo se ingresa con una clave que hay que obtener a través pistas en su Facebook o Twitter. Dentro,

sorprende con un ambiente sofisticado, incluidos sillones de cuero y livings, y excelentes bartenders detrás de una barra preciosa. “El premio es un reconocimiento muy importante. Es la consolidación de un proyecto que hemos amado desde el primer día, trabajando con mucho esfuerzo en la construcción de un equipo sólido de personas que disfrutan de lo que hacen y, sobre todo, reivindicando la coctelería en un país donde la cultura gastronómica no se encuentra asociada a los cócteles”, cuenta Alejandro Supital, quien junto con Mariano Maciel y Juan Manuel López Porada fueron los creadores del lugar. No se trata aquí de definir qué bar es mejor. Una lista de los mejores es, por definición, caprichosa e injusta, y varios otros espacios podrían reclamar el privilegio. Pero ambos premios exigen una reflexión sobre lo que está sucediendo con la noche argentina y mundial. La alta coctelería, entendida como la suma de respeto por las recetas clásicas, creatividad en generar sabores nuevos, muy buen servicio, bebidas de alta calidad, cristalería acorde y una estética cuidada, vive hoy su mejor momento en décadas. Tanto Frank’s como 878 basan su fuerza no sólo en ser lugares a puertas cerradas, sino y, especialmente, confiando en sus equipos de trabajo, con bartenders que aman lo que hacen, que estudian recetas y técnicas, que se reúnen entre ellos, que arman cofradías apasionadas y espacios de discusión. Lugares que, en palabras de Alejandro Supital, “ofrecen una experiencia diferente, con magia”. Que, como dice Julián Díaz, “crecen con una mirada puesta en lo que pasa en la propia Argentina, adaptando ideas de afuera, pero con una lógica local”. Una carrera de superación en la que hay dos grandes ganadores. La coctelería. Y, claro, los clientes.ß

Distinción en una tarde de primavera

Q

ué es el mal gusto? La pretensión en todas sus formas. ¿Qué es el buen gusto? Intolerante a toda frustración teórica, prefiero inclinarme por que, al menos, es todo aquello por fuera de lo ostentoso. A decir verdad, el límite es difícil de trazar. Y las preguntas son muchas: ¿hay acaso un criterio universal que defina lo uno o lo otro? ¿Existe una vara de medición objetiva? ¿Es aplicable a todos por igual? ¿Ambos conceptos varían con el paso del tiempo? De manera casi sistemática, el jueves pasado fue otra noche de trajín social en la ciudad y sus alrededores. Y una combinación de gustos de lo más interesante. Salí muy temprano –siete de la tarde en Buenos Aires es demasiado temprano para quien quisiera tener alas en vez de ruedas–, eyectada hacia el Hipódromo de San Isidro. Ahí se presentaba el Gran Prix de Baron B. ¿Qué decir de una espléndida tarde-noche de calor (amén de las tropas de mosquitos que sobrevolaban), carreras de caballos, jazz de fondo, invitados que vestían galeras y tocados, y el champagne que no acababa? Una fiesta con dresscode tiene quizás, a priori, algo de acartonado. Pero algunas mujeres se veían radiantes con sus adornos en la cabeza, sobre todo quienes llevaban diseños de Laura Noetinger. Otras, más animadas, sorprendían por su sentido del humor: Gloria Cesar, con un look siempre muy simpático (toda de blanco y con el pelo batido exageradamente), o Teresa Calandra, que bajó de su auto un tocado de una tetera sirviendo té, obra de Gabriela Capucci. Despampanante, Rosella Della Giovampaola, como es su costumbre. Sobrias y elegantes, Karina Rabolini, Julia Tonconogy

y Ani Sambrizzi. La más elocuente, Evangelina Bomparola, quien, muy al pasar, recurrió a la figura del actor y guionista cómico Mel Brooks para referirse a determinadas situaciones de nuestra vida cotidiana. Pésimo gusto las que intentaban una entrada triunfal para llamar la atención de las cámaras con frases de poco sentido –un poco de histrionismo está bien, el exceso es letal–. Pulgar también abajo para algunos señores atrevidos que imponían invitados (es realmente increíble lo que la gente está dispuesta a hacer por una entrada). A las diez de la noche, enfilé para Palermo a la Galería Thames. El turno ahora era de Nora Gotlib –mujer de Rudy Gotlib, director del Grupo Vesuvio, que agrupa las marcas Lacoste, Paula Cahen D’Anvers, Penguin y Cacharel–, que mostraba por primera vez fotografías de su autoría. Claro que ahí se respiraba otro aire. Cecilia Zuberbühler, Ginette Reynal o Verónica García Mansilla vestían plácidamente –aunque siempre impecables– jeans y vestidos permisivos. Otros baluartes de la sociedad porteña, Ignacio Viale o el doctor Gustavo Lipovetsky, también de lo más frescos. El clima era muy amistoso. Como también la obra expuesta (colorida y exultante). Risas y más champagne. Cuando volví a casa, leí los diarios, y las crónicas de la tarde: una marcha y su contramarcha habían chocado en el Senado, y la Presidenta había hablado acerca de bicicletas financieras. Qué es ficción y qué es realidad pasó a ser un misterio. Otro jueves, otro circo. Y al terminar esta columna, desperté: creo que al buen gusto lo define el solo hecho de mostrarse como uno es. Ni más. Ni menos.ß