www.aguilar.es Empieza a leer... Técnicas de la mujer vasca para la doma y monta de maridos
Índice
Introducción...................................................................... ¡Súplica!...........................................................................
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Primera parte. La génesis............................................. ¿Para quién es este libro?............................................... De Adán al ADN............................................................ Los primeros temblores.................................................
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Segunda parte. La mujer vasca en dos trazos............ Cuaderno de campo........................................................ La mujer vasca y el pelo (corto)..................................... El flequillo minifalda.................................................. Mi madre tiene el pelo rojo........................................ La mujer vasca y la asimetría.......................................... La capacidad para retener fechas y recordar dónde están guardadas las cosas............................................. La mujer vasca y la automedicación............................... La brujería moderna................................................... Nunca sin mi ibuprofeno............................................ El instinto de conservación............................................ La obsesión por embotar y congelar.......................... El rito del baño María................................................. La afición por los balnearios....................................... El poder de la bechamel................................................. Tus croquetas, las mejores.......................................... El tupperware, la manera de envasar el amor..................
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Puntos débiles, el lado humano de la gran diosa........... El maquillaje............................................................... El tacón....................................................................... Los piropos................................................................. ¿Cuántas veces hay que decir «te quiero» a una mujer vasca?................................................................ Por si hubiera un varón leyendo....................................
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Tercera parte. El matriarcado. .................................. Un legado para la humanidad........................................ Virtudes del matriarcado................................................ ¿Cómo fundar un matriarcado?..................................... Anular el influjo de la madre.......................................... La gestión de la comida y el sexo, del manantial al grifo......................................................................... La correa extensible, que parezca que anda suelto........................................................................... Por si hubiera un varón leyendo....................................
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Cuarta parte. La monta. .............................................. 81 ¿Cómo elegir a tu campeón?.......................................... 85 Lo que debes saber de un hombre.............................. 86 ¿Qué necesita tu marido de ti?................................... 87 Tipos de maridos según sus aficiones......................... 87 Los primeros encuentros................................................ 91 Procura que no se asuste............................................. 91 Intégrate en su cuadrilla.............................................. 92 El primer... El día que le implantas el chip.................... 95 Pequeñas lecciones de doma, los primeros saltos.......... 97 Que le quede claro quién manda................................ 98 Déjale tomar decisiones insignificantes que para él serán grandes conquistas..................................... 99 El matrimonio o la ceremonia de la adopción del marido................................................................... 101 Mi marido viene de unas segundas nupcias.................... 103 Por si hubiera un varón leyendo..................................... 107
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Quinta parte. La doma................................................. Mi marido hace lo que quiere........................................ Frases demoledoras........................................................ «Tú verás».................................................................. «Tú verás lo que haces»............................................. «Allá tú»...................................................................... «Contenta me tienes»................................................. «Te parecerá bonito».................................................. El primer corte de pelo, la ley marcial........................... Los primeros castigos sexuales....................................... Tabla de castigos en función de la edad y de la gravedad del hecho...................................... Yo también quiero mi ración.......................................... Dominar al potro con una mueca.................................. Catálogo de caras, reojos y silencios........................... ¿Cómo comportarte con tu marido en público?............ La mirada de sospecha o superioridad manifiesta...... No llamarlo por su nombre........................................ Bájale los humos cuando esté crecido......................... Una de cal y otra de arena.......................................... De puertas para dentro................................................... La ilusión les da alas, quítasela................................... El «¿para qué quieres eso?»........................................ ¿Cómo interpretar sus preguntas? Anticípate y vencerás.................................................................... Por si hubiera un varón leyendo....................................
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Sexta parte. Los hijos................................................... Llegan los hijos, olvídate de él....................................... Tu madre entra en acción............................................... El hombre perplejo......................................................... La travesía del desierto, el marido abandonado............. Dale un premio inesperado ahora que tienes las tetas grandes........................................................................ Test para hombres....................................................... El hijo crónico................................................................ Por si hubiera un varón leyendo....................................
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Séptima parte. Suéltale la correa. ............................. La jubilación................................................................... Hay que procurar sacarlo de casa................................... Anímalo a hacer cursillos............................................ Recuérdale sus aficiones.............................................. Tabla de reconversión de las aficiones del marido..... Mi marido se estropea.................................................... Tabla comparativa de la evolución de un marido común...................................................................... ¡He enviudado!............................................................... Por si hubiera un varón leyendo....................................
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Octava parte. El matriarcado ante el futuro.......... El matriarcado ante el futuro......................................... El matriarcado light o bajo en calorías........................... El matriarcado sin cafeína o descafeinado..................... El matriarcado sin chispa, sin burbujas.......................... La mujer vasca y las nuev@s tecnologí@s...................... La matriarca no manifestada.......................................... Por si hubiera un varón leyendo....................................
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Novena parte. El hombre a la fuga, el txoko........... Huir de la madre............................................................. El héroe vasco............................................................. El txoko y las mujeres..................................................... Un poco de batallita.................................................... Etimología de txoko.................................................... Las sociedades gastronómicas. «El refugio»................. Interiorismo del txoko.................................................... Por si hubiera un varón leyendo....................................
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Décima parte. Breve diccionario subliminal.............. 215 ¿Qué te está queriendo decir exactamente?................... 217 Carta desde el cautiverio................................................ 223
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Introducción
Querido lector, la información que encontrará en las siguientes páginas no es verdadera ni es falsa; es una interpretación de lo que yo percibo, contada con el rigor y la técnica de un caricaturista callejero. Nada más lejos de mi intención está el ánimo de sentar cátedra ni dictar sentencia alguna sobre el tema tratado en el libro. Ni siquiera aspiro a «contribuir con mi aportación» a ningún contenedor del conocimiento humano, tampoco a «crear opinión», eufemismo de moda utilizado por algunos impositores intelectuales. Ahora bien, tampoco esconderé la mano que sujeta el carboncillo, reivindico la caricatura como la aproximación más valiente y certera a la realidad, que no es más que la suma objetiva de nuestros puntos de vista subjetivos. Conviene recordar que las proporciones, los cánones y los modelos que hay que seguir los ha creado, siempre, el adulto, presa de la convención social. El niño, con la creatividad inmaculada, en cambio, es capaz de dibujar a su padre de tamaño más grande que la casa donde vive. Y convendrá conmigo en que son los niños los únicos a los que se puede otorgar el privilegio de decir la verdad. Porque la mítica sinceridad atribuida popularmente al borracho permítame ponerla en tela de juicio. ¿Quién no ha protagonizado ventas de parcelas de la Luna, o de planetas enteros, después del segundo gin tonic? Por tanto, me alegro de tu condición de persona adulta, con criterio formado y solvencia económica, porque te ha permitido comprar este libro. Y solicito al niño que llevas dentro que salga para leerlo como lo que es: la verdad absoluta sobre la mujer vasca. 11
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Este libro sigue la estela de Todos nacemos vascos y Ponga un vasco en su vida, títulos que tuvieron a bien apadrinar mis amigos de Aguilar, pero no se puede considerar, simplemente, como la tercera parte de la trilogía. Olvidémonos del concepto lineal y de las rutas de superficie; a lo largo de las siguientes páginas lo invito a un viaje al centro de la madre Tierra. Como rezaba la canción del gran Javier Gurrutxaga: «Viaje con nosotros si quiere gozar, y disfrute de las hermosas historias que le vamos a contar...». Sé que mi condición de hombre, vasco, emparejado con una mujer vasca —por lo menos, de momento, todavía no ha leído el libro, luego ya veremos—, me inhabilita como imparcial y objetivo, es cierto. Ahora bien, soy un antagonista activo de la historia, y eso abre infinidad de puertas a la curiosidad malsana del lector ávido de morbo. Agradezcan, por tanto, al editor el hecho de que haya optado por encargarme este libro a mí, un humilde «reportero de guerra» en zona de conflicto, y no a algún hispanista europeo con ganas de comer chuletones y beber txakoli a costa de la investigación. Yo te aseguro que tengo el trabajo de campo hecho desde que nací, y sé de lo que hablo, como sé, también, por qué callo algunas cosas. No han sido muchas, a decir verdad, el libro peca de generoso y demasiado explícito en algunos pasajes. Me ha ocurrido lo mismo que a las mujeres vascas: que quieren sacarte algo para picar y acaban por prepararte un banquete de bodas. Espero que lo disfruten tanto como yo lo he hecho mientras lo escribía con la ayuda y la complicidad de mis hermanos Susana, Iñaki e Isamay. Y es que un vasco es una familia alrededor.
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¡Súplica!
Mujer, en el presente libro, que te dedico de todo corazón, verás que hay párrafos que están introducidos en un marco o recuadro. Te pediría, por favor, que no los leyeras ya que van dirigidos exclusivamente a los lectores varones. No te vas a perder nada importante, la información privilegiada está en el resto del libro, y es mucha y muy valiosa como podrás comprobar. Los pequeños txokos, para los que te pido «censura motu proprio», no son más que aliviaderos, rendijas de complicidad para que podamos respirar los que, también, hacemos posible este libro, los hombrecillos que vivimos a vuestro lado. Gracias de antemano por no hacer caso y porque sé que los vas a leer con la dosis de ternura necesaria, como la madre que lee un ejercicio de redacción de su hijo plagado de faltas de ortografía.
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¿Para quién es este libro?
Indudablemente, para ti que lo estás leyendo, es una pregunta carente de sentido. De la misma naturaleza absurda que la clásica: «¿No nos estaremos precipitando, cariño?», que se formulan dos amantes indecisos justo después de despojarse de la ropa interior, en ese punto donde el retorno es prácticamente imposible, tan sólo al alcance de mentes muy poderosas. De todas formas, aun siendo una pregunta prescindible, me sirve para aclarar algunas dudas referidas a la utilidad práctica de este manuscrito. Dados el título y la temática que abordamos, podría parecer que su lectura resultase más interesante a algunas personas que a otras. Rotundamente, no. Desgajando a machete el amplio espectro social actual a nivel mundial, nos encontramos con cuatro grandes grupos de población en los que estaríamos incluidos todos los seres humanos del planeta Tierra: «Mujer y vasca; mujer no vasca; hombre vasco; hombre no vasco». En efecto, la suma es correcta; da más de seis mil millones de personas. Y podemos asegurarte que, independientemente de tu origen y de tu género, la información que vas a encontrar en las páginas que no tienen dibujo te servirá de gran ayuda. Te lo vamos a detallar a continuación. Vamos a suponer que eres: ❍❍ Mujer y vasca. ¿Qué más quieres, amiga? Verás recopilado en un volumen todo el saber que atesoras, y que sería una pena que se perdiera en los meandros azarosos de tu memoria. En este recetario sentimental, incluso, descubrirás trucos que desconocías, o que tenías olvidados; nos referimos, por ejemplo, a esas frases mágicas, o a las palabras con efecto 17
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paralizante tan temidas por tu pareja. Además, imagínate la cantidad de horas que te vamos a ahorrar de tradición oral; bastará con regalar el libro a tu hija para que se convierta en una matriarca como manda Mari. Y si es preciso subrayar las frases importantes, o incluir alguna anotación; por favor, hazlo, nos honrarás con tu aportación desinteresada. ❍❍ Mujer no vasca. Vamos a suponer que te resistes a creer que todos nacemos vascos —teoría, por cierto, más que probable—, y que reivindicas tu origen, por ejemplo, sevillano, por elegir uno al tuntún. Pues bien, en tus manos tienes una oportunidad estupenda para asomarte por el ojo de la cerra dura del caserío y saciar así tu curiosidad. Podrás comparar las técnicas, las mañas y las estrategias que se necesitan para elevar a la categoría de arte el domesticado de la fiera. Si después de leerlo observas que no hay diferencias sustanciales entre tú y una mujer vasca, te surgirán algunas preguntas de índole metafísica: ¿Somos vascas todas las mujeres? ¿Me vuelvo vasca cuando me caso? No vamos a adelantar acontecimientos; léelo y saca tus conclusiones. ❍❍ Hombre y punto. No importa si eres portador de txapela* o no; si eres un hombre, estás obligado a exprimir estas páginas, porque nunca se sabe, amigo; en los foros de Internet, detrás de más de una Vanesa, Penélope o Wynona hay infinidad de Begoñas, Nekanes y Ainhoas camufladas. Es justo y necesario advertir que la lectura de ciertos pasajes, debido a su crudeza, puede resultarte incómoda, similar a la de un preso releyendo su propia sentencia en la celda, pero no te desanimes, hay claves secretas para los que sepan leer entre líneas. Te aseguramos que el PIN y el PUK de tu felicidad subyacen en las páginas del libro. Y antes de que sea demasiado tarde me vas a permitir hacerte una pequeña recomendación de varón a varón. Si has comprado el libro en pareja, y tienes la intención de compartirlo, léelo primero tú; tu medio pomelo arrancará páginas, te lo aseguro. * Txapela: boina, prenda de cabeza característica y definitoria de los vascos.
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De Adán al ADN
En esta vida me ha tocado ser hombre, y nacer en el País Vasco. Si a esta circunstancia añadimos mi escaso interés por los viajes que necesitan de aeropuerto, podría asegurar que la práctica totalidad de mujeres con las que he compartido algo más que un saludo son vascas. Mi currículo lo completa un fleco mediterráneo y una o dos abducciones extraterrestres que no se llegaron a consumar. Por tanto, hablaré de las mujeres que yo conozco, que son las que me rodean; una me parió, a otra la hice parir y todas las demás me ayudan a crecer, a todas las admiro. En cuatro rasgos generales definiría a la mujer que yo conozco como fuerte, protectora, responsable y valiente. Las hay vagas, débiles y derrochadoras, pero ése es otro libro. Se ha hablado mucho, y más que vamos a hablar, del matriarcado vasco; incluso podemos afirmar que el matriarcado es la médula del contenido del presente libro. Para evitar al erudito de retén el trabajo de poner los puntos sobre las íes en este tema, lo voy a hacer yo mismo. Después de haber consultado los trabajos de diferentes autores expertos en antropología he descubierto que, cuando uno pretende ser riguroso, la vida se complica porque el camino de la ignorancia se bifurca. Permítame hacerlo partícipe de mi descubrimiento. Existen dos términos similares que encierran realidades diferentes: «matriarcado» y «matriarcalismo». El primero define una sociedad dominada por la madre, la mujer, lo femenino. El segundo, a pesar de parecer inventado en una tertulia y tener mucho menos glamour, es 19
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la manera correcta que deberíamos utilizar para referirnos al «matriarcado vasco», puesto que hace referencia a una «estructura psicosocial en la que el arquetipo matriarcal impregna, coagula y cohesiona el grupo social de un modo diferente». Hablando en plata, que la mujer domina de puertas para dentro, no de puertas para fuera; y esto es lo que realmente ocurre con la mujer vasca, desde Adán a nuestros tiempos. En este punto nos vamos a tomar la primera licencia. En el presente libro defenderemos el término «matriarcado» como único y verdadero por ser el más conocido y utilizado popularmente, siempre con el permiso de los señores antropólogos. La segunda licencia que me van a conceder es contar de forma abreviada, y a mi manera, la historia y los fundamentos que han dado origen a la mujer que retratamos y, por ende, al matriarcado. Lejos del formalismo y del rigor de un mapa detallado y a escala, les propongo un croquis desenfadado a mano alzada, pero con la información necesaria que nos conducirá a la gran conclusión.
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Los primeros temblores
Todo empezó en el Paleolítico, alrededor de un millón y medio de años antes del primer belén viviente de la historia. Nos encontramos en los albores de la humanidad, y los roles en la pareja «prehistérica» ya están repartidos; al varón le corresponde la «dura» tarea de procurar los alimentos, y a la mujer, todo lo demás. Los hombres primitivos salían de cacería y pasaban muchas jornadas lejos del hogar, una cueva húmeda y oscura, pero hogar a fin de cuentas. Días que aprovechaban las mujeres para la recolección de frutos del bosque y demás productos que la tierra regalaba de forma generosa, con los que sin duda, elaborarían las primeras tartas y macedonias. A la vuelta de la cacería, generalmente sin caza, los primitivos se encontraban con una cruel paradoja: sus mujeres y sus hijos derrochaban sa lud y lozanía, ya que, contra todo pronóstico, estaban mejor alimentados que ellos. Después de unos días de descanso, en los que reponían fuerzas con los frutos de la cosecha de aquellas primeras mujeres, los «artistas de la lanza» saldrían de nuevo de safari. Muy probablemente, en esta ocasión, intentarían obtener una gran pieza, como el mamut, por ejemplo, con la ilusión de ser recibidos como héroes y curar el orgullo herido del cazador mantenido por su señora a base de mermeladas. Durante la ausencia de los ilusos furtivos las mujeres, haciendo gala de su capacidad organizativa, educaron a la naturaleza para que los frutos salieran en hileras próximas a la cueva; vamos, que se inventaron el huerto, que no es más que ordenar con criterio práctico a la madre naturaleza. 21
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La abundancia y la amplia oferta de la huerta servían de reclamo para atraer a algunos animales, como jabalíes, ciervos y pequeños mamíferos salvajes que se aproximaban a comer lechuga fácil. Las mujeres, hartas del gorroneo animal, echaban mano de la única decoración de la cueva, o sea, de las piedras, con el fin de espantar a los animales, con tan mala suerte que, de vez en cuando, acertaban en la cabeza de algún bicho y lo abatían. A la vuelta, los «sin mamut», cabizbajos y agotados, eran recibidos por sus señoras con una cena a base de ciervo asado con puré de manzana y nueces, acompañado de su guarnición, en el peor de los casos. En aquellas veladas, al calor de una hoguera recién inventada, casi con toda seguridad por alguna señora prehistórica, y con los niños acostados después de hacer los deberes en las paredes de la cueva, es donde se empezaron a escribir los estatutos del matriarcado que hoy sufrimos. Los hombres, abrumados por la evidencia de que no eran tan Homo habilis como ellos creían, no tuvieron más remedio que encomendarse a la excusa: que si el mamut corría mucho; que si le hemos dado, pero no ha caído; que si nos lo han quitado los de Atapuerca, etcétera. Historias que las mujeres escuchaban sin prestar demasiada atención mientras labraban los huesos sobrantes para obtener los primeros utensilios de cocina y tocador. Nunca hizo falta decir nada, si cabe algún: «Tu mujer es la hostia, Peio; cómo prepara el ciervo», que se escucharía por ahí. Pronto, y por consenso sellado con un pacto de silencio, el hombre otorgó a la mujer poderes sobrenaturales, y así la convirtió en la representante de la naturaleza y de la tierra. Puestos a repartir titulaciones, le correspondería, también, la de gran maga y hechicera, ya que sobre ella recaía la responsabilidad de los «primeros auxilios», por supuesto a base de medicinas alternativas. Osakidetza* llegaría siglos después. * La seguridad social vasca o lugar idóneo para hacerse un chequeo gratis cualquier puente de esos de «vamos a subir a Euskadi a comer», entrando por urgencias con la excusa de un sarpullido.
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Y por si fuera poco oropel, su papel determinante a la hora de traer hijos al mundo hizo que se la considerara como la Gran Madre, o Diosa Madre de la fertilidad. Vamos, que a base de diplomas y galones la mujer se vino arriba, tanto es así que es entonces cuando aparece la figura mitológica de Mari, divinidad antropomórfica de carácter femenino que a veces adopta apariencias de animal. Esta posición central de la mujer, como eje sobre el que pivota todo, tiene, lógicamente, consecuencias para ambos sexos. Se instala en el inconsciente del hombre la ambivalencia ante el poderoso matriarcado emergente: por un lado, siente fascinación y, por otro, miedo, cuando no terror; el hombre empieza a temblar ante la presencia «divina» de su mujer, y buscará la menor oportunidad para huir. Y la mujer, que continuará a lo largo de eras, edades y siglos conviviendo con «la mala puntería y el desatino» de los hombres, endurecerá su carácter. Temida y admirada, y con el peso que supone asegurar la subsistencia de los suyos, dejará de cultivar ciertos rasgos de su mundo afectivo y de su feminidad. Es lo que se conoce en términos propios de sobremesa varonil como «la quinta glaciación». Han transcurrido millones de años desde aquellos primeros temblores masculinos, hemos conquistado la Luna, la depilación láser, los abuelos chatean y casi tenemos dominada la Thermomix, pero algo no ha cambiado: el hombre actual sigue temblando al escuchar «tú verás» de boca de su mujer.
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Cuaderno de campo
Aunque sea obligada vuestra presencia por nobleza y cargo, ángeles míos de la guarda, os invoco; es en estos párrafos donde más os voy a necesitar. Vigilad las comas, sobre todo los adjetivos calificativos y mi lenguaje metafórico. Hacer una caricatura general de la mujer vasca atendiendo solamente a los rasgos físicos no sería definitorio; evidentemente las hay con nariz grande, casi con pico, pero también las encontramos chatitas, como indígenas del Amazonas. Es probable que sea más tetona la mujer mediterránea al natural, pero desde que no es pecado el aumento de pecho la vasca ya luce profundidad en el canalillo. Está claro que Beyonce no es oriunda de Gernika, aunque, hoy en día, no resulta extraLa mujer vasca es ño encontrarnos a cientos de Beun compendio de goñas saliendo de los soláriums virtudes administradas de Bilbao con los muslos tostados. por un sentido Por tanto, y teniendo en cuenta práctico de la que las apariencias pueden ser existencia y cierta engañosas, para definir a la mujer contención propia de un ser que tiene vasca también tenemos que re el tiempo de su lado; la currir a las peculiaridades de su camujer vasca es eterna. rácter, de sus hábitos y de sus costumbres. Alardea de vivir con los pies en la tierra y de ser muy trabajadora, organizadora y previsora; amén. Su autoestima 27
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está siempre por las nubes. Autores como Paulo Coelho, Jorge Bucay o Deepak Chopra morirían de hambre si sólo publicaran en el País Vasco; la mujer vasca prefiere una novela erótica con portada discreta al clásico libro de autoayuda. La espiritualidad la trae ella de serie, no necesita lecciones de nadie. Todas estas señas referidas al comportamiento variarán dependiendo de dónde se encuentre, y con quién. Lejos de su tierra y de sus obligaciones, la mujer del norte se destensa, se libera de la coraza moral y es capaz de pasar inadvertida hasta en una fiesta de camisetas mojadas, o en una lucha de barro femenina, bajo la mirada de una horda de alemanes jadeantes. Dicho lo cual, vamos a ir desgranando con cariño los distintos aspectos que diferencian claramente a la mujer vasca de las demás, advirtiendo de antemano que nos enfrentamos a uno de los grandes misterios de la historia: La mujer vasca es un enigma con el pelo corto.
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La mujer vasca y el pelo (corto)
Una de las primeras conclusiones que se pueden extraer después de observar una concentración de mujeres vascas es que odian el pelo largo y la falda de tubo. Las melenas culeras, las trenzas y las coletas de folclórica no tienen mucha aceptación entre nuestro sector femenino; la vasca es más de melenita corta, pelo pincho, estilo «recién asustada», y de «flequillo minifalda». Este gusto por el pelo corto confiere a algunas de nuestras mujeres cierto aire hombruno y marcial, como si estuvieran embriagadas por el ardor guerrero y preparadas para entrar en combate en todo momento. Ríase usted de los marines americanos si tiene delante un coro de mujeres de Hernani, por ejemplo, cantando Carmina Burana. Este carácter aguerrido de la mujer vasca se pone de manifiesto en las diferentes actividades sociales, un claro ejemplo de ello es la política. Cuanto más radical es la opción, y más dificultades entraña la militancia, aparecen más mujeres con el pelo corto en la foto. Probablemente, el sentido práctico del que hacen gala nuestras mujeres no sea compatible con la dedicación y las horas de cepillado que requieren las largas melenas que vemos pasar a cámara lenta en los anuncios de champú de la televisión. Ahora bien, por todos es conocida la fama de mujer elegante que tiene la vasca, así que sería contradictorio el supuesto descuido de una parte tan importante para la imagen como es el cabello. Es evidente que no se descuida, todo lo contrario, podemos asegurar que horas de peluquería invierten como las que más, la mujer vasca es adicta a la laca. No en vano, en 29
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Euskadi, después de bares y restaurantes, las peluquerías son los establecimientos más numerosos, y son visitados por muchas mujeres con frecuencia semanal, como la misa, el revolcón de los sábados por la tarde y el bizcocho casero. ¿Qué se esconde, por tanto, detrás de tanta tijera? La frente. El flequillo minifalda La mujer vasca no ha sido nunca de enseñar muslamen ni escote alegremente, hay que reconocerle cierto recato, es más aficionada al cuello vuelto que a los tejidos transparentes. Bien es cierto que la climatología no acompaña al aireo de la carne, y que la herencia de una cultura demasiado apegada a la religión castólica ha hecho mucho daño a la filosofía nudista. Bien sea por una causa o por la otra, el hecho es que la mujer ha decidido concentrar su carga erótica en la frente, símbolo de inteligencia y sabiduría. Esos flequillos cortados a varios centímetros de las cejas, en perfecta línea recta, dejando el frontón despejado, no son sino pura insinuación, una provocación, un juego erótico, una exaltación de la desnudez, intelectual, de acuerdo, pero desnudez a fin de cuentas. También, hay que decirlo, son una exhibición de poderío: «Aquí mi inteligencia, aquí unos señores». Y a diferencia de la falda, que se va alargando a medida que pasan los años, con el flequillo vasco ocurre lo contrario; cuanto más madura, más pendón. Observaremos en el siguiente gráfico la evolución del corte del flequillo a lo largo de toda una vida.
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Hasta los 20 años
De los 20 a los 30 años
De los 30 hasta los 40 años
De los 40 a los 50 años
De los 50 a los 60 años
De los 50 a infinito
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Mi madre tiene el pelo rojo El del color del pelo es otro gran misterio: ¿cómo es posible que señoras que nunca utilizan un color más vivo que el ocre en el vestuario se atrevan a teñirse el pelo de rojo piruleta? Llama la atención la variedad de colores que nos encontramos en las cabezas de las mujeres vascas, los mismos, o más que los que utiliza Barceló en sus cúpulas. Hay punkis que se borran de su tribu urbana cuando dan un paseo por Bilbao y comprueban que la dependienta de cualquier comercio arriesga con el color del pelo más que ellos en la cresta. Incluso se han visto pelos azul fluorescente llevados por señoras vascas con la misma dignidad que se lleva un moño sobrio castellano o un rulo malagueño. Con todo, las tonalidades rojizas son las más habituales en la paleta del peluquero; los tonos teja, caoba, cresta de gallina triunfan en el mundo de las mechas. Para intentar encontrar una explicación a semejante algarabía visual hay que recurrir al reino animal. En el mundo de las aves, por ejemplo, el colorido tiene un sentido claro de llamada de atención, sobre todo a la hora del cortejo. Generalmente son los machos los que tienen que desplegar su plumaje rabioso para atraer la atención de las hembras, más discretitas ellas. A todos nos vienen a la mente los azules eléctricos o las plumas verdes esmeralda de los gallos, por no hablar de la cola abierta del pavo real, una bilbainada en toda regla. No estoy queriendo decir que la mujer vasca desempeñe el rol masculino, nada más lejos de mi intención. Pero dada la poca facilidad que tenemos los vascos para negociar la intimidad, el pelo chillón podría ser una especie de reclamo, una llamada de atención, una bengala lanzada al aire para atraer a otro navegante solitario. —Rúper, ¿qué te parece si me tiño el pelo de rojo? —Sí, yo creo que te vendrá bien un revolcón. —¿Qué has dicho? —No, que te vendrá bien un poco de color.
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