CAPÍTULO 7
Jesús, Autor y Maestro de misiones
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uestro estudio ele la misión en las Escrituras ros lleva ahora más allá riel período cubierto por la Biblia hebrea, y nos lleva a la era del Nuevo Testamento. Este gran salto cubre no solo tiempo, sino también cultura, creencias y prácticas religiosas. El mundo del Nuevo Testamento es diferente de la época del Antiguo Testamento. El compromiso con la misión de parte de Dios —Padre, Hijo y Espíritu Santo— es una constante a lo largo de toda la Biblia. Sin embargo, tanto el enfoque como el método sufren un cambio con el paso del mundo del Antiguo Testamento al del Nuevo Testamento. Esta lección es la primera de dos que examinan la función de Jesús en la misión de Dios. En la lección de esta semana sobre Jesús como el Autor de la misión y el Maestro de misión, se cubrirán los siguientes temas: las raíces de la misión de Jesús en el Antiguo Testamento; la profunda divisoria cultural que hace que sean necesarias misiones separadas para judíos y para gentiles; y la comisión que Jesús dio a sus discípulos para dar continuidad a la misión que él comenzara. El capítulo concluirá con un vistazo a la misión cristiana y su éxito, como señal de la segunda venida de Cristo.
LA MISIÓN DE JESÚS PREDICHA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Como ya notamos en el capítulo 4, el tipo de misión que dominó el pensamiento del Antiguo Testamento era el del tipo “Ven”, en el cual
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las naciones acudirían a Israel para ver y aprender el deseo de Dios de cumplir su voluntad, por medio de la descendencia de Abraham, que bendeciría a todas las familias de la Tierra. Jonás fue el único misionero del tipo “Ve” del Antiguo Testamento, enviado a un país extranjero. Pero, la revelación del Antiguo Testamento presenta a Dios como Creador de todo el mundo, y profundamente comprometido con él. Aun pasajes que se concentran en el pueblo hebreo pueden anticipar la intervención de Dios con el pueblo del mundo entero: por ejemplo, “Jehová, Dios de los espíritus de toda carne” (Números 27:16). La necesidad de Israel de un Salvador individual fue un tema especialmente desarrollado por los profetas, quienes usaron diversas figuras para comunicar esta importante etapa del plan salvífico de Dios para Israel y para las naciones. Seis de estas figuras se enumeran en la página del domingo de la lección de esta semana. La primera es REY. La palabra rey aparece más de dos mil veces en el Antiguo Testamento, casi siempre con referencia al rey de Israel o a un rey de las naciones circundantes. Un rey israelita, David, se destaca como modelo por el cual otros reyes fueron juzgados. David recibió un mensaje de Dios por medio del profeta Natán, de que aun cuando David mismo moriría Dios seguiría bendiciendo a sus descendientes, y establecería su familia, su reino y su trono para siempre (2 Samuel 7:16). Más tarde, los israelitas se aferraron fuertemente a esta promesa. Aun cuando el rey que estaba en ese momento en el trono “hacía lo malo en los ojos de Jehová”, esperaban el tiempo en que un descendiente justo de David reinara, y condujera a la Nación hebrea a la vida santa y recta que Dios había prometido. Note Zacarías 9:9: Alégrate mucho, hija de Sion; Da voces de júbilo, hija de Jerusalén; He aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, Humilde, y cabalgando sobre un asno, Sobre un pollino hijo de asna. Con el trasfondo de esta esperanza del Antiguo Testamento, es fácil comprender la excitación de la multitud en Jerusalén cuando Jesús hizo
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su entrada triunfal el Domingo de Ramos, cabalgando en una asna (Mateo 21:2-11). Por medio de sus profetas, los israelitas del Antiguo Testamento supieron de la venida del Salvador. Las profecías que lo describían empleaban imágenes que tenían significado para la gente en su cultura: Rey Mesías, 1 Emanuel, 2 Siervo de Dios, Hijo de Dios, Hijo del Hombre. El Mesías esperado traería salvación al pueblo judío y lo reunida, dando fin a su largo exilio espiritual entre las naciones. Las otras cinco figuras de un Salvador en la lista del Antiguo Testamento también señalan a Jesús. En su sermón del sábado en Nazaret, Jesús aplicó el MESÍAS UNGIDO de Isaías 61:1 y 2 a sí mismo (Lucas 4:16-21). El HIJO DEL HOMBRE, según Daniel 7:13 y 14, era un Ser que recibiría de Dios tal autoridad y poder que todas las naciones lo adorarían. Él establecería un reino que duraría para siempre, a diferencia de la serie de imperios fracasados que aparecieron antes, según la visión de Daniel. Según los evangelios, Jesús usó este título (Hijo del Hombre) para referirse a sí mismo con frecuencia. Otras figuras del Antiguo Testamento incluyen EMANUEL, PRÍNCIPE, PRÍNCIPE DE PAZ, SIERVO DE DIOS y PROFETA. ¿Cuándo llegaría esta figura salvadora para ayudar a Israel? Daniel proveyó información más detallada en cuanto al tiempo en su visión en 9:24 al 27. Jesús llegó en el tiempo profetizado por Daniel. ¿Cómo respondería su pueblo y las naciones?
JESÚS, PREDESTINADO PARA LAS NACIONES DESDE SU NACIMIENTO
Con la historia de los sabios, el Evangelio según San Mateo prepara a los lectores para el alcance mundial del evangelio: “Vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle” (Mateo 2:1, 2). Estos magos, “sabios” medopersas, eran conocidos por todo el mundo antiguo como expertos en entender las señales de los tiempos. Aprendieron acerca de eventos importantes estudiando las estrellas. Antes de que existiera la veloz comunicación moderna, los cielos proporcionaban los medios
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más rápidos para alertar a la gente acerca de eventos especiales. Dios mismo diseñó este medio “instantáneo” de comunicación y lo incluyó en su creación: “Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales” (Génesis 1:14, la cursiva fue añadida). 3 Cuando los magos se presentaron ante el rey Herodes diciendo que habían visto en el oriente la estrella que anunciaba a un nuevo rey de los judíos (Mateo 2:2), estaban cumpliendo una de sus principales tareas: observar e interpretar las señales astronómicas de eventos especiales, faro lucieron algo más: fueron los primeros de muchos gentiles que recibirían mensajes acerca de Jesús, de modo que pudieran buscarlo y adorarlo. El informe de Lucas sobre el nacimiento de Jesús abiertamente proclama que el Salvador obraría para la salvación de todos los pueblos. Los ángeles declararon a los pastores “nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo” (Lucas 2:10). El sabio anciano Simeón, que se encontró con el bebé Jesús y sus padres en el Templo cuarenta días después de su nacimiento, declaró: “tu salvación [la de Dios], la cual has preparado en presencia de todos los pueblos, luz para revelación a los gentiles” (versículos 30-32). Juan el Bautista, cuyo ministerio preparó el camino para la labor de Jesús, usó las palabras de Isaías 40:5 a fin de predecir la misión del Señor. En él “verá toda carne la salvación de Dios” (Lucas 3:6; la cursiva fue añadida). El Evangelio de San Juan no incluye la historia del nacimiento de Jesús, pero cita las palabras de Juan el Bautista quien, cuando vio a Jesús, declaró que era “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). El mensaje se repite en el versículo mejor conocido de la Biblia: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16, la cursiva fue añadida). Con estas y otras expresiones, los evangelios preparan a sus lectores para comprender que la misión de Jesús iría más allá del pueblo judío de sus días, para incluir a las naciones.
JESÚS: MISIÓN A LOS JUDÍOS
Jesús cumplió su misión con un buen sentido de oportunidad (ver Juan 7:6, 8). Él sabía que el pueblo hebreo tenía un papel en la misión de Dios, y trabajó para establecer una fuerte base y centro judío para su misión. Cada
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evangelio hace clara la condición de judío de Jesús; nació y creció en el corazón del judaísmo, inmerso en todas sus creencias y prácticas clave. Jesús, también, trabajó de acuerdo con un plan. Una parte importante de este era obtener un equilibrio correcto entre las tres facetas básicas de su estrategia misional. Estas aparecen en las palabras de Mateo 4:23: “enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”. Los evangelios informan del tremendo éxito de su trabajo, como resultado de este equilibrio. Cada aspecto era importante, y cada cual apoyaba a los otros. Los planes de misión deben ser controlados con regularidad, a fin de comprobar si reflejan un equilibrio saludable entre estos tres aspectos. ¿Se descuida alguna parte? ¿Ha descuidado la misión adventista, a veces, la segunda dimensión, mientras avanzaba con la uno y la tres? Jesús sabía cuán importante era tener un centro fuerte desde el cual lanzar la misión. Entendía el plan de Dios que requería que él fuera ese centro, hacia el cual acudiría el pueblo judío. ¿Qué brindó Dios al pueblo judío para equiparlo y que sirva como el centro para la misión de Jesús? Primero, y más importante, ellos tenían la Palabra de Dios, la Biblia. La mayoría de los hogares judíos no podían hacer el gasto de tener una Biblia completa manuscrita, de modo que asistían cada sábado a la sinagoga, y a menudo en otros días, donde la actividad principal era la lectura y la explicación de la Biblia hebrea, junto con la oración. Segundo, para refrescar su fe en el mensaje de la Biblia de que ellos habían sido escogidos y bendecidos por Dios, los judíos repetían una serie de versículos memorizados, dos veces por día. Empezaban con Deuteronomio 6:4 y 5: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amaras a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas". 4 Esta oración, repetida dos veces cada día, también llamaba a cada judío a honrar los mandamientos y las instrucciones que el único Dios verdadero les había dado en las Escrituras. Estos versículos atemorizados recordaban, a Jesús y a los demás judíos, dos veces cada día que debían permanecer fieles al único Dios verdadero. Esto era especialmente útil para quienes vivían entre pueblos que creían en muchos dioses, o en ningún dios.
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Tercero, los judíos debían memorizar su declaración de creencias fundamentales, que en los días de Jesús eran dieciocho en total. También se esperaba que las recitaran tres veces cada día. 5 Esta declaración afirmaba a Dios como Creador, declaraba la importancia de su Ley, alababa el poder de Dios sobre la muerte y lo nombraba como la fuente del verdadero conocimiento y la sabiduría. Entretejidas entre estas creencias fundamentales había expresiones repetidas de la esperanza judía de la salvación venidera mediante un Redentor (creencias 1 a 7); y, más importante para la lección de esta semana, de un venidero Hijo de David que traería salvación (creencia 15). En otras palabras, la creencia de un Salvador judío venidero. Y esa esperanza está en los labios y los corazones de los judíos dispersos por todo el mundo antiguo. Jesús también trabajó con paciencia eligiendo y preparando a sus discípulos para continuar, y finalmente cumplir, su misión. Diez de sus nombres en Mateo 10:2 al 4 son claramente hebreos, pero dos, Andrés y Felipe, son griegos. Probablemente, hayan pertenecido a familias judías de habla griega. Llegaron a ser los eslabones entre los judíos de habla griega con Jesús (ver Juan 12:21, 22). Como parte de su preparación para sus primeras misiones en que fueron solos, Jesús los instruyó: “Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 10:5, 6).
JESÚS: MISIÓN A LOS GENTILES
Jesús dejó bien en claro que su primera misión era hacia los judíos. Pero por causa del mensaje de algunas de las profecías del Antiguo Testamento, la gente comenzó a entender que la misión de Jesús algún día iría más allá de su propio pueblo. Varias profecías afirmaban que la misión salvífica del Mesías se extendería más allá de los judíos, para ofrecer la salvación también a otros grupos de pueblos: "El pueblo [Galilea de los gentiles] asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció" (Isaías 9:2. citado en Mateo 4:14-16). “Luz para revelación a los gentiles” (Isaías 42:6; 49:6, citados en Lucas 2:32; Hechos 13:47). “Derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano" (Joel 2:28, NVI, citado en Hechos 2:17). “Y en-
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viaré de los escapados de ellos a las naciones [...] y publicarán mi gloria entre las naciones” (Isaías 66:19, citado en Hechos 2:5-12, 17). Cada uno de estos pasajes nombra e induje a los “gentiles” (la palabra se refiere a los pueblos no judíos), o “todas las naciones”, en el plan de Dios para el futuro de Israel. Se esperaba que el Mesías actuara en una misión de dos fases: primero para los judíos, más tarde para los gentiles. Lucas, en su Evangelio y en el libro de los Hechos, da el mensaje más claro de que Jesús tendría una misión mundial y que incluiría a todos los pueblos. Comienza en el capítulo inicial de su evangelio. Mientras Mateo rastrea los antepasados de Jesús hasta Abraham, patriarca del pueblo hebreo, Lucas incluye veinte generaciones de antepasados prehebreos, comenzando con Adán (Lucas 3:23-38). El punto de esta lista de Lucas de los antepasados de Jesús es claro: como descendiente de Adán, Jesús vino para ofrecer la salvación a todos los descendientes de Adán. Algunos de los propios actos y palabras de Jesús señalaban una misión más amplia. Sanó a unos pocos gentiles que se acercaron a él: el siervo del centurión (Mateo 8:5-13); el hombre poseído por demonios (Marcos 5:1-20); y la hija de la mujer cananea (Mateo 15:21-28). Pero fue en las parábolas de Jesús que la misión venidera al mundo quedó bien clarificada. La sección del miércoles de la lección de esta semana enumera cinco parábolas que señalan a la misión al mundo. Las siguientes frases de estas parábolas habrían ayudado a comunicar una misión mundial: “el campo es el mundo”; “¿quién es mi prójimo?”; “fuérzalos a entrar para que se llene mi casa”; “me levantaré e iré a mi padre”. En conversación privada con sus discípulos, él trató de prepararlos para el rápido crecimiento de la misión en el mundo gentil. Cuando explicaba la parábola del sembrador y la simiente, claramente afirmó que “el campo es el mundo” (Mateo 13:38). El recuerdo de su explicación los ayudaría a comprender y a apoyar la difusión rápida e intercultural del evangelio, que pronto llevaría a la mayoría de ellos muy lejos de su patria y de Galilea.
LA GRAN COMISIÓN
El Cristo resucitado, justo antes del final de su tiempo sobre la Tierra, dio a sus discípulos sus “órdenes de marcha", que pronto iniciarían: llevar
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el evangelio al mundo. Es importante recordar los eventos dramáticos que aquellos discípulos recién habían vivido: el arresto, el juicio, la crucifixión, la muerte y la resurrección de Jesús. Su comprensión de la persona de Jesús, su naturaleza y su función como Salvador del mundo había avanzado mucho desde lo que hasta entonces había sido. En lo que debió de haber sido su reunión final con ellos, Jesús primero los informó de su nueva función: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18). Sus discípulos reconocerían que él estaba citando de la visión de Daniel acerca del Hijo del Hombre: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino” (Daniel 7:13, 14, 1a cursiva fue añadida). Entonces Jesús expuso la Gran Comisión. Note, en la siguiente traducción muy literal, la palabra clave de acción, en la orden, que aparece en cursiva: “Después de haber caminado, haced discípulos (o estudiantes) de todas las naciones, bautizándolos [...] enseñándoles” (Mateo 28:18, 19, paráfrasis). El lenguaje alude a las antiguas relaciones judías entre maestro y estudiante. El énfasis es claramente sobre enseñar, más que sobre bautizar. Tanto Jesús como Pablo enfocaron más la enseñanza que el bautismo. Aunque el bautismo es requerido en la Gran Comisión, está “rodeado”, por así decirlo, por los procesos de hacer discípulos y enseñar. Finalmente, se afirma el contenido de la enseñanza: “Que guarden todas las cosas que os he mandado” (versículo 20). La Gran Comisión es, por lo tanto, central para la misión mundial, y la enseñanza de todos los mandatos de Jesús es también central. 6
LA MISIÓN MUNDIAL: UNA SEÑAL DEL ADVENIMIENTO
La Gran Comisión termina con una promesa; “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (versículo 20). De acuerdo con Jesús, la era del evangelio al mundo tendrá su conclusión con la finalización del mundo tal y como es ahora. En otro momento Jesús declaró: "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).El principal evento que señala el fin es el retorno visible
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de Cristo a este mundo con poder y gran gloria (versículo 30). Este evento ocupa el lugar central en la enseñanza de Jesús y de los apóstoles del Nuevo Testamento acerca del futuro.
CONCLUSIÓN
La misión de Dios para salvar a este mundo tiene etapas, y la etapa central involucró la encamación de la Deidad: Dios que entra al mundo en forma humana, en la persona de Jesucristo. La etapa del Antiguo Testamento de la misión tipo “¡Ven!”, en la que la gente iría a Jerusalén para aprender acerca de Dios llegó a su fin durante el ministerio de Jesús y como resultado de él. Entonces lanzó la etapa tipo “¡Ve!”, en la cual los discípulos debían ir primero a sus conciudadanos judíos, y luego a los gentiles. En su comisión a los discípulos para la misión mundial, Jesús dejó instrucciones acerca de la importancia de enseñar y de su contenido. Finalmente, él prometió su presencia continua con sus discípulos en misión, hasta que hayan tenido éxito en llevar el evangelio al mundo. Entonces él retornará en poder y gloria, para iniciar plenamente el gobierno prometido de Dios.
Referencias 1
Hebreo para “ungido”; los reyes y los sumo sacerdotes de Israel estaban entre los “ungidos” de esa sociedad. 2 Hebreo para “Dios con nosotros”. 3 La palabra hebrea ‘oth, traducida como “señales”, tiene como uno de sus significados: “presagio que predice el futuro”. También tiene este significado en 2 Reyes 20:8 al 10, donde se refiere a la sombra que retrocede diez grados, señal que involucraba la luz de otro cuerpo celeste, el sol. 4 Esta afirmación diaria de la creencia incluía Deuteronomio 6:4 al 9; 11:13 al 21; y Números 15:37 al 41. Aunque solo se requería qué lo repitieran los varones adultos, las mujeres y los niños ciertamente estarían familiarizados con ellos, porque indicaba a los padres que “las repetirás a tus hijos”; “hablando de ellas cuando te sientas en tu casa” (Deuteronomio 6:7; 11:19). 5 El origen de esta declaración judía de creencias fundamentales, conocido como “Las 18”, no se conoce, Daniel oraba una forma temprana de esta junto a su ventana abierta, tres veces cada día (Daniel 6:10, 11). 6 Para vislumbres adicionales sobre la Gran Comisión, ver J Herbert Kane, Christian Missions in Bíblical Perspective (Grand Rapids, MI: Baker. 1976), pp. 45-49.
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