2 El propósito de las pruebas ueron tantas que, en honor a la verdad, no recuerdo cuántas veces lo intenté. De lo que sí estoy seguro es que nunca logré que Jesús se desesperara. De hecho, nunca lo vi perder el control con nadie. Hubo muchas circunstancias propicias para que lo hiciera: desde aquellas en las que algunos vecinos maliciosos le echaban en cara o murmuraban sobre las «sospechosas» condiciones de su nacimiento, hasta aquellas en las que mis hermanos y yo abiertamente pisoteamos sus derechos (aquí entre nosotros, he llegado a pensar que lo que hicimos tiene mucha relación con lo que los hermanos de José también hicieron con él). Sin embargo, pese a la amargura que después comprendí que le causábamos, todo aquello no hizo más que afianzarlo en la práctica y el desarrollo de una paciencia que lo caracterizó hasta el final de su vida. Con toda razón, siglos después, alguien diría acertadamente lo siguiente:
F
Entre las amarguras que caen en suerte a la humanidad, no hubo ninguna que no le tocó a Cristo. Si hubiese respondido con una palabra o mirada impaciente, si hubiese complacido a sus hermanos con un solo acto malo, no habría sido un ejemplo perfecto. Así habría dejado de llevar a cabo el plan de nuestra redención. [...] Esta es la razón por la cual el tentador obró para hacer su vida tan penosa como fuera posible, a fin de inducirle a pecar. 1 Pero eso no era todo. Dado que con frecuencia se ofrecía voluntariamente para ayudar a otros, su trabajo en muchas ocasiones era demasiado o muy pesado. No obstante, nunca lo vi ni desanimarse, ni mucho menos quejarse. ¿Cómo podía hacerlo? ¿Acaso su propósito en la vida era dedicarse a resistir estoicamente todo cuanto le hiciera sufrir? ¿Era eso lo que deseaba enseña-
20 SANTIAGO: UN HERMANO DE JESÚS NOS ENSEÑA A VIVIR LA FE mos a quienes lo rodeábamos? Con el transcurso del tiempo, comprendí tanto la fuente como la razón de su comportamiento. Su cercanía con Dios le permitió soportar pacientemente los insultos y las acciones en su contra en vez de ejercer represalias cuando le maltrataban. En efecto, «[Cristo] vivía por encima de estas dificultades, como en la luz del rostro de Dios». 2 ¿Vivir como en la luz del rostro de Dios? Bueno, es una forma poética de referirse a lo que en varias ocasiones, aunque de lejos, tuve el privilegio de ver que Jesús hacía diariamente: La madrugada le encontraba con frecuencia en algún lugar aislado, meditando, escudriñando las Escrituras, u orando. De estas horas de quietud, volvía a su casa para reanudar sus deberes y para dar un ejemplo de trabajo paciente. 3 Sí, pasar tiempo con Dios, ¡de eso se trata! De hecho, eso es lo que Dios siempre ha querido hacer: pasar más tiempo con nosotros. Mis compatriotas y yo recordamos muy bien que esto fue lo que el Señor le pidió a Abraham, nuestro antepasado: «Anda delante de mí y sé perfecto» (Génesis 17:1). Con esta orden, Dios le dijo a Abraham, y también a todos nosotros, que la clave de una vida espiritual de éxito es caminar "hacia su rostro" (eso significa en realidad esta frase en el idioma de mis antepasados), buscando continuamente su presencia. Es verdad, no hay que ser muy inteligente para entender que ejercer una paciencia como la de Dios solo es posible pasando mucho tiempo con él. Pero Jesús me enseñó que es preciso ser sabio y perseverante para decidir hacerlo. ¿Te resulta extraña mi declaración? Tal vez sea por las diferencias entre tu forma de entender qué es sabiduría y la mía. La sabiduría bíblica no se mide por el coeficiente intelectual, sino por la capacidad de tomar decisiones correctas, decisiones que tienen en cuenta la voluntad de Dios (algo de lo que te hablaré más en otro momento). Por tanto, me queda claro que Dios es también la única fuente para obtener dicha sabiduría (Santiago 1:5). ¿Estás atravesando alguna prueba? ¿Crees que las dificultades que enfrentas son demasiadas y no sabes si tu fe te alcanzará para salir victorioso de ellas? Sé bienvenido al grupo de aquellos que sabemos que las dificultades son parte de la vida cristiana, pero también reconocemos que estas tienen un propósito: ¡crecer en la fe hasta alcanzar una madurez semejante a la de Jesús! (San. 1: 4). Una madurez que, siendo fruto de la paciencia bíblica, contrasta enormemente con las imágenes que utilicé en mi libro hablando de una persona que es semejante a una «onda del mar», o como alguien que es de «doble ánimo e inconstante» (Santiago 1:6, 8). 4 www.escuela-sabatica.com
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Cristo me enseñó que mi forma de vivir tiene repercusiones en el gran conflicto entre el bien y el mal. Por eso anhelo que todo cuanto hice en mi vida cristiana haya podido manifestar que, viniera lo que viniera, mis acciones y mi disposición a seguirlo siempre fueron íntegras y sin doblez alguna. ¿Te gustaría pedirle a Dios una paciencia semejante a la de Jesús? La sabiduría y la ayuda divina para enfrentar las pruebas están siempre a nuestro alcance. Lo único que lamento es haber tardado tanto en darme cuenta.
No hay tiempo que perder Tras un brevísimo saludo, Santiago entra de lleno en materia. Puesto que se dirige a sus «hermanos», sabe que puede hacerlo con toda confianza. Además, lo que tiene que decir apremia; por tanto, los preámbulos son innecesarios: «Hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas» (Santiago 1: 2). No cabe duda de que lo que Santiago dice en este versículo es importante, pero también resulta ser un poco extraño, ¿no le parece? Pese a dirigirse a una comunidad de cristianos judíos que, entre otras cosas, han perdido sus hogares a causa de la persecución, las palabras de Santiago parecen ignorar las dificultades y privaciones que, como era evidente, sus compatriotas tenían que enfrentar a diario. Alguno de sus primeros lectores quizá protestara: «¿Considerar un gozo mi situación? ¡Cómo se ve que allá, en la distancia, ni siquiera imaginas por lo que estoy pasando!» Sobre todo si consideramos que esto no es nada que Santiago sugiera, sino algo que ordena hacer. Y es que nuestro autor se caracteriza por usar frecuentemente verbos de modo imperativo; 5 recurso que, en este caso específico, hace que su demanda pueda entenderse de esta forma: «Vamos, decídanse a experimentar gozo en las pruebas; ¡háganlo ya!». ¿Qué pretende Santiago con tan enfática y aparentemente incomprensible petición?
Mucho más que una orden Aunque lo más probable es que todos sepamos qué es un imperativo, le propongo que dediquemos un poco de tiempo a definirlo. 6 Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra 'imperativo' significa «deber o exigencia inexcusable». Sin embargo, tan categórica definición parece mucho menos "resRecursos Escuela Sabática ©
22 SANTIAGO: UN HERMANO DE JESÚS NOS ENSEÑA A VIVIR LA FE trictiva" al notar que 'imperativo' es el nombre que se da a la expresión de un mandato, exhortación, ruego o disuasión. 7 Así, puesto que un imperativo no se usa únicamente para expresar una orden, sino también una exhortación o incluso un ruego, asociarlo siempre con algo "negativo" sería tanto incorrecto como injusto. Supongamos, por ejemplo, que usted (o el conductor de su medio de transporte), al acercarse a una intersección, ve una señal de tráfico que dice: «Alto». ¿Qué hace al verlo? ¿Se detendrá o decidirá seguir adelante solo porque le resulta desagradable que un cartel le "ordene" hacer algo? ya que hacer caso a una orden como está o no podría significar la diferencia entre la vida y la muerte, es claro que ciertos imperativos son de vital importancia. De manera similar, al estar relacionadas con obligaciones que tendrían que caracterizar el proceder de los cristianos, las órdenes utilizadas por los autores bíblicos nos hablan de un Dios sabio y amoroso que nos exhorta constantemente a hacer lo mejor, incluso cuando nos ordena algo que, en primera instancia, parece ilógico o difícil de aceptar. Los imperativos de la Biblia, por lo tanto, también son importantes. Por ello, regresando a nuestra epístola, la pregunta correcta no es por qué Santiago pide a sus lectores que se gocen en las pruebas, sino para qué lo hace. Algo que afortunadamente él mismo inmediatamente nos responde: «sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia» (Santiago 1: 3). Es cierto que Santiago no sufre ni pasa por lo mismo que sus lectores, ni siquiera está con ellos para tratar de ayudarlos personalmente. Sin embargo, habiendo conocido de cerca a Jesús, comparte con sus «hermanos» lo que aprendió de él. 8 Teniendo en cuenta que las pruebas por las que Jesús pasó lo hicieron desarrollar una paciencia y una confianza total en Dios, Santiago les pide que decidan enfrentar las pruebas como lo hacía Jesús, que pasen por una experiencia como la de Jesús. Pero, ¿por qué la obtención de paciencia habría de ser un motivo suficiente para gozarse en las pruebas? ¿Hay en realidad algo especial en desarrollar una resistencia estoica ante los problemas que enfrenta el cristiano? Buena parte de la respuesta se halla en cómo se usaban en tiempo bíblico las palabras 'fe', 'prueba' y 'paciencia.
¿Tiene fe o es fiel? Si los dos mil doscientos millones de cristianos de este planeta derramáramos una lágrima a la semana, al cabo de un año habríamos llorado la exorbitante cantidad de 114,400 millones de lágrimas. Teniendo en cuenta que www.escuela-sabatica.com
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muchísimas de esas lágrimas habrían sido causadas por problemas, ¿le parece que, aun sabiéndolo, Santiago seguiría pidiendo que los cristianos nos gocemos en las tribulaciones? Leamos nuevamente su respuesta en Santiago 1: 3: «Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia». ¿Notó que se prueba nuestra fe y no a nosotros? Aunque en realidad la fe no es una entidad separada de la persona que la ejerce, hacer hincapié en esta distinción nos permite enfocar correctamente el propósito que nuestro autor tenía en mente. Propósito que, a fin de captar mejor, puede ilustrarse con la siguiente analogía: 9 Si bien una persona que inicia los trámites de matriculación en una universidad ya puede decir que es un estudiante en potencia, solo será digna de ese título una vez haya superado los exámenes. En otras palabras, la única manera de determinar la eficacia de su "estatus académico" es viendo cómo supera los exámenes. De hecho, evitar que pasase por las pruebas impediría evaluar con precisión tan siquiera su calidad como estudiante. De manera similar, puesto que la fe no es solamente la profesión de un conjunto de creencias ni el hábito de ejercer "pensamiento positivo", Santiago nos recuerda que la única manera de evaluarla es poniéndola en acción o "forzándola" a hacerlo. 10 Por lo tanto, queda claro que para nuestro autor uno de los propósitos de las pruebas es llevarnos a ejercitar la fe. Sí, dada la singular y dinámica naturaleza de la fe, para Santiago es preciso evaluarla y ejercitarla: algo que se percibe mucho más claramente al percatarnos de qué entiende él por fe. Además de notar que esta es una palabra usada con frecuencia en la epístola (16 veces), leer los versículos donde se utiliza nos permite ver que la fe tiene que ser productiva, precisamente, en las circunstancias adversas (San. 1: 3, 6; 5:15), pero sobre todo tiene que manifestarse en acciones concretas, en un estilo de vida caracterizado por la justicia y la misericordia. Definitivamente, esta descripción de la fe se asemeja mucho la que plasmaron algunos profetas. Y es natural, ya que, pese a que la lengua usada es el griego, la mayoría de las veces los autores del Nuevo Testamento presentaron sus enseñanzas en el marco del pensamiento hebreo del Antiguo Testamento. Por ello, aunque la palabra que Santiago utiliza para referirse a la fe es de origen griego (pistis), es probable que en su mente este concepto proviniera de la palabra hebrea 'emunah' que, al estar relacionada con la idea de "certeza" y "firmeza", 11 comúnmente se ha asociado con el concepto de fe. Paradójicamente, la mayoría de las veces esta palabra no se traduce como "fe", Recursos Escuela Sabática ©
24 SANTIAGO: UN HERMANO DE JESÚS NOS ENSEÑA A VIVIR LA FE sino como "fidelidad" (Lamentaciones 3:23; Oseas 2:22; Salmo 100:5, etc.) De ahí que este concepto, al ser un atributo de Dios mismo (Deuteronomio 32:4; 1 Samuel 26:23), también sea la mejor manera de resaltar que, porque es fiel, Dios es digno de toda nuestra confianza. Pero el Antiguo Testamento va más allá al decirnos que la fidelidad también es un atributo que el Señor anhela transmitirnos y ver en nuestra conducta (Proverbios 12:22; Isaías 59:4). Por esa razón, el profeta Habacuc la considera la característica distintiva de los «justos», la marca de aquellos que, pese a la adversidad y las injusticias que afrontan, siguen confiando y siendo fieles a Dios (vea Habacuc 3:18). Siendo que el proceder de los "impíos" atenta contra la justicia y contra la ley misma (Habacuc 1:4), el profeta describe a los justos sufriendo por dicho comportamiento, pero sobre todo los distingue claramente del mismo: «Aquel cuya alma no es recta se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá» (Habacuc 2:4). Así, puesto que es obvio que la fidelidad se manifiesta en un estilo de vida fiel, tal como el de Dios, tanto Habacuc como Santiago nos recuerdan que esta solo puede obtenerse de él mismo, la fuente de «todo don perfecto» (Santiago 1:17). Lo que Santiago enseña también concuerda con lo dicho por Jesús en cuanto a que sus seguidores serían reconocidos por sus «frutos», ya que una fe que se manifiesta solo de palabra nunca sustituirá la fidelidad a la voluntad de Dios (Mateo 7:15-21). Asimismo, él también relacionó esa fidelidad con el gozo y la paciencia: «Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia. [...] Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo» (Mateo 5:10, 11). El Señor sabe cuántas lágrimas han derramado por esto tanto él como sus hijos.
¿Qué es una prueba? Desde esta perspectiva, resulta evidente que las pruebas a las que se refiere Santiago no son cualquier clase de problema, sino aquellas experiencias y situaciones que, mediante el dolor y las desilusiones, el peligro, los sacrificios y hasta la impopularidad que muchas veces un cristiano arrostrará por su fidelidad a Dios, atentan contra la estabilidad de su fe. 12 Pero, tal como afirmara William Barclay, nada de esto nos ocurre «para hundirnos. [...] [Las pruebas] no pretenden vencernos, sino que las venzamos; ni debilitarnos, www.escuela-sabatica.com
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sino fortalecernos». 13 Por ello, al referirse al proceso de "poner a prueba" la fe, Santiago usa una palabra (dokímion) que también servía en su tiempo para describir la manera en que ciertos metales eran sometidos a altas temperaturas a fin de verificar la genuinidad de su consistencia y así refinarlos (compare con 1 Pedro 1:7). Visto así, que nuestra fe tenga que ser probada no solo es algo real, sino también algo útil y necesario. En otras palabras, siendo que la finalidad de las pruebas es purificarnos de toda impureza, la fe no evita que pasemos por penalidades, al contrario, necesita pasar por ellas. Así, coherente con el resto de la Biblia, Santiago nos muestra que quien decida ser fiel a Dios tarde o temprano enfrentará adversidades. Pero también nos recuerda que aun en esto hay razones para alegrarse ya que, en efecto, «a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8: 28). Pero, ¿es esta la única razón por la que Santiago dice que Dios permite que pasemos por las pruebas?
Cuando la paciencia no es paciencia Santiago continúa su argumento diciéndonos que el resultado de que nuestra fe sea probada será la «paciencia» (jupomoné). Sin embargo, debido a que la versión Reina-Valera (y muchas otras) traduce esta palabra como "paciencia", el sentido que en realidad esta tenía en los días de Santiago se ha ido perdiendo y, por lo mismo, ha confundido a muchos que intentan practicar dicha virtud. Mientras que en nuestros días la palabra 'paciencia' denota una actitud más bien pasiva, la palabra usada por nuestro autor no alude simplemente a la actitud de estar dispuestos a soportar las pruebas, sino a la habilidad de enfrentarlas con una fidelidad inquebrantable y una confianza plena en Dios. Semejante característica es la que ha acompañado durante siglos a los que, por amor a Cristo, han padecido persecución y castigos, e incluso les ha permitido cantar al enfrentar el martirio. Por lo tanto, una mejor traducción de esta palabra sería perseverancia, palabra que cuadra mejor no solo con la capacidad de sufrir y soportar las pruebas, sino también con la de conquistarlas y vencerlas. Este matiz de la palabra es el que se ilustra vívidamente desde el inicio del relato épico de IV Recursos Escuela Sabática ©
26 SANTIAGO: UN HERMANO DE JESÚS NOS ENSEÑA A VIVIR LA FE Macabeos, parte de la literatura judía (extrabíblica) que sin duda Santiago y su auditorio conocían bien: 14 Me propongo, pues, elogiar por sus virtudes a los hombres que en este día murieron con su madre en defensa de la nobleza de espíritu [...] Admirados, a causa de su fortaleza y perseverancia, no solo por los hombres en general, sino por sus mismos verdugos, promovieron el derrocamiento de la tiranía en nuestra nación al vencer al tirano con su perseverancia (IV Macabeos 1:10, 11; vea también 17:4, 12, 17, 23). Constancia y una firmeza a toda prueba es lo que Santiago tenía en mente a fin de explicar que el resultado de la prueba soportada con la debida actitud no es estoicismo, sino la fuerza para soportar y conquistar "batallas" espirituales, incluso más fuertes que las que hoy enfrentamos. Con razón nuestro autor puede decir que pasar las pruebas tendría que ser para nosotros causa de gozo, ya que, además de forjarnos, también plasmará en nosotros la actitud debida, una semejante a la de Cristo. «Aquí está la perseverancia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús» (Apocalipsis 14:12). En tal caso, si dejamos que la perseverancia obre completamente, producirá en nosotros mucho más aún. «Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna» (Santiago 1:4). Puesto que en la Biblia la perfección (téleios, en griego), no es sinónimo de impecabilidad, sino de madurez espiritual, de haber alcanzado la plenitud de desarrollo, la perseverancia de la que habla Santiago tendría que contribuir a que el cristiano alcance la idoneidad necesaria para realizar la misión por la que se halla en este mundo. 15 Una perseverancia semejante también hará del cristiano una persona cabal (jolókleros), es decir, íntegra o completa. Ejercer una «paciencia» tal, siempre según Santiago, contribuirá a desarraigar las imperfecciones de nuestro carácter y nos capacitará para obtener las virtudes del carácter de Jesús que aún no tenemos. Una vez alcanzado, tal grado de desarrollo cristiano se describe atinadamente con la expresión «sin que os falte cosa alguna» (Santiago 1:4). No, con estas palabras Santiago no pretende decirnos que nunca enfrentaremos problemas financieros o escasez material. Lo que nos asegura es que la gracia de Dios no solo nos dará una actitud perseverante que nos mantenga fieles y gozosos, sino que también nos capacitará para poder ayudar a www.escuela-sabatica.com
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otros cristianos que estén pasando situaciones similares, tal como nuestro autor lo explicará más adelante (Santiago 2: 15). ¿Suena demasiado bueno para ser cierto? En tal caso le aclaro que Santiago es lo suficientemente realista para decir a sus lectores que en realidad hay algo muy importante que aún puede estar haciéndoles falta. ¿Imagina ya qué puede ser?
Por si a alguno le hace falta Se atribuye a William Alien el siguiente aforismo: «Más sabios ha hecho el fracaso que el éxito», 16 algo que, al parecer, Santiago también creía en cierta forma. Consciente de que encarar con éxito la prueba de nuestra fe no es algo que nos resulte natural, Santiago afirma que sus lectores tienen al alcance un recurso sumamente importante para alcanzar el ideal del cual ha venido hablando: «Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada» (Santiago 1:5). De esta forma, nuestro autor deja de hablar por un momento de lo que debe ser ejercitado (la paciencia) para hablar ahora de lo que debe ser solicitado. Lo anterior puede verse en primer lugar por el hecho de que este versículo se inicia con un "si" condicional que, en el idioma utilizado por Santiago, tenía la intención de transmitir lo siguiente: «Si les hace falta sabiduría, y yo sé que en verdad les hace falta, ¡pídansela a Dios!» Evidentemente, Santiago espera con esto que sus lectores reconozcan que, para llegar a ser maduros y completos, necesitan contar con la ayuda de la sabiduría divina, recurso que, aclara, el Señor otorga «abundantemente y sin reproche». Que nuestro autor relacione el hecho de afrontar con gozo las adversidades con la petición de sabiduría es algo que se entiende al notar que esta última, en el pensamiento judío, no es de naturaleza teórica, sino práctica. En la medida en que el fin de la sabiduría bíblica no es capacitarnos para dominar las matemáticas, sino influir en nuestro comportamiento y experiencia espiritual, ser sabios es asumir una actitud y una forma de pensar que siempre tendrá en cuenta los principios de la Palabra de Dios. Alguien sabio, por consiguiente, es aquel que, al considerar y aplicar en su vida los principios divinos, se distinguirá por decidir correctamente en todo aspecto de la vida, especialmente en el momento de enfrentar las pruebas (no es coincidencia que el libro de Job se clasifique como un libro sapiencial o de sabiduría).
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28 SANTIAGO: UN HERMANO DE JESÚS NOS ENSEÑA A VIVIR LA FE Pero a Santiago no le basta con decirnos qué pedir, también nos recuerda cómo hay que hacerlo: «Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que
duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra» (Santiago 1:6). Siguiendo su estilo, Santiago une un concepto nuevo (en este caso, la sabiduría) con uno que ya había usado antes (la fe). Mediante este recurso nuestro autor demuestra que la fe que es probada es la misma que también debe servirnos para pedir. Después de haber aclarado ya que la fe es más bien fidelidad, es muy significativo que Santiago nos pida que usemos este mismo recurso para pedir sabiduría. Así como Dios es fiel en el cumplimiento de sus promesas, nuestra confianza en él, y especialmente nuestras oraciones pidiendo sabiduría, tendrían que caracterizarse siempre por una constancia semejante a la de él. Santiago nos exhorta a pedirle continuamente a Dios el don de la sabiduría, a hacer de esto parte de nuestro estilo de vida, ya que la constante característica de Dios es precisamente la de dar (Santiago 1:5). 17 Quien no practica un estilo de vida como este corre el riesgo de adoptar una constante muy diferente: la de ser semejante a una onda del mar que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra (Santiago 1:6); algo que, según la lógica gramatical, posiblemente ya les estaba ocurriendo a algunos de sus primeros lectores (Santiago 1:7, 8). 18
Pobres, pero ricos De la generalización «alguno de vosotros» y del «que duda» (San. 1: 5, 6), Santiago pasa ahora a ser muy específico al identificar a dos grupos de los cuales no dejará de hablar en el resto de su epístola: 19 «El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación, porque él pasará como la flor de la hierba» (Santiago 1:9, 10). Contrastando la condición social de ambos grupos (pobres y ricos), pero sobre todo lo que se espera que hagan (gloriarse en su exaltación los primeros y en su humillación los segundos), Santiago comienza a aplicar a la situación real de su audiencia lo que ha venido exponiendo en los versículos previos. Puesto que una de las pruebas más evidentes que afrontaban sus lectores era la pobreza ocasionada principalmente por la explotación que sufrían por parte de los ricos, Santiago apela a sus lectores para que se identifiquen y luego vivan conforme a lo que ya mencionó en los versículos 2 al 5 (con una fe perseverante y a toda prueba), y así evitarán poseer las características descritas en los versos 6 al 8 (la duda y una fe inconstante).
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Así llegamos al final de la primera sección del libro (Santiago 1:1-11), notando que Santiago exhorta a los de «humilde condición» a gloriarse, aunque suene paradójico, en «su exaltación», palabra que en otras partes se traduce como «lo alto» y que, curiosamente, tanto Jesús como Pablo utilizan para referirse al «cielo» (Lucas 24:49; Efesios 4:8). Este razonamiento cobra sentido cuando percibimos su similitud con la primera bienaventuranza: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mateo 5:3). ¡He aquí una válida y gloriosa razón para gloriarse! ¿Qué sucede con los «ricos»? Por el momento lo único que Santiago nos dice es que, a menos que se humillen, su destino no es prometedor ni mucho menos envidiable (Santiago 1:10, 11). Por lo tanto, conformémonos ahora con agradecer a Santiago que nos haya recordado que «aquel cuya alma no es recta se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá» (Habacuc 2:4). Puesto que la perseverancia al enfrentar las pruebas trae madurez y equilibrio al carácter cristiano, El propósito de Santiago al escribir este capítulo fue enseñarnos a vivir ejerciéndola.
Referencias 1
El Deseado de todas las gentes, cap. 9, págs. 70, 71. Ídem, pág. 71. Ídem, pág. 72. 4 Siendo que la expresión “doble ánimo” intenta describir a una persona que lidia en su interior con "dos mentes", como podrás notar, en mi epístola prefiero hablar de lo contrario, esto es, de la «perfección». 5 Esta es la primera de las 55 veces que lo hará en los 108 versículos de su libro. 6 Puesto que muchas veces el imperativo no es el concepto gramatical más claro en la mente de mis alumnos, dedicar tiempo a definirlo puede resultar también útil aquí. 7 «Modo imperativo», Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, vigésima segunda edición, en línea, en http://lema.rae.es/drae/?val=modo+imperativo, consultado el 30/10/2014 a las 11:54 UTM. 8 Muchos de los imperativos que Santiago utiliza van acompañados por el vocativo 'hermanos', algo que además de ser un recurso habitual en las exhortaciones de la época, parecido al uso repetitivo de 'hijos' en la literatura sapiencial, también revela el tacto y el afecto requeridos al intentar que alguien cambie de conducta; estrategia que seguramente Jesús, su propio «hermano», también usó al tratar con él y, al final, resultó tener éxito. 9 Debo la aplicación de esta analogía a mi lectura de Simón J. Kistemaker, Comentario al Nuevo Testamento: Exposición de Santiago y de las epístolas de Juan (Grand Rapids: Michigan: Desafío, 2001), pág. 50. 10 «Es en la crisis cuando se revela el carácter» (Elena G. White, Palabras de vida del gran Maestro, cap. 29, pág. 339). 11 R. W. Moberly, «'aman» en New International Dictionary of Oíd Testament Theology and Exegesis (Grand Rapids: Zondervan, 1997), tomo 1, pág. 427. Por cierto, nuestra palabra 'amén', deriva de esta misma raíz. 12 Tanto Santiago como Pedro engloban todas estas variantes con la expresión «diversas pruebas» (literalmente «de muchos colores»; compare 1 Pedro 1:6 con Santiago 1:2). Por otra parte, la expresión «os halléis en» significa literalmente «caer en medio de» o «quedar entre» (vea Lucas 10:30 y Hechos 27:41), forma muy gráfica de ilustrar cómo el cristiano puede llegar a «estar rodeado» por las pruebas. 13 Wiliam Barclay, Comentario al Nuevo Testamento (Barcelona: CLIE, 2006), pág. 945. 2 3
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30 SANTIAGO: UN HERMANO DE JESÚS NOS ENSEÑA A VIVIR LA FE 14 Dada la cantidad de paralelos entre la literatura judía extrabíblica y Santiago, haré mención frecuente a varios de estos escritos. Aunque estos libros no se consideren inspirados, tenerlos en cuenta nos será de gran utilidad para entender mejor el trasfondo de ciertas porciones de la epístola. 15 Cristo también le dio ese sentido al concepto de perfección (Mateo 5:48), vinculándolo además con la forma en la que debemos tratar a quienes nos rodean, asunto que abordaremos en otro capítulo. 16 La voluntad que triunfa, pág. 47, citado por Enrique Chaij en Triunfantes en el dolor (Miami: APIA, 1994), pág. 42. 17 Que Dios da «sin reproche» lo diferencia definitivamente de lo que muchos seres humanos hacen (vea, por ejemplo, Mateo 5:11 y 27:44; de hecho, lo único que Cristo «reprocha» en el Nuevo Testamento [Marcos 16:14] es la incredulidad). De ahí que, según el libro extrabíblico judío Eclesiástico, se espera que dar «sin reproche» sea también una característica evidenciada en nosotros: «Después de dar no reproches» (Eclesiástico 41:25, CI). 18 La mayoría de los verbos usados en Santiago 1:5-8 están en tiempo presente. En griego, el tiempo presente denota una acción continua, una acción capaz de ilustrarse como una línea que se prolonga en el tiempo. Por lo tanto, al usar este tiempo acompañando a 31 de los 55 imperativos que usa en su epístola, nuestro autor muestra estar sumamente interesado en que sus lectores hagan de sus instrucciones parte habitual de su estilo de vida. 19 Es común que nuestro autor inicie temas nuevos refiriéndose a ellos brevemente, pero que luego desarrolle estos mismos en una sección o capítulo posterior.
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