espectáculos | 3
| Lunes 2 de septiembre de 2013
El muchacho de los sábados los protagonistas de la radio. Diego Iglesias, productor de CQC, conduce
el programa Días como estos, en Metro, con actualidad, política y humor Alicia Petti
PARA LA NACION
Quizá la gente no recuerde la gran cantidad de trabajos y actividades que lleva en su haber Diego Iglesias. Se recibió en TEA, pero también estudió sociología, se inició como asistente de producción en Punto doc; luego fue productor de La Liga y coordinador de producción del “¡Proteste ya!”, la sección de CQC, que en ese momento hacía Malnatti. Ahora es uno de los integrantes del nuevo CQC, con Roberto Pettinato y Clemente Cancela, donde tiene, además, una sección periodística muy versátil. Pero luego de varios años de experiencia televisiva, llegó la radio. Empezó hace casi dos meses, todos los sábados, de 10 a 13, por Metro (FM 95.1). “Era un lugar que estaba buscando hace muchos años”, dice. “En la Metro está todo muy bien armado y pensado, sobre todo el concepto que transmite. La radio sabe a quién va dirigida. Tiene muy buenas figuras como Matías Martin, Juan Pablo Varsky, Sebastián Wainraich, Andy Kusnetzoff y Nicolás Artusi. Es interesante hacer algo distinto, para no dar lugar a comparaciones. Yo venía pensando en este programa hacía mucho tiempo. Lo charlaba con Lete y Pandiella [directivos de la emisora]. Me dijeron que se había hecho un lugar, un hueco los sábados, y fue buenísimo, porque era justo lo que estaba buscando. Les gustó la idea del ciclo, y arrancamos.” El programa lleva el sugestivo título Días como estos, que se presta a diversas lecturas. “Lo que tiene de bueno es que puede tener una carga positiva o negativa, según el estado de ánimo de cada uno. La cotidianeidad, en definitiva. A
Iglesias se siente como en la Champions League veces uno está mejor, otras veces peor. ¿Cómo son los días? Son así, como éstos”, explica. Comparte el programa con Martín Reich, en deportes; Nicolás Guthmann, sátira política; Matías Tombolini, economía; Mónica Gallosi, salidas; Majo Echeverría, música y coordinación, y Leandro Cami-
santiago filipuzzi
no, productor. “El programa tiene algunos principios de fondo que deben cumplirse sí o sí: tiene que ser didáctico, nada se puede dar por sentado, ni nada se debe dar por sobreentendido. En los programas periodísticos, hay cierta tendencia a que la gente tiene que saber todo de lo que se habla. Yo
creo que no. Y no puede dar nada por sobreentendido. Hay que explicar y hacer cosas que nos interesen. Obviamente, sabemos que es sábado a la mañana y que no podemos transmitir nada con pesadez. Soy serio y responsable, pero no me gusta ser solemne. Hacemos un ciclo periodístico con humor y calidez.” Iglesias debe repartir su tiempo entre la televisión y la radio, pero lejos de estresarse, se siente feliz por eso. “Es un trabajo exigente, pero también lleva mucho disfrute. CQC tiene un espacio muy singular en la televisión, por la variedad de temas que se pueden hacer y la forma en la que se pueden contar. El clima de trabajo es muy divertido. Este año, con Roberto en la conducción, es una experiencia nueva. Estoy aprendiendo mucho –describe–. De la televisión me gusta la impronta de lo espontáneo, lo vertiginoso, lo masivo y el impacto. La persona que no es genuina en la radio tiene problemas, la gente se da cuenta. Es que la radio tiene más calidez que la tele.” Sus referentes en radio son Mario Pergolini, Víctor Hugo Morales y Matías Martin. Además de históricos como Héctor Larrea, Alejandro Dolina, Antonio Carrizo y Cacho Fontana. “Hay una generación que está arriba de la mía, en la que están Matías, Juan Pablo Varsky, Sebastián Wainraich, que ha tomado muchas cosas de los que estaban antes. Y mi generación toma cosas de ellos. Uno de los motivos por los que quería estar en Metro es porque muchas de las personas que respeto y admiro radialmente están ahí. Y me hace sentir que juego en la Champions League, el torneo más importante, aunque sea desde este lugar, que es más chiquito.”ß
teAtro
Demasiado ruido y pocas nueces campa/pichot. ★★
regular . textos e intérpretes:
Ezequiel Campa
y Malena Pichot. dirección: Mariana Gianella. sala: Siranush (Armenia
En acción, Juan Carlos y Johana Copes
dAnzA
Copes, el gran maestro la pesada del tango. ★★★ bueno. dirección: Juan Carlos Copes. asistente coreográfica :
Copes.
intérpretes :
Johana
Juan Carlos
Copes, Carlos Morel, Roxana Fontán, Soledad Rivero, Junior Cervila, Melina Greco, Fernando Galera, Vilma Vega, Marcelo Bernadaz, Verónica Gardella, Adreil Bournissen y Soledad Mallo. artistas invitados:
Johana Copes,
Mig uel Á ngel Zotto y Daiana Guspero. dirección musical: Julián Vat.
orquesta :
Daniel Godfird,
Renato Venturini, Pablo Guzmán y Carlos Morbidoni.
tango buenos
aires, festival y mundial de tango
– centro de exposiciones.
E
s habitual que en cada una de las ediciones del Festival y Mundial de Tango de la ciudad de Buenos Aires se homenajee a alguno de los próceres del tango como danza de espectáculo. Este año llegó el turno de Juan Carlos Copes y decidió recibir el afecto del público revisitando La pesada del tango, una puesta integral de baile y canto, que creó junto con María Nieves en 1991. Se trata de un recorrido histórico del género, que subraya las marchas y contramarchas que sufrió en su primer siglo de vida. El diálogo en una mesa de café se intercala con los números musicales y los bailados. Así surgen los ejemplos de “los palos en la rueda que le pusieron al tango”, como la prohibición de las letras en lunfardo o del baile con cortes en los salones. Sin escapar del trillado tránsito portuario-prostibulario-parisino de los orígenes tangueros, las parejas de bailarines cubren su rol con eficacia y la cuota de sorpresas esperables.
Hasta que la danza entre varones toma el formato de un duelo de cuchillos. Y la música se escapa del cliché y entra Piazzolla. Y Soledad Rivero, herida fatalmente en la refriega, agoniza bellamente, mientras baila con la muerte, en la piel de Johana Copes. Otromomentoaltosucedecuando Roxana Fontán recuerda a Nelly Omar, con una potente versión a capella de “Malena”. Lástima el murmullo incesante proveniente de la pista de milonga y de la feria de productos de indumentaria. Se vuelve imprescindible la participación de Carlos Morel, que canta solo y en dúo, se acompaña con la guitarra y con el bandoneón, dice su parte de la letra con gracia y fluidez, e incluso salva los problemas técnicos de su micrófono, como si nada hubiera pasado. El público, incondicional, perdona todos los errores de sonido e iluminación –que son muchos. Y hasta algunos tropiezos del libreto. Y festeja a viva voz todos los trucos. Copes está visiblemente emocionado y baila pocos números, pero con una gracia innegable. Con 82 años de vida y casi los mismos de baile, distribuye con inteligencia las exigencias y expectativas. Los trucos de altura y de velocidad los hace el resto del elenco. De Copes, se espera –y se aplaude con entusiasmo– una elegante caminata a doble tiempo, un arriesgado pero estable giro sobre un solo pie. Juan Carlos Copes es considerado uno de los revolucionarios del tango-danza. Así lo reconoce Miguel Ángel Zotto desde un abrazo emocionado, y lo atestiguan las fotos y filmaciones proyectadas en la pantalla de fondo. Cuando el tango sufrió una retirada con la llegada del rock y la TV, allí estuvo Copes para poner el cuerpo. Y nunca perdió el paso.ß Laura Chertkoff
1353). funciones: sábados, trasnoche. duración: 100 minutos.
Algunos espectáculos de stand up porteño, como la serie Cómico Stand Up, pusieron en relieve el talento de algunas figuras que cantan, bailan, entretienen e improvisan, como Diego Reinhold o el genial Dan Breitman. También hay que destacar a Fabián “Mosquito” Sancineto, un experto en improvisación (actualmente brilla en el Cervantes, en La sombra de Wenceslao). Ezequiel Campa y Malena Pichot se convirtieron en referentes obligados del stand up y juntos realizan Campa/Pichot. No interactúan entre sí; un monólogo sucede a otro. Es decir, por un lado, y primera, se presenta ella, con un monólogo de 40 minutos. Luego lo hace él, con un texto que dura casi una hora. No hay maestro de ceremonias ni presentador. Tampoco un gran despliegue de luces, vestuario o escenografía. Son sólo ellos sobre el escenario, con sus anécdotas, confesiones y reflexiones sobre el absurdo de una generación. Malena se mueve como pez en el agua dentro de su personaje –la Loca de Mierda– (por el cual se hizo famosa y saltó a la TV), ácido, revulsivo, feminista, escéptico, cínico. Ésta es su virtud: el hallazgo de una criatura donde resguardarse. Por momentos su monólogo peca de escatológico, pero, por otros, por ejemplo cuando compara a los hombres y mujeres, logra picos de lucidez: “A mí no me hiere, no me toca el ego estacionar en 17 maniobras [en alusión a las burlas que reciben las mujeres sobre su poca destreza para manejar]; sí me daría vergüenza pagar por sexo, y todos los hombres lo han hecho alguna vez”. Campa, en cambio, no compone un personaje. Tiene al público en el bolsillo, a pesar de que su texto no tenga hilo conductor alguno. Tiene muchos recursos como actor y pronuncia un texto con imágenes. Hay un hecho que se debe destacar y que no resulta en absoluto gracioso. Hay chistes –o intentos de chistes, pues jamás llegan a serlo–, que tienen un tinte peyorativo y discriminatorio. Son justamen-
te estos momentos en los que el show provoca incomodidad en el espectador. A pesar de que se mencione la supuesta crítica que recibirán del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), nada justifica las burlas o epítetos sobre algunas religiones, como el judaísmo (ni siquiera como burla de aquellos que discriminan) ni los comentarios en torno a las personas con obesidad. Una lástima.ß Laura Ventura
Humor en el living La cita es las 23.59, pero la obra no comienza hasta las 0.45. Es cierto que se respeta el espíritu del café concert, y la posibilidad de beber una copa de vino antes de la función, pero el espectador no tiene por qué saberlo y algunos se quejan del retraso. De todos modos, las puertas no se abren de modo puntual, y esto pone de malhumor al público que hace la fila en la calle. La idea del espectáculo es disfrutar de los monólogos desde livings improvisados, en sillones y sillas, en torno de una pequeña mesa ratona. Pero este hecho no resulta divertido si el azar obliga compartir el show con desconocidos, por ejemplo, que expliquen los chistes y comenten los remates. Campa se lleva muchos aplausos y Pichot tiene devotas entre el público femenino, pero hay algunos momentos que no resultan simpáticos para algunos sectores. Por ejemplo, cuando ella pregunta –interpela– quién cree en Jesús con una serie de respuestas y argumentos elaborados previamente que dejarán mal parado al creyente. El público no tiene un feedback fluido con los monologuistas, probablemente, por temor a ser ridiculizados frente a extraños.ß
Atípica versión de la tragedia
Una nueva experiencia de teatro físico Yamil ostrovskY. Presenta una personal
versión de Antígona, en El Portón de Sánchez
En 1997 un joven creador, proveniente de la danza, estrenaba en el auditorio del Centro Cultural Recoleta una singular versión de la novela de Roberto Arlt, Los siete locos. Yamil Ostrovsky introducía entonces su concepción del teatro físico y abría un campo de expresión muy interesante dentro de la nueva generación de creadores de la época. La compañía siguió desarrollándose, con algunos miembros fijos y otros que se integran según las necesidades de un nuevo proyecto. Ostrovsky trabaja además como director asociado al Grupo de Danza de la Universidad de San Martín, que dirige Oscar Araiz, y por eso sus producciones de teatro físico no poseen la continuidad esperada. Luego de aquella pieza, basada en el texto de Arlt, dio a conocer Varieté de amor y locura, Lo trágico cotidiano de G. Papini o Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare. Por estos días, el grupo ofrece Antígona en El Portón de Sánchez. La experiencia, interpretada por Paula Guzzo, Julieta Moras, Pablo Goldberg y Leonardo Porfiri, sintetiza sólo en cuatro personajes la tragedia de Sófocles y la ubica en un espacio sumamente despojado. Los propios cuerpos de los actores van armando las diversas locaciones exteriores e interiores en los que se desarrolla la historia y, hasta en algunas situaciones, esos mismos cuerpos se transforman en objetos. “Esta Antígona surgió casi por casualidad –cuenta Yamil Ostrovsky–. En una de mis clínicas de teatro físico, una alumna llegó con el personaje. Soy un fanático de la tragedia griega y enseguida me entusiasmé con generar una investigación sobre el tema. Encontraba en ese proceso una interesante posibilidad de trabajar físicamente con las energías encontradas, con los equilibrios y desequilibrios. En el espectáculo, Antígona comienza siendo la protagonista, pero luego me interesa trabajar sobre el per-
fil de Creonte. Uno no conoce a las personas, verdaderamente, hasta que no tienen el poder. Él está convencido de lo que piensa, cree que su actitud es buena y sostiene su decisión. Y también me ha interesado ver, a través de la figura de un soldado, al pueblo. A medida que la acción transcurre, es ese personaje el que va aprendiendo realmente de los acontecimientos.” Según destaca el director y coreógrafo, sigue muy interesado en los postulados del teatro pobre de Jerzy Grotowski. Profundiza en aquel concepto. “Todo está en los actores –explica–. No quiero hacer depender la puesta ni de las luces ni de la escenografía. Por eso utilizo el espacio despojado y en él se destacan sólo el artista y su cuerpo. Esto nos permite, además, montar el espectáculo en cualquier tipo de espacio.” Relacionado con el mundo de la danza desde los seis años, Yamil Ostrovsky no deja de agradecer a su maestro Oscar Araiz la posibilidad de acompañarlo en su trabajo, ya sea como asistente o ahora codirigiendo con él el Grupo de Danza de la Universidad de San Martín. “Sin dudas es una gran escuela para mí trabajar a su lado.” Pero también esa tarea lo aísla un tanto de su labor como director. “Es que tengo períodos en los que me guardo y luego salgo a producir con más pasión. Encuentro ese proyecto que me inquieta. Aparece un concepto y, a partir de ahí, genero una serie de reglas. Busco unas leyes que me enmarquen y empiezo a diseñar la puesta. Investigo y descarto. Pruebo. Desarrollo una tarea de laboratorio muy intensa, hasta que, finalmente, el trabajo toma la dimensión que necesito.”ß
Antígona Dirección de Yamil Ostrovsky Sala, El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034). Funciones, los sábados, a las 23.30. Localidades, 70 pesos.