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CIENCIA / SALUD
I
Martes 1º de marzo de 2011
MAS ALLA DE LO EMOCIONAL s UN TRASTORNO CON RAICES NEUROBIOLOGICAS
SESGOS EN LA INVESTIGACION
Controversia por un estudio sobre bebidas dietéticas Sugería que las gaseosas light aumentan el riesgo cardiovascular, pero recibió críticas FOTOS DE ARCHIVO
Hace dos semanas, durante la Conferencia Internacional de la Asociación Norteamericana de Stroke, en Los Angeles, se presentó un estudio cuyos resultados parecieron contradecir las recomendaciones habituales sobre evitar el consumo de gaseosas azucaradas y reemplazarlas por su versión dietética o light. En el trabajo, investigadores de la Universidad de Miami en Florida habían seguido durante nueve años a 2564 personas de 69 años en promedio. Luego de dividirlos en cuatro grupos según su consumo diario de gaseosas dietéticas y no dietéticas, asociaron con este dato el número de eventos vasculares que padecieron y compararon los resultados. Y dado que en el grupo que tomaba bebidas dietéticas todos los días se habían producido un 48% más de estos trastornos que en el que consumía menos de una gaseosa por mes, su conclusión fue que las gaseosas light pueden aumentar los riesgos cardiovasculares. “Si nuestros resultados se confirman en el futuro, esto sugeriría que las gaseosas light no son el sustituto ideal de las bebidas azucaradas”, dijo en un comunicado de la universidad Hannah Gardener, epidemióloga y autora principal del estudio. Por supuesto, la difusión de estos resultados intranquilizó a los consumidores. Sin embargo, las voces de especialistas que expresan disidencias con estas conclusiones no se hicieron esperar. Larry Goldstein, vocero de la Asociación Norteamericana de
Stroke, subrayó: “El estudio es observacional y sólo muestra una asociación entre dos factores, pero no una relación causal”. “Esto es sólo una señal de alerta”, coincidió Steven Greenberg, vicepresidente del comité científico de la conferencia. Por su parte, el neurólogo argentino Luciano Sposato, director del Departamento de Neurología de Ineco y del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, afirma que el trabajo es discutible, porque no tuvo en cuenta importantes factores, como la diabetes. “Sería lógico pensar que la proporción de diabéticos era mucho mayor entre quienes consumían gaseosas dietéticas, y esta enfermedad por sí misma duplica el riesgo de eventos cardiovasculares –explica–. Así, podríamos suponer que los resultados podrían depender más de la diabetes que del consumo de gaseosas. Por otro lado, se omitió un punto clave: no se preguntó por qué esas personas tomaban gaseosas todos los días. Algunos incluso podrían haber sufrido eventos vasculares previos...” Para el especialista, por el momento no es necesario ni aconsejable dejar de consumir gaseosas dietéticas. “No está demostrado que haya un riesgo aumentado –afirma–. Sí es altamente recomendable consumir frutas y verduras frescas, reducir la sal en la dieta y comer la mayor cantidad de veces en casa.”
Nora Bär
El rey Jorge VI, después de su coronación, en 1938, y en la película ganadora del Oscar, personificado por Colin Firth
El discurso del rey refleja lo que hoy se sabe sobre la tartamudez El trastorno se genera por dificultades en las áreas de control motor del lenguaje PAM BELLUCK THE NEW YORK TIMES NUEVA YORK.– En la película que ayer ganó el Oscar, El discurso del rey, Jorge VI comienza a tartamudear a los cuatro años y lucha con ese problema durante toda su vida. Sin embargo, raramente habla como el típico tartamudo, como el cerdito Porky, repitiendo rápidamente sonidos; usualmente, el rey tiene inconvenientes para que los sonidos salgan de su boca y su discurso está salpicado de abruptas pausas. Su tartamudez se agrava en situaciones estresantes, como confrontar con su hermano o dirigirse al público, pero habla mejor cuando juega con sus hijas, canta palabras o insulta, o cuando la música lo aturde y no puede oírse a sí mismo. Los especialistas dicen que estos detalles, descriptos por un guionista que tartamudeaba, son un buen reflejo de la realidad. Allí se encuentran las claves de este desorden frecuentemente devastador, afirman, que están comenzando a develar con la esperanza de encontrar mejores tratamientos. Contrariamente a lo que se cree, las causas de la tartamudez no son los problemas psicológicos, como la ansiedad o el trauma. Según los científicos, la tartamudez es en realidad
un problema en la producción del lenguaje: una brecha en la cascada de pasos que nuestros cerebros y cuerpos realizan para mover los músculos indispensables para producir palabras. “Las personas que tartamudean tienen dificultades motoras –dijo Luc De Nil, de la Universidad de Toronto–. No tienen problemas para desarrollar palabras o sintaxis, pero sí para coordinar de forma eficiente los movimientos. El lenguaje requiere habilidades muy complejas, y un secuenciamiento y coordinación extremadamente rápidos.” Hablar no sólo involucra áreas cerebrales responsables del lenguaje, sino también de la audición, la planificación, la emoción, la respiración y el movimiento de la mandíbula, los labios, la lengua y el cuello. Anne Smith, de la Universidad Purdue, dijo que en los tartamudos, “los «generales» [las áreas motoras] del cerebro, que controlan a los soldados [los músculos], no envían las señales correctas, de modo que éstos se confunden y corren por todos lados”. Una de las características más llamativas de la tartamudez es que un chico no exhibe signos del desorden hasta que aparece, generalmente cuando el habla se hace más complicada. “No hemos sido capaces de en-
contrar indicadores de la tartamudez antes del primer día en que se manifiesta –dijo Nan Ratner, de la Universidad de Maryland–. Todo parece perfecto, hasta que súbitamente no lo está.” Generalmente no comienza con los primeros vocablos de los chicos, agregó, sino “cuando están empezando con la gramática del lenguaje, las preposiciones y las pequeñas palabras que uno omite cuando está enviando un mensaje de texto”.
Dificultades no verbales Smith monitoreó las ondas cerebrales de niños mientras miraban dibujos animados en los que se insertaban errores de significado (“Papá puso el caballo en su café”) y gramaticales. Los cerebros de los tartamudos responden a los errores de significado del mismo modo que los hablantes normales, pero tienen menor respuesta a los errores gramaticales, afirmó. Los científicos están encontrando algunas respuestas a este problema. Examinando las imágenes cerebrales de personas que comenzaron a tartamudear de niños y de aquellos que lo hicieron después de padecer un accidente cerebrovascular, De Nil encontró una actividad excesiva en las áreas involucradas en el control motor del lenguaje y la
coordinación de los movimientos requeridos para hablar. Estas regiones cerebrales pueden estar trabajando de más porque los tartamudos no desarrollan “el patrón automático para hablar” usual en quienes no tartamudean, dijo Smith. “Es la diferencia entre manejar un Mercedes último modelo que funciona muy bien y un Toyota de hace 40 años”, explicó. De Nil también encontró menor actividad en un área del cerebro involucrada en oírse a uno mismo. Las razones no están claras, pero pueden reflejar, como en la película, que a los tartamudos les resulta más fácil hablar cuando eliminan su propia tartamudez, dijo Ratner. Los científicos también encontraron dificultades motoras en algunas actividades no verbales que involucran secuencias. De Nil descubrió que los tartamudos tienen dificultades cuando se les pide que tecleen secuencias de números en un teclado.
ADEMAS Premios Oscar, festejo sin sorpresas, por Marcelo Stiletano. Espectáculos. Más información. Verdades y secretos sobre la tartamudez, por Valeria Vera. www.lanacion.com.ar/ 1353736