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Han pasado varios milenios desde que Israel lamentó la muerte de uno de los reyes más famosos de la historia del pueblo del Dios: el rey Uzías. Este, según ...
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MAYOR QUE UZÍAS Por Yoandys A. López Pérez Usado con permiso Si algo tienen en común los enemigos del evangelio, es que todos se han jactado del hecho de que serían iguales o más grandes que Dios. Y es que por más antigua que sea la historia, no por eso deja de repetirse, pues los ingenuos seguidores de Satanás de forma intencional o no sólo imitan con estas frases e ideas a su señor cuando dijo….y seré semejante al Altísimo. Han pasado algunas décadas desde que John Lenon se jactó diciendo: La cristiandad acabará, desaparecerá. Yo no tengo que discutir sobre eso. Yo estoy seguro. Jesús era ok, pero sus asuntos eran demasiado simples. Hoy nosotros somos más famosos que él (1966). Después de decir que los Beatles eran más famosos que Jesucristo, le dispararon seis veces y mientras su importancia y popularidad decae, el impacto de la vida de Cristo es mayor cada día. Han pasado algunos siglos desde que Voltaire afirmó que en algunos años se dejaría de leer la Biblia para interesarse en sus escritos, y han pasado también algunos desde que la historia demostró lo necio de su afirmación cuando tiempo después de su muerte, la Sociedad Bíblica compró su casa y, en su propio sótano, reprodujo millares de ejemplares del preciado libro. Mientras de Voltaire se lee cada vez menos, la Biblia, aún en nuestro mundo pos-moderno, es el libro más leído, vendido y que más cambia vidas. Han pasado varios milenios desde que Israel lamentó la muerte de uno de los reyes más famosos de la historia del pueblo del Dios: el rey Uzías. Este, según los historiadores en su reinado, trajo prosperidad material, logros sociales y prestigio político a todo el país. No en vano su pérdida fue lamentada por todo el pueblo. El profeta Isaías, el cual se cree fue uno de sus parientes, estaba destrozado por la terrible pérdida y, al parecer, la frase más popular del momento era, ¿qué será ahora de Israel? Este parecería un montaje, si recordamos que hablamos del pueblo especial de Dios, el que rescató del brazo del faraón, el que guió por el desierto y el mismo que prometió a Dios: fidelidad, adoración y obediencia. Pero escandalizarnos por este hecho, sería hipócrita, si recordamos que en muchas ocasiones con nuestros pensamientos y acciones incurrimos en lo mismo. Al parecer volvemos al tiempo en que sin importar la persuasión de Samuel, el pueblo exigía a Dios tener reyes como las demás naciones de la tierra. Pareciera que la fidelidad de Dios, su cuidado y amor por nosotros no fueran suficientes. Y es que aún pensamos que la prosperidad y felicidad dependen de nuestros gobernantes. Cuanta atención existe hoy en los acontecimientos internacionales y nacionales. La toma de posesión del mandatario norteamericano Obama, el aumento de los vínculos entre los pueblos latinoamericanos, el interés por los problemas sociales, la crisis financiera y la preocupación por la escasez de alimentos de los “grandes” del mundo. Pero cuando nos desilusionan nuestros gobernantes, nos fallan nuestros líderes, cuando cae nuestro David, se irrita nuestro Moisés, es seducido por la idolatría Salomón; Dios permanece fiel en su carácter y majestad. Al parecer cuando todo falló para Isaías, cuando la muerte arrebató a su preciado rey, fue entonces que Dios le hizo percatarse de que hay uno mayor que Usías, Kennedy, Lenin, Allende o cualquier otro.

Pues como dijo el profeta: “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías 6:13). El salmista aseguró: “En tus manos están nuestros tiempos” y, aunque en ocasiones lo olvidamos, desenfocamos nuestro mirar, en Dios está nuestra vida toda, nuestros éxitos, nuestra economía, nuestra salud, nuestra alma. Cuando todo nos abandona, aún tenemos a Dios. Si los problemas, escasez, desesperación son grandes, Dios lo es más. Él, nuestro Padre, es mayor que la economía internacional, potencias, gobernantes, que la humanidad; está por encima del universo, sus enemigos, nuestras ideas y nada podrá cambiar eso. Pues como aseguran las Escrituras: solo… “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.” Salmos 46:1. Cuando tu mundo se oscurezca, cuando la niebla de la incertidumbre no te deje mirar el mañana y seas tentado a poner tu confianza en otro, recuerda que JEHOVÁ es MAYOR que Uzías. Este escrito es una contribución de la agrupación para eclesiástica cubana: Ministerio CRISTIANOS UNIDOS. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.