Lunes, 31 de Agosto de 2015
CRISIS, EFICACIA, EFICIENCIA Y PRODUCTIVIDAD
En una conferencia de un destacado economista, con un muy simple ejemplo nos hizo notar la diferencia entre eficacia y eficiencia: “Puedes matar una mosca con un rodillo de 10 toneladas. Ello es eficaz, pero no es eficiente”. La eficacia es la consecución del resultado. La eficiencia es conseguir el mismo resultado al mínimo costo posible. En tiempos de crisis o incertidumbre, reaccionamos generalmente contrayendo los gastos y difiriendo los proyectos de inversión, por el natural temor a la disminución de los flujos de efectivo, que a su vez impactan en los volúmenes de ventas en todos los sectores. Las crisis tienen un efecto multiplicador que se escapa de cualquier control o voluntad, en donde los resultados adversos se magnifican por el síndrome de “paralización por temor”, que produce una reducción de la velocidad de circulación del dinero, y consiguientemente se disminuye el ritmo de todas las actividades económicas. El problema es que si todos los actores asumen la misma actitud, -nos quedamos quietos a la espera de que cambien las condiciones-, la crisis tiende a agravarse sin un motivo real, y aparece el fantasma del desempleo. Son pocos los actores sociales y económicos que asumen las épocas de crisis como oportunidades de superación, básicamente porque no logran enfocarse en un tema clave que es independiente de la crisis: EL AUMENTO DE LA PRODUCTIVIDAD. La productividad está asociada a la EFICIENCIA y al TIEMPO. Para ganar en productividad no se trata solamente de producir un bien o un servicio de la misma calidad al mínimo costo, sino que adicionalmente se lo debe producir en el menor tiempo posible. ¿Y qué tiene que ver la productividad con nuestra profesión de abogados? ¿Podemos reducir nuestros los costos operativos? ¿Podemos producir más en el mismo tiempo? Definitivamente SI. Nuestro rendimiento en el ejercicio de la profesión puede multiplicarse a niveles completamente insospechados. Ya sea que estemos en la cátedra, en la consultoría, en el litigio, en la legislatura, en la judicatura, o en la dirección jurídica institucional, la mayor cantidad de tiempo consumido de nuestras vidas es
aquel que dedicamos a la investigación documental, para poder asegurarnos que los fundamentos de Derecho de nuestras decisiones son las correctas. Al afrontar una tarea de investigación jurídica, requerimos recopilar documentación que incluya el texto normativo vigente a la última reforma, la cronología de las reformas, la comparación entre los textos que rigieron en diferentes períodos, las absoluciones y resoluciones vinculantes emitidas por la autoridad, la jurisprudencia de última instancia referida a determinados artículos, la verificación y copia de la publicación del Registro Oficial, las concordancias o discrepancias entre diferentes cuerpos legales y sus períodos de vigencia, las resoluciones de la Corte Constitucional, etc. etc. Pensamos entonces en recurrir a una biblioteca. Terminando por comprobar que ninguna biblioteca tradicional, pública o privada, dispone de la documentación completa; y que el siguiente paso consiste en recorrer diferentes instituciones que nos provean de los documentos que necesitamos. En el hipotético caso que lográsemos conseguir toda la documentación que creemos necesitar, la tarea siguiente es localizar y extraer la información relevante, pertinente y vinculada para nuestro trabajo, quedándonos siempre con la duda sobre posible la existencia de algún otro cuerpo normativo vigente del que no teníamos noticia. En síntesis, el trabajo del abogado consiste en sustentar en Derecho la pretensión de su cliente o su superior, y definir una estrategia frente a una posible contienda judicial. Para el sustento en Derecho, necesitamos la Ley (o reglamentos, ordenanzas, resoluciones o cualquier otro acto normativo), que a pesar de estar impresos sobre papel, NO SON LIBROS en su sentido clásico comparándola por ejemplo con El Quijote. A diferencia del libro tradicional, la Ley es un documento dinámico, cuyo contenido varía en el tiempo acorde con las reformas y afectaciones que sufre durante su vida útil. (es comparable al manual de mantenimiento de un avión al que se le cambian las páginas). En consecuencia los derechos y obligaciones se crean y se extinguen en diferentes épocas. Obviamente, esta información no existe en las bibliotecas tradicionales que solamente contienen libros. Por ello los fracasos más vergonzosos en los litigios, son aquellos en los que se utilizaron textos desactualizados. Si el abogado necesitase solamente una Ley para ejercer la profesión, podría comprar la nueva versión en papel de dicha Ley cada vez que sufre una reforma. Sin embargo la cruda realidad nos informa que durante los últimos 10 años se han publicado un total de 94 Mil actos normativos, administrativos y judiciales, a un promedio de 850 nuevos documentos por mes, que en la práctica son imposibles de comprar, almacenar y mantener, en la forma de una biblioteca individual. Si por algún milagro (o mas bien una millonaria inversión) tal biblioteca en papel fuese construida, sería igualmente inútil para efectos de investigación jurídica efectiva, precisa y rápida, de la misma forma que Google sería completamente inútil si sus documentos estuviese solamente en papel. La disponibilidad de búsqueda de texto en documentos procesados electrónicamente ha transformado de una forma radical las obsoletas metodologías de investigación documental en papel. Pero si se logra adicionar a los documentos almacenados el valor agregado de clasificación, status, versionamiento, período de vigencia, concordancias, vinculación con la jurisprudencia
relacionada y acceso a la fuente documental original, se consigue un Sistema de Investigación Jurídica de una potencia nunca antes vista. Esto es lo que hemos construido y perfeccionado en LEXIS durante tres décadas. Herramientas innovadoras de alta tecnología que multiplican la PRODUCTIVIDAD DEL ABOGADO:
Por el lado de la eficiencia en costos, se encuentra la disponibilidad de descarga de cientos de miles de documentos actualizados y sistematizados por el precio de UN LIBRO.
Por el lado del ahorro de tiempo, se obtiene la localización y descarga de información organizada, precisa, actualizada, contextualizada y vinculada en cuestión de segundos, frente a semanas o meses de lectura de libros y transcripción de textos.
Y todo esto disponible 24/7 en cualquier dispositivo con acceso a Internet. Moraleja: La mejor forma de combatir las crisis es con aumento de la productividad.
Leonardo Hernández Walker, MBA, MPA
Gerente General LEXIS S.A.
[email protected]