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SÁBADO
| Sábado 9 de febrero de 2013
Psicología
¿Cómo hacer dormir a los chicos? El eterno dilema que desvela a los padres sigue vigente Mientras el creador del método “Duérmete, niño”, Eduard Estivill, propone que duerman solos desde el primer día de vida, otros especialistas se oponen y defienden el contacto corporal con los recién nacidos para que concilien el sueño María Calandra LA NACioN
Después de aplicar el popular método “Duérmete, niño” con su primer hijo, Daniela Rattagan creyó encontrar la solución al eterno problema de los padres. Pero un año más tarde llegó el segundo bebe y las cosas cambiaron. “Nos volvimos locos. A los cinco meses empezamos a enseñarle a dormir solo a Salvador, pero se despertaba cada veinte minutos, lloraba y despertaba a su hermano”, recuerda Daniela, madre de Vicente (4), Salvador (3) y Gregorio (1 mes). Durante un año la familia pasó las noches en vela y con mucha angustia. “Muchas veces cuando intentábamos hacerlo dormir, Salvador vomitaba de los nervios, hasta que una vez casi se ahoga –dice Daniela–. Nos asustamos tanto que decidimos suspender el método.” Preocupados, ella y su marido consultaron a diferentes especialistas en busca de algún trastorno que impidiera a Salvador conciliar el sueño, pero no había ningún motivo aparente. Probaron técnicas menos rigurosas, pero tampoco dieron resultado. Recién cuando Salvador cumplió un año y dos meses volvieron a intentar el “Duérmete” y esta vez lo lograron. “Primero acostábamos a Salvador y una vez que se dormía, era el turno de Vicente. Después nos mudamos a una casa más grande y pudimos completar el procedimiento en cuartos separados”, cuenta Daniela, aliviada. El sueño infantil es un motivo de preocupación para la mayoría de los padres. Los diferentes métodos prometen enseñar a dormir a los niños y ser independientes en el momento del sueño. ¿Qué padre no desea poder descansar y que sus hijos también lo hagan? El médico catalán Eduard Estivill, creador del método que lleva su nombre, ha escrito varios libros para enseñar a dormir a los niños. El más conocido es Duérmete, niño, en el cual, junto a Sylvia de Béjar, asegura que los pequeños son capaces de dormirse solos, en su propio cuarto y a oscuras durante toda la noche. Para lograrlo, hay que respetar una rigurosa tabla de tiempo antes de acudir a consolar al niño cuando llora.
Daniela Rattagan está dispuesta a probar el Método Estivill con Gregorio, su bebé de un mes
En su último libro, ¡A dormir!, Estivill actualiza su método, defendido por muchos y criticado por muchos otros. ¿En qué consiste? A partir del estudio de los fetos, la idea es enseñar a dormir a los niños desde que nacen. Así, la propuesta es que los bebes se duerman solos desde el primer día de vida. Fiel a su argumento, el médico español dice que no hace falta acunar al bebe ni hacer nada para que se duerma porque en la panza de la mamá se dormía solo. “Vosotras no teníais que cantar ni mover la barriga de un lado a otro para acunarlo”, resume. Carolina Marotta, vocal del comité de pediatría ambulatoria de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP),
asegura que no se puede comparar el momento intrauterino con el extrauterino: “Cuando el bebe está en la panza tiene vivencias totalmente diferentes a cuando está afuera. Los movimientos y la voz de su mamá lo arrullan. La arteria aorta está pegada al útero y el sonido del corazón de la madre también lo reconforta”. Entre las “reglas de oro” para aplicar desde el primer día de vida, Estivill sugiere colocar al bebe en la cuna despierto para que aprenda a dormirse solo como lo hacía en el vientre materno y evitar darle golpecitos en la espalda para que eructe. “No solamente expulsaréis el aire, sino también, probablemente, los intestinos”, advierte. En sus publicaciones anteriores,
el médico catalán recomendaba que a la hora de la siesta el bebe se acostumbrara a dormir con luz y con el ruido propio de la casa. “Si nuestro objetivo es ayudar a poner su reloj en hora, ¿cómo lo vamos a lograr si de día reina un silencio sepulcral más propio del ambiente nocturno?”, sostenía. Pero en su último libro que acaba de salir a la venta, el autor propone, en cambio, que el cuarto esté en total oscuridad y silencio tanto para el sueño de la noche como para las siestas. Además, Estivill desaconseja usar elementos externos que después tengamos que retirar: mecerlo en los brazos o en la cuna. “Si se despertara en la noche, necesitaría del vaivén para volver a dormirse”, explica.
patricio pidal/afv
Duérmete, sin lágrimas Por recomendación del pediatra de sus hijos, Daniela intentó enseñarle a dormir a Salvador con el método de la psicóloga española Rosa Jové en su libro Dormir sin lágrimas, dejarle llorar no es la solución. “El libro es una crítica profunda al Duérmete, niño. Cuando lo leí me sentí la peor madre del mundo, pero tampoco nos funcionó”, confiesa. Según Jové, los métodos para enseñar a dormir a los niños dejándolos solos conllevan secuelas importantes en los chicos, como estrés postraumático. Marcelo Andrade, jefe de clínica de consultorios externos del hospital Garrahan, recuerda que los problemas del sueño van cambiando según
la edad del chico. “Durante el primer trimestre el bebe debe llorar lo menos posible. Es importante estar tranquilos para transmitirle seguridad. A partir del tercer mes, los padres deben marcarles a los hijos qué deben hacer con mucho afecto y liderazgo para establecer la rutina del sueño y que se duerman por sí solos.” Lejos de las prácticas estrictas, otros especialistas proponen más acercamiento y comprensión del bebé. “La madre debe quedarse al lado pero sin mirarlo –recomienda Marotta–, porque cuando uno lo mira genera «diálogo visual» y nadie se duerme si le están hablando.” María Ángela Cossio, madre de Felipe, de 11 meses, cuenta que su hijo se acostumbró a dormir entrecortado porque en sus primeros meses, como tenía bajo peso, debían despertarlo para comer. Una amiga le recomendó el libro El secreto de tener bebés tranquilos y felices, de la niñera británica Tracy Hogg. El secreto del método consiste en llevar al bebe a su cuna cuando esté completamente relajado, pero no dormido. Si el niño llora, se lo puede alzar unos minutos y volver a acostarlo. “En muy poco tiempo logramos que Feli pueda dormir toda la noche. Es fundamental respetarles la rutina. Los días para los chicos deben ser parecidos y así saben que después del baño llega la hora de dormir. Si le das buenos hábitos y se despierta durante la noche puede volver a conciliar el sueño solo”, señala María Ángela. Para muchos hay que escuchar al bebe y estar atentos a sus necesidades. “El niño necesita sentir el contacto con la mamá para dormirse tranquilo. Eso no quiere decir que duerma en la cama ni en los brazos, salvo que lo necesite. Lo importante es no dejarlo llorar en el cuarto solo y a oscuras”, sostiene Felisa Widder, pediatra y psicoanalista integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Julieta Antonini Modet es la mamá de José, de 5 años, y Máximo, de 1 año y 11 meses. Durante los primeros meses de José, Julieta se basó en los consejos de su propia mamá, que tuvo siete hijos, y en las recomendaciones de Laura Gutman, a partir de su libro La maternidad y el encuentro con la propia sombra. “Entendí que el bebe necesita la presencia de los padres. Cuando siente amor y contención va ganando seguridad y ellos solos van necesitando sus espacios y se van independizando”, apunta. En la búsqueda del buen dormir de toda la familia, lo mejor es adoptar con convicción aquellos consejos que mejor se ajusten a la forma de ser de los padres y del niño. “El método Estivill nos ayudó a la hora de dormir y nos permitió ampliar la familia”, concluye Daniela.ß
escenas urbanas Norberto Dorantes
“Para todos los públicos, en cualquier sitio y hora, el hábito de la lectura sigue vigente en Buenos Aires”
pequeños grandes temas Miguel Espeche
Cuando lo ilimitado resulta una trampa
U
n chasquido de dedos y, ahí, de la nada, aparece un montón de dinero dentro de un bolso. El muchacho, canchero y perfumado, sonríe ante la mezcla de milagro y truco al estilo David Copperfield que acaba de realizar. Luego chasquea sus dedos otra vez, y otra, y otra más, y aparecen
autos y demás bienes materiales de esos que, a la mayoría de las personas, les hubiera llevado varias vidas obtener. Los últimos chasquidos hacen aparecer a una dama rubia, lindísima, que se desviste (obviamente con chasquido mediante) frente al joven superpoderoso. Nobleza obliga: para no pecar de machista,
el guionista del aviso en el que todo esto se muestra suma a la chica a la fiesta de manera activa. Con sólo el guiño de sus ojos, la muchacha demuestra autonomía consiguiendo anillos, autos y demás maravillas, propias del catálogo del más exclusivo de los shoppings. ¡Y después nos quejamos de los adolescentes! Mientras la palabra “límites” aparece sin chasquidos de dedos en boca de padres y psicólogos como un elemento de ayuda a la hora de educar a los chicos, los publicistas nos complican la vida con esa magia… Aunque todos sabemos que es una expresión de deseo consumista, no deja de marcar el norte en cuanto a valores se refiere, con una didáctica que peca no sólo de mentirosa, sino que apunta a una escala de valores que excluye uno de los mayores gustazos que uno
se puede dar en vida: ganarse las cosas a partir del propio esfuerzo y lograr afectos desde lo que uno es, y no desde lo que uno tiene. Hay otros ejemplos de seducciones que confunden al inculcar la idea de que lo ideal es lo que viene mágicamente y no a través de la acción perseverante. También estas imágenes promueven el pensamiento que dice que lo que carece de contorno y límite es mucho mejor que aquello que lo tiene, como si la piel, por ejemplo, fuera un estorbo ya que nos “limita” a un territorio llamado “cuerpo”, sin ver que ese contorno nos permite acceder, caricia mediante, al prójimo. Es lo que nos permite dejar de lado la soledad de los dioses que, de tanta falta de límites, se hace insoportable. Hablar ilimitadamente por teléfono, por ejemplo, y tal como pro-
http://urbansketchers-buenosaires.blogspot.com.ar
pone la publicidad, no es igual a hablar diciendo algo que sea más que un parloteo. A su vez, textos largos e ilimitados no son necesariamente buena literatura y pueden ser bodrios fenomenales si no tienen algo que les dé vida y espesor. Los niños pequeños se angustian ante la falta de referencias y contornos. Se los ve llorando, en conflicto con la enormidad del mundo que se les viene encima. De repente, el límite, en forma de abrazo de una madre o padre amorosos, los rescata, los sujeta, y el ilimitado universo cobra sentido en ese territorio acotado, cálido, generoso y ajeno al vértigo aterrador de lo ilimitado. Algo parecido sucede con los adolescentes. Por eso, en plena búsqueda del “ser uno mismo” que ocurre en esa etapa de la vida, el “verso” de lo ilimitado, el mito del chasquido de dedos que consigue todo lo que,
se supone, se debe conseguir es, como mínimo, una trampa cruel. Advertir este tipo de confusiones sirve para no pecar de distraídos y no ser incongruentes a la hora de educar. Nunca viene mal recordar lo que realmente es valioso en la vida y, en lo posible, contárselo con palabras y actos a los hijos. Ellos, notificados del asunto gracias a una sabia mirada parental, luego verán qué hacer con los desafíos que les toquen. Los padres, como siempre pasa, no les ofrecemos siempre soluciones, pero sí les dejamos algunos instrumentos que, a veces como advertencia, les servirán para vérselas con su destino, ese que, sin duda, forjarán con su esfuerzo, sus gozos y sus tribulaciones, sin chasquidos de dedos que vengan mágicamente a su auxilio.ß El autor es psicólogo y psicoterapeuta